Por: Mónica Heinrich V.
The Guilty (la netflixera)
El otro día, un lector de este blog me dejó un mensajito: “Deberías escribir sobre The Guilty y compararla con la original. Si escribiste sobre Cry Macho y sobre The Squid Game ¿cómo no vas a escribir sobre The Guilty?”. #justoenlamiseriacinéfila. Le dije: “No le veo fallas a tu lógica”. Y acá estamos.
El 2019, desde Dinamarca, nos llegó The Guilty (reseñada ACÁ), la opera prima del señorito Gustav Möller. Supe de su existencia por los cosos dorados (Oscar 2019) que la incluyó en su lista de Mejor Película Extranjera. Ahí la vi y dije: Este Gustav nos va a dar alegrías en la vida.
Los gringos también la vieron y decidieron hacer un remake versión hollywoodense/netflixera. No voy a echarle mierda a Netflix, porque en realidad hay algunas muy buenas cosas reptando por ahí, pero aún no sé cómo una película de corte tan intimista como The Guilty terminó en las manitos patrioteras, videoclipseras y rancias de Antoine Fuqua. De Fuqua he visto todo, hasta muchos de sus videoclips (sos videoclipsero, Fuqua). La única reseña que hice de una peli suya fue para Southpaw (leer ACÁ), pero lo mejor que puedo decir es que: conozco a mi ganado.
Por lo menos, Fuqua se arrimó a Nic Pizzolatto (True Detective, The Killing) para adaptar el guion danés. ¿El resultado? Pues el guion sigue prácticamente la misma historia nórdica, la diferencia está en la austeridad de recursos y la austeridad de…ajá…actuación. Allá donde los daneses estaban en un cuartucho, sin extras, a oscuras, Fuqua estaba en la full sala de atención de llamadas, con montón de extras y tecnología a todo trapo. Allá donde el actor danés Jakob Cedergren componía un Aster (protagonista) poco emocional, frío, distante, hasta enigmático, lo que hizo Jake Gyllenhaall con su Joe (protagonista) fue lo opuesto: gritón, desbordado, explosivo.
La historia gringa es mucho más aleccionadora, redentora y apta para públicos masivos. El destino del bebé, las condiciones en que es encontrado, el final, en la versión danesa te dejan un muy mal sabor de boca, hay una oscuridad un poco más sutil e intangible que hace que la historia danesa tenga más músculo. En todo caso, amamos a Jake (te amamos, Jake) y aunque su atormentado Joe sea un pelín desbordado siempre es un actor al que vale la pena ver.
Si algo aprendí del Elton Jhon de Taron Egerton es que: Donde hay oscuridad, ahora estás tú, y será un viaje salvaje.
Lo mejor: mantiene la línea de la original Lo peor: con menos músculo narrativo La escena: cuando se descubre lo del bebé Lo más falsete: los cambios más benévolos que hicieron y el arrepentimiento choto de Joe El mensaje manifiesto: nada es lo que parece El mensaje latente: las historias solo hay que saberlas contar El consejo: Analiza y actúa (no al revés) El personaje entrañable: Oliver y Mathilde El agradecimiento: por Jake Gyllenhaal (te queremos, Jake)
The harder they fall (la netflixera)
El otro día, el algoritmo netflixero me recomendó esta película. A veces, me emputan las intromisiones de Netflix en mi vida de espectadora, pero vi que estaba Idris Elba (bien jugau, Netflix) y no había nada más que decir. Play.
Es un western, pero un western aggiornado o lo que es lo mismo “un western al estilo que se me canta”. Eso parece decir nuestro amigo Jeymes Samuel que debuta como director con este trabajo. Jeymes (te voy a llamar Jeymes) es compositor/músico de muchas cositas en Inglaterra, hizo dos cortos y un día se levantó con la picazón de un largometraje y decidió juntar forajidos afroamericanos que existieron realmente y contarnos una huevada que viene y que va, que va y que viene y que, sobre todo: es tan estilosa que no nos importa un centímetro de (ponga usted su palabra soez favorita) que no tenga sentido.
Está el pequeño Nat Love. 11 años y le revientan a balazos al padre y a la madre. Deducimos después que fue el HDP de Rufus Black (más conocido por todos como Luther y que en su vida cotidiana se hace llamar Idris Elba. Idris…sos Luther y punto). Hay una elipsis temporal y vemos a Nat (que ya es Jonathan Majors) mayorcito. Nat no puede vivir sin pensar en cómo liquidar a Rufus Black. Rufus Black (que sigue siendo el sexilón Luther) en su condición de prisionero está siendo trasladado a otro lugar por tren y su banda consigue liberarlo. Es ahí donde se entremezclan muchas cosas o nada. Depende de cómo lo miremos.
El guion, a cargo del israelí Boaz Yaquin (The Punisher, Safe) y del mismo Jeymes nos hace creer que Nat Love necesita vengarse, necesita un payback.
#lavenganzamataelalmaylaenvenenaNOT.
En medio del tole tole ponen una historia de amor solo para que veamos bocas estrujarse y todo está tan bonito visualmente (súper vestuario, arte, fotografía) con una banda sonora bastante disfrutable, que uno dice: metele, Jeymes. Metele.
Amig@s. Debo confesar (porque a veces estoy en modo confesional) que en el caso de esta película que tiene muchas reseñas/críticas/opiniones en contra, da lo mismo lo que suceda en pantalla. ¿Ya dejamos claro que nada tiene el más mínimo, peregrino sentido? ¿Ya dijimos que los planes en pos de la venganza son absolutamente infantiles y boludos? ¿Ya comentamos que el final y el plot twist starwarense no da la talla? Bueno, si ya lo dejamos claro, sobre aviso no hay engaño.
En mi caso, me divertí. Sí, es un pastiche de Tarantino, de películas clásicas del wild west, de cosas que fueron y que están, pero…a estas alturas de la vida, lo tomo con fernet y coca cola.
Debo confesar (porque sigo en modo confesional) que Jeymes le mete sin rubores y termina esta venganza que no es coreana sino gringa/pedorra/westernhispter con una redención que no importa y un reguero de muertos importante. Porque parece ser que hoy nos entrenemos con cosas así: medio chotas pero funcionales. Por eso es que Netflix la rompe.
Si algo aprendí del Freddy Mercury de Rami Malek es que: La condición humana requiere un poco de anestesia.
Lo mejor: su estilismo, es un disfrute para lo ojos Lo peor: guion flojito y disparatado La escena: cuando entra al bar, y cuando empieza el despelote Lo más falsete: y bueee, todo El mensaje manifiesto: la venganza mata el alma y, sobre todo, el cuerpito El mensaje latente: hay fantasmas que nunca te dejarán dormir El consejo: para verla sin esperar mucho El personaje entrañable: Cathay y Jim El agradecimiento: por lo bello.
Shiva Baby (la filminera)
El otro día, viendo el catálogo de Filmin, “resfalé” en Shiva Baby. Así, a primera vista, su poster y la gráfica del título no me motivaban mucho a gastar 1 hora y 11 minutos de mi vida. Pero cuando leí su descripción: “mordaz, salvaje, incómoda”, cerraron el trato.
Play.
La jovencísima Emma Seligman lanzó a sus 26 años esta su opera prima. Shiva Baby ya fue un corto de 8 minutos, el corto que le sirvió como tesis para graduarse en cine. Emma ha explicado la necesidad de trasladar el corto a un largo y hacerlo un poco más agobiante. Ese agobio del que Emma habla es en teoría el agobio de la mujer joven moderna que oscila entre la universidad y las expectativas que familia/amigos/sociedad/ellamisma han generado sobre su vida.
El guion, escrito también por la directora, narra las peripecias de Danielle (Rachel Senott) una chica que debe asistir a una Shiva. Alguien ha muerto y los familiares harán su tradicional rito judío en una casa para vivir el duelo. La cosa se complica cuando a Danielle se le junta el ganado. A saber: Joel y Debbie (sus padres), Max (su sugar daddy, que resulta ser colega o conocido de su padre, Maya (su exnovia con la que la comparan) la esposa y bebé de Max, y otros pintorescos personajes.
En resumidas: se arma el puterío.
La película juega en clave de humor negro con la incomodidad y tensión de esta reunión familiar. Todo se desarrolla en una sola locación, por lo que hay cierta sensación claustrofóbica cuando seguimos a Danielle en medio de su parentela, dan ganas de agarrarla del bracito y sacarla de ahí. El punto fuerte está en la mirada crítica tanto a esa presión familiar/social como al rito o a la tradición al pedo. Los personajes parecen no ser muy conscientes de la importancia de la reunión o el peso del supuesto duelo por la persona fallecida, es más un junte para chismosear y juzgar la vida de los presentes y ausentes.
Danielle se asoma como muestra de resistencia o rebeldía a la solemnidad y al concepto de éxito, en un principio sus padres acuerdan con ella lo que debe decirles a los familiares si le preguntan qué anda haciendo con su existencia, sin embargo, no es la única que miente o que no ha conseguido “triunfar”. Por mi parte, sentí poca simpatía por ese personaje millenial boludo, que siempre toma decisiones egoístas, cuestionables y hasta dañinas. Dirán: la juventud es así. Y sí, claramente los jóvenes (y adultos, y seres vivos) la cagarán de vez en cuando, pero me reafirmo: con las cagadas de Danielle, en particular, me era difícil empatizar. Más allá de eso, la película se sumerge un poco en los arquetipos del mundo judío como “mundo judío”. Los estereotipos de la comunidad judía que hemos visto tanto en series como en películas se deslizan en pantalla con liviandad o ¿inmadurez? Ese es otro temita, Shiva Baby pincha, pero no corta. Hay algo en su juguetona envoltura que te hace disfrutar la película sin huellas más profundas.
Si algo aprendí del Hitler de Bruno Ganz es: Sea despiadado. La vida no perdona la debilidad.
Lo mejor: tiene esta cosa de película indie bien trabajada, con los climas y las actuaciones que fluyen Lo peor: queda demasiado liviana y no llega a ser memorable La escena: cuando la cojuda se va al baño Lo más falsete: algunas situaciones muy estereotipadas El mensaje manifiesto: la familia: ese infierno El mensaje latente: vos mismo: ese infierno El consejo: para verla una tarde de sábado con una copa de vino blanco El personaje entrañable: la abuela El agradecimiento: por buenas actuaciones y un buen uso de sus recursos.
No sudden move (la hbolera)
El otro día, buscando cositas en HBO MAX, me topé con la cara de Benicio del Toro. A Benicio no lo veo desde Sicario 2, así que solo por los viejos tiempos le di Play, sin saber sinopsis ni nada, con la prístina dicha del que se encuentra con un viejo amigo.
La sorpresa vino cuando aparecieron varios nombres más: Matt Damon, Kieran Culkin (Hola, Roman) y, sobre todo: Brendan Fraser. A Brendan lo perdimos cuando era galancito de Hollywood, cuando protagonizó La Momia 2 y su carrera se fue a la mierda. Brendan reapareció hace poco. Gordito y con cara de circunstancia nos contó que había destruido su cuerpo tratando de cumplir el rol de galán noventero, que hasta la fecha hacía tratamientos para recuperarse, que un periodista lo había manoseado en una fiesta de los Globos de Oro y que quedó traumadísimo, que su esposa le sacó hasta los calzoncillos en el divorcio y bue, que Hollywood se olvidó de él. Hollywood se olvidó de él, capaz que nosotros un poquito también, pero Steven Soderbergh que dirige, fotografía y edita No Sudden move, lo recordó y le dio un papel.
El guion, escrito por Ed Solomon (Now you see me 1 y 2, Men in Black), sitúa la acción en Detroit, Michigan. Es 1954 y Doug Jones (Brendan Fraser) recluta a dos exconvictos Curt Doynes (Don Cheadle) y Ronald Russo (Benicio del Toro) para un trabajo en apariencia sencillo. La paga es inusualmente alta, y ese dato nos hace a sospechar a TODOS (los crispines mafiosos y nosotros) que algo muy malo hay detrás. La pega es ir junto con otro matoncito llamado Charley (Kieran Culkin) a la casa de Matt Wertz (David Harbour), secuestrar a su familia y hacer que el sujeto recupere una libretita que se supone está en la caja fuerte de su jefe en el banco en el que trabaja.
De ahí en adelante, los besos de Judas se reparten como vacunas Sinopharm.
We need to talk about Soderbergh. Un tipo que casi siempre me parece desangelado, en estado catatónico, pero que suele tener recursos y respaldos para filmar cosas medianamente presentables. Esta No Sudden Move pintaba para un poquito más. O sea, hay todo un trasfondo revelado, cual conejo que sale del sombrero al final, en el que descubrimos que el estilismo Soderbergh derramado durante dos horas era para en realidad mostrarnos el detrás de bambalinas de las competencias desleales entre grandes compañías automotrices de la época. Les soy sincera, daba lo mismo si la libretita contenía la receta de la salsa Toby. La película está tan entretenida en la recreación de la época y en tratar de poner color a los personajes, que poco o nada interesa ese “comentario social”.
Eso sí, su solvente reparto, el clima muy Detroit, muy mafia de medio pelo, los diálogos que quieren ser ágiles en una narrativa que no lo es, hacen que uno acompañe a los Judas detroitinos hasta el final. Salen los créditos y te sacudís de ese limbo sin mirar atrás.
Si algo aprendí de la Cleopatra de Elizabeth Taylor es que: Qué extrañamente despierto me siento. Como si vivir hubiera sido solo un largo sueño.
Lo mejor: Los climas y su reparto Lo peor: al final no cocina nada bien, ni el cuento de los mafiosos que se traicionan ni el comentario social La escena: la «charla» con el personaje de Matt Damon y lo que le pasa al personaje de Kieran Culkin Lo más falsete: la escena del restaurant y el comentario social puesto al final, pero que no termina de cuajar ni de levantar la película El mensaje manifiesto: la confianza es una trampa El mensaje latente: la trampa es otra trampa El consejo: es más para disfrutar de grandes actores El personaje entrañable: no hay El agradecimiento: por sus climas.
Imperdonable (la netflixera)
El otro día, cuando pensé en subir esta multireseña, estrenaron The Unforgivable, justito cuando pensaba ver la película de la parejita que se despierta chuta cosida por el estómago. Dudas llovieron sobre mi ser. ¿Estómago cosido o La Sandy? Acababa de almorzar revuelto de hígado, así que PLAY.
Es realmente imperdonable que una película donde actúa La Sandy (Sandra Bullock) tenga como mayor atractivo a…ajá…La Sandy. Esta película es dirigida por la alemana Nora Fingscheidt, de quien solo conozco la un poco pasada de rosca System Crasher, que ya con el título dice todo lo que podés esperar de ella. Pues Nora terminó en Netflix con La Sandy y la historia de Sally WainWright que hizo una miniserie de tres episodios de lo mismito. Alguien pensó que sería una buena idea volver eso película y arrejuntó a los guionistas Peter Craig (que está escribiendo el guion de Gladiator 2 #miedito), Hillary Seitz (Insomnia) y Courtenay Miles (Mindhunter) para adaptar la cosa inglesa a la cosa netflixera.
La Sandy interpreta a una fulana llamada Ruth Slater que acaba de salir de la cárcel. Está claro que estuvo presa 20 años por asesinato y ni bien sus piecitos salen de la chirola, se le mete entre ceja y ceja la idea de ir a buscar a su hermana menor, Katie. Katie tenía solo cinco años la última vez que vio a La Sandy. Como La Sandy asesinó a un policía resulta ser que eso en los yunaiteds es más grave que nuestros 800 ítems fantasmas, así que La Sandy será bullyneada a cada rato. Katie ya es una chica universitaria que toca el piano y vive atormentada por flashbacks de la infancia que no consigue recordar del todo. La primera parte de la película es mostrarnos la atribulada vida de La Sandy como civil matapolicías, y su obsesión por reencontrarse con la tal Katie.
La cosa va escalando en incoherencias, resulta que los hijos del paco muerto no están contentos con la libertad de La Sandy, así que estarán como petos mocochincheros viendo cómo vengarse. Ocurren muchas cosas que son comedia involuntaria o tragedia cinematográfica, y lo peor es la explicación final SPOILER: Tu hermana de cinco años (INIMPUTABLE) accidentalmente mata al paco y vos te echás la culpa para “no traumarla” y pasás 20 años en la cárcel para “no traumarla” y luego ¿buscás un encuentro como una crazy bitch cualquiera? ¿Nadie hizo la prueba del guantelete en esa escena del crimen? ¿La Sandy no pensó que igual esa criaturita del señor iba a terminar traumadanga? ¿20 años no es nada, qué febril la mirada? Y luego está la escena del cachetón encamándose con su cuñada y que desata la venganza final. FIN DEL SPOILER Gente, para eso tuvimos TRES guionistas, TRES.
Si algo aprendí del Steve Jobs de Michael Fassbender es que: El animal más eficiente del planeta es el cóndor. Los animales más ineficientes del planeta son los humanos.
Lo mejor: está bien filmada Lo peor: 1) su tono solemne 2)desperdicia a Shane (Jon Bernthal) La escena: cuando Ruth se pone crazy bitch en al reunión con los padres adoptivos. Tomate un rivotril, amiga Lo más falsete: la ida de Ruth a su casa, el encuentro con el abogado bonachón, el cachetes, el secuestro, el secreto, bueee El mensaje manifiesto: a veces se toman decisiones muy poco racionales El mensaje latente: a veces esas decisiones poco racionales se convierten en películas El consejo: Racionalizá El personaje entrañable: los padres adoptivos de la tal Katie El agradecimiento: porque La Sandy hace lo que puede.
Dos (la netflixera)
El otro día, después de ver esa película llamada Imperdonable, se me ocurrió que para sacar de mi mente a La Sandy mal maquillada debía mirar la película de la parejita que se despierta chuta cosida por el estómago. Si existe alguien en las alturas velando por nuestro bienestar, en este caso POR QUÉ ME HAS ABANDONADO. Dos (Two) debe ser lo peor que he visto últimamente en una plataforma de streaming. Ignoro quién aprobó su inclusión en el catálogo y cómo el algoritmo hijo de puta me la recomendó, solo sé que ahí “resfalé” como quien pisa puchi en la calle.
Mar Targarona, su directora, desde los 90s nos viene convenciendo de no ver sus películas. De ella me he visto Secuestro (también en Netflix) y El Fotógrafo de Mauthasen (también en Netflix), y en ambas películas adolecía de problemas narrativos, de ritmo, de guion, de ganas, de todo. Sin embargo, si había un pozo cinematográfico en el que estaba Mar, acaba de cavar un pequeño túnel hacia el subsuelo de ese pozo.
La película parte de una premisa digamos que prometedora, hay trabajos que se convirtieron en películas de culto con inicios parecidos (El ciempiés humano, Saw): Un hombre y una mujer que no se conocen, despiertan en una habitación desnudos y cosidos por el estómago. Ok. Me encanta. Ahora ¿cómo desarrollás eso, querida Mar?
Dos dura apenas 70 minuto y a los 10 minutos ya estás queriendo dejarla.
Sara (Maria Gatell) y David (Pablo Derqui) están pegaditos y chutos. Cualquiera que haya pasado por una operación sabe que no es nomás ponerse una toalla pesadota sobre los puntos o sobrellevar movimientos bruscos. Uno de los principales problemas de la película es que no respeta su idea central (estar cosidos) y a veces parece olvidarse que los actores jamás podrían ponerse en posición casi frontal o con los torsos separados.
Cuando dejás de creer, deja de importar.
Otro tema son los paupérrimos diálogos. Nuevamente, la situación no da para sentarse entre las flores a reflexionar sobre el ser y la nada, y mucho menos para de un momento a otro agarrarte a los besos con el cojudo o la cojuda que tenés costurada, y MENOS AÚN intentar coger con puntos en carne viva.
Mar, amiga, no pues.
El guion es un engendro de Cuca Canals (La camarera del Titanic), Christian Molina (Diario de una ninfómana) y Mike Hostench (Asmodexia). Gente. TRES guionistas para esto. TRES.
Si piensan que lo que relato es el pus supurante de una herida, espérense al final. Acá me veo en la obligación de ahorrarles el visionado y contarles el final, yo le hubiera mandado un canastón y un ramo de agradecimiento eterno a ese buen samaritano. Resulta que los costurados eran siameses que fueron separados al nacer (!). Ajá. El padre los rastrea y los vuelve a unir, porque se da cuenta que el número dos es la base de todo lo conocido y por conocer (!). Para eso se disfraza del marido de la doñita (!). En una escena…no encuentro el adjetivo…los hermanitos se descosturan y ella intenta salvarse para quedar tendida en la nieve mientras se forma…wait for it… el signo del Yin y el Yang sobrepuesto a su cuerpo (!). Los créditos salen con montón de fotos e ilustraciones de siameses (!).
…
(!!!!!!)
Mátenme. Solo mátenme y olviden dónde me dejaron.
Es en esos momentos en donde uno mira hacia atrás, y revaloriza a La Sandy y su película chota.
Si algo me enseñó el John Nash de Russel Crowe es: No creo en la suerte, pero sí creo en asignar valor a las cosas.
Lo mejor: premisa «entretenida» Lo peor: no se respeta a sí misma y para durar 70 minutos es casi insoportable La escena: cuando se «revela» la verdad Lo más falsete: desde que despiertan pa adelante El mensaje manifiesto: hay cosas que no deberían salir a la luz del ojo público El mensaje latente: si las dejás salir es porque no sos consciente del bochorno El consejo: evitala o mirala con unas dos chelas o caipiriñas o grupo de amigos como comedia El personaje entrañable: el espectador que tiene que fumársela El agradecimiento: porque hay la opción de poner stop.