LOST IN CONTEMPLATION OF WORLD

CINE ISLANDÉS: Lamb

Por: Mónica Heinrich V.

Mucho se ha dicho sobre Lamb. Claro, porque se puede decir mucho. Es una película que se comercializa como adscrita al género terror, y si uno (champado en la ingenuidad) sigue esa etiqueta y quiere verla para arañar las butacas o sufrir un poco de taquicardia, se va a llevar un chasco. Es justo afirmar, entonces, que Lamb no es una película de terror.

Maria, yo haría exactamente lo mismo que vos.

Lamb, ahí donde la ven, ha ganado el Festival de Cine Fantástico Sitges de este año y también fue selección oficial de la sección Una Cierta Mirada del Festival de Cannes. Entre esos logros y/o datos estimulantes, tenemos que es la película más cara de la historia de Islandia y la que ha conseguido meter más personas a sus salas de cine. Fuera de sus fronteras la película ha peleado espacio en USA con el estreno de James Bond. Una batalla David vs Goliat de la que no ha salido mal parada, convirtiéndose en la película islandesa más vista en suelo gringo.

Tanta cháchara para llegar al meollo del asunto. ¿Qué tal está Lamb? ¿Vale la pena verla, terrorífica o no?

La opera prima de Valdimar Jóhannsson se divide en tres episodios. En el primero, nos presenta a Maria (Noomi Rapace) y a Ingvar (Hilmir Snær Guðnason), un matrimonio que se dedica a su granja en los paisajes fríos y montañosos de Islandia. Este primer pedazo tiene un ritmo pausado, y será el momento en el que los que fueron al cine buscando una película de terror querrán salir de la sala.

La cámara sigue en tono casi documental las actividades rutinarias de la pareja. Limpieza de establos, lavar la ropa, trabajar con el tractor, cuidar a su rebaño de ovejas y carneros. El guion del mismo director y de Sjón (coguionista también de Bailando en la oscuridad), consigue transmitirnos cierta tristeza. Algo no está bien. Las ropas colgadas en el tendedero, moviéndose al viento como metáfora de la soledad y aislamiento de estas dos personas, hacen hincapié en eso.

La rutina se rompe cuando ambos asisten al parto de una de sus ovejas y consiguen que el cordero nazca. El plano no abandona las caras de María e Ingvar, y cuando salen con el bulto en brazos, está claro que, por fin, hay una razón para sonreír y estar bien. Acá viene la piñata de spoilers, así que si no la han visto, deténganse. 

Maria, yo también le entregaría flores a Ada.

Uno como espectador intuye lo que está pasando, pero no se lo quiere creer del todo porque suena demasiado “raro” para ser verdad. Desde mi butaca pandémica gritaba: ¿Son bracitos? ¡Me muero, es un bracito humano! Decime que tiene cuerpito ¡por favor! Necesito que tenga cuerpito humano. Así, en diminutivo, porque es la única manera de hablar sobre Ada.

En el episodio dos comienza lo que algunos podrían ver terrorífico, es donde confirmamos que sí, que la oveja dio a luz una corderita/humana: cuerpito humano, patita de futura ovejita, manito humana y cabecita de futura ovejita. Oh, por Dios, LA AMO. Yo también le pondría cuna, y le pondría impermeable cuando lloviera y la sacaría de la mano a recorrer las montañas. #nomejuzguen.

La cinematografía paisajística se convierte en una cinematografía del duelo y vemos ante nuestros escépticos ojos cómo puede funcionar una propuesta así. La dirección de Jóhansson es pulcra, sabe lo que quiere contar y cómo. No musicaliza en exceso sus escenas, de hecho, son los sonidos de la montaña, de los animales, del clima, los que se vuelven también protagonistas del relato. Esa brecha existente entre lo humano y lo inhumano se refleja en las apariciones de la madre biológica de Ada, y las reacciones de Maria.

Demasiada bellosidad.

En el tercer episodio se involucra un nuevo personaje, el hermano de Ingvar que generará una tensión constante ante su rechazo a la situación. La situación sigue su curso natural o antinatura, y hasta ese instante uno acompaña con entusiasmo a la parejita, al hermano, a Ada y a todos los carneros, ovejas y corderos del mundo.

Entendía la postura del hermano de Ingvar, pero me indigné cuando le dio el pasto a Ada. ¡Cómo te atrevés hermano de Ingvar! CÓ-MO.

Luego, nos fuimos a la mierda. Han pasado ya dos o tres semanas desde que la vi, y aún no sé qué pasó, porque lo que Jóhansson construyó con tanto mimo se cae en una escena que parece una resolución anticlimática, tonta y que convierte a este drama folk en una comedia involuntaria. ¿Para qué ese bichote? PARA QUÉ. No quiero al bichote. Rechazo al bichote. De hecho, una de las dudas que rondaba mi mente era de cómo sale Ada mitad ovejita mitad humano y la respuesta retorcida y perver que me había dado era que Ingvar…buee…y que Maria había…bueee. #nomejuzguen.

Y zas, la aparición del bichote cerró el espacio de todas esas cosas bellas y turbias que reventaban en mi mente como pipocas y tuve que dejar de teorizar para ver al bicho computarizado.

Triste.

El trabajo actoral de Noomi Rapace y de Hilmir Snær Guðnason, hace creíble lo increíble. El nivel de confianza que debe existir entre los actores y el director para entregarse a un guion que puede fácilmente derrapar en el ridículo, tiene que ser inmenso.

Esta es una historia que tiene sus tiempos, la mayor parte pausados. Así que los amantes de la adrenalina y el blockbuster, si no se salieron antes de la sala, se saldrán tarde o temprano. Hay que destacar el trabajo de los efectos especiales que crearon a una Ada adorable y que la integran completamente a las montañas lloviznosas.

Lamb termina, y uno que ha estado con el ojo pelado, queriendo abrazar a Ada, comprendiendo plenamente a la parejita en duelo, odiando un poquito al hermano de Ingvar, tiene la sensación de que es una película que pudo crecer mucho más, que estuvimos ante un hermoso globo que estaba siendo inflado y que reventaron de golpe y que tuvimos que conformarnos con eso que queda después del globo reventado: una maldita hilacha de plástico.

¿Y ahora qué carajos hago con este resto de plástico, Johansson?

De todas formas, muchas cosas pasan en pantalla como para que tengamos tiempo y ganas de sufrir por expectativas frustradas. Volviendo a sumergirnos en lo que cuenta Jóhansson, en cómo decide finalizar su historia, el verdadero terror, incluso tomando en cuenta el cuestionado y sangriento final, es el de esa herida abierta para Maria. La perdida, el duelo, una vez más.

Lo mejor: Ada y todos los animales del mundo Lo peor: su abrupto y anticlimático final Lo más falsete: su abrupto y anticlimático final El mensaje manifiesto: en el cine y en la vida: todo puede ser posible  El mensaje latente:no juzguemos La escena: todas en las que aparecía Ada, y también cuando a Maria se le va la olla y hace lo que hace con la mamá biológica de Ada El personaje entrañable: Ada y todos los animales del mundo El personaje emputante: el bicho/papá/tóxico que aparece al final El agradecimiento: por Ada y todos los animales del mundo.

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2 Comentarios

  1. una película diferente, un poco lenta, pero se deja ver, me gustó pero no es wow para mi gusto. El bichos tiene que aparecer si o si, es lo que me dejo intrigado desde el principio que es eso lo que camina en la nieve y entra donde las ovejas. Y si todos llegamos a pensar que ivar, criaba oveja para no andar con su toco como el cura de macondo.

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