LOST IN CONTEMPLATION OF WORLD

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CINE FRANCÉS: Vortex

Por: Mónica Heinrich V.

Hay cineastas que a lo largo de los años se han construido una reputación, para bien o para mal, de crear un cine disruptivo, posero, pretencioso, insoportable, jugado, emputante, creativo, desbordado, perturbador, usted elija. Si nombro a Gaspar Noé me remito al letrero de Solo contra todos (1998, reseñada acá) que instaba al espectador a abandonar la sala antes de que pasara lo que iba a pasar. Si nombro a Gaspar Noé también recordaré al personaje de Mónica Belucci siendo violado durante nueve insoportables minutos en un plano fijo en Irreversible (2002, reseñada ACÁ), o tendré chispazos mentales de lo cargante que fue Love (2015, reseñada ACÁ), o del desfile de colores de la película dentro de la película que es Lux AEterna (2019), sí, Gaspar Noé no dejará indiferente a nadie.

Por eso es que Vórtex sorprende. Porque es una película, en teoría, alejada del cine tradicional de Gaspar. Ese Gaspar que lo mismo coqueteaba con temáticas de incesto, drogas, violencia, histeria y desenfreno, es quien lanza una película sobre la vejez y, en este caso, sobre la vejez compartida de una pareja.

Un cielo azulado abre la película con la frase: “Para aquellos cuyo cerebro se pudrirá antes que su corazón”. Y hasta ahí, reconocemos al Gaspar de siempre…y esa frase marca el tono de la película.

Michael Haneke ya nos destruyó para siempre con Amour (reseñada con muchísimo dolor ACÁ) y también lo hizo Florian Zeller con The Father (reseñada ACÁ). Gaspar hace una película que toca una temática similar pero que a su vez lo hace desde un lugar de menos belleza. La estética es más rústica, casi documental, el vestuario, el arte de las locaciones, los mismos personajes, están en una situación más deplorable. Hay verdad en este relato de un Gaspar más íntimo que nunca.

El cineasta Dario Argento (amigo desde hace 30 años de Gaspar) personifica a este hombre octogenario con problemas del corazón que comparte los días con su esposa que sufre de demencia/alzheimer, interpretada por la maravillosa actriz Françoise Lebrun. Ambos viven en un departamento atestado del pasado: libros, fotos, trastos, un lugar pequeño que alguna vez fue la casa familiar en la que criaron a su único hijo, Stepháne. Este hijo ya estuvo internado en un psiquiátrico y es heroinómano, su esposa con la que procreó a su pequeño hijo Kiki también es drogadicta. Stepháne no es precisamente la persona que podrá encargarse de un par de ancianos.

La película transcurre siguiendo la rutina de los personajes. Los acompaña en su soledad, en su abandono, en los recorridos que hace la mujer por los pasillos del pequeño departamento en estado de confusión, en los recorridos que hace el hombre buscando a la mujer. Una vez más, Gaspar Noé divide la pantalla, aunque en este caso tiene un significado narrativo. La pantalla se divide cuando la mujer despierta confundida en su cama sin saber quién es o dónde está. Es ahí que la perspectiva del relato cambia.

Gaspar también agrega unas pequeñas transiciones como pestañazos a negro cuando hace un cambio de plano. El cineasta de origen argentino justifica este artilugio bajo la idea de querer que la historia se vivencie de la manera más realista posible porque nosotros parpadeamos. En la práctica, el recurso me pareció innecesario, aunque sí encontré que la pantalla partida aportaba a generar tensión o más cercanía a la experiencia de la pareja.

Mientras la historia avanza sabemos que no podemos confiar en Gaspar. Lo conocemos. Esta intimidad, esta cosa pequeña, en algún momento deberá romperse…Hasta que llega el quiebre creemos todo lo que la pareja nos cuenta. Hay ternura, hay vida y hay muerte.  Maravillosa la escena en la que los tres discuten qué hacer durante una larga secuencia con diálogos improvisados.  

Gaspar vuelve a ser el Gaspar de siempre unos veinte minutos antes de su final. Y no es que esté mal su final porque es su final, sino que alarga algo que no necesitaba más vueltas y nos da escenas que no necesitábamos porque ya todo estaba dicho. Era como ver un bonito tren a punto de descarrilarse. Quizás esas escenas las necesitaba él, Gaspar, que perdió a su mamá hace ocho años después de ver cómo la demencia se la llevó antes que su cuerpo se rindiera. Quizás, pero el espectador hubiera agradecido más la posibilidad de SPOILER tener la certeza de lo terrible que sería para la anciana sobrevivir años en esas circunstancias, como lo hacen muchos o muchas. No ver la mano clemente del guionista en ese final que libera con la muerte a todos FIN DEL SPOILER.

La vejez es despiadada dijo el cineasta en una entrevista, lo sabe él que necesita ese final y esas escenas, y no por nada llamó a su película Vortex. Ese remolino incierto que todo lo devora.

Uno se queda pensando en las vejeces (así, en plural) de quienes llegan  sin ganas, mal, sufriendo, solos, agotados. En las vejeces (así, en plural también) de los que llegan bien, enteros, con la mente y el corazón funcionando a mil, sintiendo que les sobra vida y les falta tiempo. Uno piensa en las ingratitudes, las cosas pospuestas, las realizadas, las alegrías, los fracasos y, sí, sobre todo, uno se queda pensando en los finales (plural, plural, plural).

Lo mejor: la película más íntima de Gaspar Noé y el gran casting que tiene Lo peor: le sobran minutos y para ciertos espectadores será insoportable por la propuesta creativa y por los tiempos manejados Lo más falsete: los últimos 20 minutos El mensaje manifiesto: los padres nunca deberían quedarse solos El mensaje latente: la vejez merece ser vivida feliz y en compañía La escena: toda la secuencia donde están decidiendo qué hacer El personaje entrañable: la anciana psiquiatra en su juventud y sin poder controlar su mente en la vejez El personaje emputante: el tiempo lo destruye todo El agradecimiento: por sentir.

 

CINE BELGA: Un monde (Un pequeño mundo)

Por: Mónica Heinrich V.

Nora.

La pequeña Nora (Maya Vanderveque) es la nueva del colegio y en su primer día de clases no se desprende de su padre y llora ante lo incierto de esa nueva experiencia.

Te entendemos, Nora.

Nora es apenas una niña en un mundo ancho y ajeno.

Un monde (traducido literalmente como Un mundo, pero que los gringos han llamado Playground y en Latinoamérica se tituló Un pequeño mundo) es la feroz y, a la vez, sutil opera prima de Laura Wandel.

Durante algo más de una hora, la cineasta belga nos muestra la génesis de muchas cruces con las que luego cargamos como adultos. El colegio es, claro, uno de nuestros principales espacios sociales, en él se desarrollarán armas para enfrentar el futuro o, en el peor de los casos, para evadirlo.

Laura escribe también el guion. Su narrativa parte de la mirada de Nora, que en un principio lucha por encajar entre sus nuevas amiguitas, sus nuevas rutinas, su nuevo todo. Esto chocará con la situación de su hermano Abel (Günter Duret), unos cuantos años mayor que ella, al que los bullys tienen marcado.

Nora observa aterrada y confundida cómo su hermano mayor es acosado y maltratado constantemente. En su mente, la situación de su hermano está fuera de lugar y durante buena parte de la película intenta solucionar el problema. Pero no olvidemos que Nora es apenas una niña en un mundo ancho y ajeno.

Una de las grandes virtudes de Laura Wandel es que cumple lo que promete en su título: Un monde. La cámara está al servicio del mundo de Nora. Es su mirada la que conduce el relato. Son sus vivencias las que marcan la pauta de lo que sucede en pantalla. La cámara, incluso, no abandona el rostro de Nora cuando Abel es atacado. Vemos en ella el horror, no el horror que sufre su hermano, y eso es, quizás, más terrorífico aún. Ese tratamiento cinematográfico nos recuerda a la devastadora, enorme, El hijo de Saul (reseñada ACÁ) o a Never Rarely Sometimes Always (reseñada ACÁ).

Al igual que en esas películas, el vínculo afectivo con el espectador se construye casi por ósmosis. Sentimos la desesperación de Nora, la impotencia, la fatiga, sabemos por qué se distrae en clases, o cuando juega con sus amigas en el colegio.

Wandel nunca nos lleva con Nora fuera del colegio. No sabemos cómo vive, ni dónde está su madre, no sabemos qué tipo de vida tiene lejos de sus compañeritas, de su profesora, de los bullys. Ese mundo escolar es lo que Wandel elige mostrar. Y lo muestra de una manera elegante, medida, con la cámara a la altura de la niña, con espacios para risas, para el aprendizaje, pero el bullying que sufre Abel sobrevuela la película incluso en los momentos de calma, de solaz.

El casting es otro de los grandes aciertos de esta película. Maya Vanderbeque es sencillamente fantástica, fluye cuando la cámara le hace un primer plano y su mirada lo dice todo. Maya nos hace olvidar que es una película, y en su actuación solo vemos a una niña rota y triste. Nosotros, los espectadores, no queremos ver rota y triste a Nora.

En apariencia, Un monde, puede resultar demasiado sencilla o simplona. Hasta podría confundirse con pornomiseria escolar. Pero no es solo el relato de un bullying, en esa aproximación tranquila y casi rutinaria al bullying que sufre Abel, vemos mucho más: está el amor y lealtad fraternal, están las dinámicas que se instalan en la niñez que permiten crear adultos opresores, abusivos, insensibles, están las dinámicas de los adultos que se vuelven inútiles e incapaces para resolver un problema como ese, están las dinámicas familiares que también son tóxicas en su afán de ayudar, está la presión social, de tus pares, para convertirte en algo diferente a lo que eras.

Amén de sus buenas intenciones y de sus excelentes resultados, hay un par de escenas discursivas que rompen con el esquema general de la película, perdemos la sutileza para darle paso a momentos didácticos con frases hechas y genéricas. Al ser estas escenas muy pocas, son detalles que no afectan a la percepción global.

Porque Un monde permite una lectura amplia, y posee una mirada tan sensible y honesta al tema que su final es demoledor.

Cuando la cámara se detiene en la pequeña espalda de Nora, la espaldita que hemos seguido durante toda la película, tu corazón se estruja recordando al niño(a) que fuiste, Laura Walden lo hizo: mostró un mundo que puede ser el mundo de cualquiera.

Lo mejor: gran actriz principal, muy buena construcción de climas Lo peor: algunos momentos discursivos y didácticos Lo más falsete: algunos momentos discursivos y didácticos El mensaje latente: crecer requiere de temple La escena: la de la foto de lo hermanitos El personaje entrañable: Nora y Abel El personaje emputante: los bullys y los adultos inútiles El agradecimiento: por la economía de recursos. 

CINE FRANCÉS: Titane

Por: Mónica Heinrich V.

A Nanni Moretti lo recuerdo por La habitación del hijo, este año compitió en el Festival de Cannes con su nueva película Tre Piani (Tres pisos). Ni bien el festival dio su máximo galardón a Titane, de Julia Ducournau, Nanni utilizó la plataforma del pajarito (twitter) para escupir: Uno nota el paso del tiempo cuando compite en Cannes y gana una película en la que una mujer se queda embarazada de un coche.

¿Tu envidia es mi progreso?

Ay, Nanni. Aunque hay un gesto poco deportivo en tu comentario, te puedo entender. Si hubiera visto Titane en mis tempranos, medianos o finales veintes, tendría un poco más de receptividad a su excesivo entusiasmo por provocar audiencias.

Provocar tampoco es malo. Hay cineastas que han creado una reputación así, pienso en Pasolini, en Cronemberg, en Noe, en Carax, en Dolan, en Despentes, el tema es si después de la bulla, el trago y los cohetazos, queda algo más aparte del silencio. Yo misma me lo he pasado chancho con algunos trabajos de los mencionados aún sabiendo que son pajas estridentes frente al espejo.

La directora de Titane tuvo como primer largometraje Raw (2017), una obra interesante de oscura atmósfera. Al aferrarse al fantástico, la película podía permitirse licencias en cuanto a la lógica y lo verosímil. Raw tenía sus fallas (la mayor parte similares a las que aquejan a Titane), pero por su estilismo, por una idea base que enganchaba (la chica vegetariana que descubre un deseo voraz por la carne humana) y su más que cumplidor casting, Julia se convirtió en una cineasta a seguir. Vos te preguntabas en medio de la noche: ¿qué estarás haciendo, Julia?

En esta nueva propuesta, es como si la directora intentara (de forma muy calculada) ir más allá con cada secuencia. Lo que muchos describen como trepidante, feroz, y refrescante, es un pastiche de elementos que sueltos son disparos en la oscuridad y dentro de la trama de Titane se pierden aún más en ese clima de constante desenfreno.

Tenemos a su protagonista, Alexia (Agathe Rousselle), que cuando niña sufre un brutal accidente de auto que hace que le implanten placas de titanio. Ahí, ella genera un ¿amor? ¿atracción? ¿compulsión sexual? por los autos. Pasa el tiempo y Alexia ya es una bailarina, fría y dura como el metal que le salva la vida, a la que nos la presentan en una escena larga de frotamientos contra un auto de exhibición.

Tú y yo, vivamos el momento

SPOILER

Después del evento, un supuesto fan/groupie/acosador de Alexia-bailarina, le pide un autógrafo y la besa por la fuerza. Alexia lo asesina. Sigue una estela de asesinatos tarantinescos al pedo, el descontrol porque sí. Nuestra protagonista trata de huir de las consecuencias obvias a sus crímenes y no se le ocurre mejor manera que hacerse pasar por el hijo desaparecido de un pobre tipo. Para que se entienda: ¿Te busca la policía, has matado a un culo de gente, y decidís presentarte como el hijo muerto de alguien más como estrategia de sobrevivencia? O sea, GRACIAS A DIOS y al de abajo que Vincent estaba tan o más tronado que ella y la/lo recibe ipso facto. 

En su forma masculina de Adrien, Alexia se verá juzgada, sufriendo bullying, obligada a cumplir un rol social, todo mientras dentro suyo crece (muy rápido) algo producto de su relación sexual con un auto.

FIN DEL SPOILER

Hasta ese momento solo pensaba: Julia…¿cómo vas a salir de este berenjenal?

Quizás lo que funciona mejor de este relato (que según su directora no quiere intelectualizar sino hacer “sentir” lo que sienten sus personajes) lo encontramos en momentos de genuina emoción entre Adrien y Vincent (Vicent Lindon). Vincent, un bombero que se inyecta esteroides en otra muestra de masculinidad tóxica, necesita que Alexia sea Adrien. Ah, el pobre Vincent…tiene unos ataques de amor por su hijo-no-hijo que de un rato a otro componen escenarios de tensión sexual (¿incesto?)

Esta historia de “amor” es lo que Julia vende como explicación o sublimación de sus intenciones en la película. Aunque, en la práctica, lo que propone como un amor antidogmático es una relación rarísima entre dos personas claramente enfermas.

Análisis o forzadas lecturas podrían imaginar que Julia hace un juego con los tabúes sociales, la identidad de género, el asfixiante rol de la maternidad, el machismo presentado en los personajes masculinos (no hay uno que no sea un machirulo de cuidado) y el concepto de amor no dogmático ya mencionado, entre muchas cosas. Sí, se pueden hacer esas lecturas porque esta mezcolanza da para todo. Un espectador menos condescendiente dirá que lo formal se fagocitó el contenido, y que esta es una muestra más de ese cine ruidoso, vacío, que apela a la provocación como arma creativa.

tóxicos everywhere

Un ejemplo de corrección política que loa la falsa irreverencia: «Es que la película habla de la aceptación en todas sus formas»: no quiero pinchar el globo de nadie, pero si aceptación significa recibir con beneplácito a una completa desconocida que se mete a tu casa haciéndose pasar por tu hijo muerto, usa tu dolor para su beneficio y encima ha dejado un reguero de cadáveres por ahí sin ascos, estamos todos locos. 

No voy a negar que tiene que existir voluntad del espectador para acompañar a Julia en su absurda trama. Como lo hizo en Raw, y en su cortometraje Junior (está en youtube) se aferra al fantástico y lo reviste de terror, eso puede amainar las necesidades de una mínima de lógica y coherencia en lo que sucede en pantalla. Si nos subimos a ese caballo redentor, tendremos una película jugada con un código de violencia afincado no en lo psicológico sino en lo físico. Porque Titane entra también en el body horror (horror corporal) y es por eso que hay espectadores que no pueden resistir su visualización. La escena del tironeo del piercing, la quebrada de nariz, el estado de preñez de Alexia/Adrien, el ¿lubricante? ¿aceite de motor? que sale de sus heridas, son parte de la firma que Julia está construyendo como cineasta. Estimado lector, cada quien puede perseguir los molinos de viento que desee, en mi caso esos arrebatos si no tienen un asidero me suelen provocar más indiferencia.

Aquí llega la potra, la diva, la caballota

Mi experiencia con Titane se redujo a valorar la presencia autoral de Julia en la dirección y el guion, a disfrutar de los pequeños momentos de verdad entre Vincent y Alexia/Adrien como la escena de la cena, la del vestido amarillo, o el baile en el techo del carro de bomberos (no por el concepto atávico/naif de ver la incomodidad de un bollo de machos frente a un baile que «no debería» ser femenino, sino por la construcción visual de la escena). Las actuaciones ayudaron a que conecte con esos personajes perdidos. La debutante Agathe Roussell y el gran Vincent Lindon, estuvieron tan comprometidos con sus personajes que no sentís que acompañarlos en esta historia sea en vano. Pero más allá de eso, la polera de Never give up, la presencia de Garance Marillier interpretando a Justine como una autoreferencia de Raw y Junior, la música que con su letra comentaba las escenas (ejemplo: en la escena del inicio, de su último asesinato dentro de la casa, se escucha la voz de Caterina Casseli cantando «No importa lo que pase aquí, nadie puede juzgarme. Ni siquiera vos«. O seaaa) y el ruido general de la película tratando de asentarse en su misión shockeadora, me hicieron desconectar.

La película intenta abrazar con cualidad casi pulposa demasiadas cosas. Toca el transhumanismo e intenta en su elección del titanio como metal de transición hablar de la hibridez, de la mutación. Todos somos monstruos, nos dice Julia en sus entrevistas y con un dejo de ingenuidad define su cine como una muestra de lo que no se puede mostrar, un cine que habla de lo que no se puede hablar. Amiga, has puesto en tu película canciones como eco de lo que les pasa a los personajes y encima, tu película se adscribe a temas que ya están sonando hace tiempo: lo queer, lo trans, la violencia como metáfora/obviedad del mundo hostil. De hecho, es una película tan fácil de instrumentalizar como discurso, que es precisamente por ahí que se la explota.

¿Cuántas veces hemos escuchado eso de «estoy haciendo algo que nadie más hace o hizo»? ¿No suena muy del mundo teen? ¿o de la chantulinidad? ¿Titane realmente cumple esa promesa? Invito a analizar su final, SPOILER ese en el que la mujer, después de sufrimientos varios, termina muriendo para luego dejarle al tipo creepy el bebé que tanto necesitaba en su vida. FIN DEL SPOILER 

Celebro a los que les parece rompedora e irreverente, lo hermoso del cine es que la misma película puede ser recibida por otras personas de manera distinta. Mirala y experimentá. Es como esa escena en la que una doñita está chau y Adrien está haciendo CPR, Vincent canta en un español afrancesado para ayudarlo a seguir el ritmo del masaje cardiaco: Dale a tu cuerpo alegría Macarena, que tu cuerpo es pa darle alegría y cosa buena. Por ahí pa tu cuerpo, Titane será «alegría y cosa buena».

Lo mejor: Las actuaciones y los momentos de verdad Lo peor: esa cosa errática que se extiende a las entrevistas que da la autora de su obra Lo más falsete: y bueee…no es una película para pedirle coherencia ni verosimilitud El mensaje manifiesto: tóxicos everywhere El mensaje latente: menos es más La escena: el baile entre Vincent y Adrián después de la cena El personaje entrañable: los autos violados. ALGUIEN QUIERE PENSAR EN LOS AUTOS. El personaje emputante: tóxicos everywhere El agradecimiento: por la alegría y cosa buena.

CINE FRANCÉS: Seules les bêtes / Solo las bestias

Por: Mónica Heinrich V.

¿Quién no ha recibido alguna vez por mail un mensaje de algún misterioso millonario que acaba de heredar una fortuna o está por morir de cáncer y desea entregar ese dinero casualmente a un perfecto desconocido? ¿Quién no ha recibido un mensaje a través de Facebook de una linda extranjera que quiere “hacer amigos” hablando un dudoso español? ¿Quién no ha recibido un mensaje diciendo «Soy fulanito, fulanita…¿te acordás de mí? me podés hacer una transferencia por Tigo Money?».

El director germano-francés Dominik Moll se sumerge en las vicisitudes del “cuento del tío” para contarnos una furiosa y trepidante historia.

Su última película Solo las Bestias se basa en el libro homónimo de Colin Niel (para leer ACÁ). La novela se definió como un “noir rural” y Domink Moll, al que recordamos por perturbadores trabajos como Harry, un amigo que te quiere bien (2000, reseñada ACÁ) y Lemmings (2005), es el director ideal para llevarla a la pantalla gigante.

En nevados e inhóspitos parajes de un pueblito francés, desaparece una mujer. De Evelyn (Valeria Bruni) solo ha quedado su auto abandonado a un costado de la carretera. La película, al igual que la novela, va desenredando la maraña de situaciones que rodean su desaparición dándole voz a sus cinco personajes principales. Eso quiere decir que llegaremos a ver la misma escena desde varias perspectivas.

Alice (Laure Calamy) es una trabajadora social, casada que tiene un amorío con Joseph (Damien Bonnard). Joseph es un hombre adulto con problemas de sociabilización y cuya madre con la que compartía casa acaba de morir, como compañía le quedan el perro y las visitas ocasionales de Alice. Marion (Nadia Tereszkiewicz) es una mesera que se enamora perdidamente de Evelyn y que deja su trabajo por ir detrás de ella. Michel (Denis Ménochet) es el  marido de Alice que inicia una relación virtual con una desconocida que vive en Costa de Marfil.

Te amo, perfecta desconocida que me pide plata por internet.

Lo que tienen en común todos los personajes es el vacío y la soledad. No comparten género, raza, estrato social, edad, oficio de vida, comparten la más profunda soledad y ninguno parece estar cómodo o feliz con la vida que lleva.

Es el siglo XXI, la tecnología ha avanzado, pero la comunicación sigue siendo un problema. Amig@s, tengo noticias para ustedes, ese temita siempre será un problema. 

Una de las virtudes del guion, adaptado por el mismo Moll y por su habitual colaborador Gilles Marchand, es cómo consigue que cada segmento se una perfectamente al otro cual pieza de un rompecabezas que encaja justo en su lugar y, además, que deje en el espectador la necesidad de ver qué pasará.

Sí, gordito menso, largá los quintos.

Más allá de su apariencia de thriller a secas, las diferencias evidentes entre la vida de sus personajes franceses con las carencias de Armand (Guy Roger ‘Bibisse’ N’Drin) y sus amigos en Costa de Marfil, no dejan de ser un contraste que marca un discurso social y político. Marion, por ejemplo, no tiene ni para pagarse un cuarto de hotel, pero vive una “pobreza” distinta a la Armand.

Otro punto alto son las actuaciones. Recordemos a Ménochet como el dubitativo francés que traicionaba a los judíos que escondía debajo de los tablones de su casa al comienzo de Malditos Bastardos, también Damien Bonnard representó con mucha altura al paco que queda atrapado por la rebelión de la calle en Les Miserables y la misma Laure Calamy ganadora del premio César a Mejor Actriz por My donkey, My lover and I. Este es un reparto solvente y experimentado que en Solo las bestias encarnan personajes muy tristes.

Donde la película tropieza es en su enroscada narrativa que termina en un punto demasiado Deux ex machina. Vemos los dedos del novelista cerrando un círculo de forma arbitraria. Como espectador empezás a gritarle a la pantalla: ¡No pues, así no!

En su versión literaria se sostiene mejor, porque podemos estar más en contacto con lo que piensan o sienten los personajes, mientras que en la película solo vemos acciones. Las secuencias relacionadas al brujo, chamán, o maestro espiritista, también parecían pegadas con moco apuntando a un folklore más que a una necesidad de la trama. 

De todas formas, Moll y sus bestias cuentan una historia donde la oportunidad, las circunstancias y el azar se entremezclan con las soledades contemporáneas.

Esa oscura fórmula reflejada en el mensaje virtual de Amandine que recibe Michel al final. “¿Estás ahí?”, le pregunta.  Y luego, la sonrisa pelotuda de Michel y la felicidad real, pero de mentira, dirigida a una pantalla de computadora.

Tan siglo XXI.

Lo mejor: entretiene y tiene una postura política y social Lo peor: se enreda demasiado Lo más falsete: lo de la ex esposa de Armand y su relación con la muertita El mensaje manifiesto: WhatsApp vemos caras no sabemos El mensaje latente: la soledad hace que uno haga cagadas La escena: el cara a cara con Armand El personaje entrañable: el perrito ¡no pues! El personaje emputante: el que más me empujaba era Michel, por pelotudo El agradecimiento: por lo literario.

CINE FRANCÉS: La Tercera Guerra (La troisième guerre)

Por: Mónica Heinrich V.

Un día, tumbaron las Torres Gemelas y ese acto bastó para que en el mundo surgiera una nueva guerra, la guerra contra el terrorismo. Y digo nueva, porque todo lo que toca a las grandes potencias magnifica a monstruos que siempre estuvieron campantes por las calles.

Definamos terrorismo. Según la RAE: Sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror.  Actuación criminal de bandas organizadas , que , reiteradamente y por lo común de modo indiscriminado , pretende crear alarma social con fines políticos .

Ajá. Terror. Alarma social. Fines políticos.

¿Y qué hicieron las grandes potencias cuando sufrieron “ataques aleatorios” de “loquitos musulmanes”? incrementaron la tensión y el miedo en sus ciudadanos, y les hicieron creer que esos ataques podrían ocurrir todos los días y que nunca, jamás estarían seguros. Sus ciudadanos vieron cómo se crearon “planes de seguridad” y se empezaron a ejecutar medidas que de ejercerse en cualquier otro país serían tildadas de medidas dictatoriales y en contra de los derechos humanos. Pero para USA, Francia, Inglaterra o España, solo fueron medidas defensivas.

Lo cierto es que el terrorismo nunca fue propiedad exclusiva de los países del medio oriente y el director francés Giovanni Aloi, así lo interpreta.

En su película La Tercera Guerra se habla de una amenaza constante. Esa amenaza convive con la vida diaria de los franceses que quedaron traumatizados por los ataques en la sala de espectáculos Bataclan o en el semanario Charlie Hebdo. No hace falta ser francés para recordar con horror los 90 muertos de Bataclan o los 12 de Charlie Hebdo, y ataques de esa naturaleza en una sociedad que vive cómodamente alejada de esos peligros hace que el Estado se invente respuestas de contención. El plan Vigipirate, dispositivo permanente de vigilancia, prevención y protección, es una de las principales herramientas de lucha antiterrorista en Francia. 

Giovanni Aloi no estaba en Paris cuando sucedieron los terribles hechos de Bataclan, pero regresó al día siguiente y percibió un apagón en la siempre agitada vida parisina. Las calles estaban vacías, los comercios cerrados, el miedo era el principal habitante de una de las ciudades más turísticas del mundo, una ciudad conocida como la “ciudad del amor”. Semanas después, le llamó la atención que grupos reducidos de soldados, en su mayoría jóvenes, patrullaban las calles como parte del plan Vigipirate. Así es, cazaterroristas. Estos jovencitos estaban armados con el armamento del ejército, así que su capacidad de respuesta podía ser inmediata independiente de lo real o ficticia que fuera la amenaza.

La Tercera Guerra tiene como protagonista a uno de estos soldaditos. Leo (Anthony Bajon) es un chico del campo que llega a una Paris que le resulta ajena. Observa con preocupación su entorno mientras su compañero Hicham (Karim Leklou) le advierte que todo puede ser sospechoso o que un ataque es inminente en el momento menos pensado. Leo es muy joven. No debe llegar ni a los 25 años. A lo largo de la película, se descubre que el chico viene de una familia disfuncional, que enlistarse al ejército le ha significado una salida a una madre que no respeta y a una rutina diaria que lo agobia, que el ejército es orden en un mundo caótico.

El guion, escrito por el mismo director y su colaborador Dominique Baumard, está muy bien concebido en cuanto a la tensión generada por un entorno siempre “amenazante” mientras el mismo Leo está en proceso de implosión.

Puede parecer que a lo largo de la película no pasan muchas cosas. Los patrullajes y la rutina de Leo, el universo de camaradería banal en el regimiento, solo esbozan detalles de lo que está mal en su estructura mental o en el hecho de que gente tan joven sea puesta en una situación de estrés y constante alarma.

Leo tiene salidas ocasionales, en su habitación se lee un letrero: Bañado en agua para vivir en llamas. Y eso, quizás, engloba el tono de la película.

No, no es el “terrorismo” el verdadero enemigo de Leo. El sargento que trata de esconder su embarazo para conservar su autoridad en un rubro lleno de testosterona, el colega de Leo al que todos ven “desestabilizado” pero que ante sus ojos representa menos amenaza que un bolsón abandonado al lado del cubo de basura, la necesidad de autoconvencerse de que el trabajo que realizan es trascendente cuando los mismos parisinos los encuentran inútiles, son más barrotes de esta jaula de miedo.

Un trabajo de dirección muy sólido por parte de Aloi, que sigue a su personaje principal sin juzgarlo y sin ofrecerle al público una empatía o antipatía superficial. Eso también es virtud de Anthony Bajon que ya tiene un Oso de Plata a Mejor Actor por La Priere y que ha sido nominado a los Premios César por Au nomme de la terre. Bajon compone a un atormentado y querible Leo, al que dan ganas de sentar en una silla y decirle muy cerquita: Relajate, la vida hay que disfrutarla no sufrirla.

Aunque Aloi debuta con esta opera prima de manera sobria y auspiciosa, puede que su final fuerce demasiado el naipe. La figura aleccionadora se entiende y conmociona, pero hay algo que no termina de cuajar, quizás porque la tensión hasta ese momento simbólica se resuelve con torpeza.

Las secuencias de la manifestación que también se alza como una amenaza real en la que dos fuerzas internas de Francia se enfrentan sin medir consecuencias, fue trabajada de forma impactante desde la cámara de Martin Rit. En esas secuencias descansa otra mirada que la película ofrece: una Francia convulsionada por problemas reales, y peligros propios. Los enemigos no solo pueden ser los loquitos musulmanes, sino las fuerzas del orden, los civiles o uno mismo.

Lo mejor: sobria, bien actuada con una crítica sana sobre el concepto de terrorismo Lo peor: el final se esfuerza demasiado por probar su punto Lo más falsete: el temita con la chica del teléfono  El mensaje manifiesto: el enemigo puede ser cualquiera El mensaje latente: el peligro podés ser vos La escena: la manifestación El personaje entrañable: Leo y los jóvenes que buscan darle sentido a su vida así El personaje emputante: el uso político para actividades como esa El agradecimiento: por un manejo de la tensión de relojería.

 

CINE TURCO/FRANCÉS: Mustang

En un pueblito de Turquía viven cinco hermanas. Son huérfanas, por lo que la abuela y el tío se encargan de criarlas.

Tres generaciones compartiendo una sola casa.

Los días transcurren como los de cualquier adolescente. Las chicas estudian, juegan, se divierten. Salen del colegio y chapotean en el mar.

Hay inocencia, hay libertad.

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Pero a los ojos desaprobadores de alguien eso no es libertad, no es inocencia y ese alguien le echa el chisme a la abuela de que las chicas estaban con compañeros (masculinos) en la playa.

El mensaje provoca histeria.

A la obvia orfandad de estas cinco hermanas se le suma la más absoluta indefensión ante las supuestas normas de comportamiento de una mujer.

Se las trata de impúdicas, de casi casi deshonrar a la familia, se habla de lo obsceno desde una escena que por sí sola es obscena.

La única forma que la abuela tiene de quitar esa horrible mancha en la reputación de estas “casaderas chicas” es haciéndoles un examen que certifique que siguen siendo vírgenes.

La famosa virginidad.

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Mustang, la opera prima de Deniz Gamze seduce. Lo hace desde un filme austero, pequeño en sus aspiraciones y grande en lo que intenta decir.

Para eso, la voz en off de Lale, una tremenda Günes Sensoy (la más pequeña de las cinco), nos acompaña en ese descubrimiento de un mundo lleno de reglas e hipocresía.

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Es Lale la que nos cuenta que SPOILER los barrotes reemplanzan las antes abiertas ventanas, que verjas altas y puntas de metal rodean la casa, que les imponen vestidos sin forma ni colorido para no despertar el apetito sexual, y que para evitar que la “mercancía” se dañe, la abuela comienza a casar una por una a sus nietas, siempre en matrimonios arreglados. SPOILER FINAL

Con un tono casi de cuento, Gamze traslada al espectador a ese entorno rural y opresivo que hace una critica tácita a sociedades patriarcales y a destinos femeninos que llevan siempre a la mujer de turno a aceptar un marido.

La quimera de una Estambul más flexible se alza como única salida a una situación insostenible.

Sí, Mustang es hermosa y al concluir te deja el corazón roto en pedacitos grises. Lale, Sonay, Ece, Selma y Nur se quedan con vos, aún cuando salís de la sala de cine.

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El guión es escrito por la misma Gamzer y por Alice Winocour, ambas mujeres. Es ese toque femenino el que se siente tanto en la estética como en la narrativa de Mustang.

No, no niego que a ratos cae en la gratuita manipulación SPOILER como cuando el tío resulta ser violador o como cuando después de tanta oda a la libertad femenina, el escape se realiza gracias a la ayuda de un buen muchacho SPOILER FINAL

Esa manipulación puede que le quite puntos extras a un filme que tiene cierta alma, cierto je ne sais qua que lo hace muy “amable” (de amor).

Con ese pequeño pero, Mustang no dejar de ser una obra sobresaliente, con un cast precioso, y una mirada personal e íntima a “la vergüenza social” que a veces significa ser mujer.

Mónica Heinrich V.

Lo mejor: un tono íntimo y conmovedor Lo peor: algunos momentos forzados La escena: el balazo y la consiguiente muerte, creo que nadie se lo espera / también cuando se llevan a la segunda chica al hospital porque no sangró Lo más falsete: el rescate, que no deja de ser patriarcal El mensaje manifiesto: la mujer es un ciudadano de segunda clase El mensaje latente: even if they don´t want, we will fly El consejo: para verla en el cine YA! antes de que la saquen El personaje entrañable: las hermanitas El personaje emputante: el tío HDP, la abuela HDP (aunque en parte la doña es víctima de lo mismo que las nietas) El agradecimiento: por un relato que llega.

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CURIOSIDADES

Estuvo nominada a Mejor Película Extranjera a los Oscar de este año.

La directora nació en Ankara, Turquía. En los 80s se mudó a Francia. También vivió en algunos momentos en Estados Unidos y en Turquía, donde sintió un fuerte choque con las costumbres y percepciones sociales.

Ha ganado muchísimos premios entre ellos Mejor Película Extranjera en los Goya, el Europa Cinemas Label en Cannes, cuatro premios en los César, y otros.

Algunas escenas son tomadas de las vivencias de la directora.

Las chicas no son hermanas, solo una de ellas (la que interpreta a Ece) era actriz previamente.

La directora tenía miedo de que alguna de las chicas crezca demasiado mientras esperaba a estar lista para rodar.

Gamze conoció a Winocour en un atelier del festival de Cannes, eran las únicas dos mujeres en el programa. Gamze estaba con un proyecto más grande que no consiguió respaldo, entonces Winocour le propone aliarse y hacer un filme más pequeño, así nace Mustang.

La productora principal abandonó la película antes de que comience a filmarse, y mandó un mail a todos los demás involucrados informando que Gamze estaba embarazada y que la película sería un desastre.

Cuando filmaron la escena del auto que está afuera del banco, y donde una de las chicas mete a otro chico, el equipo estaba nervioso y pensaba que la gente podía amotinarse contra la escena. Felizmente, no hubo mayores contratiempos.

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