LOST IN CONTEMPLATION OF WORLD

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CINE: Nomadland

Por: Mónica Heinrich V.

Una fábrica de yeso, que era el sostén y sentido de los habitantes de un pequeño pueblo en la Norteamérica profunda, cierra sus operaciones. Fern (Frances Mcdormand) lo pierde todo: esposo que muere por un cáncer fulminante, casa y amigos que abandonan el lugar que una vez consideró su hogar.

Estamos viendo Nomadland, y también la situación de muchos adultos de la tercera edad que se enfrentan a la certeza de no tener cómo sobrevivir dentro de un sistema creado para que los jóvenes reinen.

La directora Chloé Zhao se basa en el ensayo/libro homónimo escrito por Jessica Bruder. Jessica siguió durante tres años a un grupo de “workampers”, nómadas mayores que buscan trabajos ocasionales a lo largo de distintos estados americanos. La experiencia se convirtió en literatura y la literatura en cine.

El guion escrito por la misma Zhao, se apoya en la discreta fotografía de Joshua James Richards (The Rider, God´s Own Country) y en parte es gracias a esos climas de atardeceres anaranjados, de acantilados con olas golpeándose salvajemente, de desiertos áridos, del monólogo de Swankie, de la soledad, que el espectador conecta emocionalmente con la historia.

Zhao ya había demostrado en su anterior película, The Rider, una exquisita sensibilidad a la hora de reimaginar el western y poner en pantalla los tormentos de un cowboy. Con Nomadland, su personalidad como directora continúa, se vuelve a hacer amiga de los silencios y de los paisajes, deja que sus personajes cobren vida propia e incluso cuando los diálogos suenan a discurso de autoayuda, bordeando lo cursi, consigue salir airosa. Y no es fácil salir airosa de esa delgada línea que separa lo cursi de lo poético.

Porque sí, esta es una road movie que tiene mucha belleza interior. Muestra un submundo de gente que sobrevive en condiciones que nuestra comodidad ni siquiera puede imaginar. Lo peor es que deja claro que estas personas a las que miramos con empatía fueron también jóvenes que creyeron que su vejez sería otra cosa.

Claro que hay una postura política, claro que se retoma, una vez más, a esa América fallida que en el 2008 dejó un desastre financiero, emocional y social en sus tierras llenas de promesas.

Al ser un tema delicado, hay cosas puntuales que se podrían discutir. La visión de Zhao, al intentar mantenerse neutral con la vida en la carretera, puede parecer extremadamente complaciente. Estamos ante una situación que más allá de las pérdidas personales o de las crisis existenciales tiene sus bemoles. La carretera para un adulto mayor hombre, mujer, blanco o negro, no deja de ser un lugar peligroso e incierto. SPOILER El arco del personaje de Fern que se muestra tranquila con esa vida, eligiéndola por encima de la seguridad y estabilidad de un hogar convencional suena a romantización de la pobreza. O, quizás, nosotros romanticemos la seguridad y estabilidad de un hogar convencional, no lo sé. Pero a ratos me sonaba a esos discursos espirituales de desprendimiento material que esconden otros problemas. FIN DEL SPOILER

Sin embargo, me quedó claro con el libro que las intenciones de Jessica eran más extensas, que había una denuncia a la sociedad de las masas y a un Estados Unidos que no importa el presidente que tenga no ha podido solucionar la enorme brecha que existe entre los que tienen y los que no tienen. Y puede ser, no lo dudo, que hayan personas que igual que Fern lo elijan como una forma/estilo de vida, pero la mayoría son víctimas de una economía que los excluye. Leí incluso que describían a la película como una “hermosa reflexión sobre dejar la sociedad atrás”, y no, esta gente no dejó la sociedad atrás, la sociedad los dejó atrás a ellos.

De hecho, uno de los grandes problemas que le veo incluso como discurso es la manera que muestra a Amazon: como un galpón hermoso, ordenado, el personaje de Fern hasta llega a decir que pagan muy bien, cuando en realidad Amazon se aprovecha de la necesidad de estas personas pagándoles un sueldo inferior al no ser empleados permanentes y, por lo mismo, no les da las prestaciones correspondientes. Algo similar sucede con las otras marcas que aparecen en la película. O sea, no les están haciendo un favor al contratarlos, están abaratando costos. 

Eso no quiere decir que la historia de Fern, asumiendo que representa a los que sí eligen esa forma de vida, no convenza. Sí lo hace, en parte gracias a esa magnífica actriz que es Frances McDormand, que se comprometió tanto con la película que durante sus cuatro meses de filmación llenó la van con objetos personales y la convirtió en su hogar, y también por la presencia de nómadas reales que dicen sus textos en un formato casi documental. Una de las grandes virtudes de esta película es esa sensación de “verdad” con relación a los personajes. Linda, Swankie, Bob, el chico al que Fern le regala el encendedor, traspasan la pantalla junto con sus caravanas.

Y claro, uno se conmueve, se conmueve por esas vidas que han llegado hasta ahí, por sus recuerdos, por lo que se perdió, por lo que se ganó, y cuando Swankie habla de las golondrinas reflejándose en el agua, podés verlo…no importa que lo que tengás en pantalla sea un primer plano del rostro arrugado de Swankie. Lo ves. Y podés entender la inestabilidad y la incertidumbre del camino solitario o la estabilidad y la certidumbre del camino solitario. Porque ese signo de interrogación que es el futuro, hoy más que nunca, es el mismo para todos.

Lo mejor: gran gran Frances, acompañada de una fotografía intimista Lo peor: discurso a ratos confuso y a ratos cursi, además el final se retrasa, hay un par de momentos que pensás «ahí está, este es el final» y la cosa sigue Lo más falsete: lo de desertar al sistema, cuando el sistema es el que te ha dado una patada en el culo El mensaje manifiesto: hay maneras de sobrevivir, siempre El mensaje latente: hogar es una palabra que tiene un solo significado aunque sea distinto para todos La escena: el monólogo de Swankie El personaje entrañable: Swankie El personaje emputante: amazon y todas las marcas que aparecen como dadivosas con estos forzados nómadas El agradecimiento: por la emoción.

LINK PARA LEER EL LIBRO ONLINE: PAIS NOMADA Jessica Bruder

CURIOSIDADES

La película se filmó en siete estados durante cuatro meses.

Ganadora del León de oro en el festival de Venecia.

El papel de MacDormand fue tan convincente que le ofrecieron trabajo en un local de Target, una cadena de supermercados norteamericana.

Nomadland ganó el Toronto People’s Choice Award, determinado enteramente por los votos de los asistentes al festival, el mayor de Norteamérica y considerado un buen termómetro de los Óscars.

Nomadland ganó cuatro galardones en los premios de la Sociedad Nacional de Críticos de Cine de este año, incluyendo mejor película, mejor fotografía, mejor director y mejor actriz.

 

CINE: Never Rarely Sometimes Always

Por: Mónica Heinrich V.

A simple vista, Never Rarely Sometimes Always (Nunca Rara vez Algunas veces Siempre) puede parecer la crónica sosa de un aborto. Pero hay que darle crédito a Eliza Hittman, la directora y guionista de esta película. Eliza toma una historia que ya hemos visto muchas, muchas veces y la convierte en algo más.

Si analizamos su filmografía veremos que existe un genuino interés por retratar vidas jóvenes, tanto en It Felt Like love (2014. la adolescente Lily quiere emular la vida sexual de una de sus mejores amigas y se pone en peligro) y en Beach Rats (2017. Un problemático y veinteañero Frankie se reúne con hombres desconocidos para obtener sexo y drogas) ponía el foco en atribulados personajes que buscaban un sentido a la existencia ¿Usa un excesivo sentimentalismo para victimizar a sus personajes? Sí, tal vez, pero capaz que en la vida real no todos están preparados para soportar las presiones del entorno y algunos terminan convirtiéndose en víctimas de él.

En el caso de Never Rarely Sometimes Always, Autumn (Sidney Flannigan) es una adolescente introvertida que descubre estar embarazada en un pequeño pueblito de Pennsylvania. Mientras una amable doctora le hace una ecografía y le dice: “Y ahora vas a escuchar el sonido más mágico que escucharás en tu vida”, vemos la cara de Autumm y sabemos que no, no hay magia para ella.

Autumn y la falta de magia

SPOILER

Cuando Autumn quiere interrumpir su embarazo, se topa con una traba dentro de la legislación de la ciudad donde vive: si quiere hacerse un aborto y es menor de edad, tiene que contar con la autorización de sus padres. Para una persona que ya dejó de creer en la magia, esa no es una opción. Por eso, decide viajar hasta New York a realizarse el procedimiento. Obviamente, a escondidas de su familia, sin ningún apoyo aparte del que le da su prima, también adolescente, Skyler (Talia Rider).

La cámara de la experimentada francesa Héléne Louvart (Happy as Lazaro, Pina, The Wonders) describe con un clima certero el viaje de Autumn. Miradas, vacíos, inseguridad, dolor. La pantalla es un mosaico de las emociones por las que atraviesa el personaje sin magia.

En la forma que la directora encontró para contarnos el rechazo al embarazo de Autumn, y toda la subsecuente escena con la doctora que le pone el video sobre la maravilla de la vida, hay un deja vu. Tanto fílmico como de la vida real. ¿Quién no ha visto los famosos videos sobre la vida embrionaria como parte de alguna clase en el colegio o universidad, que son exhibidos como un temprano adoctrinamiento anti-aborto? la narrativa de educación sexual para las féminas del mundo siempre ha sido la misma. 

Vidas sin magia

Hay mucha economía de recursos en cómo se muestra el vínculo entre Autumn y Skyler. Hay sutileza en el trayecto, en las idas y venidas, en las dificultades que simplemente intentan poner en evidencia todo lo que tiene que pasar una persona que toma la decisión de abortar. Porque sí, no es fácil, no es bonito.  Y aunque no hay un juicio de valor, ni tampoco una exaltación de la decisión de Autumn, es clara la postura de la directora. Hasta ahí, uno como espectador encontrará suficientes motivos para empatizar o no con el personaje. Hasta ahí, esta película ganadora en Sundace y en Berlín, tiene un comentario social en una estructura fílmica que sigue una fórmula casi documental.

Pero llega una gran escena en la que nos olvidamos del comentario social en sí, y entramos de lleno en lo cinematográfico. La escena que da el título a la película es suficiente para que valga la pena verla. En esos poderosos minutos en los que la cámara está fija en Autumn, en cómo se compuso la toma, en el clima, en la actuación, lo que sucede en lo que en teatro se llama extra-escena (lo que está fuera de lo que vemos) en el texto, en el ensamblaje narrativo, en su significancia. Esa sola secuencia, paga cualquier entrada. Aún estoy en la duda si le juega a favor o en contra la sospecha que deja sobre el origen del embarazo. Por un lado, siento que abre la puerta a ese mundo de secretos de entre-casa en los que la sexualidad está más allá de los videitos escolares y el discurso pro-vida, por otro lado, puede sonar a una especie de justificación: «Ah, por eso quiere hacérselo», cuando en la práctica no debería ser necesario explicar el porqué. 

FIN DEL SPOILER

Sin embargo, donde Eliza falla más es que en su afán de subrayar la sororidad de Skyler y básicamente de cualquier mujer en la película, la figura masculina es dibujada con un trazo negativo. Puedo creer que uno de los posibles padres del niño sea un pelotudo, o que el propio padre de Autumn se comporte como un imbécil, pero que todos, todos los hombres que aparecen en la película sean o acosadores, o maltratadores, o manipuladores, o pervertidos, me pareció demasiado. Tampoco me gustó el subrayado con la canción que refuerza un mensajito a la conciencia anti-poder heteropatriarcal. “Él tiene el poder” dice sin ninguna sutileza la letra que es cantada por Autumn como parte de un acto escolar.

Eliza dijo que tuvo como referencia al filme rumano 4 meses, 3 semanas y 2 días, reseñada ACÁ. Lo que hizo su director Cristian Mungiu fue tan tenebroso como desolador. Aún cargo esa herida en mi corazón. Never Rarely Sometimes Always, no tiene la estatura narrativa ni cinematográfica de su referencia rumana, pero alcanza una densidad similar en contadas escenas: En la del interrogatorio, en lo que hace Skyler por los pasajes, en algunos diálogos concretos, en ese mundo de secretos duros y tristes que esconde una adolescente.

“¿Duele?” se pregunta uno de los personajes. Y el título de la película podría servir para que muchas mujeres del mundo tengan la libertad de responder.

Never 

Rarely

Sometimes

Always

Lo mejor: gran actriz principal, muy buena construcción de climas Lo peor: el exagerado trazo negativo sobre los hombres que la hacen ver maniqueísta con un tema que tiene un montón de matices Lo más falsete: nuevamente, el exagerado trazo negativa hacia lo masculino El mensaje manifiesto: La vida es un test de opciones múltiples El mensaje latente: vos tenés derecho a marcar la opción que más te acomode La escena: el cuestionario El personaje entrañable: Skyler #yoacompaño El personaje emputante: por como los presentan, todos los hombres que aparecen, sobre todo el chico de la escuela y el padre, un par de cabroncitos El agradecimiento: por la escena del cuestionario.

CINE ALEMÁN: Lara

Por: Mónica Heinrich V.

Nuestra amiga Lara (Corinna Harfouch) comienza la película parada frente a una ventana abierta. El director alemán Jan-Ole Gerster no comentará más, pero todos sabemos que Lara está dispuesta a saltar. Una interrupción impide que el trágico suceso siga su curso. La película apenas lleva unos minutos y ya sabemos que Lara no está bien. Al poco rato sabremos también que el mismo día que pensaba suicidarse estaba cumpliendo 60 años. Suicidio-cumpleaños. La paradoja del vivir.

Esta es una película de personaje. Su nombre en alemán es Lara aunque ha sido vulgarmente traducida a La profesora de piano, lo que podría llevar a confusiones con esa enorme película de Michael Haneke, La pianista. En todo caso, Lara no es Erika, el personaje de Elfriede Jelinek inmortalizado por Haneke. Y Jan-Ole Gerster tampoco es Haneke.

¿Quién es Lara? La cámara la seguirá en una especie de periplo intentando ver a su hijo Viktor (Tom Schilling). Viktor es pianista/compositor y esa noche, la del día del cumpleaños casi suicidio de Lara, tiene su concierto debut como compositor. El pequeño teatro en el que se llevará a cabo el evento está con las entradas casi agotadas. ¿Cuál podría ser el conflicto ante la presentación de un hijo en apariencia exitoso? Sorpresa.

El guion escrito por Blaz Kutin (debutante como guionista en largometrajes) es amante del subtexto, no hay muchos diálogos que con sus palabras echen luz sobre lo que estamos viendo, son los pequeños gestos, el lenguaje corporal de la protagonista lo que nos dirá que está convencida que su hijo no tiene el talento suficiente.

Más tarde, el encuentro de Lara con el viejo profesor de piano, terminará de perfilar a esta mujer que a sus sesenta años es tan infeliz, y a la que quienes la rodean tratan de evitar por su toxicidad.

Lara, la película, es un plato que se cocina a fuego lento. Que te larga pequeños detalles de a poco. Que va armando ese rompecabezas confuso y amargo que es Lara, el personaje.

Dentro de la estructura que plantea me hubiera gustado que el encuentro/careo con el hijo haya sido más cercano al final, quizás porque la tensión construida alrededor de su rechazo a hablar con ella o a atenderla, genera fatiga al espectador (o, por lo menos, a mí me la generó) y puede obtener un mayor impacto guardándose ese as bajo la manga. Sin embargo, entiendo también la muletilla usada por Kutin para seguir deshilvanando esa madeja de relaciones rotas.

Ah, la maternidad vista como sinónimo de presiones y fracasos. Y así, Lara es una película cruel, cruel en su mirada a esta mujer atormentada por una pasión que nunca dejó fluir y que ha definido la relación con su hijo, quien es depositario de esa “desmedida ambición” recordada por su profesor. Cruel también en la familia como sistema fallido. Cruel en el tiempo que pasa y todo lo devora.

A destacar su fotografía propiedad de Frank Griebe, a quien recordamos gratamente por ser el ojo detrás del lente en Corre Lola, Corre, La princesa y el guerrero o El Perfume. Griebe cierra el plano cuando hay que cerrarlo, esos momentos íntimos de Lara fumando, de Lara charlando con su madre castrante, de Lara recibiendo palabras que no esperaba recibir de su profesor y nos da composiciones en las que destaca la soledad de Lara en el parque, de Lara viendo vitrinas, Lara probándose un costoso vestido, Lara sola en el teatro con el gran piano.

Sumemos también que al ser una película sobre profesoras de piano, pianistas y compositores, podremos disfrutar de mucho piano en la hora y media que dura, siendo las escenas del concierto y la escena final las que más se disfrutan. Escucharemos Beethoven, Bach, Schumman y, sobre todo, mi favorita de Chopin: Waltz No. 3 in A Menor, inmortalizada también en El Pianista de Roman Polanski. 

Al ritmo del piano y sobre el final, Lara entiende por fin de qué va su historia, Lara descubre a sus 60 años cosas que es mejor descubrir antes, pero que por lo menos las descubrió tarde y no nunca.

Las palabras dichas por su profesor en el bar rompen un poco con el camino del subtexto planteado por el guionista, fueron similares a un parafraseo de frases conocidas de profesores estrictos dichas a sus alumnos. Las hemos escuchado muchas veces. Incluyó también una especie de moraleja innecesaria que me molestó por cómo se estaba afrontando la narrativa. ¡Qué hacés Kutin, qué carajos hacés!

Fue un poco frustrante, pero para no imitar a Lara en su mal manejo de emociones diré que no afecta el resultado global porque luego, luego el director nos regala una última escena. Una en la que nosotros pensamos que quizás Lara sí tenía razón en sentir que su hijo no era suficientemente talentoso, quizás es más fácil aprobar el talento ajeno si uno no lo tiene. Quizás si lo tenés es imposible no darte cuenta de la costuras de los que fingen tenerlo. Quizás…y quizás por eso la ventana, las ganas de saltar, y quizás, también, vale la pena quitar el pie de la cornisa y regresar hacia la vida para volver a empezar.

Lo mejor: linda película contada con mucho pulso y garra Lo peor: se pone discursiva en un momento en que era mejor no ser discursivo Lo más falsete: lo que le dice el profesor a Lara, no por las palabras sino por el cómo El mensaje manifiesto: Las frustraciones son nuestro peor enemigo El mensaje latente: No podés dejar que tus frustraciones gobiernen tu vida La escena: la tocada final El personaje entrañable: el vecino El personaje emputante: Lara, y la familia de Lara y la mamá de Lara El agradecimiento: por cine alemán de buena calidad.

NETFLIX: His House/ Ingrid Goes West/ A Ghost Story / The Witch Part 1

Por: Mónica Heinrich V. 

HIS HOUSE

“Somos buenas personas”, dice Bol (Sope Dirisu) al inicio de la película. Y yo le creo, automáticamente le creo. Aunque una vocecita odiosa en el fondo de mi ser me dice: Dime de qué presumes y te diré de qué careces. ¿Por qué sos así vocecita odiosa? Pero es imposible no creer en Bol. Bol que junto a Rial (Wunmi Mosaku) son refugiados de guerra en busca de una mejor vida. Bol y Rial, que en los flashbacks huían de la muerte en Sudán. Bol y Rial.

El debut del inglés Remi Weekes como director es por momentos desgarrador. Weekes es conocido en Inglaterra por sus trabajos publicitarios, productores de otro proyecto le dijeron que estaban buscando la manera de sacar adelante una historia de terror que tenga como base el proceso migratorio inglés. Terror y proceso migratorio no son dos conceptos lejanos. Weekes se animó a dar una idea y acá estamos hablando de His House. Películas de terror con comentario social se han hecho algunas en los últimos años, quizás las más conocidas son Us y Get Out (reseñada ACÁ) de Jordan Peele, pero mientras Peele optaba por una especie de humor negro, acá no hay espacio para el humor.

His house no rompe con la vieja tradición del terror que ya hemos visto en muchas películas: Bichos/monstruos/fantasmas que salen de la pared, objetos que se mueven, ruidos extraños, tensión creada por sucesos inexplicables. Weekes sigue la fórmula comercial en las cantidades justas aunque hay que reconocer que lo hace con mucha elegancia y pericia. Donde His House se desprende de lo genérico es cuando su propuesta se basa en lo humano. No en una pareja boluda que escucha cosas y lidia durante hora y media con lo supuestamente paranormal. Esta es una pareja de refugiados, dejar la casa no es una opción porque eso significaría que no se “adaptaron” y la posibilidad de ser deportados luego de pasar por todo lo que pasaron es otro terror que agregar a los bichos, ruidos, objetos que se mueven solos. Y ese es el terror que jode más, el sufrir con ellos la necesidad de “integrarse” a ese lugar, a esa vida, a pesar de los traumas que cargan de su pasado.

Hay un punto de giro que hace que His House sea más conmovedora. Ese punto de giro llega justo en el momento que la película se ha vuelto repetitiva y parece durar más de lo que dura en realidad. Ese punto de giro levanta un poco el comentario social que se empieza a perder a golpe de efectos. Luego, luego llega el bicho, un bichango que no sé si hacía falta. Mejor dicho: sí, sé. No hacías falta bichango. No soy fan de los elementos visiblemente terroríficos, y eso incluye monstruos/bichos/fantasmas que como espectadores podemos ver como entes reales, durante His House la sutileza es una enemiga en ese apartado, pero se soporta por el peso de lo que se pretende contar. Sin embargo, al final parece que pensaron: “Vamos a poner un bichango que va a ser el señor bicho para que la gente se sorprenda por el señor bichango”. Weekes, ya hemos visto bichangos de ese porte ene veces, encima lo ponés cuando la historia está por afianzar su metáfora y deja la crema chantilly cortada. Me pareció una solución absurda para “deshacerse” de lo que los atormentaba. Una salida simplona. Imagino que ya es cuestión de gustos. Fuera de eso, la película también es algo indulgente consigo misma y puede que exista cierto ruido en esa exhibición de migrantes haciendo lo que sea por sobrevivir. Eso no quita que mientras aparecen los créditos, el bichango pase a segundo plano y vos te quedés pensando más en lo terrorífica que es la migración para los refugiados y, sobre todo, en lo que significa lograrlo cuando otros no lo logran.

Lo mejor: está muy bien planteada a nivel estético, de climas y con la propuesta del tema de los refugiados Lo peor: va de más a menos, aunque el punto de giro final la ayuda bastante Lo más falsete: el bichango final y su eliminación El mensaje manifiesto: Tus fantasmas te siguen, nunca te abandonan El mensaje latente: Hay que aprender a convivir con esos fantasmas La escena: el punto de giro El personaje entrañable: la niña El personaje emputante: la guerra que todo lo destruye El agradecimiento: porque hay quienes lo logran.

INGRID GOES WEST

Ay, la obsesión virtual. O la obsesión a secas. Digamos que ningún obsesionado con otra persona tiene los patitos en fila. Ingrid (Aubrey Plaza) no es la excepción. Quiero ser empática con Ingrid, sí. Ingrid, dejame abrazarte. Porque la empatía es escasa estos días y hay gente de bien que a un enfermo mental lo quiere mandar a la silla eléctrica o a que lo cuelguen de los huevos sin chistar. ¡Momentito! Amantes del ayo ayo, apaguemos los interruptores de la silla, descolguemos la soga.

A Ingrid se le muere la madre después de lo que parece haber sido un proceso largo y traumático. Encima, la chica dice en algún momento de la película que la doñita era su mejor amiga, lo que no sería un problema si es que no hubiera sido su ÚNICA amiga.

Ingrid está hecha mierda. Hay que decirlo. Huérfana, sola, cagada. Ya es portadora de una orden de restricción por haber acechado a otra chica. Uno podría pensar que la situación sería un manazo para levantarse, descojudizarse y hacer algo productivo con su vida, pues no, mis cielas, no. Sumida en una tristeza infinita, mirando una revista, se topa con el carismático rostro de Taylor (Elizabeth Olsen) y empieza a seguirla en sus redes sociales, más concretamente Instagram.

Siempre le he dicho a amigos y conocidos lo expositivas que son las redes sociales, es un baile de figuretismo divertido pero que tiene sus aristas, cada cosita que subís o que mostrás es una ventana a tu vida. Hay personas a las que les encanta abrir sus ventanas, puertas, buhardillas, tragaluces y hacer con un taladro huequitos extras. Taylor es así. Postea dónde come, dónde hace sus compras, dónde le gusta bailar, con quién se encuentra. Algo ideal para Ingrid que, recordémoslo, está hecha mierda.

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Después de unos cuantos intercambios virtuales, Ingrid se convencerá que Taylor será su nueva mejor amiga y estará lista para ir al oeste. Así es, se muda de ciudad para perseguirla. 

El joven director Matt Spicer dirige esta epopeya de la soledad, las vidas de cartón y las mentiras en redes sociales. Ingrid se construye una vida para estar a la altura de su instagramer favorita. Su instagramer favorita también se construyó una vida para sus followers.

Ingrid Goes West atrapa pero no encandila. Los guionistas (el mismo Spicer y David Branson Smith) se enredan demasiado con la entrada a escena del díscolo Nicky (Billy Magnussen) y terminan cerrando la historia con una secuencia anticlimática que bordea el “ya no supe qué más hacer”. Es como si el discurso narrativo laboriosamente construido al inicio se haya ido desinflando de a poco. Igual vale la pena echarle un vistazo porque Elizabeth Olsen como la superflua Taylor e Ingrid como la frágil candidata a la silla eléctrica de la gente de bien, consiguen un sólido Me gusta.

Lo mejor: temática interesante y entretenida Lo peor: no va más allá Lo más falsete: el final El mensaje manifiesto: las vidas de mentira se extrapolan a las redes El mensaje latente: no hay necesidad de construir una vida de mentira La escena: la incómoda secuencia de la reunión con el falso novio El personaje entrañable: Ingrid El personaje emputante: los wanna be instagramers El agradecimiento: porque se deja ver con facilidad.

A GHOST STORY

Quiero hacer un espacio para esta película. Esta película merecería una reseña aparte, pero la meto acá para que des click por las otras y pum pam pensés: “OH, podría ver “A ghost story””. Sí, sí podés. Lo peor que pasaría es que seás parte del grupo que la encontró aburridísima y que no soportó la sabanita. Yo la pospuse 3 años entre que me olvidaba o creía que sería algo similar a P.S. I Love you o veía los quichicientos episodios de Greys Anatomy.

Sabanita con ojitos

David Lowery (Ain’t Them Bodies Saints) es el director y guionista de esto. En una entrevista comentó que escribió A Ghost Story en medio de una crisis existencial. Había leído noticias sobre terremotos y la situación política americana y mundial y estaba convencido que el fin del mundo se acercaba. David, tengo noticias más veraces para vos: desgraciadamente, este tole tole seguirá.

Volviendo a nuestro tema, como trato de no leer reseñas o ver trailers previo a ver las películas, viví A Ghost Story a pleno con todas sus sorpresas…ya, ya…no son muchas pero son precisas.

Casey Afflec es C. un músico que está casado o en concubinato (ya no me acuerdo) con M. (Rooney Mara). Al principio solo vemos a la parejita siendo la parejita aspiracional. Así cuando llega la muerte del señor C. sufrimos con ella el duelo y pensamos “tanto que se querían” “tan felices que eran juntos” “tan bonitos que se veían”. Bueno, C. se accidenta y estira la pata y cuando M. lo va a reconocer a la morgue y pasa la típica escena del cuerpo tendido con la sábana cubriéndolo en absoluta soledad, ahí aparece la primera sorpresa: luego de unos segundos de mortandad, zas, C. se levanta de la camilla cubierto completamente por la sábana, como un fantasma de esos que dibujábamos cuando éramos chicos. Como una versión adulta y en carne y hueso de Gasparín, el fantasma amigable.

“¡Decime que Casey no se va a quedar con la sabanita toda la película!” le dije arrebatada a compañero de butaca. Y sí, sí. Casey (o a veces el director de arte que lo doblaba en cuerpo) se queda con la sabanita toda la película porque la sabanita es la protagonista. Este fantasma que no fue hacia la luz y se quedó viendo pasar el mundo y la vida a su alrededor.

Al principio recibí el asunto de la sabanita con un poco de estupor y humor. Ambas dos. Me parecía forzar el naipe demasiado que la sabanita tuviera ojitos (no sé porqué tengo que decirlo en diminutivo). ¿Cómo carajos se supone que la sabanita va a tener ojitos en dos segundos? ¿Por qué querés que me crea que le aparecieron los ojitos a la sabanita así nomás? Pero luego de un rato aceptás la propuesta. La sabanita tiene ojitos y qué, deambula por ahí y qué, tiene el cuerpo como si tuviera miles de sabanitas debajo de la sabanita principal y qué.

Sabanita disruptiva y qué

La segunda sorpresa sucede cuando te das cuenta que M. no será parte total de la película, porque C. la ve mudarse de la casa que compartían y él se queda ahí siendo testigo de los cambios de esa casa y del mundo durante años.

Para algunos espectadores esto será caca en carretilla. Dirán qué estupidez que la sabanita esté ahí sin hacer nada durante toda la película, qué aburrido ver a M. comerse durante cinco minutos un pie de chocolate en un plano fijo, qué ridículo el monólogo del doncito de overol que nos habla del sinsentido de seguir viviendo, qué atrevimiento la sabanita vecina floreada con la que la sabanita de C. se comunicaba telepáticamente, qué huevada autoconciente, pretenciosa y pajera. ¿Y saben qué? Puede que tengan razón, pero señores: adoré la sabanita. Sí, claro que hay cosas excesivas. Sí, claro que sabés exactamente cómo va a concluir este cuento sobre el duelo, la soledad, el existir, el paso del tiempo, la modernidad y el cambio climático. Pero más allá de todo…más allá de nada, hay una fuerza magnética que te jala a creer en la historia y a sufrirla. Yo misma no procesaba cómo se me rompió el corazón en pedazos cuando la sabanita se quedó sola viendo su casa demolida. Me muero con vos, sabanita.

A ghost story no es para todo mundo y dependerá exactamente de cómo estés dispuesto a recibirla o qué puntos de encuentro emocional tengás con ella. Advierto que no es una película de terror, así que el juego fantasmal no es para generar miedo al más allá sino todo lo contrario, lo que jode es el más ACÁ. Porque la sabanita puede parecer vacía y deformada, pero cuánta vida hay en ella.

Lo mejor: mueve todas tus sábanas interiores Lo peor: si no estás dispuesto a aceptar la sabanita con ojitos todo te va a parecer ridículo y fuera de tono Lo más falsete: los ojitos de la sabanita El mensaje manifiesto: si sos pendejo podés hacerle ojitos a una sabanita y hacer que el público te acompañe igual El mensaje latente: No importa si hay ojitos en la sabanita, lo importante es que hagás que la gente se lo crea La escena: Cuando se levanta con ojitos en la sabanita El personaje entrañable: Hace falta decirlo? La sabanita…con ojitos El personaje emputante: las sábanas sin ojitos El agradecimiento: por ponerle ojos a la sabanita cuando nadie se lo esperaba.

THE WITCH PART 1: Subversion

Esto estuvo intenso. Siempre me maravilla la capacidad que tienen los coreanos de hacer películas comerciales tan entretenidas y vertiginosas.

Llegó la potra, la caballota

El despelote comienza cuando Ja-Joon de 8 años corre ensangrentada a través de algo que parecer ser una zona boscosa. Un grupo de hombres con perros y linternas la están persiguiendo. Finalmente, Ja-Joon consigue escapar y hay una elipsis temporal de 10 años.

Amig@s. Park Hoong Jung viene deleitando nuestra pupila desde que era solamente un guionista. ¿Se acuerdan de esa fantástica película que es I Saw the Devil (reseñada ACÁ)? los deditos de Hoong Jung fueron los responsables de cada maravilloso segundo. Se acuerdan de la aclamada New World, él la dirigió y guionizó. Bien ahí, Hoong Jung. Con The Witch sigue la estela de sus anteriores trabajos entre el misterio, la acción y las escenas violentas realmente creativas.

Eso sí, a The Witch hay que tenerle un poco más de paciencia porque el director se da un tiempo bastante amplio para mostrarnos el mundo de Ja Joon luego de la elipsis. Entonces, el espectador que lea esta reseña pensará dónde carajos está lo entretenido y lo vertiginoso si aparentemente no pasa nada un buen rato. Serenidad, mis pequeños padawanes. Cuando lo entrenido y lo vertigonoso llega, llega en serio.

Llegaron los que la potra, la caballota, va a hacer talco

Gran actuación de Kim-Da Mi como la misteriosa Ja Joon, vemos de vuelta a Jo Min Su (la gran mamá protagonista de la película Pietá de Kim Kim Duk) como la retorcida doctora, también volvemos a ver a Choi Woo Sik (a quien conocemos por Parasite (reseñada ACÁ) y Train to Busan (Reseñada ACÁ) como el loquito bilingüe, y así, tenemos un reparto de lujo con una trama que si analizamos al detalle no tiene el más mínimo sentido, pero que es lo suficientemente entretenida para mantenernos mirando hasta que se acabe la última secuencia.

Ah, qué gran momento el de la escalera y el “No soy esa chica”. Qué gran momento cuando descubrimos lo que descubrimos. Qué baile de sangre y descontrol. Qué pendeja la gallina, dirían en algunos pueblos monte adentro.

The Witch promete una segunda parte que tendría que haber llegado este 2020, y que estoy esperando como si fuera navidad. ¡Hoong Jung, ponete el barbijo y los guantes y hacé lo que tengás que hacer!

Lo mejor: muy entretenida y creativa en sus escenas de acción/violencia Lo peor: no tiene sentido alguno Lo más falsete: que le inyecten el suero ¿a santo de qué? Y que sabiendo que ella es quien es no hayan tomado más precauciones El mensaje manifiesto: Uno se construye la vida que desea El mensaje latente: El pasado siempre está ahí La escena: la de la escalera El personaje entrañable: la pareja que la adoptó y la mejor amiga El personaje emputante: la doctora El agradecimiento: por lo entretenida que se vuelve.

CINE: The 40-Year-Old Version/ Rapera a los 40

Por: Mónica Heinrich V.

Radha está por cumplir cuarenta años. Alguna vez fue una joven promesa viviendo en New York. Ganó un premio de dramaturgia para autores jóvenes menores de treinta. Ya con los cuarenta encima se asume gorda, solterona y sin haber cumplido ninguna de sus metas ¿Qué pasó con su juventud? ¿Qué pasó con sus sueños? ¡QUÉ PASÓ!

Ay, el cadáver hediondo de la juventud.

The Forty Year Old Version es dirigida, escrita y protagonizada por la misma Radha Blank y se basa, cómo no, en sus vivencias como mujer negra, cuarentona, gorda y con sueños jamás cumplidos.

Filmada a la vieja usanza en 35mm y en blanco y negro, nuestra buena amiga Radha no abandona jamás el humor para contar esta llegada a una edad en la que se considera que «ya no sos joven».

El tiempo pasó y Radha en lugar de explotar su obvio talento se dedicó a darle clases de escritura a los chicos de Harlem. Como ella misma dice en una parte, no veremos una nueva versión de Mentes Peligrosas, sino un entretenido viaje de la protagonista hacia su redescubrimiento como rapera.

Así es, Radha quiere ser rapera y la película que parte como un rosario de insatisfacciones se abrirá camino a la posibilidad de optar por este nuevo talento. Todo eso mientras, en paralelo, escribe una obra teatral a regañadientes.

Es interesante cómo se combina la vida cultural newyorkina con la mirada aguda de Radha sobre el uso de lo negro como moda. Escucharemos mucho la palabra Gentrificación. Obviamente, la rebelde Radha no estará para nada de acuerdo con ese universo nucita que le propone su productor de teatro y al que “unos blanquitos” entusiasmados se arriman con arrebatora ingenuidad. Ella pide, porque es importante para ella, que el director de su obra Avenida Harlem, sea negro. En lugar de eso, le imponen una directora que se las arregla para crear edulcoradas escenas de manos blancas y negras uniéndose bajo una hermosa luz en pos de la tolerancia y el amor al prójimo. Radha, entonces, saca su último as bajo la manga y entrega al espectador una furiosa performance con la que cualquier artista defensor de su “proceso creativo” soñaría.

Es innegable que podemos empatizar con lo que Radha cuenta y, sobre todo, queremos seguirla tanto en sus intentonas de enseñanza a jóvenes, como cuando discute con el productor sobre si tiene que ir a “zonas más oscuras” para encontrar más jale con un hipotético público teatral.

RadhaMusPrime, la rapera cuarentona, se posiciona en un debate contra la gentrificación y la apropiación cultural, lo hace desde un relato que puede a ratos parecer banal y condescendiente, pero de alguna manera consigue que la cosa fluya. Sí. Quizás dentro de ese obvio discurso me pareció que el final, aunque es una potente escena, irrespeta a un trabajo grupal en el que ella estuvo de acuerdo y que involucra a más miradas. ¿Es culpa del productor que ella acepte recibir dinero por un trabajo que no la hace sentir satisfecha ni realizada? ¿Es culpa de los actores que deteste el guion que ella misma escribió? ¿Es culpa de alguien más el que ella haya finalmente cedido al sistema?

Radha resplandece cuando habla de la muerte de su mamá, o de las cosas que le gustaban hacer de niña, cuando recuerda momentos específicos de su juventud, cuando discute con Archie (encantador Peter Kim) o con el vagabundo. Los adornos a la trama como la relación con D. (Jacob M. Trent) o los estereotipados personajes de sus alumnos, van a contramano de los estereotipos que ella misma cuestiona.

El blanco y negro es una manera de decir que la vida de Radha es gris, oscura, marchita y cuando finalmente encuentra su camino y decide seguirlo, el color vuelve, algo muy de los noventas y muy de cine indie iniciático. Pero está bien, compramos el paquete porque Radha tiene el carisma suficiente para cargar con una película cuyo exceso de metraje (dura más de dos horas) no se siente.

Así, The forty year old version, esa versión cuarentona de Radha se convierte en un debut interesante, algo facilón pero que tiene buenos momentos de humor, es también una llamada de atención para los postergadores de sueños, para los que están aún esperando esa ventana hacia la realización. Hay que despertar y apurarse, o como dice la misma Radha “acabarás siendo una dramaturga acabada, con la idea estúpida de ser rapera a los 40 años y con diarrea por tomar bebidas dietéticas que no cumplen las normas alimentarias. ¿Quieren eso para ustedes?” ¿QUIEREN?

Lo mejor: divertida, se deja ver Lo peor: un poco más larga de lo que necesita, y cae en el facilismo Lo más falsete: la relación con D. y el pase de blanco y negro a colores El mensaje manifiesto: no hay que postergar sueños El mensaje latente: postergar sueños es portergarte La escena: la furiosa performance El personaje entrañable: el amigo Kim El personaje emputante: el productor de teatro  El agradecimiento: por los momentos de agudeza.

TELEVISIÓN: Anne with an e

Por: Mónica Heinrich V.

Por años creímos que Lucy Maud Montgomery había muerto de causas naturales. Por años quisimos creer que esa alegría, ese mundo mágico a los que sus libros nos transportaban eran parte de su vida. Pero no, Maud sucumbió a la depresión y se suicidó. Tenía 67 años.

Te extrañamos, Maud

Recién el 2008 supimos que trombosis coronaria significaba en realidad auto-eliminación. Su nieta consideró importante revelarlo porque, admitámoslo, en los tiempos que corren la auto-eliminación o los deseos de auto-eliminación han crecido como espuma y remarcar la importancia de un tratamiento nunca está de más. Vos que estás delante de la pantallita luminosa leyéndome: no sucumbás, no hagás que te extrañemos, siempre hay opciones.

Maud, la misma persona que había puesto en la boca de su alter-ego, Anne, frases como:  “¿No es maravilloso pensar en todas las cosas que hay que averiguar? Simplemente me hace sentir contenta de vivir. ¡Es un mundo tan interesante!” se despidió del mundo con una lúgubre carta: “He perdido mi mente en pequeños hechizos, lo que pienso es cruel para los que me rodean. ¿Podrá Dios perdonarme…?” 

Me dueles, Maud. Me dueles.

La autora de esa maravillosa saga literaria que tiene como protagonista a nuestra amada Anne Shirley, escribió ocho libros en los que fuimos testigos del crecimiento de Anne y de cómo manejó su vida y todo aquello que su imaginación (siempre hay espacio para la imaginación) le permitió.

¿De qué iba la historia? Anne Shirley, una huérfana pelirroja que odiaba su rojizo color de cabello fue finalmente adoptada por Marilla y Matthew Cuthbert, un par de hermanos ancianos que en realidad buscaban adoptar a un niño para que los ayude con los oficios de su granja. El orfanato cometió un error y les envió a la parlanchina y encantadora Anne. El error les cambió la vida a los Cuthbert y a Avonlea, la ficcional aldea donde se desarrolla la historia.

Maud escribió la saga hasta que Anne también dejó de proporcionarle alegría. En sus diarios diría que se aburrió del personaje y el último libro, Rilla, la de Ingleside, tendría el foco en la hija menor de Anne y Gilbert, era 1921. Dos décadas después intentó retomar a Anne, pero la editorial le rechazó el libro diciendo que no mantenía “el espíritu original del personaje” y que su discurso antibelicista no era apropiado. Eso fue un mes antes que decidiera terminar con todo y abandonara un mundo gris sumido en la guerra.

Para mí, y para muchos, Anne Shirley fue una compañera de vida. A kindred spirit, diría ella. La descubrí gracias a la película canadiense Anne of Green Gables que a Bolivia llegó a mediado de los 90s en formato de episodios más cortos. La inolvidable interpretación de Megan Follows como Anne, sus peloteras con Gilbert, los bellísimos paisajes de la isla Príncipe Eduardo, las menciones literarias, la banda sonora (tarareo), la figura desafiante de una Anne cuyo objetivo principal era el estudio en un momento histórico contrario a sus aspiraciones, la Anne que devoraba libros, la que fingía ser Lady of Shalott, la que dejaba en segundo plano el romance, la que valoraba la amistad como nadie, esa es la Anne que se ganó el corazón de quienes la conocimos.

Te amamos, Anne

Podría describir el momento exacto, el lugar en el que estaba, la ropa que vestía, el tipo de televisión que tenía, cuando vi por primera vez a la chica de las icónicas trenzas bregando con los niños Hammond. Podría. Podría también describir mi emoción cuando abrí la caja que contenía los ocho libros. Podría contar que mis padres me regalaron una edición en inglés y ni siquiera era mi cumpleaños. Podría.

Desde entonces han surgido muchas adaptaciones. Hay un divertido anime japonés de 50 episodios, hay miniseries, películas para televisión que han intentado alcanzar sin éxito la repercusión que tuvo la versión canadiense. Y luego, luego vino Netflix.

Netflix se dio cuenta de que ahí había un filón a explotar y junto a CBC creó una nueva versión. Anne with an e. Una versión netflixera que ya tiene tres temporadas. Debo confesar que la evité. No me generaba mucha confianza. Es Netflix. Pero aprovechando el encierro y el ambiente pandémico decidí darle una oportunidad.

Anne ¿sos vos?

¿Adivinen qué? El espíritu de Anne sigue ahí. En la pelirroja interpretación de AmyBeth McNulty, en la presencia serena de Geraldine James como Marilla, en R.H. Thomson como el buen Matthew, en el agradable Lucas Zade como Gilbert. La base está, diría un técnico de fútbol. Pero al ser un producto de consumo masivo que necesita ser estirado como chicle, le hicieron modificaciones tontas teniendo ocho, OCHO libros para sacar cosas menos jaladas de los pelos.

Antes de sepultarnos en los abismos de la desesperación, vayamos por lo ligero. El equipo de producción es en su mayoría femenino. La productora Miranda de Pencier (Hola, Josie Pye), la guionista Moira Walley-Beckett (habitual guionista de Breaking Bad y autora del famoso episodio Ozymandias) que escribió la primera temporada y que luego para las dos siguientes trabajó con otras guionistas, y directoras como Amanda Tapping, Norma Bailey, Kim Nguyen, Anne Wheleer, entre otras, forman parte de un proyecto que desde su crew intenta establecer un punto. El punto girl power. 

Muy destacable que la fotografía que fue uno de los aspectos más valorados de la versión canadiense, acá vuelve a lucirse con impresionantes tomas en acantilados, en el mar, con juegos con el desenfoque, el sol, y que le dan una personalidad propia a Anne with an e.

La propuesta de color, el vestuario, la música, la ambientación del periodo histórico en el que se desarrolla, también ayudan a darle puntos extras a esta nueva versión de la vida de Anne. Es hermosita para la vista y cómo se agradece.

¡Isla Príncipe Eduardo, ven a mí!

Ahora, vayamos al menudo. Si bien lo escrito por Maud ya era una visión adelantada a su época, esta Anne netflixera parece estar dispuesta a romper todos los esquemas y a meter en su trama cualquier tipo de reivindicación: habla en contra del racismo, habla a favor de los derechos LGBT, habla sobre la igualdad de género, sobre el consentimiento sexual, sobre la libertad de expresión, sobre el papel de la mujer en la sociedad, sobre la hipocresía del activismo. Digamos que después de la primera temporada, la Anne de Maud se va transformando en la Anne de Netflix. Es más gritona, (sí, sos más gritona Anne de Netflix) se enoja y sale corriendo hacia la nada, y pienso que la verdadera Marilla le hubiera dado un buen estate quieto al primer griterío. 

Entiendo que una serie en Netflix con un personaje tan fácil de amar es una gran oportunidad para tratar de generar ciertos cuestionamientos en las mentes jóvenes y para sembrar una conciencia básica sobre derechos humanos . Quizás sea mejor o valga la pena sacrificar el texto de Maud en pos de influir positivamente con temas más actuales. Sí, matemos al ternero.

No comparto, en todo caso, el facilismo con el que se plantean las situaciones. El racista que pertenece al círculo inmediato de Anne se da cuenta rápidamente que es racista y cambia. Ajá. La Anne literaria conseguía ir a la universidad como un logro inaudito (la primera de Avonlea en ir a la universidad, le diría Gilbert) acá es un premio que reciben en manada. El Matthew de esta versión contempla el suicido (¡no pues!) como salida a sus deudas. ¿En serio? La Anne netflixera recibe sin chistar el lesbianismo de la tía Josephine o el destape gay de su mejor amigo del colegio sin ningún matiz ni reflexión porque esa Anne de 187? es tan moderna como la más férrea activista actual pro-derechos humanos. Sin embargo, cuando Diana Barry le oculta que se ve en secreto con Jerry, arde Troya y muy en tu corazón sabés que Anne Shirley jamás le hubiera hecho esa escena a Diana por algo tan estúpido. 

Esa constante en crear situaciones “dramáticas” que intentan ponerle más picante a la serie: los ladrones (¿eran necesarios?), el amigo negro de Gilbert y toda la epopeya en el mar (¿eran realmente necesarios?) la hipermoderna profesora, el profesor gay de closet (¿me estás jodiendo?), el escándalo que hace Anne con la pareja india cuando saben que la niña está retenida por la fuerza y luego se va a la ciudad a continuar sus estudios como si nada, etc., hacen que querrás pararte encima de una mesa y gritar: ¡Dejémonos de huevadas, Neflix! Porque en la vida, si tu afán es dar lecciones de vida, las cosas no se resuelven tan fácil. Porque en la vida, no tenés que esforzarte tanto para demostrar ser algo, simplemente lo sos. Y en Anne with an e vemos el esfuerzo de las guionistas de convertir a Anne en una feminista de avanzada cuando en su versión original YA LO ERA.

Ahorita te doy un Armonil, Anne. Mejor dos.

Quitándole esa excesiva manipulación para introducir una agenda, Anne with an e es una propuesta que se disfruta, que muy en el tono Netflix: entretiene. A su favor diré que la protagonista sí parece una niña de 12 o 13 años (en la versión canadiense la actriz ya tenía sus buenos 17 años) y que por lo menos, el personaje de Diana Barry que en la serie canadiense era retratado bastante atarantado, acá se acerca más a la versión del libro, una chica inteligente a la que también le gustaba estudiar. Podemos rescatar que se profundiza en la relación de amistad entre Marilla y su vecina, Rachel Lynde, y que algunas de las escenas memorables se mantienen.

No soy de las que se indignaron, o molestaron por ver a Anne desdibujarse episodio tras episodio (finjamos que no, estamos intentando salir de una pandemia) es una revisión, una versión que va a sus anchas desde la segunda temporada en un hermoso envoltorio y que va cayendo en picada hacia su tercera temporada. Ya depende de cada quien si la acepta o no. 

Su mayor virtud es que trae a la vida una vez más a Anne, la siempre amada Anne Shirley y con ella ese mundo de almas gemelas, de imaginación sin límites, de sueños que se pueden alcanzar con trabajo. Con suerte, influye para que alguien se decida a leer los libros o quiera echarle un ojito a la versión canadiense, con suerte (vuela, palomita, vuela).

Y claro, ver a sus personajes renacer y ser descubiertos por nuevas generaciones es devolverle la vida a Maud. Ay, Maud…cómo hubiera deseado que tu mente no “se pierda en pequeños hechizos”. Nos quedará imaginar (siempre habrá espacio para la imaginación) la posibilidad de un final distinto para vos, quizás uno en el que te hubieras aferrado a lo que tu personaje más conocido decía: “¿No es hermoso pensar que mañana es un nuevo día, todavía sin errores?”.

LIBROS EN DIGITAL

Ana,_de_las_tejas_verdes

Ana,_la_de_avonlea

Ana,_la_de_la_isla

Ana,_la_de_Álamos_ventosos

Ana_y_la_casa_de_sus_suenos_

Ana,_la_de_Ingleside_

El Valle del Arco iris

Rilla,_la_de_Ingleside

VERSIÓN CANADIENSE

Anne of Green Gables 1985

No pillé más links en audio latino o subtitulados. Faltarían Anne de Avonlea y Anne, la Continuación (esta última muy mala), pero me da cosa que lo vean en el feo doblaje español. 

Lo mejor:  Es una ventana a la verdadera Anne Shirley, y dentro de todo se deja ver si no tenés las expectativas altas sobre el personaje en el que se basa Lo más falsete: todo lo que está por fuera del libro y su excesivo afán de mostrarse como feminista El mensaje manifiesto: siempre habrá espacio para la imaginación El mensaje latente: la vida no es un cementerio de esperanzas La escena: la fiesta donde tía Josephine, las escenas tiernas entre Anne y Marilla o entre Anne y Matthew  El personaje entrañable: Anne El personaje emputante: el idiota de Billy, el idiota del profesor, los idiotas de la junta pueblerina, las idiotas de las mamás progres  El agradecimiento: por Anne, y por Maud.

CURIOSIDADES

La serie ha sido cancelada por CBC debido a su baja audiencia en la tercera temporada. No me sorprende en lo absoluto. 

El título de cada episodio es una cita de la novela Jane Eyre, escrita por Charlotte Bronte. En la temporada 2 se nombran gracias a citas del libro Middlemarch de George Elliot. En la temporada 3 son los títulos de cada episodio son extraídos de Frankestein, la novela de Mary Shelley.

Amybeth tenía 15 años cuando empezó a filmar la serie.

La productora ejecutiva Miranda de Pencier interpretó a Josie Pye en la versión canadiense. 

Nikki Caro dirigió el episodio más largo de la serie en 2017 y ahora es la directora de “Mulán”.

Amybeth McNulty no tiene pecas, por eso son diferentes en cada temporada

Amybeth McNulty es rubia natural, debió pintarse de rojo y es una ironía porque Anne odia su color de cabello.

El personaje de Winifred, fue interpretado por Ashleigh Stewart, quien ya estaba rondando los 30.

Dalila, que interpreta a Diana Barry, comenzó su carrera a los 5 años, nació en Canadá, su padre es de Panamá y su madre de Brasil, habla 4 idiomas; inglés, francés, portugués y español.

Ryan Reynolds y Sam Smith son fans de la serie.

CINE HOLANDÉS/INGLÉS: Dirty God

Por: Mónica Heinrich V.

“Quería que tuviéramos el mismo tatuaje: Una golondrina que vuela. Pensé que era amor”. Así empieza Dirty God, con esa frase dicha por su protagonista en off y escondida en un fondo negro.

Dirty God es una historia difícil de ver y difícil de contar. Difícil de ver por nuestra posición de espectadores vulnerables ante las tragedias ajenas/propias y difícil de contar para la directora holandesa Sacha Polak, porque una película que hace un comentario social tan abierto puede naufragar en la porno-miseria o en el excesivo afán de buscar la lágrima fácil.

Jade (Vicky Knight) es una joven de unos veinte años a la que dan de alta del hospital. Se ha recuperado de un ataque con ácido que perpetró su ex pareja.  Tuvo una hija con ese desgraciado y cuando sale del hospital el reencuentro con la niña es muy triste. La mitad de la cara de Jade está llena de cicatrices, al igual que parte de sus hombros y brazos, por lo que la pequeña hija no la reconoce.

El guion co escrito por la misma directora y la debutante Susan Farrell, se centra con delicadeza en cómo Jade se reincorpora o trata de reincorporarse a la vida que tenía antes del ataque.

Uno de sus mejores atributos es que es muy sutil incluso en las escenas que pueden sentirse direccionadas a ser golpes bajos. Jade, más allá de las cicatrices y el trauma, es hija de una mamá soltera que roba ropa y después la revende en su pequeño departamento. Su contexto social y económico no es el mejor. Se intuye que su vida anterior al ataque tampoco era la mejor. Aunque Jade es una víctima, y se lo deja claro en muchas escenas, no es la víctima inmaculada que se suele ver en este tipo de películas. Jade es un personaje más complejo que puede ser tremendamente egoísta e irresponsable.

Dirty God trata de llevarnos por los triunfos y fracasos (más fracasos) de su protagonista en este redescubrimiento del mundo. Un mundo en el que su juventud ya no es una muleta para evadirse en una discoteca o evadirse con sus amigos. Por eso, Jade no se resigna a sus cicatrices, a ese rostro que cree es mirado con asco, burla o rechazo. Así que toma una decisión que la llevará a vivir otras experiencias con giros que cualquier adulto pensante esperaría.

El tono del filme es minimalista. La cámara y las luces dibujan el mundo de Jade con primeros planos, con claros-oscuros, con paneos sobre las cicatrices. Todo se cuenta con pequeños gestos, pequeñas escenas, pequeñas situaciones. Incluso los momentos que podrían vivirse con exageración, se manejan con sobriedad. La secuencia en la que Jade cuenta cómo pasó el ataque es una de las más importantes, ahí se condensa el evento traumático que desencadenó todo, el morbo del espectador y las expectativas que podás tener respecto al origen del ataque, esa secuencia está muy bien planteada en cuanto a locación, metáfora del lugar y manera en la que se relata el hecho. Nuevamente, la delicadeza.

Dirty God es un viaje interior, el villano, el horrible sujeto que pensó condenarla cuando le arrojó el ácido será mostrado pocas veces, generalmente en una alegoría a las golondrinas mencionadas al principio. Como una forma de contrastar el ataque con el amor que la protagonista anhela en su vida. Para mí, ese recurso no funcionó y no era necesario, se pudo intuir sin necesidad de verlo, pero habrá quien le encuentre cierta poesía.

La película tiene su mejor aliada en su protagonista, en Vicky Knight, una actriz que en el 2003 quedó con el 33% de su cuerpo quemado por un accidente en el bar de su abuelo. Vicky construye una Jade llena de matices. No está solo deprimida, ni sufriente, también ríe, bromea, se excita, quiere tener sexo, quiere seguir siendo la chica joven que fue, y sabe que ya no es la chica joven que fue.

Sí, sí. Hemos visto historias parecidas muchas veces. Vidas de mierda que se vuelven más mierda aún. En este caso, Polak no pretende hacer un manifiesto ni sobre estratos sociales empobrecidos, ni contra la violencia de género, de una manera inteligente te muestra las consecuencias de un acto tan barbárico sin necesidad de remarcar lo obvio.

Hay directores/guionistas que llevan a sus personajes hasta el borde del abismo, y el espectador es torturado para aceptar que las vidas de mierda tienen muy pocas probabilidades de cambiar. SPOILER La directora elige el camino de la esperanza. Podríamos decir que se queda corta, o es muy optimista, pero siento que no. Que está bien. Elige darle a Jade . y a todas las Jades del mundo, una chance de reconstruir su vida y de descubrir, quizás, de qué trata realmente el amor.FIN DEL SPOILER

Lo mejor:  la directora sabe lo que hace y tiene una excelente actriz protagonista Lo peor: las apariciones del ex como metáfora, y la relación con el novio de su mejor amiga, ambas cosas innecesarias Lo más falsete: las apariciones del ex como metáfora, y la relación con el novio de su mejor amiga, ambas cosas innecesarias El mensaje manifiesto: nadie tiene el poder de romperte El mensaje latente: se puede construir una nueva vida después de cualquier situación triste o traumática. La escena: cuando cuenta qué pasó con el ataque y también las que tenía con su hija El personaje entrañable: Jade El personaje emputante: me emputaba la abuela de la niña que actuaba como si no hubiera pasado nada El agradecimiento: por los momentos de verdad.

Para verla en FILMIN

o de forma gratuita en: http://gnula.nu/drama/ver-dirty-god-2019-online/

CINE ISRAELÍ: Dios del piano (God of the piano)

Por: Mónica Heinrich V.

Ah, los hijos. La construcción social respecto a la paternidad/maternidad involucra palabras como “sacrificio”, “apoyo incondicional”, “obligaciones, “responsabilidades”. El cineasta israelí Itay Tal se deslinda de esa tradición narrativa y nos presenta a Anat (Naama Preis) una mujer joven que es una destacada pianista y que…fanfarrias, por favor… hace todo lo contrario.

Hay que resaltar el inicio de Dios del piano (God of the piano). Anat está en pleno concierto ejecutando una entregada interpretación. De pronto, rompe aguas. Vemos el líquido amniótico correr veloz por sus piernas. Ella aguanta el dolor, la mojazón y sigue tocando la pieza. Esa escena es clave para entender la psiquis del personaje. En esa escena sabemos con claridad la importancia que tiene la música y el piano para esta mujer.

Lo que pasa después hace que sea muy fácil engancharse a la historia. Anat, la gran concertista, hija de otro gran pianista-compositor, hermana de otro concertista, esa Anat recibe la noticia que su hijo nació sordo.

Estamos hablando de una mujer que durante nueve meses le puso música clásica al bebé, y tocó el piano esperando que el bebé recibiera ese estímulo y absorviera desde el feto la música como fin de vida. Este es su primogénito, resume todos sus anhelos en torno a la maternidad. El hijo sordo es un golpe tremendo. El hijo sordo significa, además de la frustración de un futuro que nunca podrá ser, una verguenza.

«Ay, no, qué horror…me salió sordo»

Anat “la concertista” es más fuerte que Anat “madre”, así que SPOILER aprovecha un descuido en la sala de maternidad para cambiar el bebé sordo por un bebé que escucha y que podría ser un Dios del piano.

Sí, ya sé, parece una acción poco probable, pero el guion (también de Itay Tal) se las arregla para hacernos creer que no solo es posible, sino que la susodicha podrá salirse con la suya más tiempo del que pensamos. FIN DEL SPOILER

El oscuro secreto solo existe entre Anat y el espectador, y toda la película transcurre con esa incómoda sensación de estar presenciando no solo un delito, sino algo terriblemente malo.

El director construye un mundo opresivo en torno a sus personajes. Anat siempre está rígida, tensa. El secreto ¿le pesa? ¿o no? la puesta en escena de esa tragedia no se comenta desde un punto de vista sentimental. La dirección es fría y trata de mantenerse alejada del conflicto, de adoptar una postura más de simple observador. Eso funciona porque el espectador puede ver la película sin sentirse direccionado.

En este mundo construido por Tal, los otros personajes juegan un papel muy importante: un papá que está pero no está, y que asiste (como muchos) a la crianza del hijo desde el palco de la comodidad. Un abuelo, el papá de Anat, que no soporta que el niño se convierta realmente en un Dios del piano. En ese personaje, en el abuelo, podemos percibir el origen del problema de Anat. Esa sed de perfección, esa necesidad de aceptación, de reconocimiento.

«Ay, no. Qué horror…salió mejor pianista/compositor que yo»

La historia avanza dejándonos algunas grandes escenas que además son acompañadas por una bonita fotografía de Meiden Arama en la que priman los colores claros, sobre todo beige, blanco, quizás en contraste con lo turbio del asunto.

Otra cosa a su favor es que al ser una película anclada en lo musical, su repertorio la vuelve muy disfrutable. Roie Shpigler y Hillel Teplitzky son los compositores que dieron vida a las partituras de los personajes: Raphael Ben-Ari, Idan y Arieh. Y Eran Zvirin es el pianista que interpreta el piano en toda la película. Zvirin es un prodigio que está ligado a la música desde los 3 años. Él convirtió al piano en otro protagonista más de la película.  

Al acercarse al final, Tal introduce un par de situaciones que le quitan algo de la sobriedad que tanto abrazó en gran parte de su metraje. Después de ser austero en su narrativa quiere explicarnos un poquito (no mucho) lo que sucede dentro, muy dentro de Anat. No, Tal, no. Lo que sucede dentro, muy dentro de Anat es más fuerte mientras más escondido está.

«Ay no, qué horror el horror»

De todas formas, seguimos con el ojo pelado porque queremos saber qué va a pasar con ese montón de emociones que están batiéndose en la licuadora a full. La personificación que hace Naama Pries de Anat es magnífica. Nunca olvidaré su fatiga haciendo sonar las palmas o chasqueándole los dedos al bebé recién nacido para comprobar que era sordo. 

El final resulta un poco anticlimático pero conmueve. Pensé, porque se anticipa bastante, que no me iba a conmover, pero es imposible no conmoverse. Con esa mirada, con ese final, el director nos dice que sí, que a veces la obsesión por la perfección puede convertirse en una herida gigante.

Lo mejor:  engancha por la trama y en gran parte de su metraje está muy bien estructurada a nivel narrativo y dramático Lo peor: abandona su estampa de austera e inserta personajes que no son necesarios y situaciones que le quitan un poco de peso narrativo a lo que se venía contando Lo más falsete: la doñita de la escuela de sordos, y el compositor famoso El mensaje manifiesto: hay expectativas sobre los hijos que son poco debatidas como parte de las esferas parentales El mensaje latente: el cumplimiento o incumplimiento de esas expectativas no pueden dirigir ni definir la existencia de ningún padre/madre La escena: el chasquido al bebé sordo El personaje entrañable: el bebé sordo El personaje emputante: el abuelo  El agradecimiento: por la música.

 

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