LOST IN CONTEMPLATION OF WORLD

CINE ISRAELÍ: Foxtrot

Por: Mónica Heinrich V.

“No importa donde vayas, siempre volverás al mismo punto donde empezaste”: parece una frase de libro de auto-ayuda, de reflexión sobre la existencia, del ir y venir tonto y pandémico del ser humano, pero el director Samuel Maoz está describiendo el foxtrot como baile y, también, como una metáfora del sinsentido de la guerra.

En una maravillosa secuencia de inicio, Michael Feldman (Lior Ashkenazi) y Dafna Feldmann (Sarah Adler) reciben una terrible noticia: su hijo, Jonathan (Yonathan Shiray), ha muerto en pleno servicio militar. Las circunstancias de su muerte no son explicadas, pero la comitiva que representa al aparato militar cumple a cabalidad con el protocolo estándar para informar a la familia del soldado caído y acompañarla en sus gestiones del funeral.

La película israelí Foxtrot comienza así su primer bloque. Porque Foxtrot está divida en tres partes, en tres miradas. La primera la tenemos dedicada a Michael, a cómo encaja la noticia de la muerte de su hijo, y qué hay detrás de este hombre mayor, ese pasado y presente que tienen el aroma de la muerte; en la segunda parte, la cámara nos muestra la vida de Jonathan como soldado: olvidado en un puestito de control, una especie de checkpoint fronterizo, donde junto a otros tres jóvenes pasan los días. “Nos estamos hundiendo”, dice uno de ellos cuando el container en el que duermen comienza a inclinarse hacia un costado en el barro; finalmente, la tercera parte está dedicada a Dafna, la mamá, la que cierra la historia sin olvido ni perdón.

Tenemos que decir que Maoz es, antes que director de cine, un ex militar. A sus 20 años era uno de los tiradores de los primeros tanques que entraron al Líbano, y, de hecho, su primera película se llama Líbano en alusión a la triste Guerra del Líbano. Amig@s, ví Líbano en una de esas tantas veces que maratoneé películas en carnaval. La experiencia fue extraña aunque aún la recuerdo. Unos soldaditos dentro de un tanque esperando la muerte.

Entonces, las experiencias de Maoz en la guerra no son ficción. Este es un hombre que ha matado y ha visto matar y morir. Por eso, lo que más funciona de Foxtrot es su sensibilidad para describir tareas rutinarias y boludas de un soldado en servicio. Lo inútil que parece. El protocolo militar también inútil y carente de empatía real con el “soldado caído”. Las familias que sufren pérdidas siempre absurdas.

Maoz ha vivido lo que cuenta y sabe contarlo. El guion escrito por él mismo ofrece distancia y sequedad en su primer bloque, puede que en el segundo, al ser el mundo de Jonathan, la narrativa se vuelve más onírica, y hay algunos diálogos o textos más cursis y discursivos. Cuando volvemos al último bloque, con Dafna, el tono regresa a la sutileza inicial, aunque ahora el dolor es el gran protagonista.

Hay dos grandes momentos en la película, uno cuando el joven Jonathan baila ensimismado con su fusil una rutina de foxtrot en medio del desierto y otra, cuando en su puesto fronterizo un grupo de palestinos desarmados es baleado por accidente, siendo el hecho encubierto por las autoridades de turno.

La escena de los palestinos, bastante audaz para un director israelí, hizo que el gobierno de Israel pusiera el grito en el cielo y que la Ministra de Cultura Miri Regev saliera rápido a decir públicamente que las Fuerzas de Defensa de Israel eran «el ejército más moral del mundo» …Ajá…el chiste o la tragedia, se cuenta solo. Miri Regev no sabe que Maoz no vivió lo que vivió a sus 20 años para venir a contarnos mentiras.

Maoz, sin embargo, no se regodea en lo que significa la escena en el contexto del conflicto palestino-israelí, al contrario, para Maoz es una muestra más de lo que es la guerra a secas.

Foxtrot ha sido descrita por su director como un rompecabezas filosófico, y logra su cometido en gran parte de su metraje, el problema es que el cine episódico es bastante difícil de manejar. La película sufre en ese aspecto, cambia de tono en sus tres episodios y a ratos es difícil concebirla como una unidad, aunque tiene momentos brillantes que cubren sus debilidades menos evidentes.

Sí, es cierto que los puntos de giro mantienen nuestra atención, pero el final se acerca predecible a un espectador que lleva casi dos horas yendo hacia muchos lados y volviendo al punto inicial, como el baile.

Igual, no cabe duda que Foxtrot es ambiciosa, tiene una alta dosis de atractivo en ese desierto estéril, fangoso e inhóspito. Nunca más veremos a un soldado israelí bailar abrazando a su fusil, mientras una rubia americanísima de fondo sonríe sosteniendo un helado multicolor en sus manos. Ese es el contraste, es la vida y la muerte.

Maoz que ha matado y ha visto morir…sabe que la guerra, es la guerra nomás.

Lo mejor: un par de secuencias inolvidables Lo peor: la secuencia del medio es la más flojita  Lo más falsete: las partes más oníricas o cursis El mensaje   manifiesto: la guerra todo lo destruye El mensaje latente: la guerra es siempre una gran mentira La escena: la del baile con el fusil El personaje entrañable: los chicos que iban en el auto El personaje emputante: la guerra  El agradecimiento: cuando las guerras terminan.

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