LOST IN CONTEMPLATION OF WORLD

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CINE ESPAÑOL: La mesita del comedor

Por: Mónica Heinrich V.

 

He decidido hablar de La mesita del comedor.

Ajá. Capaz que hay mejores tópicos. Veranos invencibles, palmeras quietas, el gas, la vida, sí. Pero es lo que hay.

Es culpa de Stephen King. El amigo subió el siguiente tweet: Hay una película española llamada «The coffee table» en Amazon Prime y Apple+. Mi suposición es que nunca, ni una sola vez en toda tu vida, has visto una película tan oscura como esta. Es horrible y también horriblemente divertida. Piensa en el sueño más oscuro de los hermanos Coen».

Cuando me dicen: “Nunca en tu vida…” pienso en toda mi vida y tengo, necesariamente, que ver la película.

La busqué. Porque #nuncaenmivida.

La encontré.

La mesita del comedor es una película española dirigida por Caye Casas, director al que recordamos por Matar a Dios (2017). No voy a emitir comentarios sobre Matar a Dios. Eso es material para otras lunas, otros desvaríos.

En La mesita del comedor vemos a una pareja dispareja.

María (Stefanía de los Santos) acaba de tener un bebé junto a Jesús (David Pareja). Sehhh: María y Jesús. Se intuye una diferencia de edad. Jesús es más joven. El colágeno, dirán algunas.

María es un poco intensa. Jesús es un poco boludín.

Ambos están en una tienda de muebles con su recién nacido en brazos. Jesús quiere comprar una mesa de comedor feísima (es muy fea, Jesús) y María le pelea la elección. Aparentemente, María ha tomado la mayor parte de las últimas decisiones, así que Jesús siente que se merece el mimo de la mesita del comedor.

Hay humor negro al principio. Y uno piensa: Ah, ya.

Como detalle incorporan un tema delicado o polémico. Una niña vecina de 13 años tiene la fantasía de que Jesús es su pretendiente/enamorado/futuro marido. ¿Puede pasar? Puede pasar. Después jugará un papel clave.

El tema es que efectivamente se sucede (de sucedáneo) una circunstancia, situación que solo podemos rotular como trágica o traumática. Una vez la feísima mesita del comedor está en el departamento, pasan cosas feísimas que no esperabas que pasen.

¿Puede pasar? no sé.

SPOILER (recomendación del día: si sos MUY sensible, lee el spoiler antes de ver la película)
El oponcio de Jesús se queda cuidando al bebé mientras María va al súper. El bebé empieza a llorar a grito pelado. El oponcio de Jesús trata de calmarlo caminando con él en brazos y claro, tropieza con la mesita del comedor. ¿Resultado? El bebé queda decapitado por un pedazo de vidrio roto de la mesita del comedor (¡).

Un shot por cada vez que diga: la mesita del comedor.

Paralelamente nos muestran a María en el súper que se encuentra con una amiga y le cuenta lo feliz que está y lo difícil que fue ser mamá. Dos años de tratamiento. Dos años de incertidumbre. Ella, sin saber que el oponcio de Jesús ya la cagó y toda su lucha por ser mamá ha culminado con el bebé tan añorado decapitado por vidrio irrompible de la feísima mesita del comedor.

¿Se puede ser más desafortunados? Se puede.

El oponcio de Jesús decide que no se va a botar por el balcón. Que no va a decirle nada a nadie. Porque no. Claro. No es una noticia fácil de dar. Limpia todo. Se limpia él mismo. Y recibe a María de vuelta después del súper, y al hermano que viene a cenar con la jovencísima novia.

El bebé duerme” dice el oponcio de Jesús.


El resto de la película es esa tensión horrible, porque sabés que la cabecita del bebé está debajo del sillón y el resto del cuerpo está en la cuna.

No sé si estamos entendiendo que el bebé largamente añorado, traído al mundo con los últimos restos funcionales de los ovarios de la pobre María, está decapitado mientras ríen y cenan.
FIN DEL SPOILER

La mesita del comedor no es una película que se quedará en tu mente por el virtuosismo del director o de la dirección de fotografía o por las actuaciones. No necesita de esas vainas, porque el principio y fin de su existencia es otro. Se quedará en tu mente por la premisa. Porque es una situación de mierda insoportable. Porque como espectadores, estaremos absolutamente en shock y tendremos negros pensamientos cada vez que nos acerquemos a una mesita de comedor.

El guion, escrito por el mismo director y la debutante Cristina Borobia, sabe jugar con los tiempos. Construye la relación entre los personajes principales, incorpora elementos de humor negro para hacer más llevadera la situación, pero al mismo tiempo ese humor negro hace más negro todo, y nos mantiene ahí. Fatigados. Incómodos. Como tiene que ser cuando pasan cosas feas y graves.

Sin embargo, hay algo en su factura que no la deja elevarse. Muletillas forzadas que hacen ruido. Sobre todo, con el final donde bebe de las fórmulas mil veces vistas. Lo sórdido de la premisa no tendría que dejar de lado una experiencia cinematográfica también inolvidable, pero no termina de salir del nicho comercial más genérico.

Se entiende, es una película filmada en apenas 10 días, entre amigos, con una locación cedida por amistad, rechazada por muchos distribuidores españoles, vetada en Sitges que tuvo el estómago de presentar en su día A serbian film (reseñada acá) y que no pudo con La mesita del comedor. 

Yo, en particular, cierro los ojos y veo. Veo el sillón manchado de sangre y el bulto. Y veo también al perro. Blanco. Inmaculado. No sé si costó dos pesos y la filmaron con la cámara desechable de un matrimonio, solo sé que usaron muy bien las herramientas que tuvieron a su alcance. Y con eso me basta.

Lo mejor: incómoda e inolvidable Lo peor: factura rústica Lo más falsete: que María no vaya a ver al niño a pesar de lo que el oponvio le diga La escena: cuando pasa lo que pasa El mensaje manifiesto: La tragedia nos respira en la nunca, Marce El mensaje latente: la vida puede arrebatarte lo que sea que te haga feliz El personaje entrañable: el bebé El personaje emputante: la niña pendeja El agradecimiento: por los momentos intensos.

CINE ESPAÑOL: La Sociedad de la Nieve

Por: Mónica Heinrich V.

La ficción no alcanza para algunas historias. No abastece.

¿Cómo contar con justicia el antes, el durante y el después de lo ocurrido en la llamada Tragedia de los Andes?

Lo que tenemos son pedazos. Pedazos de películas, pedazos de documentales, pedazos de libros, pedazos de entrevistas, pedazos.

Supe de esta historia por el cine. En 1993, Frank Marshall (Aracnofobia) dirigió la famosa Viven (Alive). La vería años después. Desbloqueé un miedo que hasta ese momento no existía: Los aviones sí se pueden caer. Sí se pueden partir al medio. Sí podés salir escupido y ser tragado por el vacío. Sí podés morir atrapado entre los asientos. La montaña sí puede quedarse con vos.

Tengo flashazos de esa película que nunca volví a ver. Escenas muy específicas: un joven y muy gringo Ethan Hawke como Nando Parrado, los pilotos mateando, el avión metiéndose dentro de la nube negra, un joven John Malkovich de narrador interpretando a Carlitos Páez, el zapatito rojo que se veía rarísimo, el Ave María (guiñito a una anécdota real de cuando esperaban el rescate) que pusieron al final mostrando la cruz en el pico de la montaña. Seh. Era 1993 tratando de recrear 1972. Los gringos no se veían ni sucios, ni famélicos, ni eran esos uruguayos que regresaron con la muerte en los ojos.

Piers Paul Read escribió el libro homónimo, el que después tuvo de tapa el póster de la película. Pueden descargarlo y leerlo ACÁ. Aunque el libro se escribió en 1974, apenas dos años después de la tragedia, tuvo su verdadero boom gracias a Hollywood, gracias a un Ethan Hawke churro que nunca perdió peso para su papel. Del libro también tengo flashazos mentales: las fotos cotidianas de los ocupantes, las fotos que se tomaron en la montaña, los mapas, cómo describían lo que pasó con menos romanticismo, las anécdotas sobre los problemas que pueden surgir en un grupo grande, sobrepasado por la situación, que luchaba por sobrevivir en las condiciones más adversas. También hay detalles como los gritos diarios de los heridos/moribundos, las alucinaciones, el sorojchi (el mal de altura) y la descripción de las gangrenas que han quedado suavizadas en la ficción.

Han pasado 52 años desde el día fatídico y el director español J.A. Bayona dijo: apártense que ahora vengo yo.

Lanzó en cines y en Netflix La sociedad de la nieve, película basada en el libro homónimo escrito por Pablo Vierci. Hay que entender la trascendencia que tiene el libro de Vierci (lo pueden leer ACÁ). El escritor era amigo de la infancia y compañero de colegio de gran parte de los pasajeros (víctimas y sobrevivientes) y regresó a la montaña, al exacto lugar, junto con tres de ellos, entrevistó por meses a los 16 que lograron el milagro y lo hizo con el apoyo de la distancia y la adultez. La mayoría ya tenía hijos con la misma edad que ellos cuando el avión se estrelló. El libro posee otra mirada, otras reflexiones, otro brillo y se publicó en el 2008.

Es con ese material que trabaja Bayona.

¿Y qué hizo? Construyó un guion (con la colaboración de los también españoles Bernart Vilaplana, Jaime Marques y Nicolás Casariego) muy emotivo, esquemático, similar en estructura a Lo Imposible (su película del tsunami). Creó un nexo emocional con el grupo, impregnó los momentos previos con esa sensación de calma antes de la tormenta, con escenas hasta artificiales: Las charlas, cómo se convence a algunos para ir, la voz en off de Numa Turcatti (Enzo Vogrincic) contándonos que era uno de los que en realidad no debió viajar, no debió estar ahí, la despedida de los familiares en el aeropuerto. Es el paisaje de todo lo que será destruido o por lo menos dañado.

SPOILER Cuando me di cuenta que el relato era de Numa se me erizó la piel. Tenerlo como narrador es una decisión humana. La mayor parte de los focos se centraron siempre en los que regresaron, en Canessa y Parrado, que fueron los que hicieron la caminata impensable de 10 días a través de montañas y nieve, pero hay nombres que se quedaron entre esa misma nieve, que nunca se dijeron en voz alta, como el nombre de Numa. Por eso, es un gran homenaje que esta vez la tragedia sea contada por uno de los que no lo logró y para los que no conocen la historia, imagino que debe ser un golpe emocional fuerte llegar al momento en el que muere. ¿Es una movida que puede parecer tramposa o un ejercicio de manipulación? Por supuesto, pero recordemos que este es un cine comercial y que tiene los vicios propios del cine comercial FIN DEL SPOILER.

Un aspecto incuestionable de esta película es la recreación. La recreación de la época, del vestuario, de los restos del avión, de las fotos. El cuidado puesto en los detalles ayuda a sentir más real lo narrado.  La película se filmó en una zona nevada de Granada, pero también tiene escenas reales del lugar donde aún permanecen los restos del avión. Y ya como detalle ultra emotivo está la participación de los sobrevivientes como personajes dentro de la película, el fallecido Coche Inciarte lee un periódico en el café en el que los chicos se juntan. Roberto Canessa aparece como doctor detrás del Canessa ficticio que regresa a la vida. Nando Parrado está en el aeropuerto dándole paso al Nando ficticio, a la Susy ficticia, a mamá ficticia, papá ficticio. Un sobrino de Numa Turcatti cruza la calle cuando el Numa ficticio llega con su bicicleta.

Canessas

El trabajo del uruguayo Pedro Luque (conocido por No Respires) en la fotografía ha sido clave. Hay cosas muy bien resueltas cinematográficamente como el accidente en sí mismo. Hay momentos que muestran su impronta creativa como cuando sucede el alud. Los primeros planos, los fuera de foco juegan totalmente a favor de la película que si no fuera por esos momentos se vería bastante genérica.

Las decisiones de dirección hacen que no sea una película más del catálogo de Netflix, aunque en la fórmula sí lo sea. Los elementos efectistas y efectivos como cuando aparecen los nombres y la edad de los que van muriendo o cuando los silencios llegan en el momento adecuado, ayudan a La sociedad de la nieve a no hundirse.

Sí, hay un vínculo emotivo del mismo director y del director de foto con la historia que les impide salir de esa perfecta caja de humanidad, con lacito rosa, que supone la supervivencia.

Y lo acepto. Quizás porque si mostrara al detalle cómo se abrieron los cráneos de los muertos buscando alimentarse de los cerebros, o cómo se comieron las vísceras, o cómo guardaban huesos en los bolsillos para chuparlos en cualquier momento tratando de obtener calcio y/o magnesio, la gente “de bien” se horrorizaría tal cual se horrorizó en los 70s cuando estos chicos tuvieron que contar que recurrieron al canibalismo para salvar la vida.

Lo acepto, porque quizás es muy triste saber que antes de la tragedia ya había otras tragedias, como la de la familia de Gastón Costemalle que años antes había perdido al papá de un infarto, y un par de años más tarde al hermano de Gastón en un accidente de canoa. Gastón sería uno de los que salió escupido con la cola al romperse el avión en dos, dejando a su madre, Blanca, sola con todas esas tragedias.

Lo acepto, porque es mejor imaginarse una fe ciega, a tener que asumir que la idea del suicidio sobrevolaba algunas mentes fragilizadas por las pérdidas humanas, el hambre, la falta de descanso real y la incertidumbre. Que para evitar tentaciones habían separado las balas del revólver del piloto. El mismo que informó dónde estaba pidiendo que lo usaran para acabar con su agonía.

Bayona sabe qué botones apretar a un público masivo. Lo ha sabido desde siempre. Es un director que apela a las emociones constantemente. A veces funciona muy bien como en El Orfanato, otras queda excesivo como en Lo Imposible o bordeando lo cursi como en A Monster Call. En La Sociedad de la Nieve encuentra la historia perfecta para regodearse en las frases que suenan cursis, pero que realmente fueron dichas en la tragedia, para ser sensiblero, para buscarnos la lágrima sin culpas.

Queremos llorar a toda esa gente. Queremos llorarla mucho.

Los actores, más comprometidos que los gringos, bajaron de peso y quedaron casi convertidos en esos fantasmas que fueron los sobrevivientes. La música, incluso los tan criticados violines, son parte de eso. ¿Porque qué más podría sonar que no fueran violines? El Ave María con seguridad no. Una apuesta más naturalista y de autor dejaría ese final con el silencio terrible de la montaña y el ruido de los helicópteros. Bayona entendió que necesitaba los violines y los puso. Que necesitaba la edulcorada escena de las duchas y la puso. Que sin contexto aparecería el papá de Carlos Paéz (que buscó a su hijo Carlitos con una tenacidad que merecería otra película) interpretado por el rescatado y ya mayor Carlitos Páez leer los nombres de los sobrevivientes y ya. Que el arriero (que merecería otra película también) que dejó su ganado a merced de los pumas y cabalgó 10 horas para avisar a los carabineros, aparecería para botar la piedrita y poco más.

Es el final que entiende Bayona, y está bien. No, no es la película que cambiará el cine. Es lo que es.

La película en su conjunto cumple su objetivo. Hacerte pasar dos horas de angustia emocional y existencial, conmoverte hasta las lágrimas y, por supuesto, al terminar de verla buscar todo lo que sea referencial al hecho. Leer Del otro lado de la montaña, el libro que tiene los testimonios de las familias de los que no sobrevivieron (descargar ACÁ), leer el libro que escribió Nando Parrado: Milagro en los Andes (leer ACÁ), el que escribió Roberto Canessa con la ayuda de Pablo Vierci Tenía que sobrevivir (leer ACÁ), el que escribió Coche Inciarte (fallecido el 2023 por cáncer) Memorias de los Andes (leer ACÁ) o Las montañas siguen allí del también sobreviviente Pedro Algorta (leer ACÁ).

Tenemos todos esos pedazos que aún siguen armándose, que siempre seguirán armándose. Agobian los detalles del antes, del durante, del después. Es otra película (hay demasiadas películas en esta historia) el regreso a la sociedad de estos chicos tildados de caníbales a un Uruguay que estaba a escasos meses del golpe de estado que después puso una dictadura de 11 años.

Y, como dicen los sobrevivientes, es imposible entender a cabalidad lo que vivió La Sociedad de la Nieve, por más que Bayona o cualquiera se haya esmerado en explicarnos o de convertirlo en un espectáculo para las masas. Se trata de una experiencia de vida tan única que aunque sucediera algo parecido nunca sería igual. Lo que vivieron solo lo pueden dimensionar a ciencia cierta los que milagrosamente consiguieron volver, y los cuerpos que se quedaron en el Valle de las lágrimas.

Lo mejor: La recreación de todo, lo emotiva que es y que no deja de ser un homenaje a la lucha por sobrevivir Lo peor: es cacofónica con lo que se dice y lo que se ve. Bayona siempre quiere explicar todo Lo más falsete: el final muy coreografiado El mensaje manifiesto: el ser humano siempre se aferra a la vida El mensaje latente: podés salir de la montaña, pero la montaña se queda en vos El personaje entrañable: todos El personaje emputante: la muerte El agradecimiento: por los que no lo lograron pero hicieron que los otros lo lograran. Por el arriero que estuvo justo ese día a esa hora y que se hizo una viaje larguísimo para avisar. Por la vida de los que salieron de la montaña y los cien hijos y nietos que siguen extendiendo esa vida.

CINE ESPAÑOL: Dolor y Gloria

Por: Mónica Heinrich V.

Almodóvar siendo Almodóvar. Eso es lo que podría decir de la última película del director manchego, Dolor y Gloria. Puede ser bueno, puede ser malo. Porque en esta vida como dice el filósofo Gianni Vattimo: La verdad es un tejido de interpretaciones.

Debo confesar que la cinematografía de Pedro siempre me ha parecido impostada y, por momentos, insufrible. En sus inicios se beneficiaba de que su fase experimental y más hiperbólica se podía achacar a la juventud, y además no dejaba de ser refrescante un cine con argumentos jugados para la época: Policía descubre que mujer tiene planta de cannabis, ella accede a coger para que no la meta en la chirola, pero le dice que el asunto sea «solo por atrás» y el fulano no le hace caso llevándose su virginidad que además la tipa pensaba vender. De ahí se desatan una venganza contra el paco y una serie de situaciones cuando menos pintorescas.  Esa fue la opera prima de Almodóvar: Pepi, Lucy, Bom y otras chicas del montón en pleno y conservador 1980.

Mi primer encuentro con su cine, sin embargo, fue con Átame, donde además de descubrir a Almodóvar descubrí a Antonio Banderas. En ella, un sujeto con problemas psiquiátricos secuestra a una actriz porno con la que está obsesionado. Aunque todo pintaba para historia de amor, en mi adolescente corazón pensé “nada que ver que esta pendeja se enamore de su secuestrador”.

De ahí en más, me vi toda su filmografía, a excepción de ¿Qué he hecho para merecer esto? película que he ido posponiendo una y otra vez con la intensa convicción que será una pérdida de tiempo y que me remitirá a su título. Lo demás ha sido visto, en general disfrutado desde el apartado formal, y en algunos casos puntuales odiado (La mala educación (reseñada ACÁ), Los Amantes Pasajeros, Julieta). 

Hay que reconocer que siendo o no fan/seguidor de Almodóvar no puede negarse que Pedrito tiene lo suyo en cuanto estética y narrativa, ha construido año tras año un estilo y una forma de hacer cine que es muy suya y que provoca alegrías y tristezas en partes iguales.

Mis expectativas por Dolor y Gloria eran moderadas. Supuse que por lo menos disfrutaría del arte, de la fotografía y de la banda sonora, esto último es lo que más me suele gustar del cine de Almodóvar. Y adivinen qué, tal cual.

Ya nomás con el título podríamos intuir que la sutileza sería una de las grandes ausentes de la película, porque lo que Pedrito nos quiere mostrar es mucho dolor y algunos atisbos de gloria.

Antonio Banderas interpreta a Salva, un cineasta que está en plena crisis física, emocional, laboral, existencial.

La película se desdobla temporalmente en dos momentos, uno el presente del agobiado Salva y otro el pasado, el ya conocido y remanido flashback (o eso parece). En el presente veremos a Salva ir por el mundo sufriendo físicamente y en depresión, reconciliándose con un actor al que le dejó de hablar hace quichicientos años, experimentando sus primeros “caballos” (heroína), extrañando a su madre y reencontrándose con un viejo amor. Sí, Salva está en esa edad, en ese momento en el  que la vida cobra factura. En el pasado veremos a Salva, el niño pobre cuyo padre era albañil, el niño que se enamoró del cine, de los libros, el niño que descubre su atracción por los hombres.

No negaré que por momentos hay ternura en lo que Almodóvar cuenta, quizás porque es obvio que es una selfie-movie y por eso uno puede empatizar con él como persona más que como cineasta. Hay magia en las cuevas, en la vida sacrificada de Jacinta, en el niño que lee, pero eso va más por el lado de lo que significa una madre prácticamente sola tratando de sacar a su hijo adelante y la hermosa fotografía que nos lo muestra.

También, al igual que muchos, me entretuve descubriendo los libros que aparecen regados alrededor de Salva: Coetzee, Denis Johnson, Jordi Costa, Fernando Pessoa, Jean Cocteau, Shakespeare, Bolaño, son algunos de los autores que aparecen en algún momento. Libros que pertenecen al mismo Pedro Almodóvar, porque no nos olvidemos que es una película de Almodóvar sobre Almodóvar.

Pero para mí, porque sé que hay casi unanimidad en lo buena que es Dolor y Gloria, me fue imposible digerir la cursilería empalagosa que la impregna. Ejemplo: la historia de amor con el personaje de Leonardo Sbaraglia o los arrepentimientos con su mamá. Escribir una obra de teatro que se llama La Adicción y narrar a través de un actor mediano con mucha solemnidad cómo sufriste por la adicción a la heroína del amor de tu vida, es como que escribamos una obra que se llame PLATO y el actor disfrazado de plato nos muestre un plato durante toda la obra.

Los diálogos explican o cuentan todo. No se deja nada a la imaginación, en cada interacción de los personajes es como estar en una sesión terapeutica. Me sobraron palabras y me faltó emoción, esa emoción real que queda escondida en los subtextos, en lo que no se dice y uno imagina.

Gracias a Dios, podemos aferrarnos a otras cositas, la hermosa dirección de arte a la que nos tiene acostumbrados Pedrito en sus películas no decepcionó, la paleta de colores, el vestuario, el soundtrack, son elementos suficientes para seguir volviendo a Almodóvar de vez en cuando.

Antonio Banderas interpreta con mucha solidez a Salva/Pedrito. Creo que Dolor y Gloria lo recupera de un bache actoral profundo porque estaba actuando en películas clase B americanas sin posibilidad de ningún lucimiento y bajo las órdenes de Almodóvar defiende muy bien a su personaje. Julieta Serrano como la mamá en la vejez de Salva nos transporta a la filmografía de Almodóvar, es un flashback en sí misma, Serrano ha actuado en Átame, Mujeres al borde de un ataque de nervios, Matador, Entre Tinieblas, Pepi, Lucy, Bom y otras chicas del montón. Bella Julieta interpretando a esa Madre que casi siempre está presente en la filmografía de Almodóvar, aunque su papel sea más un apéndice del sufriente Salva y nunca le conocemos nada más que por sus funciones domésticas o de cuidadora. En ella están los momentos más emocionantes, doloridos y gloriosos de la película. Una pena que esa precisión actoral no se traslade a algunos personajes de fondo como la empleada de Salva, que actuaba tan mal que cada vez que aparecía me hacía recordar que todo era una película.

Lo que corresponde al pasado no puede tener reproche alguno ni actoral ni estéticamente por el final que, sin ninguna duda, le da mayor significancia a la película y hace que uno diga desde su butaca: “Ahora sí”. Es uno de los mejores finales que le he visto a Almodóvar. Quizás sea por eso que el espectador está dispuesto a perdonarle o a interiorizar con más simpatía la chorizada de diálogos cursis, clichés, que llenan la película. Un artificio casi salvador.

Dolor y Gloria es una película que algunos consideran el cierre con broche de oro de todo lo que ha sido la carrera de Almodóvar hasta ahora, y sí, en su recargada autoreferencia, en su reciclaje de actores íconos de su filmografía, en los temas recurrentes de sus guiones compactados en este su más nuevo/viejo filme, en la Madre, el Pueblo, los Curas…hay una vida y una carrera. Habrá que esperar el paso del tiempo para ver su real trascendencia.

Lo mejor: estéticamente linda, buen soundtrack, gran final Lo peor: impostada, cursi…La escena: el final Lo más falsete: algunas actuaciones, los diálogos cursis que todo lo decían y explicaban, esa solemnidad para narrar, también la obra La adicción  El mensaje manifiesto: hay que tratar de llegar a la vejez entero  El mensaje latente: Pedro siempre será Pedro y se pone más Pedro con los años El consejo: si te quedaste sin verla, estará en Netflix a partir de julio El personaje entrañable: Salva niño El personaje emputante: Salva adulto y yonki, el actor, el ex gaucho, ufff… El agradecimiento: por Chavela. Siempre tendremos a Chavela.

CURIOSIDADES

La cantante Rosalía sale en la toma de las lavanderas cantando con Penélope Cruz.

La casa de Sava es la de Pedro Almodóvar: «Era lo más práctico, mi casa es la casa donde vive el personaje de Antonio Banderas, los muebles de la cocina (y el resto del mobiliario) son los míos o se han replicado para la ocasión, los cuadros que cuelgan de sus paredes, la imagen de Antonio, especialmente el pelo, hemos tratado de que se pareciera al mío, los zapatos y mucha de la ropa también me pertenecen. Y el colorido de sus prendas».

Julieta Serrano y Antonio Banderas ya fueron madre e hijo, hace más de 30, en otras dos películas de Pedro Almodovar: ‘Mujeres al borde de un ataque de nervios’ y ‘Matador’.

“Es una película que cabe en los metros en los que yo vivo. No solo es local: está reducida casi a mi salón” dijo Almodóvar de su película. Él solito dio la mejor descripción.

Hace dos años, Almodóvar presentó en la filmoteca La ley del deseo con motivo de su 30 aniversario. En Dolor y gloria, Salvador Mallo, citado en el mismo lugar para un pase de su película Sabor, llama a su actor protagonista Alberto Crespo (Asier Etxeandía), con el que no se habla desde los 80. En la vida real, en la presentación de La Ley del deseo, Almodóvar pareció reconciliarse con Carmen Maura, actriz con la que ha tenido una relación tirante en los últimos años.

El rodaje de la película tuvo lugar a lo largo de 44 días entre Madrid y la Comunidad Valenciana durante los meses de agosto y septiembre de 2018.

Dolor y Gloria cierra una trilogía de deseo y ficción iniciada por La ley del deseo y La mala educación.

Casi todas las piezas que aparecen en el filme pertenecen a la colección privada de Almodóvar, con dos excepciones: uno de los cuadros del pintor figurativo Pérez Villalta, y otro de la surrealista Maruja Mallo.

CINE ESPAÑOL: Verano 1993 (Estiu 1993)

Por: Mónica Heinrich V.

Me pasó algo raro. No es la primera vez, pero tampoco es que suceda mucho. Verano 1993 es de esas películas que crecen en tu recuerdo y que te emocionan más en un segundo visionado o después de varios días de haberla visto.

No supe lo mucho que me había tocado hasta que se la quise contar a compañero de butaca, y se me quebró la voz, se me escaparon algunas lágrimas solo recreándola para otra persona.

Porque a primera vista la ópera prima de Carla Simón es una película chiquita, sencilla, hay hasta quienes dicen que ahí no pasa nada, que todo es muy lento y sin chiste, que tiene una cosa casi documental que nunca arranca.

En mi caso, admiré su economía de recursos desde el primer segundo. La escena de año nuevo en la que una pequeña niña abandona la ciudad entre fuegos artificiales y se va a vivir al campo me pareció mágica.

Poco a poco descubrimos que nuestra protagonista, Frida, ha perdido recientemente a su madre y que la acogerán en un nuevo hogar como última voluntad de su progenitora.

La historia tiene puntos de inflexión muy bien puestos, recién a la media hora se asoma una pista, la niña se hiere la rodilla en un parque y la amiga de su tía corre a agarrar a su compañera de juegos y le dice que no la toque, que nunca toque a Frida. Un despliegue de histeria maternal nos abre la puerta a otro universo.

Frida tiene seis años y es huérfana de padre y de madre ¿cómo lidia una niña con la muerte, con la orfandad, con enfermedades sin explicación?

Eso es 1993, y es el primer verano de la nena con su nueva familia.

SPOILER

La directora Carla Simón también debuta como guionista de largometrajes, un guion personalísimo ya que lo que vemos en pantalla es su propia orfandad, sus padres muertos víctimas del SIDA y ella, en su niñez, afrontando el descubrimiento de todo eso.

Esta es una película que pudo hacer de la lágrima fácil su trinchera, pero Simón huye de ese facilismo y nos regala tan solo sensibles viñetas de la vida cotidiana de la niña, escarceos con Anna, la hija biológica de sus nuevos papás, celos, mal comportamiento, caprichos. Hay momentos de tensión muy bien creados, compuestos para que el final tenga más significado y vos entendás la enormidad de lo que esa niña está pasando.

Quizás lo que más llega de Verano 1993 es que ves cierta verdad, una verdad, una recreación de una época, que se confirma cuando sabés que Simón no habla de una ficción sino de su vida.

FIN DEL SPOILER

Las actuaciones están acordes a ese minimalismo de la propuesta de Simón. David Verdaguer como Esteve, Bruna Cusí como Marga, Laia Artigas como Frida y la encantadora Paula Robles como la pequeña Ana, nos llevan de la mano por ese derroche de emociones precisas, bien manejadas.

Al principio como que no me convencí del todo porque aunque las niñas están fenomenales, hay secuencias donde se percibe que es una secuencia armada, y que la niña está repitiendo un texto (más Frida, que Ana). A eso, sumémosle un par de escenas como donde Frida habla con Marga sobre su Mamá, que me parecieron un poco armadas. Incluso en la escena final que es muy muy muy conmovedora ves los hilos de la dirección.

Igual, Verano 1993 logra su cometido, que es contarte una historia muy dura de una manera sencilla y conmoverte sin necesidad de remarcar lo duro.

Debe ser por eso que puede pasar el tiempo, podés ver en el cine un día antes la historia del tipo que se quedó cuadraplégico (Una razón de vivir) o un día después la del niño deformado (Wonder) y en tu mente, en tu mente perdura Frida saltando sobre la cama, atacada por un (in)explicable llanto.

Lo mejor: pequeña e íntima historia Lo peor: no es una película que todo el público podrá disfrutar. Tiene sus tiempos. La escena: el final Lo más falsete: algunas escenas El mensaje manifiesto: el dolor es personal El mensaje latente: las pérdidas no se superan, se aprende a vivir con ellas El consejo: hay que verla, es muy bonita y está muy lograda El personaje entrañable: Ana y Frida El personaje emputante: los adultos poco comprensivos El agradecimiento: por la honestidad.

CURIOSIDADES

Tuvo un presupuesto aproximado de 1 millón de dólares

Se filmó en seis semanas del verano de 2016

Laia (Frida) y Paula (Ana) fueron seleccionadas porque desarrollaron una evidente química en el proceso del casting.

Está rodada en catalán.

La directora es de Barcelona y tiene 30 años.

Laia (la protagonista) fue la penúltima niña a la que se le hizo el casting después de cinco meses. La directora de castings llegó a ver alrededor de 1000 niñas.

PREMIOS

  • 2017 – Mejor ópera prima en el Festival Internacional de Cine de Berlín además de Gran Premio del Jurado Internacional.
  • 2017 – Biznaga de Oro a la mejor película en el Festival de Málaga Cine en Español además de Premio Feroz Puerta Oscura al mejor largometraje de la sección oficial del mismo festival -concedido por la Asociación de Informadores Cinematográficos de España (AICE)-. Premio SGAE Dunia Ayaso, Premio SIGNIS, Premio ASECAN
  • 2017 – Mejor largometraje y Premio de la crítica joven en 10º Festival Internacional de Cinema en Català FIC-CAT.
  • 2017 – Mejor Dirección, Premio del Público y Premio Signis en el Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (BAFICI)
  • 2017 – Premio Écrans Juniors en Cannes.1
  • 2017 – Premio Especial del Jurado, Istanbul Film Festival
  • 2017 – Premio del Público, CineLatino Tübingen
  • 2017 – Mejor Película, Odesa Film Festival
  • 2017 – Seleccionado para representar a España en los Premios Oscar
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