CINE ESPAÑOL: La mesita del comedor
Por: Mónica Heinrich V.
He decidido hablar de La mesita del comedor.
Ajá. Capaz que hay mejores tópicos. Veranos invencibles, palmeras quietas, el gas, la vida, sí. Pero es lo que hay.
Es culpa de Stephen King. El amigo subió el siguiente tweet: Hay una película española llamada «The coffee table» en Amazon Prime y Apple+. Mi suposición es que nunca, ni una sola vez en toda tu vida, has visto una película tan oscura como esta. Es horrible y también horriblemente divertida. Piensa en el sueño más oscuro de los hermanos Coen».
Cuando me dicen: “Nunca en tu vida…” pienso en toda mi vida y tengo, necesariamente, que ver la película.
La busqué. Porque #nuncaenmivida.
La encontré.
La mesita del comedor es una película española dirigida por Caye Casas, director al que recordamos por Matar a Dios (2017). No voy a emitir comentarios sobre Matar a Dios. Eso es material para otras lunas, otros desvaríos.
En La mesita del comedor vemos a una pareja dispareja.
María (Stefanía de los Santos) acaba de tener un bebé junto a Jesús (David Pareja). Sehhh: María y Jesús. Se intuye una diferencia de edad. Jesús es más joven. El colágeno, dirán algunas.
María es un poco intensa. Jesús es un poco boludín.
Ambos están en una tienda de muebles con su recién nacido en brazos. Jesús quiere comprar una mesa de comedor feísima (es muy fea, Jesús) y María le pelea la elección. Aparentemente, María ha tomado la mayor parte de las últimas decisiones, así que Jesús siente que se merece el mimo de la mesita del comedor.
Hay humor negro al principio. Y uno piensa: Ah, ya.
Como detalle incorporan un tema delicado o polémico. Una niña vecina de 13 años tiene la fantasía de que Jesús es su pretendiente/enamorado/futuro marido. ¿Puede pasar? Puede pasar. Después jugará un papel clave.
El tema es que efectivamente se sucede (de sucedáneo) una circunstancia, situación que solo podemos rotular como trágica o traumática. Una vez la feísima mesita del comedor está en el departamento, pasan cosas feísimas que no esperabas que pasen.
¿Puede pasar? no sé.
SPOILER (recomendación del día: si sos MUY sensible, lee el spoiler antes de ver la película)
El oponcio de Jesús se queda cuidando al bebé mientras María va al súper. El bebé empieza a llorar a grito pelado. El oponcio de Jesús trata de calmarlo caminando con él en brazos y claro, tropieza con la mesita del comedor. ¿Resultado? El bebé queda decapitado por un pedazo de vidrio roto de la mesita del comedor (¡).
Un shot por cada vez que diga: la mesita del comedor.
Paralelamente nos muestran a María en el súper que se encuentra con una amiga y le cuenta lo feliz que está y lo difícil que fue ser mamá. Dos años de tratamiento. Dos años de incertidumbre. Ella, sin saber que el oponcio de Jesús ya la cagó y toda su lucha por ser mamá ha culminado con el bebé tan añorado decapitado por vidrio irrompible de la feísima mesita del comedor.
¿Se puede ser más desafortunados? Se puede.
El oponcio de Jesús decide que no se va a botar por el balcón. Que no va a decirle nada a nadie. Porque no. Claro. No es una noticia fácil de dar. Limpia todo. Se limpia él mismo. Y recibe a María de vuelta después del súper, y al hermano que viene a cenar con la jovencísima novia.
“El bebé duerme” dice el oponcio de Jesús.
El resto de la película es esa tensión horrible, porque sabés que la cabecita del bebé está debajo del sillón y el resto del cuerpo está en la cuna.
No sé si estamos entendiendo que el bebé largamente añorado, traído al mundo con los últimos restos funcionales de los ovarios de la pobre María, está decapitado mientras ríen y cenan.
FIN DEL SPOILER
La mesita del comedor no es una película que se quedará en tu mente por el virtuosismo del director o de la dirección de fotografía o por las actuaciones. No necesita de esas vainas, porque el principio y fin de su existencia es otro. Se quedará en tu mente por la premisa. Porque es una situación de mierda insoportable. Porque como espectadores, estaremos absolutamente en shock y tendremos negros pensamientos cada vez que nos acerquemos a una mesita de comedor.
El guion, escrito por el mismo director y la debutante Cristina Borobia, sabe jugar con los tiempos. Construye la relación entre los personajes principales, incorpora elementos de humor negro para hacer más llevadera la situación, pero al mismo tiempo ese humor negro hace más negro todo, y nos mantiene ahí. Fatigados. Incómodos. Como tiene que ser cuando pasan cosas feas y graves.
Sin embargo, hay algo en su factura que no la deja elevarse. Muletillas forzadas que hacen ruido. Sobre todo, con el final donde bebe de las fórmulas mil veces vistas. Lo sórdido de la premisa no tendría que dejar de lado una experiencia cinematográfica también inolvidable, pero no termina de salir del nicho comercial más genérico.
Se entiende, es una película filmada en apenas 10 días, entre amigos, con una locación cedida por amistad, rechazada por muchos distribuidores españoles, vetada en Sitges que tuvo el estómago de presentar en su día A serbian film (reseñada acá) y que no pudo con La mesita del comedor.
Yo, en particular, cierro los ojos y veo. Veo el sillón manchado de sangre y el bulto. Y veo también al perro. Blanco. Inmaculado. No sé si costó dos pesos y la filmaron con la cámara desechable de un matrimonio, solo sé que usaron muy bien las herramientas que tuvieron a su alcance. Y con eso me basta.
Lo mejor: incómoda e inolvidable Lo peor: factura rústica Lo más falsete: que María no vaya a ver al niño a pesar de lo que el oponvio le diga La escena: cuando pasa lo que pasa El mensaje manifiesto: La tragedia nos respira en la nunca, Marce El mensaje latente: la vida puede arrebatarte lo que sea que te haga feliz El personaje entrañable: el bebé El personaje emputante: la niña pendeja El agradecimiento: por los momentos intensos.