LOST IN CONTEMPLATION OF WORLD

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CINE: Call me by your name / Llámame por tu nombre

Por: Mónica Heinrich V.

Pues no sé. No sé. Call me by your name se vende como una gran historia de amor entre un hombre hecho y derecho y un adolescente (Hola, Kevin Spacey). Lo que a simple vista parecería la “seducción de un menor”, o una historia cualquiera de encames y puteríos, acá se tiñe de halo romántico.

Pues sí, a mí me encanta ver a dos o más personas del mismo sexo haciéndose trapo o amándose (el tole tole da para todos), el tema es que me pasó igual que con esa película llamada El extraño del lago (reseñada ACÁ) o hasta Moonlight (reseñada ACÁ), sí, siento cierto oportunismo al usar lo gay como amplificador de una más bien simplona historia de amor. Por lo menos Moonlight era hermosa a nivel visual y tenía otros ingredientes que la hacían más atractiva.

Por su parte, Call me by your name está plagada de lugares comunes con un guion algo torpe por momentos y que se ancla en su embeleso de la relación gay. Lo hemos visto cientos de veces con más ingredientes y en menos tiempo.

El director italiano Lucas Guadagnino no es pues un economizador del tiempo. Call me By your name dura casi dos horas y es parte de una trilogía del “deseo” que empezó con I´Am Love (2011) que duraba dos horas y siguió con A Bigger Splash (2016) con idéntica duración. En mi caso, vi primero A Bigger Splash y me quedó la sensación de estar ante un director lleno de imposturas, me dio/da flojera reseñar A Bigger Splash solo diré que si quieren champarse a esa piscina sepan que el agua tiene harto cloro. Luego, a finales del año pasado, vi I´am love, nuevamente la actriz Tilda Swinton era lo más interesante del filme. Ambas películas están centradas en una historia de amor, de cierta clase social, con ciertos privilegios, y cuyos personajes de cuando en cuando hablan de arte y filosofan (literal) sobre la vida. Ambas películas se caen y a título de emociones profundas llegan a un final abrupto y casi de telenovela.

A la izquierda Tilda Swinton en I´m Love. A la derecha, sí, Tilda Swinton en A Bigger Splash.

Lo mismo sucede con Call me by your name, aunque, para ser justos, los ingredientes casi de telenovela juvenil son deudores del libro homónimo en que se basó y que fue escrito por André Aciman.

Me di el trabajo de buscar el libro en pdf y darle una mirada para ver qué tantas licencias se tomaron y si todo era tan cursi y desangelado como en la película. Oh, sorpresa. Les dejo la posibilidad de descubrir la sorpresa (diferentes finales) en este enlace:Llamame Por Tu Nombre – Andre Aciman

Aunque Call me by your name me genera cierta distancia por la forma en que el director italiano aborda este “primer amor”, diré que un punto a su favor serían los actores que encarnan por un lado al disoluto Oliver (Armie Hammer) y por otro al precoz Elio (Timothée Chalamet). Armie ha tenido pocas oportunidades de lucirse como actor (recordemos su infame llanero solitario) y aunque interpretar al gringo asistente de profesor que se estruja con todo lo que se mueve no debe ser muy difícil, Armie se luce. Lo mismo sucede con Timothée Chalamet a quien ya hemos visto también en Lady Bird. El chico que en realidad está en sus veintes, bien puede aparentar los 17 que supuestamente tiene en la película. No creo que su trabajo es como para nominación al coso dorado a Mejor Actor, pero hay que reconocer que la escena final de la película con su plano fijo como clímax emocional, es quizás lo mejor de las dos horas que hemos pasado a su lado.

Toquemos una escultura para que parezca que no es solo meternos mano entre nosotros.

¿De qué va la película?

Pues el tal Elio está de vacaciones con sus padres progres en una villa italiana a principios de los 80s. La familia tiene como costumbre invitar a un estudiante de postgrado para que ayude al padre en asuntos académicos. Es así que Oliver se mete al rancho (supuestamente de 24 años pero con un más bien treintón Armie Hammer), que en lugar de hacer lo que fue a hacer, se la pasa correteando con el adolescente por los lagos, pasillos de la casa y callejuelas italianas.

La estructura de la película es tan simple como la de cualquier historia de amor.

SPOILER

La primera parte de sus largas dos horas son para contarnos la atracción, las idas y venidas, los te toco pero no te toco, los te miro cuando no me mirás, los me gustás pero no me gustás. La segunda parte es cojamos como conejos, qué lindo es tocarte y besarte, te celo no te celo, hagamos cositas con los duraznos, seguimos o no seguimos y la tercera parte es lo nuestro no podrá ser, hay que separarse porque la vida es así, etc..

Duraznos. ¡Yummie!

Lo que más llama la atención de este guion es que alrededor de estos personajes ochenteros hay nulo rechazo, lo que está genial aunque es poco creíble teniendo en cuenta la época. Los padres miran con honda comprensión y solidaridad no solo el hecho de que este sujeto que fue a trabajar se haya dormido al hijo, sino que además está a punto de casarse con una fulana que vaya a saberse dónde está y aún así les dan su bendición para que vayan a vivir la vida loca por las montañas italianas. Porque claro, Oye, abre tus ojos, disfruta las cosas buenas que tiene la vida…¡Y hay más! la cuasi novia de Elio, a pesar de haber sido pasatiempo del chico mientras el gringo le daba bola, no solo queda en buenos términos sino que además lo busca para decirle que lo quiere y que estará para él cuando lo requiera. Esta chica no conoció a Alma, la de El Hilo Invisible.

Quizás mi espíritu latino aún no puede alcanzar las cotas de madurez y desprendimiento europeos, pero en resumidas cuentas me pareció todo muy armado y cursi. El más claro ejemplo de la manipulación del guionista para con los fines de la película es: la charla entre padre e hijo, donde el don le dice a Elio que ÉL dejó pasar en su juventud “algo parecido”. O sea.

FIN DEL SPOILER

Familia progre compartiendo el desayuno

Y sí, no me gusta mucho lo que he visto del cine de Luca Guadagnino. Aun así, el italiano tiene su méritos, mantiene un neorrealismo hasta donde sus ansias de meter las manos a la historia se lo permiten, tiene por lo general una buena dirección de actores, una ambientación exquisita y aunque sean trabajos largos y el nudo se enrede por demás, el final suele ser un buen final que camufla las metidas de pata.

Call me by your name también tiene su mejor escena al final. Ya anuncia secuela, no sé qué más podemos ver en otras dos horas sobre esta parejita, sus idas y venidas, sus me gustás pero no me gustás, y todo para que al final entendamos que la vida no permite esos instantes de gozo. Claro, según Guadagnino.

Lo mejor: su escena final Lo peor: es una simplona historia de amor barnizada por lo gay y el cuento de «la fuerza del primer amor» La escena: la del durazno, por lo chistosa y la del final Lo más falsete: lo progres y comprensivos que eran todos El mensaje manifiesto: hay que vivir el amor a pleno El mensaje latente: el amor  pleno puede suceder con un crispin al que conocés hace dos segundos, comprometido en matrimonio y varios años mayor El consejo: metete con hombres, con mujeres, con un mixto, pero que no te mamen El personaje entrañable: el durazno violado El personaje emputante: la parejita boluda y camote El agradecimiento: porque termina, y ya puse mis velas a los santos de los imposibles para no ver la secuela.

CURIOSIDADES

  • Toda la película se filmó con un solo lente: el de 35 mm.
  • Chalamet aprendió italiano y a tocar el piano para su papel de Elio.
  • Armie Hammer dijo que las escenas más incómodas para él fueron las de baile.
  • En el Festival de cine de New York la ovacionaron 10 minutos.
  • La película fue filmada en orden cronológico.
  • Tanto Hammer como Chalamet no hicieron casting. Eran las primeras opciones para el director.
  • Armie Hammer también puso su voz para el audiolibro de la novela.
  • La película iba a ser filmada por James Ivory que le hizo casting a Shia Labeouf para uno de los papeles.
  • En el libro, Elio llora después de lo del durazno.
  • El único ensayo que hubo de la película fue cuando el director les dijo a Chalamet y a Hammer que se besen y rueden sobre el pasto. Los actores lo hicieron y el director se retiró del lugar sin que se dieran cuenta.

CINE: Phantom Thread / El hilo invisible / El Hilo Fantasma

Por: Mónica Heinrich V.

¡Oh, Paul Thomas! ¡Oh, Paul Thomas! He acompañado a Paul Thomas Anderson desde que hizo llover ranas en Magnolia (1999) y ¿cómo no amar a alguien que además de ponerle belleza a una lluvia de ranas, también logra que Adam Sandler parezca un gran actor en Punch Drunk Love (2002)?

Sí, Paul Thomas sabe lo que hace. Puede que no siempre estemos de acuerdo, o subidos al mismo tren como en la enigmática, y por ratos petulante, Inherent Vice (2014), pero existe un lugar en mi corazón solo para él.  Ese lugar se lo ganó con There Will Be Blood (2007) película que quise y quiero de una manera especial (insertar la música de The Shape of Water, escena: Elisa viendo cómo el anfibio enciende luces en su cuerpo como arbolito de navidad).

También recuerdo con amor The Master, que a mucha gente no le gustó, pero que encontré profundamente triste y perturbadora. Hasta hoy hay imágenes de esa película que sigo reviviendo en mi mente y que me generan emoción (permiso, voy a llorar al baño).

Así que sacadas las cuentas, si vamos al cine a ver una película de Paul Thomas, hay más para ganar que para perder. El Hilo Invisible lo confirma.

La primera sorpresa es toparte con una historia bastante atípica en la filmografía del director californiano. O eso parece. Eso parece. Pero esperen, mis querubines. La clave está en esperar.

El guion escrito por el mismo Paul Thomas nos presenta a Reynolds Woodcock (Daniel Day Lewis) un modisto con una personalidad difícil: el típico genio excéntrico, déspota, perfeccionista, malcriado, arrogante o sea, un hijo de puta. Con una casi tiranía en cuanto a lo obsesivo, rige junto a su hermana Cyril (Leslie Manville) su casa de modas o atelier.

El tal Reynolds sufre una infatuación por una mesera llamada Alma (Vicky Krieps) y se la lleva a su casa como musa y como pareja. La relación es asimétrica. Reynolds es claramente abusivo, controlador, mezquino. Un tipejo de lo más desagradable. En el lugar de Alma yo tendría ganas de encajarle las tijeras en los huevos desde la primera altisonancia hasta que se desangre. Pero para cada roto hay un descosido, y Alma está subyugada por ser el centro de atención de este sofisticado personajillo. Alma, por su parte, va abandonando la dulzura con la que llega a la vida de Reynolds. La relación de pareja se enmarca bajo la severa mirada de Cyril y con hermosos vestidos de alta costura como contrapunto a tanta hediondera existencial.

La mayor parte de la película es solo eso. Parece poco pero es mucho, porque en realidad se está cocinando a fuego lento el desarrollo de los personajes hacia un gran giro final. Ya les dije que hay que esperar, ESPEREN.

SPOILER
Paul Thomas está en una esquina con su tacú y su bollo de hongos venenosos que nosotros como público comeremos en un determinado momento. Las reacciones a este giro pueden ser dos: 1) Ya son huevadas y 2) Qué gran final.

A mí me gustó el giro, aunque parece el efecto del conejo que sale del sombrero: sabés que es un truco barato, pero lo aplaudís igual. En el caso de El Hilo Invisible, has estado tanto tiempo inmerso en la oscuridad y lo retorcido de la situación que el giro lo aceptás y le da una nueva dimensión a lo que viste antes.

No digo que me convenza del todo, pero como golpe de efecto me pareció muy Paul Thomas Anderson y muy lo que se esperaría de una película suya.

FIN DEL SPOILER

Con una dirección de fotografía que corrió a cargo del mismo Anderson, El Hilo Invisible es una película difícil de ver. Por un lado, los que no le tengan paciencia tomarán distancia de una historia un tanto artera y que necesita mucho tiempo para encontrar su clímax. Por otro lado, los que le tengamos paciencia sufriremos constantemente por los desplantes de Reynolds, la decadencia de Alma y la enferma visión del amor.

Las actuaciones son tan buenas que me parece un despropósito que la Academia ignorara la multidimensional performance de Vicky Kreaps por meter con calzador a su adulada Meryl Streep o cumplir la cuota juvenil con Saoirse Ronan, ambas son grandes actrices pero con papeles menos complejos que el de Vicky. Un gran y nominado Daniel Day Lewis que con este personaje se despide del mundillo de la actuación y otra no menos gran actuación de Leslie Manville a quien recordamos por su papel en esa enorme serie televisiva llamada River (reseñada ACÁ), conforman un casting que vale la pena ver en esta batalla narcisista.

El Hilo Invisible es un sofisticado relato, con algunas trampillas por aquí, por acá y por acullá. Entre sedas y oropeles se teje una fastuosa colección de hermosas escenas. Como diría Reynolds: «La película pasa, pero la historia se queda conmigo».

Lo mejor: es Paul Thomas Anderson Lo peor: toma su tiempo y puede que no todos tengan paciencia La escena: la del giro final. ¡Comete el puto omelette, comételo! Lo más falsete: un poco el giro El mensaje manifiesto: la gente puede ser muy enferma El mensaje latente: enfermos podemos ser felices El consejo: llegá hasta el final de la película, ¡no la abandonés! El personaje entrañable: los hongos El personaje emputante: Reynolds El agradecimiento: por el golpe que siempre recibimos con Paul Thomas.

CURIOSIDADES

  • La idea surgió cuando Paul Thomas se enfermó y su esposa lo atendió con un cariño y amor que no percibía desde hacía tiempo.
  • La línea favorita de Paul Thomas Anderson en la película es: «El té sí te lo llevas, pero la interrupción se queda aquí conmigo».
  • Como preparación para el papel Daniel Day Lewis buscó imágenes de desfiles de moda de los años 40s y 50s y aprendió a coser.
  • Vicky Kreaps (Alma) conoció a Daniel Day Lewis el primer día de filmación. Como Day Lewis es famoso por permanecer en personaje durante todo el rodaje, se le pidió que ella se dirija a él como Reynolds. En entrevistas actuales ella aún lo llama Reynolds.
  • Daniel Day Lewis y Lesley Manville se hicieron amigos seis mentes antes del rodaje y se mandaban mensajes de texto para continuar el vínculo para que sea más sencillo plasmar la relación de hermano-hermana.
  • Es la primera película desde 1988 en la que Daniel Day Lewis usa su acento natural.
  • El diseñador Balenciaga inspiró a Paul Thomas para crear la personalidad de Reynolds. Balenciaga es conocido como excéntrico y apartado de la sociedad, además de un tremendo perfeccionista.
  • Muchos de los extras no son actores, sino gente ligada al mundo de la moda.
  • El guion fue escrito por Paul Thomas, en colaboración con Daniel Day Lewis.
  • Es la segunda película más cara de la filmografía de Anderson. Tuvo un presupuesto de 35 millones de dólares mientras que Magnolia costó 37.
  • Lucas Guadagnino dijo que su película favorita del 2017 fue El Hilo Invisible, mientras que Paul Thomas Anderson nombró como su película favorita a Call me by your name.

CINE RUSO: Nelyubov / Loveless / Sin Amor

Por: Mónica Heinrich V.

Es curioso cómo las traducciones de los títulos pueden cambiar el tono de una película. Loveless en inglés y Sin Amor en español son las traducciones a la película rusa Нелюбовь cuyo título en realidad significa Disgusto.

La película de Andrey Zvyagintsev puede interpretarse de las dos maneras, por un lado vemos mucho desamor y por otro un profundo disgusto.

Zhenya y Boris se casaron por motivos “embarazosos”. Cuando la película arranca es el año 2012 y ambos están en una fase post divorcio echándose en cara que nunca se amaron y que apenas se soportan. En medio del despelote quedó Alyosha el hijo de 12 años de la pareja, que es el símbolo de esa infelicidad. El niño escucha una agria discusión entre sus padres en la que están decidiendo qué se hará con él. Obvio que lo que escucha no es para nada agradable y al día siguiente Alyosha, el hijo no deseado, desaparece sin dejar rastro.

Zvyagintsev es un director que parece cebarse con la familia desde sus primeros trabajos. A él pertenecen esa dura película llamada El Regreso (2003) y la no menos dura Elena (2011, reseñada ACA). También es el artífice de Leviatán (2014), fabúla política que fue muy reconocida en los ambientes cinéfilos pero que en lo particular encontré demasiado rebuscada y subrayada para mi gusto.

Su desamorado Disgusto acusa nuevamente de subrayado, el colapso de la pareja protagonista coincide con las amenazas del fin del mundo que se dieron en el 2012, y también con la sombra de crisis que se extendía sobre Ucrania. Nada está al azar, ni el descascarado edificio en el que supuestamente podría estar escondido el niño, ni la inoperancia de la policía, ni el mundo que sigue su curso bajo un álgido invierno.

La visión de Zvyaginstsev es descorazonadora. Los personajes están inmersos en su cotidianeidad, los núcleos familiares rotos, los afectos primarios caducados, solo se busca una leve sensación de felicidad que no es otra cosa que eso, una leve sensación. El guion de Zvyaginstsev y Oleg Nevin (habitual colaborador del director ruso) no permite una luz de esperanza.

Esa oscuridad es lograda también por un gran trabajo actoral de los rusos Maryana Spivak y Aleksey Rozin (actor que encarnó al hijo mañoso en Elena), estos ex amantes, pareja, esposos que se alzan como ejemplo terrible de aquello que no debió ser.

Si bien Loveless/Disgusto tiene su ritmo pausado propio del estilo del cineasta ruso, y te preguntás hasta dónde estirarán el chicle de la desaparición del niño, una parte de mí pedía que ocurra exactamente lo que ocurrió.

En el camino, a pesar de la frialdad de la propuesta y de la más que evidente lección moral, me conmoví. Me encontré SPOILER en la morgue con ellos, agobiada con ellos, y sabiendo que no, nunca más veríamos al hijo no deseado. FIN DEL SPOILER

Evgueni y Sacha Galperine (Split, Eva, The Past) le ponen música a esa oscuridad, y tal como ya ha sucedido en El Retorno, Elena y Leviathan, la música es un componente primordial de la película.

Y así, entre carteles de Se busca, y copos de nieve, Zvyaginstsev nos dice una vez más que el ser humano es muy cojudo y muy cabrón, pero que sobrevive, sí, señor. De alguna retorcida manera, sin amor y a disgusto, sobrevive.

Lo mejor: funciona Lo peor: machacona y poco sutil La escena: la del niño llorando detrás de la puerta y la de la morgue Lo más falsete: mucho discurso y moraleja El mensaje manifiesto: la sociedad es cada vez más individualista y valeverguista El mensaje latente: qué jodidos somos El consejo: no basta traerlos al mundo porque es obligatorio  El personaje entrañable: el hijo no deseado El personaje emputante: la pareja que nunca se quiso El agradecimiento: factura impecable con un tema sórdido.

CURIOSIDADES

  • Este año está nominada al Oscar a Mejor Película Extranjera
  • La película no tuvo ningún apoyo estatal, fue decisión del director ya que con su anterior película Leviathan tuvo muchos problemas y críticas dentro de Rusia.
  • Ganó el Premio del Jurado en Cannes 2017
  • El director no habla inglés
  • Al final de la película la protagonista viste ropa deportiva y en concreto una sudadera que dice RUSIA. El director explicó que como la última escena ocurre en el 2015 y antes de los Juegos Olímpicos, era simplemente para situar el periodo de tiempo y no tenía alusión política.
  • El director, hasta el 2000 se dedicaba a la actuación, ya que estudió para ser actor.

CINE: I, TONYA

Por: Mónica Heinrich V.

Era el 6 de enero de 1994. Nancy Kerrigan vestía de núbil blanco, como lo hizo en casi todas sus apariciones. La muchacha de 24 años practicaba sus rutinas sobre hielo en el Cobo Arena en Detroit. Faltaban siete semanas para los Juegos Olímpicos. Mientras tanto, un hombre la esperaba en uno de los pasillos del lugar. Sostenía un bastón telescópico que luego usó para asestarle un solo golpe en la rodilla derecha. ¿Su intención? Fracturarle la pierna. El incidente se conoció como “The whack heard around the world” (el golpe que se escuchó alrededor del mundo).

Las imágenes de Nancy llorando y agarrando su pierna lastimada, rodeada de su equipo y padre, fueron shockeantes. Descubrir que detrás del ataque estuvo el ex-esposo de Tonya Harding, la rival de Kerrigan por un puesto dentro del equipo americano para los Olímpicos, rompió con la imagen que se tenía del patinaje sobre hielo: un deporte mágico, limpio, puro, quizás uno de los que visualmente se ve más artístico.

Rápidamente se abrió un abanico de información que fue desde los más íntimos detalles de las rivales hasta la llegada de ambas a los ansiados Juegos Olímpicos: Tonya por puntaje y Nancy como cortesía de las participantes ya que aunque no se fracturó la pierna no pudo participar en varios eventos por la lesión.

El director de cine Craig Gillespie nos lo cuenta y consigue que su película I, Tonya sea tan inspirada como irónica. Y acá, como espectador, se pueden tomar dos caminos.

Si se la ve como película a secas, sin pensar en los personajes reales o lo que se sabe del incidente, el filme de Gillespie es ágil en su narrativa, repleto de humor negro y hace un muy buen uso del rompimiento de la cuarta pared, haciéndonos sentir empatía por esta chica cuyas condiciones de vida eran tristes. Tonya creció en un ambiente familiar lleno de carencias, inmerso en la violencia. Cuando salió del hogar materno pasó a una vida matrimonial con las mismas características. Y luego cayó en desgracia del todo por lo sucedido con Kerrigan.

El guion de Steven Rogers (Stepmon, Kate & Leopold, Hope floats) humaniza a Tonya, y la muestra como una luchadora y, sobre todo, como una sobreviviente a una vida difícil que en apariencias le jugó en contra a pesar de sus habilidades y talento.

Margot Robbie, interpretando a Tonya, hace más creíble esta visión de la chica esforzada que llegó donde su origen no le permitía llegar, y que con mucho tesón se convirtió en la primera mujer en la historia del patinaje artístico en hacer un triple Axel (salto triple que muy pocas personas en el mundo hacen).

Hasta ahí, tenemos una película con una historia interesante, endiabladamente divertida, muy bien actuada con secundarios tan geniales como Allison Janney interpretando a la cruel Lavona (mamá de Tonya) y un soundtrack disfrutable con temas como Devil Woman (Cliff Richards), Gloria (Laura Branigan), Sleeping Bag (ZZTop) y Goodbye Stranger (SuperTramp).

La otra mirada que se puede tener como espectador, y ya basándonos en los hechos reales, es que hay cierta banalización del incidente, porque esta es la visión de Tonya. Es Tonya siempre poniéndose como víctima, cosa que hizo durante toda su carrera tanto como patinadora, como de boxeadora. Hasta la fecha, son incontables las veces que Tonya ha dicho que la maltrataron, la amenazaron de muerte, la secuestraron, o personas externas obstruyeron su desempeño, en distintos años y momentos de su vida (más detalles ACÁ)

Los medios compraron la idea de que Nancy Kerrigan era la niña bonita del patinaje, acaudalada, el lado nice, mientras Tonya era la “white trash” que no podía triunfar en el mundo del patinaje por su origen humilde. En realidad, Nancy venía de una modesta familia americana. Su padre era soldador, su madre ama de casa. Hace unos años su hermano fue condenado a prisión por causarle la muerte a su padre, Nancy tuvo que testificar en su favor alegando defensa propia. (mas detalles ACÁ)

Ella también fue una luchadora y una sobreviviente. Al igual que Tonya, tuvo que pelearla desde abajo. Y a diferencia de Tonya, jamás pudo completar un Triple Axel, cosa que a cualquier otra patinadora pudo llevarla a la gloria.

Siendo fan del patinaje artístico vi patinar a ambas, y no, lo que pasaba con Tonya no era un tema de origen humilde y oportunidades negadas, técnicamente era muy buena pero su estampa era un poco tosca, como chicha sin dulce. Nancy era elegante pero fría. Por eso, cuando Oksana Baiul ganó con solo 18 años los Juegos Olímpicos del 94, no me sorprendí en absoluto, esa ucraniana era fuego sobre la pista. Combinaba talento, personalidad y gracia. Y ojo que Oksana tiene una historia de vida durísima también y alcanzó el ansiado oro.

La película, sin embargo, aunque intenta seguir el viejo juego de “no tomo parte de ningun bando, solo relato los hechos”, es condescendiente con el personaje y con el espectador. Afianza una visión erróneamente construida en el mundo de: infancia desastrosa, falta de recursos económicos, familia jodida = fracaso o puertas cerradas. Bajo esa óptica, estoy segura que si escarbamos el pasado de Lavona Golden o de Jeff Gillooly que son los “monstruos” responsables máximos de las desgracias de Tonya en el filme, también encontraremos infancias y falta de oportunidades que nos harán pensar: “Pobres, qué mal la pasaron”. Recordemos que Lavona trabajó toda su vida para solventar la carrera de Tonya.

Con su humor negro y su sátira a los involucrados, I, Tonya relativiza el hecho de que Tonya fue parte de un delito. Ella hasta el día de hoy sostiene que solo es culpable de no haber contado lo que sabía luego que se enteró que detrás del ataque estaba su ex-marido. Dijo que su ex-marido la violó y junto a dos hombres  amenazó con matarla si decía algo. Incluso el tono de la película contradice la idea de que Tonya se quede callada ante el ex si eso hubiera pasado y, más aún, las pruebas encontradas durante la investigación no son a su favor. Tonya nunca pidió una disculpa a la víctima, de hecho sus apariciones/entrevistas durante los Juegos Olímpicos cuando solo habían sospechas sobre su participación en el ataque, y supuestamente ella ya sabía que fue su ex, son peculiares (Entrevista ACÁ) No parece la mujer amenazada de muerte que tiene que callarse un crimen después de una violación.

Encima se la homenajea en los Globo de Oro agradeciéndole por contar “su historia”, y seguro que también se la pondrá como ejemplo de mujer fuerte en los Oscar si alguna de las nominadas a Mejor Actriz (Margot Robbie) o Mejor Actriz de Reparto (Allison Janney) ganan el coso dorado.

Hace unas semanas, y como parte de una serie de entrevistas que Tonya está dando gracias a la película, el presentador inglés Piers Morgan se lo dijo de frente: “La víctima real de esta historia es Nancy Kerrigan”. La cara de Tonya fue un poema y amenazó con abandonar la entrevista (Ver ACÁ)

Ese quizás sea el mayor logro de I, Tonya, reconciliar con el público a un personaje con el que de lo contrario sería muy difícil hacer las paces y convertir dicha reconciliación en un espectáculo.

Y es que así somos, cinco meses después del palazo a la pierna de Kerrigan, O.J. Simpson presuntamente asesinaba a Nicole Brown y a Ronald Goldman. Los medios perdían el interés en el drama de las princesas del hielo y se centraban en el ascenso y descenso de O.J. el famoso y querido «The Juice».

Años después tenemos a Tonya ganando cientos de miles de dólares por contar “su historia”, siendo parte de los Golden Globe, que con la misma hipocresía se vistió de negro en rechazo al abuso sexual en Hollywood y que tenía a James Franco (y a otros más) nominado y con su pin en el pecho como parte de la ceremonia. O.J., mientras tanto, juega golf y pasa mucho tiempo en Las Vegas, quizás esperando su respectiva redención.

Lo mejor: su ritmo, actuaciones y su humor negro Lo peor: pone a Tonya como a una víctima cuando la víctima es SU VÍCTIMA La escena: las de Lavona Lo más falsete: «pobrecita Tonya» El mensaje manifiesto: tu pasado puede justificar tus mierdas actuales El mensaje latente: la gente tiene problemas de memoria, con la maquinaria adecuada lavás la cara de cualquier crispín El consejo: igual hay que verla, el caso es fascinante por todo lo que implicaba, y aunque sea una visión sesgada tiene elementos artísticos que compensan  El personaje entrañable: Oksana El personaje emputante: el victimismo El agradecimiento: el humor negro.

CINE BOLIVIANO: Averno

Por: Mónica Heinrich V.

Han pasado seis años desde Las Bellas Durmientes (reseñada ACÁ), una película de transición para el director Marcos Loayza que por primera vez filmaba en digital y situaba su historia en Santa Cruz de la Sierra. Averno, su más reciente producción y su quinta ficción, pretende ser una vuelta de tuerca un poco más profunda, una búsqueda, un riesgo, un alocado viaje a las profundidades de la noche paceña y de la mitología boliviana.

Mucho ya se ha escrito o dicho sobre ella, así que para no entrar en círculos viciosos de pajeo mental quizás lo que más resume mi experiencia es: Promesa que nunca se cumple.

Entiendo que la mística que rodea a este submundo paceño atrape a espectadores que vean reflejados en pantalla a un imaginario conocido, porque la idea de la que parte Averno es muy atractiva: Reunir estos personajes míticos bolivianos, tratar de contar la película desde un lustrabotas que tiene que llegar al Averno (un bar en donde pernoctan vivos y muertos), atravesar obstáculos que parecen insalvables, metáforas de luchas internas y navegar en la delgada línea de fantasía vs. realidad. Lo compro. Uno puede entrar en la convención y comprar el universo que Loayza propone.

Por desgracia, el filme se queda solo en la insinuación: los personajes, los ambientes, las situaciones son apenas un bosquejo tenue. No existe tensión narrativa, solo una sucesión de hechos en los que no hay un hilo conductor más allá del que nos lleva de pasaje a pasaje.

Tupah (Paolo Vargas) es un joven lustrabotas que es abordado en la calle por un desconocido. Este desconocido le ofrece dinero a cambio de encontrar a su tío Jacinto. Por unos cuantos pesos Tupah se sumerge en la noche paceña e intenta llegar al famoso Averno y contactar a su tío.

De ahí pa´l frente llueven personajes y escenarios pintorescos, míticos, en una suerte de tributo/homenaje a nuestra cultura que es tan rica.

Es evidente que una película de este tipo requiere una investigación y un respaldo histórico que Loayza se dio el trabajo de hacer-tener. Ese sería uno de los aspectos válidos del filme, el rescate de personajes/leyendas urbanas/mitos que pueden estar nadando en el olvido para las nuevas generaciones. El Kusillo, el Lari Lari, el Anchancho, el príncipe de la noche, Jaime Saenz, etc., asoman su estampa y pueden despertar curiosidad.

El apartado de dirección de arte, vestuario y maquillaje brillan por sí solos, hay un trabajo notorio en las distintas locaciones, recreaciones y vestuarios que llevan los personajes de la película. Un mimo que se agradece aunque no termine de salvar a Averno del naufragio.

Porque todo se queda como ornamentos, excusas para que el personaje principal se vea rodeado de “seres o situaciones interesantes” pero que tienen poco peso real en la trama. Aparecen y desaparecen de manera antojadiza.

A ratos, Averno sigue la tónica de un videojuego esa donde tu jugador pasa de niveles sin ton ni son, simplemente elevando la dificultad del nivel o decorando lo que lo rodea con más esmero, pero sin cambios emotivos.

Tupah tiene la misma cara y energía que si le decís que le vas a regalar un auto cero Km. o que en los próximos segundos morirá. Está empecinado en ir al Averno sin que él mismo sienta su motivación. Cuando los “peligros” aparecen no se cuestiona ni se conflictúa, sigue repitiendo que va a al Averno. Puede morir, misma cara. Lo seducen, misma cara. Pelea, misma cara. Escapa, misma cara. Se ve en otro cuerpo, misma cara. Eso mientras el resto de los personajes aparecen porque sí y lanzan textos de fórmula que intentan ser poéticos, reflexivos, metafóricos. Una catarata de textos dichos, también, con desiguales actuaciones, que reciben de contraparte la unidimensional cara de Tupah y unos cuantos monosílabos sin importancia como respuesta.

SPOILER
Lo que más le juega en contra al filme es que se vuelve predecible desde el inicio porque sabés que: 1) El chico llegará al Averno 2) El chico saldrá del Averno. La gran pregunta que se alza en el aire es  ¿cómo? y la otra gran pregunta sería ¿el viaje para el espectador valdrá la pena?.

Cuando finalmente el personaje se encuentra en las puertas del Averno, clímax de la película, resulta ser el “nivel” más bajo, el menos creativo, el más sin chiste, después de ver pisos inundados de cerveza Paceña (otro personaje principal de la película) el Averno es poco memorable. Más tensión y drama hubo cuando el siempre amado Atreyu llegó a la puerta de las Esfinges en La Historia sin Fin.

Así es, muchachos, esa Promesa con la que entrás a la sala, que está en el poster, en el trailer, al inicio de la película se desinfla del todo y nos quedamos con una resolución fácil y de manual.

FIN DEL SPOILER

No diré que me aburrí, pero sí que me costó disfrutarla, veía los hilos de su costura por todos lados, una fotografía muy convencional para una película que quería ser arriesgada y un tono de oscuridad que nunca envuelve del todo a la película. Escarceos con seres míticos, o con personajes peligrosos que son más bien inofensivos en todos sus momentos. Peleas mal llevadas, haciendo imposible creer que Tupah pueda derrotar a alguien o mejor dicho que NO pueda derrotar a alguien.

La noche que es la boca del lobo a la que se enfrenta Tupah y que tendría que rezumar peligro y misterios, escupe cierto tufillo naif durante el metraje.

Creo que no es un problema la muletilla de lo pintoresco, criollo, local, o el explorar tradiciones o mitos para hacer una película “muy boliviana” o “muy paceña”, si la contás bien podés hacer cien películas sobre Saenz o Vizcarra y se agradecería, podés tocar los temas más clichés y tener los personajes más estereotipados, y si está bien contada/actuada llega a funcionar.

Guion, narrativa y dirección de actores, siguen siendo la pata coja del cine nacional. No puedo recordar una película boliviana de los últimos años que no tenga problemas de actuación.

Al salir del cine y distanciarte del Averno y su derroche de “bolivianidad”, lo que queda resulta tan ligero como esa sensación que te roza el pecho cuando asistís a esos shows para turistas de la Sagárnaga.

Lo mejor: puede que gatille cierta curiosidad por algunos personajes míticos, también el arte es un apartado a resaltar Lo peor: promesa que no se cumple La escena: la de Freddy Chipana Lo más falsete: la ida al Averno y los niveles paceñísticos (no por La Paz sino por la cerveza) El mensaje manifiesto: el que mucho abarca poco aprieta El mensaje latente: seguimos lejos El consejo: para ver sin pedirle mucho El personaje entrañable: el que sabemos ( 😳 ) El personaje emputante: el Averno sin chiste El agradecimiento: a nivel técnico zafa.

OSCAR 2018: 3 anuncios en las afueras (Three Billboards Outside Ebbing, Missouri)

Por: Mónica Heinrich V.

“La ira puede ser una forma de entender el mundo” decía el director Martin McDonagh en una entrevista reciente.

No necesitás saber nada más. Ahí están los cimientos de su multi-premiada película Three Billboards Outside Ebbing, Missouri.

El filme ha ganado cuatro Globos de Oro a Mejor Película Drama, Mejor Actriz (Frances McDormand), Mejor Actor Secundario (Sam Rockwell) y Mejor Guión perfilándose, también, como favorito en la carrera del Oscar.

Hay crueldad en la historia que guioniza el mismo McDonagh: Una madre que sufre el asesinato de su hija se cabrea. Decide pagar tres gigantografías de una carretera y cuestionar al jefe de policía su ineficacia para encontrar al asesino.

“Violada mientras moría”, “¿Y aún no hay arrestos?”, “Cómo es posible, Jefe Willoughby”, son los tres certeros mensajes que cualquiera leerá al pasar por el lugar.

Así arranca su película el director galo-irlandés, acompañado de un casting de lujo con una Frances McDormand en su mejor forma interpretando a la indignada y dolida madre y un Sam Rockwell en la piel del obtuso Dixon. También está por ahí nuestro amigo Woody Harrelson como el cuestionado policía Willoughby y el siempre admirado Peter Dinklage (AKA Tyrion en Juego de Tronos) haciendo las veces de pretendiente y cómplice del personaje principal.

Déjenme contarles algo de McDonagh. McDonagh viene del teatro. Tiene alrededor de nueve obras realizadas. Dejó la escuela a los 16 años para dedicarse de lleno a la escritura y a los 26 estrenó la obra La reina de belleza de Leeanane, que lo pondría en el mapa y le valdría el mote del autor/director “más prometedor del momento”. Fue el primer dramaturgo después de Shakespeare en tener cuatro obras en la cartelera de Londres al mismo tiempo. Es una especie de geniecito, devorador de libros, escritor compulsivo, que tiene su propia visión del teatro, el cine, y la escritura.

Su traspaso a la pantalla gigante fue con esa fantástica película llamada In Bruges (Escondidos en Brujas, 2008 reseñada ACÁ) que protagonizó Colin Farrell y que logró que yo misma viera a Farrell con nuevos ojos. Una especie de reencuentro en slow motion con un actor que me parecía bastante mediocre y al que descubrí con mayor talento del que imaginaba. Luego vino Siete Sicópatas (2012) osada comedia negra que contenía muchos elementos admirables pero que en su conjunto no terminó de funcionar. Aún así, la firma de McDonagh estaba ahí, clarita cual rocío de la mañana.

El 2017, Three Billboards Outside Ebbing, Missouri se convierte en su tercer largometraje y esta vez, la película es pequeña. Una historia chiquita que desentraña un mundo que no es blanco o negro, sino lleno de matices. Y he ahí su mayor logro, mostrar un collage de personajes que no son buenos o malos a secas.

Ben Davis, el director de foto de Kick Ass, Guardianes de la Galaxia, Dr. Strange, también se sube al carro de lo minimalista y nos entrega su trabajo más intimista hasta la fecha.

Es su cámara la que nos lleva a través de ese pueblito imaginario llamado Ebbing (el director no quiso darle un nombre real al lugar). En ese paisaje rural, en ese cliché de pueblo chico infierno grande, hay mucha ira derrapando por las calles.

Y no es extraño que McDonagh que ya eligió un sitio turístico, casi de cuentos de hadas como Brujas (Bélgica) para contar en su primer largo una sucesión de escabrosos hechos, ahora nos cuente un crimen horrible dentro de una sencilla comunidad.

Muchas lecturas surgen de este filme, hay los que quieren interpretarlo como una mirada política hacia la era Trump. Una especie de vulnerabilidad del ciudadano americano ante una política de Estado que asumen será siempre adversa a sus necesidades. Una sensación de indefensión ante los horrores del mundo. Las ganas de gritar: ¿Y ahora quién podrá defendernos?

McDonagh se desmarca y aduce que el filme lo escribió antes que Trump gane las elecciones americanas e ironiza que él no es tan inteligente como para metaforizar de esa manera. Es solo una película, una historia que le pareció interesante contar. Una historia que fue inspirada por gigantografías reales que pedían efectividad a la policía local de una carretera en Alabama.

Lo cierto es que Three Billboards outside Ebbing, Missouri, fiel al estilo de su director, tiene introspección, sutileza, violencia, desparpajo y humor negro por partes iguales. Quizás algo de su desparpajo se pase de rosca y termine haciéndole baches al guion o creando escenas tan irreales como boludas. Quizás llegue un momento en que te preguntarás: “¿Es en serio?”. Eso no importa, McDonagh es de los que se desayuna lo inverosímil sin que se le mueva un cabello, él hace su película y punto. Tan es así que los personajes de Frances McDormand y de Sam Rockwell fueron escritos pensando en ambos actores como únicas opciones. McDormand tiene más de 60 años y le parecía que era imposible que una mujer rural espere hasta los 40 para tener hijos. El público no creerá eso, eran sus advertencias, por ahí si fuera la abuela de la chica, pedía. McDonagh dijo que no. Que el personaje era madre y punto. Finalmente, el esposo de McDormand, Joel Coen (uno de los hermanos Coen), le dijo que no se preocupe por nimiedades y que tome el papel. Así, Mcdormand se convirtió en la fuerte protagonista de este cuento sobre la América profunda y sus conflictos del día a día.

La película se filmó en 33 días. Casi un año después está paseándose por el mundo, duplicando su inversión, y tiene a McDonagh hablando en las entrevistas sobre la ira y la forma de entender el mundo. No, no es su mejor trabajo y no supera a la fantástica (segunda vez que lo digo, pero es cierto) In Bruges, sin embargo es una más que correcta película con unos actores que vale la pena ver interpretando estos personajes tan McDonagh.

A pesar de haber ganado el Globo de Oro a Mejor Película en la categoría drama, los que la vimos no nos quedaremos con un dramón, de esos de lágrima fácil y moco suelto. Nos quedaremos con la ira, la ira desmedida y algo muy cercano al perdón.

Lo mejor: un tema interesante contado con gran ritmo y grandes actuaciones Lo peor: sus huevaditas medias discursivas y pasadas de rosca La escena: las de Dixon y su malá, y cuando Dixon va y le pega a Red Lo más falsete: lo del dentista y la visita del veterano a la tienda de Mildred El mensaje manifiesto: la  ira moviliza El mensaje latente: la ira moviliza no siempre para bien El consejo: vean IN BRUGES! El personaje entrañable: el hijo de Mildred El personaje emputante: el veterano El agradecimiento: por diálogos divertidos y agudos.

CURIOSIDADES

    • Sam Rockwell subió de peso para que su personaje se viera más rellenito
    • Woody Harrelson se tomaba fotos y firmaba autógrafos a los fans locales que se acercaban a la filmación. Una noche improvisó un miniconcierto con su guitarra, al lado del set de la estación de policía.
    • El pueblo real en el que se filmó la película, es un pequeño pueblo llamado Sylva, situado en Carolina del Norte.
    • Es la primera película de McDonagh en la que no está Colin Farrell.
  • Abbie Cornish, Sam Rockwell, Zeljko Ivanek y Woody Harrelson trabajaron en Siete Sicópatas.
  • Es la película con menos muertos en pantalla de McDonagh.

LITERATURA: La Uruguaya de Mairal

Por: Marcelo Añez

No hay un libro para todos. Hay un libro para cada uno. O dicho con más precisión; hay un libro para cada momento por el que nos toca transitar en esta vida. Espiar experiencias ajenas e intensas por una ventana-libro, de algún modo nos devuelve luego a la vida propia siendo más conscientes y acaso más sabios. Si me forzaran a definir el target de este libro yo diría que es para: “latinoamericanos de clase media, frustrados laboralmente, cercanos a la crisis de los cuarenta, que acaban de formar familia y tienen uno o más hijos chicos, y que se descubren de manera más o menos frecuente y en secreto (con culpa), agobiados por la carga que representa el matrimonio y la crianza”. Estimo que el libro pega mejor en hombres, pero no descarto que a las mujeres les pueda divertir eso de husmear en las confesiones del protagonista.

La Uruguaya de Pedro Mairal aborda un lado impopular, poco vendible y políticamente incorrecto de la paternidad y del matrimonio. Acostumbrados como estamos a escuchar que la paternidad cambia la vida para bien y que el matrimonio es, más o menos, un espacio que se construye de a dos para crecer juntos como personas, en un ejercicio de responsabilidad y honestidad de largo plazo. O que ambas cosas son difíciles pero hermosas. Llama la atención que se aborde la dualidad y la contradicción que asoman siempre en cada verdad absoluta. Porque no es común que se haga literatura del Lado B de la felicidad, deslizar cuestionamientos a estos ashrams de la vida burguesa. Ni es bien visto apedrear -así sea con sutileza- los sagrados sacramentos o pintar el lado oscuro de la paternidad y del matrimonio como una carga, un peso que asfixia y acorrala a esa utopía personal llamada libertad individual. Mairal lo hace. Desde la ficción, claro. Y con eficacia. Tanta que, cuenta el autor en una entrevista, debió hacer, junto a su mujer, un asado (un churrasco diríamos acá) para aclarar a los amigos que no, que no se estaban separando. Que todo estaba bien.

Pero La Uruguaya, como todo buen libro, es eso pero no es solo eso. Tiene varias otras historias que corren paralelas. De fondo, una relación que silenciosamente se cae a pedazos. El descenso en la pirámide económico-social del protagonista: el paso de una juventud de clase media acomodada a una adultez llena de estrecheces que fuerzan a buscar cobijo en los servicios estatales (tan temidos por las clases medias altas latinoamericanas). La del chico que creció en una familia acomodada y creyó que el dinero llegaba solo y que siempre estaría, y con una actitud desganada fue indiferente al vulgar asunto terrenal de poner suficiente garra en desarrollar una carrera, un oficio, que más tarde le permitiese ganarse la vida. También está el conflicto masculino de haber fallado como proveedor. Y la inseguridad que sobreviene al hecho de ser mantenido por la esposa, su efecto colateral, real o inventado: la tortura de los celos por la convicción de que tu pareja te engaña. Y hay también, de fondo, pintada con gracia e ingenio, la relación entre Argentina y Uruguay: el caos y el orden. El viaje corto y surrealista que por el cepo cambiario kirchnerista se ve obligado a realizar el protagonista. Salto al otro lado del charco para traer los dólares salvadores. Cruce del Río de la Plata, nunca tan bien puesto el nombre. Dólares que de ser convertidos a pesos en Argentina hubiesen perdido más del 50% de su valor por la insania de tener dos tipos de cambio (gran negocio para unos cuantos vivos) e impuestos de primer mundo. No deja de ser curioso el hecho de que pocas veces la literatura aborde el tema del dinero.

Y está, por supuesto, la columna vertebral del relato; la historia de querer aprovechar el viaje arreglando el reencuentro clandestino en Montevideo con una chica joven a quien el protagonista había conocido un tiempo atrás en un festival de escritores en la playa de Valizas, Uruguay: Magalí Guerra. Recoger dólares y tirarse una canita al aire: dos pájaros de un tiro. Pero nada sale según lo planeado.

De todo eso nace la larga carta confesional que es este libro. Escrito en primera persona, como para explicar –explicarse- el tsunami de cosas sucedidas en tan pocas horas (que venían incubándose desde hacía mucho) y que terminarían por dar un vuelco a la vida que había llevado hasta ese momento el protagonista.

Hace muchos años, allá por 1998, recuerdo haber comprado en un kiosko de Buenos Aires “Una Noche con Sabrina Love”, premio Clarin de novela de ese año, también de Mairal. Ese mismo día me pasé la noche despierto leyéndola. Me deslumbró su sencillez, la magia de esa novela. Algo así me pasó otra vez, veinte años más tarde, con La Uruguaya. Si algún rato quieren dejar sus smartphones y ejercitar lo que les queda de capacidad para prestar atención, léanlo. Se los recomiendo. Está bellamente escrito, con inteligencia y humor, con profundidad. Y se lee de un tirón. Hasta ahora no vi el libro en librerías locales. Si conocen a alguien que viva o vaya a Argentina pueden encargarlo de allá. O también pueden conseguir la versión digital en iBooks. Vale la pena.

CINE ESPAÑOL: Verano 1993 (Estiu 1993)

Por: Mónica Heinrich V.

Me pasó algo raro. No es la primera vez, pero tampoco es que suceda mucho. Verano 1993 es de esas películas que crecen en tu recuerdo y que te emocionan más en un segundo visionado o después de varios días de haberla visto.

No supe lo mucho que me había tocado hasta que se la quise contar a compañero de butaca, y se me quebró la voz, se me escaparon algunas lágrimas solo recreándola para otra persona.

Porque a primera vista la ópera prima de Carla Simón es una película chiquita, sencilla, hay hasta quienes dicen que ahí no pasa nada, que todo es muy lento y sin chiste, que tiene una cosa casi documental que nunca arranca.

En mi caso, admiré su economía de recursos desde el primer segundo. La escena de año nuevo en la que una pequeña niña abandona la ciudad entre fuegos artificiales y se va a vivir al campo me pareció mágica.

Poco a poco descubrimos que nuestra protagonista, Frida, ha perdido recientemente a su madre y que la acogerán en un nuevo hogar como última voluntad de su progenitora.

La historia tiene puntos de inflexión muy bien puestos, recién a la media hora se asoma una pista, la niña se hiere la rodilla en un parque y la amiga de su tía corre a agarrar a su compañera de juegos y le dice que no la toque, que nunca toque a Frida. Un despliegue de histeria maternal nos abre la puerta a otro universo.

Frida tiene seis años y es huérfana de padre y de madre ¿cómo lidia una niña con la muerte, con la orfandad, con enfermedades sin explicación?

Eso es 1993, y es el primer verano de la nena con su nueva familia.

SPOILER

La directora Carla Simón también debuta como guionista de largometrajes, un guion personalísimo ya que lo que vemos en pantalla es su propia orfandad, sus padres muertos víctimas del SIDA y ella, en su niñez, afrontando el descubrimiento de todo eso.

Esta es una película que pudo hacer de la lágrima fácil su trinchera, pero Simón huye de ese facilismo y nos regala tan solo sensibles viñetas de la vida cotidiana de la niña, escarceos con Anna, la hija biológica de sus nuevos papás, celos, mal comportamiento, caprichos. Hay momentos de tensión muy bien creados, compuestos para que el final tenga más significado y vos entendás la enormidad de lo que esa niña está pasando.

Quizás lo que más llega de Verano 1993 es que ves cierta verdad, una verdad, una recreación de una época, que se confirma cuando sabés que Simón no habla de una ficción sino de su vida.

FIN DEL SPOILER

Las actuaciones están acordes a ese minimalismo de la propuesta de Simón. David Verdaguer como Esteve, Bruna Cusí como Marga, Laia Artigas como Frida y la encantadora Paula Robles como la pequeña Ana, nos llevan de la mano por ese derroche de emociones precisas, bien manejadas.

Al principio como que no me convencí del todo porque aunque las niñas están fenomenales, hay secuencias donde se percibe que es una secuencia armada, y que la niña está repitiendo un texto (más Frida, que Ana). A eso, sumémosle un par de escenas como donde Frida habla con Marga sobre su Mamá, que me parecieron un poco armadas. Incluso en la escena final que es muy muy muy conmovedora ves los hilos de la dirección.

Igual, Verano 1993 logra su cometido, que es contarte una historia muy dura de una manera sencilla y conmoverte sin necesidad de remarcar lo duro.

Debe ser por eso que puede pasar el tiempo, podés ver en el cine un día antes la historia del tipo que se quedó cuadraplégico (Una razón de vivir) o un día después la del niño deformado (Wonder) y en tu mente, en tu mente perdura Frida saltando sobre la cama, atacada por un (in)explicable llanto.

Lo mejor: pequeña e íntima historia Lo peor: no es una película que todo el público podrá disfrutar. Tiene sus tiempos. La escena: el final Lo más falsete: algunas escenas El mensaje manifiesto: el dolor es personal El mensaje latente: las pérdidas no se superan, se aprende a vivir con ellas El consejo: hay que verla, es muy bonita y está muy lograda El personaje entrañable: Ana y Frida El personaje emputante: los adultos poco comprensivos El agradecimiento: por la honestidad.

CURIOSIDADES

Tuvo un presupuesto aproximado de 1 millón de dólares

Se filmó en seis semanas del verano de 2016

Laia (Frida) y Paula (Ana) fueron seleccionadas porque desarrollaron una evidente química en el proceso del casting.

Está rodada en catalán.

La directora es de Barcelona y tiene 30 años.

Laia (la protagonista) fue la penúltima niña a la que se le hizo el casting después de cinco meses. La directora de castings llegó a ver alrededor de 1000 niñas.

PREMIOS

  • 2017 – Mejor ópera prima en el Festival Internacional de Cine de Berlín además de Gran Premio del Jurado Internacional.
  • 2017 – Biznaga de Oro a la mejor película en el Festival de Málaga Cine en Español además de Premio Feroz Puerta Oscura al mejor largometraje de la sección oficial del mismo festival -concedido por la Asociación de Informadores Cinematográficos de España (AICE)-. Premio SGAE Dunia Ayaso, Premio SIGNIS, Premio ASECAN
  • 2017 – Mejor largometraje y Premio de la crítica joven en 10º Festival Internacional de Cinema en Català FIC-CAT.
  • 2017 – Mejor Dirección, Premio del Público y Premio Signis en el Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (BAFICI)
  • 2017 – Premio Écrans Juniors en Cannes.1
  • 2017 – Premio Especial del Jurado, Istanbul Film Festival
  • 2017 – Premio del Público, CineLatino Tübingen
  • 2017 – Mejor Película, Odesa Film Festival
  • 2017 – Seleccionado para representar a España en los Premios Oscar
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