LOST IN CONTEMPLATION OF WORLD

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CINE: Phantom Thread / El hilo invisible / El Hilo Fantasma

Por: Mónica Heinrich V.

¡Oh, Paul Thomas! ¡Oh, Paul Thomas! He acompañado a Paul Thomas Anderson desde que hizo llover ranas en Magnolia (1999) y ¿cómo no amar a alguien que además de ponerle belleza a una lluvia de ranas, también logra que Adam Sandler parezca un gran actor en Punch Drunk Love (2002)?

Sí, Paul Thomas sabe lo que hace. Puede que no siempre estemos de acuerdo, o subidos al mismo tren como en la enigmática, y por ratos petulante, Inherent Vice (2014), pero existe un lugar en mi corazón solo para él.  Ese lugar se lo ganó con There Will Be Blood (2007) película que quise y quiero de una manera especial (insertar la música de The Shape of Water, escena: Elisa viendo cómo el anfibio enciende luces en su cuerpo como arbolito de navidad).

También recuerdo con amor The Master, que a mucha gente no le gustó, pero que encontré profundamente triste y perturbadora. Hasta hoy hay imágenes de esa película que sigo reviviendo en mi mente y que me generan emoción (permiso, voy a llorar al baño).

Así que sacadas las cuentas, si vamos al cine a ver una película de Paul Thomas, hay más para ganar que para perder. El Hilo Invisible lo confirma.

La primera sorpresa es toparte con una historia bastante atípica en la filmografía del director californiano. O eso parece. Eso parece. Pero esperen, mis querubines. La clave está en esperar.

El guion escrito por el mismo Paul Thomas nos presenta a Reynolds Woodcock (Daniel Day Lewis) un modisto con una personalidad difícil: el típico genio excéntrico, déspota, perfeccionista, malcriado, arrogante o sea, un hijo de puta. Con una casi tiranía en cuanto a lo obsesivo, rige junto a su hermana Cyril (Leslie Manville) su casa de modas o atelier.

El tal Reynolds sufre una infatuación por una mesera llamada Alma (Vicky Krieps) y se la lleva a su casa como musa y como pareja. La relación es asimétrica. Reynolds es claramente abusivo, controlador, mezquino. Un tipejo de lo más desagradable. En el lugar de Alma yo tendría ganas de encajarle las tijeras en los huevos desde la primera altisonancia hasta que se desangre. Pero para cada roto hay un descosido, y Alma está subyugada por ser el centro de atención de este sofisticado personajillo. Alma, por su parte, va abandonando la dulzura con la que llega a la vida de Reynolds. La relación de pareja se enmarca bajo la severa mirada de Cyril y con hermosos vestidos de alta costura como contrapunto a tanta hediondera existencial.

La mayor parte de la película es solo eso. Parece poco pero es mucho, porque en realidad se está cocinando a fuego lento el desarrollo de los personajes hacia un gran giro final. Ya les dije que hay que esperar, ESPEREN.

SPOILER
Paul Thomas está en una esquina con su tacú y su bollo de hongos venenosos que nosotros como público comeremos en un determinado momento. Las reacciones a este giro pueden ser dos: 1) Ya son huevadas y 2) Qué gran final.

A mí me gustó el giro, aunque parece el efecto del conejo que sale del sombrero: sabés que es un truco barato, pero lo aplaudís igual. En el caso de El Hilo Invisible, has estado tanto tiempo inmerso en la oscuridad y lo retorcido de la situación que el giro lo aceptás y le da una nueva dimensión a lo que viste antes.

No digo que me convenza del todo, pero como golpe de efecto me pareció muy Paul Thomas Anderson y muy lo que se esperaría de una película suya.

FIN DEL SPOILER

Con una dirección de fotografía que corrió a cargo del mismo Anderson, El Hilo Invisible es una película difícil de ver. Por un lado, los que no le tengan paciencia tomarán distancia de una historia un tanto artera y que necesita mucho tiempo para encontrar su clímax. Por otro lado, los que le tengamos paciencia sufriremos constantemente por los desplantes de Reynolds, la decadencia de Alma y la enferma visión del amor.

Las actuaciones son tan buenas que me parece un despropósito que la Academia ignorara la multidimensional performance de Vicky Kreaps por meter con calzador a su adulada Meryl Streep o cumplir la cuota juvenil con Saoirse Ronan, ambas son grandes actrices pero con papeles menos complejos que el de Vicky. Un gran y nominado Daniel Day Lewis que con este personaje se despide del mundillo de la actuación y otra no menos gran actuación de Leslie Manville a quien recordamos por su papel en esa enorme serie televisiva llamada River (reseñada ACÁ), conforman un casting que vale la pena ver en esta batalla narcisista.

El Hilo Invisible es un sofisticado relato, con algunas trampillas por aquí, por acá y por acullá. Entre sedas y oropeles se teje una fastuosa colección de hermosas escenas. Como diría Reynolds: «La película pasa, pero la historia se queda conmigo».

Lo mejor: es Paul Thomas Anderson Lo peor: toma su tiempo y puede que no todos tengan paciencia La escena: la del giro final. ¡Comete el puto omelette, comételo! Lo más falsete: un poco el giro El mensaje manifiesto: la gente puede ser muy enferma El mensaje latente: enfermos podemos ser felices El consejo: llegá hasta el final de la película, ¡no la abandonés! El personaje entrañable: los hongos El personaje emputante: Reynolds El agradecimiento: por el golpe que siempre recibimos con Paul Thomas.

CURIOSIDADES

  • La idea surgió cuando Paul Thomas se enfermó y su esposa lo atendió con un cariño y amor que no percibía desde hacía tiempo.
  • La línea favorita de Paul Thomas Anderson en la película es: «El té sí te lo llevas, pero la interrupción se queda aquí conmigo».
  • Como preparación para el papel Daniel Day Lewis buscó imágenes de desfiles de moda de los años 40s y 50s y aprendió a coser.
  • Vicky Kreaps (Alma) conoció a Daniel Day Lewis el primer día de filmación. Como Day Lewis es famoso por permanecer en personaje durante todo el rodaje, se le pidió que ella se dirija a él como Reynolds. En entrevistas actuales ella aún lo llama Reynolds.
  • Daniel Day Lewis y Lesley Manville se hicieron amigos seis mentes antes del rodaje y se mandaban mensajes de texto para continuar el vínculo para que sea más sencillo plasmar la relación de hermano-hermana.
  • Es la primera película desde 1988 en la que Daniel Day Lewis usa su acento natural.
  • El diseñador Balenciaga inspiró a Paul Thomas para crear la personalidad de Reynolds. Balenciaga es conocido como excéntrico y apartado de la sociedad, además de un tremendo perfeccionista.
  • Muchos de los extras no son actores, sino gente ligada al mundo de la moda.
  • El guion fue escrito por Paul Thomas, en colaboración con Daniel Day Lewis.
  • Es la segunda película más cara de la filmografía de Anderson. Tuvo un presupuesto de 35 millones de dólares mientras que Magnolia costó 37.
  • Lucas Guadagnino dijo que su película favorita del 2017 fue El Hilo Invisible, mientras que Paul Thomas Anderson nombró como su película favorita a Call me by your name.

CINE: I, TONYA

Por: Mónica Heinrich V.

Era el 6 de enero de 1994. Nancy Kerrigan vestía de núbil blanco, como lo hizo en casi todas sus apariciones. La muchacha de 24 años practicaba sus rutinas sobre hielo en el Cobo Arena en Detroit. Faltaban siete semanas para los Juegos Olímpicos. Mientras tanto, un hombre la esperaba en uno de los pasillos del lugar. Sostenía un bastón telescópico que luego usó para asestarle un solo golpe en la rodilla derecha. ¿Su intención? Fracturarle la pierna. El incidente se conoció como “The whack heard around the world” (el golpe que se escuchó alrededor del mundo).

Las imágenes de Nancy llorando y agarrando su pierna lastimada, rodeada de su equipo y padre, fueron shockeantes. Descubrir que detrás del ataque estuvo el ex-esposo de Tonya Harding, la rival de Kerrigan por un puesto dentro del equipo americano para los Olímpicos, rompió con la imagen que se tenía del patinaje sobre hielo: un deporte mágico, limpio, puro, quizás uno de los que visualmente se ve más artístico.

Rápidamente se abrió un abanico de información que fue desde los más íntimos detalles de las rivales hasta la llegada de ambas a los ansiados Juegos Olímpicos: Tonya por puntaje y Nancy como cortesía de las participantes ya que aunque no se fracturó la pierna no pudo participar en varios eventos por la lesión.

El director de cine Craig Gillespie nos lo cuenta y consigue que su película I, Tonya sea tan inspirada como irónica. Y acá, como espectador, se pueden tomar dos caminos.

Si se la ve como película a secas, sin pensar en los personajes reales o lo que se sabe del incidente, el filme de Gillespie es ágil en su narrativa, repleto de humor negro y hace un muy buen uso del rompimiento de la cuarta pared, haciéndonos sentir empatía por esta chica cuyas condiciones de vida eran tristes. Tonya creció en un ambiente familiar lleno de carencias, inmerso en la violencia. Cuando salió del hogar materno pasó a una vida matrimonial con las mismas características. Y luego cayó en desgracia del todo por lo sucedido con Kerrigan.

El guion de Steven Rogers (Stepmon, Kate & Leopold, Hope floats) humaniza a Tonya, y la muestra como una luchadora y, sobre todo, como una sobreviviente a una vida difícil que en apariencias le jugó en contra a pesar de sus habilidades y talento.

Margot Robbie, interpretando a Tonya, hace más creíble esta visión de la chica esforzada que llegó donde su origen no le permitía llegar, y que con mucho tesón se convirtió en la primera mujer en la historia del patinaje artístico en hacer un triple Axel (salto triple que muy pocas personas en el mundo hacen).

Hasta ahí, tenemos una película con una historia interesante, endiabladamente divertida, muy bien actuada con secundarios tan geniales como Allison Janney interpretando a la cruel Lavona (mamá de Tonya) y un soundtrack disfrutable con temas como Devil Woman (Cliff Richards), Gloria (Laura Branigan), Sleeping Bag (ZZTop) y Goodbye Stranger (SuperTramp).

La otra mirada que se puede tener como espectador, y ya basándonos en los hechos reales, es que hay cierta banalización del incidente, porque esta es la visión de Tonya. Es Tonya siempre poniéndose como víctima, cosa que hizo durante toda su carrera tanto como patinadora, como de boxeadora. Hasta la fecha, son incontables las veces que Tonya ha dicho que la maltrataron, la amenazaron de muerte, la secuestraron, o personas externas obstruyeron su desempeño, en distintos años y momentos de su vida (más detalles ACÁ)

Los medios compraron la idea de que Nancy Kerrigan era la niña bonita del patinaje, acaudalada, el lado nice, mientras Tonya era la “white trash” que no podía triunfar en el mundo del patinaje por su origen humilde. En realidad, Nancy venía de una modesta familia americana. Su padre era soldador, su madre ama de casa. Hace unos años su hermano fue condenado a prisión por causarle la muerte a su padre, Nancy tuvo que testificar en su favor alegando defensa propia. (mas detalles ACÁ)

Ella también fue una luchadora y una sobreviviente. Al igual que Tonya, tuvo que pelearla desde abajo. Y a diferencia de Tonya, jamás pudo completar un Triple Axel, cosa que a cualquier otra patinadora pudo llevarla a la gloria.

Siendo fan del patinaje artístico vi patinar a ambas, y no, lo que pasaba con Tonya no era un tema de origen humilde y oportunidades negadas, técnicamente era muy buena pero su estampa era un poco tosca, como chicha sin dulce. Nancy era elegante pero fría. Por eso, cuando Oksana Baiul ganó con solo 18 años los Juegos Olímpicos del 94, no me sorprendí en absoluto, esa ucraniana era fuego sobre la pista. Combinaba talento, personalidad y gracia. Y ojo que Oksana tiene una historia de vida durísima también y alcanzó el ansiado oro.

La película, sin embargo, aunque intenta seguir el viejo juego de “no tomo parte de ningun bando, solo relato los hechos”, es condescendiente con el personaje y con el espectador. Afianza una visión erróneamente construida en el mundo de: infancia desastrosa, falta de recursos económicos, familia jodida = fracaso o puertas cerradas. Bajo esa óptica, estoy segura que si escarbamos el pasado de Lavona Golden o de Jeff Gillooly que son los “monstruos” responsables máximos de las desgracias de Tonya en el filme, también encontraremos infancias y falta de oportunidades que nos harán pensar: “Pobres, qué mal la pasaron”. Recordemos que Lavona trabajó toda su vida para solventar la carrera de Tonya.

Con su humor negro y su sátira a los involucrados, I, Tonya relativiza el hecho de que Tonya fue parte de un delito. Ella hasta el día de hoy sostiene que solo es culpable de no haber contado lo que sabía luego que se enteró que detrás del ataque estaba su ex-marido. Dijo que su ex-marido la violó y junto a dos hombres  amenazó con matarla si decía algo. Incluso el tono de la película contradice la idea de que Tonya se quede callada ante el ex si eso hubiera pasado y, más aún, las pruebas encontradas durante la investigación no son a su favor. Tonya nunca pidió una disculpa a la víctima, de hecho sus apariciones/entrevistas durante los Juegos Olímpicos cuando solo habían sospechas sobre su participación en el ataque, y supuestamente ella ya sabía que fue su ex, son peculiares (Entrevista ACÁ) No parece la mujer amenazada de muerte que tiene que callarse un crimen después de una violación.

Encima se la homenajea en los Globo de Oro agradeciéndole por contar “su historia”, y seguro que también se la pondrá como ejemplo de mujer fuerte en los Oscar si alguna de las nominadas a Mejor Actriz (Margot Robbie) o Mejor Actriz de Reparto (Allison Janney) ganan el coso dorado.

Hace unas semanas, y como parte de una serie de entrevistas que Tonya está dando gracias a la película, el presentador inglés Piers Morgan se lo dijo de frente: “La víctima real de esta historia es Nancy Kerrigan”. La cara de Tonya fue un poema y amenazó con abandonar la entrevista (Ver ACÁ)

Ese quizás sea el mayor logro de I, Tonya, reconciliar con el público a un personaje con el que de lo contrario sería muy difícil hacer las paces y convertir dicha reconciliación en un espectáculo.

Y es que así somos, cinco meses después del palazo a la pierna de Kerrigan, O.J. Simpson presuntamente asesinaba a Nicole Brown y a Ronald Goldman. Los medios perdían el interés en el drama de las princesas del hielo y se centraban en el ascenso y descenso de O.J. el famoso y querido «The Juice».

Años después tenemos a Tonya ganando cientos de miles de dólares por contar “su historia”, siendo parte de los Golden Globe, que con la misma hipocresía se vistió de negro en rechazo al abuso sexual en Hollywood y que tenía a James Franco (y a otros más) nominado y con su pin en el pecho como parte de la ceremonia. O.J., mientras tanto, juega golf y pasa mucho tiempo en Las Vegas, quizás esperando su respectiva redención.

Lo mejor: su ritmo, actuaciones y su humor negro Lo peor: pone a Tonya como a una víctima cuando la víctima es SU VÍCTIMA La escena: las de Lavona Lo más falsete: «pobrecita Tonya» El mensaje manifiesto: tu pasado puede justificar tus mierdas actuales El mensaje latente: la gente tiene problemas de memoria, con la maquinaria adecuada lavás la cara de cualquier crispín El consejo: igual hay que verla, el caso es fascinante por todo lo que implicaba, y aunque sea una visión sesgada tiene elementos artísticos que compensan  El personaje entrañable: Oksana El personaje emputante: el victimismo El agradecimiento: el humor negro.

CINE BOLIVIANO: Averno

Por: Mónica Heinrich V.

Han pasado seis años desde Las Bellas Durmientes (reseñada ACÁ), una película de transición para el director Marcos Loayza que por primera vez filmaba en digital y situaba su historia en Santa Cruz de la Sierra. Averno, su más reciente producción y su quinta ficción, pretende ser una vuelta de tuerca un poco más profunda, una búsqueda, un riesgo, un alocado viaje a las profundidades de la noche paceña y de la mitología boliviana.

Mucho ya se ha escrito o dicho sobre ella, así que para no entrar en círculos viciosos de pajeo mental quizás lo que más resume mi experiencia es: Promesa que nunca se cumple.

Entiendo que la mística que rodea a este submundo paceño atrape a espectadores que vean reflejados en pantalla a un imaginario conocido, porque la idea de la que parte Averno es muy atractiva: Reunir estos personajes míticos bolivianos, tratar de contar la película desde un lustrabotas que tiene que llegar al Averno (un bar en donde pernoctan vivos y muertos), atravesar obstáculos que parecen insalvables, metáforas de luchas internas y navegar en la delgada línea de fantasía vs. realidad. Lo compro. Uno puede entrar en la convención y comprar el universo que Loayza propone.

Por desgracia, el filme se queda solo en la insinuación: los personajes, los ambientes, las situaciones son apenas un bosquejo tenue. No existe tensión narrativa, solo una sucesión de hechos en los que no hay un hilo conductor más allá del que nos lleva de pasaje a pasaje.

Tupah (Paolo Vargas) es un joven lustrabotas que es abordado en la calle por un desconocido. Este desconocido le ofrece dinero a cambio de encontrar a su tío Jacinto. Por unos cuantos pesos Tupah se sumerge en la noche paceña e intenta llegar al famoso Averno y contactar a su tío.

De ahí pa´l frente llueven personajes y escenarios pintorescos, míticos, en una suerte de tributo/homenaje a nuestra cultura que es tan rica.

Es evidente que una película de este tipo requiere una investigación y un respaldo histórico que Loayza se dio el trabajo de hacer-tener. Ese sería uno de los aspectos válidos del filme, el rescate de personajes/leyendas urbanas/mitos que pueden estar nadando en el olvido para las nuevas generaciones. El Kusillo, el Lari Lari, el Anchancho, el príncipe de la noche, Jaime Saenz, etc., asoman su estampa y pueden despertar curiosidad.

El apartado de dirección de arte, vestuario y maquillaje brillan por sí solos, hay un trabajo notorio en las distintas locaciones, recreaciones y vestuarios que llevan los personajes de la película. Un mimo que se agradece aunque no termine de salvar a Averno del naufragio.

Porque todo se queda como ornamentos, excusas para que el personaje principal se vea rodeado de “seres o situaciones interesantes” pero que tienen poco peso real en la trama. Aparecen y desaparecen de manera antojadiza.

A ratos, Averno sigue la tónica de un videojuego esa donde tu jugador pasa de niveles sin ton ni son, simplemente elevando la dificultad del nivel o decorando lo que lo rodea con más esmero, pero sin cambios emotivos.

Tupah tiene la misma cara y energía que si le decís que le vas a regalar un auto cero Km. o que en los próximos segundos morirá. Está empecinado en ir al Averno sin que él mismo sienta su motivación. Cuando los “peligros” aparecen no se cuestiona ni se conflictúa, sigue repitiendo que va a al Averno. Puede morir, misma cara. Lo seducen, misma cara. Pelea, misma cara. Escapa, misma cara. Se ve en otro cuerpo, misma cara. Eso mientras el resto de los personajes aparecen porque sí y lanzan textos de fórmula que intentan ser poéticos, reflexivos, metafóricos. Una catarata de textos dichos, también, con desiguales actuaciones, que reciben de contraparte la unidimensional cara de Tupah y unos cuantos monosílabos sin importancia como respuesta.

SPOILER
Lo que más le juega en contra al filme es que se vuelve predecible desde el inicio porque sabés que: 1) El chico llegará al Averno 2) El chico saldrá del Averno. La gran pregunta que se alza en el aire es  ¿cómo? y la otra gran pregunta sería ¿el viaje para el espectador valdrá la pena?.

Cuando finalmente el personaje se encuentra en las puertas del Averno, clímax de la película, resulta ser el “nivel” más bajo, el menos creativo, el más sin chiste, después de ver pisos inundados de cerveza Paceña (otro personaje principal de la película) el Averno es poco memorable. Más tensión y drama hubo cuando el siempre amado Atreyu llegó a la puerta de las Esfinges en La Historia sin Fin.

Así es, muchachos, esa Promesa con la que entrás a la sala, que está en el poster, en el trailer, al inicio de la película se desinfla del todo y nos quedamos con una resolución fácil y de manual.

FIN DEL SPOILER

No diré que me aburrí, pero sí que me costó disfrutarla, veía los hilos de su costura por todos lados, una fotografía muy convencional para una película que quería ser arriesgada y un tono de oscuridad que nunca envuelve del todo a la película. Escarceos con seres míticos, o con personajes peligrosos que son más bien inofensivos en todos sus momentos. Peleas mal llevadas, haciendo imposible creer que Tupah pueda derrotar a alguien o mejor dicho que NO pueda derrotar a alguien.

La noche que es la boca del lobo a la que se enfrenta Tupah y que tendría que rezumar peligro y misterios, escupe cierto tufillo naif durante el metraje.

Creo que no es un problema la muletilla de lo pintoresco, criollo, local, o el explorar tradiciones o mitos para hacer una película “muy boliviana” o “muy paceña”, si la contás bien podés hacer cien películas sobre Saenz o Vizcarra y se agradecería, podés tocar los temas más clichés y tener los personajes más estereotipados, y si está bien contada/actuada llega a funcionar.

Guion, narrativa y dirección de actores, siguen siendo la pata coja del cine nacional. No puedo recordar una película boliviana de los últimos años que no tenga problemas de actuación.

Al salir del cine y distanciarte del Averno y su derroche de “bolivianidad”, lo que queda resulta tan ligero como esa sensación que te roza el pecho cuando asistís a esos shows para turistas de la Sagárnaga.

Lo mejor: puede que gatille cierta curiosidad por algunos personajes míticos, también el arte es un apartado a resaltar Lo peor: promesa que no se cumple La escena: la de Freddy Chipana Lo más falsete: la ida al Averno y los niveles paceñísticos (no por La Paz sino por la cerveza) El mensaje manifiesto: el que mucho abarca poco aprieta El mensaje latente: seguimos lejos El consejo: para ver sin pedirle mucho El personaje entrañable: el que sabemos ( 😳 ) El personaje emputante: el Averno sin chiste El agradecimiento: a nivel técnico zafa.

OSCAR 2018: 3 anuncios en las afueras (Three Billboards Outside Ebbing, Missouri)

Por: Mónica Heinrich V.

“La ira puede ser una forma de entender el mundo” decía el director Martin McDonagh en una entrevista reciente.

No necesitás saber nada más. Ahí están los cimientos de su multi-premiada película Three Billboards Outside Ebbing, Missouri.

El filme ha ganado cuatro Globos de Oro a Mejor Película Drama, Mejor Actriz (Frances McDormand), Mejor Actor Secundario (Sam Rockwell) y Mejor Guión perfilándose, también, como favorito en la carrera del Oscar.

Hay crueldad en la historia que guioniza el mismo McDonagh: Una madre que sufre el asesinato de su hija se cabrea. Decide pagar tres gigantografías de una carretera y cuestionar al jefe de policía su ineficacia para encontrar al asesino.

“Violada mientras moría”, “¿Y aún no hay arrestos?”, “Cómo es posible, Jefe Willoughby”, son los tres certeros mensajes que cualquiera leerá al pasar por el lugar.

Así arranca su película el director galo-irlandés, acompañado de un casting de lujo con una Frances McDormand en su mejor forma interpretando a la indignada y dolida madre y un Sam Rockwell en la piel del obtuso Dixon. También está por ahí nuestro amigo Woody Harrelson como el cuestionado policía Willoughby y el siempre admirado Peter Dinklage (AKA Tyrion en Juego de Tronos) haciendo las veces de pretendiente y cómplice del personaje principal.

Déjenme contarles algo de McDonagh. McDonagh viene del teatro. Tiene alrededor de nueve obras realizadas. Dejó la escuela a los 16 años para dedicarse de lleno a la escritura y a los 26 estrenó la obra La reina de belleza de Leeanane, que lo pondría en el mapa y le valdría el mote del autor/director “más prometedor del momento”. Fue el primer dramaturgo después de Shakespeare en tener cuatro obras en la cartelera de Londres al mismo tiempo. Es una especie de geniecito, devorador de libros, escritor compulsivo, que tiene su propia visión del teatro, el cine, y la escritura.

Su traspaso a la pantalla gigante fue con esa fantástica película llamada In Bruges (Escondidos en Brujas, 2008 reseñada ACÁ) que protagonizó Colin Farrell y que logró que yo misma viera a Farrell con nuevos ojos. Una especie de reencuentro en slow motion con un actor que me parecía bastante mediocre y al que descubrí con mayor talento del que imaginaba. Luego vino Siete Sicópatas (2012) osada comedia negra que contenía muchos elementos admirables pero que en su conjunto no terminó de funcionar. Aún así, la firma de McDonagh estaba ahí, clarita cual rocío de la mañana.

El 2017, Three Billboards Outside Ebbing, Missouri se convierte en su tercer largometraje y esta vez, la película es pequeña. Una historia chiquita que desentraña un mundo que no es blanco o negro, sino lleno de matices. Y he ahí su mayor logro, mostrar un collage de personajes que no son buenos o malos a secas.

Ben Davis, el director de foto de Kick Ass, Guardianes de la Galaxia, Dr. Strange, también se sube al carro de lo minimalista y nos entrega su trabajo más intimista hasta la fecha.

Es su cámara la que nos lleva a través de ese pueblito imaginario llamado Ebbing (el director no quiso darle un nombre real al lugar). En ese paisaje rural, en ese cliché de pueblo chico infierno grande, hay mucha ira derrapando por las calles.

Y no es extraño que McDonagh que ya eligió un sitio turístico, casi de cuentos de hadas como Brujas (Bélgica) para contar en su primer largo una sucesión de escabrosos hechos, ahora nos cuente un crimen horrible dentro de una sencilla comunidad.

Muchas lecturas surgen de este filme, hay los que quieren interpretarlo como una mirada política hacia la era Trump. Una especie de vulnerabilidad del ciudadano americano ante una política de Estado que asumen será siempre adversa a sus necesidades. Una sensación de indefensión ante los horrores del mundo. Las ganas de gritar: ¿Y ahora quién podrá defendernos?

McDonagh se desmarca y aduce que el filme lo escribió antes que Trump gane las elecciones americanas e ironiza que él no es tan inteligente como para metaforizar de esa manera. Es solo una película, una historia que le pareció interesante contar. Una historia que fue inspirada por gigantografías reales que pedían efectividad a la policía local de una carretera en Alabama.

Lo cierto es que Three Billboards outside Ebbing, Missouri, fiel al estilo de su director, tiene introspección, sutileza, violencia, desparpajo y humor negro por partes iguales. Quizás algo de su desparpajo se pase de rosca y termine haciéndole baches al guion o creando escenas tan irreales como boludas. Quizás llegue un momento en que te preguntarás: “¿Es en serio?”. Eso no importa, McDonagh es de los que se desayuna lo inverosímil sin que se le mueva un cabello, él hace su película y punto. Tan es así que los personajes de Frances McDormand y de Sam Rockwell fueron escritos pensando en ambos actores como únicas opciones. McDormand tiene más de 60 años y le parecía que era imposible que una mujer rural espere hasta los 40 para tener hijos. El público no creerá eso, eran sus advertencias, por ahí si fuera la abuela de la chica, pedía. McDonagh dijo que no. Que el personaje era madre y punto. Finalmente, el esposo de McDormand, Joel Coen (uno de los hermanos Coen), le dijo que no se preocupe por nimiedades y que tome el papel. Así, Mcdormand se convirtió en la fuerte protagonista de este cuento sobre la América profunda y sus conflictos del día a día.

La película se filmó en 33 días. Casi un año después está paseándose por el mundo, duplicando su inversión, y tiene a McDonagh hablando en las entrevistas sobre la ira y la forma de entender el mundo. No, no es su mejor trabajo y no supera a la fantástica (segunda vez que lo digo, pero es cierto) In Bruges, sin embargo es una más que correcta película con unos actores que vale la pena ver interpretando estos personajes tan McDonagh.

A pesar de haber ganado el Globo de Oro a Mejor Película en la categoría drama, los que la vimos no nos quedaremos con un dramón, de esos de lágrima fácil y moco suelto. Nos quedaremos con la ira, la ira desmedida y algo muy cercano al perdón.

Lo mejor: un tema interesante contado con gran ritmo y grandes actuaciones Lo peor: sus huevaditas medias discursivas y pasadas de rosca La escena: las de Dixon y su malá, y cuando Dixon va y le pega a Red Lo más falsete: lo del dentista y la visita del veterano a la tienda de Mildred El mensaje manifiesto: la  ira moviliza El mensaje latente: la ira moviliza no siempre para bien El consejo: vean IN BRUGES! El personaje entrañable: el hijo de Mildred El personaje emputante: el veterano El agradecimiento: por diálogos divertidos y agudos.

CURIOSIDADES

    • Sam Rockwell subió de peso para que su personaje se viera más rellenito
    • Woody Harrelson se tomaba fotos y firmaba autógrafos a los fans locales que se acercaban a la filmación. Una noche improvisó un miniconcierto con su guitarra, al lado del set de la estación de policía.
    • El pueblo real en el que se filmó la película, es un pequeño pueblo llamado Sylva, situado en Carolina del Norte.
    • Es la primera película de McDonagh en la que no está Colin Farrell.
  • Abbie Cornish, Sam Rockwell, Zeljko Ivanek y Woody Harrelson trabajaron en Siete Sicópatas.
  • Es la película con menos muertos en pantalla de McDonagh.

CINE COREANO: La Villana / The Villainess / Ak-Nyeo

 

Por: Mónica Heinrich V.

¡Oh, sí! La venganza.

La querida, añorada y a veces judeocristiana esquiva venganza.

No sé qué les pasa a los coreanos. Tienen un bollo de películas en las que la gente jamás perdona ni olvida. Cero. Al contrario, elaboran un plan macabro en el que suelen llover coreanos muertos al trochis mochis y sus protagonistas reciben múltiples salpicadas de sangre en plena cara. Por mí, está bien.

Aplaudo el rencor llevado a la pantalla gigante con gracia.

El chiste está en la gracia.

La villana viene con un recorrido festivalero y comercial bastante bueno. De hecho, ha entrado en algunas listas como una de las mejores películas del año.

En las listas siempre surge el desencanto, y mi vida es un camino hecho con baldosas de desilusión, con el nombre de algunas películas topfiveadas (dentro de las cinco mejores del año) y personas siendo arrojadas a ese hacinado pozo imaginario en el que arrojo a seres humanos desagradables. Así que las listas nunca son del todo fiables, y hablan más de los crispines que las elaboran que de las películas que se mencionan. Pero sirven, uno les echa una miradita y a veces se encuentra cosas bonitas.

Aunque sigo bastante al cine coreano, al director Byung-Gil Yung no lo conocía y La Villana es su segunda película después de Confession of Murder. El filme está también guionizado por él, y por un colaborador debutante en el arte del guion: Byeon Sik Jung.

Primero diré que no estamos ante nada nuevo bajo el quemante sol de estos días de diciembre. De hecho, te remite a otras películas tanto coreanas como hollywoodenses (OldBoy, Misión Imposible: Rogue Nation, Kill Bill, John Wick, etc), pero eso no le quita el mérito de hacerte pasar un rato ameno viendo morir gente sin que exista ninguna lógica.

En la historia vemos varias “caras conocidas”. Una de ellas es la protagonista Sook Hee interpretada por Kim Ok Bin la actriz que todos recordamos por Thirst de mi amado Park Chan Wook. A su lado está el gran gran Shin Ha Kyun como Lee Jong Sang actor a quien le hemos visto la caripela en JSA, Sympathy for Mr. Vengeance, Sympathy for Lady Vengeance y Thirst las cuatro de Park Chan Wook y como galán el actor Sung Joon como Jung Hyung Soo a quien he visto en muchos doramas como Lie to Me, Can We Get Married, y Need Romance.

Ya, ya. Tanto bla bla bla y lo que queremos es saber si vale la pena pagar la entrada por ver esta huevada doblada en el cine. Señores, yo la vi dos veces, una subtitulada hace dos semanas y otra el fin de semana doblada en el cine, porque sí, mientras la veía subtitulada (bajada del infame torrent) me dije a mí misma: “mí misma, qué lindo sería ver este despelote en pantalla gigante” y zas, mágicamente, llegó a las pantallas de cine bolivianas.

Y la magia no hay que desperdiciarla.

La villana tiene un truculento y espectacular inicio con un plano secuencia en cámara subjetiva que dura alrededor de 5 minutos. Bien jugado, director de cine coreano que veo por primera vez.

Nuestra amiga Sook Hee se fatigó y se metió a un boliche lleningo de mafiosos a los que empieza a liquidar sin compasión.

SPOILER

La subjetiva se corta cuando le estrellan la cabeza contra un espejo y luego ya tenemos la visión de la heroína (no villana) completa.

Después resulta que a la tipa la agarra La Agencia (una suerte de FBI, CIA, KGB, lo que sea) que la intenta reclutar porque sus “habilidades” les serán útiles en el futuro. Para eso le hacen cirugía plástica y la entrenan. Ella decide cooperar porque está embarazada y le prometen que en 10 años saldará su deuda con ellos y será “libre”.

Luego nos cuentan en pequeños flashbacks su pasado de niña hija de mafioso traicionado por otros mafiosos, que cuando crece se casa con un mafioso traicionero que luego es supuestamente asesinado por los mafiosos que ella liquida al principio de la película.

Mientras tanto, en el presente le dan objetivos a eliminar y le ponen a un tipo de La Agencia como vecino encubierto para que se case con ella y la vigile de cerquita.

Queridos, nada tiene el más mínimo sentido. Ni su reclutada, ni que el crispín que la desposa primero haya sido el que mató a su señor padre, ni que la rescaten en su más tierna infancia, ni que la hayan dejado vivir, ni que después le pongan a ese chico para que se case por segunda vez, ni que la Agencia que todo lo sabe, lo ve y lo vigila pierda tantos agentes al pedo, ni nada. El guion es una oda a la torpeza y al valeverguismo que es casi exasperante.

Porque sí, cosito (el director) se ha pasado el guion por allá por donde la espalda pierde su bello nombre, pero pucha que le ha puesto empeño a cómo contar ese guion tan malo.

Casi al final, donde la tipa parece tener más vidas que un gato, llega la secuencia del auto y del bus en la que bien podríamos decir: «Ahora sí nos fuimos al carajo con impulso«, pero desde tu butaca soltás la risotada y empezás a gritarle a la pantalla como barra brava: ¡Matalos a todos, hija. A TODOS!

FIN DEL SPOILER

Si queremos hurgar entre la metafísica, la filosofía y el existencialismo para no sentirnos tan mal por tanta descarga de violencia, La Villana tiene una lectura de este personaje femenino y fuerte que invita a sobreponerse al dolor y a tomar su historia bajo su propio mando. Nahh. O sea, no. Bueno fuera. Ni siquiera se detiene en explorar aspectos políticos de su reclutamiento, o la articulación de las mafias coreanas, o tan siquiera el golpe demoledor de tantas pérdidas en una persona. Es nomás un derroche de adrenalina vacío. Un vacío filmado con un pulso y un estilismo que se admira.

Creo que no da para ovacionarla durante cuatro minutos como sucedió en Cannes de este año, pero con seguridad te dejará unas cuantas secuencias dando vueltas en la mente como peto mocochinchero.

Lo mejor: muy bien filmada, súper amena, y un estilismo para admirar Lo peor: vacía y sin sentido La escena: la secuencia inicial, la de las motos, y la del bus Lo más falsete: casi todo tiene poca credibilidad El mensaje manifiesto: las cosas se resuelven con sangre El mensaje latente: el rencor es un poderoso motor El consejo: tengo un dilema: Visualmente la película se disfruta más en pantalla gigante pero solo hay opciones dobladas, y siempre que el guion es malo la versión doblada termina por hundir más el asunto. El personaje entrañable: la hija de la protagonista. Dios mío qué criaturita más hermosa. Que no la vea Angelina Jolie porque se la sustrae El personaje emputante: En parte la protagonista, que andaba como volantín al viento matando coreanos cada vez que se le venía en gana El agradecimiento: por las dosis de adrenalina y buenas secuencias.

TELEVISIÓN: Mindhunter (Temporada 1)

Por: Mónica Heinrich V.

“Debo estar en el infierno”, es lo primero que se lee en el prólogo de Mindhunter (Cazador de mentes), el libro del agente del FBI John Douglas. En ese párrafo Douglas describe su pesadilla más recurrente: los asesinos y violadores a los que puso tras las rejas lo torturan buscando su muerte.

El libro es una crónica que narra alrededor de 25 años de carrera de Douglas en la UCC (Unidad de Ciencias del Comportamiento) del FBI y sus encuentros con peligrosos criminales. Dicho así parece muy interesante, pero en la práctica gran parte del relato se ancla en la vida personal del tipo de manera muy condescendiente (“Estaba en gran forma” “Tenía muchos músculos”, “Ya era conocido como el chico malo”, “tenía talento para tal o cual cosa” “Me ovacionaron sinceramente”). Con esto no quiero decir que  no tenga valor, sino que a los datos valiosos estorba esa torpeza del autor de ponerse por encima del texto.

El libro también lo firma Mark Olshaker que no es un colega de Douglas, sino el escritor profesional que apoya al agente del FBI en la redacción.

Pues nuestra Charlize Theron vio oro ahí y compró los derechos del libro. Ante el fracaso por llevar la historia a la pantalla gigante se unió al cineasta David Fincher. Juntos quisieron vender el proyecto a HBO en el 2009 y finalmente este 2017 la convirtieron en una serie exclusiva para Netflix.

Hay buenas y malas noticias al respecto.

En ese juego odioso de Libro vs Serie, puedo decir con propiedad que el versus no existe ya que la versión de Fincher para Netflix es muy libre de la crónica de Douglas. Corre como gacela por pradera verdosa lejos, lejos de Douglas.

Fincher ha creado un universo oscuro donde se repite la vieja fórmula de agente ingenuo va descubriendo cosas que empiezan a cambiarlo internamente. Todo sucede, claro, acompañado del colega refunfuñón con mayor experiencia.

Para eso extrapolan a Douglas en el personaje Holden Ford (Jonathan Groff). El agente real, Douglas, fue francotirador, participó en guerras, y cuando empieza su estudio tenía hambre de protagonismo y gloria. Ford, en la serie, es un joven ingenuo, bastante atarantado, que comienza el estudio casi por accidente y que se la pasa con cara de asombro ante cada hallazgo y preguntando obviedades. Eso si es que no está charlando de sociología con su pareja/proyecto de novia/encame.

Aquí, casual, en la disco. Coqueteando.

La serie nos muestra a dos agentes del FBI bonachones, tratando de sacar adelante su proyecto de estudio del comportamiento criminal ante una institución burocratizada.

Lo más chocante de los episodios iniciales es que los personajes principales son bastante tópicos y ya hemos visto ese tipo de dupla muchas veces. Además, la serie te presenta ese universo de manera bastante convencional, aunque muchos se afanen en decir que estamos ante algo no visto hasta ahora.

La guionización de la mayor parte de los episodios corre a cargo de Joe Penhall cuyo trabajo más destacado es su mediocre adaptación a la pantalla gigante de La carretera (McCarthy). Penhall tampoco aporta a particularizar este thriller, sin embargo la dirección de Fincher (primeros dos y últimos dos episodios) es tal cual su filmografía y sus otros escarceos televisivos (House of Cards) sobria y elegante.

El primer episodio de Mindhunter es casi de manual, sin nada que te motive a ver el segundo aparte de dejarte llevar por el hype. Tu seguimiento al rebaño rinde sus frutos cuando finalmente aparece en escena Edmund Kemper (un gran Cameron Britton). Con el universo de Kemper (un asesino en serie que decapitó a su madre y violó la cabeza, entre muchas fechorías más) cuyas respuestas son calcadas a las del verdadero asesino, se abre la ventana a la insania que la gente esperaba con soda y pipoca.

Paralelo a las entrevistas a asesinos y criminales violentos, Holden y su compañero investigan algunos crímenes sin resolver que se les van presentando. Entre esas incógnitas y la riqueza de los personajes perturbados podemos decir que la serie llega a funcionar y que cocina un interés a fuego lento. Mindhunter comienza en 1977 y en cada episodio vemos a un misterioso personaje del que solo se muestra una secuencia. Ese es el asesino BTK, un asesino en serie de Kansas que recién fue arrestado en el 2005.

El leitmotiv del libro y de la serie es desmitificar a los asesinos y más que humanizarlos tratar de entender por qué actuaron como actuaron. En la realidad, este trabajo se usó para prevención de delitos y “cacería” de criminales, muchos casos se resolvieron siguiendo un protocolo establecido gracias al estudio de Douglas.

Pero seamos sinceros, pocos están viendo la serie porque vayan a “aprender” algo del comportamiento humano, la serie se la mira por el morbo que despierta el tema. Fincher mismo ha dicho que películas como Seven o El silencio de los inocentes enaltecen la imagen del asesino y la pone en una posición casi de virtuosismo (leer la entrevista aquí). Desgraciadamente, Mindhunter tampoco es tan ajena a eso. Si bien estos personajes vienen de entornos degradados y de situaciones familiares muy jodidas, la serie pone un cierto halo de fascinación a los mismos. Son las intervenciones con los psicópatas las que están mejor montadas, las que tienen los mejores diálogos y las secuencias más memorables. Si vos charlás de la serie con otros pequeños humanos, el comentario general es «el Kemper ese, puta qué genial está, lo busqué en youtube y es igualito».

Y es entendible, el problema es vender la pomada de que estás ante una serie diferente y de corte más profundo que otras de la misma temática cuando en realidad el tratamiento es más bien convencional y el resultado es el mismo.

Mindhunter tiene 10 episodios en su primera temporada y ya ha sido renovada para una segunda entrega. Es una serie que inicia flojita y que va creciendo conforme avanza. La temporada cierra de manera muy abierta y promete que esa urina asustada llamada Holden agarrará mayor fuelle en lo que sigue.

Go, Holden, Go.

Con grandes actuaciones, un sólido diseño de producción y personajes secundarios (asesinos) de lujo, Mindhunter se deja ver. En lo particular pienso que no alcanza niveles de embeleso. Quizás sea porque he visto/leído demasiadas cosas (series, documentales, películas, libros) relacionadas al tema y nada de lo que se relata me resulta nuevo o asombroso. Sí, puede que el problemita sea yo.

Como thriller me pareció algo aburrido (sobre todo al inicio), como estudio del ser humano no profundiza y se queda en una somera aproximación a la mente de un asesino, como vistazo al nacimiento de protocolos del FBI para manejar casos como los que la serie presenta hay cierta ingenuidad en la narrativa y cierta ingenuidad que se atribuye a un espectador que ya ha visto un montón de temáticas parecidas y no es el espectador de los 70s a los que la serie recrea.

¿Vale la pena verla? Tiene buenos momentos. El caso de Benjamin, lo del profesor cosquillas, lo de Kemper, como que le dan peso suficiente para que digás que sí, que vale la pena.

La segunda temporada será su prueba de fuego, una temporada en la que terminará de crear su personalidad como serie y veremos si sale de la casilla en la que parece estar muy cómoda: fórmula tradicional para la masa.

Lo mejor: Sobria, elegante, y tiene buenos momentos Lo peor: no se despega de los clichés del género La escena: todas las de Kemper Lo más falsete: las charlas boludas con la novia, el papel inicial de Holden  El mensaje manifiesto: hay cosas que no tienen cura El mensaje latente: qué importante es criar con amor y cariño a un niño El consejo: esperar que pasen los dos primeros episodios para que agarre más interés El personaje entrañable: el gato que come los atunes en la lavandería El personaje emputante: Sí, el pelotudo de Holden El agradecimiento: porque está bien filmada y por sus personajes perturbados tan bien trabajados.

EXTRAS

Adjunto el libro (en inglés) en el que se basó por si algún curiosito le quiere dar una leída:Mindhunter

CURIOSIDADES

    • Jonathan Groff audicionó para hacer de Zuckerberg en la película Red Social y fue ahí donde Fincher le echó el ojo.
    • Se filmó con una RED EPIC DRAGON especialmente ajustada para Fincher bautizada como la Red Xenomorph
    • El personaje Debbie (novia de Holden) maneja una peta beige, es el mismo tipo de auto que usaba Ted Bundy otro infame asesino serial.
    • Holt McCallany (actor que interpreta al compañero de Holden) ha actuado también en El Club de la pelea.
    • En la serie el personaje Holden tiene 29 años y el actor que lo interpreta 32. Bill, por su parte, tiene 44 y el actor que lo lleva a la vida 54.
    • Además de Mindhunter, Charlize Theron participa como productora en otro proyecto vinculado a Netflix: Girlboss, la comedia que adapta el libro escrito por Sophia Amoruso.
    • La nueva temporada se anclará en los asesinatos de Atlanta.
    • A continuación una comparación entre el Kemper real y el Kemper ficcionado.

DOCUMENTAL: Get me Roger Stone

Por: Mónica Heinrich V.

El año pasado le preguntaron a un mono chino quién sería el nuevo presidente de Estados Unidos, ante él tenía dos fotos de los candidatos: Hilary Clinton y Donald Trump. El mono (que ya había anticipado al campeón de la Eurocopa) corrió sin atisbo de duda a agarrar la foto de Trump.

La anécdota generó más burlas que preocupación, en ese momento era imposible pensar que Trump ganaría realmente las elecciones presidenciales.

Porque, admitámoslo, muchos vieron la candidatura de Trump como un error, como una suerte de fantochada o de capricho del magnate que nunca llegaría a buen puerto.

¿Construir un muro pagado por mexicanos?¿Un plan de recorte de impuestos fuera de proporción? ¿Prohibición total de entrada de musulmanes a territorio americano? ¿Derogar y reemplazar el Obamacare? ¿Deportar masivamente a inmigrantes? ¿Meter presa a Hilary Clinton? Esas eran algunas de sus promesas electorales más controvertidas y, sin embargo, ahí en la sacrosanta intimidad del voto secreto, la gente marcó casillas suficientes para que el oxigenado y bronceado Trump alcanzara la presidencia.

El documental Get Me Roger Stone (que se puede ver en Netflix) revela que no, no fue un error, no fue una fantochada, no fue un capricho, sus propuestas no fueron producto de su perfil alocado, ni siquiera la masa votante lo escogió por “accidente” o por no pensar con claridad en sus opciones. El documental nos dice que la candidatura de Trump obedece a una coyuntura propicia y a una estrategia política largamente planeada cuya génesis se puede encontrar en los 80s.

“Mi nombre es Roger Stone y soy un agente provocador” dice uno de los asesores políticos más oscuros de la historia política americana. Otros lo han llamado con justa razón “El señor de las tinieblas”, ha metido sus narices directa o indirectamente en momentos claves de su país.

Roger Stone es un dandy, un fan de Nixon, tan fan que tiene su cara tatuada en la espalda y posee la mayor colección de memorabilia existente sobre el único presidente americano que ha dimitido al cargo.

El “señor de las tinieblas” se involucró en la política desde muy joven y escaló gracias a su postura inescrupulosa y amoral. Se sentía atraído a personajes como Nixon, por lo que fue parte de su equipo con solo 19 años, así conoció a Roy Cohn. Cohn era un despiadado abogado que fue mano derecha de McCarthy y tuvo una participación activa en al persecución de los comunistas de la época. Cohn era abogado de Trump. A mediados de los 80s él sería quien presentaría a Trump con Stone. A partir de entonces se inició una estrecha relación de amistad y confianza que perdura hasta la fecha.

En el documental vemos a un Roger Stone práctico, cínico, fascinado consigo mismo y sabiendo qué carta jugar y cómo presentarla. Hasta tiene el mismo look de Trump: cabello teñido y excesivo bronceado.

Stone fue uno de los socios de la empresa de cabildeo (lobby) más poderosa de USA, con esa empresa obtuvo millones de dólares en ganancias. Esas fotos que uno ve de presidentes americanos estrechando las manos de dictadores o genocidas, son logradas a través de cabildeos. Acuerdos gracias a la influencia de los lobbistas en la administración del presidente de turno y que no concluyen solo con la foto o el estrechón de manos, son acuerdos multimillonarios que inician guerras o las sostienen. “El libertador de unos es el torturador de otros”, respondió Manafort (otro de los socios de Stone) ante los cuestionamientos éticos y morales.

Si bien el trabajo de los realizadores Morgan Pehme, Daniel Dimauro y Dylan Blank intenta abarcar la vida de Stone, en realidad el personaje sirve para cubrir las últimas elecciones y explicar el ascenso de Trump.

El “Make America Great Again” concepto calcado de la campaña de Reagan; el uso del término “La mayoría silenciosa”, otro concepto usado por Nixon, Reagan, Franco; el pedido del certificado de nacimiento de Obama para demostrar que secretamente es musulmán; Hilary enferma e incapaz de asumir el cargo; los mails que comprometían a Hilary liberados por Wikileaks; los nexos con Putin, todo eso se le atribuye a Roger Stone.

En algun momento de la campaña y como parte obvia de su estrategia, Donald Trump despidió a Stone cuando aún faltaban meses para las elecciones. Stone siempre ha jugado desde las sombras y desde ellas maquinó aún más a gusto, se relacionó con personajes como Alex Jones, resaltando que Jones tenía más audiencia que la CNN y la NBC juntos.

Alex Jones es un mediático periodista de extrema derecha. Tiene un programa llamado InfoWars que llega a más de 60 estaciones de radio y abarca al público que precisamente le dio el triunfo a Trump. Stone aparecía casi a diario en el programa de Jones, porque claro, una de las cosas en las que hacía hincapié era la llegada que tenía el magnate a un público clase media-baja.

“Usa el rencor de blancos resentidos para manejar la agenda de gente rica”, dijo Jane Mayer colaboradora habitual del New Yorker, que también brinda su testimonio en el documental junto a personajes como Jeffrey Toobin, Tucker Carlson, Matt Labash, Paul Manafort.

Sí, es verdad: los tejemanejes, el maquiavelismo, la falta de escrúpulos, las declaraciones y actitudes de jugador de ajedrez, la guerra sucia, el lobby, los negociados no son ajenos a la política en general, a ese pantano en que el se sumerge cualquiera que ingresa a ese mundo.

Get me Roger Stone produce cierta repulsión extra al ahondar en ese pantano y ver de cuerpo entero a uno de los pioneros del lodazal, un tipo que se ufana de ser el que normalizó la guerra sucia en las elecciones americanas, el que hizo del lobby una forma de vida, el que dice haber jugado un papel clave en la derrota a Al Gore, y que ahora tiene entre sus infamias el ser el arquitecto de Donald J. Trump como presidente.

El documental, en todo caso, le da demasiado crédito a Stone porque el problema no es solo Trump o Stone. Hay un sistema que los crea y que los alimenta. Un país que ha iniciado guerras contra «extremistas» ahora sufre el más dramático incremento de grupos de odio ligados al Ku Klux Klan y al movimiento supremacista blanco. Esto no viene con la administración de Trump es un caldo de cultivo que viene desde el origen del pueblo americano, ese que eliminaba indios porque eran salvajes.

Los recientes acontecimientos de Charlottesville son el corolario de una política de Estado sostenida que alimentó el odio y el temor al otro durante décadas. Un conflicto que encuentra en su actual presidente, Donald Trump, a un dignatario incapaz de lidiar con un fuego que él mismo atizó durante su campaña.

Get me Roger Stone lo explica claro y contundente, habrá que esperar a ver si el tatuaje de Nixon en la espalda de Stone no se convierte en una premonición. Hace unas meses y poco después de que Trump despidiese a James Comey, director del FBI, el señor de las tinieblas publicó un tweet: “En algún lugar Richard Nixon está sonriendo”.

CINE POLACO: The Lure / Córki dancingu

 

Por: Mónica Heinrich V.

Los gringos la titularon The Lure (El señuelo) pero la traducción literal del polaco sería: Hija del baile. Creo que ambas son aproximadas y ad hoc a lo que veremos en pantalla.

Esta es una revisión del conocido cuento de Christian Andersen “La Sirenita». ¿Lo recuerdan? la historia triste y patética de este ser mitad humano mitad pez que anda babeando por un príncipe y que siente cierta añoranza por lo que no es: humana.

Disney nos entregó algo edulcorado con final feliz, tal cual lo necesitamos teniendo en cuenta que en la vida real los finales felices son más bien esquivos.

La cineasta Agnieszka Smoczynska tiene una visión aún más sórdida que la de Andersen. Olvídense de Ariel y su cepillo-tenedor, o del carismático cangrejo cantando “Bajo el mar”, nuestras sirenitas (son dos) actúan como femmes fatales, los humanos las ven como objetos sexuales (más animales que personas) y bajo toda esa apariencia núbil, las sirenitas tienen colmillos y los usan.

Una familia de músicos se encuentra ensayando a la orilla de una playa y se topa con un par de hermanitas sirenas: Golden y Silver. El encuentro pinta a las sirenas como adolescentes juguetonas y a la familia como oportunistas que rápidamente intentarán sacarle partido a las chicas.

En ese interludio sabremos que las sirenas pueden transformar su cola en piernas a su antojo y que solo basta regarles un poquito de agua a las piernas para que la viscosa cola aparezca de nuevo. También veremos que no tienen orificio vaginal, ahí donde deberían ir sus cositas femeninas está tapado como cuerpo de muñeca.

Adoptadas por el cabaret donde la familia trabaja, Silver queda prendada del rubio hijo de la matriarca de la banda. Golden le advertirá que no puede enamorarse de un humano. Siguiendo la línea argumental de Andersen si ella se enamora de un humano y el desgraciado se casa enamorado de otra mujer, ella se convertirá en espuma.

Smoczynska lanza esta ópera prima con el guion del experimentado Robert Bolesto que el año pasado tuvo créditos como guionista en The Last Family.

Una de las sorpresas del filme llega cuando te das cuenta que estás ante un musical, un musical muy raro y extravagante. Otra sorpresa es que el musical va mutando a comedia negra, a thriller y a gore. Es un filme multigénero con los riesgos y fallas que eso conlleva.

A esa cosa divertida y alocada en cuanto a propuesta, se le suma las actrices Marta Mazurek como Silver, y Michalina Olszanska como Golden, dos chicas polacas talentosísimas y versátiles.

The Lure está inmersa en los 80s y las sirenitas son caníbales. Hay en la historia una analogía al abuso que sufren los inmigrantes y también se remite a los despertares a situaciones amorosas, sexuales y laborales.

Mención aparte la dirección de arte y el vestuario, mucho cariño y pienso en esta película.  El logrado efecto de las colas y la fotografía son otros dos puntos que nos reconcilian con cierto «apuro» para concluir el filme.

Lo que quizás aleja al espectador de una sensación más satisfactoria es que el golpe de efecto musical de esta versión de La Sirenita (que es también una historia de amor, de vampirismo y de sacrificio) pierde fuelle muy rápido. Su aspiración a abarcar muchos géneros termina pasándole factura y dejando un resultado global más bien irregular.

La salva la sordidez y una suerte de originalidad a pesar de estar contando una historia tan vista y manoseada.

Lo mejor: arte, vestuario, personajes excéntricos y situaciones alocadas Lo peor: no terminó de cuajar La escena: la de la doña con las sirenitas y ellas mamando y la operación Lo más falsete: es una película de extremos así que tiene más licencia para jugar con lo falsete El mensaje manifiesto: no te safriqués por pelotudeces El mensaje latente: NO TE SAFRIQUÉS POR PELOTUDECES El consejo: para verla una tarde de domingo El personaje entrañable: las hermanitas El personaje emputante: el choco de mierda y el dueño del cabaret El agradecimiento: por una experiencia interesante que difícilmente olvidaré.

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