LOST IN CONTEMPLATION OF WORLD

DOCUMENTAL: Navalny / Fire of love

Por: Mónica Heinrich V.

NAVALNY

Qué vergüenza ajena siento. Un poco de bochorno propio también por someterme al suplicio de ver completo Navalny. La culpa la tienen los cosos dorados de este año que van y le dan el premio a Mejor Documental y el espectador, a pesar de toda la triste historia que tenemos con la Academia, empieza a creer en pajaritas preñadas. Y sí, la culpa (porque hay que repartirla bien) es también de CNN, y de este sujeto: Daniel Roher, director. Y no, no nos confundamos, nada sería la simpatía política (que puedo entenderla y respetarla), el gran problema de este trabajo es que carece de cualquier sentido artístico, o pudor artístico, o cualquier cosa artística, por no mencionar su escaso valor periodístico. En resumidas: es un burdo panfleto proselitista.

Puedo entender las adhesiones anti Putin y el solaz que significa imaginar que alguien (cualquiera) sea el súper héroe caído en desgracia por desafiar el poder. Pero, gente de bien, odio decir que no es el caso o, por lo menos, el documental (más allá de un maquillaje barato) no consigue demostrarlo.

Roher, por ese maravilloso y casual sentido de la oportunidad (digamos), entrevista a Navalny tiempo después de su intento de asesinato en Siberia. Contextualizo: Alexei Navalny es un opositor de Putin (y, según algunos medios, un posible gran rival electoral ruso) que en el año 2020 se comenzó a sentir enfermo dentro de un avión y, después de mucho alboroto, consiguió ser trasladado a Alemania donde se confirmó que había sido envenenado con Novichok, un agente químico ligado a atentados Putinísticos. Hasta ahí, tenemos una gran historia digna de una película y/o un documental. Héroes, villanos, peligro de muerte, envenenamientos clandestinos, conspiraciones, espionaje, matones, delitos de estado, etc.

Soy el salvador de la gran patria rusa

En Navalny, dirigido por Roher, el tal Navalny grita chantulín desde el primer momento. Para empezar es incapaz de explicar coherentemente sus nexos con grupos ultra fascistas. Porque este personaje surge de ahí. Con un discurso extremo, racista, anti musulmán, anti inmigrantes, anti georgianos, incluso anti Ucrania. Y luego vira, y aparece como paladín de la democracia, de los valores morales más prístinos y, claro, anti invasión. Ya estamos grandes y hemos visto demasiada chacota para saber que eso no es posible. Sus ideas son bastante prosaicas y de consigna como para que sean reales. Esto de su pasado es importante porque va en contra de los valores que dice defender ahora.

El tipo, entonces, no resiste archivo. Aún así, sigue siendo un personaje que podés explorar o diseccionar con éxito si te animás a hacer algo más que la lisonja gratuita. Como espectadora seguía esperando que el documental me arrojara por lo menos una mirada aguda sobre su perfil político, para bien o para mal. Y no. Cero.

La primera parte del documental es bastante básica y está enfocada en presentar como víctima a Navalny. Puede serlo, claro, pero el trabajo de Roher es similar al de un camarógrafo contratado para seguir a un candidato durante su campaña. En el nudo, se interna en la investigación que hizo el mismo Navalny para desenmascarar a sus casi asesinos con la ayuda de un periodista del Bellingcat. Quizás es lo más logrado del documental, lo más entretenido, lo más informativo, lo más útil. Aunque siempre en un formato muy MTV, TIK TOK, farandulero. Creo que, si Navalny se hubiera basado más en los hechos tal cual y hubiera seguido la línea del tema de grabar las llamadas, y recopilar pruebas fácticas y mostrárnosla a detalle, sería mucho más valioso.  Se conforma con una llamada que le sale bien, de la que no tenemos cómo saber si es la voz real, dónde quedó el tipo, y la participación exacta de las personas que nombran. Todo se queda ahí, en una especie de video superficial, casi trivializado.

El excesivo afán de Navalny por la cosa mediática es algo que me repelía también. Ya lo había notado en su cuenta de twitter donde solía hacer las comparaciones más desafortunadas, una de las últimas que leí fue cuando comparó disparar un misil con la cantidad de repercusión que generaría posicionándose a favor de Ucrania gracias al alcance de sus redes. Una persona así no puede ser manejada para que baje el perfil en un documental, por más que dicho documental sea a favor de su imagen, así que Navalny muestra su pose de mesías durante todo el documental. A los que quieren creer el cuento del salvador de la patria los seducirá más, pero si conocés bien ese tipo de perfil: el político narciso-mitómano-manipulador, te darás cuenta que entre Navalny y Putin no hay muchas diferencias.

Lo peor es cuando el documental concluye haciendo creer al público que Navalny es encarcelado solo por ser un férreo opositor del gobierno y nunca nos cuenta las denuncias de lavado de dinero y de estafa que tiene en su contra desde hace años. ¿Si el gobierno de Putin montó esas denuncias, no sería mucho más edificante saber cómo lo hizo? ¿No sería más interesante probar que es inocente? Preferiría acortar imágenes de seguidores amontonados con cartelitos a favor de Navalny y que se me cuente a detalle los mentados atropellos de Putin. Y si el objetivo es “vender” a Navalny, ¿cómo no aprovechar semejante oportunidad para que el tipo no sea solo un amplificador de frases ñoñas y vacías sobre la libertad y los derechos humanos?

Roher tuvo la inteligencia de hacer un documental que le generaría repercusión inmediata, que tendría el apoyo y la cacofonía de los medios anti Rusia y que además serviría para que los cosos dorados se suban al tren del mame. Sin embargo, el trabajo muestra inmadurez como realizador y una falta de análisis real que para un tema tan delicado tendría que ser casi obligatorio. Hay cierta deshonestidad en cómo presenta los hechos, independientemente de si el Kremlin intentó matar a Navalny y lo encarceló injustamente.

Lamentablemente, el asunto es tan espinoso que nunca sabremos la verdad a detalle. Serán estos guardianes de la historia los que la escriban: los seguidores de Putin o los anti Putin. Una verdadera pena.

Lo mejor: la parte pequeñísima de investigación Lo peor: documental de político para el político La escena: la llamada Lo más falsete: que solo sea esa llamada El mensaje manifiesto: la masa es muy manipulable El mensaje latente: Cree a aquellos que buscan la verdad, duda de los que la han encontrado. El consejo: nunca te quedés con una sola verdad El personaje entrañable: esa verdad que nunca conoceremos del todo El personaje emputante: las ansias de poder El agradecimiento: porque por lo menos habrá gente que se interese en saber qué pasó…

FIRE OF LOVE

Esto es hermoso y tétrico y jodido y hermoso nuevamente. 

Digamos que si venís de ver Navalny te sentirás súbitamente emocionado cuando en los créditos presentan a los volcanes como si fueran parte del casting.

Y sí, Fire of love en un inicio tiene esta vibra de un trabajo tal cual su título, fuego hecho de amor. Después de ese inicio divertido, con música divertida, montaje divertido, y sensación divertida, nos presentan a la pareja de vulcanólogos franceses Katia y Maurice Krafft. Científicos exitosos que (no hay spoiler acá) perdieron la vida por causa de uno de sus amados volcanes. 

La voz de la gran Miranda July nos relata la vida y obra de los Krafft. Cómo se conocieron, cuál fue su formación académica, la simbiosis científica que lograron, la pareja en la que se convirtieron, y cómo la fascinación por los volcanes los llevó a arriesgar sus vidas para conseguir las muestras más sorprendentes, las fotos más espectaculares, los videos más increíbles, los hallazgos más importantes.

El documental dirigido por Sara Sosa (productora del polémico docu The Edge of democracy) atrapa desde sus primeros segundos. Sentimos el embeleso de Sara por el embeleso de los Krafft. Y hasta ahí, el embeleso nos inunda también.

Luego, el embeleso pasa a un poco de incomodidad. Me explico. En la vida real, me fatiga la gente que a título de una pasión hace cosas tontas y pasa por alto las medidas de seguridad más básicas. La búsqueda de sensaciones que mencionaba  en sus estudios el psicólogo Marvin Zuckerman está asociada a veces a una conducta de riesgo y en este caso, era evidente que Maurice padecía algún tipo de trastorno que hacía que fuera imposible para él darle al riesgo el valor que una persona normal le daría. Y con él arrastraba a Katia. 

De hecho, sus acercamientos a los volcanes fueron escalando en imprudencia cuando debería ser al revés, mientras más data recaben del comportamiento incierto de los volcanes, más precaución o protocolos de seguridad podrían generar.

Igual, es imposible apartar los ojos de esa crónica de una muerte anunciada. La lava, los volcanes, los Krafft te hipnotizan. Las imágenes que ves en pantalla son una recopilación del material que la infortunada pareja grabó a través de sus años de trabajo visitando volcanes. Estamos hablando de principios de los 60s a principios de los 90s. 

Hay mucha belleza y poesía en esa furia de los sangrantes volcanes. No lo vamos a negar. 

Pero el tono del documental siempre es de admiración. Ahí donde Werner Herzog reconocía en Timothy Treadwell toda la vibra cringe y alarmante de su amor por los osos en Grizzly Man, la directora Sosa solo observa y aprueba. 

Cuando el Monte Unzen hizo lo suyo, Maurice tenía 45 años y Katia 49. La voz en off de July pregunta en alguna parte del documental: «¿Si murieras en cualquier momento, qué dejarías atrás?» una reflexión que hace eco al importante legado de los científicos. Yo me pregunto: ¿Si Maurice y Katia no morían tragados por la erupción del Monte Unzen, se imaginan la cantidad de investigaciones que hubieran logrado hasta hoy?

Lo mejor: fascinante e hipnótico documento Lo peor: su tono admirativo que nunca cuestiona lo cuestionable La escena: cuando se escucha a través de los testimonios decir a Maurice que no le importaría morir a causa de un volcán (!) Lo más falsete: el tono lírico El mensaje manifiesto: la naturaleza es más grande que todos nosotros El mensaje latente: hay que respetarla El consejo: para ver una tarde de sábado  El personaje entrañable: Katia, porque sí El personaje emputante: Maurice, porque sí El agradecimiento: por lo que dejaron detrás.

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