LOST IN CONTEMPLATION OF WORLD

DOCUMENTAL: Allen v. Farrow

Por: Mónica Heinrich V.

¿Cuál es tu película favorita de Woody Allen? Con esa pregunta, Dylan Farrow (hija adoptiva de Mia Farrow y Woody Allen) daba inicio a una carta abierta publicada el 2014 en el blog del columnista Nicholas Kristof. La carta se publicó en el New York Times. Por primera vez, en público y en su fase adulta, relataba los supuestos abusos sexuales cometidos por el cineasta cuando ella era apenas una niña.

HBO estrenó hace poco el documental Allen v. Farrow, en el que se retoma esta acusación. El documental cuenta con 4 episodios, y es codirigido por Kirby Dick y Amy Ziering. Ambos realizadores se han especializado en trabajos sobre abuso sexual. Por ejemplo, The Invisible War (2012, reseñado ACÁ) que narraba los abusos sexuales dentro del ejército americano, The Hunting Ground (2015) enfocado en el abuso sexual dentro de las universidades y On the record (2017) sobre los abusos sexuales en la industria musical.

Dick y Ziering suelen posicionarse sin medias tintas sobre el tema que tocan, desde esa posición desarrollan el relato y arman la estructura del documental. En Allen v. Farrow, es obvio que creen que Woody Allen es culpable y, por lo tanto, su misión parece ser desenmascarar al cineasta, mostrar las evidencias que apuntan hacia él y, claro, cuestionar (al igual que en sus anteriores documentales sobre abuso sexual) el sistema social, político y jurídico que ha permitido que Woody Allen se salga con la suya.

El documental, entonces, inserta la letra escarlata en el pecho de Allen. Grandota y remarcada. Pero ¿realmente logra probar su punto? ¿este documental que apunta una verdad, la verdad de Dylan, se maneja desde la verdad en todo momento?

En estos casos públicos, los espectadores solemos también tener una opinión formada al respecto. Dicha opinión se sostiene por un montón de elementos subjetivos que hacen que se crea o no en la acusación de la que es objeto la celebridad. Antes de proseguir con esta reseña, diré que para mí Dylan dice la verdad. Así es, le/te creo Dylan.

Woody ya dijo en una entrevista reciente que si una persona sentada en el sofá de su casa cree que es pedófilo o no, lo tiene sin cuidado, «con eso y 15 centavos me compro un pasaje de metro». Y tiene razón, las opiniones son lo de menos, pero influyen a la hora de ver, por ejemplo, Allen v. Farrow.

Se podría decir que este documental es el material perfecto para los que creemos que Woody Allen es culpable. Sin embargo, hay mucho ruido en el material de Dick y Ziering, un ruido que nace de una manipulación excesiva de la verdad en pro de Mia Farrow, no de Dylan, de Mia.

El Allen v. Farrow como título nos remite a un enfrentamiento, al enfrentamiento jurídico y mediático que aún continúa entre ambos personajes, pero en la pantalla lo que vemos es un Farrow v. Allen. Porque Allen, o el lado de Allen, no está presente más que en suposiciones, extractos de su audiolibro, llamadas telefónicas cortadas e imágenes de librería. 

Si bien tanto Woody, como Soon Yi, como Moses (el otro hijo que apoya a Woody) declinaron la posibilidad de dar sus testimonios, sí se echa en falta un equilibrio a la hora de contar las vicisitudes de la vida familiar de Farrow o del juicio. Tanto los extractos del audiolibro de Woody como las manipuladas charlas telefónicas o la ausencia de la versión de Soon Yi vertida en una entrevista del 2018, pudieron ser la voz de los involucrados ausentes. Pero lo que se usa, recalco, siempre está en función de probar la culpabilidad de Woody.

El entramado familiar de Mia no es tan idílico como lo pintan, ni tampoco fue solo la niña luchadora que venció la polio, de hecho uno de sus hermanos está en la cárcel por abuso sexual infantil con una condena de 25 años y otro de sus hermanos Patrick, se suicidó en el 2009. El inicio de su matrimonio con Previn o el inicio de su relación con Woody, no fue para nada como lo relatan en el documental.

A eso se suman, manipulaciones como lo dicho sobre la destrucción de las  entrevistas hechas a Dylan por los especialistas, se deja en el aire la idea conspiradora cuando en realidad era un protocolo llevado a cabo con todas las entrevistas infantiles para proteger la privacidad de los menores de edad.

Ya hablando de las constantes adopciones, en el documental no se menciona que tres de sus hijos adoptivos ya están muertos. Uno por suicidio, otro en circunstancias aún no aclaradas y una tercera murió en la pobreza a raíz de una neumonía producto del SIDA que padecía. Tampoco investiga las informaciones vertidas por Woody de los hijos «devueltos» a los orfanatos. 

¿Cambia el supuesto abuso conocer esos hechos? No, claro que no. Destruir la reputación de los denunciantes/víctimas suele ser la táctica distractiva de los abusadores. Pero al tratarse de un caso tan público, con tantas aristas y dudas, conviene apegarse un poco más a lo fáctico. Si el documental apunta a dar un contexto de dónde y cómo sucedió el abuso, presentar un escenario familia Ingals-Benetton está lejos de la realidad. Si el documental se sube al peldaño de la verdad y el virtuosismo, espero más rigor.

En lo que sí es muy hábil es en la disección que hace del caso a nivel de desmontaje. Es decir, tratando de desvirtuar todas las defensas o argumentaciones que ha tenido Woody para asumir su inocencia. Ejemplo: El famoso estudio de  Yale–New Haven Hospital team y los motivos reales por los que el fiscal no siguió con el caso. También, cómo el juez Elliot Wilk falló a favor de Mia, en relación a la custodia de los tres niños más pequeños, con una dura sentencia que buscaba proteger a Dylan del comportamiento inadecuado del cineasta.

Es horrible escuchar las charlas telefónicas entre Woody y Mia, luego de lo de Soon Yi o lo de Dylan. Tóxicos los dos. Ella por siquiera darle lugar a «charlar» o a ver cómo podían manejar la parte mediática o tener intenciones de continuar la relación, y él porque en ningún momento se lo percibe consciente o contrito por nada. Es como un ser vacío de empatía. También, más allá del supuesto despecho o resentimiento de Mia (que tiene TODO el derecho del mundo de sentirlo) queda claro que algo raro había en el comportamiento de Woody con Dylan. Hay antecedentes sobre eso, como también hay antecedentes de otras relaciones con menores de edad. Consensuado o no, fallido o no, los antecedentes existen. Hola, Soon Yi.

Allen v. Farrow tiene tan solo cuatro episodios y a pesar de ser un caso muy denso y extenso, ya en el episodio cuatro los realizadores parecen estar sin material. Hay una especie de estiramiento, el tono es más sensiblero, se acerca el final y quieren buscar la lágrima.

Y vos, que siempre creíste que Woody es, fue y será culpable, te quedás con la sensación de que faltó más investigación, más profundidad, aunque te alegrás por Dylan y la posibilidad de finalmente decirle a los adoradores de Woody que no hay mucho que adorar fuera de algunas de sus películas.

Asumiendo que el documental ha tomado el lado correcto, Dylan es una víctima que merece justicia.

Asumiendo que el documental está errado y que Woody es inocente, Dylan sigue siendo la víctima. Víctima de una situación disfuncional muy mal gestionada por dos adultos tóxicos.

A nivel de repercusión, nunca está de más poner una luz gigante o un HMI 12000 sobre los abusos sexuales silenciados. Es interesante escuchar una vez más el debate de separar o no al artista de la obra. Reabrir la mirada a los alcances del linchamiento mediático en la era #metoo. Hablar sobre la famosa cultura de la cancelación. Sobre las narrativas mediáticas acerca de un abusador o una despechada. Sobre la narrativa de no tener derecho al cabreo si tu pareja seduce a tu hija casi adolescente. Sobre las verdades a medias y lo mucho que influyen trabajos, entrevistas u opiniones (sí, Woody…esas que con 15 centavos te pagan el pasaje del metro) a la hora de juzgar a una persona o situación.

Quizás a nivel oficial, nunca quede resuelto el entuerto de lo que pasó o no pasó en el famoso ático. Algunos creeremos en Dylan, y esperaremos que encuentre paz y justicia. Otros creerán en Woody, en su versión de la mujer vengativa y despechada.

En el mundo, los demás casos de abuso sexual seguirán también en tela de juicio. Habrá la duda, porque sí, siempre hay duda. Y aunque la frase de “todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario” es muy linda, a veces aún «demostrando lo contrario» no pasa nada.

Lo mejor: es una denuncia Lo peor: manipula algunos hechos en favor de probar su punto y en el episodio final parece no tener más material Lo más falsete: la imagen idílica de Mia y su familia adoptiva El mensaje manifiesto: hay situaciones en las que la verdad puede no ser una sola El mensaje latente: podés ser muy hijo de puta pero si tenés el equipo de relaciones públicas ideal, zafás La escena: Dylan contando cómo se siente El personaje entrañable: Dylan y los otros niños El personaje emputante: Woody y Mia El agradecimiento: por lo que sí está investigado y respaldado.

Spread the love

Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.

*

Últimos de cine

CINE: Aftersun

Por: Mónica Heinrich V. (contiene spoilers) David Foster Wallace decidió que vivir
Go to Top