CINE BOSNIO: Quo vadis, Aida / ¿A dónde vas, Aida?

Por: Mónica Heinrich V.

Estamos en Srebrenica. Es julio de 1995. El general serbio Ratko Mladíc y sus paramilitares “Los Escorpiones”, están en las afueras de la ciudad y han recibido un ultimátum de la ONU para abandonar sus acciones hostiles. La ONU tiene un pequeño campamento dirigido por cascos azules holandeses que se han comprometido con los lugareños a defenderlos y a no permitir el ingreso del enemigo a la zona. Lo que no saben los casquitos azules es que estos señores se van a pasar el ultimátum allá por donde la espalda pierde su bello nombre. Y lo peor, la central de la ONU les soltará la mano.

No hay spoiler posible. Esta fue la peor masacre que tuvo Europa desde el holocausto judío.

La cineasta bosnia Jasmila Zbanic, escribe y dirige Quo vadis, ¿Aida? Una película en la que una vez más nos damos cuenta que el mayor enemigo del ser humano es el ser humano. Para eso, Jasmila introduce como personaje principal a Aida (Jasna Djuricic), una profesora bosnia que gracias a que habla inglés termina de traductora para la ONU.

Con mucha impotencia, veremos cómo el ultimátum fracasa y los desplazados se refugian en el campamento de la ONU, bajo la idea que a la ONU no la pueden tocar.

“Tengo 25,000 personas a las que no puedo alimentar y darles un solo inodoro”, grita el coronel Krammens (Johan Heldenbergh) a través del teléfono mientras intenta encontrar algún tipo de apoyo en su institución sin resultados.

Se respira el peligro en cada toma. Solo al ver al infame “carnicero de Srbrenica”, sabés que nada podrá salir bien.

Aida está casada y tiene dos hijos. Ellos también han escapado de la invasión serbia y buscan refugio en el campamento de la ONU. El calvario del espectador se divide entre la desesperación de Aida de encontrar la manera de salvar a su familia y las sospechosas acciones de los serbios con relación a la supuesta evacuación.

Jasmila no duda en poner la cámara a merced de ese peligro constante, y tiene la paciencia suficiente para ir revelando de a poco algo que solo huele a muerte.

La reconstrucción del grupo de refugiados, de escenas de la vida cotidiana interrumpidas por la llegada de los serbios, son una prueba del talento de la directora y la cámara de Christine A. Mier (Grvabica, On the Path, Love Island) su habitual colaboradora.

El conflicto de los Balcanes sirve para mostrar lo mucho que daña el pensamiento binario: Aida se encuentra a un ex alumno entre los paramilitares, hay conocidos de un lado y de otro, la guerra ha separado amigos, familiares, vecinos. Ya llegados a ese punto, las personas se olvidan de los lazos que los unen en favor de lo que los desune.

La inoperancia e inutilidad de la ONU, revela también que estas organizaciones juegan el juego de la guerra desde una esquina burocrática bajo la anuencia de la comunidad internacional que decide intervenir o mirar para un costado de acuerdo a su propia agenda.

La película está filmada con elegancia y con un ritmo vertiginoso. Veremos a Aida correr por los pasillos del improvisado campamento, luchando por conseguir un permiso, una firma, un algo que separe a los suyos de la muerte.

Quizás en su necesidad de poner énfasis en la villanía del VSR (Ejército de la República Srpska) faltó matizar un poco más el papel de la ONU, a los que además de negligencia y boludez, también se les ha detectado terribles violaciones a los derechos humanos en la época de la guerra de los Balcanes.

Los bosnios aparecen como una masa de gente asustada sin otra etiqueta posible que el de la víctima y Mladíc (que según su biografía meses antes había sufrido el suicidio de su hija de 23 años) es también una figura plana, un villano a secas sin motivaciones reales. Capaz al ser una historia contada como furiosa denuncia, desde la mirada de las víctimas, esta falta de profundidad o de matices, es la que los refugiados percibían: ellos no sabían quién o cómo era este hombre en su vida emocional, solo conocían de él lo que la guerra les había mostrado.

Esta es la quinta película de Jasmila Zbanic, nacida en Sarajevo, hija de dos bosnios, titiritera y clown profesional. Su cine siempre ha tratado de darle voz a los bosnios, a contar esas historias que quedaron escondidas en medio de la destrucción de la guerra. En el caso de Srebrenica, se ejecutaron a sangre fría a más de 8.000 bosnios entre hombres, ancianos y niños. Los hechos se relatan acá desde la descripción y no desde el análisis.

Quo vadis, Aida? fue nominada al Oscar a Mejor Película Extranjera. El galardón se lo terminó quedando la película danesa Druk (reseñada ACÁ), una película más amigable y condescendiente con el gran público. Ahí donde Druk terminaba con un baile que celebraba la vida entre trago y cantos; esta película no baila, no canta, no es libre. Su final es eso que deja la guerra siempre. En Srebrenica, en el Congo, en Siria, en Afganistán, en todas partes. Ausencias y heridas.

Lo mejor: cine denuncia sobre un terrible hecho Lo peor: es más descriptivo que analítico Lo más falsete: la falta de matices con los serbios El mensaje manifiesto: la guerra todo lo destruye El mensaje latente: las convulsiones sociales muestran lo peor de la gente La escena: el final El personaje entrañable: las víctimas El personaje emputante: la guerra que todo lo destruye El agradecimiento: por los que consiguieron sobrevivir.

 

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2 Comentarios

  1. es imposible comentar como una pelicula algo pavoroso que pasó hace tan poco….. la atroz guerra civil será tema en las proximas decadas….

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