LOST IN CONTEMPLATION OF WORLD

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cine americano - page 8

A storm is coming

Hay momentos en la vida en que uno se puede comportar muy estúpidamente. Hay momentos en que el ser estúpido te hace feliz. Y claro, hay momentos en que perdés la vergüenza y le mostrás al mundo tu feliz estupidez sin pudores: Miércoles 25 de julio. Cine Center. Polerita negra con imagen del Joker. Sonrisa bobalicona. Corazón palpitante. Premier: Batman The Dark Knight Rises.
Compré las entradas con cinco días de anticipación. El país olía mal: un “Oruro es una ciudad fétida” era motivo suficiente para airear leyes, exigir disculpas, pedir perdones, y buscar resarcimientos morales mientras la basura (real/metafórica) se sigue acumulando en todo el suelo patrio. La infame comitiva olímpica, la corrupción, los desmanes municipales, todo, todo, no importaba porque la catarsis del vacío existencial se aproximaba: El cierre de la trilogía iniciada por Christopher Nolan.
 
Sintiéndome muy precavida, llegué a las 20:00 al cine, la película empezaba recién a las 21:00. Otra gente se avivó también, así que la cola llegaba casi hasta afuera de las instalaciones. No podía faltar algo de humor negro, irresponsable y hasta de mal gusto sobre Denver. Lo humano de lo inhumano.
 
Los disfraces estaban prohibidos (decían) pero unos cuantos Jokers y un par de Banes se hicieron presentes para demostrar que aquí en Santa Cruz de la Sierra Bolivia también le hacemos a eso de ser groupies-fans-seguidores.
 
Con esa felicidad que solo puede darte el llegar a un momento anhelado, acariciado en tus noches de insomnio, entramos a la sala 12. VOS (Versión Original Subtitulada, OBVIO!)
 
Seh. Era el ser más emocionado del mundo mundial. A compañeros de butaca los engañaba con un discurso nihilista: “Seguro que no es gran cosa”. La vara alta dejada por la anterior entrega hacía imposible una repetición de esa hazaña. Pajas. En el fondo de mi corazoncito soñaba con que la experiencia sea apoteósica, inolvidable, épica.
Empezó.
 
Entré en shock cuando escuché a Bane, “QUE ES ESTO!!!” susurré indignadísima. La voz me estorbó desde el principio. El acento, la textura, parecía una voz puesta encima como cuando doblás un dibujo animado. Luego visualizamos a Tom Hardy interpretando a un villano que en papel es superior y  en pantalla carece de energía. Me sentí decepcionada.
La escena que presenta al nuevo villano es espectacular. No tiene mucho sentido, es un poco chota, pero la acepto, abrazo la resignación y la acepto. Aparece también Aidan Gillen, el actor de Juego de Tronos (Meñique) como agente de la CIA.
 
El filme cuenta en qué anda Gótica 8 años después de los intensos momentos vividos gracias al Guasón. La ciudad está en paz. Los criminales han sido castigados bajo una dura ley inspirada en el héroe del boliche: Harvey Dent.
 
Batman se nos ha deprimido, ajá. Asumió la culpa de todas las fechorías de Dent, se alejó del mundanal ruido, lleva vida de monja en claustro y se regodea en la autocompasión y la culpa. 
 
Dan ganas de ponerse unos guantes de alpaca, rellenarlos con ladrillos y agarrarlo a lapos. Descojudizate Bruce Wayne, descojudizate!!
 
Michael Caine (Alfred, el mayordomo) aparece mejor que nunca. Cada escena en que Caine estaba era una escena en que Caine brillaba.
 
Inmediatamente conocemos a la felina Selina Kyle, interpretada por Anne Hathaway. Anne pasó lecciones de baile y se entrenó duramente durante meses para lograr esa elegancia/fuerza en sus movimientos. Me gustó.
 
Como la ciudad anda tranquila y feliz,  a todos coge por sorpresa la aparición de Bane. Sí, volvamos a Bane. Este crispín en el cómic es un brillante estratega, un tipo súper inteligente, que en prisión se la pasó leyendo montonera de libros. Más allá de los musculitos se supone que retará a Batman intelectualmente, al menos eso dijo (léase: “me prometió”) Christopher Nolan, el director.
 
Quizás esas fueron las intenciones, en la práctica Bane parece un mercenario cualquiera, un poco más comedido/eficaz que otros y esito sería. Sabemos que hará talco a Batman, es un poco evidente, pero mi sueño era que lo haga talco y de paso diga cosas que nos joda el alma y nos trastorne la cabeza (masoquismo express).
 
Mientras el Guasón no tenía un plan y era en sus propias palabras como un perro persiguiendo un auto que de alcanzarlo no sabría muy bien qué hacer con él, Bane sí tiene un plan, un objetivo y sigue pasos específicos para lograrlo, aunque dicho plan no sea diferente al de cualquier terrorista de turno.
 
Gordon (gran Gary Oldman) anda con remordimientos por sus “mentirijillas” sobre Dent y Batman. Cosa que me pareció medio al huevo. Y tiene en su escuadrón al joven Blake (Gordon-Levitt), un huérfano que aún recuerda al hombre murciélago con cariñito y que se pasa casi toda la película con el ceño fruncido.
 
Por si fuera poco nos encontramos con Marion Cotillard interpretando a la misteriosa Miranda , una multimillonaria que anda tras los huesitos de Bruce Wayne para que juntos salven al mundo de los huecos que tiene la capa de ozono. Bello.
 
¿La trama central de estos personajes? Bane querrá ejercer justicia divina y barrer con todos los miserables seres que habitan ciudad Gótica. Nuestro querido Batman-Bruce Wayne tendrá que descojudizarse e intentar salvar los panes que se queman (una vez más) aún cuando no se encuentra en condiciones físicas/psicológicas y es prácticamente un suicidio. El Rises (asciende) será literal y también una bella metáfora de la superación personal, la lucha por la sobrevivencia y la fortaleza interior.
 
(Espacio para que agarren el libro El Alquimista y lean dos  o tres capítulos)
 
La primera media hora la pasé para la mierda. Estaba indignada, jodida, cabreada. Pero conforme fue avanzando me introduje en la historia y conseguí disfrutarla con picos de éxtasis y embeleso.
 
Así como tiene escenas o partes del argumento muy pedorras, Nolan crea otras que son definitivamente magníficas y que hacen de Batman The Dark Knight Rises, un espectáculo emocionante y meritorio.
 
Después de estar tres horas sintiendo muchas cosas, la película terminó.
Al día siguiente hice lo único que podía hacer: Volver a verla.
 
Esta vez me jui al cine Palace, así que desde este humilde rincón de la virtualidad les recomiendo que vayan a verla al Palace. El sonido estuvo muchísimo mejor, a años luz del Cine Center. Aquí la voz de Bane ya se escuchaba más “lata” menos saturada, y aprendí a “quererlo” en esta nueva y más agradable aproximación sonora. Advierto también que cuando la vi en el Palace me tocó verla en la sala 1, cuya pantalla está demasiado levantada y quedás con el coto dolorido de mirar pa arriba. Ese inconveniente, no obstante, se resuelve sentándote lejitos.
 
La segunda vez disfruté más la historia, a pesar de que le encontré muchas más incoherencias. Llegué a la conclusión de que Nolan ya no es el Nolan de Memento o de Following, Nolan es un tipo que hace cine pipoquero pero un buen cine pipoquero. Espectacular, fastuoso, y con un intento de guión mucho más interesante que el promedio.
 
Ese sería el bright side (lado luminoso), el lado oscuro tiene que ver con que los errores argumentales son tan básicos, absurdos, que no entendés cómo a los Nolan (porque esta vez también trabajó su hermano en el guión) se les escaparon tantas cosas.
 
De ahí surgen interrogantes existenciales como:
SPOILERS (los que no la hayan visto pasen de largo la lista y vayan al final)
 
1.- Qué onda con el pozo. Dónde se supone que quedaba. No tenía absolutamente nadie que lo vigilara? Supuestamente está en otro país, pero van y vuelven del pozo como si se tratara de ir a la venta a comprar chicha. Y hablando del pozo en sí mismo, se supone que ahí está la escoria de la escoria, gente que incluso hizo que Bane tuviera que usar esa máscara de por vida. Llega Batman, y todos son amigos unidos en pos de la superación. Con cantitos y consejos pa que cosito trepe y alcance la libertad.
2.- Gótica está cercada, nada entra, nada sale y Batman regresa del pozo como Pedro por su casa. Le da tiempo de bañarse, ponerse el trajecito, recuperar sus juguetes, hacer su símbolo en un edificio para que después le prendan fuego desde el hielo  y encima se pasea por el barrio de Gatúbela y se la encuentra. Sí, algunos dirán: “Es Batman”…pero…
3.- Nuestro amigo Blake cuenta que supo que Bruce Wayne era Batman con “solo mirarlo”.  Sí, podríamos decir que como ambos tienen una “conexión especial”, como Blake es huerfanito, como ambos sufrieron lo mismo, y como al parecer Blake tiene un sexto sentido desarrollado (que jamás da frutos) PODRIA SER POSIBLE. Pero no sé. En esa parte hubo una risa apagada en la platea, a la que se unió mi carcajada en la oscuridad. El “instinto” de Blake deja mal parau a Gordon, que lleva años conociendo a Bruce Wayne y a Batman y jamás los asocia.
4.- Es la entrega en que la “humanidad” que le achacamos a esta visión de un súper héroe se pasa un poco de rosca. Está bien que Batman-Bruce etc., tenga sus conflictos, sus vacíos, sus mirarse el ombligo, su tocarse por las noches, pero como que una cosa es eso, y otra las decisiones bastante incoherentes que el hombre murciélago toma a lo largo de este filme, incluida su confianza sostenida en la caradura de Gatúbela y su “entrega inmediata” a Miranda.
5.- Después que se activa la bomba y Bane se va al estadio y da el discursito y se supone que toma por rehén a toda la ciudad, esteee cuál es el plan a los ojos de Gótica? No pueden salir de la ciudad, ni nadie puede entrar porque hay una bomba nuclear que destruirá todo, así que quédense todos en su casa mientras la vida pasa?
6.- Como que ya está bueno de la bomba nuclear, de largo alcance o what ever, que el héroe de turno agarra, se lleva lejitos en un acto de sacrificio y reconfirmación de su estampa heroica y luego pensamos que el pinche asqueroso muere pero nada…(Avengers-escena final con Iron Man/ Capitán América-Escena final en el mar/Y ahora estito)
7.- La espalda de Batman. Pues sí, en el cómic queda parapléjico. Claro. Aquí le acomodan la vértebra dislocada, lo cuelgan un rato, hace ejercicio los días subsiguientes y puede escalar el pozo con singular destreza, un par de meses después.
8.-Las acciones físicas no son la especialidad del director. Hay una escena en particular (callejón: Blake, Batman, matones) en que los criminales directamente esperan turno pa pelear con Batman, en lugar de írseles todos encima a sacarle la infundia o disparar como si el mundo se juera a acabar. Ahí se quedan como mensos viéndolo venir.
9.- La aparición del Espantapájaros (primer villano en Batman Begins) interpretado por Cillian Murphy pasa sin pena ni gloria. El espantapájaros es el juez que condena a exilio o a muerte a los ciudadanos de Gótica. En el cómic, Bane, consciente de que no puede enfrentar solo a Batman libera a los presos, y con ellos salen todos los némesis del hombre murciélago: El espantapájaros, el Guasón, etc…
10.- Un némesis como Bane, cuyo perfil es absolutamente anárquico, terrorista e independiente, es disminuido a peón de la hija de Ras Al Ghul. En el discurso ñoño, el típico que pierde el tiempo en lugar de barrer con todo, Talia cuenta que salió del pozo, buscó a su padre. Encontró a su padre y como el padre rechaza a Bane, se enemista con su padre. Cuando Batman liquida a su padre, ella quiere vengar a ese tipo que según su discurso nunca estuvo a la altura. Seh. Lindo.
11.- La muerte de Marion Cotillard es sin duda la escena más horrible a nivel de actuación que le he visto a esta actriz. Tomando en cuenta los grandes papeles que interpretó y sus habilidades, esa escena es absolutamente terrible por donde se la mire.
 
FIN DE LOS SPOILERS- Podéis continuar.
 
Si dejamos TODO ESO de lado, si nos entregamos a lo fastuoso sin mayores pretensiones, si nos dejamos golpear por la hermosa música de Hans Zimmer, se puede disfrutar y decir: Peores hay.
 
Nolan comentaba que la trilogía se planteó con temáticas específicas en cada entrega. En Batman Begins era el miedo, en Batman Dark Knight, el caos y en Batman The Dark Knight Rises es el dolor. Dolor emocional por las pérdidas que sufre el enmascarado gracias al guasón. Dolor por la culpa. Dolor por el aislamiento al que se condena. Dolor físico. Dolor del sacrificio. Hasta los villanos ejecutan acciones basadas en el dolor.
 
El trasfondo ideológico ha sido criticado como conservador y neofascista. Pero admitámoslo, el súper héroe americano por definición defiende el american life style. Protege el sistema, celebra el status quo. Encima lo hace de manera maniqueísta. Mientras ellos salvan al mundo, los árabes, asiáticos, rusos, terroristas, son retratados como el enemigo a perseguir. Aquí la policía resulta ser la respuesta a todos los males. Una institución que en USA en estos momentos no está vista precisamente como la salvación de la sociedad y de las buenas costumbres.

El discurso de liquidar las clases sociales, devolverle a la ciudad lo que los ricos, políticos, banqueros, etc. han usufructuado a lo largo de sus actividades, se pone en boca de los villanos. Lo bueno, lo decente, es que las cosas sigan como estaban antes de la aparición de Bane.
 
Aún con ese tufillo que ha generado detractores, Batman de Christopher Nolan es el mejor acercamiento a un súper héroe que ha dado el cine. Fue el primero en atreverse a sacar del absurdo, la chabacanería, y las historias superficiales a su personaje. El que dejó la caricaturización e hizo de un súper héroe un hombre con sus tribulaciones y conflictos.
 
Como un todo funciona, aunque con este cierre repita la fórmula ya manejada en anteriores entregas, aunque podamos encontrarle ene fallas argumentales, aunque nos deje sabor a poco y el corazón sufriente por lo que “pudo ser”.
 
Salen los créditos y sabés que no es el mejor filme de Nolan (muy lejos de serlo), sabés que el Guasón y la Gótica que dejamos hace unos años merecían mejor suerte, lo sabés y aún así, algo muy dentro tuyo dice: cómo lo disfruté.
 
Lo mejor: tiene escenas grandiosas y a pesar de su excesiva duración no aburre
Lo peor: el guión estuvo muy flojo, lleno de baches e inconsistencias. Al ser un cierre de una trilogía como esta, se espera mucho más.
La escena: La del estadio, y la del pozo (el éxito)
Lo más falsete: la rápida recuperación y la última escena de Marion Cotillard.
El mensaje manifiesto: El ser humano puede redimirse o hundirse
El mensaje latente: Estamos más inclinados a la redención
El consejo: Vela en versión original subtitulada, y si estás en Santa Cruz, en el cine Palace.
 
El personaje entrañable: Alfred (Michael Caine) hubo un par de momentos en que me convenció del todo y tenía ganas de cachetear toda la vida a Bruce Wayne.
 
El personaje emputante: La voz de Bane, aunque después lo encontré más llevadero.

El agradecimiento: Que no cayeron en la tentación de cagarla más haciéndola en 3D y que dentro de todo tiene escenas que vale la pena ver.

 
CURIOSIDADES
       Presupuesto estimado de 250.000.000 $us. Recaudación aproximada de 555.000.000$us. hasta el 1 de agosto.
       Nolan es el primer director que completa un a trilogía de Batman. Y el segundo que lo hace de un super-heroe, compartiendo el podio con Sam Raimi que hizo la trilogía de Spider Man.
       La horrible voz de Bane es culpa del mismo Tom Hardy, quien se inspiró en un viejo gitano octagenario que era viajero y músico.
       Wally Pfister es el director de fotografía y ha trabajado con Nolan en todos sus filmes a excepción de su ópera prima: Following.
       Muchas actrices hicieron casting para ser Gatúbela, al final quedaron Keira Knightley, Jessica Biel y Anne Hathaway. El papel se lo quedó Anne.
       Para la escena del estadio se usaron cerca de 10.000 extras y aparecen conocidos jugadores de football americano.
       Aunque en la película nunca se explica para qué carajos usa la máscara Bane, en el cómic… Bane fue sujeto a experimentación durante su estancia en la cárcel. Le aplicaron una droga conocida como VENOM que había matado a todas las otras personas a las que se la inyectaron. Bane sobrevive, la droga lo hace más fuerte pero necesita un bombeo constante cada 12 horas a través de unos tubos que van directamente al cerebro.
       Nolan afirmó inspirarse en el libro de Charles Dickens: Historia de dos ciudades.
       La encargada de vestuario dijo que tardó dos años en diseñar la chaqueta de Bane (¡!)
       El traje de Batman contiene 110 piezas.
       Tuvieron que ponerle tacos a Bane porque era más bajo que Bale, Cain y Morgan Freeman. No querían que el villano se viera enano.

Mi niño hermoso

Por: Mónica Heinrich V.

Cuando ocurrió la masacre de Columbine, los adolescentes que perpetraron el hecho fueron llamados «monstruos». De hecho, la conocida revista Time tomó sus rostros como portada bajo el título de “Los monstruos de la puerta de al lado”.

Han pasado más de 10 años y la tragedia aún no consigue explicarse.

Fue en los 70s que una chica de 17 años inició oficialmente los tiroteos escolares, pero sería Columbine, “The home of rebels”, el que se alzaría como símbolo de un sistema en el que todas sus instancias han fallado: familia, educación, sociedad y, sobre todo, cuidado mental.

Los “monstruos” desde entonces siguieron apareciendo, monstruos con rostro casi infantil y figura desgarbada. Con mirada perdida y actitud errática. No lo que esperás de un monstruo, sino todo lo contrario. Monstruos atormentados, casi todos bajo tratamiento psiquiátrico o con necesidad de tratamiento psiquiátrico. Jóvenes señalados por algunos sectores de la prensa y  por público en general como locos asesinos a los que se debería exterminar por sus atroces conductas. ¡Pena de muerte! o ¡suicidio! grita la masa en rechazo a un acto violento que se pretende castigar con otro acto violento.

Monstruos de los que nadie se responsabiliza pero de los que todos son responsables.

Este 2012, Ohio fue el escenario en el que un aparentemente frágil muchacho de 17 años (al que aconsejan no mencionar con nombre y apellido para no darle inmortalidad o trascendencia) fue el protagonista de un tiroteo ocurrido en un comedor escolar. Asesinó a tres personas e hirió a otras tres.

Hace unos días, el horror se trasladó a un cine de Denver. Un estudiante de Neurociencias irrumpió durante la premier de Batman Dark Knight: Rises y liquidó sin miramientos a 12 personas e hirió a casi medio centenar. Jessica, Jon, Alex, Matt, son algunas de las vidas interrumpidas, irrecuperables que acabaron a manos de un joven de 24 años.

Y este agresor, anónimo hasta hace unos días, era parte de la sociedad, bien o mal, formaba parte de un entorno familiar, educativo, social. Ahora salen a la luz sus fotos de anuario, sus videos escolares, su perfil de alumno “brillante”. En contraste, su primera comparecencia ante la corte luego del ataque lo muestra con el cabello teñido de naranja, la mirada perdida, la actitud errática. Un “monstruo» más.

Se abre (nuevamente) un tímido debate sobre el control de la venta de armas. Hecho al que apuntó Michael Moore en su interesante documental Bowling for Columbine (reseñado ACÁ) en el que arremetió furiosamente contra la NRA (Asociación Nacional del Rifle).

Sin embargo, como parte del documental el mismo Moore se va a Canadá y ahí muchos tienen armas, y ahí es normal comprarse una escopeta cuando querrás, y ahí duermen con las puertas abiertas, y ahí a pesar de todo lo dicho no aparecen “monstruos” que un día van a su colegio o universidad a matar gente.

Y el cine que siempre dice grandes verdades, ha creado casi un nuevo género con películas sobre los tiroteos escolares que intentan acercarse a ese fenómeno desde distintos ángulos.

Los trabajos más conocidos son el documental ya mencionado y Elephant, del director Gus Van Sant, que también se “inspira” en Columbine. El título de Van Sant alude a la expresión de que “Un elefante está en la habitación”, frase que metaforiza la idea de que un problema muy grande existe y que todos fingen que no existe a pesar de lo evidente. Con ritmo pausado y reflexivo, Van Sant pasea su cámara dentro de un colegio que será atacado por dos estudiantes.

En los últimos años salen dos películas que abordan la temática desde un ángulo hasta ahora jamás explorado: la familia del asesino.

Una de ellas es “We need to talk about Kevin”. Oscuro filme basado en el libro homónimo de Lionel Shriver.

La interesante directora escocesa Lynne Ramsay, cuyos trabajos anteriores: Ratcatcher y Morvern Callar ya apuntaban a una inclinación sobre temas jodidos, es la encargada de escribir y dirigir esta propuesta.

Incómoda de ver, la trama se adentra en la vida de la acomodada familia Miller. Eva (Tilda Swinton) es una exitosa escritora cuya especialidad es viajar y escribir sobre esas travesías. Franklin (John Reilly) es su esposo, y juntos procrean un hijo: Kevin.

El filme tiene elipsis temporales y está contado desde la mirada de Eva hacia el pasado, queda claro desde el título que algo anda mal con Kevin y que lo ideal sería sentarse y hablarlo. La frase : “Tenemos que hablar de Kevin” es la frase que ambos padres nunca se dicen ni se plantean seriamente.

Cuando Kevin nace es rechazado por su madre, él es la causa de que ella no pueda seguir haciendo lo que le gusta: viajar. Él significa envejecer y amontonar frustraciones y renuncias en pro de una vida familiar. El rechazo no es explícito pero sí tácito. Cuando el niño tiene conciencia de ese rechazo, parece actuar en plan de venganza y empieza a mostrar un lado cruel. La madre y el padre, se supone, son el modelo de amor que definirá su relación con el mundo, con el otro. Pero, ¿cuántos niños son rechazados o criados en hogares disfuncionales sin que se conviertan en bombas de tiempo? Cientos. Miles.

Eva, entonces, descubre que su hijo no es un niño normal y que sus actitudes o acciones rozan algo parecido a la maldad. Digamos que clínicamente hablando tiene todos los criterios para una psicopatía, donde resaltan un aplanamiento afectivo y una carencia de empatía que debieron encender todas las alarmas familiares y escolares. Eva lo sabe, y alguna vez intenta hacérselo ver a su esposo. Franklin, sin embargo, lo niega, es difícil asumir que tu hijo es “raro” o “malo”, así que cómodamente se convence que no es así y Eva prefiere mirar hacia otro lado por culpa, por no haber recibido con amor al niño cuando nació. Por sentirse frustrada por ese nacimiento y haber volcado esa frustración en algunas acciones que como madre fueron reprochables.

Hay momentos en que Eva intenta recomponer la relación con Kevin, pero el abismo que los separa es tan grande que no se puede distinguir cuando se llega a él o cuando Kevin usa la manipulación retorcida que le es innata.

Al mismo tiempo, el niño es una especie de reflejo suyo. Físicamente son muy parecidos, y llega un punto en que se percibe una especie de guerra psicológica entre ambos. Frialdad vs Frialdad.

La llegada de un nuevo integrante a la familia, Celia, la hija menor de la pareja y hermana de Kevin, gatillará la tragedia que se anticipaba.

Mientras ves la película vos mismo te decís: Sí, tienen que hablar de Kevin. Es urgente que hablen con Kevin. Las nubes negras, el viento, la llovizna, la helada, todo aquello que puede darte pie a pensar que se viene una tormenta, no es debidamente sopesado por la familia.

Una vez Kevin hace lo que todos tememos, Eva (símbolo del pecado original y madre universal) se queda con la necesidad de una explicación. Luchar con esa necesidad, con el estigma social de haber criado un “monstruo”, con la responsabilidad que le adjudican por traerlo al mundo, con su incapacidad para tender un puente que por ahí evitara la desgracia, el haber perdido todo, las víctimas que su hijo se llevó consigo, la culpa de no haber hablado sobre/con Kevin, y asumir que a pesar del horror, Kevin es su hijo… ese vía crucis es el eje del filme.

Bellamente filmada, We need to talk about Kevin perturba.

Un gran elenco conformado por una genial Tilda Swinton como la atormentada madre, John Reilly como el ingenuo-acomodaticio padre, y Ezra Miller como el maquiavélico adolescente, hace al filme por momentos insoportable. Quizás, a nivel general, los excesivos flashbacks y algunas escenas demasiado “montadas” le quitan algo de verosimilitud al relato, aunque eso no impida que  la historia golpee y perturbe, y que intente echar una mirada profunda hacia un tema tan gajudo.

Si se compara con el libro, los personajes se pueden ver estereotipados en la pantalla gigante y además, el estilo narrativo elegido por la directora hace menos accesible una historia que en papel es cien veces más desgarradora.

El color rojo, usado en muchas escenas (tomatina española, supermercado, pintura, luces de la habitación, sirenas) como una dualidad entre el amor y la violencia, subrayan el tenor del filme. Como cherry de torta, el delirante Kevin se permite una crítica a la cultura “celebrity” o el morbo que transforma a estos sujetos en personas influyentes/trascendentes/inolvidables.

Es así: te despiertas y miras televisión, te metes en el coche y escuchas la radio y vas a  tu insignificante trabajo o instituto, pero no escuchas nada sobre eso en las noticias de las 6, ¿por qué? Porque realmente no ocurre nada, y vas a casa y miras algo más de televisión y puede que sea una noche de diversión y salgas y mires una película. Quiero decir, que la cosa está tan mal que la mitad de la gente está en la televisión, dentro de la televisión, están viendo televisión. ¿Qué está viendo esa gente?, a personas como yo.

Si We need to talk about Kevin parte de la premisa que la familia siempre supo que algo andaba mal con Kevin, en Beautiful Boy la mirada se vuelca por completo en unos sorprendidos y anonadados padres.

Cuando  veía este filme, recordaba el relato que la madre de uno de los asesinos de Columbine hizo para la revista O de Oprah Winfrey en el 2009. En ese espacio abierto que Oprah cede a la señora Klebold, la mujer escribe su experiencia. Ilustra la nota una foto de su hijo con mirada despierta y sonriente a los 5 años armando un rompecabezas junto a ella. Así sabemos que el recordado “monstruo” fue un niño feliz, que era compañero de ajedrez de su padre, que le gustaba armar legos  y que hasta cierta edad fue absolutamente normal.

Luego entró en un fase “difícil” que la señora atribuyó a la edad (adolescencia) y a las malas compañías (el otro chico que atacó la escuela). Los diarios que el adolescente escribió en los que volcaba sus ideas suicidas, sus amores no correspondidos, y una vida emocional demasiado truculenta para una persona tan joven, jamás fueron vistos por sus padres. Ella se enteró del sufrimiento con el que vivió su hijo 6 meses después de la tragedia, cuando le permitieron ver el material y él ya había pasado a la historia como un “monstruo».

En Beautiful Boy, Kate (Maria Bello) y Bill (Michael Sheen) son los padres de Samy, un joven estudiante universitario. La pareja ama a su único hijo, e incluso a pesar de ser mayor de edad e independiente, tratan de protegerlo al esconderle la inminente separación que están llevando a cabo. Un divorcio que aún no saben cómo exponer ante él.
En un principio la película narra la rutina de esta pareja, y los preparativos para un encuentro familiar con el hijo que vendrá de visita. Una llamada algo emotiva el día anterior de la tragedia, las consabidas charlas cariñosas, el hijo que nunca da ninguna señal de que hará lo que hará, y eso es todo.

Más adelante comienza el calvario. Los noticieros informan que hay un tiroteo en la universidad de Samy, que hay muchos muertos y heridos. Los padres entran en pánico pensando que su hijo puede ser una víctima. Intentan contactarse con él sin éxito. Desesperación y angustia se extienden entre la familia y amigos.

Finalmente la policía llega directamente a la puerta de su casa, y ellos sienten que el mundo se les viene encima pensando que les dirán que su hijo murió durante el ataque, pero la noticia es peor de lo que esperan: su hijo es el atacante y cometió suicidio luego de la masacre.

Samy envió videos llenos de rabia y delirio a las cadenas televisivas, y sus padres, aquellos que lo criaron, para quienes él es solo “mi hermoso niño”, no reconocen a ese desquiciado muchacho. No saben qué pasó. Cómo pasó. Por qué pasó. Cómo no se dieron cuenta. Si son culpables, si se pudo evitar, y todas aquellas preguntas que surgen no solo en la familia del atacante, sino en todo aquel que se entera que sucede un hecho así: medios, amigos, extraños, familia, etc..

El director Shawn Ku, quien también es bailarín, coreógrafo y actor, se inspiró en los hechos acaecidos el 2007 en Virginia Tech porque la tragedia lo tocó indirectamente cuando un amigo de su familia murió durante el tiroteo que perpetró el coreano Cho Seung.

Beautiful Boy es su debut en la pantalla gigante. Un poderoso drama, que si peca de algo es de un aire a telefilm, y cuyo gran logro recae en que nunca da una explicación sobre las acciones de Samy.

Las excelentes interpretaciones que logran Bello y Sheen, erizan. Dos padres que se pasan la película recordando cosas que dijo o hizo el chico. Detalles de cuando era niño. Viendo fotos, cuadernos viejos de escuela, dibujos, vídeos, y tratando de mantener en sus mentes la parte buena, la que nada tiene que ver con el monstruo que el resto del mundo conoce.

Ambos filmes, We need to talk about Kevin y Beautiful Boy dan una visión. Otra, es la del bullying arrojada por durísimas películas como Klass, que en el 2007 fue elegida por Estonia para representar a dicho país europeo en la selección de los Oscar.

En ella, un indefenso estudiante (Josepp) es acosado y humillado a diario hasta que Kaspar, que forma parte del grupo acosador, se da cuenta que las cosas se han ido de las manos e intenta defenderlo. Esa defensa es tomada como una traición y conducirá el filme hacia un camino sin retorno. Hay una escena en la playa especialmente jodida. Tan jodida, que la parte más primitiva del espectador puede llegar a “empatizar” o a “entender” las decisiones que los protagonistas toman después de esa escena. Tan tan jodida que uno le grita a la pantalla: “¡¡¡al de las botas, al de las botas!!!”

Chicos que no eran monstruos, pero que por las circunstancias (familia y escuela incompetentes) y una violencia  constante por parte de otros monstruos funcionales (compañeros de clase, medios de comunicación), llegan a cometer hechos injustificables.

En Estados Unidos se sigue haciendo hincapié en el problema del acceso a las armas, Michael Moore en un reciente post publicado luego de la tragedia de Denver dice: «Son las armas, pero no son las armas” (leerlo ACÁ). Y en el cine, que como ya dije, se dicen verdades, se habla de muchas cosas: predisposición innata, crianza, el poco control sobre la venta de armas, acoso escolar, problemas mentales, incompetencia de los tratamientos psiquiátricos, una sociedad que le rinde culto al exitismo y que promueve el aislamiento de las personas que no encajan en un modelo estándar, un sistema que hace celebridades a los asesinos.

Las últimas noticias dan cuenta que luego de lo sucedido en Denver la venta de armas en suelo americano está subiendo como la espuma. De hecho, luego del tiroteo en Colorado, en ese estado subió un 43%. Casi la mitad.

Políticamente hablando, Obama y Romney se dan golpes de pecho, pero en el Congreso pocos se atreven a desafiar al poderoso lobby que respalda el uso de armas. A tres meses de las elecciones ninguno de los candidatos presidenciales será punta de lanza de una campaña que promueva mayores restricciones.

Seguramente, los minutos de silencio que se piden en nombre de las víctimas de estas masacres se seguirán contabilizando. Es fácil guardar un minuto de silencio. Es fácil escandalizarse por el horror y luego olvidarlo.

Los «monstruos» seguirán apareciendo. Esos “monstruos» con cara de niño, mirada perdida, actitud errática. Esos “monstruos» a los que el sistema les ha fallado, a los que les hemos fallado.

James Alan Fox, profesor de Criminología y experto en asesinatos colectivos, declaraba: «Este tipo de tragedia es uno de los precios desafortunados que pagamos por nuestras libertades”.

Promether demasiado

Si en los trailers y en el poster advirtieran: “Guionizada por los mismos crispines que escribieron Cowboys & Aliens y The Darkest Hour”, no habría resentimientos. 

Diríamos con voz de niño que desea un dulce: “PERO es filmada por Ridley, algo interesante tendrá”. Nuestras expectativas estarían por el piso, la posibilidad de divertirnos visualmente nos haría asistir a la sala y salir de ella sin mayores daños.
 
Eso pasaría.
 
El problema empieza cuando nos promethen el GRAN retorno del señor Ridley Scott, la vuelta a SUS orígenes, digamos que un nado estilo mariposa en su placenta.
 
Y para los que desde hace años nos preguntamos DONDE se nos extravió RS, en qué intestino de la industria hollywoodense se quedó atorado, pues la posibilidad de ver al creador de Alien y de Blade Runner en his best shape, es demasiado tentadora.
 
Nada importa que sus últimos trabajos (Robin Hood, A good year, Red de Mentiras, y todo lo que hizo durante el nuevo milenio) sean una antesala lógica de ESTO. Nop.
 
El ser humano siempre insistirá en abrazar la esperanza y estrangularla.
 
Así que en un aciago lunes de junio del 2012, ahí estábamos a ojo pelado ante Prometheus, que en un principio se llamaría Paradise, pero luego de que toda la paja mental de creer o no creer fue asentada a Ridley le pareció que lo de Prometheus le quedaba pintau.
 
Hermoso: Mitología, ciencia ficción, filosofía, religión. Todos para uno y uno para todos.
 
Las secuencias iniciales, que según diversas fuentes, tardaron en filmarse dos semanas en Islandia, son sencillamente espectaculares. Diría que si ves eso, podés ir a tu casa, cerrar los ojos y morir tranquilo. Muy bonito.
 
 
Prometheus promethía.
 
Luego aparece el gran (GRAN) Michael Fassbender interpretando a David. En tu cabeza suena Beethoven y aparecen imágenes de Kubrick (en tu cabeza). Las palabras “Hello, Dave” que son lanzadas al androide son un claro homenaje a HAL-9000.
 
David custodia la nave donde duermen a pierna suelta (al estilo crionizados) 8 individuos. Estos han sido reclutados por la corporación Weyland dirigida por Peter Weyland. Dos de ellos descubrieron que jeroglíficos de distintas culturas apuntaban a un elemento común. Este elemento común entre culturas que nunca tuvieron contacto entre sí es la prueba de que existe un ser o seres superiores que son como los padres de la humanidad. Los Weyland y compañía llaman a este poder superior: Los Ingenieros y arden en deseos de topárselos cara a cara.
 
Yo no querría verlos ni en una lectura de hojas de coca, pero son opiniones.
 
Después de un viaje de unos cinco años, todos despiertan y llegan a un planeta donde supuestamente encontrarán a Papi o Mami. Aquí se juega mucho con el tema de la fe, la necesidad de saber de dónde se viene y hacia dónde se va. El resentimiento del porqué nos dejaron a nuestra suerte, huérfanos, abandonados. Es decir, se plantean cuestionantes existenciales que han derramado litros de tinta en distintos libros, que han creado guerras, y que han destruido naciones. Para eso hay que ser muy pendejo, y tener entre tus guionistas gente con criterio, dos dedos de frente y un poco más de profundidad que una tapa de cerveza.
 
¿Quiénes se encargan de escribir una historia con ese trasfondo tan delicado? Les presento a John Spaihts.
 
Esperen un momento que voy a salir a la calle a gritar un rato.
 
 
Este John Spaihts debutó en la pantalla gigante con el guión de una película llamada La hora más oscura. Película insípida, estúpida, sin chiste, aburrida, mal hecha, donde las haya. Era aquella de los individuos que estaban pasándolo chancho en Moscú y llega la invasión extraterrestre para liquidarnos con una extraña luz.
 
Averiguada la cosa, resulta que Prometheus iba a ser dirigida por Carl Rinsch un director de comerciales de televisión, pero la Century Fox que tiene los derechos de Alien, exigió que el filme sea dirigido por Ridley. Tanto Ridley como el estudio aprobaron a Spaihts, pero filmar ese guión costaba 250 millones de dólares y además iba a tener una calificación R (no apta para todo público).
 
Century Fox, después de meditarlo, no estaba dispuesto a pagar esa platita por un film que iba a tener restricciones de público. De ahí que llamaron a otro sujeto: Damon Lindelof quien hizo una “revisión” del guión escrito por Spaihts ajustándose al presupuesto (150 millones aproximadamente) que la Century Fox estaba dispuesto a gastar.
 
Damon, amoroso él, es la mente iluminada que escribió Cowboys & Aliens.
 
Ajá.
 
En entrevistas posteriores a Spaihts sobre la co-escritura de Prometheus, el susodicho se muestra políticamente correcto. Formalismos aparte, sospecho que en su casa guarda un muñeco vudú de Lindelof al que le clava alfileres y le quema cigarrillos. Yo haría eso y más (insertar mirada desquiciada)
Dejando ese contexto de lado, volvamos a la película.
 
Uno elige en qué creer”, nos dice ñoñamente uno de los personajes. Bajo esa premisa se sostiene el argumento o la falta de él. Llama la atención la poca consistencia de los personajes a nivel de acciones, lo de los cascos me pareció la cosa más insensata del mundo, y se supone que son científicos, la crema y nata de sus áreas. A veces me emputaba y murmuraba: «Cómo pueden ser tan brutos«.
 
No me voy a poner cojuda porque la ciencia ficción se toma licencias de todo tipo, y alguna gente no gusta de buscarle lógica a conceptos básicos de supervivencia, pero más allá de eso, lo que parte con una introducción ambigua, bien cuidada, sutil, estéticamente hermosa, se va perdiendo en el camino para dar paso a los diálogos clichés de cualquier película, y digo bien:cualquiera…esas líneas las podés escuchar hasta en un dibujo animado de tan pobres que son.
 
Hay varias vertientes que la historia toma, siendo la principal la que gira en torno al personaje de Elizabeth Shaw (Noomi Rapace), quizás es en ella donde el esfuerzo por conectarnos emocionalmente con la trama tiene más resultado, aunque eso se deba en gran medida a que el filme gira en torno a ella. Otra vertiente es la de David, el androide que siente curiosidad, morbo, por la humanidad, los sentimientos, las sensaciones, y que en su búsqueda de entender o descubrir situaciones, experimentará a placer. 
 
Meredith Vickers (Charlize Theron) como la estirada y fría comandante de la nave, guarda un secreto que se revela al final. Su personaje, a partir de la mitad, se desdibuja notablemente. El resto de los personajes son de difícil rememoración, no están bien construidos, no conectamos nunca con ellos, su muerte o existencia no repercute en el ánimo de la platea, y los minutos siguen pasando.
Por otro lado, la pregunta principal: “Quién nos creó” se resuelve de una manera mentecata. 
 
Las secuencias finales de David movían más a la risa o la contemplación un tanto extrañada del curso de los acontecimientos. Y no tiene que ver con las escenas en sí, sino con el armado de celofán en que se encontraban envueltas.
 
Un armado poco convincente que no justifica ni hila un concepto tan poderoso como el origen de nuestra especie.
 
Prometheus termina con más preguntas que respuestas, lo que no sería malo si dichas preguntas calaran hondo, que no es el caso. También concluye con la promesa de secuelas, y con la certeza de que los 150 millones de dólares gastados y el nombre de Ridley Scott en el poster no garantizan el resurgimiento de una franquicia a la que ya de por sí se la había exprimido hasta el hartazgo y que reclamaba una inyección de adrenalina, creatividad y genio para que valga la pena desempolvarla.
 
Lo que tenemos es un producto entretenido con escenas vistosas, secuencias en algunos casos muy buenas, el chorro pegajoso que siempre nos encanta ver, la mano de Ridley Scott que convierte a este producto pipoquero en algo un poquito más “estiloso”, y nada más.
 
No será el filme de culto que se esperaba, ni un referente de la ciencia ficción. Será la promesa fallida de un Ridley Scott que desde hace más de una década nos entrega productos un tanto desangelados y sin la chispa que lo hizo conocido.


Lo mejor: Entretiene, y es dentro de su nicho visualmente superior al promedio.
Lo peor: que guión más horrible
La escena: la secuencia inicial y la de Rapace, las grampas y la cuestión quirúrgica.
Lo más falsete: David al final, la capacidad de los científicos y el maquillaje de Guy Pearce.
El mensaje manifiesto: Uno elige en qué creer
El mensaje latente: Creer no es saber
El consejo: Mirala entendiendo quiénes son los guionistas.
El agradecimiento: Que dentro de todo no es aburrida.
 
CURIOSIDADES
  •      Gemma Arterton, Carey Mulligan, Olivia Wilde, Anne Hathaway, Abbie Cornish and Natalie Portman fueron consideradas para el rol de Elizabeth Shaw.
  •              Fue filmada con la RED EPIC
  •     El director de fotografía Dariusz Wolski, responsable de películas como Piratas del Caribe, El Cuervo y la Alicia de Tim Burton, fue el que sugirió a Scott que Prometheus se trabajará en 3D.
  •      Cuando Scott y el estudio deciden revisar el guión se lo mandan con un mensajero a Lindelof. El mensajero le informa que tiene que leerlo en ese instante y devolvérselo al tiro, ya que existía un celo profundo de Scott sobre la confidencialidad del guión.  
  •        Al principio se la trabajó como una precuela, pero luego se manejó como un filme que se desarrolla en el mismo universo de Alien y que a decir del director comparte un mismo “ADN”, pero que no están relacionadas profundamente. Más o menos como un primo lejano.
  •       James Franco fue considerado para el rol de Holloway.
  •     Noomi Rapace tuvo un entrenador personal para que la ayudara a lograr el acento británico de su personaje.
  •     Charlize Theron fue pensada para el rol de Elizabeth Shaw, rechazó la oferta por conflictos de agenda, más adelante cuando Rapace ya tenía el papel, Theron contactó a la producción porque quería trabajar en el filme, le dieron el papel de Meredith Vickers.
  •     James Cameron canceló su proyecto de rodar la quinta parte de la saga Alien, al encontrar similitudes en ambas historias. Por su parte, Guillermos del Toro, postergó indefinidamente “En la montañas de la locura” por iguales motivos.

Aihooooooooo

Los hermanos Grimm la rompían. Tenían muy claro lo que descubrió el poeta William Blake más o menos por la misma época, que “la crueldad tiene corazón humano y la envidia humano rostro“.
Allá entre 1812 y 1815 escupieron al mundo un compendio de cuentos donde madres abandonaban hijos, niños eran secuestrados y asesinados de brutales formas, padres querían casarse con sus hijas, y locas villanas envenenaban a imaginarios némesis. Tierno.
La pacata burguesía de antes (y seguro, la de ahora también se nos despeinaría) vio en los escritos originales demasiado “horror”, así que a pesar de las negativas de los Grimm a modificar su obra, a pesar de explicarles a esas mentes estrechas que NO eran cuentos infantiles, al final tuvieron que hacer concesiones, quitarle el sexo, bajarle los decibeles al gore y hacer como que los finales bonitos existen.
Uno de esos cuentos era Blancanieves. Esa cojuda fue inspirada en otros relatos de larga data, los Grimm hicieron su versión más oscurita. La censura cambió cosas como que la mala sea su madrastra y no su madre, dizque para no dar una imagen de la madre tan negativa. Y así algunos detalles más.
Para aquellos que no les gustó nunca abrir un libro, ni siquiera con dibujitos, Disney hizo posible que se conozca la historia  a través de su película animada Blancanieves y los 7 enanitos. Revolucionaria para su tiempo, se convirtió rápidamente en un clásico.

Una Blancanieves media inútil, a la que por su belleza intentan asesinar, a la que un cazador le perdona la vida, a la que unos enanitos cobijan para que les lave y planche los calzones, a la que la malvada bruja deja durmiendo, a la que el zopenco del príncipe despierta con un beso. Esa misma, la que cantaba con los pajaritos en su balcón, la entrañable con enanitos entrañables, ganó un Oscar honorario por su innovación. Era el primer largometraje animado y a full color.

Este 2012, la niña del pelo negro y la piel blanca, regresa. Por si fuera poco, llega elevada al cuadrado, o sea: en dos versiones.
No es la primera vez que Hollywood lanza dos productos similares casi al mismo tiempo. Recuerdo cuando en un mismo año tuvimos que ver Volcano y Dante´s Peak, o Antz y Bugs Life o Deep Impact y Armageddon o Infamous y Capote, etc.. Estos gringos no se inmutan por pisarse la manguera, al contrario.
Así y todo, un encuentro tipo las cholitas luchadoras entre Mirror, Mirror y Blancanieves y el leñador, no vendría mal. Algo donde veamos correr la sangre y el ganador derrote a su contrincante entre gritos de dolor y por knock out.
En una esquina tenemos a Tarsem Singh, conocido en la industria por sus comerciales, sus videoclips y por un estilo propio a la hora de hacer sus películas.
He visto toditas: The Cell, The Fall, Inmortals y ahora su visión de Blancanieves. Si algo lo caracteriza es que sus trabajos son visualmente hermosos, en parte gracias a una dirección de arte sobresaliente. Su peor falencia es que sus argumentos a veces carecen de contenido y la puesta llega a verse demasiado plástica.
 
En Mirror, Mirror, el director nacido en la India se decanta por una versión más caricaturizada, luminosa, ñoña, en la que el humor intenta ser una veta a explotar. En el aire se percibe sus ganas de hacer algo “diferente”, y arriesgarse a pleno, se puede escuchar una voz de niño emocionado que grita desde un peñasco: VAMOS A PASARLA CHANCHO. La pregunta es: ¿Lo consigue? Mirror, Mirror es diferente pero desgraciadamente la fórmula nunca termina de cuajar. Su grandilocuencia kitsch no engancha con un producto difícil de incorporar emocionalmente. 

Julia Roberts como la madrastra malvada, Lilly Collins (hija de Phil Collins) como Blanca Nieves y otros que de tan poco memorables pasan sin pena ni gloria, son parte de un elenco destinado a mejores cosas. Mientras Julia Roberts se ve bastante extraña jugando a ser la mujer más hermosa del mundo, Lilly Collins encarna a una optimista, dulce y poco atribulada Blanca Nieves.

La historia sigue lo ya conocido, con algunos cambios o adaptaciones: los enanos no son mineros sino bandidos, el príncipe es muy estúpido (escena del perro para el bochorno), la tal Blancanieves no da pie con bola. Y el espejito-espejito solo puede indignar y hacer que nuestros recuerdos infantiles se suiciden en masa.

 

Si algo se puede decir de Mirror, Mirror es que es inofensiva. No es una película para odiar, tampoco una que se convertirá en peli de culto o de referencia. Sus aires de grandeza que esconden un guión endeble le quitan cualquier oportunidad de llegar a la gloria, los tres motivos para verla son: 1) Una hermosa dirección de arte 2) Un hermoso vestuario a cargo de la japonesa Eiko Ishioka, quien murió de cáncer, por lo que se trata de su último trabajo y 3) para los niños parece ser muy divertida, para los adultos es medianamente entretenida.
Tarsem nos entrega una resultona pero tímida aproximación al universo Grimm.

En la otra esquina, nos golpea Rupert Sanders, tufillo emo dark de por medio con: Blancanieves y la leyenda del cazador.
Rupert ganó la palma de oro en Cannes, dentro de la competición publicitaria. Con este filme, el joven inglés debuta en las grandes ligas cinematográficas. A él le entregaron un presupuesto de 170 millones de dólares. A él le encargaron un proyecto destinado a las masas y con el objetivo claro de ganar público adolescente. La idea es darle un vuelco a la historia, quitarle un poco su aire a cuento de hadas y pasarlo a un tono sombrío y tétrico.
El problema es que al igual que en Mirror, Mirror todo se queda en fastuosa envoltura. Ni Tarsem lleva su irreverencia visual a algo más allá del absurdo, ni Rupert cruza la línea de una oscuridad real.
A esto se le suma que a nivel de argumento, Blancanieves y la leyenda del cazador abandona a los Grimm con cada minuto que avanza y se convierte en muchas cosas.
La elección de Kristen “mohín” Stewart como la desafortunada doncella no es fallida si se piensa solo en lo físico, aunque haya quienes crean que entre ella y la Charlize, pues no había competencia alguna y el espejo andaba más ciego que Mr Magoo al declarar a Kristen como ganadora. Lo peor de la susodicha llega en el apartado actoral en que queremos desaparecerla de la faz de la tierra. Kristen repite a su Bella Swan (Crepúsculo), a la que construyó con dos expresiones: la cara de fatalidad, que puede confundirse con estreñimiento o la de asombro, sin darle absolutamente ningún matiz o personalidad a su papel.
A Charlize Therón que por lo general es una actriz más que correcta, le juega en contra una dirección que le regule el histrionismo del que hace gala al representar a la bruja malvada. Porque para mí (gusto personal) en general está muy bien, mejor que el resto, solo que a ratos se le va la olla, y queda desafinada.

 

Chris Hemsworth, alias THOR, es el cazador. Cambia el martillito por un hacha y se convierte en el obvio galán de la película. O sea, no vas a llamar a Thor para que le espante los mosquitos a Blancanieves. Pero sí lo vas a llamar para que se pelee el amor de la protagonista con galán 2. Sam Caflin es el otrito, para que Kristen-Bella no pierda la costumbre de los triángulos. En la película su nombre es William y es amigo de la infancia de Blanquita.
El tono para contar esta historia es que todos sufren por su suerte: La bruja con un pasado triste, el cazador con un pasado triste, el hermano de la bruja con un pasado triste, los enanitos con un pasado triste, la gente que se topan con un pasado triste, sí, sí, ya entendimos todos sufrieron y están tristes o traumados. Emos.
Cuando la trama deja de ser completamente de los Grimm, por mi mente se sucedían nombres que podían explicar lo que veía en pantalla: Juana de Arco, el Señor de los Anillos, Krull, hasta hay una escena que encendió el foquito del cuarto en el que guardo con amor a La historia sin fin.
Sí, sí. ¿Es esta Blancanieves que no es Blancanieves, recomendable? Aquí las tres cosas que pueden hacer que su visionado valga la pena: 1) Tiene una hermosa fotografía, realmente linda. No es una película más de alto presupuesto chota sin pretensiones artísticas. 2) Su diseño de arte también está muy bueno y 3) a pesar de su duración (más de dos horas a las que yo le restaría unos 20 minutos) es entretenida.
En el round final entre Mirror, Mirror y Blancanieves y la leyenda del cazador, me inclinaría más por la segunda. Ambas no son imprescindibles pero tampoco te vas a recriminar el tiempo perdido en la sala de cine como sucede con otras bazofias del nivel de Batalla Naval.
Lo que queda claro es que Walt Disney puede seguir su reposo eterno. Su Blancanieves, pura, simple, sencillita, sin efectos especiales, ni fastuosos escenarios, sigue vigente y nadie le usurpa el título de ser: la más hermosa de todas.
CURIOSIDADES Mirror, Mirror.
  • Lilly Collins audicionó para el papel de Blancanieves y la leyenda del cazador. Siendo rechazada.
  • Julia Roberts admitió que pensó: “Esto es una mala idea, una terrible idea”, pero luego se juntó con el director Tarsem, y aceptó.
  • Los tratamientos de belleza que Julia se hace en el filme son tratamientos reales ofrecidos en algunos spas del mundo, a excepción del de la abeja picando sus labios para engrosarlos. 
CURIOSIDADES Blancanieves y la leyenda del cazador
  • Este filme está pensado como una trilogía, de ahí que el final se les antoje como un final abierto. Faltan dos secuelas.
  • Un grupo de enanos actores se manifestó muy molesto con el estudio y la producción del filme porque en lugar de darles trabajo a actores realmente enanos, usaron actores de estatura media, para luego hacerlos parecer enanos con la magia de la post-producción.
  • Angelina Jolie y Winona Ryder fueron consideradas para el papel de la bruja mala.
  • Charlize abandonó el proyecto de J. Edgar (Clint Eastwood) para hacer esta película.
  • Por meses, Vigo Mortensen estuvo en conversaciones para ser el cazador. Finalmente, el papel lo rechazó.
  • Selena Gomez, Dakota Fanning, Felicity Jones, Emily Browning fueron otras de las que se consideraron para el papel de Blancanieves.
  • Kristen Stewart tuvo que superar su fobia a los caballos durante la película, la actriz tiene fobia a estos animales desde niña, cuando se fracturó un codo en un accidente. 
Lo mejor: Mirror, Mirror— animación del inicio, vestuario, arte, algunos momentos de humor; en Blancanieves y el cazador—-fotografía, arte.
Lo peor: en ambas—una pretensión que no cumple con sus aspiraciones.
La escena: Mirror, Mirror—la del perro, pero por el bochorno; en Blancanieves y el cazador—el jardín de las hadas.
Lo más falsete: Mirror, Mirror—el humor que a veces no es humor y son gags demasiado usados; en Blancanieves y el cazador—el tono lúgubre que no se champa del todo.
El mensaje manifiesto en ambas: Lo kitsch, la fusión, lo grandilocuente está de moda.
El mensaje latente en ambas: el que mucho abarca poco aprieta
El consejo: el mejor homenaje a Blancanieves se puede ver aquí: http://youtu.be/RN16Wgp48MI
 
El agradecimiento: A los Grimm y a Disney, por sus respectivas Blancanieves.

CINE: Ángel para un final

Por: Mónica Heinrich V.

Tengo noticias queridos lectores: a veces la pareja apesta. Ajá. La sociedad hecha y construida para dos, el “en las buenas y en las malas”, el mito de la media naranja, la pusilánime idea del “complemento”, y etcéteras convierten a alguna gente en seres muy desgraciados.

El cine ha jugado su papel en esto de ser crédulos y entregados a los brazos escuálidos del amor. ¿Quién no quedó con ideas “raras”, cuando Vivian (Julia Roberts) finalmente conquistaba a Edward (Richard Gere) en Pretty Woman? Quién no se “replanteó” muchas cosas cuando Rose (Kate Winslet) agarraba la manito de un casi congelado Jack  (Leonardo Dicaprio) y todos sabíamos que se iría hasta el fondo…pero que mejor amar una vez, que nunca haber amado.

(suspiro y en mi cabeza canta Celine Dion)

El otro día vino la cereza de la torta. Fue un momento mágico, donde todo adquirió sentido, todo encajó, todo.

Lugar: Cine Palace. Película: Votos de amor. Protagonistas: Rachel McAdams y Chaning Tatum.  Escena: Ambos paseando en auto con el viento golpeándoles las cara por las ventanillas. En una de esas Rachel pregunta: “Te lanzaste un pedo?” Chaning Tatum muerto de vergüenza asiente y dice: “Lo siento”. Rachel, lo mira rebosante de amor, sonríe…y cierra su ventana para oler el gas de su amado en una prueba del profundo sentimiento que inunda su alma.

No hay mucho que decir. El amor que pueda sentir por compañero de butaca acaba de quedar chiquito ante ese desprendimiento, ese saber querer.

Sobrevive el consuelo de esas otras películas que te hacen sentir bien, normal, cuerdo, con estabilidad emocional, y como si efectivamente nuestras “vidas amorosas” fueran como una película hollywoodense. Esas otras películas que nos dicen que el amor puede ser cruel, despiadado, salvaje y sanguinario.  Esas otras películas que hablan del vacío, de cuando termina, de cuando no existe, de cuando se finge, esas que pueden usar de banda sonora el tema de Silvio en el que cantaba:

Dicen que cuando un silencio…aparecía entre dos…era que pasaba un ángel que les robaba la voz…

Esas.

Y una de esas es Like Crazy. Película muy pendeja que fue filmada íntegramente con la Canon D7 y que ganó el Gran Premio del Jurado en Sundance el año pasado.  Like Crazy nos habla sobre el inicio de un amor en su forma más pura, inocente e intensa. En la época que los protagonistas son estudiantes universitarios.

Felicity Jones (tómenla en cuenta, dará que hablar) interpreta a Anna, una chica inglesa que se encuentra estudiando en Los Ángeles. Ahí a conoce a Jacob (Anton Yelchin) y después de unas cuantas idas y venidas, empiezan una relación.

En la pantalla solo ves la parejita más típica, común y poco interesante del mundo. La historia parece de una simpleza insultante. Vemos a ambos desarrollar su relación, profundizarla y ser todo eso que una pareja debe ser. Amén de la felicidad, Anna debe regresar a Inglaterra ya que su visa de estudiante está por expirar. En un acto irresponsable se queda en suelo americano para pasar más días con Jacob, luego (piensa) se encargarán de arreglar el “asuntito” de la VISA.

Pues resulta que no. Que allá los gringos son jodidos, que si la cagás con la VISA no te perdonan, que no entienden razones. Así que Anna no podrá regresar a USA.

Like Crazy pasa de la simpleza a la complicación, y los protagonistas  nos narran en periodos de tiempo bastante largos, lo que sucede: Los intentos de seguir adelante (visitas de Jacob a Inglaterra), las soluciones alternativas. Vemos cómo intentan mantener esa conexión que los unió al principio.  En medio de ese vaivén, están los sentimientos…lo mucho que se amaron, lo mucho que se aman, lo que piensan que es o debe ser un “para siempre”.

Sí. Hay, hubo y habrá amor, pero en ese trabajo que significa mantener una relación con otro ser humano, en esa paciencia agotadora que se tiene que usar para no perder esa conexión, la pareja es una unión de dos personas. Dos soledades que intentan desesperadamente acompañarse.

Conversando con un par de amigos a los que se la recomendé, comentaban que el gran gran mérito de esta peli es que es la historia de mucha gente. Que es fácil sentirse reflejado en esa lucha por alcanzar la quimera del “y vivieron felices”…

El joven director Drake Doramus (29 años) dirige y escribe el guión de esta historia sin irse por la pretensión exasperante, ni cayendo en los clichés hollywoodenses. Narra de forma modesta, sencilla, una historia de amor. Su nacimiento, sus problemas, y su futuro.

Aparece también esa gran actriz que es Jennifer Lawrence en un papel secundario pero que tiene mucho peso. Que significa y dice bastante.

90 minutos bastan para que Like Crazy haga lo suyo y te estruje verdades en la cara. Porque ya lo dije es de ESAS películas. Donde salen los créditos y sentís frío. Donde sentís frío y sin querer te dan ganas de llorar.

Otra de ESAS es Entre Nosotros,película alemana ganadora del Gran Premio del Jurado en el Festival de Berlín del 2009.

Si en Like Crazy veíamos el nacimiento de un amor puro y juvenil. En este filme somos testigos de una relación un poco más adulta, pero que aún está tanteando el camino para descubrir hacia dónde va.

Chris y Gitty están juntos. Ambos tontean, cogen, y la pasan bien el uno con el otro. No es nada especial. Ni siquiera podría decirse que son “tiernos”. Cero. A ratos pensás: “¿qué le ve Gitty a ese hijo de pooh?” y a ratos pensás: “Gitty es  medio pelotuda”.

Mientras que Chris es un tipo conservador, un poco cuadrado, que añora un éxito que su mediocre talento como arquitecto no le puede dar, Gitty es un espíritu más libre. Si tiene gana de botarse al mar, gritando y llorando al mismo tiempo, lo hace. Es más expresiva en el amor que siente por Chris, mientras que en Chris se sospecha un cierto desprecio hacia ella. Como que en el fondo, no la encuentra suficiente para él.

Cuando el filme arranca, ambos se encuentra vacacionando en Cerdeña/Italia. Las vacaciones siempre son sinónimo de pasarla bien, de divertirse, pero lo que nos presenta Maren Ade, la directora y escritora de Entre Nosotros, es lo opuesto.

Esto tiene que ver con la aparición de un gran amigo (rival) de toda la vida de Chris, y su pareja, con la que conforma un reflejo de todo aquello que Chris querría para sí mismo.

Ahí comienzan los problemas. Nacen de una comparación, de una aspiración, de una frustración.  Ver a  Chris y Gitty, personajes que muy bien podrían ser tus amigos, familiares, vecinos, pelearse por todo y por nada, reconciliarse de la manera más estúpida, decirse las cosas más hirientes, para que después de herirse se miren fingiendo exactamente el mismo amor que antes, verlos es incómodo.

Como incómodo es descubrir que hay situaciones que pueden exponerte con todas tus mezquindades y miserias. Gitty se shockea literalmente al ver a ese otro Chris que no conoce. Chris también conoce  a otra Gitty.

La trama puede no ser tan intrincada, pero el conflicto es mucho más profundo de lo que parece, y está narrado por Made con un muy buen manejo de climas, donde la catástrofe se palpa en el aire.

A pesar de que adolece de una duración excesiva y de uno que otro momento gratuito, Alle Anderen, cuya traducción fiel sería Todos los demás, es un honesto trabajo que echa una desgarrada mirada a ese pequeño mundo privado que supone una relación de pareja.  Donde lo dicho, se intenta ser uno, pero son dos y punto.

El final que a muchos hace ruido, me parece lo suficientemente ambiguo como para que resulte reflexivo y como para que algunas preguntas (incómodas, también) se alcen maquiavélicamente sin poder evitarlo.

Pero si este retrato del  amor adulto, inseguro y poco maduro no es suficiente como pastilla de realidad, siempre quedan otras opciones. Revolutionary Road es de las más extremas.

Confieso que tengo este filme desde que se estrenó (2008) y por algún motivo hasta este año (2012) lo evadí eficazmente. La culpa la tiene Titanic y Celine Dion, que canta en mi cabeza cada vez que veo a Kate Winslet y a Leo DiCaprio juntos (la mano, el frío, el océano, la muerte…)

Una de esas tantas noches en que recurrí al hábito compulsivo de poner dvds en mi reproductor, finalmente la vi.

Ahora que quiero empezar a describirla, repentinamente me estanco y no puedo, porque es muy dura y lo duro siempre duele, y el dolor no se puede describir muy bien, pero ahí está.

La historia está basada en un libro homónimo de Richard Yates, el cual no leeré nunca.  Porque no. Una parte de mí se perdió irremediablemente con el final de esta película, así que mejor no.

Yates viene de un hogar roto, sus padres se divorciaron cuando él tenía 3 años. Ya en adulto se casó dos veces y se divorció ambas. Revolutionary Road fue su primer novela y es de suponer que lo narrado en sus páginas no será un cuento de hadas.

Sam Mendes, a quien conocemos por dirigir películas como American Beauty, o la algo insípida Away We Go, tomó el reto de adaptar el relato a la pantalla gigante. Lo hace en el único tono que se puede hacer: frío, sin concesiones, y una crudeza que conmociona.

Frank (Leonardo DIcaprio) y April (Kate Winslet) son una pareja de treinteañeros. Cuando se conocen ella sueña con ser actriz, él quiere hacer cosas divertidas, aventurarse. Son jóvenes, tienen la vida por delante.

Los años pasan, se casan, tienen hijos. Son una familia.

La rutina que esto conlleva, los sueños postergados, la juventud perdida, las responsabilidades, hacen que el portarretrato familiar se convierta en un vacío en el que los protagonistas se ahogan.

April no es feliz. Frank no es feliz. Tienen estabilidad, y todo es en apariencia perfecto. Han cumplido los ciclos vitales. Las cosas están en el lugar que deben estar. Para la sociedad llevan una vida ejemplar. Pero NO son felices. La idílica y metafórica calle Revolución en la que viven, no es suficiente.

Y esa infelicidad trae decisiones drásticas, esperanzas desesperadas. April propone que se vayan a vivir a París. Allá, ella será la que trabaje, Frank buscará una vocación, y no se resignarán a ser lo que los demás esperan que sean, sino que tratarán de ser lo que ellos desean ser. Una revolución.

El plan no suena mal. Eso pensaba: Váyanse a Paris, dedíquense a la horticultura, a criar chanchos, o lo que sea, pero por misericordia, dejen de ser tan infelices.

Quizás el único pero que le pongo al filme sería el personaje de Michael Shannon como el loquito que dice verdades que nadie se atreve. El actor logra una buena interpretación pero el uso de esta muletilla explicativa y metafórica me emputaba a ratos.

Una serie de acontecimientos nos llevan tortuosamente al final. Uno de esos finales que se desean olvidar. Resetear en la memoria.

Es difícil asistir a la autopsia de una relación, al olor fétido que emana, a la putrefacción. Porque hay cosas que podés congelar o formolizar y deja de oler, pero cuando se alcanza un grado tan grande de descomposición, no queda nada más que taparte la nariz, mirar pa otro lado y aguantar las ganas de vomitar.

Pero ¿cómo se pueden aguantar las ganas de vomitar cuando se filman películas como Lunas de Hiel del gran Roman Polanski? Filmada en 1992, solo se puede vivir como una admonición.

Este, quizás, sea uno de los trabajos más infravalorados de Polanski. Asumo que el problema es que casi al final se torna algo irregular, aunque eso no le quite una primera parte tan asqueante como hipnótica.

Nigel (Hugh Grant) y Fiona (Kristin Scott-Thomas) están celebrando su aniversario y para ello toman un crucero. Son un matrimonio estable, tranquilo, normal. En el barco se topan con una extraña pareja conformada por la sexy y enigmática Mimi (Emanuelle Seigner) y Oscar (Peter Coyote).

Oscar conoció a Mimi en un restaurant, ella era mesera. A pesar de la enorme diferencia de edad, condición social, cultural, etc…iniciaron un apasionado y tórrido romance.

Al principio se encuentran en esa fase en la que si tu pareja se rasca la nariz lo encontrás lo más erótico del mundo. Ambos son perfectos, hermosos y superinteligentes ante los ojos del otro.

Pero eso no puede durar para siempre. Las cosas suceden muy rápido. Se mudan a vivir juntos, la rutina y el estar pegados todo el día hacen lo suyo. Sin darse cuenta, se establece una relación de codependencia poco saludable.

De pronto, ese incendio que antes los consumía comienza a apagarse. El deseo se desvanece, las ganas locas de estar uno con el otro menguan. Las señales de que la relación es inviable, de que se trata de la crónica de un fracaso anunciado son demasiado visibles.

Como el ser humano es muy pelotudo y terco, ambos intentan frenar el curso irreductible de los acontecimientos y tratan de reavivar la pasión con cuanto juego sexual se les pase por la mente.

Escenas grandiosas donde Polanski da rienda suelta a todos sus fetiches se suceden en pantalla. Ni siquiera el hecho de que la actriz protagónica sea su esposa en la vida real, hizo que Polanski pusiera reparos en toda la carga sexual del filme.

Oscar y Mimí que antes cogían para enaltecer su amor y dejar constancia de él, ahora usan el sexo como balsa ante un naufragio. Cogen por compromiso y degradan el acto íntimo hasta límites inauditos.

Cuando pensás que la situación ya es insostenible, nos adentramos más en esa letrina hedionda que significa una relación fallida. Aquí están todos muertos, no hay ningún herido.  Y cómo apesta.

Te tapás la nariz, mirás pa otro lago e intentás aguantar las ganas de vomitar. Pero no se puede. Polanski te escupe, te pisa y te estruja con este relato autodestructivo y amargo.

Una vocecita interior, muy ñoña, te dice que “yo nunca llegaría a eso”, pero sabés que hay quenes llegan a eso y más.

Vangelis es el encargado de matizar los ambientes. Los sórdidos y terribles ambientes.  Oscar, le narra a Nigel su historia, la historia de un amor trágico, de una relación enfermiza que no se pudo encausar.  Nigel que parece tan correcto, se deja envolver morbosamente por el relato.

El final moralizante y algo flojo, es esperado desde la mitad. No se puede hablar del amor como Polanski lo hace, sin llegar a ESE final.

Porque Lunas de Hiel es como ESAS películas que ya mencionamos, esas que hacen ver a Silvio como un pussy, esas que joden, sacuden, y no hablan de pedos olidos en nombre del amor.Esas que simplemente hablan de lo terrible que es el amor, y de lo más terrible aún que es el vacío que deja a su paso.

Las loki aventuras

Pudo ser peor. A Joss Whedon algunos no lo conocían ni en pelea de perros. De hecho, lo más llamativo de su currículum es que como  fan de X-Men se moría por participar en la primera entrega e ilusionado escribió un guión completito, del cual solo extrajeron dos líneas. Patada en el ego.
Aparte de ese poco halagador pasado, el tipo había dirigido series de TV, y ni siquiera “grandes” series, sino esas mamertadas como Buffy, la cazavampiros y Angel.
Si me preguntan, Crepúsculo parecía el siguiente paso lógico.
Escarbando más, entre sus créditos también figura como creador y guionista de la serie Firefly, que nunca he tenido la oportunidad de ver pero que en The Big Bang Theory nombran como uno de los pocos motivos por los que Sheldon Cooper suplicó algo: que no la cancelen. Hmmmm…si Sheldon lo dice.
Y bueno, en la práctica Whedon escribe comics, es fan de los comics, y seguramente ha esperado años para esta gran oportunidad.
En mi caso, después de los tremendos chascos suscitados con Linterna Verde, El Avispón Verde, todas las Spider Man, y la herida imborrable que significa el retorno de Superman, pues ni muchas esperanzas, ni grandes expectativas.
La desagradable perspectiva de ver OTRA VEZ a Capitán América y al oxigenado Thor, eran elementos muy matapasiones.
Pero ahí estábamos ante uno de los filmes más esperados de los últimos años. Y para no desentonar con la maquinaria hollywoodense, el argumento no puede ser más estúpido.

Durante todos los filmes que nos anticipan lo “espectacular” que será Avengers, veíamos a Samuel Lee Jackson reclutando a héroes para una misión especial.

La película empieza justo cuando lo especial llega y los Avengers son requeridos, porque sí…hay que salvar el mundo, y mostrar algo de heroísmo al final del día.
En esa cosa insufrible llamada Capitán América, Nick Fury (Samuel Lee) y sus pupilos encontraron una fuente de energía con un potencial desconocido. Guardaron el aparatito, y se dedicaron a examinarlo esperando usarlo para fines propios. Good Morning ,Vietnam.
Ahora resulta que mientras ellos jugaban al científico comprometido, Loki tenía otros planes. Se acuerdan de Loki, el hermanastro envidioso de Thor? Pues Loki se nos loqueó del todo, y se alió con un ser (¿?) de otro planeta.
Pequeña pausa para que se digiera esa información.
Señores, Loki ya demostró con creces que es un resentido tratando de probar que no es el crispín que en realidad es (en su versión fílmica, en los cómics es n veces más interesante). Entonces, escapa a mi entendimiento cómo Loki que no tiene un ápice de criterio para nada en la vida, y ya fue derrotado miserablemente por Thor en la otra película, regresa tan campante como si fuera el propio, el más más.
Porque Loki, ahí donde lo ven, quiere hacernos talco.
Seh. Como no puede ser de otra manera, eso solo es detenido/afrontado/ por: Iron Man, La Viuda Negra, Hulk, HawkEye, Capitán América, Thor…
De más está hablar de las connotaciones mitológicas, de las fidelidades comiqueras, místicas, y what ever del asunto. No importa un carajo. Tampoco importa un carajo los accidentados o tontísimos giros del argumento. Menos que todo ese despelote ocurra, insisto, gracias a Loki.
Lo único que importa es que ese sancocho de héroes, bichos, traiciones, explosiones, y caos es batido con mano firme, buen ritmo y logrando el punto caramelo para que al salir del cine tu corazón esté limpio y sin rencores.
Nuestro Sherlock…digo Iron Man (Robert Downey Jr.), está con la dosis correcta de humorsito negro, odioso, e hincha pelotas que ya le hemos visto en su propia saga. La viuda negra (Scarlett Johanson) que funge como ornamento sensual, cumple sin tropiezos. Hulk (Mark Ruffalo) le pone el tono sobrio a su papel. Loki, amen de su estúpido personaje, es excelentemente interpretado por Tom Hiddleston, quien rescata del absurdo a su villano. Hasta Thor que lucía bastante pelotudo en su filme personal, se reivindica entre tanto tole tole.
Puntos flojos: el ñoñazo, bruto con b gótica del Capitán América. En su película fue casi doloroso verlo. Su traje, su personalidad, todo en él conspira `para que deseés que muera sin piedad.
Además del sinsentido imperante en el argumento que se perdona porque es un comic, es ciencia ficción, no es Shakespeare, y todas las cosas que se dicen para justificar la estupidez, podemos apuntar como otra de sus falencias a que, lo siento, debo decirlo: NO ES LO ESPECTACULAR QUE SE PROMETIO.
Sí, cumple como entretenimiento al pedo, sin complejos, sin culpas, más o menos como cuando te atragantás con una hamburguesa, un milshake, papas fritas, aros de cebolla, un hershey pie, una coca cola gigante, y después llegás a tu casa a raspar las ollas. Claro, pero aparte del atracón, no es algo especial, ni remotamente memorable.
No tiene una sola escena que me haga pensar WOW. Todo ya está muy visto, más manoseado que tanga de stripper.
Aún así, se disfruta. El tiempo pasa, gastás un par de horas donde podés sumergirte en esa catarsis muy americana, donde solo ves las lucecitas de colores, sin pensar mucho, sin pedirle nada a la vida. Simplemente dejándote llevar.
Los créditos salen, ves el nombre de Joss Whedon, pensás que el cojudo no lo hizo tan mal. Te quedás, pocos se quedan. Recordás que hay dos escenas de yapita, una que anuncia la secuela y otra al final de toda la chorizada de créditos, donde el chistesito “gourmet” que se escucha durante el filme cobra sentido.
Y listo.
Con eso termina una apertura de cuatro franquicias (Iron Man, Capitán América, Hulk, Thor)  y un montón de plata en trailers de expectativa.
No sé, pero me sentí un poco triste.
Lo mejor: Divertida, para pasar el rato.
Lo peor: la ñoñez de Phil.
La escena: Dos: Thor y Hulk; Loki y Hulk.
Lo más falsete: Loki como némesis
El mensaje manifiesto: Los héroes salvarán al mundo
El mensaje latente: Los héroes son pelotudos
El consejo: Vela en versión original subtitulada, incluso si tenés que sacrificar el pinche 3D.
El personaje entrañable: Hulk, seguido muy de cerca por Iron Man.
El personaje emputante: Capitán América. ZZzzzzZZZZZzzzzz

El agradecimiento: Que no sea tan chota

CURIOSIDADES
       Se negoció con Edward Northon para que encarne a Hulk, sin llegar a un acuerdo por lo que finalmente el papel recayó en Mark Ruffalo.
       Es el primer filme Marvel distribuido por Disney.
       Lou Ferrigno el Hulk original de la serie de los 80s, hace la voz de Hulk en esta película.
       Tony Stark viste una camiseta de Black Sabbath durante el filme, es un guiño al conocido tema de Black Sabbath “Iron Man”.
       Para lograr credibilidad como HawkEye, el actor Jeremy Renner fue entrenado por arqueros olímpicos.
       Stan Lee, el famoso autor de comic, tiene un cameo en el filme. El hombre mayor que es entrevistado luego de la batalla en Nueva York.
       Presupuesto 220 millones. Lleva recaudado más de 1 billón.
       En Avengers además de las cámaras Arriflex y Arri Alexa, se usaron 5 Canon D5 y 2 Canon D7.
       La secuela será precedida por Iron Man 4.

Los hijos bastardos de la bruja de Blair

La vida es así. A alguien se le ocurre poner una venta de anticuchos en su cuadra y después tiene a tres crispines vendiendo anticucho por la misma zona. 

 

En 1999, El proyecto de la bruja de Blair se convirtió en la influencia a beber si querías hacer una película cámara en mano que transmita la sensación de “realidad”: Un falso documental. 

 

Mockumentary le dicen los gringos, o también found footage  y nuestros asustados amigos de Blair no fueron los primeros: Woody Allen, Peter Jackson y otritos ya transitaron por esos inciertos caminos, aunque ninguno alcanzó la notoriedad que se cocinó en Blair.

 

Recuerdo que cuando la vi quedé fascinada con los profusos “Oh, my god”, así como los mocos de los protagonistas y todo aquello que nos indicaba que estaban cagados de miedo en pleno monte. La pasé teta.

Tengo el libro (reliquia) y seguí la campaña viral. The Blair Witch Project me pareció lo más inteligente que había hecho gente sin talento en mucho tiempo. 

 

De los involucrados, como ya se preveía, poco o nada se sabe ahora. Los directores siguieron haciendo huevadas relacionadas al género del “terror”, pero sin el factor sorpresa que los acompañó en su debut. La actriz protagónica se cansó de vagar por Hollywood esperando que sus 15 minutos de fama se alarguen. Ahora se dedica al cultivo de marihuana y esito sería. 

 

Señores, las cosas siguen su curso natural.

 

Desde entonces, los hijos bastardos de la bruja de Blair desfilan sin pudor. Así vimos Paranormal Activity, una de las peores del mundo mundial. Cloverfield, REC, Quarantine, Borat, Bruno, y una larga lista  de títulos son parte de esta lluvia de iluminados proyectos en los que se decide «sorprendernos» con esas falsas verdades.

 

El 2012, en solo tres meses ya me he visto 4 películas (MUERAN MALDITOS, MUERAN), y cada vez que me daba cuenta que estaba ante una historia contada como mockumentary quería botarme por las escaleras del cine y estrellarme contra la pantalla gigante. 

 

Los Desacados podrían cantar Paren de venir, pero mientras sigan apareciendo habrá que compartir con ustedes esa penosa experiencia. Aquí van las reseñas por orden de desgracia:

 

GRAVE ENCOUNTERS o cómo hacer que los fantasmas sean poco interesantes

Unos tipejos apodados The Vicius Brothers escriben y dirigen esta horrible (fue horrible) película acerca de un equipo de filmación que hace programas sobre presencias paranormales en locaciones específicas. 

 

El grupete se mete a un psiquiátrico abandonado, en el que supuestamente suceden “cosas raras”. Las cosas raras son 95 minutos de tu vida perdidos irremediablemente, sustos tópicos y elementales, y un argumento estúpido que te hace sentir estúpido. 

 

En esta bosta se gastaron medio millón de dólares que insisten en ponerlo como “bajo presupuesto”. 

 

Bajo mi asqueada mirada, esa cantidad de plata comparada con los resultados obtenidos solo puede parecer la inversión más cara de la historia. 

La culpa la tiene el Festival de Tribeca, que además de darle reseñas favorables hizo posible su distribución. 

 

Cuando supe el detalle, fue el único momento de mi existencia en que me permití odiar un poquito al gran Robert De Niro (uno de los fundadores del Tribeca Film Festival).

 

Con tantas películas para ver, con tantas películas que hacen cola o que son rechazadas en el Cine Center para ser exhibidas, justo nos llega Grave Encounters…

 

Fue una noche deprimente.

 

THE DEVIL INSIDE o cómo hacer que el diablo luzca pelotudo

En esta película de William Brent Well, no solo nos emputa ver OTRO mockumentary, sino que encima nos lo encajan con OTRA historia sobre exorcismo. Típica disyuntiva creo/no creo. Dios viendo algún partido de Barcelona mientras el diablo hace desmanes por el mundo. 

 

Según el póster “es la película que el Vaticano no quiere que veas” y debo decir que es la primera vez que el Vaticano  y esta servidora están de acuerdo. 

 

Una tipa cuya madre cometió un triple homicidio durante un exorcismo, viaja años después a Italia para reencontrarse con ella. 

 

María Rossi (la madre) está recluida en un hospital psiquiátrico que pertenece al Vaticano. La hija está acompañada de un camarógrafo que grabará todo lo que suceda para crear un documental sobre la truculenta historia.

 

Desde el inicio deseás que el diablo se aparezca y barra con todos. Ese es tu espiritual deseo. La película es larga, aburrida, mal filmada, llena de los clichés del género, emputante, y con un final que algunos críticos piensan que es el peor de todos los tiempos. 

Aquí parto lanza a favor de The Devil Inside. Aunque es malísima, creo que no puede usurparle el lugar a otras producciones que llevan lo malo hacia un talento nato, hacia arte puro.

 

También llega una reflexión sobre el mercado local o nuestro amoroso público cruceño. The devil inside, así mala como es, lleva ya varias semanas en cartelera, eso indica que la gente sigue yendo a verla. Es como la cagada de Adam Sandler Jack y Jill que sigue en cartelera después de más de un mes de su estreno.

 

Esa pastilla roja matrixiana nos dice que la culpa no es del chancho, sino de quien le da de comer. 

 

CHRONICLE o cómo hacer  que los superhéroes sean villanos

 

Si ya en los casos mencionados, el elegir el mockumentary como estilo nos parecía rebuscado y una excusa para tapar falencias de bajo presupuesto y justificar look de película chota, en Chronicle es donde deseás más profundamente que no se hayan decantado por ello.

 

La historia con la que Josh Trank debuta tanto en guión como en dirección, no está tan mal como las anteriores: Tres adolescentes adquieren superpoderes luego de estar en contacto con un objeto desconocido. Estos poderes se vuelven más fuertes cada día y los chicos deciden crear reglas para no hacer mal uso de ellos. 

 

El argumento de cómo uno de los chicos, cuya madre padece de cáncer y cuyo padre es un abusivo alcohólico, empieza a corromperse es muy atractivo. Como atractiva es la forma que el director usa para contarla. No lo de las pinches cámaras, sino los climas que crea para mostrarnos esa caída en desgracia y la impotencia de los otros dos personajes.

Filmada con la cámara ALEXA, aunque se simula que las imágenes corresponden a la Canon Xl1 y a la Canon Vixia HF, Chronicle es la crónica de un descenso a los infiernos. No está mal, de verdad que no. El problema es que hacerlo al estilo mockumentary más que ayudar, perjudica. Pudo muy bien filmarse sin eso, y la historia quedaría más intimista y jodida. 

 

Aún así, con sus baches y su despatarre final, este hijo bastardo de la bruja de Blair resulta por lo menos digerible y tiene un je ne sais qua que la hace interesante.

 

Josh Trank a sus 27, es el director más joven de la historia del cine en tener una película como número uno en la taquilla. Le sigue Spielberg quien a los 28 encubró a Jaws,  y  James Cameron que a los 31 lanzó su Terminator. 

 

Si esto sirve de barómetro de algo, podemos inferir que a Trank le esperan cosas gigantes. Mientras tanto, ya se prepara la secuela de Chronicle (esperemos que sin la camarita) que no ha confirmado la presencia de Trank en los créditos, puede ser que esto se deba a que Hollywood ya le echó el ojo y le están ofreciendo de todo. 

 

Suerte para Trank y más suerte para una secuela que no debería ver la luz del proyector.

 

PROJECT X o cómo hacer que un loser sea más loser

Esta película es estúpida, te hace sentir estúpido, pero la pasás estúpidamente bien. En el caso de Project X, todo el despelote, caos y demencia que sucede en pantalla queda más que justificado haciéndolo mockumentary. 

 

De todas las que vi este año, es la única en que digo, sí…bueno, sólo pudo ser filmada así.

 

Tres amigos considerados unos nadies en la escuela, deciden celebrar el cumpleaños de uno de ellos por todo lo alto. La idea es hacer la fiesta que sea la madre de todas las fiestas. Una fiesta que marque un antes y un después en sus vidas sociales y que los convierta en leyenda.

 

Lo que comienza como una jugarreta termina en un desastre de proporciones épicas que a la luz de la adultez y la madurez que sólo la edad puede brindar te hace exclamar: No se puede ser tan pelotudo! pero que seguramente a los chicos menores de 20 o aquellos adultos cuyo desarrollo cognitivo quedó disminuido en algún festejo carnavalero, les va a parecer lo máximo. 

 

El mensaje final es más o menos que tenés que actuar como un tipo acomplejado, lameculo de tus pares, sexista y sin absultamente nada de personalidad, para triunfar socialmente. No importa el costo real, sino la fama pasajera. Hermoso.

 

Obviamente que esta jodita ya se les antojó a algunas criaturitas del señor y las réplicas de la película han comenzado a aparecer desde que se estrenó. La última ocurrió la semana pasada en una fiesta en Seattle donde un adolescente murió baleado cuando el descontrol fue el descontrol y no solo la joda pintoresca que Project X promueve.

 

Más allá de los cuestionamientos (in) morales que se pueden hacer del film, es imposible no partirse de risa con algunas escenas como las del gnomo y el dedo, el perro saltando en slow motion, los desnutridos y freaks guardias de seguridad, y muchas más. 

 

Nina Nourizadeh fue el elegido para dirigirla. Este es un filme de estudio, sacado de una lluvia de ideas, cuyo objetivo era lograr lo que se logró. A Nourizadeh le ofrecieron la dirección porque tiene en su currículum spots de ADIDAS con temática fiestera que gustó entre los productores. 

 

Se filmó en 25 noches con un presupuesto estimado de 12 millones de dólares. Por lo menos no es tan chota como las dos primeras y es imposible aburrirse.

 

Así termina el hall de la infamia. Ojo, no es que esté en contra del mockumentary o el found footage, de hecho si el filme está bien logrado con esa onda, todo bien, lo de menos es la forma.  Pero el 90% de las veces el recurso cansa y aburre. 

 

Habrá quien me diga: DEJA DE VERLAS. Pues no, siempre trataré de ver todas las películas que se me crucen por delante, sean buenas o malas, aburridas o entretenidas, porque nunca se sabe cuándo te podés sorprender. 

 

Es la magia del cine.

Después del Napalm

Tres estaciones, es la primera película filmada en Vietnam con capitales americanos después de la guerra. Su director Tony Bui, un debutante que pasó casi la mayor parte de su vida viviendo en USA (desde los 2 años) y nos entrega este film intimista en el que intenta plasmar su mirada como mestizo, como un hombre que pertenece a dos mundos y casualmente ambos mundos son histórica/culturalmente antagónicos.
 
La empecé a ver muy entusiasmada, porque estaba laureada por el Festival de Sundance de 1999 y también tenía una que otra mención en el de Berlín…entonces me dije: «Ajá, veré algo de altura, de nivel», y era verdad, estaba ante un filme muy muy hermoso visualmente. El único problema es que mientras avanzaba, me aletargaba y empezaba a desvariar imaginando cómo escribirían los vietnamitas, si esas canciones las vendían en un soundtrack, qué tan difícil sería cultivar loto en mi jardín y hace cuánto no veo un episodio del pájaro loco.
 
Dura casi dos horas plagadas de silencios y de una bellísima (mucho) fotografía. Lisa Rinzler que ha trabajado en Pollock, Love Liza y otros filmes de bajo presupuesto, es quien pone su firma a las imágenes que se convierten casi en protagonista.

 
Tres estaciones se refiere a las historias paralelas que se dan en torno a un hombre adulto, una campesina y un niño.
 
El hombre adulto es Hai, un ciclotaxista que en sus correríos se enamora de una prostituta de lujo, que a su vez lo único que anhela es engancharse a un gringo para salir de su miseria.
 
La campesina es Kien An, se dedica a la recolección de la flor de loto, y trabaja para un viejo poeta a quien la lepra le ha consumido las manos y está acabando con su rostro (lo que hace que no salga nunca de su casa).
 
El niño, es un vendedor de chicles, cigarrillos, encendedores, etc., a quien le roban su caja en la que vende la mercancía. Fanático del pájaro loco, le dicen Woody porque lleva una raída y patética remera con el dibujo del pajarraco en cuestión.
 
Además está el personaje interpretado por Harvey Kietel (quien también produce la peli) un tipo que tuvo su affaire con una vietnamita cuando era soldado y que dejó su semilla en Vietnam, por lo que ahora quiere recuperar a la hija que nunca vio.
 
Todas estas historias se entrecuzan, pero OJO, no es el entrecuce que se suele dar donde las historias se cruzan porque la una afectará a la otra, acá son cosas mínimas, que si le compran una cosa al niño, que si el ciclotaxista tiene de pasajero a alguno, que si a la vendedora de loto le compran una flor…cosas de esas…

Tres estaciones, entonces, ahonda en una crítica, que pretende ser severa pero que resulta ingenua, ante la realidad vietnamita después del conflicto bélico con los gringos. Se hace alusión a la invasión de la cultura occidental mostrando panorámicas de un mural de Coca cola, o las pelis de western, o que la vendedora de loto no puede vender sus flores debido a que las flores de plastico conquistan su mercado, la afluencia de turistas, incluso hay una alusión a Apocalipsis Now. La idea es que el choque entre el Vietnam tradicional, el de antes y la globalización, han puesto a sus habitantes ante la disyuntiva de luchar por mantener sus valores milenarios o dejarse seducir por todas las vacías vanaglorias del mundo moderno.
 
Posee un guión muy bonito, matizado con algo de poesía y mucha melancolía por la cultura vietanamita, tanto por lo que fue como por lo que es. Se nota también la incertidumbre y la preocupación por la pobreza que azota al país, así como la necesidad de esperanza…en ese sentido creo que a pesar de las carencias que como planteo de historia pueda tener…es pura y hermosa.
 
Como dije la fotografía es bellísima y vale por sí sola su visionado, y la banda sonora ayuda mucho también. Supuestamente actúan grandes celebridades del cine vietnamita, aunque a mí en algunos casos no me dejaron muy satisfecha.
 
La dirección de Tony Bui es buena para ser una ópera prima, aunque insisto en que le faltó un planteo de la historia donde exista más ritmo y se tome en cuenta que el espectador es un ser pensante, sensible a los brazos de Morfeo.
 
Tres estaciones, con esa pausa que puede irritar a algunos, rescata al Vietnam de antes y comprende al Vietnam de ahora. A pesar de su optimismo o de su lirismo que apunta a la esperanza, hay algo profundamente triste en esta película. Es más, veo las fotos y me sigo sintiendo triste.
 
Después del Napalm, nunca fueron los mismos.
 
CURIOSIDADES
– Está dirigida por Tony Bui, quien salió del país cuando tenía 2 daños, cuando volvió a Vietnam como adulto quedó tan impresionado que decidió hacer una película.
– Después de esta película no volvió a dirigir, fue debut y despedida.
– Dirigió Tres estaciones cuando contaba con 26 años.
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