Los hijos bastardos de la bruja de Blair

La vida es así. A alguien se le ocurre poner una venta de anticuchos en su cuadra y después tiene a tres crispines vendiendo anticucho por la misma zona. 

 

En 1999, El proyecto de la bruja de Blair se convirtió en la influencia a beber si querías hacer una película cámara en mano que transmita la sensación de “realidad”: Un falso documental. 

 

Mockumentary le dicen los gringos, o también found footage  y nuestros asustados amigos de Blair no fueron los primeros: Woody Allen, Peter Jackson y otritos ya transitaron por esos inciertos caminos, aunque ninguno alcanzó la notoriedad que se cocinó en Blair.

 

Recuerdo que cuando la vi quedé fascinada con los profusos “Oh, my god”, así como los mocos de los protagonistas y todo aquello que nos indicaba que estaban cagados de miedo en pleno monte. La pasé teta.

Tengo el libro (reliquia) y seguí la campaña viral. The Blair Witch Project me pareció lo más inteligente que había hecho gente sin talento en mucho tiempo. 

 

De los involucrados, como ya se preveía, poco o nada se sabe ahora. Los directores siguieron haciendo huevadas relacionadas al género del “terror”, pero sin el factor sorpresa que los acompañó en su debut. La actriz protagónica se cansó de vagar por Hollywood esperando que sus 15 minutos de fama se alarguen. Ahora se dedica al cultivo de marihuana y esito sería. 

 

Señores, las cosas siguen su curso natural.

 

Desde entonces, los hijos bastardos de la bruja de Blair desfilan sin pudor. Así vimos Paranormal Activity, una de las peores del mundo mundial. Cloverfield, REC, Quarantine, Borat, Bruno, y una larga lista  de títulos son parte de esta lluvia de iluminados proyectos en los que se decide «sorprendernos» con esas falsas verdades.

 

El 2012, en solo tres meses ya me he visto 4 películas (MUERAN MALDITOS, MUERAN), y cada vez que me daba cuenta que estaba ante una historia contada como mockumentary quería botarme por las escaleras del cine y estrellarme contra la pantalla gigante. 

 

Los Desacados podrían cantar Paren de venir, pero mientras sigan apareciendo habrá que compartir con ustedes esa penosa experiencia. Aquí van las reseñas por orden de desgracia:

 

GRAVE ENCOUNTERS o cómo hacer que los fantasmas sean poco interesantes

Unos tipejos apodados The Vicius Brothers escriben y dirigen esta horrible (fue horrible) película acerca de un equipo de filmación que hace programas sobre presencias paranormales en locaciones específicas. 

 

El grupete se mete a un psiquiátrico abandonado, en el que supuestamente suceden “cosas raras”. Las cosas raras son 95 minutos de tu vida perdidos irremediablemente, sustos tópicos y elementales, y un argumento estúpido que te hace sentir estúpido. 

 

En esta bosta se gastaron medio millón de dólares que insisten en ponerlo como “bajo presupuesto”. 

 

Bajo mi asqueada mirada, esa cantidad de plata comparada con los resultados obtenidos solo puede parecer la inversión más cara de la historia. 

La culpa la tiene el Festival de Tribeca, que además de darle reseñas favorables hizo posible su distribución. 

 

Cuando supe el detalle, fue el único momento de mi existencia en que me permití odiar un poquito al gran Robert De Niro (uno de los fundadores del Tribeca Film Festival).

 

Con tantas películas para ver, con tantas películas que hacen cola o que son rechazadas en el Cine Center para ser exhibidas, justo nos llega Grave Encounters…

 

Fue una noche deprimente.

 

THE DEVIL INSIDE o cómo hacer que el diablo luzca pelotudo

En esta película de William Brent Well, no solo nos emputa ver OTRO mockumentary, sino que encima nos lo encajan con OTRA historia sobre exorcismo. Típica disyuntiva creo/no creo. Dios viendo algún partido de Barcelona mientras el diablo hace desmanes por el mundo. 

 

Según el póster “es la película que el Vaticano no quiere que veas” y debo decir que es la primera vez que el Vaticano  y esta servidora están de acuerdo. 

 

Una tipa cuya madre cometió un triple homicidio durante un exorcismo, viaja años después a Italia para reencontrarse con ella. 

 

María Rossi (la madre) está recluida en un hospital psiquiátrico que pertenece al Vaticano. La hija está acompañada de un camarógrafo que grabará todo lo que suceda para crear un documental sobre la truculenta historia.

 

Desde el inicio deseás que el diablo se aparezca y barra con todos. Ese es tu espiritual deseo. La película es larga, aburrida, mal filmada, llena de los clichés del género, emputante, y con un final que algunos críticos piensan que es el peor de todos los tiempos. 

Aquí parto lanza a favor de The Devil Inside. Aunque es malísima, creo que no puede usurparle el lugar a otras producciones que llevan lo malo hacia un talento nato, hacia arte puro.

 

También llega una reflexión sobre el mercado local o nuestro amoroso público cruceño. The devil inside, así mala como es, lleva ya varias semanas en cartelera, eso indica que la gente sigue yendo a verla. Es como la cagada de Adam Sandler Jack y Jill que sigue en cartelera después de más de un mes de su estreno.

 

Esa pastilla roja matrixiana nos dice que la culpa no es del chancho, sino de quien le da de comer. 

 

CHRONICLE o cómo hacer  que los superhéroes sean villanos

 

Si ya en los casos mencionados, el elegir el mockumentary como estilo nos parecía rebuscado y una excusa para tapar falencias de bajo presupuesto y justificar look de película chota, en Chronicle es donde deseás más profundamente que no se hayan decantado por ello.

 

La historia con la que Josh Trank debuta tanto en guión como en dirección, no está tan mal como las anteriores: Tres adolescentes adquieren superpoderes luego de estar en contacto con un objeto desconocido. Estos poderes se vuelven más fuertes cada día y los chicos deciden crear reglas para no hacer mal uso de ellos. 

 

El argumento de cómo uno de los chicos, cuya madre padece de cáncer y cuyo padre es un abusivo alcohólico, empieza a corromperse es muy atractivo. Como atractiva es la forma que el director usa para contarla. No lo de las pinches cámaras, sino los climas que crea para mostrarnos esa caída en desgracia y la impotencia de los otros dos personajes.

Filmada con la cámara ALEXA, aunque se simula que las imágenes corresponden a la Canon Xl1 y a la Canon Vixia HF, Chronicle es la crónica de un descenso a los infiernos. No está mal, de verdad que no. El problema es que hacerlo al estilo mockumentary más que ayudar, perjudica. Pudo muy bien filmarse sin eso, y la historia quedaría más intimista y jodida. 

 

Aún así, con sus baches y su despatarre final, este hijo bastardo de la bruja de Blair resulta por lo menos digerible y tiene un je ne sais qua que la hace interesante.

 

Josh Trank a sus 27, es el director más joven de la historia del cine en tener una película como número uno en la taquilla. Le sigue Spielberg quien a los 28 encubró a Jaws,  y  James Cameron que a los 31 lanzó su Terminator. 

 

Si esto sirve de barómetro de algo, podemos inferir que a Trank le esperan cosas gigantes. Mientras tanto, ya se prepara la secuela de Chronicle (esperemos que sin la camarita) que no ha confirmado la presencia de Trank en los créditos, puede ser que esto se deba a que Hollywood ya le echó el ojo y le están ofreciendo de todo. 

 

Suerte para Trank y más suerte para una secuela que no debería ver la luz del proyector.

 

PROJECT X o cómo hacer que un loser sea más loser

Esta película es estúpida, te hace sentir estúpido, pero la pasás estúpidamente bien. En el caso de Project X, todo el despelote, caos y demencia que sucede en pantalla queda más que justificado haciéndolo mockumentary. 

 

De todas las que vi este año, es la única en que digo, sí…bueno, sólo pudo ser filmada así.

 

Tres amigos considerados unos nadies en la escuela, deciden celebrar el cumpleaños de uno de ellos por todo lo alto. La idea es hacer la fiesta que sea la madre de todas las fiestas. Una fiesta que marque un antes y un después en sus vidas sociales y que los convierta en leyenda.

 

Lo que comienza como una jugarreta termina en un desastre de proporciones épicas que a la luz de la adultez y la madurez que sólo la edad puede brindar te hace exclamar: No se puede ser tan pelotudo! pero que seguramente a los chicos menores de 20 o aquellos adultos cuyo desarrollo cognitivo quedó disminuido en algún festejo carnavalero, les va a parecer lo máximo. 

 

El mensaje final es más o menos que tenés que actuar como un tipo acomplejado, lameculo de tus pares, sexista y sin absultamente nada de personalidad, para triunfar socialmente. No importa el costo real, sino la fama pasajera. Hermoso.

 

Obviamente que esta jodita ya se les antojó a algunas criaturitas del señor y las réplicas de la película han comenzado a aparecer desde que se estrenó. La última ocurrió la semana pasada en una fiesta en Seattle donde un adolescente murió baleado cuando el descontrol fue el descontrol y no solo la joda pintoresca que Project X promueve.

 

Más allá de los cuestionamientos (in) morales que se pueden hacer del film, es imposible no partirse de risa con algunas escenas como las del gnomo y el dedo, el perro saltando en slow motion, los desnutridos y freaks guardias de seguridad, y muchas más. 

 

Nina Nourizadeh fue el elegido para dirigirla. Este es un filme de estudio, sacado de una lluvia de ideas, cuyo objetivo era lograr lo que se logró. A Nourizadeh le ofrecieron la dirección porque tiene en su currículum spots de ADIDAS con temática fiestera que gustó entre los productores. 

 

Se filmó en 25 noches con un presupuesto estimado de 12 millones de dólares. Por lo menos no es tan chota como las dos primeras y es imposible aburrirse.

 

Así termina el hall de la infamia. Ojo, no es que esté en contra del mockumentary o el found footage, de hecho si el filme está bien logrado con esa onda, todo bien, lo de menos es la forma.  Pero el 90% de las veces el recurso cansa y aburre. 

 

Habrá quien me diga: DEJA DE VERLAS. Pues no, siempre trataré de ver todas las películas que se me crucen por delante, sean buenas o malas, aburridas o entretenidas, porque nunca se sabe cuándo te podés sorprender. 

 

Es la magia del cine.

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