LOST IN CONTEMPLATION OF WORLD

TELEVISIÓN: Mare of Easttown / El Inocente / The Queen´s Gambit / Into the Night

Por: Mónica Heinrich V.

1. Mare of Easttown

Nos suena a algo. Ya lo vimos, ya lo conocemos. Y es porque Mare of Easttown, la mini-serie nominada a siete categorías en los Premios Emmy 2021, plantea la típica historia de un asesinato en un pueblo chico-infierno grande que debe ser solucionado por un detective traumado.

No me alcanzan las referencias para ilustrar el punto, muy bien puede ser True Detective, como también The Killing o Broadchurch.

Asesinato + pueblito + detectiveespecialtomandounachelaenlabarradelbarlocal = engancha.

Para repetir figurita, sin embargo, HBO hace lo suyo y llama como protagonista a Kate Winslet y como director a Craig Zobel, y con ellos dos logra transformar este “lugar común” en una experiencia disfrutable.

Mare es un personaje que le cae como anillo al dedo a Kate Winslet. Sabemos que a Kate su Rose titánica no la representaba, nunca se ha considerado damisela en apuros, ni rol model de la femineidad, así que esta malhablada, poco acicalada Mare es una oportunidad de lucirse en un papel lejos del glamour hollywoodense. Y sí, se luce.

La Pensilvania epicentro de uno de los casos más sonados de pedofilia dentro de la Iglesia católica (300 sacerdotes denunciados) es el lugar elegido para dejar morir a Erin McMenamin (Cailey Spaeny), una adolescente madre soltera que aparece asesinada y desnuda en una zona boscosa. Un año antes, otra adolescente desapareció y Mare no ha resuelto el caso por lo que le envían al Detective Colin (Evan Peters) para que complete la usual dupla detectivesca de este tipo de thrillers. Seamos honestos, Colin resulta más inútil que retrovisor de avioneta, aunque casi al final nos revelan el por qué de tanta inutilidad.

Lo que los siete episodios de la miniserie logran es transmitir este relato del desencanto humano, de gente hastiada viviendo sus vidas en un lugar en el que por lo general no pasa nada interesante. La fotografía y la colorimetría gris, azulada, nos pintan calles llenas de gente abrigada y en su propio mundo. Todos se conocen, son una comunidad cerrada, y aunque no pase nada “interesante”, hay un zumbido interno en cada casa, en cada familia de monstruos en el placard. Desde ahí, como espectador, te sentís atraído por esa oscuridad, por ir descubriendo los secretos del curita, del vecino, del chico tonto de la secundaria, de la chica que suele hacer bullying, del papá que bebe todo el tiempo, del ex marido que vive al lado y está por volverse a casar. Es el chisme que no alimenta, pero entretiene.

Brad Ingelsby, el productor, creador y guionista, cuenta su historia tratando de hacernos sospechar de inocentes, es la única manera de alargar la mini serie hasta los siete episodios porque sino caerías en un soponcio hasta la próxima pandemia. Rellena con personajes como Richard Ryan (Guy Pearce) que aparece porque sí, tiene un idilio con Kate (perdón, con Mare) porque sí, entra y sale de la serie porque sí, y cuyo papel es tan intrascendente como el de la mamá de Jess Riley (Ruby Cruz) o la misma Jess Riley. ¿Qué nos pasó Guy, qué nos pasó?

Desde el inicio, los personajes hablan sobre lo difícil que es trabajar en un lugar donde vas a tener que arrestar a la hija de un tipo que estuvo en tu colegio o si la chica desaparecida es la hija de una ex compañera que fue parte del equipo de básquet que hizo famosa a nuestra heroína. Es todo endogámico y apunta a su resolución con una flecha de neón: este es el asesino. 

La dirección de Craig Zobel, aliviana los baches del guion. Las secuencias están tan bien construidas visualmente, que pasas por alto la absoluta falta de química entre Mare y Colin (hace mucho no veía un intento de pareja tan al pedo) lo absurdo que es el comportamiento del tarado de Dylan y tu necesidad de tener más profundidad y significado en lugar de una sucesión de personajes y situaciones clichés.

Aquí, casual, incómodos, haciendo sentir incómodos a los espectadores con nuestra nula química

Zobel fue el director de The Hunt, esa película en la que un grupo de conservadores-republicanos despierta en un lugar con el único objetivo de ser cazados por unos aburridos “progres”. Ahí abundaba el discurso, el intento de comedia, pero por encima de elementos binarios y algo desafortunados, veías la mano de un director capaz de vender ese artificio. Porque, a veces, en el arte o cierto tipo de arte, lo destacable, es que te consigan vender huevadas.

Lo mismo sucede con Mare of Easttown, es un trabajo cumplidor con una gran actriz como protagonista que al igual que todos los detectives ficcionales visita bares, desconfía de las relaciones y tiene un pasado que intenta ahogar en una chela.

Nuevamente, ya lo vimos: mejor y más desarrollado. Aún así, te quedás hasta el final. El asesino, que fue sugerido una semana antes del final por el mismísimo Stephen King, enfrentará a nuestra genérica detective a esa famosa disyuntiva de lo justo y lo emocionalmente correcto. En ese punto, ya queremos que la serie termine, y, además, estamos seguros que el destino de los que rodean a Mare seguirá su curso natural con o sin justicia.

Así es la vida.

Lo mejor: Kate Winslet y una dirección prolija Lo peor: nada nuevo bajo el sol detectivesco Lo más falsete: el romance entre Mare y el escritor, el intento de romance entre Mare y Colin El mensaje manifiesto: la cercanía con alguien nunca puede ser un instrumento a tu favor El mensaje latente: se puede perdonar hasta lo imperdonable La escena: el abrazo final El personaje entrañable: el pobre bebé El personaje emputante: Dylan, los asesinos y los personajes genéricos  El agradecimiento: Kate Winslet.

2. EL INOCENTE

Oh, por Dios. Esto tiene más giros y curvas que la carretera a Samaipata.

El chico del momento en España, el señorito Mario Casas, protagoniza El Inocente, una de las series más recientes del catálogo netflixero.

Mario Casas interpreta a Mateo Vidal. Para los amigos y ñoños: Mat.

Una noche, Mat sale a bolichear con la felicidad del bolichee no pandémico y así, de golpe y porrazo (literal) mata sin querer a otro muchacho. ¡Ah, cómo NO extraño las refriegas bolicheras pre-pandémicas!

Paulo Oriol es el director y guionista de este asuntito. Gracias a las recomendaciones aleatorias de Netflix y a la ociosidad, ya me había visto dos trabajos suyos anteriores: Durante la tormenta y Contratiempo (también con Mario Casas).

Pues qué puedo decir, el efectismo y el enrevesamiento parecen ser la marca registrada de Oriol. A su favor, diré que, aunque sus guiones no tienen el más peregrino sentido, se sigue con mucho interés el destino de sus personajes. Una característica de algunas series españolas puestas en Netflix: cero sentido, pero muy entretenidas (a vos te hablo Vis a Vis).

El guion de El Inocente es escrito por el mismo Oriol y se basa en la novela homónima de Harlan Coben. Luego de terminar de ver la serie, #curiosa, me di el trabajo de buscar la novela porque sentía que Oriol había metido sus deditos españoles hasta el fondo. Y sí, sí los metió, pero Harlan…el gringo Harlan, se había ido más al chancho aún en su novela. O sea, Oriol cambió algunas cosas aquí, allá y acullá, pero lo que pensamos que fue un vicio de Oriol (el enrevesamiento) había sido también un vicio de Harlan. Por lo que tenemos a un cineasta y a un escritor que podrían ser hermanos separados al nacer. Como prueba del delito les dejo la novela para descargar El-Inocente-Harlan-Coben.

En su versión televisiva, El Inocente usa un aire literario para presentar a los personajes que no está tan mal, aunque es un truco que le puede jugar malas pasadas a actores menores que no pueden desarrollar una actuación en off. Por ejemplo, cuando le toca el turno a Juana Acosta con una Emma Durán robótica que apenas lo logra, el texto sufre, y sufre mucho.

Aquí, casual, boludeando…haciendo boludear al espectador

Alexandra Jimenez como la Inspectora Ortiz, a quien le pusieron una peluca rubia que se nota al vuelo que era peluca, también me estorbaba. Ella, su peluca y su mochila. De hecho, había hartas tipas empelucadas en esta serie.

Y ya si hablamos de Mario, el reciente ganador del Goya por No Matarás (tengo tantas cosas que decir de esta película que se puede ver en Amazon Prime, pero no es el momento ni el lugar) pues la cosa se pone más gajuda. Mario, papito él, tiene ángel o por lo menos a mí me parece que tiene ángel, pero el tipo es duro como una tabla y tiene la emoción de una piedra al sol orinada por un chihuahua.

Un montón de secundarios entre padres en duelo, monjas, pacos, matones, putas, narcos, hacen que la historia se enrosque hasta lo indecible y empecés a gritarle a la pantalla: ¡Acabá, acabá de una vez! mientras la voz de Michael Scott susurra en tu oído: That´s what she said.

Lo mejor: entretiene y hay momentos literarios en la voz en off que están lindos Lo peor: se enrosca demasiado Lo más falsete: el desenlace y la relación final entre Kimmy y Olivia (Amiga, te iba a hacer violar en bollo)  El mensaje manifiesto: nadie es inocente hasta que se demuestre lo contrario El mensaje latente: la inocencia tiene sus matices La escena: la secuencia final con los tipos asquerosos El personaje entrañable: ¿hubo? El personaje emputante: la voz en off de Emma   El agradecimiento: Kate Winslet.

3. THE QUEEN´S GAMBIT

“¿La Beth devolvió los 10 dólares al señor Shaibel?”. Debo confesar que esa era una preocupación que se me sumó al estrés pandémico de todos los días. Si no pagó ¿cuándo pagaría? ¿serán capaces de no mostrarnos que pagó si es que pagó? ¿podremos sacarnos esa ansiedad del corazón? Algún lector@ dirá cínic@ y con la cara llena de mohínes “la serie no se llama El señor Shaibel” y tendrá razón. Pero mientras veía esta historia también genérica y predecible, la situación económica y anímica del señor Shaibel era una de las razones para seguir adelante. Porque la Beth sabrá mucho de ajedrez pero nunca escuchó eso de Las deudas se pagan, los favores se agradecen.

Gambito de dama, apartando los problemas de la Beth con las deudas económicas y emocionales, es una serie construida con mucho cuidado y belleza en cuanto a lo visual. Allan Scott, productor de Shallow Grave (un día tenemos que hablar de Shallow Grave ¡sí!) y Scott Frank guionista de la inolvidable Marley & Me (aún sigo en duelo por Marley) y de la mamerta Logan (era mamerta y algunos no están preparados para esa conversación) fueron los encargados de llevar a la pantalla netflixera el libro homónimo de Walter Tevis. Quise ver si algunos emputes con la serie se resolvían de manera literaria, #curiosa, así que dejo Gambito-de-dama-Walter-Tevis para quien quiera champarse en el lodo de Serie Vs Libro.

El libro fue escrito allá por los 80s y nuestro siempre extrañado Heath Ledger estaba interesado en llevarlo a la pantalla gigante. La vida hizo lo suyo, Heath nos fue arrebatado demasiado pronto y Netflix se apropió del proyecto. Sobre el lodo en el cual nos champamos puedo decir que las ingenuidades de los 80s quedan bien en los 80s, ya para estos tiempos donde somos viejos y la figurita de genio atormentado  y raro que destaca en alguna actividad y surge en la vida la hemos visto muchas veces, esta Beth es harina del mismo costal.

Aún así, The Queen´s Gambit tiene los elemenos necesarios para que los ojitos pandémicos se enganchen: una heroína caída en desgracia, un don maravilloso, situaciones adversas, personajes pintorescos alrededor y lo más importante: un dadivoso Señor Shaibel.

Aquí, casual, debiendo 10 dólares. Y haciendo que los espectadores se fatiguen para que pague.

La historia nos cuenta la vida, obvio, de Beth (Anna Joy Taylor a quien conocemos por The Witch, Split y Peaky Blinders)…una niña que después de un trágico accidente es llevada a un orfanato donde la dopan para “mejorarle el carácter”. Ahí se vuelve adicta a las pastillas y un día descubre el ajedrez gracias/por el señor Shaibel (Bill Camp, recordado como el policía que perseguía al Joker de Joaquin Phoenix) un empleado del orfanato que además de enseñarle ajedrez se convierte en una especie de mentor y es al que la Beth le queda debiendo los 10 dólares.

La seguí viendo para ver si pagaba, porque en la práctica mucho de ajedrez no hay. De hecho, la partidas más importantes como la que le gana a Benny, se pasan por encimita y se conforman con hacer aburridas elipsis. Luego está el tema de lo mal construida que está a nivel de secundarios, no en actuaciones, sino en cuanto a las apariciones fortuitas y gratuitas que hacen. El sinsentido llega al punto de introducir al tristemente célebre Magical Negro en el personaje de Jolene, que porque a los guionistas se le cantan los huevos/ovarios aparece de la nada recordando sus tiempos de orfanato y sirviendo de apoyo moral y económico a la Beth.

No, mis cielas.

Otra cosa que me…iba a poner emputó…pero aun no consigo descifrar lo que sentí en el momento que Beth alza el teléfono y se da cuenta que es el menso de Benny y ella, la protagonista de la serie, la superdotada en el ajedrez, el personaje femenino “empoderado”, ante el consejo de “liberar esa fila” dice: “¿cómo hago eso?”. Amiga, págale los 10 dólares con intereses a Shaibel o a la memoria de Shaibel y retirémonos.

No voy a ahondar tampoco en su amor platónico e ilógico por el periodista bi o gay, ni en su relación sin sustento con Harry o en el encame al pedo con la chica francesa, pero sí quiero decir que el alcoholismo no es una enfermedad que se quita decidiendo de un rato pa otro no tomar, y que si tenés un alcholismo sostenido por años y mezclado con pastillas y peor aún, intensificado durante meses, no vas a dejar de tomar hoy en la tarde y mañana vas a estar fresca como una lechuga samaipateña.

Así que al final, cuando doña Beth logra lo que siempre supimos que iba a lograr, cuando la serie que pintaba un poco más oscura termina cursi e irreal, no hay mucho más que decir que: Amiga, pagá los 10 dólares con intereses a la memoria del gran Shaibel y retirémonos.

Lo mejor: el señor Shaibel Lo peor: la deuda impaga de los 10 dólares  Lo más falsete: la aparición de Jolene, el encame al pedo con la otra chica El mensaje manifiesto: no son los 10 dólares, es la deuda en sí lo que jode El mensaje latente: largá los quintos y pagá tu deuda La escena: cuando le llegan los 10 dólares El personaje entrañable: el señor Shaibel El personaje emputante: la deuda  El agradecimiento: Kate Winslet.

4. INTO THE NIGHT

Sobrevivir. Creo que nada que se trate de sobrevivencia se puede mirar actualmente con los mismos ojos que en el 2019. Into the night se vería como una huevada entretenida para disfrutarla a tope, como cuando te comés un kilo de helado de dulce de leche (sucede). Ahora, se ve como una huevada entretenida para disfrutar a tope, pero la interiorizás con la adrenalina que se produce por un sufrimiento que creés conocer. Ese miedo a una muerte inexplicable para vos y los tuyos, a una forma de vida que ya no está, a la destrucción de la “normalidad”, cobra otro cariz bajo los acontecimientos actuales.

Es una noche normal en el aeropuerto de Bruselas, un grupo de pasajeros está abordando un avión hacia Moscú. De pronto, Terenzio Matteo (Stéfano Cassetti) ingresa al avión armado y exige que el piloto vuele hacia cualquier lugar al oeste. ¿Este italiano es un terrorista de medio pelo? ¿Está pasando por un momento psicótico? Terenzio dice que la salida del sol está matando a todo ser viviente y tienen que volar hacia lugares donde aún sea de noche. Humanos huyendo desesperadamente de la muerte.

Son seis episodios de entre 35 a 40 minutos cada uno, y vos y tu dedo pandémico dan play al next episode como poseso, hasta que la terminás y te das cuenta que cualquiera que haya sido el plan con la serie murió por lo menos hasta el próximo año. Nuevas temporadas de series apocalípticas o no apocalípticas tendrán que esperar.

Aquí, casual, huyendo de la luz mientras los espectadores la están buscando.

Los personajes de Into the Night le aportan más sazón a la trama: está la joven influencer/instagramer, está el niño enfermo que viajaba a hacerse una operación, está el personaje de origen turco, narco y proxeneta que va creciendo episodio tras episodio, está la joven veterana de guerra cuya pareja acababa de morir de cáncer y que pensaba suicidarse, está la enfermera de un hombre mayor que regresaba a su natal Moscú, hay mucho de dónde agarrarse dramáticamente.

Pero donde Into the Night más acierta es en el vértigo que crea en cada episodio y en cómo resuelven los momentos de tensión, los pequeños obstáculos que van naciendo para nuestros sobrevivientes y las preguntas que genera al espectador con pistas sobre sus personajes.

No los voy a engañar, tiene un look medio de película clase z y la trama echa agua por todos lados, pero que entretiene, entretiene. Lo que le da un cariz un poco más profundo es lo que estamos viviendo, sino: helado de dulce de leche, 2 kilos (también sucede).

Lo mejor: bastante entretenida Lo peor: es chotita Lo más falsete: no me alcanza el espacio El mensaje   manifiesto: las situaciones de crisis muestran el peor lado de la gente El mensaje latente: uno puede tratar de controlarse para no ser tan HDP La escena: las relacionadas al niño El personaje entrañable: el niño enfermo El personaje emputante: el milico  El agradecimiento: Kate Winslet.

 
 
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