TELEVISIÓN: American Crime Story: El Asesinato de Gianni Versace

Por: Mónica Heinrich V.

Los crímenes que involucran celebridades son los más rentables mediáticamente, mueven mucha prensa porque despiertan el morbo, las ganas de saber qué pudo pasar para que la celebridad en cuestión vea su vida destrozada o la destroce. Nada como lo inhumano de lo humano sobre los límites de lo que queremos saber de la vida ajena. El creador y productor de American Crime Story, Ryan Murphy, tiene un público cautivo ahí, ya lo demostró con su primera temporada donde tocó el juicio de O.J. Simpson. La caída del astro afroamericano, las bambalinas del sistema judicial americano, las vicisitudes de una vida que pudo tener un mejor final. Y en casa, con el control remoto en la mano, veíamos la figura ficcional de O.J. pensando “Este tipo tenía todo para ser feliz y no lo logró”, construyendo en nuesta mente la imagen del feminicida que por desgracia se salió con la suya.

En esta segunda temporada Murphy llega a Netflix con El Asesinato de Gianni Versace y lo que recibimos es exactamente eso: nueve episodios dedicados a desentrañar lo que significó la muerte del famoso diseñador italiano. Y no me refiero a las consecuencias para su marca, hermana o mundo de la moda, sino al acto en sí mismo.

El adagio de Albinoni abre la serie con una secuencia casi poética. Son los primeros minutos. Versace se despierta, vemos su opulencia, esa vida que parece perfecta y que le será arrebatada. Lo seguimos en su rutina. Luego, los disparos a quemarropa en la puerta de su mansión miamense. Andrew Cunanan detrás del gatillo . Versace agoniza y Antonio D´Amico (su pareja oficial por casi 15 años) lo sostiene en sus brazos. Hay sangre, gritos, llanto. El infame asesino huye. Todo sucede a plena luz del día a mediados de los 90s.

Narrativamente, Murphy intercala la serie en tiempos y personajes. Iremos hacia atrás hasta conocer un poco la vida del tipo que no quería ser ordinario ni pasar desapercibido (Cunanan) y también un poco, muy poco, de la vida del temperamental Versace. Conoceremos a las otras víctimas, quiénes eran y cómo murieron las cuatro personas que Cunanan asesinó antes de matar a Versace. Hay que destacar que la serie está muy bien actuada por Edgar Ramírez interpretando a Versace, Darren Criss como el perturbado Andrew Cunanan y una sorprendente Penélope Cruz en la piel de Donatella Versace. Diría que fuera de cuando la dirige Almodóvar, es uno de sus papeles más logrados. La única mancha en la alfombra sería Ricky Martin como Antonio D´Amico, el más flojito a nivel interpretativo. Y cuando digo flojito es que actúa muy mal, todo el tiempo moviendo el ceño para acentuar sus frases y la voz  impostada.

Hola, soy Ricky Martin y…soy cantante…

Los episodios se ven con interés, pero, gente, la mayor parte de la serie es creatividad del guionista Tom Rob Smith. Sí, sí, se basó en un libro (The Hunt of Andrew Cunanan) y tiene datos relativamente fidedignos respaldados por declaraciones, notas de prensa, y la investigación de la policía, pero hay hechos que no los conoce nadie porque los involucrados murieron. Es así que los puntos altos de la serie en cuanto a historia son mera invención o suposición (qué sucedió con David y Jeff, aspectos personales de Cunanan, la muerte del primer sugar daddy de Cunanan, la relación con Norman, la vida familiar tanto de la víctima como del victimario, el porqué Cunanan asesinó a Versace, los encuentros entre ambos). Hay muchos huecos que rellenar.

Qué carajos te pasó Andrew

El asesinato de Versace tiene la estética y el glamour del desaparecido diseñador italiano, pero a medida que avanza se va quedando en lo anecdótico y se sumerge más en el tono aleccionador sobre la problemática gay y de los gays contagiados de SIDA. No cabe duda que eso mismo se puede insinuar o mostrar en escenas específicas de la serie sin que parezca un recurso discursivo ajeno a la historia. Lo mismo sucede cuando Versace se queja abiertamente de las modelos esqueléticas que han contratado para su desfile y lanza un texto sobre la necesidad de mostrar mujeres reales y felices. O cuando se hace énfasis en cómo subestiman a Donatella y que ella es el modelo de mujer fuerte y metedora.

«Vos Donatella, y vos mujer que mira la serie, son mujeres fuertes y pendejas»

De Versace, la víctima, sabremos poco. Porque capaz los creadores piensan que no hay que saber mucho más, es el Dios de la moda, el ícono. El foco (tal como lo añoraba el asesino) se lo lleva Cunanan. Es él finalmente el centro de la atención, es él quien despierta el interés. ¿Qué pasa por su mente? ¿Qué pensaba? ¿Por qué lo hizo? El retrato de mitómano culto, encantador, con un coeficiente intelectual elevado es algo que Cunanan debe estar disfrutando desde la tumba. Recordemos que algunos asesinos cometen sus crímenes por la notoriedad, por esa fama que en una vida socialmente correcta les es esquiva.

En sus días finales, el verdadero Cunanan entró en una espiral de desesperación que creo que si bien la serie consigue retratar en alguna medida, no se profundiza. Asumo que esto se debe en parte al hecho de que no se sabe exactamente lo que pasó en ese tiempo, aparte de datos aislados y testimonios de gente con la que se cruzó el asesino, por eso la serie llena esos huecos con escenas predecibles o con una excesiva pantalla a la señora Miglin interpretada por Judith Light.

Hola, soy Judith Light…seguro me recuerdan por series como Quién es el jefe y Ugly Betty…acá tengo que llenar hartos huecos.

El asesinato de Versace, empieza y termina con el asesinato de Versace y una comparación entre el destino final del amado Versace y el del infame Cunanan. Esas comparaciones de clase, status y poder que tanto nos gustan.

Así, mientras Lady Diana viajaba a Milan y abrazaba a un abatido Elton Jhon en el transmitido entierro de Versace, Cunanan ya estaba por apretar el gatillo que le quitaría la vida a sus recién cumplidos 27 años. Nunca sabremos qué cable se le cruzó, ni qué se pudo hacer para evitar que se perdieran tantas vidas, en la ficción que American Crime Story presenta veremos a una mujer policía mirar el cadáver del perseguido Cunanan y decir con una mezcla de decepción y tristeza: “He´s just a boy” (“Es solo un chico”).

Lo mejor: mantiene el interés y está soberbiamente actuada a excepción de Ricky Martin, y claro, las escenas del perro La escena: la secuencia inicial , la de la muerte de Jeff, el baile semidesnudo, algunas escenas con Donatella Lo más falsete: algunas cosas discursivas sobre el VIH y el tema de género El mensaje manifiesto: polvo somos El mensaje latente: polvo seremos  El consejo: para verla con idioma original El personaje entrañable: el perro, Dios, como rogaba que no mate al perro El agradecimiento: por el perro y por la recreación.

CURIOSIDADES

Gianni conoció al modelo Antonio D’Amico (que será interpretado por Ricky Martin) y estuvieron juntos por 15 años. Cuando murió, le dejó una pensión mensual de $26,000 dólares aproximadamente.

En el testamento, Versace le dejó el 50% de su imperio a Allegra Beck, su sobrina, hija de Donatella. Cuando cumplió la mayoría de edad, Allegra heredó alrededor de 500 millones de dólares y tiene la última palabra en algunas decisiones de la marca. Ella tenía apenas 11 años cuando su tío fue asesinado.

Para Ricky Martin meterse en la piel de D’Amico ha sido un gran reto personal. El puertorriqueño ha querido mostrar fielmente la personalidad de la pareja del diseñador, aún sabiendo que este detestaba la idea. “Me aseguraré de que la gente se enamore de tu relación con Gianni” le ha prometido el cantante a D’Amico. Al final D´Amico obviamente no estuvo contento con el resultado.

Por su parte, Penélope Cruz lo ha tenido más sencillo. Donatella agradeció a la actriz cómo la interpretó en pantalla con un cariñoso mensaje y un ramo de rosas blancas.

Hay otra teoría sobre la muerte de Versace: Las deudas que tenía con el hampa serían la razón por la que el afamado diseñador italiano Gianni Versace fue asesinado en julio de 1997 al frente de su mansión en Miami.  «Bares, restaurantes, propiedades y bienes lujosos eran usados para lavar dinero, pero también negocios legales como el de Versace», contó el mafioso  Gianni di Bella, quien perteneció a esa organización por cerca de 30 años, a los autores del libro, los periodistas Claudio Antonelli y Gianluigi Guzzi. Prueba de ello la paloma muerte que apareció al lado del cuerpo de Versace, un sello distintivo de la mafia italiana al marcar a sus víctimas.

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