LOST IN CONTEMPLATION OF WORLD

CINE: Yorgos Lanthimos, La favorita y nuestras favoritas

Por: Mónica Heinrich V.

El 2009 pasaron muchas cosas. Obama se convirtió en el primer presidente negro de Estados Unidos, nació el bitcoin, Fujimori fue sentenciado a 25 años de cárcel, el señorito Messi ganó su primer Balón de Oro, Michael Jackson murió tan extrañamente como vivió, por nuestros trechos Evo era releelecto con alrededor del 64% de votos, y en el cine, el griego Yorgos Lanthimos sacaba su más recordada película: Kynódontas (Canino). Sí, sí, ese mismito que dirigió La Favorita, la que está en cartelera y a la que le estamparon 10 nominaciones al Oscar de este año. Ese.

Canino fue co-escrita por Lanthimos y Efthimis Filippou, narra cómo un matrimonio mantiene a sus tres hijos aislados de la civilización. Al ser un mundo que fue creado con lenguajes y hábitos fuera de cualquier realidad convencional, la puesta en escena de la historia también es singular. Inolvidable secuencia la de Flashdance. Es aquello que La Aldea, de Shyamalan, no consiguió. Es lo que Bad Boy Buddy presentó de una manera más grotesca. Es lo que El Castillo de la Pureza de Ripstein hizo al estilo televisa (sí, Ripstein. Si te copió, pucha que te mejoró). Canino tiene la estética y pulcritud del cine europeo, pero Lanthimos utiliza un humor muy muy negro para narrar el caos y la destrucción de esta pequeña familia disfuncional.

Maravilloso.

Me quedó claro, claramente, que el Lanthimos era un director talentoso, un director al que había que seguir o perseguir. Modo Stalker: ON. Así que me puse a rebatir entre su filmografía para descubrir qué nos ocultó el hype. Porque Canino no era una opera prima, Canino era una tercera película…así que imaginar los pasos que dio Lanthimos para llegar a Canino resultaba más que emocionante.

Pero la vida, estimado lector, está hecha de pequeñas decepciones. La filmografía de Lanthimos previa a Canino muy bien puede quedarse en la sombrita o ser aislada del mundo civilizado. Es difícil reconocer el estilo, la elegancia o el minimalismo del griego en su opera prima: O kalyteros mou filos (Mi mejor amigo), una comedia chapucera del 2001 sobre la amistad y la infidelidad y carritos chocadores. Todavía recuerdo como una pesadilla las imágenes grandilocuentes de su personaje principal descubriendo a su mejor amigo, el amigo que tenía desde la infancia, echándose al plato a su mujer.  Los asquerosos flashbacks. El final jalado de los pelos. La cursilería fraterna. No. No. Lanthimos, NO. Podríamos achacarle el “resfalón” al cineasta Lakis Lazopoulos que además de escribir el guion tambien lo co-dirigió. Sí, echémosle la culpa a Lazopoulos. Es más fácil y nos hará más felices.

Ya en solitario, Lanthimos lanzó la indescifrable Kinetta (2005) película pesada como collar de sandías, que con esa pesadez irrefutable retrata la vida de un pueblito olvidado cuyos habitantes se distraen o sobreviven de la manera más patética. Al principio pensé que no le había alcanzado el presupuesto para alquilar un trípode, la imagen era sucia y movida. Más adelante ya agarra más de estabilidad, aunque te cuestionás la necesidad de emborrachar al espectador. Una pareja recrea asesinatos de mujeres como una forma de darle sentido a sus vidas. Se explica muy poco y el griego se regocija en sus escenas raras. Yo tenía ganas de agarrar a manazos a todos. El problema es que a pesar que se intuye algo interesante, al final nada termina de cuajar y te quedas con esa sensación de pesadez al pedo. Tanto el guion, la composición de la imagen y  la dirección de actores sí remiten al estilo por el que Lanthimos se ha hecho conocido.

Cuando sucedió este ataque stalker o repaso filmográfico era el 2009, y estaban pasando muchas cosas ¿recuerdan? el recién adquirido entusiasmo por Canino, por Lanthimos y por Grecia, mermó con esos dos mounstritos en el baúl. Tuve negros pensamientos acerca del azar y al one hit wonder término que sirve para referirse a un solo éxito, porque si tenés tres obras y solo una funciona, te empezás a preguntar qué pasará con las que vengan después y la estadística (que es muy pendeja) no acompañaba en los cálculos.

El 2012, Lanthimos volvió para desafiar la estadística. Alps fue el título que siguió a la poderosa Canino. A mí sí me gustó Alps, aunque si no has leído la sinopsis puede ser algo confusa. El guion repite la mancuerna de Canino: Lanthimos y Filippou, y se mete a un territorio igual de jodido: la pérdida y la soledad. En Alps vemos a un grupo de personas que se ofrecen para reemplazar a seres queridos muertos. O sea, si tu hija murió le pedís a alguno de ellos que la reemplace hasta que seás capaz de seguir adelante. Como protagonista repite Angelika Papoulia, a quien conocemos de Canino.  Papoulia tiene grandes momentos como la enfermera que se resiste a salir del papel de suplente de ser querido. «No estás lista para el pop» debería ser una frase para estampar en camisetas o graffitis. Las actuaciones robóticas, marca registrada de Lanthimos, así como sus diálogos cortantes, vuelven a lucirse en esta película que aunque no alcanza la perfección de su antecesora sí mete uno que otro gol en tu memoria.

Más memorable aún fue The Lobster (2016) que supuso la incursión hollywoodense de Lanthimos aunque bajo su ya característica forma de hacer cine. Colin Farrell nos recuerda nuevamente lo buen actor que puede ser interpretando a este hombre de mediana edad que nunca se ha enamorado y que acude a un hotel con la esperanza de lograrlo. ¿Lo raro? Si no consigue hacerlo en una determinada cantidad de días, será convertido en un animal de su preferencia, en su caso: una langosta. Ajá. ¿La co-protagonista? Rachel Weisz. Para mí era muy fácil elegir animal, forma de muerte y poemas para escribir estando en los zapatos del personaje de Colin. La escena del triste final del perro-hermano sigue atormentándome de maneras inenarrables. Esta es una película excéntrica, divertida, muy bien actuada, que es muy difícil olvidar. La riqueza narrativa que Lanthimos despliega en The Lobster es más que interesante, maneja una temática que en otras manos podría caer fácilmente en el ridículo y que bajo su batuta se vuelve inquietante.

Ya sumido en la maquinaria de Hollywood e incrementado su productividad (tardaba tres o cuatro años entre película y película), el 2017 Lanthimos sacó El Sacrificio del Ciervo Sagrado repitiendo con Colin Farrell como actor principal e incorporando a Nicole Kidman como la co-protagónica. Filippou y Lanthimos juntitos de la mano escribieron nuevamente el guion. En El Sacrificio del Ciervo Sagrado un doctor (Colin Farrell) que accidentalmente y por mala praxis acabó con la vida de un paciente, recibe una amenaza del hijo de ese paciente: Si el doctor no mata a alguien de su familia (mujer y dos hijos) todos empezarán a enfermar y acabarán muriendo por su falta de elección. Hay mucha crueldad en lo que se le pide al doctor y mucha debacle moral. El chico que interpreta al chantajista pone los pelos de punta y en lo personal, era clara la elección. O sea, yo agarraba la escopeta y PUM: chau pendeja. En su recta final, El Sacrificio del Ciervo Sagrado comienza a trastabillar y a mostrar las costuras. Porque un argumento tan enrevesado es difícil de sostener, y quizás Lanthimos no supo controlar la violenta espiral en la que se metió.

Es verdad que su cine puede tildarse de pretencioso, de pose artística o que a un público acostumbrado a otra rítmica narrativa lo dejará bostezando o directamente durmiendo en la butaca, las actuaciones robóticas también pueden distanciar al espectador, pero el universo que propone bien vale la pena ser explorado.

El 2018 sacó su película más comercial y accesible hasta la fecha, La favorita. La favorita retrata el arribismo en su máxima expresión, los hábiles juegos dentro del poder y claro, cómo el poderoso valorará más el halago pueril que el cuestionamiento frontal.

En un mundo en que Francia e Inglaterra están en guerra, Anne (Olivia Collman) es la reina inglesa del siglo XVII, pero su poder está restringido a su título o eso parece al principio, en la práctica el trono lo maneja solapadamente Lady Sarah (Rachel Weizs). Lady Sarah no se anda con vueltas, es altiva, déspota, puede ser hasta grosera con la reina, ella hace y deshace, hasta que Abigail (Emma Stone) su prima venida a menos y empleada de la corte, con lambisconerías, habilidades carnales y pose de niña buena se gana los favores de la reina. Abigail en realidad busca recuperar un pasado burgués perdido.

Nada es muy ruin ni muy vulgar para que estas mujeres entren en una batalla por el poder. El guion es de Deborah Davis que en 1998 ya lo estaba ofreciendo a los productores de Hollywood a los que les importó dos pesos partidos al medio. Recién unos diez años después y gracias al éxito de, SÍ, Canino, el productor  Ed Guiney se interesó en proponérselo a Lanthimos. El 2015 se empezó la preproducción y se reescribió el guion junto con Tony McNamara, pero antes de todo ese chiverío gringo, Lanthimos tenía que filmar El Sacrificio del Ciervo Sagrado, así que por eso el despelote de estas tres señoritas llegó «más después».

La favorita, a pesar de ser una película de encargo, tiene el sello Lanthimos en el humor, en ese diseño de producción donde el arte, música y vestuario son una experiencia sublime. Una experiencia visual esta vez recargada, barroca, que en muchos pasajes hará suspirar o pensar en las puestas en escena de Peter Greenaway.

El trío de actrices que lleva sobre sus hombros la película, la eleva un poquito más allá de la media. Es divertido verlas, queremos saber qué harán. Hay mucha chispa femenina traspasando la pantalla de cine. Por desgracia, el guion no colabora mucho con las expectativas, porque si bien hay escenas en las que disfrutamos un montón, el contexto político tan rico sufre por cierta ligereza  de la que la película se impregna. Termina siendo más banal de lo que pretende.

Su final es lo más Lanthimos de todo, un final anticlimático que llega después de estar en un mismo tono durante las dos horas que dura y que en general no depara muchas sorpresas.

No, no llega a ser lo especial que es Canino, o a lo especial que es The Lobster, porque sencillamente es otro tipo de película, otro registro. A Hollywood no le interesa lo especial sino lo universal. Le falta mucho desparpajo y le sobra conciencia de sí misma como película de Hollywood.

¿Las buenas noticias, Su Alteza? El griego se las ingenió para hacer una película de encargo que no lo deja mal parado. Continúa derrotando a la estadística, esa que prometía hacerlo bolsa con sus subsiguientes trabajos.  A pesar de un inicio cinematográfico algo accidentado y un presente manchado con la gran H hollywoodense, sigue siendo uno de nuestros favoritos.

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