LOST IN CONTEMPLATION OF WORLD

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cine - page 6

CINE: Minari

Por: Mónica Heinrich V.

Jacob Yi (Steven Yeun) lleva trabajando quichicientos años en un criadero de gallinas. Su labor consiste en separar, previa mirada a los orificios anales, hembras y machos. Su esposa, Mónica Yi (Han Ye-Ri) también cumple la misma labor. Los machos son desechados porque su carne no es rica y no pueden poner huevos. Se verá un denso humo saliendo de los hornos a donde van a morir. “Por eso vos y yo no tenemos que ser inútiles”, le dice Jacob a su pequeño hijo David cuando le pregunta por el humo. En esa escena se condensa ese afán casi obsesivo de Jacob por ser algo más en este mundo triste y cruel.

La familia Yi se acaba de mudar de ciudad y vemos en la expresión de Mónica que esa casa con ruedas en medio de la nada no es lo que tenía en mente. Ella quería que sus hijos, Anne y David, tengan hospital, colegio y comodidades cerca. Jacob, por su parte, tiene una visión para ese lugar, una visión que necesitará de mucho trabajo, sus ahorros, préstamos bancarios y algo de suerte. Y claro, la paciencia de Mónica. 

Esta tensión que sobrevuela Minari se condimenta con una rara enfermedad cardiaca de David, el hijo pequeño de la pareja, y la llegada de la abuela (mamá de Mónica) desde Korea para tratar de ayudarlos con el cuidado de los niños.

El director y guionista Lee Isaac Chung, narra desde sus vivencias infantiles como korean boy in a Arkansas town, la historia de esta familia. Nuestro amigo Chung toca los botones necesarios para que deseemos desesperadamente que Jacob cumpla sus objetivos. Y hay algo en el armado de la película, en su onda minimalista que te genera emociones incluso a contramano de tu raciocinio. Porque una parte tuya reconoce los trucos del drama, pero aún así sufrís con Jacob y la inminente debacle que se cierne sobre él.

Oh, Jacob…la vida te va a quitar esa sonrisa de la cara

Además de la necesidad de cumplir el sueño americano, la llegada de la abuela (Youn Yuh-jung) exhibe la brecha entre generaciones de coreanos criados en USA que no están tan conectados a sus raíces y el proceso de readaptación entre familiares que viven separados en países distintos. Sufrí mucho con la abuela, porque cuando se es adulto (como espectador) estos personajes adquieren otro significado.

Minari entonces se convierte, como su nombre lo indica, en este apio de agua plantado en un lugar inhóspito que trata de florecer a pesar de no ser su lugar de origen, a pesar de no saber si va a responder a la tierra y al agua, a pesar de todo.

Los pequeños conflictos están planteados con mucho tino, y los personajes secundarios como Paul (Will Patton) terminan de configurar este universo en el que esta familia coreana intenta encajar.

Wonderful, Minari…abuela…Wonderful, Minari

La relación de pareja quebrada por la casi fuera de perspectiva ilusión de Jacob de plantar, cosechar, vender, se convierte en uno de los puntos más atractivos de la película, porque además se ven casi desde el punto de vista de los niños que son testigos de este quiebre quizás de una forma aún más consciente que la misma pareja.

A destacar la presencia de Youn Yuh-jung, a quien amaremos eternamente por Mother, y que una vez más se entrega completamente a la representación de esta abuela que “no parece abuela” y que terminará definiendo sin querer el futuro de la familia Yi. Steve Yeun, conocido como Glen en The Walking Dead, sigue haciendo trabajos interesantes y sacando de nuestra memoria su horrible destino a manos de Negan.

Ahora, tal vez Chung en su afán de llevar a sus personajes por la senda que tenía trazada termina manipulando demasiado la historia, esa maña molesta de algunos directores/guionistas de salirse siempre con la suya. Que no está mal, pero si lo hacés hay que intentar que no lo notemos. SPOILER Porque sí, mientras el galpón se quemaba, y la abuela había quedado como quedó después de su derrame, faltaba que el niño caiga fulminado al piso, era como esa ley de Murphy en la que “Si algo malo puede pasar, pasará”. Y uno como espectador, que prácticamente está con los pompones y la pancarta de Go, Jacob, Go, empieza a sentir que Jacob no lo va a lograr, que la vida es ese tren que a veces pasa y te pisa a toda máquina y deja tus tripas regadas en las rieles.

Chung, que en su infancia también fue el korean boy in a Arkasans town, ya decidió qué quiere decirnos. Ya decidió cómo quiere que quedemos después de ver su película. Y lo que sentís es esa conmoción propia del que puede ver en la pantalla puntos en común con sus personajes. Y encima preocuparte por su futuro. Y vuelvo a lo de esa lucha contra el raciocinio, porque pasa algo curioso con Minari, Chung es tan hábil que  incluso con su final happy ending, motivacional que podría hacer que tu cínico interior piense: ¡Por favor! Han perdido todo, están en el hoyo...las tripas están hasta colgadas de los postes de luz… dentro tuyo sabés con cierta humedad ocular que quizás lo más importante que te llevés de esta experiencia es la certeza que como el apio de agua que crece en cualquier lugar (sirve la cursilería) siempre podemos volver a empezar. FIN DEL SPOILER

Lo mejor: Linda, pequeña, logra su objetivo: conmover Lo peor: en su último tramo se nota mucho la mano del director Lo más falsete: el exceso de desgracias El mensaje manifiesto: No existe el sueño americano El mensaje latente: Lo que existe es el trabajo y la persistencia La escena: la charla de David con su abuela sobre la muerte en la que ella le dice: No, Thank you…Heaven El personaje entrañable: la verdad, que sentí simpatía por todos los personajes El personaje emputante: el horno donde quemaban a los pollitos El agradecimiento: por la sensibilidad.

CINE GUATEMALTECO: La Llorona

Por: Mónica Heinrich V.

Si nos hablan de masacres indígenas o desaparecidos bajo órdenes militares, todos los países latinoamericanos tenemos una memoria histórica común. Cambian los nombres de personas, de ciudades, de milicos, pero no cambia el resultado. Cuando vemos La Llorona de Jayro Bustamante, gracias a esa memoria se teje un hilo invisible entre nosotros, los espectadores, y la historia desplegada en pantalla. Y, claro, entendemos perfectamente a esos guatemaltecos que hoy celebran su pre-selección a los Oscar 2021 con el hashtag #síhubogenocidio. Porque el cine también sirve para denunciar o para que el mundo pueda conocer historias que se han intentado esconder o acallar.

La Llorona, desde el terror no del género sino del abuso y de los crímenes que quedaron en la impunidad, arranca con la familia del general Enrique Monteverde (Julio Díaz) rezando a toda máquina. El rezo es previo a una audiencia en la que el general está siendo juzgado  como parte activa y responsable del genocidio maya ocurrido entre 1980 a 1983, cuya cifra de muertos y desaparecidos aún no se consigue esclarecer. Esos rezos susurrados en fondo negro por una familia con tantas cuentas que rendir y con tantos trapos sucios, son un gran prefacio a lo que vendrá después.

Por un lado, tenemos al general Monteverde, un hombrecito mayor, aquejado de dolencias varias, que luce inofensivo y disminuido, pero que aún continúa con la soberbia propia del culpable que nunca admitirá su culpa, por otro lado está su agobiada familia que en parte sabe que el viejo es culpable porque lo conocen, aunque prefiere hacerse la desentendida y por último, están los que esperan justicia: los vivos y los muertos. Las víctimas.

El guion escrito por el mismo director Jayro Bustamante y por su colaborador Lisandro Sánchez, mezcla una leyenda costumbrista (La llorona que ahogaba a sus dos hijos y después vagaba por el mundo buscándolos y penando) con los trucos comunes del cine comercial: formas de generar suspenso del cine hollywoodense, juegos con los sonidos, coreografiadas escenas, cabellos largos usados como elemento de terror, y los sustos clásicos del género. Esta mezcla arriesgada funciona, porque tenés un contenido jodido envuelto en el artificio banal que lo hace más digerible para un público reacio a lecciones de historia.

El personaje de Alma (María Mercedes Coroy) sobre todo, sirve como catalizador para ese pasado turbio que nunca se irá, que siempre estará manchando las paredes de la casa o llenando de sapos el jardín familiar.

Bustamante comentó en una entrevista que quería que su mensaje fuera masivo y para lograr eso decidió adaptar su guion a un género que le lleve más público a la sala. Yo no le veo nada de malo a esa decisión.  El resultado es un híbrido interesante y poderoso, pero que por aferrarse a su necesidad de cumplirle a la gente que pagó su entrada para ver algo de “terror” o por las obvias referencias a los ganchos del género, a veces termina perdiendo esa gasolina incendiaria con la que quería prenderle fuego a todo.

A eso se le suman demasiadas explicaciones extra-escena (voces en off de televisión o periodistas contando pedazos de contexto histórico).  Desde una postura muy personal, siempre encuentro ese recurso un arma facilista para decirle al público algo que no supiste cómo presentarle de otra manera. Además, siento que esas explicaciones no son tan necesarias porque una vez captás de qué va el tema cualquier otro colgandijo puede resultar excesivo.

Si hablamos de las actuaciones no son del todo equilibradas, María Mercedes Coroy está perfecta.  Traspasa la pantalla con sus ojos vacíos, sin ninguna otra muleta actoral que su presencia, pero luego aparecen otros personajes que apenas zafan con sus textos. Textos que a veces suenan demasiado acartonados y que dichos por actores robóticos, hacen que suene más cliché aún.

La Llorona, sin embargo, tiene un rabia interna tan fuerte que al final terminás pasando por alto ese desnivel actoral y te deleitas con la puesta, con el trabajo hecho escena tras escena, con la pericia de Nicolas Wong  y las decisiones para partir de primeros planos de caras que se van abriendo hasta mostrar más caras, más contexto, como una forma de dejar claro que lo particular siempre es universal de alguna manera. La escena del testimonio de la señora en el juicio es fantástica, por ejemplo. El rostro cubierto, la fuerza del relato, los acusados, las otras víctimas presentes.

Esta es una película que me hubiera encantado ver en cine. Hace un año que no voy al cine, en medio de tanto dolor y pérdidas parece una tristeza menor, y claro que lo es, pero el encierro de estos jailones que fueron parte de uno de los periodos históricos más oscuros de su país, rodeados por los clamores de justicia en su casota, en pantalla gigante y con sonido envolvente debe ser lo máximo. 

Quizás haga un poco de ruido que el personaje indígena sea usado desde una mirada terrorífica o espectral, pero puede servir como una metáfora a esa otredad vista por los no indígenas siempre con desconfianza y rechazo. Al igual que muchas películas que intentan mostrar una cosmovisión o ponerse de parte del lado de una comunidad, por muy buenas que sean sus intenciones a veces terminan exhibiendo una visión que al final se antoja algo turista.

Para mí, además, el final desinfló un poco la propuesta, fue como muy abrupto y sin desarrollo, sentí que necesitaba más tiempo para cocinarse, para terminar de dorar esa carne puesta en el asador que ya estaba casi en su punto. Fue como ¿en serio vamos a ir por ahí? porque los mejores momentos de la película están en esas escenas que le dan identidad propia y no en los elementos genéricos.

Lo que sí puedo decir es que el trabajo de Bustamante quedará habitando tu memoria mucho tiempo, es una película con una propuesta narrativa y estética para analizar. No la olvidarás rápido porque lo que cuenta no se olvida, al contrario, te quedarás pensando en ella y en otras cosas más, y tu voz querrá unirse a los gritos, y a las pancartas, y a los cánticos de No hay paz sin justicia, porque es verdad. No la hay.

Lo mejor: interesante y arriesgada propuesta Lo peor: el desnivel actoral y cuando cae demasiado en lo genérico Lo más falsete: algunos textos y el final El mensaje manifiesto: No hay paz sin justicia El mensaje latente: el pasado siempre está ahí La escena: el testimonio de la señora en el juicio, la niña con el tanque de oxígeno en la piscina El personaje entrañable: los desparecidos El personaje emputante: los milicos impunes y todos los que los socaparon El agradecimiento: por el riesgo.

CURIOSIDADES

Con La Llorona, Jayro Bustamante concluye un tríptico dedicado al insulto y que según él marcan la historia de Guatemala: Ixcanul, su primer largometraje estaba centrado en la palabra “indio”, Temblores se centraba en la palabra “gay” y La Llorona usa la palabra “comunista” como un insulto que da pie a que cualquier cosa sea posible o justificable. 

Jayro tiene actualmente 43 años y ha trabajado en publicidad en la agencia  Ogilvy & Mather.

Estudió cine en Francia y en Italia.

En 2015 escribió un libro pedagógico para niños “Cuando sea Grande, Cómo hacer un cortometraje

La película dura apenas 97 minutos y es la primera película guatemalteca en ser nominada a los Globo de Oro como Mejor Película Extranjera.

En Guatemala, la cinta no pudo estrenarse en los cines como se tenía previsto por la pandemia de la Covid-19.

 

CINE: Promising Young Woman (Una Joven Prometedora)

Por: Mónica Heinrich V.

Se acuerdan cuando nuestra Britney, vestida de azafata, allá por el 2003 le cantaba a su crispín:

I’m addicted to you

Don’t you know that you’re toxic?

And I love what you do

Don’t you know that you’re toxic?

Ajá, con esa ondita juguetona y kinky y siendo aún la GRAN Britney, la que la rompía murmurando It´s Britney, Bitch (#FreeBritney). Pues en Promising Young Woman, el señorito Anthony Willis toma ese ya clásico de clásicos y le mete un violín perturbador para climatizar las partes más densas, y así cuando está pasando algo hmmm sí, sí, perturbador, tu cerebro reconoce Toxic, y a la Britney bitch, y todo calza como un guante y te gusta pero te asusta. Y luego, cuando la película termina seguís con el violín y Toxic y lo perturbador y otras cosas más bitchys.

Tengo emociones encontradas con esta propuesta. A ratos me agarra la ofuscación, a ratos la empatía, a ratos el empute, a ratos quisiera sentarme en una piedra a la orilla del río y llorar, a ratos…

Y si algo se puede decir de Promising Young Woman es que no te va a dejar indiferente y eso siempre se agradece ahora que estamos tan bombardeados de películas propofol, que nos anestesian de toda emoción y pensamiento.

Así que para ordenarnos iremos primero con la sinopsis, luego con la fáctico y finalizaremos con lo abstractivo. Ojo, que como hay mucha tela para cortar esto será una diarrea de spoilers, así que el que quiera llegar sin preconceptos  al visionado del objeto de nuestra atención omita esta reseña ¡SHA!

Sinopsiemos: Todos los fines de semana, Cassie se va emperifollada a un boliche, finge que esta borracha hasta que apenas puede mantenerse en pie y espera pacientemente a que un sujeto, un “nice guy” (“buen tipo”), se le acerque y se ofrezca a llevarla a su casa. El ritual es una forma de descubrir a esos desgraciados que son violadores y que fingen no serlo, esos tipitos que porque una chica está borracha piensan que pueden hacerle cosas sin que esté lo suficientemente sobria para dar su consentimiento. Al principio, no se sabe qué cosita turbia hace Cassie con ellos, luego se descubre que es solo el show para según ella castigarlos o aleccionarlos.

El tema es que Cassie tiene sus razones para ejecutar esa singular cacería. Su mejor amiga de toda la vida sufrió una violación grupal, nunca obtuvo justicia por el crimen y se terminó suicidando,  por lo que no ha podido superarlo. La película traerá «insospechados» personajes del pasado a su vida y veremos “inesperadas” consecuencias.

Lo fáctico: Es una película dirigida con estilo, con una propuesta narrativa, que atrapa al espectador, con una hermosa dirección de arte, con una paleta de colores divertida, que tiene a una Carey Mulligan (Drive, Shame, El Gran Gatsby) en uno de sus mejores papeles después de estar un poco olvidada y que recupera a Mclovin (Christopher Mintz-Plasse) de quien no sabíamos nada. La elección de Mclovin no es gratuita,  todos los personajes masculinos predadores que aparecen en la película tienen cara de bonachones o han hecho papeles en el pasado de buen chico (Adam Brody). Sus buenas intenciones discursivas son obvias, es coyuntural y quiere/intenta ser atrevida.

Amigo que lee este blog ¿está usted seguro que es un buen tipo?

Lo abstractivo: Podemos dividirlo en dos partes (¡qué hace, señora!):

  • Discurso de empoderamiento femenino: Amigues. Hay muchos que están recibiendo esta película como una osada propuesta en la que la fémina protagonista está tan cabronamente empoderada que anda ejerciendo la justicia propia y moral sobre los sujetos que pone en evidencia. Pues no, mis cielas. Cassie no gana absolutamente nada más que exponerse a un peligro innecesario por “darle una lección” a personas que no aprenderán un carajo. ¿Quiere hacer sentir mal o encontrar con las manos en la masa a un tipo que jura que no está cometiendo delito alguno? En la vida real, el asqueroso tipejo pensará que está loca y nada más, en el peor de los casos capaz que le intente dar una patada en la cara. En la película, gracias a uno de los últimos predadores que intenta incomodar, sabemos que ya se había corrido el rumor de «la loca del boliche». O sea, pasan un mal rato y nada más. No cambiará nada, y lo más probable es que reincida, porque los violadores siempre reinciden. Es un aleccionamiento pajero y al pedo. #Amigadatecuenta, a estos sujetos les vale tres kilos de caca tu discurso. Ahora, pensando en que todo lo dicho en pantalla está dicho para que el público murmure: “Oh, sí, cuánta razón tiene” “Qué ácida, qué precisa”, pues por ahí no faltará el que sí disfruta el truco… lo que deja más en evidencia su vocación narrativa para «el afuera». Y, no nos mintamos, es muy poco creíble que siempre salga indemne de sus aventurillas justicieras. Luego, está el temita de a nivel de guion llevar a tu villano hasta lo último, es decir que el tipo que violó a Nina termine matando a Cassie y el mismo grupete encubra sus acciones descaradamente. Nuevamente: innecesario y poco efectivo, porque ella ya tenía los elementos necesarios para una denuncia (el video y testimonios varios) y termina asesinada. Sí, los tipos irán a la cárcel, pero ella ya está muerta. Ese sacrificio femenino me supo a salida de guionista onda “matá a la mujer para que el cojudo vaya a la cárcel”, el famoso happy ending un poco retorcido o ese tipo de escena acomodaticia que  satisface a nuestro ñoño interior como cuando en Bastardos sin Gloria liquidan a Hitler.  ¿La venganza es un éxito y hay dos mujeres muertas? La mayor parte de violadores se camufla hasta lo último en su estampa de “buen tipo” ante conocidos y familiares sin cometer ningún otro delito. Ya, no es la vida real, pero la película como que se toma a sí misma muy en serio en ese apartado, así que su trampita final de “me morí, pero te cagué” no la compro.
  • El trauma: Otra opción para vivenciar esta película es verla desde el trauma. Cassie actúa así no por empoderada ni perrísima, sino porque está  traumada, porque perdió a su hermana, a su alma gemela de una manera cojuda y grosera, porque nunca pudo hacer justicia, porque ha quedado tan golpeada que sus acciones son producto de eso. La azotea está achulupada. Sus idas a los boliches a cazar malos hombres disfrazados de buenos tipos son un síntoma. La decisión que toma de ir a la chota despedida de soltero es un síntoma. Su muerte es parte de ese círculo vicioso en el que termina una víctima directa o indirecta de abuso sexual. Ese sería un acercamiento más interesante, desgraciadamente el efectismo, el remarcado y el tono triunfalista del final, nos llevan por la primera opción. Y aún así, incluso si realmente lograra transmitir que es el trauma y la inestabilidad emocional de Cassie lo que conduce sus acciones, a nivel de guion no deja de existir un maltrato a tu víctima/protagonista para que con su muerte, su destrucción, se propicie el supuesto único camino al castigo de tu «villano».
Este boludo tampoco es un buen tipo aunque se sepa la canción Stars are Blind de Paris Hilton.

Emmerald Fennel es la directora/guionista que pretende dar una patada en los huevos a todos esos huevastianes que se reflejen en su película. Emmerald, no voy a negarlo, tiene lo suyo porque sí hay momentos en que te enganchás a esta venganza de feminismo barato. Pero luego pensás también en esas películas que ya viste y que tampoco lo lograron: desde El proyecto de Alexandra, I Spit in your grave, Ms. 45 o hasta el debut cinematográfico de Madonna con A certain sacrifice, todas terminan convirtiendo el trauma de la violación en espectáculo.

Y este espectáculo, el que monta Emmerald, viene condimentado por una misa constante que va a contramano de su pose de irreverencia. Es sermón tras sermón y personajes clichés, los hemos visto todos en muchas series y películas. Y lo peor, son personajes unidimensionales. 

La relación romántica de Cassie con el Ryan (Bo Burnham) es puesta con calzador, los padres de Cassie están desperdiciados y las acciones cuestionables como lo de la excompañera a la que emborracha y deja a merced de un sujeto y el semi-secuestro infantil, parecen apegarse al fin justifica los medios y mirá qué pendeja soy.

Así que Promising Young Woman explora temas o ideas prometedoras como el abuso sexual, la violación, el consentimiento, la indulgencia de los círculos sociales, la protección a ciertos círculos sociales, etc…lamentablemente, incluso desde su tráiler que pondera: A payback never look so Promising (Una venganza nunca lució tan prometedora), la película termina convirtiéndose en una de estas tantas películas que salen aprovechando el cabreo generalizado contra violadores y encubridores. Esas que lavan conciencias e indulgencias en temporadas de premios de industrias que hacen exactamente LO MISMO. Intenta parecer audaz pero su planteo es casi infantil. Con esto no quiero decir que descarte la venganza como un sentimiento posible o una acción posible, descarto el efectismo de la venganza. Si finalizás tu película con Angel of the Morning de Juicy mientras las cenizas del cadáver de Cassie forman una lomita, pues siento que Cassie, Nina y cualquier otra mujer del mundo, se merecían algo más.

Lo mejor: entretenida, y bien actuada por Carey Mulligan Lo peor: contradictora y mucho más políticamente correcta de lo que parece Lo más falsete: su cacería noctura sin consecuencias, la burrera de ir a la fiesta de soltero, el «me morí, pero te cagué» que pretende se reivindicativo El mensaje manifiesto: tenemos derecho a cabrearnos y querer venganza El mensaje latente: amiga, sacrificarte por obtener castigo para un pendejo HDP no es venganza es ser víctima del pendejo HDP nomás La escena: me dejó muy mal sabor de boca cuando emborracha a la ex compañera y se la deja al tipo y cuando se lleva a la pelada en el auto El personaje entrañable: Nina, que no tenía la culpa de nada El personaje emputante: creo que todos El agradecimiento: por las ganas que quedan de debatirla y analizarla. 

CURIOSIDADES

  • Se filmó en 23 días
  • Fennel es una declarada súper fan de Britney
  • El título hace referencia a Brock Turner, un estudiante de Stanford que fue acusado de abuso sexual en el 2016, que era a veces descrito como un Promising Young Man.
  • Carey Mulligan y Alfred Molina (que sale del abogado arrepentido) compartieron pantalla en An Education.
  • Fennel tiene un cameo en el videotutorial de maquillaje de labios.
  • Margot Robbie es una de las productoras de la película.

CINE: Nomadland

Por: Mónica Heinrich V.

Una fábrica de yeso, que era el sostén y sentido de los habitantes de un pequeño pueblo en la Norteamérica profunda, cierra sus operaciones. Fern (Frances Mcdormand) lo pierde todo: esposo que muere por un cáncer fulminante, casa y amigos que abandonan el lugar que una vez consideró su hogar.

Estamos viendo Nomadland, y también la situación de muchos adultos de la tercera edad que se enfrentan a la certeza de no tener cómo sobrevivir dentro de un sistema creado para que los jóvenes reinen.

La directora Chloé Zhao se basa en el ensayo/libro homónimo escrito por Jessica Bruder. Jessica siguió durante tres años a un grupo de “workampers”, nómadas mayores que buscan trabajos ocasionales a lo largo de distintos estados americanos. La experiencia se convirtió en literatura y la literatura en cine.

El guion escrito por la misma Zhao, se apoya en la discreta fotografía de Joshua James Richards (The Rider, God´s Own Country) y en parte es gracias a esos climas de atardeceres anaranjados, de acantilados con olas golpeándose salvajemente, de desiertos áridos, del monólogo de Swankie, de la soledad, que el espectador conecta emocionalmente con la historia.

Zhao ya había demostrado en su anterior película, The Rider, una exquisita sensibilidad a la hora de reimaginar el western y poner en pantalla los tormentos de un cowboy. Con Nomadland, su personalidad como directora continúa, se vuelve a hacer amiga de los silencios y de los paisajes, deja que sus personajes cobren vida propia e incluso cuando los diálogos suenan a discurso de autoayuda, bordeando lo cursi, consigue salir airosa. Y no es fácil salir airosa de esa delgada línea que separa lo cursi de lo poético.

Porque sí, esta es una road movie que tiene mucha belleza interior. Muestra un submundo de gente que sobrevive en condiciones que nuestra comodidad ni siquiera puede imaginar. Lo peor es que deja claro que estas personas a las que miramos con empatía fueron también jóvenes que creyeron que su vejez sería otra cosa.

Claro que hay una postura política, claro que se retoma, una vez más, a esa América fallida que en el 2008 dejó un desastre financiero, emocional y social en sus tierras llenas de promesas.

Al ser un tema delicado, hay cosas puntuales que se podrían discutir. La visión de Zhao, al intentar mantenerse neutral con la vida en la carretera, puede parecer extremadamente complaciente. Estamos ante una situación que más allá de las pérdidas personales o de las crisis existenciales tiene sus bemoles. La carretera para un adulto mayor hombre, mujer, blanco o negro, no deja de ser un lugar peligroso e incierto. SPOILER El arco del personaje de Fern que se muestra tranquila con esa vida, eligiéndola por encima de la seguridad y estabilidad de un hogar convencional suena a romantización de la pobreza. O, quizás, nosotros romanticemos la seguridad y estabilidad de un hogar convencional, no lo sé. Pero a ratos me sonaba a esos discursos espirituales de desprendimiento material que esconden otros problemas. FIN DEL SPOILER

Sin embargo, me quedó claro con el libro que las intenciones de Jessica eran más extensas, que había una denuncia a la sociedad de las masas y a un Estados Unidos que no importa el presidente que tenga no ha podido solucionar la enorme brecha que existe entre los que tienen y los que no tienen. Y puede ser, no lo dudo, que hayan personas que igual que Fern lo elijan como una forma/estilo de vida, pero la mayoría son víctimas de una economía que los excluye. Leí incluso que describían a la película como una “hermosa reflexión sobre dejar la sociedad atrás”, y no, esta gente no dejó la sociedad atrás, la sociedad los dejó atrás a ellos.

De hecho, uno de los grandes problemas que le veo incluso como discurso es la manera que muestra a Amazon: como un galpón hermoso, ordenado, el personaje de Fern hasta llega a decir que pagan muy bien, cuando en realidad Amazon se aprovecha de la necesidad de estas personas pagándoles un sueldo inferior al no ser empleados permanentes y, por lo mismo, no les da las prestaciones correspondientes. Algo similar sucede con las otras marcas que aparecen en la película. O sea, no les están haciendo un favor al contratarlos, están abaratando costos. 

Eso no quiere decir que la historia de Fern, asumiendo que representa a los que sí eligen esa forma de vida, no convenza. Sí lo hace, en parte gracias a esa magnífica actriz que es Frances McDormand, que se comprometió tanto con la película que durante sus cuatro meses de filmación llenó la van con objetos personales y la convirtió en su hogar, y también por la presencia de nómadas reales que dicen sus textos en un formato casi documental. Una de las grandes virtudes de esta película es esa sensación de “verdad” con relación a los personajes. Linda, Swankie, Bob, el chico al que Fern le regala el encendedor, traspasan la pantalla junto con sus caravanas.

Y claro, uno se conmueve, se conmueve por esas vidas que han llegado hasta ahí, por sus recuerdos, por lo que se perdió, por lo que se ganó, y cuando Swankie habla de las golondrinas reflejándose en el agua, podés verlo…no importa que lo que tengás en pantalla sea un primer plano del rostro arrugado de Swankie. Lo ves. Y podés entender la inestabilidad y la incertidumbre del camino solitario o la estabilidad y la certidumbre del camino solitario. Porque ese signo de interrogación que es el futuro, hoy más que nunca, es el mismo para todos.

Lo mejor: gran gran Frances, acompañada de una fotografía intimista Lo peor: discurso a ratos confuso y a ratos cursi, además el final se retrasa, hay un par de momentos que pensás «ahí está, este es el final» y la cosa sigue Lo más falsete: lo de desertar al sistema, cuando el sistema es el que te ha dado una patada en el culo El mensaje manifiesto: hay maneras de sobrevivir, siempre El mensaje latente: hogar es una palabra que tiene un solo significado aunque sea distinto para todos La escena: el monólogo de Swankie El personaje entrañable: Swankie El personaje emputante: amazon y todas las marcas que aparecen como dadivosas con estos forzados nómadas El agradecimiento: por la emoción.

LINK PARA LEER EL LIBRO ONLINE: PAIS NOMADA Jessica Bruder

CURIOSIDADES

La película se filmó en siete estados durante cuatro meses.

Ganadora del León de oro en el festival de Venecia.

El papel de MacDormand fue tan convincente que le ofrecieron trabajo en un local de Target, una cadena de supermercados norteamericana.

Nomadland ganó el Toronto People’s Choice Award, determinado enteramente por los votos de los asistentes al festival, el mayor de Norteamérica y considerado un buen termómetro de los Óscars.

Nomadland ganó cuatro galardones en los premios de la Sociedad Nacional de Críticos de Cine de este año, incluyendo mejor película, mejor fotografía, mejor director y mejor actriz.

 

CINE: Never Rarely Sometimes Always

Por: Mónica Heinrich V.

A simple vista, Never Rarely Sometimes Always (Nunca Rara vez Algunas veces Siempre) puede parecer la crónica sosa de un aborto. Pero hay que darle crédito a Eliza Hittman, la directora y guionista de esta película. Eliza toma una historia que ya hemos visto muchas, muchas veces y la convierte en algo más.

Si analizamos su filmografía veremos que existe un genuino interés por retratar vidas jóvenes, tanto en It Felt Like love (2014. la adolescente Lily quiere emular la vida sexual de una de sus mejores amigas y se pone en peligro) y en Beach Rats (2017. Un problemático y veinteañero Frankie se reúne con hombres desconocidos para obtener sexo y drogas) ponía el foco en atribulados personajes que buscaban un sentido a la existencia ¿Usa un excesivo sentimentalismo para victimizar a sus personajes? Sí, tal vez, pero capaz que en la vida real no todos están preparados para soportar las presiones del entorno y algunos terminan convirtiéndose en víctimas de él.

En el caso de Never Rarely Sometimes Always, Autumn (Sidney Flannigan) es una adolescente introvertida que descubre estar embarazada en un pequeño pueblito de Pennsylvania. Mientras una amable doctora le hace una ecografía y le dice: “Y ahora vas a escuchar el sonido más mágico que escucharás en tu vida”, vemos la cara de Autumm y sabemos que no, no hay magia para ella.

Autumn y la falta de magia

SPOILER

Cuando Autumn quiere interrumpir su embarazo, se topa con una traba dentro de la legislación de la ciudad donde vive: si quiere hacerse un aborto y es menor de edad, tiene que contar con la autorización de sus padres. Para una persona que ya dejó de creer en la magia, esa no es una opción. Por eso, decide viajar hasta New York a realizarse el procedimiento. Obviamente, a escondidas de su familia, sin ningún apoyo aparte del que le da su prima, también adolescente, Skyler (Talia Rider).

La cámara de la experimentada francesa Héléne Louvart (Happy as Lazaro, Pina, The Wonders) describe con un clima certero el viaje de Autumn. Miradas, vacíos, inseguridad, dolor. La pantalla es un mosaico de las emociones por las que atraviesa el personaje sin magia.

En la forma que la directora encontró para contarnos el rechazo al embarazo de Autumn, y toda la subsecuente escena con la doctora que le pone el video sobre la maravilla de la vida, hay un deja vu. Tanto fílmico como de la vida real. ¿Quién no ha visto los famosos videos sobre la vida embrionaria como parte de alguna clase en el colegio o universidad, que son exhibidos como un temprano adoctrinamiento anti-aborto? la narrativa de educación sexual para las féminas del mundo siempre ha sido la misma. 

Vidas sin magia

Hay mucha economía de recursos en cómo se muestra el vínculo entre Autumn y Skyler. Hay sutileza en el trayecto, en las idas y venidas, en las dificultades que simplemente intentan poner en evidencia todo lo que tiene que pasar una persona que toma la decisión de abortar. Porque sí, no es fácil, no es bonito.  Y aunque no hay un juicio de valor, ni tampoco una exaltación de la decisión de Autumn, es clara la postura de la directora. Hasta ahí, uno como espectador encontrará suficientes motivos para empatizar o no con el personaje. Hasta ahí, esta película ganadora en Sundace y en Berlín, tiene un comentario social en una estructura fílmica que sigue una fórmula casi documental.

Pero llega una gran escena en la que nos olvidamos del comentario social en sí, y entramos de lleno en lo cinematográfico. La escena que da el título a la película es suficiente para que valga la pena verla. En esos poderosos minutos en los que la cámara está fija en Autumn, en cómo se compuso la toma, en el clima, en la actuación, lo que sucede en lo que en teatro se llama extra-escena (lo que está fuera de lo que vemos) en el texto, en el ensamblaje narrativo, en su significancia. Esa sola secuencia, paga cualquier entrada. Aún estoy en la duda si le juega a favor o en contra la sospecha que deja sobre el origen del embarazo. Por un lado, siento que abre la puerta a ese mundo de secretos de entre-casa en los que la sexualidad está más allá de los videitos escolares y el discurso pro-vida, por otro lado, puede sonar a una especie de justificación: «Ah, por eso quiere hacérselo», cuando en la práctica no debería ser necesario explicar el porqué. 

FIN DEL SPOILER

Sin embargo, donde Eliza falla más es que en su afán de subrayar la sororidad de Skyler y básicamente de cualquier mujer en la película, la figura masculina es dibujada con un trazo negativo. Puedo creer que uno de los posibles padres del niño sea un pelotudo, o que el propio padre de Autumn se comporte como un imbécil, pero que todos, todos los hombres que aparecen en la película sean o acosadores, o maltratadores, o manipuladores, o pervertidos, me pareció demasiado. Tampoco me gustó el subrayado con la canción que refuerza un mensajito a la conciencia anti-poder heteropatriarcal. “Él tiene el poder” dice sin ninguna sutileza la letra que es cantada por Autumn como parte de un acto escolar.

Eliza dijo que tuvo como referencia al filme rumano 4 meses, 3 semanas y 2 días, reseñada ACÁ. Lo que hizo su director Cristian Mungiu fue tan tenebroso como desolador. Aún cargo esa herida en mi corazón. Never Rarely Sometimes Always, no tiene la estatura narrativa ni cinematográfica de su referencia rumana, pero alcanza una densidad similar en contadas escenas: En la del interrogatorio, en lo que hace Skyler por los pasajes, en algunos diálogos concretos, en ese mundo de secretos duros y tristes que esconde una adolescente.

“¿Duele?” se pregunta uno de los personajes. Y el título de la película podría servir para que muchas mujeres del mundo tengan la libertad de responder.

Never 

Rarely

Sometimes

Always

Lo mejor: gran actriz principal, muy buena construcción de climas Lo peor: el exagerado trazo negativo sobre los hombres que la hacen ver maniqueísta con un tema que tiene un montón de matices Lo más falsete: nuevamente, el exagerado trazo negativa hacia lo masculino El mensaje manifiesto: La vida es un test de opciones múltiples El mensaje latente: vos tenés derecho a marcar la opción que más te acomode La escena: el cuestionario El personaje entrañable: Skyler #yoacompaño El personaje emputante: por como los presentan, todos los hombres que aparecen, sobre todo el chico de la escuela y el padre, un par de cabroncitos El agradecimiento: por la escena del cuestionario.

CINE ALEMÁN: Lara

Por: Mónica Heinrich V.

Nuestra amiga Lara (Corinna Harfouch) comienza la película parada frente a una ventana abierta. El director alemán Jan-Ole Gerster no comentará más, pero todos sabemos que Lara está dispuesta a saltar. Una interrupción impide que el trágico suceso siga su curso. La película apenas lleva unos minutos y ya sabemos que Lara no está bien. Al poco rato sabremos también que el mismo día que pensaba suicidarse estaba cumpliendo 60 años. Suicidio-cumpleaños. La paradoja del vivir.

Esta es una película de personaje. Su nombre en alemán es Lara aunque ha sido vulgarmente traducida a La profesora de piano, lo que podría llevar a confusiones con esa enorme película de Michael Haneke, La pianista. En todo caso, Lara no es Erika, el personaje de Elfriede Jelinek inmortalizado por Haneke. Y Jan-Ole Gerster tampoco es Haneke.

¿Quién es Lara? La cámara la seguirá en una especie de periplo intentando ver a su hijo Viktor (Tom Schilling). Viktor es pianista/compositor y esa noche, la del día del cumpleaños casi suicidio de Lara, tiene su concierto debut como compositor. El pequeño teatro en el que se llevará a cabo el evento está con las entradas casi agotadas. ¿Cuál podría ser el conflicto ante la presentación de un hijo en apariencia exitoso? Sorpresa.

El guion escrito por Blaz Kutin (debutante como guionista en largometrajes) es amante del subtexto, no hay muchos diálogos que con sus palabras echen luz sobre lo que estamos viendo, son los pequeños gestos, el lenguaje corporal de la protagonista lo que nos dirá que está convencida que su hijo no tiene el talento suficiente.

Más tarde, el encuentro de Lara con el viejo profesor de piano, terminará de perfilar a esta mujer que a sus sesenta años es tan infeliz, y a la que quienes la rodean tratan de evitar por su toxicidad.

Lara, la película, es un plato que se cocina a fuego lento. Que te larga pequeños detalles de a poco. Que va armando ese rompecabezas confuso y amargo que es Lara, el personaje.

Dentro de la estructura que plantea me hubiera gustado que el encuentro/careo con el hijo haya sido más cercano al final, quizás porque la tensión construida alrededor de su rechazo a hablar con ella o a atenderla, genera fatiga al espectador (o, por lo menos, a mí me la generó) y puede obtener un mayor impacto guardándose ese as bajo la manga. Sin embargo, entiendo también la muletilla usada por Kutin para seguir deshilvanando esa madeja de relaciones rotas.

Ah, la maternidad vista como sinónimo de presiones y fracasos. Y así, Lara es una película cruel, cruel en su mirada a esta mujer atormentada por una pasión que nunca dejó fluir y que ha definido la relación con su hijo, quien es depositario de esa “desmedida ambición” recordada por su profesor. Cruel también en la familia como sistema fallido. Cruel en el tiempo que pasa y todo lo devora.

A destacar su fotografía propiedad de Frank Griebe, a quien recordamos gratamente por ser el ojo detrás del lente en Corre Lola, Corre, La princesa y el guerrero o El Perfume. Griebe cierra el plano cuando hay que cerrarlo, esos momentos íntimos de Lara fumando, de Lara charlando con su madre castrante, de Lara recibiendo palabras que no esperaba recibir de su profesor y nos da composiciones en las que destaca la soledad de Lara en el parque, de Lara viendo vitrinas, Lara probándose un costoso vestido, Lara sola en el teatro con el gran piano.

Sumemos también que al ser una película sobre profesoras de piano, pianistas y compositores, podremos disfrutar de mucho piano en la hora y media que dura, siendo las escenas del concierto y la escena final las que más se disfrutan. Escucharemos Beethoven, Bach, Schumman y, sobre todo, mi favorita de Chopin: Waltz No. 3 in A Menor, inmortalizada también en El Pianista de Roman Polanski. 

Al ritmo del piano y sobre el final, Lara entiende por fin de qué va su historia, Lara descubre a sus 60 años cosas que es mejor descubrir antes, pero que por lo menos las descubrió tarde y no nunca.

Las palabras dichas por su profesor en el bar rompen un poco con el camino del subtexto planteado por el guionista, fueron similares a un parafraseo de frases conocidas de profesores estrictos dichas a sus alumnos. Las hemos escuchado muchas veces. Incluyó también una especie de moraleja innecesaria que me molestó por cómo se estaba afrontando la narrativa. ¡Qué hacés Kutin, qué carajos hacés!

Fue un poco frustrante, pero para no imitar a Lara en su mal manejo de emociones diré que no afecta el resultado global porque luego, luego el director nos regala una última escena. Una en la que nosotros pensamos que quizás Lara sí tenía razón en sentir que su hijo no era suficientemente talentoso, quizás es más fácil aprobar el talento ajeno si uno no lo tiene. Quizás si lo tenés es imposible no darte cuenta de la costuras de los que fingen tenerlo. Quizás…y quizás por eso la ventana, las ganas de saltar, y quizás, también, vale la pena quitar el pie de la cornisa y regresar hacia la vida para volver a empezar.

Lo mejor: linda película contada con mucho pulso y garra Lo peor: se pone discursiva en un momento en que era mejor no ser discursivo Lo más falsete: lo que le dice el profesor a Lara, no por las palabras sino por el cómo El mensaje manifiesto: Las frustraciones son nuestro peor enemigo El mensaje latente: No podés dejar que tus frustraciones gobiernen tu vida La escena: la tocada final El personaje entrañable: el vecino El personaje emputante: Lara, y la familia de Lara y la mamá de Lara El agradecimiento: por cine alemán de buena calidad.

NETFLIX: His House/ Ingrid Goes West/ A Ghost Story / The Witch Part 1

Por: Mónica Heinrich V. 

HIS HOUSE

“Somos buenas personas”, dice Bol (Sope Dirisu) al inicio de la película. Y yo le creo, automáticamente le creo. Aunque una vocecita odiosa en el fondo de mi ser me dice: Dime de qué presumes y te diré de qué careces. ¿Por qué sos así vocecita odiosa? Pero es imposible no creer en Bol. Bol que junto a Rial (Wunmi Mosaku) son refugiados de guerra en busca de una mejor vida. Bol y Rial, que en los flashbacks huían de la muerte en Sudán. Bol y Rial.

El debut del inglés Remi Weekes como director es por momentos desgarrador. Weekes es conocido en Inglaterra por sus trabajos publicitarios, productores de otro proyecto le dijeron que estaban buscando la manera de sacar adelante una historia de terror que tenga como base el proceso migratorio inglés. Terror y proceso migratorio no son dos conceptos lejanos. Weekes se animó a dar una idea y acá estamos hablando de His House. Películas de terror con comentario social se han hecho algunas en los últimos años, quizás las más conocidas son Us y Get Out (reseñada ACÁ) de Jordan Peele, pero mientras Peele optaba por una especie de humor negro, acá no hay espacio para el humor.

His house no rompe con la vieja tradición del terror que ya hemos visto en muchas películas: Bichos/monstruos/fantasmas que salen de la pared, objetos que se mueven, ruidos extraños, tensión creada por sucesos inexplicables. Weekes sigue la fórmula comercial en las cantidades justas aunque hay que reconocer que lo hace con mucha elegancia y pericia. Donde His House se desprende de lo genérico es cuando su propuesta se basa en lo humano. No en una pareja boluda que escucha cosas y lidia durante hora y media con lo supuestamente paranormal. Esta es una pareja de refugiados, dejar la casa no es una opción porque eso significaría que no se “adaptaron” y la posibilidad de ser deportados luego de pasar por todo lo que pasaron es otro terror que agregar a los bichos, ruidos, objetos que se mueven solos. Y ese es el terror que jode más, el sufrir con ellos la necesidad de “integrarse” a ese lugar, a esa vida, a pesar de los traumas que cargan de su pasado.

Hay un punto de giro que hace que His House sea más conmovedora. Ese punto de giro llega justo en el momento que la película se ha vuelto repetitiva y parece durar más de lo que dura en realidad. Ese punto de giro levanta un poco el comentario social que se empieza a perder a golpe de efectos. Luego, luego llega el bicho, un bichango que no sé si hacía falta. Mejor dicho: sí, sé. No hacías falta bichango. No soy fan de los elementos visiblemente terroríficos, y eso incluye monstruos/bichos/fantasmas que como espectadores podemos ver como entes reales, durante His House la sutileza es una enemiga en ese apartado, pero se soporta por el peso de lo que se pretende contar. Sin embargo, al final parece que pensaron: “Vamos a poner un bichango que va a ser el señor bicho para que la gente se sorprenda por el señor bichango”. Weekes, ya hemos visto bichangos de ese porte ene veces, encima lo ponés cuando la historia está por afianzar su metáfora y deja la crema chantilly cortada. Me pareció una solución absurda para “deshacerse” de lo que los atormentaba. Una salida simplona. Imagino que ya es cuestión de gustos. Fuera de eso, la película también es algo indulgente consigo misma y puede que exista cierto ruido en esa exhibición de migrantes haciendo lo que sea por sobrevivir. Eso no quita que mientras aparecen los créditos, el bichango pase a segundo plano y vos te quedés pensando más en lo terrorífica que es la migración para los refugiados y, sobre todo, en lo que significa lograrlo cuando otros no lo logran.

Lo mejor: está muy bien planteada a nivel estético, de climas y con la propuesta del tema de los refugiados Lo peor: va de más a menos, aunque el punto de giro final la ayuda bastante Lo más falsete: el bichango final y su eliminación El mensaje manifiesto: Tus fantasmas te siguen, nunca te abandonan El mensaje latente: Hay que aprender a convivir con esos fantasmas La escena: el punto de giro El personaje entrañable: la niña El personaje emputante: la guerra que todo lo destruye El agradecimiento: porque hay quienes lo logran.

INGRID GOES WEST

Ay, la obsesión virtual. O la obsesión a secas. Digamos que ningún obsesionado con otra persona tiene los patitos en fila. Ingrid (Aubrey Plaza) no es la excepción. Quiero ser empática con Ingrid, sí. Ingrid, dejame abrazarte. Porque la empatía es escasa estos días y hay gente de bien que a un enfermo mental lo quiere mandar a la silla eléctrica o a que lo cuelguen de los huevos sin chistar. ¡Momentito! Amantes del ayo ayo, apaguemos los interruptores de la silla, descolguemos la soga.

A Ingrid se le muere la madre después de lo que parece haber sido un proceso largo y traumático. Encima, la chica dice en algún momento de la película que la doñita era su mejor amiga, lo que no sería un problema si es que no hubiera sido su ÚNICA amiga.

Ingrid está hecha mierda. Hay que decirlo. Huérfana, sola, cagada. Ya es portadora de una orden de restricción por haber acechado a otra chica. Uno podría pensar que la situación sería un manazo para levantarse, descojudizarse y hacer algo productivo con su vida, pues no, mis cielas, no. Sumida en una tristeza infinita, mirando una revista, se topa con el carismático rostro de Taylor (Elizabeth Olsen) y empieza a seguirla en sus redes sociales, más concretamente Instagram.

Siempre le he dicho a amigos y conocidos lo expositivas que son las redes sociales, es un baile de figuretismo divertido pero que tiene sus aristas, cada cosita que subís o que mostrás es una ventana a tu vida. Hay personas a las que les encanta abrir sus ventanas, puertas, buhardillas, tragaluces y hacer con un taladro huequitos extras. Taylor es así. Postea dónde come, dónde hace sus compras, dónde le gusta bailar, con quién se encuentra. Algo ideal para Ingrid que, recordémoslo, está hecha mierda.

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Después de unos cuantos intercambios virtuales, Ingrid se convencerá que Taylor será su nueva mejor amiga y estará lista para ir al oeste. Así es, se muda de ciudad para perseguirla. 

El joven director Matt Spicer dirige esta epopeya de la soledad, las vidas de cartón y las mentiras en redes sociales. Ingrid se construye una vida para estar a la altura de su instagramer favorita. Su instagramer favorita también se construyó una vida para sus followers.

Ingrid Goes West atrapa pero no encandila. Los guionistas (el mismo Spicer y David Branson Smith) se enredan demasiado con la entrada a escena del díscolo Nicky (Billy Magnussen) y terminan cerrando la historia con una secuencia anticlimática que bordea el “ya no supe qué más hacer”. Es como si el discurso narrativo laboriosamente construido al inicio se haya ido desinflando de a poco. Igual vale la pena echarle un vistazo porque Elizabeth Olsen como la superflua Taylor e Ingrid como la frágil candidata a la silla eléctrica de la gente de bien, consiguen un sólido Me gusta.

Lo mejor: temática interesante y entretenida Lo peor: no va más allá Lo más falsete: el final El mensaje manifiesto: las vidas de mentira se extrapolan a las redes El mensaje latente: no hay necesidad de construir una vida de mentira La escena: la incómoda secuencia de la reunión con el falso novio El personaje entrañable: Ingrid El personaje emputante: los wanna be instagramers El agradecimiento: porque se deja ver con facilidad.

A GHOST STORY

Quiero hacer un espacio para esta película. Esta película merecería una reseña aparte, pero la meto acá para que des click por las otras y pum pam pensés: “OH, podría ver “A ghost story””. Sí, sí podés. Lo peor que pasaría es que seás parte del grupo que la encontró aburridísima y que no soportó la sabanita. Yo la pospuse 3 años entre que me olvidaba o creía que sería algo similar a P.S. I Love you o veía los quichicientos episodios de Greys Anatomy.

Sabanita con ojitos

David Lowery (Ain’t Them Bodies Saints) es el director y guionista de esto. En una entrevista comentó que escribió A Ghost Story en medio de una crisis existencial. Había leído noticias sobre terremotos y la situación política americana y mundial y estaba convencido que el fin del mundo se acercaba. David, tengo noticias más veraces para vos: desgraciadamente, este tole tole seguirá.

Volviendo a nuestro tema, como trato de no leer reseñas o ver trailers previo a ver las películas, viví A Ghost Story a pleno con todas sus sorpresas…ya, ya…no son muchas pero son precisas.

Casey Afflec es C. un músico que está casado o en concubinato (ya no me acuerdo) con M. (Rooney Mara). Al principio solo vemos a la parejita siendo la parejita aspiracional. Así cuando llega la muerte del señor C. sufrimos con ella el duelo y pensamos “tanto que se querían” “tan felices que eran juntos” “tan bonitos que se veían”. Bueno, C. se accidenta y estira la pata y cuando M. lo va a reconocer a la morgue y pasa la típica escena del cuerpo tendido con la sábana cubriéndolo en absoluta soledad, ahí aparece la primera sorpresa: luego de unos segundos de mortandad, zas, C. se levanta de la camilla cubierto completamente por la sábana, como un fantasma de esos que dibujábamos cuando éramos chicos. Como una versión adulta y en carne y hueso de Gasparín, el fantasma amigable.

“¡Decime que Casey no se va a quedar con la sabanita toda la película!” le dije arrebatada a compañero de butaca. Y sí, sí. Casey (o a veces el director de arte que lo doblaba en cuerpo) se queda con la sabanita toda la película porque la sabanita es la protagonista. Este fantasma que no fue hacia la luz y se quedó viendo pasar el mundo y la vida a su alrededor.

Al principio recibí el asunto de la sabanita con un poco de estupor y humor. Ambas dos. Me parecía forzar el naipe demasiado que la sabanita tuviera ojitos (no sé porqué tengo que decirlo en diminutivo). ¿Cómo carajos se supone que la sabanita va a tener ojitos en dos segundos? ¿Por qué querés que me crea que le aparecieron los ojitos a la sabanita así nomás? Pero luego de un rato aceptás la propuesta. La sabanita tiene ojitos y qué, deambula por ahí y qué, tiene el cuerpo como si tuviera miles de sabanitas debajo de la sabanita principal y qué.

Sabanita disruptiva y qué

La segunda sorpresa sucede cuando te das cuenta que M. no será parte total de la película, porque C. la ve mudarse de la casa que compartían y él se queda ahí siendo testigo de los cambios de esa casa y del mundo durante años.

Para algunos espectadores esto será caca en carretilla. Dirán qué estupidez que la sabanita esté ahí sin hacer nada durante toda la película, qué aburrido ver a M. comerse durante cinco minutos un pie de chocolate en un plano fijo, qué ridículo el monólogo del doncito de overol que nos habla del sinsentido de seguir viviendo, qué atrevimiento la sabanita vecina floreada con la que la sabanita de C. se comunicaba telepáticamente, qué huevada autoconciente, pretenciosa y pajera. ¿Y saben qué? Puede que tengan razón, pero señores: adoré la sabanita. Sí, claro que hay cosas excesivas. Sí, claro que sabés exactamente cómo va a concluir este cuento sobre el duelo, la soledad, el existir, el paso del tiempo, la modernidad y el cambio climático. Pero más allá de todo…más allá de nada, hay una fuerza magnética que te jala a creer en la historia y a sufrirla. Yo misma no procesaba cómo se me rompió el corazón en pedazos cuando la sabanita se quedó sola viendo su casa demolida. Me muero con vos, sabanita.

A ghost story no es para todo mundo y dependerá exactamente de cómo estés dispuesto a recibirla o qué puntos de encuentro emocional tengás con ella. Advierto que no es una película de terror, así que el juego fantasmal no es para generar miedo al más allá sino todo lo contrario, lo que jode es el más ACÁ. Porque la sabanita puede parecer vacía y deformada, pero cuánta vida hay en ella.

Lo mejor: mueve todas tus sábanas interiores Lo peor: si no estás dispuesto a aceptar la sabanita con ojitos todo te va a parecer ridículo y fuera de tono Lo más falsete: los ojitos de la sabanita El mensaje manifiesto: si sos pendejo podés hacerle ojitos a una sabanita y hacer que el público te acompañe igual El mensaje latente: No importa si hay ojitos en la sabanita, lo importante es que hagás que la gente se lo crea La escena: Cuando se levanta con ojitos en la sabanita El personaje entrañable: Hace falta decirlo? La sabanita…con ojitos El personaje emputante: las sábanas sin ojitos El agradecimiento: por ponerle ojos a la sabanita cuando nadie se lo esperaba.

THE WITCH PART 1: Subversion

Esto estuvo intenso. Siempre me maravilla la capacidad que tienen los coreanos de hacer películas comerciales tan entretenidas y vertiginosas.

Llegó la potra, la caballota

El despelote comienza cuando Ja-Joon de 8 años corre ensangrentada a través de algo que parecer ser una zona boscosa. Un grupo de hombres con perros y linternas la están persiguiendo. Finalmente, Ja-Joon consigue escapar y hay una elipsis temporal de 10 años.

Amig@s. Park Hoong Jung viene deleitando nuestra pupila desde que era solamente un guionista. ¿Se acuerdan de esa fantástica película que es I Saw the Devil (reseñada ACÁ)? los deditos de Hoong Jung fueron los responsables de cada maravilloso segundo. Se acuerdan de la aclamada New World, él la dirigió y guionizó. Bien ahí, Hoong Jung. Con The Witch sigue la estela de sus anteriores trabajos entre el misterio, la acción y las escenas violentas realmente creativas.

Eso sí, a The Witch hay que tenerle un poco más de paciencia porque el director se da un tiempo bastante amplio para mostrarnos el mundo de Ja Joon luego de la elipsis. Entonces, el espectador que lea esta reseña pensará dónde carajos está lo entretenido y lo vertiginoso si aparentemente no pasa nada un buen rato. Serenidad, mis pequeños padawanes. Cuando lo entrenido y lo vertigonoso llega, llega en serio.

Llegaron los que la potra, la caballota, va a hacer talco

Gran actuación de Kim-Da Mi como la misteriosa Ja Joon, vemos de vuelta a Jo Min Su (la gran mamá protagonista de la película Pietá de Kim Kim Duk) como la retorcida doctora, también volvemos a ver a Choi Woo Sik (a quien conocemos por Parasite (reseñada ACÁ) y Train to Busan (Reseñada ACÁ) como el loquito bilingüe, y así, tenemos un reparto de lujo con una trama que si analizamos al detalle no tiene el más mínimo sentido, pero que es lo suficientemente entretenida para mantenernos mirando hasta que se acabe la última secuencia.

Ah, qué gran momento el de la escalera y el “No soy esa chica”. Qué gran momento cuando descubrimos lo que descubrimos. Qué baile de sangre y descontrol. Qué pendeja la gallina, dirían en algunos pueblos monte adentro.

The Witch promete una segunda parte que tendría que haber llegado este 2020, y que estoy esperando como si fuera navidad. ¡Hoong Jung, ponete el barbijo y los guantes y hacé lo que tengás que hacer!

Lo mejor: muy entretenida y creativa en sus escenas de acción/violencia Lo peor: no tiene sentido alguno Lo más falsete: que le inyecten el suero ¿a santo de qué? Y que sabiendo que ella es quien es no hayan tomado más precauciones El mensaje manifiesto: Uno se construye la vida que desea El mensaje latente: El pasado siempre está ahí La escena: la de la escalera El personaje entrañable: la pareja que la adoptó y la mejor amiga El personaje emputante: la doctora El agradecimiento: por lo entretenida que se vuelve.

CINE: The 40-Year-Old Version/ Rapera a los 40

Por: Mónica Heinrich V.

Radha está por cumplir cuarenta años. Alguna vez fue una joven promesa viviendo en New York. Ganó un premio de dramaturgia para autores jóvenes menores de treinta. Ya con los cuarenta encima se asume gorda, solterona y sin haber cumplido ninguna de sus metas ¿Qué pasó con su juventud? ¿Qué pasó con sus sueños? ¡QUÉ PASÓ!

Ay, el cadáver hediondo de la juventud.

The Forty Year Old Version es dirigida, escrita y protagonizada por la misma Radha Blank y se basa, cómo no, en sus vivencias como mujer negra, cuarentona, gorda y con sueños jamás cumplidos.

Filmada a la vieja usanza en 35mm y en blanco y negro, nuestra buena amiga Radha no abandona jamás el humor para contar esta llegada a una edad en la que se considera que «ya no sos joven».

El tiempo pasó y Radha en lugar de explotar su obvio talento se dedicó a darle clases de escritura a los chicos de Harlem. Como ella misma dice en una parte, no veremos una nueva versión de Mentes Peligrosas, sino un entretenido viaje de la protagonista hacia su redescubrimiento como rapera.

Así es, Radha quiere ser rapera y la película que parte como un rosario de insatisfacciones se abrirá camino a la posibilidad de optar por este nuevo talento. Todo eso mientras, en paralelo, escribe una obra teatral a regañadientes.

Es interesante cómo se combina la vida cultural newyorkina con la mirada aguda de Radha sobre el uso de lo negro como moda. Escucharemos mucho la palabra Gentrificación. Obviamente, la rebelde Radha no estará para nada de acuerdo con ese universo nucita que le propone su productor de teatro y al que “unos blanquitos” entusiasmados se arriman con arrebatora ingenuidad. Ella pide, porque es importante para ella, que el director de su obra Avenida Harlem, sea negro. En lugar de eso, le imponen una directora que se las arregla para crear edulcoradas escenas de manos blancas y negras uniéndose bajo una hermosa luz en pos de la tolerancia y el amor al prójimo. Radha, entonces, saca su último as bajo la manga y entrega al espectador una furiosa performance con la que cualquier artista defensor de su “proceso creativo” soñaría.

Es innegable que podemos empatizar con lo que Radha cuenta y, sobre todo, queremos seguirla tanto en sus intentonas de enseñanza a jóvenes, como cuando discute con el productor sobre si tiene que ir a “zonas más oscuras” para encontrar más jale con un hipotético público teatral.

RadhaMusPrime, la rapera cuarentona, se posiciona en un debate contra la gentrificación y la apropiación cultural, lo hace desde un relato que puede a ratos parecer banal y condescendiente, pero de alguna manera consigue que la cosa fluya. Sí. Quizás dentro de ese obvio discurso me pareció que el final, aunque es una potente escena, irrespeta a un trabajo grupal en el que ella estuvo de acuerdo y que involucra a más miradas. ¿Es culpa del productor que ella acepte recibir dinero por un trabajo que no la hace sentir satisfecha ni realizada? ¿Es culpa de los actores que deteste el guion que ella misma escribió? ¿Es culpa de alguien más el que ella haya finalmente cedido al sistema?

Radha resplandece cuando habla de la muerte de su mamá, o de las cosas que le gustaban hacer de niña, cuando recuerda momentos específicos de su juventud, cuando discute con Archie (encantador Peter Kim) o con el vagabundo. Los adornos a la trama como la relación con D. (Jacob M. Trent) o los estereotipados personajes de sus alumnos, van a contramano de los estereotipos que ella misma cuestiona.

El blanco y negro es una manera de decir que la vida de Radha es gris, oscura, marchita y cuando finalmente encuentra su camino y decide seguirlo, el color vuelve, algo muy de los noventas y muy de cine indie iniciático. Pero está bien, compramos el paquete porque Radha tiene el carisma suficiente para cargar con una película cuyo exceso de metraje (dura más de dos horas) no se siente.

Así, The forty year old version, esa versión cuarentona de Radha se convierte en un debut interesante, algo facilón pero que tiene buenos momentos de humor, es también una llamada de atención para los postergadores de sueños, para los que están aún esperando esa ventana hacia la realización. Hay que despertar y apurarse, o como dice la misma Radha “acabarás siendo una dramaturga acabada, con la idea estúpida de ser rapera a los 40 años y con diarrea por tomar bebidas dietéticas que no cumplen las normas alimentarias. ¿Quieren eso para ustedes?” ¿QUIEREN?

Lo mejor: divertida, se deja ver Lo peor: un poco más larga de lo que necesita, y cae en el facilismo Lo más falsete: la relación con D. y el pase de blanco y negro a colores El mensaje manifiesto: no hay que postergar sueños El mensaje latente: postergar sueños es portergarte La escena: la furiosa performance El personaje entrañable: el amigo Kim El personaje emputante: el productor de teatro  El agradecimiento: por los momentos de agudeza.

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