LOST IN CONTEMPLATION OF WORLD

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cine - page 32

Argo Fuck Yourself

Cosas raras han sucedido este año. Una de las más raras es mi reconciliación en slow motion con Ben Affleck. Ben Affleck a quien veía como uno de los actores más insípidos y emputantes de Hollywood, Ben Affleck a quien le encontraba menos sex appeal que a una ardilla estreñida, Ben Affleck que encabezaba mi Top 5 de actores odiados sin motivo aparente, sip. Ese mismito Ben Affleck ahora es acariciado con aprobadores y arrobados ojos.
(Insertar Sex Bomb de Tom Jones)
Ocurrió algo similar con Colin Farrel después de ver la fantástica In Brugges, y en este caso, el artífice del milagro se llama ARGO, reciente filme dirigido y protagonizado por Ben, MI Ben.
Y es que Argo tiene todas las papeletas para llamar la atención. De hecho, cuando vi el tráiler me dije que cosito tenía que ser muy hijo de Pooh para cagarla: Ese tráiler solo era un prefacio lleno de esperanza.
Basada en hechos reales, Argo cuenta lo sucedido entre 1979 y 1980, cuando se vivió la revolución iraní. Se trató de un proceso muy jodido que desembocó en el derrocamiento del líder Reza Pahlevi. Este tipito fue un dictador en toda ley, vivió fastuosamente, ejerciendo un control cruel y abusivo mientras su pueblo moría de hambre. La gente se cansó, y un buen día el don tuvo que salir tostando de ahí.
Estando en el poder fue apoyado y socapado por los gringos, que lo pusieron casi a dedo como “sha” o emperador de Irán, buscando conquistar el bien que siempre les quita el sueño: petróleo. Pahlevi fue un servil “amigo” del Tío Sam y permitió el saqueo de su país a manos de las grandes transnacionales americanas. Al estar depuesto y perseguido, va y se refugia en USA causando ira en su gente que, obviamente, deseaba, necesitaba, ejercer justicia. Y con justicia me refiero a un juicio protocolar y la respectiva ejecución.
Para qué nos vamos a mentir: Los iraníes tenían razón en estar cabreados, como muchas naciones hoy tienen razón en estar cabreadas. Convengamos que la política exterior americana no es precisamente digna de admirarse. Entonces tenemos a un dictador depuesto alojado en USA y tenemos a un pueblo que airadamente quiere que se “lo devuelvan”.
Estados Unidos no puede devolver al crispín por un principio básico de: entre bueyes no hay cornadas. A los demás parias similares a Pahlevi tiene que llegarles el mensaje fuerte y claro de que no importa las fechorías que hagás ni lo mal que te portés con tu gente, si sos funcional a los intereses americanos, cuando las papas quemen ellos harán lo posible por ayudarte, siempre y cuando el olor a quemado no llegue a casa (saludos a Saddam, Gadafi y Mubarak)
Los iraníes que habían sufrido uno de los peores regímenes de su historia, no se anduvieron con vueltas y atacaron la embajada americana en Teherán, tomando como rehenes a 90 gringuitos.
Una compañera de butaca alegaba que debieron matar uno por uno a todos los crispines de manera salvaje, sanguinaria, vengando las afrentas del pasado y no negociar, porque estaba claro que el gobierno americano no iba a ceder ante la exigencia de liberar a los rehenes a cambio de que le devuelven a su dictador para un juicio justo.
Sí. MATENLOS! Hmmmm no. Creo que no. Voy a ser ñoña y decir que: violencia engendra violencia y en estos temas no queda otra que negociar.
Mientras se instala la toma de la embajada, 6 americanos consiguen escapar y buscar refugio en embajadas amigas. Aquí hay dos caminos: uno el que sigue la historia real y otro el que sigue la historia narrada por Ben Affleck. Vos tenés que descubrir qué sucede viendo la película.
Todo esto por sí solo YA ES interesantísimo, y se pone MAS interesante cuando la CIA decide “extraer” a los seis refugiados antes que los iraníes se den cuenta y se arme el despelote. Con “extraer” me refiero a que tendrán que sacarlos clandestinamente de Irán en el momento más álgido para que cualquier gringo se atreva a salir a la calle. MATENLOS! Hmmmm…seh, algo así.
Y lo que la CIA, en conjunto con el gobierno canadiense, hace…es “de película”. El protagonista de la historia es Tony Méndez (Ben Affleck), agente de la CIA que es el encargado de la “extracción”. No quiero contar cómo lo hace para no privarlos de la emoción, tienen mi palabra que es absolutamente genial.
La subtrama creada para darle “humanidad” a Méndez como figura paterna y ex pareja en conflicto, es el punto flojo del filme, lo acepto. También sucede que el haberse decantado por convertir en héroe al agente de la CIA y minimizar el aporte real que tuvo Canadá o la ayuda prestada, a su vez, por Inglaterra y Nueva Zelanda, a pesar de las buenas intenciones, termina por repetir el típico mensaje de “los americanos son los héroes, los tipazos, los propios”. Con tanta película chota cacofónica que tiene ese desenlace, hubiera deseado algo más acorde a la dignidad del resto del largometraje.
La falla, empero, es fácilmente excusable bajo la premisa que la película aclara al principio: “Basada en hechos reales” y en la que se escuda nuestro buen director. Porque sí se han tomado licencias a la hora de trasladar esa historia a la pantalla gigante, sí se han creado situaciones inexistentes, personajes imaginarios, sí, y en conjunto todo el equipaje “extra” de la trama funciona. Pero explíquenle eso a los canadienses que en el estreno del filme dentro del Festival de Cine de Toronto, criticaron tanto este punto que lograron que se cambie el texto que aparece al final, resaltando el aporte de Canadá.
Aún con esas fallas que no son fallas, sino licencias creativas, mi hoy amado Ben Affleck cuenta ARGO con acierto e inteligencia, creando tensión desde el minuto cero hasta el final. Narrando una historia dramática con unos giros de inesperado humor que no socavan para nada la cuota de verdad que la cinta transmite.
Para ello se vale de un casting perfecto, perfecto. En el que destacan Bryan Cranston como el jefecito burócrata de Tony, el gran John Goodman como John Chambres: artista/maquillista ganador del Oscar que ayudó en la operación, Alan Arkin como el personaje ficticio Lester Siegel,  excéntrico productor de cine ganador de Cannes que se sube al barco y claro, los 6 actores que interpretan a los personajes necesitados de rescate.
Con este engranaje colabora un guión notable de Chris Terrio, quien es casi un novato en Hollywood y que después de esto seguramente recibirá grandes propuestas. Un guión que mezcla drama, suspenso, acción, humor negro e historia. Un combazo.
La fotografía de Rodrigo Prieto, mexicano con el que cualquiera de nosotros suspiraría por tenerlo en un crew de filmación (el talento es SEXY), demuestra que es uno de los mejores directores de fotografía latinos del momento.  Muy buena foto, acorde con el tono del filme, cómplice con los climas creados.
Ben incluye al compositor francés Alexander Desplat para encargarse de la banda sonora de ARGO, y si tomamos en cuenta que este señor le ha puesto la música a El curioso caso de Benjamin Button, El discurso del rey, a El árbol de la vida, a Moonrise Kingdom, pues no hay mayores palabras al respecto. Un genio.
Con un equipo como este y el resultado obtenido, solo se puede recomendar a uno de los mejores estrenos de este 2012. No es una película de autor propiamente dicha, no es ese cine clásico político de antes, es una cinta entretenida apta para las grandes masas, y sobre todo una buena película.
Argo nos demuestra que Affleck es mejor director que actor, podemos tener reservas sobre sus mustias interpretaciones pero su labor como director va in crescendo y es inobjetable.
Lo mejor: Muy bien narrada.
Lo peor: que termina regalándose en un mensaje pro-heroísmo americano, escenita de bandera americana ondeando a sus espaldas cuando va a visitar a su mujer GUACALA.
La escena: La del aeropuerto (las preguntas)
Lo más falsete: la persecución al avión y todo lo que ello conlleva
El mensaje manifiesto: In god we trust
El mensaje latente: Por muy oprimido y pobre que sea el pueblo, un día se levanta con los huevos/ovarios reventados.
El consejo: VELA! Está buena
El personaje entrañable: Lester y Chambres.
El personaje emputante: Al principio, el emputante que todo lo veía de manera negativa y que secretamente uno deseaba que muera primero.
El agradecimiento: a Ben, que sale de mi Top 5 de actores odiados, dejando un hueco vacío para Daniel Craig.
CURIOSIDADES
Se filmó con la ARRI ALEXA PLUS y la ARRI LT
Es la tercera película que dirige Ben Affleck: la primera es Adiós pequeña, adiós y la segunda es Ciudad de ladrones, ambas dignamente dirigidas.
Presupuesto de 44.500.000 $us., lleva recaudado más de 60 millones de dólares.
Se filmó en California, Virginia, Washington y Estambul. Affleck quiso rodar en Teherán pero fue persuadido de no hacerlo, le dijeron que ir a Irán actualmente es más peligroso que en la época que el filme relata. Además, le advirtieron que su visita sería usada políticamente desde todos los flancos.
George Clooney es uno de los productores y estuvo muy involucrado en el rodaje.

CURIOSIDADES CON SPOILERS

En la vida real las embajadas de Nueva Zelanda e Inglaterra colaboraron con los que consiguieron huir de la embajada americana, pero la situación se hizo tan tensa y peligrosa, que se vio necesario el trasladar a esa gente con los canadienses.
Tony Méndez en la vida real no actuó solo, fue acompañado por otro agente.
El periodo de tiempo antes que tomen el avión no fue de un par de días, pasaron semanas preparándose.
La persecución y los momentos de tensión que se vivieron en el aeropuerto son ficción. El mismo Tony Méndez comentó que en los controles para abordar el vuelo, a los iraníes no podía importarles menos la revisión de los pasajeros. 

Los caminos de la vida

Es bueno salir de una sala sin sentir que se te quitó miserablemente el tiempo, o sin que te duela el corazón por la pobreza del trabajo visto. Sensaciones  recurrentes cuando se trata de la producción nacional.
Por eso es que de entrada una de las mayores virtudes de San Antonio es que: NO ESTA MAL. Tiene las credenciales necesarias para ser un trabajo que merece la pena ver y que augura cosas interesantes para su joven realizador: Alvaro Olmos.
Filmada de manera muy rudimentaria, cámara en mano y con las limitaciones que significa hacer esas imágenes dentro de una prisión, Olmos nos lleva a conocer a tres personajes en específico.
  • Ramón.- Un argentino que según su relato o excusas, por la pobreza de su entorno y con hijos a cargo, termina siendo “tragón” y es detenido con las cápsulas de droga en su cuerpo. Además tiene una rutina de payaso, el payaso Cebollita, y es el personaje más querible del documental porque todo indica que lo suyo fue un “resfalón” y que en realidad no es un delincuente, y que sí, que el hombre se rehabilitará y tendrá su segunda oportunidad en este mundo hostil.
  •  Lucifer.- Sergio Arze es el tipo aquel que asesinó “sin querer” a dos personas en Cochabamba. Recuerdo este caso, un personaje oscuro que se fue a vivir a USA a los 8 años y ahí se involucró con los Mara Salvatrucha, una de las más violentas pandillas. Al volver a Bolivia, continuó con su legado y creó su propia pandilla a la que le inculcaba los mismos principios que los MS 13. En el documental se lo ve con un perfil que oscila de sociópata a psicópata. Por un lado habla de sus sueños de ser un rapero famoso y por otro lo vemos traficar con pastillas dentro del penal y dar discursos bastantes fuera de órbita.
  • Guery.- Es el personaje más desdibujado, sirve como punto de anclaje de esas personas desafortunadas que han crecido en una familia disfuncional, y que lentamente se involucran en un mundo de delincuencia del que luego ni siquiera quieren salir. Guery se siente validado en ese mundo, y en partes del documental dirá que él es así, que al que traiciona hay que devolverle con violencia la traición y que ni bien salga de la cárcel volverá a robar. Este joven representa los que salen y entran de las cárceles constantemente.
El documental mezcla las experiencias de los tres personajes y nos da una radiografía superficial de sus conflictos y vivencias. La cámara se convierte en testigo de todo lo que narran sin emitir ningún juicio o sin intentar llegar a donde ellos no quieran que se llegue.
Quizás lo que no comparto es que se llame San Antonio, porque la cárcel es solo una excusa para contar la historia. La estadía en la cárcel es básica para conocer a los tres mencionados, pero eso no implica que sea un retrato de la vida que llevan en San Antonio o un relato de San Antonio como cárcel de transición.
De hecho, la cámara sale de San Antonio y acompaña a Ramón y a Lucifer (le diré Lucifer porque le queda mejor) fuera de la prisión, y fuera de ella conocemos a la familia de Ramón, y fuera de ella vemos el juicio del Lucifer, y fuera de ella vemos situaciones que tienen que ver más con los caminos de estas personas que con la cárcel en sí.
Se puede interpretar, también, que aunque la cárcel no sea el punto central es lo que define el documental y por tanto sin San Antonio el filme no sería posible. Puede ser, solo que a veces sentí que la narración se iba para muchas partes y no redondeaba su punto principal. Si bien consigue crear climas, algunos no se profundizan o lo que es peor, se alargan en demasía en busca del golpe de efecto.
Se destaca que hay ocasiones en que los presos se filman a sí mismos y de esa manera se consiguen imágenes pocas veces vistas en trabajos de este tipo.
El personaje Guery es importante, pero queda marginado por el protagonismo que cobran Ramón y Lucifer. No hay un equilibrio entre las tres historias.
El montaje, por otra parte, contribuye a contarnos de forma efectiva la historia. La música y el sonido están muy bien. Precisos, correctos. La estructura narrativa logra su propósito: sentir estas historias cercanas, mirarlas en plan de igualdad y provocar emociones.
Un compañero de butaca decía que el documental contribuye (in)directamente a perpetuar una imagen cliché de los presos y de la cárcel. No sé. Lo que vimos fue tratado con respeto y seriedad. Así que por ese lado, me parece un meritorio acercamiento a una temática como esa.
San Antonio es un laborioso y comprometido trabajo de 4 años, es digno de verse. Amén de lo que se pudo pulir o de lo que queda sobrando, supera con creces a lo presentado este año en audiovisuales nacionales.

Esperemos que el director continúe desarrollando una personalidad como cineasta.Se viene dentro de poco el estreno de su nuevo documental Diario de piratas, que sigue a dos mujeres contrabandistas. El trailer pinta muy bien.

Sí, Alvaro Olmos es una buena noticia para el cine nacional.
Lo mejor: Un trabajo comprometido
Lo peor: Deambulaba por muchos tópicos
La escena: la del payasito
Lo más falsete: 
El mensaje manifiesto: Los presos son personas 
El mensaje latente: La cárcel es un mundo
El consejo: Verla.
El personaje entrañable: Ramón.
El personaje emputante:algunos dirán Lucifer,pero no. No hubo personaje particularmente insoportable.
El agradecimiento: Al FENAVID que permitió su exhibición en Santa Cruz


Judment Time

No se dejen engañar por el poster choto. Ni tampoco la miren con asquito solo porque en el 95 hubo una versión vomitiva con nuestro amigo Sylvester Stallone.No.

Dredd con esos antecedentes que menciono en el párrafo de arriba, es una más que digna adaptación de un cómic. No será inolvidable, no será imprescindible, no hará que me haga un tatuaje con su título, pero lo dicho, salís del cine sin ese cáncer hepático que se va formando gracias a otras producciones como Resident Evil: El mal se hace global, o la odiadísima (muy) Lincoln: el cazavampiros.
Parece que Peter Travis (director) se puso como máxima no repetir los errores y horrores que nos regalan las producciones americanas tipo Linterna Verde, y en esta ocasión junta a sus actores, dice: “Luz, Cámara, Acción” y tenemos Dredd.
 
La trama nos cuenta que el mundo se fue al carajo, y huyendo de la radioactividad se formaron megaciudades. Es así que estamos en MegaCity 1, que viene a ser Nueva York, y donde se alzaron megabloques, unos edificios grandotes, con alrededor de 200 pisos y que albergan comunidades enteras.
Uno de estos megabloques es zona roja y está liderado por Ma-ma (Lena Headye, actriz conocida como la reina bitch de Juego de tronos), ex prostituta que luego de un altercado pone los ovarios en la mesa y dirige el boliche sin que le tiemble el pulso.
Como la megaciudad tiene sus índices de violencia desatados y la fuerza policial no abastece, quienes lidian con el despute son los Jueces, que hacen de agentes del orden, jueces y verdugos, un hermoso combo justiciero.
(Siento el tufillo fascista perforando mis pulmones, pero…qué le vamos a hacer)
Uno de estos jueces es Dredd, que ya de entrada vemos es un tipo duro, un bad ass, esos que van al dentista y no necesitan anestesia, seh…
A Dredd le endilgan a Anderson, una mutante ñoña que es psíquica y a la que tiene que entrenar/supervisar para ver si es capaz de ser Juez. 
Ocurre un asesinato y envían a la parejita a poner el rancho en orden. Hacia allá van, pensando que se trata de algo rutinario, de ir a pastar al campo y oler las flores, pero no, se toparán cara a cara con la loca/bitch Ma-ma  y sus no menos inescrupulosos secuaces.
Partamos diciendo que se trata de una producción inglesa, lo que ya es motivo de confianza, buena fe y alegría adelantada. Digamos también que el guión no se lo pasaron por el traste, y han intentado ponerle cariño, esmero, con miras a que el espectador que ya está acostumbrado a que le roben las ganas de vivir, pase un rato ameno y que la película no le grite: “Sos un imbécil”.
Alex Garland que ya escribió 28 días después, La Playa, Nunca me abandones, y en cuyas manitos descansa la adaptación de la esperadísima Halo, construye un guión cumplidor, con uno que otro momento destacable, y que guarda coherencia entre personajes y situaciones, cosa pocas veces respetada entre aquellos que adaptan un comic.
Merece mención la estética del filme, oscura y sombría, en la que se unen el más prolijo slow-motion con una nueva droga llamada slo-mo, justificando a pleno los momentos oníricos híper-lentos que la droga provoca.
Karl Urban interpreta a un Dredd que algunos dicen no necesita mayores matices gracias al casco que lo cubre, pero que teniendo en cuenta otros villanos cuya energía no traspasa la máscara o el disfraz (besito a Bane) pues tampoco es para tomárselo tan al cuete. Urban no incomoda, el Dredd que interpreta nos transmite todo aquello que se supone debe transmitir. Lo mismo sucede con el resto del elenco, un casting que colabora con la visión del director.
Si bien su primera hora es más propositiva que el resto del metraje, podemos decir que Dredd se convierte fácilmente en una de las mejores adaptaciones de cómic de este año.
 

Entretenida, bien filmada, poderosa en su estética, digna de verse.

Lo mejor: Es entretenida y no es estúpida (en los cánones de estupidez a los que nos tienen acostumbrados)
Lo peor: Tiene un muy buen inicio y al final se vuelve más de lo mismo.
La escena: Cuando Anderson se mete en la cabeza del matón.
Lo más falsete: la escena en que los encierran con los barrotes y Ma-Ma se nos va al chancho.
El mensaje manifiesto: La justicia sobrevive
El mensaje latente: La justicia es implacable
El consejo:No esperés que te cambie la vida, aceptala como un buen producto de entretenimiento. El 3D lo vale.
El personaje entrañable: Dredd…seh…así uno puede pasar por la zona roja de la zona roja de este pueblo, sin que se te mueva ni un cabello.
El personaje emputante: no hubo uno particularmente destacable.
El agradecimiento: que esté bien filmadita y que nos siga demostrando que hay cámaras digitales capaces de emular o superar al 35mm.
CURIOSIDADES
Fue filmada con la Phantom Flex, la RED ONE y la Silicon Imaging
El bloque Peach Tree fue nombrado así en honor al restaurant en el que el guionista y el autor del comic se reunieron por primera vez para discutir el proyecto.
45.000.000 $us. de presupuesto.
Garland empezó a escribir Dredd en el 2006, mientras escribía Sunshine (peli de Danny Boyle).
El director, Peter Travis, fue prohibido de participar en el proceso de edición y post-producción, siendo Garland (guionista) el que se lideró esa fase. De hecho, hubo polémica porque se decía que las contribuciones de Garland fueron tan significativas que aparecería en los créditos como co-director. Al final, llegaron a un acuerdo en que Garland solo aparece como guionista.
Dredd es el comienzo de una trilogía.

Quiero ver el rostro de mis hermanos

Pensaba hablar de la decadencia de algunos espacios cinematográficos locales, de la desidia que enfrentan muchos eventos culturales made in Bolivia, de la ley del mínimo esfuerzo aplicado en actividades públicas, de la nula autocrítica. Sí, pensaba hablar de todo eso, de que hubo un tiempo que fui joven y feliz. Pensaba citar a Baudelaire y a Los Bronco en una sola línea hacia el infinito.

Pensaba. Pero para qué. Para qué si anoche jui a la Casa de la Cultura, y nunca fue tan Casa de la Cultura. Para qué si anoche me senté en una butaca, y tuve una experiencia de esas que solo se tienen una vez en la vida: Mágica e inolvidable. De esas que mutan tu espíritu en cada célula.

Todo ese Grinch cinéfago que llevo dentro salió de su asquerosa larva y se convirtió en una mariposa cursi y llorosa. Y claro, ahora tengo que hablar del FENAVID, gestor, impulsor, creador y muchos otros “or” de una movida cinematográfica que solo puede emocionar.

No somos pocos los que seguimos el crecimiento del FENAVID: El Festival Internacional de Cine Digital nació como un evento universitario, chiquito, con pocos recursos y llevado a cabo de manera muy sacrificada. Este no fue uno de esos festivales que tuvo el apoyo de las grandes empresas o de los órganos municipales, a los que les gusta caretear con la cultura, ni siquiera tuvo (en su momento) el apoyo de la prensa. No. El FENAVID se hizo a base de empuje y empeño. Calladito y de a poco.

El FUNDAV dirigido por el maestro Alejandro Fuentes, es quien se encarga de llevarlo a cabo año tras año. Se selecciona una muestra conjunta/gratuita de largometrajes, cortometrajes y se organiza un proyecto tan lindo como el Santa Cruz 100X100.

Y señores, cada año que pasa se superan.

Este 2012 en un acuerdo con el GOETHE ZENTRUM, nos regalan un espectáculo sin precedentes. Por primera vez podemos ver la mítica Metrópolis de Fritz Lang con el acompañamiento al vivo de la Orquesta Sinfónica Juvenil de Santa Cruz interpretando la música original del filme.

(espacio para que recuperen el aliento que acabo de quitarles)

Esto significa vivenciar Metrópolis como “antes”, como cuando el cine era más que balazos, muñecos hechos en computadora y los pinches lentes que te dejan con ganas de vomitar. Así nomás.

Y yo que la había vivenciado como ahora, en una pantalla de TV, con un DVD remasterizado, y con control remoto a mano, pues solo podía aguardar el momento con especial interés.

Para la proeza, la orquesta estuvo ensayando desde el año pasado, y hace dos semanas llegó directamente desde Alemania el director Helmut Imig, quien hizo una selección entre los músicos y terminó de pulir la pieza para la inauguración del 1 de octubre.

Sé lo que están pensando, yo también lo pensé profundamente y sí…puede existir espacio para el escepticismo, podés decirte basado en experiencias anteriores: “No lo van a lograr ni por si acaso”, pero aviso que la hermosa interpretación sopapea y deja mudo.

Metrópolis fue estrenada en 1927 y es una de las obras cumbres del realizador austriaco Fritz Lang. Situada en el año 2026, forma parte del expresionismo alemán y toma de escenario una sociedad distópica. Según Lang se inspiró para filmarla cuando conoció Nueva York y vio sus grandes rascacielos.

La historia la escribió Thea von Harbou, popular escritora de la época y con quien Lang se casó en 1922. Después de varias reescrituras, el guión quedó listo y se procedió a filmarlo en 1925.

El filme da vida a un sistema en el que los ricos se alimentan del duro trabajo de los obreros. Los obreros son mantenidos en un estricto régimen de trabajo bajo tierra. El dueño, amo y señor de ese imperio es John Fredersen (Alfred Abel). El sujeto se reprodujo y tiene un hijo llamado Freder (Gustav Frolich).

La aparente rutina es rota cuando Freder se da cuenta de la terrible situación que viven sus “hermanos” en las sombrías profundidades. A ello se suma su embeleso por una mujer de nombre María (Brigitte Helm) que representa la pureza, la igualdad, y la justicia. María, revestida de un misticismo casi divino, calma a los exhaustos trabajadores y los exhorta a esperar un mediador que ayude a cambiar las abusivas condiciones en las que viven.

Freder, a su vez, sufre al darse cuenta de todo aquello que había ignorado. En una escena gritará: “Es que 10 horas no pasan nunca, padre?”…10 horas es el tiempo del turno de un trabajador.

John Fredersen, como buen tirano, olerá la subversión e intentará frenarla valiéndose del ser-máquina (robot con forma de mujer, invento de un rival).

Intrigas de por medio, el filme recrea las traiciones, la estupidez de la masa, las consecuencias de acciones extremas, la violencia que engendra violencia y cierra con un mensaje conmovedor que se repite constantemente en el filme: “El mediador entre el cerebro y la mano ha de ser el corazón”.

Eso, sin mirarlo mucho y usando solo al corazón como mediador entre el cerebro y estos deditos que teclean en la oscuridad, sería básicamente Metrópolis.

Usando solo el cerebro, pues la película tiene muchas lecturas. Estamos hablando de esa durísima época de la Alemania pre-nazi, esa en que gracias a la I Guerra Mundial, la pobreza, la falta de empleo, la hiperinflación hicieron lo suyo. Esa en la que se trabajaba a destajo para vivir en condiciones paupérrimas, esa que estaba en su punto caramelo para recibir de brazos abiertos un proyecto como el nazismo.

El retrato de una clase social privilegiada, ociosa, rendida al hedonismo mientras los obreros que le proporcionaban dichos placeres desfallecían de cansancio, es simplemente una alegoría quizás a esa situación. Una alegoría que te deja con un nudo en la garganta.

Años después Lang expresaría su insatisfacción con el mensaje político del filme: “La tesis principal pertenecía a la señora Von Harbou, pero debo ser un 50% responsable porque hice el filme. No era tan consciente políticamente esos días como lo soy ahora. No puedes pintar un cuadro de conciencia social en el que dices que el intermediario entre las manos y el cerebro es el corazón. O sea, eso no existe, es un cuento de hadas. Definitivamente. Pero estaba interesado en las máquinas. De todas formas, no me gustó la película, una vez finalizada pensé que era estúpida y tonta”.

No sé si es estúpida y tonta, como creyó después Lang. Puede ser que el concepto del mesías salvador y de las masas oprimidas que deben esperar a su salvador o la evidente metáfora de activar el corazón (mediador), sea un poco complaciente y naif. Puede ser que la María pacífica que es pintada como buena y correcta Vs la María que es la que lidera la revolución es retratada como villana, sea solo un prefacio de las filias políticas de la doña que escribió el guión. Puede ser que el guión a mitad de camino pise acelerador a fondo y se vaya para muchos lados. Puede ser. Pero eso no quita que para su época y para la nuestra sea un referente desde todo punto de vista.

A nivel estético es una jodida obra de arte. Una apuesta vanguardista, de la que han bebido muchos filmes como Blade Runner, entre otros.

Ante la carencia de la maquinaria de efectos especiales con los que contamos ahora, Lang usó técnicas como la Schufftan que consistía en interponer un espejo entre la cámara y la acción, que reflejaba la parte del decorado que por tamaño y/o costos seria imposible de realizar, creando así la ilusión de que los actores ocupaban monumentales sets.

El arte del filme mezcla lo gótico con lo futurista. Los edificios gigantes que hacen que el ser humano se vea pequeño ante su magnificencia, el estilo de la catedral situada en la ciudad o de la casa de Rottwang (inventor del ser-máquina), todo se reviste de gótico, y a su vez se presentan líneas o elementos arquitectónicos avanzados a su época: los imponentes rascacielos, las salas de máquinas, el laboratorio donde se creó el ser-máquina.

Como no podía ser de otra manera, la armadura del robot fue creada por un famoso escultor Walter Schulze-Mittendorff, y el traje era tan incómodo que la actriz acababa con moretones y raspones por todo el cuerpo.

Otro tema a estudiar sería el constante paralelismo con la religión. Lang, cuyo padre era católico y cuya madre era judía, nunca tuvo interés en su herencia judía y fue criado por su madre como católico. No era devoto, pero símbolos católicos aparecieron con regularidad como parte de la temática o el diseño de arte de sus películas.

En Metrópolis se habla de la Torre de Babel, el personaje femenino se llama María, los discursos en las catacumbas son dados en medio de cruces, la figura del mesías es usada como hijo que se sacrifica por sus hermanos, la violencia de la masa tiene que ser castigada con una inundación, los siete pecados capitales son mencionados, la humanidad «dominante» es vista en su conjunto como cruel, fría e inescrupulosa, una humanidad que puede encontrar la rendención en lo espiritual…

Hay, también, una dualidad manejada en todo el filme: María es a la vez buena y mala, Freder es a la vez el hijo del tirano y el supuesto salvador, El tirano es a la vez el otro villano que amaba a su esposa, los obreros son víctimas y más tarde son instrumento de caos y destrucción, Lang maneja muy bien esas dualidades dotando al filme de una característica fascinante que la hace indispensable.

Metrópolis es, sin duda alguna, una obra que tiene que ser vista, estudiada y disfrutada.

Una obra cuyo director fue compulsivamente detallista para filmar, desde la estricta selección de extras, hasta el rodaje en el que Lang hacía repetir la misma toma una y otra vez. La toma en que Freder colapsa ante los pies de María tomó tres días en filmarse. El director se hizo conocido por su carácter tempermental y perfeccionista.

Nada raro, tomando en cuenta que Lang estudió arquitectura por órdenes de su padre, luego la abandonó para ser pintor, estuvo en el ejército durante la I Guerra Mundial, fue herido en tres ocasiones, y se dice que la visión oscura de una humanidad poco piadosa y salvaje lo acompañaría siempre.

Ese imaginario particular está presente en cada fotograma de Metrópolis.

Si hay algo mejor que acercarse a la colosal Metrópolis de Fritz Lang es hacerlo con una orquesta sinfónica al vivo. TIENEN QUE VERLO.

El FENAVID lo hizo posible, esta noche a las 21:00 en la Casa de la Cultura se presenta por segunda y última vez.

Consulten también la programación del resto del festival, ya que en el menú hay películas interesantes,  y para los que nos quedamos con ganas de más, habrán otras funciones en que se manejará el mismo concepto para una selección de cortos (proyección más orquesta al vivo), la información completa en: www.fenavidinternacional.com/

La ciudad está de fiesta, la ciudad respira cine, ¡qué linda está la ciudad!

Lo mejor: Verla como tiene que verse.
Lo peor: Que no se pueda exhibir en más funciones.
La escena: el horror que golpea a Freder cuando se encuentra por primera vez con sus “hermanos”.La inundación.
Lo más falsete: El cambio de actitud del tirano.
El mensaje manifiesto: El corazón debe mediar entre manos y cerebro.
El mensaje latente: Hay que esperar al mesías…
El consejo: No dejés pasar la oportunidad de verla.
El personaje entrañable: Los niños…la cantidad de niños pobres, cuyos padres trabajan todo el tiempo.
El personaje emputante: La clase dominante pusilánime, hedonista y poco empática con los obreros que le brindan la abundancia en la que viven.
El agradecimiento: a FUNDAV y al FENAVID por esa gran labor que llevan a cabo y que merece destacarse con mayor énfasis.

CURIOSIDADES 
– El filme incluye más de 37.000 extrras: 25.000 hombres, 11.000 mujeres, 1,100 hombres calvos, 750 niños, 100 personas de piel oscura y 25 asiáticos.
– Se dice que es uno de las películas favoritas de Hitler.
– Fue uno de los filmes más caros de su época costó alrededor de 5.000.000 de marcos y casi casi mandó a su estudio (UFA) a la bancarrota.
– Tardó 2 años en filmarse
– El robot de este filme inspiró el look de C-3PO de Star Wars.
– Fue tan influyente en los creadores de Superman que nombraron a la ciudad del súper héroe en honor al filme.
– Thea Von Harbour (guionista), esposa de Fritz Lang era entusiasta seguidora de los nazis. Adolfo Hitler era cercano a su círculo, de hecho le ofrecieron a Lang el puesto de director de la UFA, cosa que declinó. Lang era de origen judío y no simpatizaba con el régimen. Finalmente, mientras la filiación de su esposa crecía, se divorció y se trasladó a USA.
– Lang fue casado anteriormente con Lisa Rosenthal, quien se suicidó tres años después de contraer nupcias. Los rumores de la época apuntaron a que el suicidio fue provocado por la relación extramatrimonial con Thea Von Harbour.

Todo tiempo pasado fue mejor

Hay una dura realidad: Desde hace tiempo que el cine nacional ha gestado walkers (*) y estos walkers nos regalan trabajos que apuntan a la alegría perenne de la alfombra roja, al bochinche de la premier, a la atención mediática y a la palmadita en la espalda de amigos y conocidos.
Es así que mientras los títulos que apuntan a sobar egos personales y construir mitos de barro siguen saliendo uno detrás de otro como si se tratara de soplar y hacer botellas (diría compañero de butaca), es difícil resistirse a la tentación de ver el nombre de Jorge Sanjinés y no esperar algo bueno. Es difícil.
Y mucho tiene que ver el hecho de que en nuestra pequeña historia cinematográfica no hay de dónde colgarse si no es de los nombres de unos cuantos, y entre esos cuantos se encuentra el señor Jorge Sanjinés.
Habrá quien piense que dicha reputación es inmerecida, pero permítanme disentir.
El nombre de Sanjinés no es solo importante por su trabajo como cineasta, sino también como gestor cultural. Director del grupo UKAMAU, dicho grupo fundaría la primera escuela de cine del país, así como la primera institución de cine-debate: el Cine Club Boliviano.
El empeño y la paciencia que Sanjinés puso para impulsar el cine en el país, solo puede rescatarse.
Así como destaca su trabajo, espejo de una convulsa época. Entre los 60s y los 80s, sus películas se atrevieron a lo que no se atrevían las demás, por primera vez hablaban del indígena.
Ukamau (1966), se convirtió en la primera película boliviana hablada en aymara. El vanguardismo achacado a su compleja La Nación Clandestina (1989), la hizo leyenda no solo dentro del país sino fuera de él. Sus bellísimos y tristísimos planos en los que nos golpeaban la pobreza, la desigualdad social, la lucha que durante muchos años el sistema no reconoció como voz, se convirtieron en la marca de Sanjinés, en su reputación.
Eso sucedió en tiempos, como ya dije, convulsos e inciertos. Y como ya dije, la mayoría indígena de este país no solo era ignorada, sino en muchos casos era despreciada. Sería ingenuo y necio negar eso.
A través de su obra, Sanjinés le dio visibilidad al minero, al campesino, al obrero. “El cine con el pueblo” era una de sus máximas. Reconoció abiertamente hacer un cine político que buscaba participar en el proceso de la liberación del pueblo boliviano. O sea, nunca vendió gato por liebre. Desde siempre la postura política de Sanjinés ha sido bastante clara y definida.
Pasaron los 80s. En 1995 lanzaría Para recibir el canto de los pájaros, una tibia e irregular película, y el 2004 llegaría con la intrascendente Los Hijos del último jardín.
Se intuía un declive, se lo palpaba en el aire, algo que muchos no queríamos asumir del todo, porque sí, porque a veces las cosas no salen bien y punto. Porque un “resfalón” lo tiene cualquiera. Y porque Sanjinés, seguirá siendo el Sanjinés de referencia obligada, el Sanjinés histórico y uno de los papis del cine boliviano, gracias al legado que dejó hasta los 80s.
Este 2012, el mito regresa con bombos y platillos. Encima cuenta con un presupuesto del que ninguna otra película boliviana puede alardear.
Rodada en 8 semanas, INSURGENTES es llevada a la pantalla como un docu-ficción.
La propuesta elabora un repaso histórico hacia líderes indígenas que pelearon por la soberanía de sus pueblos en distintas épocas.
Conocemos o recordamos a Santos Marka T´ula, Eduardo Nina Quispe, Bartolina Sisa, Tupac Katari, entre otros. Los espacios temporales son caprichosamente mezclados sin que haya una razón para ello. El tono es revestido de un misticismo muy propio del cine de Sanjinés y claro, intenta hacer paralelismos o metáforas con los días que corren.
El problema de Insurgentes radica en que se puede ser militante, se puede rendir pleitesía a una causa, o convertir tu obra en un panfleto, pero si lo vas a hacer: que quede bonito. Que se vea bien. Que esté armado de una manera artística que justifique el que una persona que no es de tu militancia la vea, y capaz, hasta la disfrute. Aquí no sucede eso, la militancia otrora dirigida a una postura anti-sistémica o defensora de la clase obrera-trabajadora ante el Estado, ahora se encuentra no solo a merced del sistema sino en una franca propaganda del Estado, como si el único respaldo a la lucha indígena sea la actual presidencia de Evo Morales.
Que no se me malentienda. El tema no es político pero es político. Me parece que no es lo mismo indigenismo que evismo, pueden estar relacionados pero no es lo mismo. Como tampoco es lo mismo clases sociales que movimientos sociales. Y en este caso, muy a pesar de ser o no ser evista, la clara alusión a que los héroes indígenas de antes tienen su reflejo en el actual presidente es una interpretación que se puede hacer sin necesidad de poner al mismísimo Evo en pantalla. Las apariciones que tiene Evo en Insurgentes le hacen flaco favor a Sanjinés, a la peli, a quien la mira y a Evo mismo.

Entiendo, también, que no es fácil. No es fácil resumir la accidentada historia boliviana e intentar explicar con criterio y buen tino el proceso que hace que ahora las cosas estén como estén. También entiendo, comprendo y asumo que toda película tiene un mensaje ideológico o político o social, toda, pero como dije, el gran problema no está en que Sanjinés tome una postura ante la vida y lo haga de manera tan contundente, el problema está en la forma y la aproximación que hace de esta postura a través de su obra.
Manera que como ya dije más que beneficiar a su trabajo, lo degrada.
Aparte de lo ya expuesto, estamos ante una floja estructura sostenida únicamente por los interesantísimos personajes que Sanjinés rescata del olvido y por la magnificencia de algunas de sus escenas.
Puede ser que sea cierto que cada país tiene el cine que lo representa o el que cine que lo identifica, y puede ser que al ver esta película por lo menos quede claro algo: Un dolorosísimo proceso histórico, traumático en todas sus fases, desgraciado en todos su ámbitos, y una fractura entre grupos de poder o de subyugados, que hasta el día de hoy se arrastra sin pudor.
Una linda fotografía a cargo de Juan Pablo Urioste, así como una aceptable (aunque no notable) dirección de arte y vestuario, terminan de darnos razones para ver el filme.
La hermosa música de Cergio Prudencio se torna excesiva por momentos, momentos en los que el silencio se agradecería profundamente.
Las actuaciones en general no incomodan, aunque en las escenas que se requiere mayor parlamento es donde afloran las mismas deficiencias de casi el 90% de los audiovisuales en este país.
Con todo, Insurgentes resulta superior a Para recibir el canto de los pájaros y Los hijos del último jardín, sin embargo no alcanza ni por si acaso a la redondez mostrada en las obras cumbres de Sanjinés: Ukamau o La nación Clandestina.
Por sí sola y apartándonos de las gratuitas comparaciones, INSURGENTES nos saca un rato de ese cine que le rinde culto a la bobería, y al facilismo que reina en las últimas producciones nacionales. Intenta, desde y por su militancia, acercarnos a personajes de la historia boliviana que son en algunos casos desconocidos y en otros casos olvidados para el boliviano promedio.
Quizás lo que se le pueda rescatar es eso. Personajes como Eduardo Nina o Bartolina Sisa, o situaciones históricas como la revuelta contra Villaroel, el cerco a La Paz, la Guerra del Chaco, que dan ganas de conocer más o investigar a profundidad.
Lo triste es que a pesar del presupuesto, del nombre de su director, de las intenciones, y de no ser un tema boludo (puteríos de pueblo, borracheras u onanismos existenciales) INSURGENTES a nivel técnico no sorprende ni propone.

Es una gran producción, pero su fórmula se queda en los 80s con el gol en contra de que NO estamos en los 80s. Habla de temas importantes, pero al estar revestidos de un dejo propagandístico, dichos temas importantes quedan descoloridos.
El 2012, después de años de no filmar, regresa un Sanjinés que no pasa la prueba del tiempo.
El tiempo es así… no siempre es benigno.

*Walker.- “caminante”, palabra utilizada en la serie “The walking dead” para describir a un zombie que se arrastra y se alimenta de la gente infectándola con su enfermedad.

 
Lo mejor: Tiene algunas escenas realmente hermosas. Y claro, el acercamiento a figuras históricas desconocidas u olvidadas.
 
Lo peor: Que Sanjinés no pudo acoplarse a los tiempos que corren, tiempos en que hay una delgadísima línea que divide lo progre de antes y lo panfletario de hoy.
La escena: el cerco a La Paz, las secuencias de los ataques.
Lo más falsete: La presencia de Evo en pantalla, demasiado.
El mensaje manifiesto: Bolivia es rica en historia
El mensaje latente: Qué jodido el proceso histórico de Bolivia
El consejo: Vela, es importante verla…apartándose de cualquier sesgo político o estético. 
El personaje entrañable: Eduardo Nina, qué buen personaje! Me quedé con ganas de saber mucho más de él. Un tipo interesantísimo.
El personaje emputante: En un momento dado salió a la calle una mujer que gritaba, traumatizada por los terribles sucesos vividos durante los enfrentamientos. A ella, deseaba que le llegue una bala de cañón.

El agradecimiento: Que si le quitamos el halo místico hacia el jefe de Estado, la historia base es muy interesante y necesaria.

 
CURIOSIDADES
 
Se filmó con la RED ONE
 
Dura 83 minutos
 
Es escrita y dirigida por Sanjinés
 
Tuvo un proceso de documentación de alrededor de 8 meses y la pre-producción 6 meses

Dance for love

Me imagino a Pina.

 
Philippina.
Trato de imaginármela al nacer, en plena II Guerra Mundial (1940) 

Es difícil, porque del horror solo se suele ver el horror.
Intento imaginar su crecimiento, sus añoranzas, su universo. Todo aquello que más adelante le permitiría bailar.
Bailar.
En mi mente se dibuja con tiza blanca una niña, seguramente virtuosa, seguramente sobresaliente. La imagino chiquitita, con cara de duende travieso, seguramente jugando a bailar.
Quiero imaginarla así.
De niña yo vivía con mucho susto, un sentimiento que aún conservo y que en parte ha sido mi motor. El miedo mueve. El miedo hace crear porque tú quieres inventarte un mundo donde tus ideas y tus sueños funcionen. Digo que no sé, que aún el proceso me intimida. Todavía me asusto como la primera vez”, dice…como para ayudarme a imaginar.
Me imagino a Pina. Pero no puedo, por más que intente, imaginar lo demás. Siento que mi imaginación será mezquina, que la imaginación no puede resumir años de estudio, ejercicios, ensayos, sacrificio, dedicación, creación. No sé.  Como que no alcanza. No me alcanza.
Y justo cuando llego a esa imposibilidad, cuando me golpea esa certeza, recibo de brazos abiertos a la Pina que Wim Wenders amó, admiró y que homenajea en rutilante 3D.
 

 

Ahora no solo consigo imaginar, casi casi puedo tocar. Percibo colores, texturas, sonidos, olores. 

Observo a Pina detrás de una mesa siguiendo con mirada atenta a sus bailarines, a algunos esa mirada los siguió durante décadas. Escucho su voz que le dice a uno de ellos: “Tienes que seguir buscando”.
Recorro las calles de Wuppertal. Esas calles que andaron y desandaron los pies de Pina. Me subo a su tren colgante. Luciendo orejas de conejo, miro a través del vidrio de sus ventanas. Así, hipnotizada, entro a la sala de la compañía Tanztheater Wuppertal.
TanzTheatre-Danza Teatro.
Me siento detrás de una fila llena de cabezas flotantes.
Podríamos decir que la danza teatro es una unión del teatro y la danza.
(obviedad)
(simplista)
Para entender el rollito del TanzTheatre, para comprender que es más que danza, más que teatro, más que ambas-dos-juntas, empieza La consagración de la primavera.
 

 

Stravisnky estalla como una lluvia de fuegos artificiales. Stravisnky soñaba con una muchacha que bailaba hasta la muerte. Pina baila. Baila y sabe.“No es cómo se mueve el cuerpo , sino qué  es lo que lo mueve”, dice su voz en mi cabeza.Sus bailarines son los que nos muestran sus movimientos, su energía, su magia. Una pulsión que nos contagia. Percibo los poros sudorosos, las manchas de tierra en la piel, en la ropa de los 13 hombres y las 13 mujeres que se convulsionan al ritmo de la música. Stravinsky quería, soñaba con que se baile hasta la muerte.

Entramos a Café Muller. Y el mundo parece una maqueta llena de recuerdos, de sillas y recuerdos. Y ahí confirmo a la niña con cara de duende, a esa que pasó su infancia visitando Café Muller.
Tristeza y Melancolía. Melancolía y Tristeza.
Bailarines que representan tres generaciones (adolescentes, mediana edad, y personas por encima de los 65 años) seducen en Kontakthof.
Pina susurra en nuestro oído: “Kontakthof es un lugar de encuentro
para buscar contactos.
Muéstrate tú mismo. Rechaza.
Con miedo. con deseos.
Decepciones. Desesperaciones.
Primeras experiencias. Primeros intentos»

Salgo por alguna ventana que no existe y me encuentro con más baile. En las esquinas de las calles, en fábricas, en casas con grandes ventanales, en cimas de montañas, en piscinas. Me siento ligera.
Después llega el agua, litros y litros de agua. Lluvia, ríos y mares se derraman en el escenario de Luna llena. Un enorme cráter es humedecido sin descanso.
Pina es una pintora, reflexiona uno de sus bailarines. En mi mente se aglutinan cuadros. Imágenes furiosas y coloridas.
Ellos, los Pinadancers nos hablan de amor, seducción, violencia, separación. Ellos, los Pinadancers recuerdan a Pina,  y mientras intento imaginarla, consigo imaginarla, ellos sueñan con soñarla.
Nos acercamos al final, pero las sonrisas de los bailarines nos dicen que no es un final. Hay demasiadas sillas en el escenario, demasiada agua debajo de sus pies, demasiado aire bajo sus brazos. No puede ser un final.
“Baila por amor”, dijo una vez. Y ahí están, bailando por amor, y ahí estamos amando ese amor.
Los créditos salen y sentís que en este día gris…no estás perdido.
 

 

Lo mejor: Hermosa, abrumadora.
Lo peor: que Pina no la haya visto.
La escena: difícil elegir, hay un montón.
Lo más falsete:
El mensaje manifiesto: Pina Vive.
El mensaje latente: Pina Vive y el 3D finalmente tiene sentido.
El consejo: Es una obligación verla, corre porque estará pocos días en cartelera.

El agradecimiento: A Londra Films por permitirnos la dicha de disfrutarla en 3D.

 
CURIOSIDADES

El verdadero nombre de Pina es Philippina Bausch.

 
Pina fumaba constantemente y le diagnosticaron un agresivo cáncer de pulmón el mismo día que murió Michael Jackson. Ella murió cinco días después del diagnóstico y dos antes de que comenzaran a filmar el documental de Wim Wenders.
 
Wim Wenders era amigo íntimo de la bailarina, y desde muchos años atrás querían trabajar juntos en un proyecto sobre su compañía. Con el surgimiento y auge del 3D, pensaron que era el momento ideal para hacerlo.
 
Con el fallecimiento de Pina, Wenders canceló el proyecto pero los bailarines convencieron al cineasta para llevar a cabo el mismo como un homenaje a la artista.
 
Fellini la convenció para actuar en “Y la nave va” (1983). Y también Almodóvar, muchos años después, en “Hable con ella” (2002)
 
Wenders se encuentra trabajando en un documental sobre arquitectura, también en 3D.
 
 Pina estaba trabajando en un espectáculo inspirado en Chile y en Violeta Parra que se estrenó después de su muerte.
 
Wenders y Pina tenían una amistad de 24 años.
 
 “Café Müller» fue la primera coreografía de Pina Bausch que vió Wenders en 1985 (en el teatro «La Fenice», de Venecia), una pieza que lo «impresionó y conmovió profundamente», según sus propias declaraciones.
 
 Se estima un presupuesto de 3.500.000 $us. aproximados.
 
Ha recaudado más de 18 millones alrededor del mundo hasta finales del año pasado.

 

A storm is coming

Hay momentos en la vida en que uno se puede comportar muy estúpidamente. Hay momentos en que el ser estúpido te hace feliz. Y claro, hay momentos en que perdés la vergüenza y le mostrás al mundo tu feliz estupidez sin pudores: Miércoles 25 de julio. Cine Center. Polerita negra con imagen del Joker. Sonrisa bobalicona. Corazón palpitante. Premier: Batman The Dark Knight Rises.
Compré las entradas con cinco días de anticipación. El país olía mal: un “Oruro es una ciudad fétida” era motivo suficiente para airear leyes, exigir disculpas, pedir perdones, y buscar resarcimientos morales mientras la basura (real/metafórica) se sigue acumulando en todo el suelo patrio. La infame comitiva olímpica, la corrupción, los desmanes municipales, todo, todo, no importaba porque la catarsis del vacío existencial se aproximaba: El cierre de la trilogía iniciada por Christopher Nolan.
 
Sintiéndome muy precavida, llegué a las 20:00 al cine, la película empezaba recién a las 21:00. Otra gente se avivó también, así que la cola llegaba casi hasta afuera de las instalaciones. No podía faltar algo de humor negro, irresponsable y hasta de mal gusto sobre Denver. Lo humano de lo inhumano.
 
Los disfraces estaban prohibidos (decían) pero unos cuantos Jokers y un par de Banes se hicieron presentes para demostrar que aquí en Santa Cruz de la Sierra Bolivia también le hacemos a eso de ser groupies-fans-seguidores.
 
Con esa felicidad que solo puede darte el llegar a un momento anhelado, acariciado en tus noches de insomnio, entramos a la sala 12. VOS (Versión Original Subtitulada, OBVIO!)
 
Seh. Era el ser más emocionado del mundo mundial. A compañeros de butaca los engañaba con un discurso nihilista: “Seguro que no es gran cosa”. La vara alta dejada por la anterior entrega hacía imposible una repetición de esa hazaña. Pajas. En el fondo de mi corazoncito soñaba con que la experiencia sea apoteósica, inolvidable, épica.
Empezó.
 
Entré en shock cuando escuché a Bane, “QUE ES ESTO!!!” susurré indignadísima. La voz me estorbó desde el principio. El acento, la textura, parecía una voz puesta encima como cuando doblás un dibujo animado. Luego visualizamos a Tom Hardy interpretando a un villano que en papel es superior y  en pantalla carece de energía. Me sentí decepcionada.
La escena que presenta al nuevo villano es espectacular. No tiene mucho sentido, es un poco chota, pero la acepto, abrazo la resignación y la acepto. Aparece también Aidan Gillen, el actor de Juego de Tronos (Meñique) como agente de la CIA.
 
El filme cuenta en qué anda Gótica 8 años después de los intensos momentos vividos gracias al Guasón. La ciudad está en paz. Los criminales han sido castigados bajo una dura ley inspirada en el héroe del boliche: Harvey Dent.
 
Batman se nos ha deprimido, ajá. Asumió la culpa de todas las fechorías de Dent, se alejó del mundanal ruido, lleva vida de monja en claustro y se regodea en la autocompasión y la culpa. 
 
Dan ganas de ponerse unos guantes de alpaca, rellenarlos con ladrillos y agarrarlo a lapos. Descojudizate Bruce Wayne, descojudizate!!
 
Michael Caine (Alfred, el mayordomo) aparece mejor que nunca. Cada escena en que Caine estaba era una escena en que Caine brillaba.
 
Inmediatamente conocemos a la felina Selina Kyle, interpretada por Anne Hathaway. Anne pasó lecciones de baile y se entrenó duramente durante meses para lograr esa elegancia/fuerza en sus movimientos. Me gustó.
 
Como la ciudad anda tranquila y feliz,  a todos coge por sorpresa la aparición de Bane. Sí, volvamos a Bane. Este crispín en el cómic es un brillante estratega, un tipo súper inteligente, que en prisión se la pasó leyendo montonera de libros. Más allá de los musculitos se supone que retará a Batman intelectualmente, al menos eso dijo (léase: “me prometió”) Christopher Nolan, el director.
 
Quizás esas fueron las intenciones, en la práctica Bane parece un mercenario cualquiera, un poco más comedido/eficaz que otros y esito sería. Sabemos que hará talco a Batman, es un poco evidente, pero mi sueño era que lo haga talco y de paso diga cosas que nos joda el alma y nos trastorne la cabeza (masoquismo express).
 
Mientras el Guasón no tenía un plan y era en sus propias palabras como un perro persiguiendo un auto que de alcanzarlo no sabría muy bien qué hacer con él, Bane sí tiene un plan, un objetivo y sigue pasos específicos para lograrlo, aunque dicho plan no sea diferente al de cualquier terrorista de turno.
 
Gordon (gran Gary Oldman) anda con remordimientos por sus “mentirijillas” sobre Dent y Batman. Cosa que me pareció medio al huevo. Y tiene en su escuadrón al joven Blake (Gordon-Levitt), un huérfano que aún recuerda al hombre murciélago con cariñito y que se pasa casi toda la película con el ceño fruncido.
 
Por si fuera poco nos encontramos con Marion Cotillard interpretando a la misteriosa Miranda , una multimillonaria que anda tras los huesitos de Bruce Wayne para que juntos salven al mundo de los huecos que tiene la capa de ozono. Bello.
 
¿La trama central de estos personajes? Bane querrá ejercer justicia divina y barrer con todos los miserables seres que habitan ciudad Gótica. Nuestro querido Batman-Bruce Wayne tendrá que descojudizarse e intentar salvar los panes que se queman (una vez más) aún cuando no se encuentra en condiciones físicas/psicológicas y es prácticamente un suicidio. El Rises (asciende) será literal y también una bella metáfora de la superación personal, la lucha por la sobrevivencia y la fortaleza interior.
 
(Espacio para que agarren el libro El Alquimista y lean dos  o tres capítulos)
 
La primera media hora la pasé para la mierda. Estaba indignada, jodida, cabreada. Pero conforme fue avanzando me introduje en la historia y conseguí disfrutarla con picos de éxtasis y embeleso.
 
Así como tiene escenas o partes del argumento muy pedorras, Nolan crea otras que son definitivamente magníficas y que hacen de Batman The Dark Knight Rises, un espectáculo emocionante y meritorio.
 
Después de estar tres horas sintiendo muchas cosas, la película terminó.
Al día siguiente hice lo único que podía hacer: Volver a verla.
 
Esta vez me jui al cine Palace, así que desde este humilde rincón de la virtualidad les recomiendo que vayan a verla al Palace. El sonido estuvo muchísimo mejor, a años luz del Cine Center. Aquí la voz de Bane ya se escuchaba más “lata” menos saturada, y aprendí a “quererlo” en esta nueva y más agradable aproximación sonora. Advierto también que cuando la vi en el Palace me tocó verla en la sala 1, cuya pantalla está demasiado levantada y quedás con el coto dolorido de mirar pa arriba. Ese inconveniente, no obstante, se resuelve sentándote lejitos.
 
La segunda vez disfruté más la historia, a pesar de que le encontré muchas más incoherencias. Llegué a la conclusión de que Nolan ya no es el Nolan de Memento o de Following, Nolan es un tipo que hace cine pipoquero pero un buen cine pipoquero. Espectacular, fastuoso, y con un intento de guión mucho más interesante que el promedio.
 
Ese sería el bright side (lado luminoso), el lado oscuro tiene que ver con que los errores argumentales son tan básicos, absurdos, que no entendés cómo a los Nolan (porque esta vez también trabajó su hermano en el guión) se les escaparon tantas cosas.
 
De ahí surgen interrogantes existenciales como:
SPOILERS (los que no la hayan visto pasen de largo la lista y vayan al final)
 
1.- Qué onda con el pozo. Dónde se supone que quedaba. No tenía absolutamente nadie que lo vigilara? Supuestamente está en otro país, pero van y vuelven del pozo como si se tratara de ir a la venta a comprar chicha. Y hablando del pozo en sí mismo, se supone que ahí está la escoria de la escoria, gente que incluso hizo que Bane tuviera que usar esa máscara de por vida. Llega Batman, y todos son amigos unidos en pos de la superación. Con cantitos y consejos pa que cosito trepe y alcance la libertad.
2.- Gótica está cercada, nada entra, nada sale y Batman regresa del pozo como Pedro por su casa. Le da tiempo de bañarse, ponerse el trajecito, recuperar sus juguetes, hacer su símbolo en un edificio para que después le prendan fuego desde el hielo  y encima se pasea por el barrio de Gatúbela y se la encuentra. Sí, algunos dirán: “Es Batman”…pero…
3.- Nuestro amigo Blake cuenta que supo que Bruce Wayne era Batman con “solo mirarlo”.  Sí, podríamos decir que como ambos tienen una “conexión especial”, como Blake es huerfanito, como ambos sufrieron lo mismo, y como al parecer Blake tiene un sexto sentido desarrollado (que jamás da frutos) PODRIA SER POSIBLE. Pero no sé. En esa parte hubo una risa apagada en la platea, a la que se unió mi carcajada en la oscuridad. El “instinto” de Blake deja mal parau a Gordon, que lleva años conociendo a Bruce Wayne y a Batman y jamás los asocia.
4.- Es la entrega en que la “humanidad” que le achacamos a esta visión de un súper héroe se pasa un poco de rosca. Está bien que Batman-Bruce etc., tenga sus conflictos, sus vacíos, sus mirarse el ombligo, su tocarse por las noches, pero como que una cosa es eso, y otra las decisiones bastante incoherentes que el hombre murciélago toma a lo largo de este filme, incluida su confianza sostenida en la caradura de Gatúbela y su “entrega inmediata” a Miranda.
5.- Después que se activa la bomba y Bane se va al estadio y da el discursito y se supone que toma por rehén a toda la ciudad, esteee cuál es el plan a los ojos de Gótica? No pueden salir de la ciudad, ni nadie puede entrar porque hay una bomba nuclear que destruirá todo, así que quédense todos en su casa mientras la vida pasa?
6.- Como que ya está bueno de la bomba nuclear, de largo alcance o what ever, que el héroe de turno agarra, se lleva lejitos en un acto de sacrificio y reconfirmación de su estampa heroica y luego pensamos que el pinche asqueroso muere pero nada…(Avengers-escena final con Iron Man/ Capitán América-Escena final en el mar/Y ahora estito)
7.- La espalda de Batman. Pues sí, en el cómic queda parapléjico. Claro. Aquí le acomodan la vértebra dislocada, lo cuelgan un rato, hace ejercicio los días subsiguientes y puede escalar el pozo con singular destreza, un par de meses después.
8.-Las acciones físicas no son la especialidad del director. Hay una escena en particular (callejón: Blake, Batman, matones) en que los criminales directamente esperan turno pa pelear con Batman, en lugar de írseles todos encima a sacarle la infundia o disparar como si el mundo se juera a acabar. Ahí se quedan como mensos viéndolo venir.
9.- La aparición del Espantapájaros (primer villano en Batman Begins) interpretado por Cillian Murphy pasa sin pena ni gloria. El espantapájaros es el juez que condena a exilio o a muerte a los ciudadanos de Gótica. En el cómic, Bane, consciente de que no puede enfrentar solo a Batman libera a los presos, y con ellos salen todos los némesis del hombre murciélago: El espantapájaros, el Guasón, etc…
10.- Un némesis como Bane, cuyo perfil es absolutamente anárquico, terrorista e independiente, es disminuido a peón de la hija de Ras Al Ghul. En el discurso ñoño, el típico que pierde el tiempo en lugar de barrer con todo, Talia cuenta que salió del pozo, buscó a su padre. Encontró a su padre y como el padre rechaza a Bane, se enemista con su padre. Cuando Batman liquida a su padre, ella quiere vengar a ese tipo que según su discurso nunca estuvo a la altura. Seh. Lindo.
11.- La muerte de Marion Cotillard es sin duda la escena más horrible a nivel de actuación que le he visto a esta actriz. Tomando en cuenta los grandes papeles que interpretó y sus habilidades, esa escena es absolutamente terrible por donde se la mire.
 
FIN DE LOS SPOILERS- Podéis continuar.
 
Si dejamos TODO ESO de lado, si nos entregamos a lo fastuoso sin mayores pretensiones, si nos dejamos golpear por la hermosa música de Hans Zimmer, se puede disfrutar y decir: Peores hay.
 
Nolan comentaba que la trilogía se planteó con temáticas específicas en cada entrega. En Batman Begins era el miedo, en Batman Dark Knight, el caos y en Batman The Dark Knight Rises es el dolor. Dolor emocional por las pérdidas que sufre el enmascarado gracias al guasón. Dolor por la culpa. Dolor por el aislamiento al que se condena. Dolor físico. Dolor del sacrificio. Hasta los villanos ejecutan acciones basadas en el dolor.
 
El trasfondo ideológico ha sido criticado como conservador y neofascista. Pero admitámoslo, el súper héroe americano por definición defiende el american life style. Protege el sistema, celebra el status quo. Encima lo hace de manera maniqueísta. Mientras ellos salvan al mundo, los árabes, asiáticos, rusos, terroristas, son retratados como el enemigo a perseguir. Aquí la policía resulta ser la respuesta a todos los males. Una institución que en USA en estos momentos no está vista precisamente como la salvación de la sociedad y de las buenas costumbres.

El discurso de liquidar las clases sociales, devolverle a la ciudad lo que los ricos, políticos, banqueros, etc. han usufructuado a lo largo de sus actividades, se pone en boca de los villanos. Lo bueno, lo decente, es que las cosas sigan como estaban antes de la aparición de Bane.
 
Aún con ese tufillo que ha generado detractores, Batman de Christopher Nolan es el mejor acercamiento a un súper héroe que ha dado el cine. Fue el primero en atreverse a sacar del absurdo, la chabacanería, y las historias superficiales a su personaje. El que dejó la caricaturización e hizo de un súper héroe un hombre con sus tribulaciones y conflictos.
 
Como un todo funciona, aunque con este cierre repita la fórmula ya manejada en anteriores entregas, aunque podamos encontrarle ene fallas argumentales, aunque nos deje sabor a poco y el corazón sufriente por lo que “pudo ser”.
 
Salen los créditos y sabés que no es el mejor filme de Nolan (muy lejos de serlo), sabés que el Guasón y la Gótica que dejamos hace unos años merecían mejor suerte, lo sabés y aún así, algo muy dentro tuyo dice: cómo lo disfruté.
 
Lo mejor: tiene escenas grandiosas y a pesar de su excesiva duración no aburre
Lo peor: el guión estuvo muy flojo, lleno de baches e inconsistencias. Al ser un cierre de una trilogía como esta, se espera mucho más.
La escena: La del estadio, y la del pozo (el éxito)
Lo más falsete: la rápida recuperación y la última escena de Marion Cotillard.
El mensaje manifiesto: El ser humano puede redimirse o hundirse
El mensaje latente: Estamos más inclinados a la redención
El consejo: Vela en versión original subtitulada, y si estás en Santa Cruz, en el cine Palace.
 
El personaje entrañable: Alfred (Michael Caine) hubo un par de momentos en que me convenció del todo y tenía ganas de cachetear toda la vida a Bruce Wayne.
 
El personaje emputante: La voz de Bane, aunque después lo encontré más llevadero.

El agradecimiento: Que no cayeron en la tentación de cagarla más haciéndola en 3D y que dentro de todo tiene escenas que vale la pena ver.

 
CURIOSIDADES
       Presupuesto estimado de 250.000.000 $us. Recaudación aproximada de 555.000.000$us. hasta el 1 de agosto.
       Nolan es el primer director que completa un a trilogía de Batman. Y el segundo que lo hace de un super-heroe, compartiendo el podio con Sam Raimi que hizo la trilogía de Spider Man.
       La horrible voz de Bane es culpa del mismo Tom Hardy, quien se inspiró en un viejo gitano octagenario que era viajero y músico.
       Wally Pfister es el director de fotografía y ha trabajado con Nolan en todos sus filmes a excepción de su ópera prima: Following.
       Muchas actrices hicieron casting para ser Gatúbela, al final quedaron Keira Knightley, Jessica Biel y Anne Hathaway. El papel se lo quedó Anne.
       Para la escena del estadio se usaron cerca de 10.000 extras y aparecen conocidos jugadores de football americano.
       Aunque en la película nunca se explica para qué carajos usa la máscara Bane, en el cómic… Bane fue sujeto a experimentación durante su estancia en la cárcel. Le aplicaron una droga conocida como VENOM que había matado a todas las otras personas a las que se la inyectaron. Bane sobrevive, la droga lo hace más fuerte pero necesita un bombeo constante cada 12 horas a través de unos tubos que van directamente al cerebro.
       Nolan afirmó inspirarse en el libro de Charles Dickens: Historia de dos ciudades.
       La encargada de vestuario dijo que tardó dos años en diseñar la chaqueta de Bane (¡!)
       El traje de Batman contiene 110 piezas.
       Tuvieron que ponerle tacos a Bane porque era más bajo que Bale, Cain y Morgan Freeman. No querían que el villano se viera enano.

Mi niño hermoso

Por: Mónica Heinrich V.

Cuando ocurrió la masacre de Columbine, los adolescentes que perpetraron el hecho fueron llamados «monstruos». De hecho, la conocida revista Time tomó sus rostros como portada bajo el título de “Los monstruos de la puerta de al lado”.

Han pasado más de 10 años y la tragedia aún no consigue explicarse.

Fue en los 70s que una chica de 17 años inició oficialmente los tiroteos escolares, pero sería Columbine, “The home of rebels”, el que se alzaría como símbolo de un sistema en el que todas sus instancias han fallado: familia, educación, sociedad y, sobre todo, cuidado mental.

Los “monstruos” desde entonces siguieron apareciendo, monstruos con rostro casi infantil y figura desgarbada. Con mirada perdida y actitud errática. No lo que esperás de un monstruo, sino todo lo contrario. Monstruos atormentados, casi todos bajo tratamiento psiquiátrico o con necesidad de tratamiento psiquiátrico. Jóvenes señalados por algunos sectores de la prensa y  por público en general como locos asesinos a los que se debería exterminar por sus atroces conductas. ¡Pena de muerte! o ¡suicidio! grita la masa en rechazo a un acto violento que se pretende castigar con otro acto violento.

Monstruos de los que nadie se responsabiliza pero de los que todos son responsables.

Este 2012, Ohio fue el escenario en el que un aparentemente frágil muchacho de 17 años (al que aconsejan no mencionar con nombre y apellido para no darle inmortalidad o trascendencia) fue el protagonista de un tiroteo ocurrido en un comedor escolar. Asesinó a tres personas e hirió a otras tres.

Hace unos días, el horror se trasladó a un cine de Denver. Un estudiante de Neurociencias irrumpió durante la premier de Batman Dark Knight: Rises y liquidó sin miramientos a 12 personas e hirió a casi medio centenar. Jessica, Jon, Alex, Matt, son algunas de las vidas interrumpidas, irrecuperables que acabaron a manos de un joven de 24 años.

Y este agresor, anónimo hasta hace unos días, era parte de la sociedad, bien o mal, formaba parte de un entorno familiar, educativo, social. Ahora salen a la luz sus fotos de anuario, sus videos escolares, su perfil de alumno “brillante”. En contraste, su primera comparecencia ante la corte luego del ataque lo muestra con el cabello teñido de naranja, la mirada perdida, la actitud errática. Un “monstruo» más.

Se abre (nuevamente) un tímido debate sobre el control de la venta de armas. Hecho al que apuntó Michael Moore en su interesante documental Bowling for Columbine (reseñado ACÁ) en el que arremetió furiosamente contra la NRA (Asociación Nacional del Rifle).

Sin embargo, como parte del documental el mismo Moore se va a Canadá y ahí muchos tienen armas, y ahí es normal comprarse una escopeta cuando querrás, y ahí duermen con las puertas abiertas, y ahí a pesar de todo lo dicho no aparecen “monstruos” que un día van a su colegio o universidad a matar gente.

Y el cine que siempre dice grandes verdades, ha creado casi un nuevo género con películas sobre los tiroteos escolares que intentan acercarse a ese fenómeno desde distintos ángulos.

Los trabajos más conocidos son el documental ya mencionado y Elephant, del director Gus Van Sant, que también se “inspira” en Columbine. El título de Van Sant alude a la expresión de que “Un elefante está en la habitación”, frase que metaforiza la idea de que un problema muy grande existe y que todos fingen que no existe a pesar de lo evidente. Con ritmo pausado y reflexivo, Van Sant pasea su cámara dentro de un colegio que será atacado por dos estudiantes.

En los últimos años salen dos películas que abordan la temática desde un ángulo hasta ahora jamás explorado: la familia del asesino.

Una de ellas es “We need to talk about Kevin”. Oscuro filme basado en el libro homónimo de Lionel Shriver.

La interesante directora escocesa Lynne Ramsay, cuyos trabajos anteriores: Ratcatcher y Morvern Callar ya apuntaban a una inclinación sobre temas jodidos, es la encargada de escribir y dirigir esta propuesta.

Incómoda de ver, la trama se adentra en la vida de la acomodada familia Miller. Eva (Tilda Swinton) es una exitosa escritora cuya especialidad es viajar y escribir sobre esas travesías. Franklin (John Reilly) es su esposo, y juntos procrean un hijo: Kevin.

El filme tiene elipsis temporales y está contado desde la mirada de Eva hacia el pasado, queda claro desde el título que algo anda mal con Kevin y que lo ideal sería sentarse y hablarlo. La frase : “Tenemos que hablar de Kevin” es la frase que ambos padres nunca se dicen ni se plantean seriamente.

Cuando Kevin nace es rechazado por su madre, él es la causa de que ella no pueda seguir haciendo lo que le gusta: viajar. Él significa envejecer y amontonar frustraciones y renuncias en pro de una vida familiar. El rechazo no es explícito pero sí tácito. Cuando el niño tiene conciencia de ese rechazo, parece actuar en plan de venganza y empieza a mostrar un lado cruel. La madre y el padre, se supone, son el modelo de amor que definirá su relación con el mundo, con el otro. Pero, ¿cuántos niños son rechazados o criados en hogares disfuncionales sin que se conviertan en bombas de tiempo? Cientos. Miles.

Eva, entonces, descubre que su hijo no es un niño normal y que sus actitudes o acciones rozan algo parecido a la maldad. Digamos que clínicamente hablando tiene todos los criterios para una psicopatía, donde resaltan un aplanamiento afectivo y una carencia de empatía que debieron encender todas las alarmas familiares y escolares. Eva lo sabe, y alguna vez intenta hacérselo ver a su esposo. Franklin, sin embargo, lo niega, es difícil asumir que tu hijo es “raro” o “malo”, así que cómodamente se convence que no es así y Eva prefiere mirar hacia otro lado por culpa, por no haber recibido con amor al niño cuando nació. Por sentirse frustrada por ese nacimiento y haber volcado esa frustración en algunas acciones que como madre fueron reprochables.

Hay momentos en que Eva intenta recomponer la relación con Kevin, pero el abismo que los separa es tan grande que no se puede distinguir cuando se llega a él o cuando Kevin usa la manipulación retorcida que le es innata.

Al mismo tiempo, el niño es una especie de reflejo suyo. Físicamente son muy parecidos, y llega un punto en que se percibe una especie de guerra psicológica entre ambos. Frialdad vs Frialdad.

La llegada de un nuevo integrante a la familia, Celia, la hija menor de la pareja y hermana de Kevin, gatillará la tragedia que se anticipaba.

Mientras ves la película vos mismo te decís: Sí, tienen que hablar de Kevin. Es urgente que hablen con Kevin. Las nubes negras, el viento, la llovizna, la helada, todo aquello que puede darte pie a pensar que se viene una tormenta, no es debidamente sopesado por la familia.

Una vez Kevin hace lo que todos tememos, Eva (símbolo del pecado original y madre universal) se queda con la necesidad de una explicación. Luchar con esa necesidad, con el estigma social de haber criado un “monstruo”, con la responsabilidad que le adjudican por traerlo al mundo, con su incapacidad para tender un puente que por ahí evitara la desgracia, el haber perdido todo, las víctimas que su hijo se llevó consigo, la culpa de no haber hablado sobre/con Kevin, y asumir que a pesar del horror, Kevin es su hijo… ese vía crucis es el eje del filme.

Bellamente filmada, We need to talk about Kevin perturba.

Un gran elenco conformado por una genial Tilda Swinton como la atormentada madre, John Reilly como el ingenuo-acomodaticio padre, y Ezra Miller como el maquiavélico adolescente, hace al filme por momentos insoportable. Quizás, a nivel general, los excesivos flashbacks y algunas escenas demasiado “montadas” le quitan algo de verosimilitud al relato, aunque eso no impida que  la historia golpee y perturbe, y que intente echar una mirada profunda hacia un tema tan gajudo.

Si se compara con el libro, los personajes se pueden ver estereotipados en la pantalla gigante y además, el estilo narrativo elegido por la directora hace menos accesible una historia que en papel es cien veces más desgarradora.

El color rojo, usado en muchas escenas (tomatina española, supermercado, pintura, luces de la habitación, sirenas) como una dualidad entre el amor y la violencia, subrayan el tenor del filme. Como cherry de torta, el delirante Kevin se permite una crítica a la cultura “celebrity” o el morbo que transforma a estos sujetos en personas influyentes/trascendentes/inolvidables.

Es así: te despiertas y miras televisión, te metes en el coche y escuchas la radio y vas a  tu insignificante trabajo o instituto, pero no escuchas nada sobre eso en las noticias de las 6, ¿por qué? Porque realmente no ocurre nada, y vas a casa y miras algo más de televisión y puede que sea una noche de diversión y salgas y mires una película. Quiero decir, que la cosa está tan mal que la mitad de la gente está en la televisión, dentro de la televisión, están viendo televisión. ¿Qué está viendo esa gente?, a personas como yo.

Si We need to talk about Kevin parte de la premisa que la familia siempre supo que algo andaba mal con Kevin, en Beautiful Boy la mirada se vuelca por completo en unos sorprendidos y anonadados padres.

Cuando  veía este filme, recordaba el relato que la madre de uno de los asesinos de Columbine hizo para la revista O de Oprah Winfrey en el 2009. En ese espacio abierto que Oprah cede a la señora Klebold, la mujer escribe su experiencia. Ilustra la nota una foto de su hijo con mirada despierta y sonriente a los 5 años armando un rompecabezas junto a ella. Así sabemos que el recordado “monstruo” fue un niño feliz, que era compañero de ajedrez de su padre, que le gustaba armar legos  y que hasta cierta edad fue absolutamente normal.

Luego entró en un fase “difícil” que la señora atribuyó a la edad (adolescencia) y a las malas compañías (el otro chico que atacó la escuela). Los diarios que el adolescente escribió en los que volcaba sus ideas suicidas, sus amores no correspondidos, y una vida emocional demasiado truculenta para una persona tan joven, jamás fueron vistos por sus padres. Ella se enteró del sufrimiento con el que vivió su hijo 6 meses después de la tragedia, cuando le permitieron ver el material y él ya había pasado a la historia como un “monstruo».

En Beautiful Boy, Kate (Maria Bello) y Bill (Michael Sheen) son los padres de Samy, un joven estudiante universitario. La pareja ama a su único hijo, e incluso a pesar de ser mayor de edad e independiente, tratan de protegerlo al esconderle la inminente separación que están llevando a cabo. Un divorcio que aún no saben cómo exponer ante él.
En un principio la película narra la rutina de esta pareja, y los preparativos para un encuentro familiar con el hijo que vendrá de visita. Una llamada algo emotiva el día anterior de la tragedia, las consabidas charlas cariñosas, el hijo que nunca da ninguna señal de que hará lo que hará, y eso es todo.

Más adelante comienza el calvario. Los noticieros informan que hay un tiroteo en la universidad de Samy, que hay muchos muertos y heridos. Los padres entran en pánico pensando que su hijo puede ser una víctima. Intentan contactarse con él sin éxito. Desesperación y angustia se extienden entre la familia y amigos.

Finalmente la policía llega directamente a la puerta de su casa, y ellos sienten que el mundo se les viene encima pensando que les dirán que su hijo murió durante el ataque, pero la noticia es peor de lo que esperan: su hijo es el atacante y cometió suicidio luego de la masacre.

Samy envió videos llenos de rabia y delirio a las cadenas televisivas, y sus padres, aquellos que lo criaron, para quienes él es solo “mi hermoso niño”, no reconocen a ese desquiciado muchacho. No saben qué pasó. Cómo pasó. Por qué pasó. Cómo no se dieron cuenta. Si son culpables, si se pudo evitar, y todas aquellas preguntas que surgen no solo en la familia del atacante, sino en todo aquel que se entera que sucede un hecho así: medios, amigos, extraños, familia, etc..

El director Shawn Ku, quien también es bailarín, coreógrafo y actor, se inspiró en los hechos acaecidos el 2007 en Virginia Tech porque la tragedia lo tocó indirectamente cuando un amigo de su familia murió durante el tiroteo que perpetró el coreano Cho Seung.

Beautiful Boy es su debut en la pantalla gigante. Un poderoso drama, que si peca de algo es de un aire a telefilm, y cuyo gran logro recae en que nunca da una explicación sobre las acciones de Samy.

Las excelentes interpretaciones que logran Bello y Sheen, erizan. Dos padres que se pasan la película recordando cosas que dijo o hizo el chico. Detalles de cuando era niño. Viendo fotos, cuadernos viejos de escuela, dibujos, vídeos, y tratando de mantener en sus mentes la parte buena, la que nada tiene que ver con el monstruo que el resto del mundo conoce.

Ambos filmes, We need to talk about Kevin y Beautiful Boy dan una visión. Otra, es la del bullying arrojada por durísimas películas como Klass, que en el 2007 fue elegida por Estonia para representar a dicho país europeo en la selección de los Oscar.

En ella, un indefenso estudiante (Josepp) es acosado y humillado a diario hasta que Kaspar, que forma parte del grupo acosador, se da cuenta que las cosas se han ido de las manos e intenta defenderlo. Esa defensa es tomada como una traición y conducirá el filme hacia un camino sin retorno. Hay una escena en la playa especialmente jodida. Tan jodida, que la parte más primitiva del espectador puede llegar a “empatizar” o a “entender” las decisiones que los protagonistas toman después de esa escena. Tan tan jodida que uno le grita a la pantalla: “¡¡¡al de las botas, al de las botas!!!”

Chicos que no eran monstruos, pero que por las circunstancias (familia y escuela incompetentes) y una violencia  constante por parte de otros monstruos funcionales (compañeros de clase, medios de comunicación), llegan a cometer hechos injustificables.

En Estados Unidos se sigue haciendo hincapié en el problema del acceso a las armas, Michael Moore en un reciente post publicado luego de la tragedia de Denver dice: «Son las armas, pero no son las armas” (leerlo ACÁ). Y en el cine, que como ya dije, se dicen verdades, se habla de muchas cosas: predisposición innata, crianza, el poco control sobre la venta de armas, acoso escolar, problemas mentales, incompetencia de los tratamientos psiquiátricos, una sociedad que le rinde culto al exitismo y que promueve el aislamiento de las personas que no encajan en un modelo estándar, un sistema que hace celebridades a los asesinos.

Las últimas noticias dan cuenta que luego de lo sucedido en Denver la venta de armas en suelo americano está subiendo como la espuma. De hecho, luego del tiroteo en Colorado, en ese estado subió un 43%. Casi la mitad.

Políticamente hablando, Obama y Romney se dan golpes de pecho, pero en el Congreso pocos se atreven a desafiar al poderoso lobby que respalda el uso de armas. A tres meses de las elecciones ninguno de los candidatos presidenciales será punta de lanza de una campaña que promueva mayores restricciones.

Seguramente, los minutos de silencio que se piden en nombre de las víctimas de estas masacres se seguirán contabilizando. Es fácil guardar un minuto de silencio. Es fácil escandalizarse por el horror y luego olvidarlo.

Los «monstruos» seguirán apareciendo. Esos “monstruos» con cara de niño, mirada perdida, actitud errática. Esos “monstruos» a los que el sistema les ha fallado, a los que les hemos fallado.

James Alan Fox, profesor de Criminología y experto en asesinatos colectivos, declaraba: «Este tipo de tragedia es uno de los precios desafortunados que pagamos por nuestras libertades”.

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