CINE INGLÉS: The Souvenir
Por: Mónica Heinrich V.
Esta es una película Moisés, separa las aguas en dos. Por un lado, los críticos o cinéfilos que apreciarán (con tacita de té y dedo levantado) la apuesta formal, el riesgo narrativo, esa cosa de cine de autor que gusta tanto en los festivales, y por otro lado, el espectador común y corriente que pensará que es larga al pedo, insufrible y pajera. Ambos dos tienen razón.
The Souvenir es el más reciente trabajo de Johanna Hogg, una directora inglesa cuya filmografía es una previa a esto, una admonición de que tarde o temprano nos cacheteará con esto. Sobre todo, en su película Exhibition (2013), veíamos esta onda de cine retratando vidas con las que es difícil conectar y que son parte de los que toman la tacita de té con el dedo levantado.
Pero vayamos con The Souvenir. Podríamos decir que todo queda en familia. Es el relato escrito por la misma Hogg, de una experiencia personal vivida por la misma Hogg allá por los 80s, protagonizado por esa enorme actriz que es Tilda Swinton, amiga desde la infancia de la misma Hogg, la hija de Tilda Swinton (Honore Swinton) y los perros de la misma Tilda Swinton. Mismamente.
Resulta que tenemos a Julie (Honore Swinton), esta chica joven, dulce, de una clase privilegiada que estudia cine y está obsesionada con hacer una película en una ciudad marginal, con protagonistas marginales.
Hogg nos la muestra casi como un personaje de folletería de la chica ñoña nice. Y luego Juan Gabriel podría cantar: “Hasta que te conocí…vi la vida con dolor” porque la señorita ñoña nice conoce a Anthony (Tom Burke), un tipito que a la primera de cambio la cuestiona sobre su película, sobre por qué la está haciendo y le dice cosas como que lo veraz no es necesariamente lo real y que ella, la chica ñoña nice, está enamorada de la decadencia. Todo esto con pose de dandy pelotudo.
A ese punto, podemos admirar la audacia en los cortes de edición, el tono frío y ascético de la propuesta, los diálogos “inteligentes” y el “avantgarderismo” de Hogg. A ese punto, también, nos damos cuenta que los personajes hablarán siempre así, y que las relaciones serán este juego de prerrogativas filosóficas de vida. A ese punto, descubrimos algo horrorizados (muy) que habrá una ¿tormentosa? historia de ¿amor?
La película avanza y ocurre algo que voy a lanzar como una bomba de spoiler porque qué más da, para eso estamos y si quieren recibir la bomba de spoiler…recíbanla hasta el desmayo: el tipito resulta ser heroinómano. ¡Boom! Hay una escena en que ambos están encamados y ella le ve el brazo lleno de pinchazos y por su dulce cabecita jamás se cruza aquello de “este cojudo le mete duro y parejo”. No. Y así, tenemos en pantalla a la pura y casi virginal Julie buscando veracidad en la realidad del cine y a su lado, sacándole plata, robándole sus cámaras, las ganas de vivir y la inocencia sobre el prójimo, Anthony.
Oh, qué ganas de agarrarlos a manazos. Qué ganas.
Esta es otra película de ese género llamado coming of age, Julie experimentará situaciones incómodas, raras y tristes que hasta ese momento habían orbitado alrededor de su vida privilegiada sin tocarla. Lo de privilegio lo repito porque la misma película se encarga de resaltarlo como si no fuera ya muy evidente que hasta la adicción de Anthony es relatada desde ese lugar.
El título, The Souvenir, alude a la pintura del mismo nombre de Jean-Honoré Fragonard, que aparece en la película y que es como el símbolo de la relación de los tortolitos. También se relaciona a un poema de Mary Olivier que dice: “Someone I loved once gave me a box full of darkness. It took me years to understand that this too, was a gift” (Alguien que alguna vez amé me dio una caja llena de oscuridad. Me tomó años entender que esto también fue un regalo).
No les voy a mentir, porque a estas alturas del partido para mí lo veraz tiene que ser real, a ratos me desconectaba de la parsimonia y la relacion Ñoña-heroinómano. A ella, a Julie, pude conocerla, pero Anthony está tan desdibujado que me fue difícil sentir empatía o preocupación por su existencia. Intuyo que Hogg quería que esa empatía y preocupación sea por Julie, la inocente Julie, pero para poder pactar con el sufrimiento de Julie tengo que sentir algo por Anthony, el ser que le da la caja llena de oscuridad.
Más spoilers. Hay buenos pasajes, ese llanto involuntario cuando viajan a Venecia, la existencia tranquila y relajada a pesar del problema, la negación a asumir que hay un problema, la madre de Julie cuando baja las escaleras y dice lo que dice, la madre de Julie en la cama de espaldas a ella sollozando, creo que en esos momentos la realidad y la veracidad se unen sigilosamente ante nuestros ojos y algo pasa en el corazón.
No les voy a mentir, porque hoy no les quiero mentir, The Souvenir me pareció en general más impostada que veraz o real, aprecio (con la tacita de té y el dedo levantado) la delicada manera en que ha sido filmada, la bella fotografía, y el cine dentro del cine que se atisba mientras Julie lidia con Anthony, pero cuando llega el final y la oscuridad se despliega cual nube negra en esa escena en la que Julie mira a la cámara y ya es otra, me dejó un poco fría.
La frase, la última frase que se dice en la película, quizás defina lo que un espectador podrá sentir al verla. “Y si quieres, recuerda…y si quieres, olvida.”
Lo mejor: delicada y bella película Lo peor: habrá SECUELA La escena: Tilda Swinton en la cama sollozando de espaldas Lo más falsete: Descubrís que el tipito te robó hasta los calzones y reaccionás calmada y comprensiva? El mensaje manifiesto: En el mundo hay un montón de cajas llenas de oscuridad esperando ser entregadas a tu persona El mensaje latente: vos decidís cuál abrís El personaje entrañable: Tilda Swinton y sus perros, obvio El personaje emputante: la parejita El agradecimiento: por la belleza.