Por: Mónica Heinrich V.
Quiero hablarles sobre ratas, sobre nado forzado, sobre depresión, sobre clases sociales, sobre los de arriba y los de abajo, sobre hoteles de lujo que funcionan gracias a personas que viven lejos del lujo, sobre esas idiosincrásicas palabras jailón, culocontalco, cunimi, cholo. Ah, quiero hablarles acerca de sobrevivir. Porque ahora solo se puede hablar. Están los que su mayor preocupación en estos pandémicos días es qué delivery se elige o si atreve a ir o no al súpermercado en auto sin permiso, y están los otros, a los que la cuarentena los está aniquilando, los que han declarado su empresa en quiebra, los que están sin trabajo, sin comida, viviendo no una sino dos pandemias.
Y el cine, porque el cine siempre es un mullido salvavidas de todo y de todos, sabe retratar bien eso y más. Algunas veces, el enfoque marxista de lucha de clases se puede disfrutar, ves la pantalla y decís funciona, me trago todo, su discurso pro clases oprimidas, su discurso antiburguesía parásita, y otras veces no, otras te cagás de risa por el peregrino intento de mostrarnos una especie de verdad bajo un envoltorio plástico y edulcorado. O panacottiense. Voy a reseñar tres películas que se tocan pero no se besan, que se acarician pero no se cogen y que están ahí bregando por exponer los extremos de la vida.
EL HOYO
Empezaré con El Hoyo. Obvio.
La respuesta a la pregunta «¿de dónde sale tanta paja?» es cha chan cha chan: David Desola, el guionista. Mientras los primeros segundos de la película corren y vos achinás/entrecerrás tus ojos pensando “qué carajos es esto” otra vocecita de las muchas que viven en tu cabeza te dice “parece una obra de teatro”. Ajá. Ajá. No le estás pelando. Desola es ante todo un dramaturgo y tiene quichicientas obras de teatro en su currículum. A continuación doy algunos nombres de sus obras para que entendamos al sujeto: El enemigo de la clase, El puto peón negro chueco, La nieta del dictador. Y ya para rematar, su primer trabajo como guionista de cine fue para la película Working Class, que trataba de un español que era el único español en España (obviedad de regalo) sin trabajo. Pues sí, un manifiesto sobre el desempleo.
Hay obviedades muy obvias en lo que hace, le gusta, y plantea Desola como obra de vida. El guion de El Hoyo era en origen un texto para el teatro, al final la obra no se hizo y la historia pasó a manos de un productor que se la dejó en manos de Galder Gaztelu-Urrutia, tiempos pre-coronavirus donde podías pasarte las cosas así nomás, sin guantes ni barbijo. A Galder le gustó y la convirtió en su ópera prima. Para los que dicen que este es un producto Netflix se equivocan, Netflix la compró luego de su paso por diversos festivales y una vez terminó su recorrido en las salas comerciales.
Volvamos a los ojos achinados/entrecerrados y a las voces en tu cabecita que se amontonan mientras mirás El hoyo. Esta es una película que es mezcla de ciencia ficción, hace comentario social, tiene sus momentos de humor, se puede poner grotesca, a ratos apela a cosas que algunos espectadores podrían considerar terroríficas, a ratos drama y en resumidas cuentas, es un montón de cosas que pretende decir algo importante y trascedente. Hablemos de comida. Es como si hicieras una panacotta de maracuyá, con salsa de caramelo, menta, crocante de avellanas, con un pequeño toque de crema Chantilly, chispas de chocolate blanco y jengibre, cerezas en almíbar y una hojita de laurel. Un revoltijo de ingredientes que se escupen y mean los unos a los otros.
Goreng (Iván Massagué) se despierta en una especie de cuarto cementicio. Un cuarto que tiene visible el número 48. Al otro lado de la habitación hay un gordito calvo con su cuchillango, el señor Trimagasi (Zorion Eguileor), hoy por hoy conocido como el don del meme Obvio. Bueno, no recuerdo si tenía el cuchillango cuando Goreng despierta, pero en mi mente Trimagasi siempre estará aferrado a su cuchillango. Trimagasi está ahí para aleccionarnos sobre el funcionamiento del boliche, de la vida, de las clases sociales, y de la naturaleza humana. Goreng está para pervertirse o para ser la excepción a la regla. En la práctica, resulta todo muy ingenuo. No hay profundidad alguna en el planteo, es muy…sí, sí…OBVIO. La desigualdad es la excusa para montar el show. El show de la plataforma que sube y baja. El show de los boludos de arriba y de abajo. El show de la mesa enorme y repleta. El show de la mesa llena de sobras.
Yo estaba enganchandísima, sobre todo cuando apareció el perro. Necesitaba saber qué sería del perro, pero tenía el vértigo de quien ve venir un tren que se descarrillará sí o sí, y ese tren llegó en la forma gelatinosa de la panacotta. Hmmm sí, la película pierde rumbo con el personaje de Baharat (Emilio Duale) con quien el pajazo alcanza ribetes de tragedia narrativa. Pero…cuando llega lo de la panacotta. Cuando pasa lo de la panacotta. Cuando aparece la panacotta. Señor del Meme Obvio, resucite y haga lo suyo con el cuchillango.
El Hoyo tiene reminiscencias a esa película de culto noventera que fue El Cubo y como El Cubo también falla a la hora de cerrar su premisa y solidificar la propuesta. La gran diferencia gran, es que El Cubo sucedió en los 90s cuando éramos más inocentes, cuando éramos felices y no lo sabíamos.
Todo bien con las metáforas, pero cuando estas son forzadas y OBVIAS, pues la paciencia del espectador suele ser un globo de helio amarrado por un cabello (El Barbijo Dorado a la Metáfora del Año).
Al personaje de Trimagasi y su cuchillango que nunca perdía el filo, le agarré cariño porque sí, porque eligió el arma más útil del encierro (digan lo que digan, perros) y las actuaciones en general estaban acordes. Hay que tener cierto pedigree actoral para sacar adelante esa propuesta. Una sorpresa aparte la aparición de Antonia San Juan como Imoguiri, a quien recordaba como una de las pocas “cosas” (se vale la objetivización) rescatable de Todo sobre mi madre.
Y así, El hoyo puede ser muchas cosas y nada. A esta espectadora le dejó la sensación de haber sido timada. Porque así es uno/a/e, iluso/a/e, como cuando llegan 20.000 kits de pruebas de coronavirus al país y resulta que no tenemos el excipiente. “Es como un celular sin baterías” dijo nuestro Viceministro de Salud. Quién diría que esta noche de abril me serviría para hacer una forzada, obvia metáfora de El Hoyo.
Lo mejor: el perro Lo peor: lo que le pasa al perro Lo más falsete: el final del perro El mensaje manifiesto: tenés que ser responsable con los perros el mensaje latente: en la jerarquía del existir… el perro siempre debe estar arriba, sábelo La escena: cuando aparece el perro. Qué haces ahí, perro, qué hacés ahí El personaje entrañable: ¿adiviná? EL PERRO El personaje emputante: la que le hace lo que le hace al PERRO El agradecimiento: por los perros del mundo que hacen la cuarentena menos mierda mientras miramos jailonamente El Hoyo.
PARA VERLA ONLINE: https://cuevana3.io/27247/el-hoyo
LA CAMARISTA
Evelia, querida Evelia. Cunimi, Evelia. Chola, Evelia. Evelia es una “camarista” de un hotel jailón en México. En USA le dicen Housekeeping. En otros lugares le dicen mucama, camarera, o los que no saben cómo llamarla simplemente dicen “la que viene a limpiar”. Evelia está interpretada por una encantadora Gabriela Cartor. Evelia-Gabriela.
El mundo invisible de los empleados de hotel se muestra frame a frame en La camarista. Esta es la opera prima de Lilia Avilés. Una directora de 36 años (cuando filmó la película) que tiene todas las papeletas para entregarnos grandes trabajos en el futuro.
El mayor logro de Lilia, podemos llamarla Lilia, es que su guion no intenta aleccionarnos ni ser didáctico sobre la realidad de nadie. Sí exhibe la desigualdad, sí exhibe las vidas menos afortunadas, menos holgadas, sí exhibe las dificultades de un estrato social que es, como ya dije, invisible al resto, a esos que ahorita están preocupados por el delivery o por si van o no al súper, exhibe todo eso pero no nos lo dice. Es como Roma pero sin las obviedades. Sin el enamoramiento choto, el embarazo choto y la presencia chota del choto director sobrevolando chotamente la chota película. Lilia, seguiremos llamándola Lilia, nos cuenta la historia de Evelia sin ponerle subrayado.
Vemos su cotidianeidad, su rutina. Es una película contemplativa porque así lo exige el relato. Seguimos a Eve, la querida- cunumi- chola Eve, que está encargada del piso 21 pero que aspira a ascender al piso 42. Los de arriba, los de abajo. Para lograrlo se está sacando literalmente la mierda, empieza su trabajo más temprano que los demás, cumple con todas sus funciones a raja tabla, resigna la crianza de su hijo, y está todo el día metida en el bendito hotel. Los personajes en las habitaciones delimitan aún más dónde se encuentra Eve en la vida y dónde están los “huéspedes”. La gaucha progre que la hace ir día tras día a cuidarle el hijo mientras se baña, que la besuquea y la piropea para tratar de acortar una distancia que siempre va a existir, es uno de esos ejemplos.
Eve ve su superación en un ascenso de piso, en ocuparse del penthouse y ha puesto todas sus ilusiones en ese logro, limpiar el piso más alto. Paralelamente pregunta día tras día por un vestido rojo olvidado en su piso, el 21, por una huésped. Si no lo reclaman, ella podrá quedárselo.
Hay momentos íntimos de Eve en que parece que no pasa nada, pero que sí llegan a movilizarte. Y ese es logro de Lilia, la querida Lilia, su capacidad de meterte a la vida de Eve sin necesidad de soltar una parrafada de texto o poner el ya conocido punto de giro para sorprender al espectador. La vida de Eve no tiene sorpresas, transcurre en un ascensor que llega hasta su piso, recorre sus habitaciones y vuelve hasta el piso de abajo. No al Lobby, llega hasta el subsuelo. Donde se amontonan las sábanas sucias, desde donde parte el room service para los de arriba.
La camarista es un trabajo que se ve con paciencia y con empatía. Un trabajo lleno de modestia, que requiere de la complicidad del que mira. Quizás le falte algo más para destacar como pieza de referencia, o quizás esa humildad de su factura, de su personaje, de su narrativa, es lo que hace que te quedés con ella, con Eve. Estoy segura que al pasar de los años aún tendré en mi mente a Eve metida en el ascensor. Y también recordaré con rencor las veces que vi a huéspedes de hotel no subir al ascensor de servicio, a pesar de que las “camaristas” las invitaban para que bajen más rápido.
Lilia, siempre te llamaré Lilia, nos regala a Evelia, la joven y metedora Eve. Un personaje al que no podés odiar, aun cuando lea Juan Salvador Gaviota, y esa puede que sea la única obvia referencia al estrato social como metáfora chota. La gaviota que no puede volar, pero que lo intenta.
Vuela alto, Eve.
Lo mejor: Evelia Lo peor: Juan Salvador Gaviota Lo más falsete: … El mensaje manifiesto: a veces, no subís de piso nomás el mensaje latente: subir de piso no es cuestión de esfuerzo La escena: cuando sangra El personaje entrañable: Evelia El personaje emputante: la gaucha progre El agradecimiento: por las Eves del mundo.
PARA VERLA ONLINE: https://wwvv.elitestream.io/peliculas/the-chambermaid-espanol-latino-1080p/
US AND THEM
Ya el título nos dice que la cosa acá no será muy sutil. Nosotros y ellos. El Nosotros involucra la clase trabajadora, sin esperanzas, que supuestamente nunca podrá obtener un nivel de vida superior al que tienen. Ellos son los que acumularon riquezas, que tienen un nivel de vida superior desde el que miran hacia abajo, hacia esos otros que no lo lograron.
Lo que más luce esta película británica es su montaje. Desde el inicio te provoca y te sacude. Cuando te cuenta cómo se prueban los antidepresivos en las ratas, una parte tuya muere con esa información. Googleen nado forzado+ratas+depresión y mueran conmigo. La lucha por la sobrevivencia.
Us and Them es una home invasion, ese género tan inquietante en el que alguien o alguienes invaden el hogar de otro alguien y toda la película transcurre como consecuencia de esa invasión.
Jack Roth interpreta a Dani, un sujeto que está emputado de su posición dentro de los estratos sociales. Decide, junto con dos amigos, asaltar a la familia de una parejita jailona que escuchó hablando en un café/bar que solía frecuentar. Dani quiere juzgar y castigar a los jailones. Tiene su manifiesto. Hasta grita con rabia: Esto es una guerra de clases, y alguien tiene que morir.
La película está dirigida por Joe Martin, que se indignó con el retrato que hicieron los medios acerca de un amigo suyo caído en desgracia. Un tipo talentoso, según él, que eligió el camino equivocado y que cuando fue arrestado se lo describió como un yonki cualquiera. Martin pensó que no era justo. Que todos somos capaces de cosas horribles, que todos somos capaces de cosas grandiosas. Y parte de la escritura del guion se inspira en los prejuicios que tiene la sociedad de los pobres y los ricos.
Hay buenas escenas en Us and Them. Los pensamientos que Dani tiene sobre el padre de familia, los pensamientos que el padre de familia tiene sobre gente como Dani. Incluso hay espacio para la compasión, para que el padre de familia intente decir que con esfuerzo se puede progresar, que lo que él tiene se lo merece. No querido, a veces la gente no tiene lo que se merece, ni lo bueno, ni lo malo.
La fotografía es un punto alto, a cargo de Stefan Mitchell que hasta ese momento solo había fungido como gaffer o asistente de cámara, la cámara inquieta, jode, y perturba. Los primeros planos de los personajes en momentos claves colaboran con la tensión. Porque sí, una parte tuya está con Dani, con ese Jack Roth que lo interpreta tan bien y otra parte tuya está con la familia, ajena a sus privilegios, a su bonanza.
Lamentablemente, ni la narrativa punk-rock de Us and Them, ni sus aspiraciones de justicia social, terminan de cuajar y al final, algo hace ruido, el director y guionista se atropella en sus intenciones y termina convirtiendo a sus personajes en eso que durante la película pregonó que no eran: seres marginales, violentos e impulsivos.
Un buen inicio no camufla un mal final. A algunos les gustará esta fantasiosa revancha de clases sociales, pero a mí me hizo pensar en las ratas. No cabe duda que de todo lo que Martin, a él lo nombraré por el apellido nomás, quiso mostrar, lo que más me jodió fue la pequeña rata reventada de antidepresivos pataleando dentro del agua con la esperanza de sobrevivir.
Lo mejor: un montaje vertiginoso e inteligente Lo peor: el guion se descalabra Lo más falsete: el final El mensaje manifiesto: vivimos inmersos en una guerra de clases el mensaje latente: alguien tiene que morir, sabelo La escena: la escena inicial en la mesa es fuerte El personaje entrañable: hmmm El personaje emputante: ¿todos?El agradecimiento: por el montaje vertiginoso e inteligente.
PODES VERLA EN: https://www.filmin.es/pelicula/us-and-them
No encontré link online gratuito, pero se puede descargar su torrent:
Us.and.Them.2017.1080p.BluRay.H264.AAC-RARBG