CINE: JOACHIM TRIER: REPRISE y OSLO,31 DE AGOSTO

Hace mucho que quería hablar de Joachim. Mucho. Soltar una diarrea verbal que describa lo que sentí al ver sus dos únicas películas hasta la fecha.

Hablar de Joachim, de Noruega, de la soledad, de los 30s, de eso que pasa y que luego descubrís es la vida, de ese no saber estar pero estar, de polleras y carnavales, de Lars, su primo lejano, de la locura de Lars, de Herzog, de Uyuni, de tantas cosas.

Hace mucho. Y aquí estamos.

Lo bueno es que esta alabanciosa introducción a Joachim servirá, además, para luego (mañana o quién sabe) hablar de Eskil Vogt y su linda opera prima Blind, hablar también de El arte de llorar en coro o de los herederos de Haneke, pero eso más adelante, prontito, junto con las polleras y los carnavales.

Joachim, por su parte, transita la senda de lo sutil, de lo ambiguo, de esa melancolía que él define como “la incapacidad de conectar con la belleza, y de entender su cualidad marchita, que las cosas pasan y nada dura para siempre».

Joachim Trier tiene apenas 41 años y dirigió su primera película a los 32. Hijo del sonidista Jacob Trier, técnico de la película más famosa de Noruega Pinchcliffe Grand Prixe, empezó como skateboarder.  Fue filmando sus concursos y experiencias en ese deporte que se metió en el mundo audiovisual. Luego estudiaría cine en Inglaterra.

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Nacido en Dinamarca pero criado en Oslo, Noruega, es esta ciudad, Oslo, la que se convierte en origen y fin de su trabajo. Oslo, considerada como una de las ciudades más seguras para vivir y visitar, Oslo, paradójicamente, también cuna del asesino de Utoya.

Las dos películas que conforman la pequeña filmografía de Joachim nos presentan a un cineasta sólido, al que hay que seguirle los pasos como al flautista de Hamelin.

Gran parte de su éxito se debe a su guionista y amigo Eskil Vogt (siempre Eskil), cuyos guiones son tan especiales que si ya viste una película escrita por él, reconocerás su mano, así de fuerte es su estilo. Un estilo que respira además de cinematografía, literatura.

Pero empecemos, empecemos y spoileemos.

JOACHIM, EL PRIMO DE LARS

En Reprise (2006), cineasta y guionista narran la historia de dos amigos de infancia: Philip (Anders Danielsen Lie) y Erik (Espen Klouman-Høiner), ambos devoradores de libros, ambos aspirantes a escritores.

La película arranca cuando llenos de expectativa meten, cada uno, su manuscrito en un buzón.

“Aquí es cuando empieza todo”, dice uno de nuestros personajes.

Se desarrolla una realidad ideal, onírica que será sepultada por lo tangible.

Mientras Philip será publicado inmediatamente, Erik quedará a la sombra del éxito de su mejor amigo.

Philip, sin embargo, se sentirá superado por ese mismo éxito y tendrá un brote psicótico que lo llevará a oscuros periodos, depresivos, autodestructivos, exultantes.

Finalmente será hospitalizado.

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La película dará un vistazo también a los amigos de ambos, a la banda punk Kommune que en sus inicios se vestía de anti-sistémica y a la que el tiempo y la edad convertiría en una agencia de publicidad.

Habrá espacio para la tormentosa relación entre Philip y Kari, una relación absolutamente co-dependiente o para la de Erik y Lilian, relación que Erik quiere terminar una vez le aceptan su manuscrito.

Uno de sus amigos declarará: “los tipos con relaciones serias se vuelven tan débiles…Acaban como retrasados burgueses sin iniciativa”, y así se siente Erik, quiere dedicarle todo el tiempo a la escritura.

Icónico será cuando el amigo al que apodan Porno Lars, el amigo al que ven como una especie de payaso inculto, absolutamente negado para cualquier paso serio de la vida, se ponga en pareja, se vista bien y empiece a comportarse como cualquier ser humano de esa franja etárea.

Al saber que tiene novia y se ha vuelto convencional, los que fueron el grupete de amigos van a su casa y espían la ventana de Porno Lars, para descubrirlo con camisa impecable blanca y un nuevo grupo de amigos, igual de impecables.

Philip dirá: “No puedo soportarlo, es demasiado triste”.

Reprise (al igual que Oslo, 31 de agosto) dialoga con aquello que una vez fue todo y luego se convierte en nada, con esa juventud desenfrenada que tiene que mutar en responsable adultez.

Reprise habla de una generación, de realidades paralelas, de ensoñaciones, de repetir momentos, repetir sensaciones, tarea casi imposible, pero el ser humano siempre busca la repetición, revivir infancias, juventudes, amores, amistades.

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Algo en la película te hace mirar también tu propio pasado y descubrir todas las personas que se quedaron en el camino a la adultez.

A veces, solo a veces, dan ganas de seguir el ejemplo de Philip, subirte a una bici en el centro de la ciudad, cerrar los ojos y avanzar.

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Cinco años después, Joachim avanzó y en el 2011 lanza Oslo, 31 de agosto.

En Oslo, 31 de agosto se recuerda. Se recuerda una infancia, se recuerda a unos padres, se recuerda una contexto social, político, se recuerda una vida que ahora se mira ajena, lejana. Se recuerda.

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El recuerdo viene de Anders (nuevamente Anders Danielsen Lie), que a sus 34 años decide que la fiesta ya acabó y que después de la fiesta no queda nada.

Anders cayó en el pozo de la adicción, se metió de todo: drogas ligeras, drogas pesadas y pasó de ser un prometedor periodista a ser un yonqui.

La historia es tópica y típica, tanto para la vida real como para lo que sucede en la gran pantalla, sin embargo, Trier tiene la capacidad de hacer de esta historia tópica y típica una mirada profunda y desoladora a ese puente que se cruza cuando los 20s pasan. Si no fuiste capaz de cumplir el ciclo vital (estudiar, trabajar, establecerte emocional-económicamente) el futuro se convierte en días de remembranza, de recuerdo.

No hay lugar, no hay espacio para lo que la sociedad considera perdedores.

Anders se quedó detenido y sin rumbo mientras el resto de las personas de su vida siguieron adelante: su hermana lesbiana vive con su amante, sus padres venderán la casa de la familia, su ex novia Islenie trabaja en Nueva York, su mejor amigo es padre de familia y abnegado esposo, y él, él sale de rehabilitación en vísperas del último día de agosto. El día que termina el verano en Oslo.

“Siempre pensé que las personas felices debían ser imbéciles», dice Anders en una escena, añorando un poco de esa imbécil felicidad.

La cámara desenfoca a ratos al personaje, para desdibujar aun más una presencia que no pega con la veraniega Oslo.

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Anders desea suicidarse y encuentra en una frase dicha por su mejor amigo una buena justificación:

“Si alguien quiere autodestruirse, la sociedad debería permitírselo”

La película no te engaña, la primera escena es Anders intentando suicidarse, y el resto es un desesperado intento de reconectarse con su familia, con la posibilidad de un trabajo, con la posibilidad de un amor. Po-si-bi-li-dad.

Como ya dije, el relato aborda esa desesperanza de una manera muy sutil, y llegás a impregnarte de esa tristeza que no te dicen que es tristeza, sino que hace que simplemente te sintás triste.

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Anders festejará una noche de desenfreno. Beberá, conocerá una linda chica, una chica veinteañera, a la que le escupirá su vacío al decirle:

“Tendrás miles de noches como esta. Todo será olvidado”

Luego buscará el eco, el eco en un amanecer. Volverá a su casa de infancia, esa que será vendida con la vida que ya no tiene.

Al día siguiente, el verano termina pero Oslo amanecerá como siempre.

REPRISE

Lo mejor: un buen guión contado con agilidad y algo de humor Lo peor: que como el personaje es el  mismo actor que Oslo, hay escenas que se pueden entremezclar indistintamente en tu memoria La escena: los amigos mirando la ventana de Porno Lars convertido en un ser socialmente funcional Lo más falsete: … El mensaje manifiesto: todo pasa, el amor, los amigos, todo pasa El mensaje latente: lo que permanece es por algo El consejo: vela El personaje entrañable: Porno Lars El personaje emputante: Hennigen El agradecimiento: por esa mirada diáfana sobre lo que se va.

OSLO, 31 DE AGOSTO

Lo mejor: hermosa fotografía en una película abrumadora La escena: la de la bicicleta o los espacios concurridos en los que un solitario Anders se siente desconectado Lo más falsete:… El mensaje manifiesto: a veces la inhabilidad para fundirte con el mundo es demasiado peso El mensaje latente: recordar es vivir El consejo: hay que verla, mejor si después de Reprise porque están ligadas en temática y visión, la primera un poco más ingenua, esta más oscura El personaje entrañable: El vacío de Anders El personaje emputante: el vacío de Anders El agradecimiento: por su redondez, porque fotografía, actuaciones, pulso, confluye en un buen trabajo.

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3 Comentarios

  1. » y sin embargo se mueve….» creo que lo dijo algun sabio medieval respecto a la tierra que todos creian estática. Celebro tu regreso al blog que lo (y nos) tenias bastante abandonados!
    Me llama la atención como puedes «caftar» tan bien el ambiente depresivo de las latitudes nórdicas (no en vano la cuota de alcoholismo y suicidios es altisima en los paises escandinavos) cuando tu vives en un lugar con tanto sol! Las pelis no las vi porque yo escapo del cine nordico con su espectacular fotografia y sus inyecciones de tristeza como el diablo del agua bendita ! Prefiero una peli divertida de Almodovar por ejemplo 😉

    • Gracias, Pablo! lo volví a abandonar y recién regreso otra vez jejeje. Y bueno, sobre la captada de los ambientes depresivos nórdicos, me gustan mucho esas películas que te hacen pensar!! sí, a veces pueden ser muy tristes o una inyección de amargura, pero celebro las pelis que sean algo más que entretenimiento…en todo caso, no sos el único, tengo amigos que definitivamente. Yo soy fan!! y claro, siempre hay espacio para algo de Almodóvar de vez en cuando! Besossss

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