LOST IN CONTEMPLATION OF WORLD

TELEVISIÓN: The Bear

Por: Mónica Heinrich V.

Vertiginosa. Con un montaje precioso. Con un Jeremy Allen White que vale la pena ver en cada frame. Con la pérdida, el luto, convertidos en furiosa melancolía. Así es la serie The Bear.
Christopher Storer (productor, director, guionista) ha estado muy ligado al stand up. De hecho, tiene varios trabajos con Ramy, Jeff Garlin, Bo Burhnham, lo que hace aún más meritorio este hallazgo que NO bebe precisamente de eso. Porque The Bear es un trabajo maduro, sobrio, divertido, que rompe con la fórmula tradicional del relato en las series actuales. No hay cliffhangers, no hay antagonistas, ni nada que marque los episodios de una manera muy vistosa. The Bear nos cuenta lo que quiere y lo hace con una economía narrativa, anclada en su montaje y en las conclusiones que el espectador va sacando de lo que observa.

Carmen (Jeremy Allen White) era considerado uno de los mejores chefs del mundo. Trabajaba en uno de los mejores restaurantes del mundo. Había conseguido las codiciadas estrellas Michelin. Era portada de las revistas más importantes de cocina. El chico había cumplido el sueño de cualquier chef. Desgraciadamente, su hermano mayor muere y deja a su cargo el restaurant familiar, una sandwichería al borde de la quiebra y llena de deudas. The Bear toma el dolor de Carmen y lo funde con la dinámica de una estresante cocina que nunca tuvo orden, y de un “servicio” que no cumple para nada los estándares a los que está acostumbrado.

Tengo que decirles que hay muchas cosas que hacen especiales a The Bear, una de ellas es que sus personajes habitan la pantalla con tanta naturalidad que a ratos parece que estás viendo el detrás de cámara de una cocina verdadera. Sidney (Ayo Edebiri) con su eficiencia y sus ganas de aprender de Carmy, el conflictivo Richie (Ebon Moss-Bachrach) que no es un antagonista, pero que puede convertirse fácilmente en un personaje a rechazar, Marcus (Lyionel Boyce) y sus donuts, Tina (Liza-Colon) y sus celos con Sidney, y la presencia siempre omnipresente de Mike (Jon Bernthal, para siempre Shane) son algunos de los personajes que le pondrán sazón a cada episodio.

Storer no sucumbe a la tentación de colocar una historia de amor en medio, porque The Bear no la necesita. El duelo que vive Carmy y por el que pasan el resto de los empleados del local, es más que suficiente. Es sutil y duro, precisamente porque queda supeditado a la necesidad de conseguir que la sandwichería siga a flote, funcionando. Mike murió, pero hay que seguir generando dinero. Mike murió, pero hay cuentas que pagar. Mike murió, pero no podemos dejar que el negocio familiar muera con él. Mike murió, pero… hay que seguir viviendo.

Una vez leí que uno de los rubros con más problemas de salud mental y de adicciones era el de los restaurantes. SPOILER No puedo evitar pensar en el chef Marcel Keff o el mismísimo Anthony Bourdain que estaban entre los mejores chefs del mundo y se quitaron la vida. Y mientras veía The Bear y las presiones a las que se someten en cada servicio (almuerzo, cena) y las presiones con las que lidian fuera de la cocina (familia, dinero, salud), el suicidio de Mike adquiere otras dimensiones. La depresión de Carmy adquiere otras dimensiones. FIN DEL SPOILER

La serie cuenta con apenas 8 episodios, cortitos, de media hora. Debo reconocer que soy fan de la cocina, y que podría quedarme estacionada en el canal de Food Network o viendo cualquier programa de cocina o pastelería por horas. Quizás por eso para mí era tan fácil sumergirme en ese mundo y encontrarlo vertiginoso, cuando en teoría no pasa nada muy puntual en cada episodio.

Llegando al final de temporada es cuando Storer rompe un poco la sutileza con la que nos veníamos manejando y saca un as de la manga, o un conejo del sombrero, que no sé hasta qué punto tiene asidero. Lo pienso y siento que hay exceso en ese final. Habrá que esperar la segunda temporada para ver si este mundo cuidadosamente construido no empieza a tambalearse.

Otra cosa que me fatigaba eran las manos de Richie, siempre con las uñas negras, manos más cercanas a un mecánico que a un chef.

Aún así, The Bear es una serie que puede inscribirse fácilmente entre lo mejor el año. Hay detrás de cada tensa cortada de ingredientes, un dolor pulsando en los personajes que te salpica. Te deleitará de a poco, como un buen plato tendrá una explosión de sabores en cada episodio y al final ya dependerá de cada estómago quedar satisfecho o no. Solo puedo decir: Buen provecho.

Lo mejor: una serie fresca, que se siente moderna y que aporta una narrativa del duelo vertiginosa Lo peor: lo que puede suceder en la segunda temporada si es que no se mantiene el «tono» Lo más falsete: lo de las latas me pareció súper tirado de los pelos El mensaje manifiesto: podés ser exitoso y no sentirte feliz El mensaje latente: las perdidas siempre golpean El personaje entrañable: los trabajadores del restaurant El personaje emputante: hay que reconocer que a veces dan ganas de agarrar a manazo limpio a Richie El agradecimiento: por la frescura.

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3 Comentarios

  1. Lip Gallaher gringo alias Carmy en esta serie me hizo ver la mística “presencia” que se menciona propia de actores gigantes. No se que tiene, pero algo tiene. Solo se que quiero más!
    Hermosa serie, con un guión que no olvida los fundamentos esenciales de la escena (cosa rara hoy en día) me veo arrastrado a soñar cómo el talento tiene buenas chances de llegar lejos.
    Saludos señorita Monica.

    • Guillermoooo tal cual, ya se le notaba desde cuando era Lip creo jejeje. Esperemos que la visibilidad de The Bear lo ayude a tener más papeles importantes en el cine, me encantaría verlo. Y sí, qué gran serie, como hace bastante tiempo no se veía en cuanto a sencillez y a manejo de escenas.
      Arrastrémonos y sigamos soñando. Abrazo!

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