LOST IN CONTEMPLATION OF WORLD

CINE IRLANDÉS/INGLÉS: Pobres Criaturas (Poor Things)

Por: Mónica Heinrich V.

Por lo general, comienzo una reseña por el principio. Porque así nos enseñaron a las señoritas de bien. Y porque la educación judeocristiana nos habla del génesis, del origen. Pero esta vez no. Esta vez hay que hacer todo al revés.

Cuando salieron los créditos de Pobres Criaturas, dije en voz alta, con voz de doña judeocristiana: este final no puede ser el final literario. Este final NO es el final literario.

Arribé a mi hogar, ese donde Madonna dice que encontramos la luz interior. Busqué, y busqué, y llegué hasta el origen, ACÁ (volvimos al principio bíblico), de Pobres Criaturas.

Y efectivamente, después de leer la novela en una pantallita luminosa pude descansar, reposar, sabiendo que NO (con mayúscula) no era el final que el señor Alasdair Gray, a quien yo me empeño en llamar Alistair, tejió para nosotros.

Y hay muchas cosas por decir, y viene el carnaval, y recién levantaron los bloqueos, y como dijo Bukowski es difícil seguir siendo aquí en este mundo, así que destripemos Pobres Criaturas, hablemos de Lanthimos, hablemos de cejas, de cabellos interminables, de techos que parecen nubes, de baile, de pobres que «nos violarán y matarán».

Sobre Lanthimos ya tuve un derrame verbal ACÁ, donde conté cómo lo stalkeé y lo perseguí (cinematográficamente hablando). Capaz podríamos partir de ahí, de su hollywoodización. Porque toda triste historia de un director independiente tiene su villain origin en la hollywoodización. Atrás quedaron el minimalismo, los silencios, las no explicaciones, los misterios del cine de Lanthimos. Pero, aunque Lanthimos se haya hollywoodizado, sigue teniendo su impronta, esa que lo ha convertido en un director amado y/u odiado por partes iguales.

Saquemos de nuestro sistema lo que sí nos gustó o, mejor dicho, lo que rescatamos de Pobres Criaturas. Rociémoslo como espuma carnavalera. Es una película visualmente deslumbrante. Uno queda con el ojo pelado y mareado ante tanto festín visual que acompaña la cámara del irlandés Robby Ryan (La favorita, Philomena, American Honey). Juega con los lentes, juega con los zooms, juega con el color, con la música, con los sets, con el vestuario, con el maquillaje. Hay un universo muy artístico en el que la película se mueve. Podés salir del cine arrobado queriendo llegar a tu casa a llenar tu Pinterest de elementos inspo, o salir buscando con desespero un lugar donde cerrar los ojos y darles un poco de paz.

Sí, sí. Lanthimos ha hecho un viraje y se ha convertido en un subrayador serial. Le parece que una escena tiene que sentirse como si fuera espiada y pum le mete su lente viñeteado. Al pedo. Le parece que la escena grita contexto y pum pone la madre de todos los angulares (ama los angulares). Le parece que hay que hacer zoom y lo hace. Sin ascos. Cambia de blanco/negro a full color. Hasta las actuaciones, antes algo robotizadas como su marca registrada, ahora están un pelín teatrales, físicas. El tono general de la película es de un recargamiento tal que puede resultar agotador. Porque en estas disyuntivas (que no importan, pero existen) siempre hay una línea muy delgada que separa el rapto creativo del chabacanerío creativo.

Aquí, casual, siendo creativ@s.

Para mí, funciona como un todo. O, mejor dicho, Lanthimos lo hace funcionar. Me sumergí en sus VFXeadas ciudades. En los animalitos mitad perro, mitad pato o lo que sea. En las mangas abullonadas. Sufrí su música incidental que machacaba cada frame, pero reconocí el talento del veinteañero Jerskin Fendrix. Y me dejé llevar. Aún reconociendo las imposturas, esa alarma de auto parqueado sonando de madrugada.

Ahora vayamos por el guion. Lanthimos es un reincidente y ha vuelto a trabajar con el mismo equipo principal de La Favorita, eso incluye a su guionista el australiano Tony McNamara (The Great, La Favorita, Ashby).  Este guion es una adaptación de la obra homónima del escritor escocés Alasdair Gray lanzada en 1992.

En Pobres Criaturas (la de Lanthimos) resulta que hay un reputado médico, cirujano, científico llamado Godwin Baxter (William Dafoe) que tiene la carita hecha mierda. Su padre hacía experimentos en él. No soy muy fan de la silicona ni de las cosas ortopédicas que luego hacen que a los actores no se le muevan ni los labios (Hola, Gary Oldman en Darkest Hour), pero a William lo queremos y lo querremos siempre.

Este tipo le pide a otro tipo que es su alumno/fan (quiero hacer énfasis en lo de tipos, porque es clave) Max MacCandles (que es nada más y nada menos que Ramy Youseff, a quien tenía muy posesionado o poseído, escojan ustedes, por su personaje/alter ego en Ramy) que lo ayude con unas cuestiones. Que sea su asistente. Max se siente súper emocionado y honrado y va a la casa del tal Godwin. Ahí conocemos a Bella Baxter (Emma Stone) una mujer que luce como si tuviera un retraso mental. Estos dos tipos (tipos, tipos) observan a la fémina tambaleante con fascinación. La explicación es cringe/perturbadora/turbia/jodida/cojuda SPOILER: Bella se suicidó lanzándose de un puente (o eso intentó) y Godwin la recogió contrariando los deseos iniciales de la dueña del cuerpo, y la mantuvo con vida insertándole el cerebro del bebé que traía en la panza cuando se intenta suicidar. Así surge Bella Baxter, por lo que no es peregrino suponer que la Bella tambaleante del inicio tiene el cerebro de un niño/niña en desarrollo cuando conoce a Max McCandles. La primera cosa que me causó un rechazo inmediato y absoluto es cuando este fulano quiere casarse con ella. Con esta “mujer” que evidentemente tiene el cerebro de una niña, que está infantilizada y que no ha tenido aún un desarrollo completo. Además, ÉL lo sabe. El tal Godwin lo sabe ¿De qué está enamorado el señor Max? Y ojo, que la película lo vende como el personaje masculino «bueno» FIN DEL SPOILER

¿Qué me mirás, desconocido, que quiere casarse conmigo?

Tampoco entendí cómo en esa situación, en la que la balbuceante Bella habla de ella misma en tercera persona, y no puede aún hilvanar oraciones completas, parte con el personaje de Duncan Wedderburn (Mark Ruffalo). Tuve sentimientos encontrados, porque valoré la idea de que Mark Ruffalo que suele tener personajes pelotudos, de gringo nice guy esté haciendo un villano tan villano. O sea, es lo que estábamos esperando desde el Matty de 13 Going on 30.

Sin embargo, la relación también es asimétrica, aún cuando la película lo pinte de auto-descubrimiento y exploración personal del personaje femenino.

A pesar de esas diferencias más irreconciliables que las de Michael Jackson y Lisa Marie, la historia me mantenía atenta y con la curiosidad de ver hasta dónde llegaría Lanthimos… que no es conocido precisamente por los finales felices.

El guion a ratos nos quiere explicar tantas cosas sobre lo que piensa que es la liberación femenina, el empoderamiento, la sociedad, la pacatería y la insoportable levedad del ser que roza el ridículo. Creo que hay pocas escenas de películas nominadas este año que me hayan parecido más bochornosas que esa donde Bella Baxter descubre la pobreza. Y me incomoda por cómo se plantea. Esa cosa didáctica, maniqueísta (allá abajo los pobres, pobrecitos, sí, pero te van a «violar y matar») que impregna toda la película. Que también está en Barbie (tengo tantas cosas que decir sobre Barbie) Y aunque está en el libro, creo que el libro tiene un toque de ironía y humor que Lanthimos ha puesto más lineal o vacío en pantalla.

¡No! Amigo cínico negro, no puedo creer que exista la pobreza.

Sigamos.

Bella Baxter se va con Duncan, y allá en las europas pasan cosas. Cosas como la escena de baile que me encanta y que me hace preguntarme, acá en la oscuridad, por qué carajos Mark Ruffalo no quería/quiere bailar si tiene tanto swing. POR QUÉ. Bailá, Ruffalo, bailá.

Después de ese solaz, aparecen más ruidos.

El más estridente relacionado con la prostitución, cuya falla viene de origen en el libro con una mirada muy …lo voy a decir porque qué mas da: Tiene la mirada del cliente y no de quien ofrece el servicio.  Sí, seguro, los tipos realmente van a acceder a las peticiones ñoñas de Bella, y ninguno la va a humillar, o la va a agarrar a manazos, no. Sí, Bella puede manejar su vida de prostituta en los barrios bajos parisinos súper bien.

Otro ruido sería cuando la película intenta traspasar a pantalla el comentario político que impregna la obra de Alasdair. Ejemplo: las escenas de la compañera/amante socialista de Bella. Me recordó a las fallidas publicidades electorales de este bello e infausto país. O sea: no me lo digás, mostrame.

Ahora que sé sobre socialismo, tengo que verme un poquito diferente.

Bella, después, decide que sus aventurillas en París terminaron y vuelve al nido. A su creador (el que fue contra la auto- determinación de Victoria) Godwin Baxter SPOILER que está muriendo de cáncer y acepta casarse, por fin, con el mamerto de Max. Aparece el ex. Un fulano interpretado por Christopher Abbott (el de The Sinner). El sujeto que le quiso sustraer el punto del placer. Un tipo loquito que nos ayuda, una vez más, a que podamos disfrutar de lecciones sobre la diferencias sociales en su mansión con empleados abusados. Y porque Bella está muy empoderaá (diría Rosalía) lo convierte en cabra y después todos muy contentos. FINAL DEL SPOILER.

Ahí descubro en los créditos que la cuestión es basada en una novela, y pienso, medito, reflexiono que ese final no es el final. Y no.

En Pobres Criaturas (la de Alasdair), la novela es una mamushka. Tenemos al autor que encuentra unos textos de Archibald MacCandless (AKA Max) y los va intercalando con información extra, como si fueran notas de periódicos, cartas, textos sueltos que recoge y arma como un gran rompecabezas, donde intervienen otros personajes. A la vez, y muy fiel a su estilo, Alistair (¡dejame decirte Alistair!) ilustra la novela y escribe con su puño y letra algunos de los “hallazgos”. Todo en una onda juguetona que es un guiñito al gótico, y que hace referencia al nacionalismo escocés, a la vida en Glasgow, y a su crítica a las desigualdad social y económica. Los capítulos son cortitos y fáciles de leer.

Más allá de las diferencias existentes libro/película, entre la naturaleza de la relación de Godwin y Bella, de cómo decide casarse con Archibald, del tema del dinero de Duncan, del motivo real del por qué Bella regresa a la casa de Godwin, y del destino final del marido milico que no termina siendo una cabra, hay un plot twist más significativo. El editor, o sea Alasdair, o sea el narrador SPOILER llega a unos textos de la mismísima Bella Baxter que dice que todo es mentira. Que el pelafustán de Archibald/Max envidiaba su vida, sus logros, y que se inventó el tema del suicidio y del cerebro para dañarle la reputación. Ese “patético” (cito a Victoria/Bella) hombre la quiso humillar con las supuestas revelaciones. Para aumentar la confusión o el tema lúdico hay una notita final sobre la muerte de Victoria/Bella que tendrán que descubrir, que solo arroja más niebla al asunto FIN DEL SPOILER

CONCLUSIONES, RESUMEN, LO QUE IMPORTA (DIGAMOS) DESPUÉS DE TANTA CHÁCHARA

¿Se acuerdan cuando en Hollywood querían parecer menos racistas, y todos andaban subidos al carro de hagamos películas sobre la esclavitud, contemos historias de y para negros, utilicemos lo que Spike Lee denominó Magical Negro, seamos personas que parezcan mejores y finjamos que los negros realmente nos importan? Hoy en día es el turno de las mujeres, son el instrumento para lavar caras y conciencias.  En el caso de Lanthimos, su película concluye mostrándonos a una Bella en “crecimiento personal” en “evolución constante”.  Y a mí me aburre que para mostrar la «liberación femenina» el énfasis siempre está puesto en el sexo. Esto pasa porque incluso la concepción progre del sexo sigue siendo muy conservadora  y está ligada al género y al acto sexual en sí mismo, cuando el sexo debería ir ligado a lo madurativo y a la responsabilidad sexo-afectiva. Así, entre tanta ostentación «aliade», la cámara de Lanthimos llega a convertir a Emma Stone en eso que pretende denunciar. Encima, el acto final de la película se ve como una jugada muy lanzada y empoderada, y no lo es.

El universo steampunk victoriano de Pobres Criaturas sorprende, por ratos deslumbra, pero uno desearía que existiera una mejor historia detrás de tanto artificio. Para mí (capaz para vos sí) no es la mejor película de la filmografía de Lanthimos, no es la mejor del año, le falta densidad y algo más allá de sus tantos colgandijos, sin embargo, es ese fastuoso envoltorio lo que disimula sus disonancias. Su actriz (una Emma Stone en estado performático) y actores la sostienen. Su pavoneo visual distrae y seduce.

¿Será suficiente?

Lo mejor: mucho compromiso en la realización y en las actuaciones. Visualmente hermosa Lo peor: Disonante Lo más falsete: su postura auto indulgente La escena: El baile. Siempre el baile. El mensaje manifiesto: mirá, mirá esa mujer libre y empoderada El mensaje latente: la mujer es más que el sexo y lo que hace con él El personaje entrañable: los pobres que «nos van a robar, violar y matar» El personaje emputante: Godwin, Max, Duncan y el milico El agradecimiento: por el baile. Bailá Ruffalo, bailá!

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3 Comentarios

    • Ay! Se me pasó por completo la oportunidad de escribir sobre esa peli. En resumen: No la odié, pero no me parece para nada una película feminista. Tampoco me parece una película que revalorice el mundo Barbie. En realidad se cuelga de los estigmas de Barbie, los disfraza de parodia de una manera muy simplista y finge ser transgresora cuando repite los mismos estigmas (¿el personaje de Barbie se empodera pero deja de usar tacones como símbolo de eso?). Los hombres son retratados de la misma manera simplista y chabacana que han sido retratadas las mujeres en las películas que han construido el arquetipo femenino. O sea, pan para el circo. Bueno, no sé si expliqué bien el problema, capaz sí necesito una reseña bien elaborada para explicar mejor todo, pero básicamente no la disfruté, y lo de Ryan Gosling me pareció una fantochada (su nominación y la canción nominada).

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