EN CARTELERA: Puente de Espías (Bridge of spies)

En el pasado, derramé mi fétido resentimiento por esa cursi y algo preocupante película sobre el caballo de guerra (acá el indignado link: Se murió mi amigo Bronco) y luego, así como quien cuenta un evento desagradable de la vida, narré lo que sentí al ver Lincoln (acá la prueba del delito: El cazador de Oscars).

Tres años después de mi, casi pugilístico,  encuentro con Steven Spielberg, me dirijo al cine a ver Puente de Espías.

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El mundo y el ser humano me han preparado psicológicamente para las más crueles decepciones, sí, soy como el enano de Juego de Tronos cuando descubre que su padre fue el que contrató a la puta.

Ya nada importa, todo puede pasar.

Sin embargo, Spielberg ha vuelto.

Dejó los kilos de azúcar granulada, morena, y en cubitos que usó para hacer sus cuatro últimas películas y nos da a nosotros, público aguantador, algo decente.

Gracias, Stevie, estornudaremos confeti.

Más adelante habrá tiempito para analizar el discurso y el obvio paternalismo yanqui, mientras tanto aclaremos que Puente de Espías NO es una divertida película sobre el mundo del espionaje.

Olvídense de James Bond o de Misión Imposible, acá vemos una partida de ajedrez, donde la tensión política y el arte de la negociación son los grandes protagonistas.

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Esto estará lleno de spoilers, así que sobre aviso no hay engaño.

Situada en plena Guerra Fría, se basa en hechos reales y narra cómo un espía ruso, Rudolf Abel (Mark Rylance) es detenido en USA en 1957.

Los gringos son justos y buenos, sí, señor, y le dan de abogado a James Donovan (Tom Hanks), un tipo que llevaba sus añitos sin ejercer en temas criminales, tan es así que trabajaba en el sector de Seguros. El tal Donovan, que fue parte del equipo legal del juicio de Nuremberg, empieza a poner mucho (demasiado) empeño a la defensa de su cliente.

La CIA está preocupada, su empresa le da a entender que tiene que meterle al estilo boliviano: mínimo esfuerzo, la opinión pública lo ve como un traidor, porque cómo va a defender a un invasor, a un fulano que amenaza el american life style, a un hijo de puta comunista (ya está, lo dije).

Eso a Donovan le resbala como mantequilla en marraqueta porque cual buen héroe de fina estampa está más allá de egoísmos patrioteros/familiares, él intentará hacer LO CORRECTO. En el fondo es una verdad a medias, porque el hombre se enfila a lo más representativo del sistema americano y todos los discursos de la película los da en pro de la bandera y lo que él considera la esencia americana: justicia y honor.

Si algo demuestra el personaje de Donovan, aparte de una integridad a prueba de balas (literalmente), es su astucia para manejar las situaciones y a las personas, así que en busca de evitar que el ruso sea condenado a muerte le pide al juez que lo sentencie a pasar su vida en la cárcel, porque por ahí, en el futuro, lo necesitan para intercambiar prisioneros americanos.

Oh, Donovan, oráculo de la sabiduría. Nostradamus del mapa político y estratégico americano.

Al tiempito, un gringo que está entrenado para morir en misiones estúpidas es tomado prisionero por los rusos. Momento muy oportuno para intentar canjearlo por el ruso que se pasa el día fumando, pintando cuadritos y siendo muy bien tratado en las cárceles americanas.

Luego resulta que un estudiante de Yale que decide hacer su tesis en la convulsionada Alemania, es apresado en Berlín del Este por espionaje.

Cartón lleno. Dos americanos, un ruso y el famoso puente de los espías: El Puente Glienicke, testigo de tantos canjes.

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Como la paranoia era el ingrediente básico en el que se cocinaban las acciones de esa época, la CIA propone enviar a Donovan a hacer las negociaciones de intercambio, porque claro, ni los rusos aceptan que el ruso que tienen ellos es espía, ni los americanos quieren darle importancia a los rusos/alemanes comunistas negociando oficialmente.

Donovan nuevamente se pliega a los intereses americanos y va hacia Alemania a hacer historia.

Visto desde afuera, todo se ve muy ridículo y complicado al pedo, pero bueno, así nomás eran las cosas.

El guión es de Matt Charman, que hasta la fecha se lo conoce por escribir episodios de un par de series y la película Suite Francesa. A él se unieron nada más y nada menos que los hermanos Cohen.

Están leyendo bien, dos estilachos (Spielberg vs Cohen) diametralmente opuestos chapoteando en la misma piscina.

¿Resultado?

Una película cuya primera parte es bastante pausada, enredada en los vericuetos legales de la defensa del ruso y que luego se desdobla en algo parecido al suspenso cuando Donovan parte hacia Alemania para hacer las negociaciones.

Las escenas del entrenamiento del piloto Francis Powers tienen tan poco peso que bien pudieron eliminarse, y dejarnos solo con su aparición al final. Igual, su desarrollo está destinado a mostrarnos a los salvajes rusos torturándolo mientras Abel, en las civilizadas prisiones americanas, duerme tranquilo.

Lo que más puede incomodar o hacer ruido de Puente de Espías es su falta de un género a todo trapo, ya que navega por el suspenso, por el cine político, por el melodrama con mucha tibieza. Es una película sin fuerza. Correcta en la forma, pero que carece de sorpresas.

Steven y Tom nos venden a un Donovan impoluto, sagaz, siempre un paso delante de todos, del lado de los rusos el director de la KGB (Mikail Gorevoy) y el famoso señor Vogel (Sebastian Koch) no parecen dar pie con bola. Son retratados como interlocutores algo torpes, ingenuos y a los que fácilmente se les puede tomar el pelo. La negociación termina siendo una bajada de mano de Donovan, que según la película, pone a ambos personajes contra la pared para terminar llevándose a los dos gringos.

Al final del día, Donovan paseará horrorizado por la Alemania Comunista y presenciará los fusilamientos de gente que intenta cruzar el infame muro de Berlín. Elipsis temporal de por medio, volverá a la segura Norteamérica donde unos chicos cruzan de barda en barda buscando una pelota, porque sí, allá pueden, son libres y nadie los va a matar.

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Las más de dos horas que dura Puente de Espías se pasan con relativo entretenimiento y poco rencor. Saldrá el letrerito que nos dice qué pasó con los personajes después, así sabremos que Donovan también fue enviado a Cuba a negociar la liberación de unos 1.100 presos por el incidente de Bahía de Cochinos y que al final, después de repetidos encuentros con Fidel Castro, terminó liberando a  9.600.

Uno se queda pensando que Donovan fue tan capo que hasta a Castro se lo echó al bolsillo.

Lo que el letrerito no cuenta es que Castro pidió a cambio más de 50 millones dólares en alimentos y medicina para Cuba, con un folio de casi 30 páginas especificando las características de la entrega.

Encima, la CIA intentó convencer al gringo de que asesine a Castro impregnando de tuberculosis y de otras cositas un traje de buzo que el cubano le había pedido como favor.

Nada, queridos, Donovan se rehusó de pecho y mandó a comprar el traje de buzo para entregárselo personalmente.

Esa es otra película.

Los créditos salen y ves que Spielberg ha trabajado con su director de fotografía de siempre: Janusz Kaminski. Con él filmó al estilo clásico, en 35 mm. Aunque la película está dotada de climas y escenas compuestas de forma bonita e interesante, no recuerdo nada que me sedujera hasta el WOW.

En el apartado musical, esta vez prescindió de John Willimas que trabajó a su lado desde El Color Púrpura, en su lugar entró Thomas Newman (Wall-e, Skyfall).

Nuevamente, todo está muy hasta ahí, muy tibio, quizá lo más notable de Puente de Espías es el juego de actuación de Tom Hanks y del inglés Mark Rylance, este último unos dos escalones más arriba de Hanks.

Así concluye la última película de Steven Spielberg.

Desde Munich es lo más decente que ha dado al cine. Sin apasionamientos entretiene y consigue que uno se interese por la historia. Casualmente, diremos, viene muy al dedillo del resurgimiento del tan temido enemigo ruso.

Y no, no hay mucho que exigirle ideológicamente  a un tipo que ha hecho películas como Rescatando al soldado Ryan, War Horse y Lincoln. Sabemos que este pato si no es pato conoce el camino a la laguna.

Mónica Heinrich V.

Lo mejor: Mucho más digerible que sus últimas películas.

Lo peor: tibia. nunca termina de lanzar esa explosión que necesita para destacar.

La escena: las de negociaciones. 

Lo más falsete: el retrato algo tosco y obtuso de algunos personajes.

El mensaje manifiesto: La cobardía termina con la integridad

El mensaje latente: La integridad puede cambiar una situación

El consejo: para ver subtitulada, debe perder mucho doblada.

El personaje entrañable: Donovan, hay que reconocer que el gringo fue toda su vida una oda a la corrección.

El personaje emputante: el de la CIA, el estudiante boludo de Yale.

El agradecimiento: porque no hay una historia de amor pelotuda ni besos apasionados en medio del peligro.

CURIOSIDADES

Se construyeron casi 300 yardas de muro de Berlín para la película.

Tuvo un presupuesto de 40 millones dólares.

La historia del intercambio captó el interés de Gregory Peck que estaba dispuesto a hacerla, sin embargo los conflictos políticos de la época hicieron que Peck deseche la idea.

Es la cuarta colaboración entre Spielberg y Tom Hanks.

Es la segunda colaboración entre Spielberg y los hermanos Cohen. La primera fue cuando Spielberg produjo True Grit.

Se filmó durante 12 semanas entre Nueva York, Berlín y Polonia.

Abel fue delatado por su asistente, un espía soviético que se gastaba el dinero en drogas y prostitutas. Después de varios años, Abel se queja a la KGB de la ineptitud del espía que es su subalterno. Moscú lo llama para hacer una investigación en la que solo puede tener dos destinos: la cárcel o la ejecución. El acusado decide negociar con USA y es cuando traiciona a su jefecito Rudolf Abel.

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6 Comentarios

  1. La pelicula tiene bastante buena prensa en Alemania. Buen reflejo historico de la epoca de la guerra fría!

    P.D.: Primera vez que leo que la longitud de la «Muralla de Berlin» sea medida en yardas…

  2. Pablo! pues sí, le ha ido muy bien en crítica. Sobre las yardas, así estaba en una página de curiosidades donde saqué el dato jejeje

  3. Hace muuuuchos años vi una pelicula sobre el mismo evento, si no me equivoco llevaba el nombre del modelo de avion en el que se estrello el piloto americano, a ver si esta pelicula la siento tan buena como cuando vi la anterior. Sds.

    • David, pues la historia del piloto americano es interesante también porque ellos estaban entrenados para suicidarse antes de que los agarren y él no lo hizo…a ver si te esta te gusta, la temática es muy atractiva en sí misma, pero a veces quien la lleva a la pantalla gigante no lo logra transmitir. slds!

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