CINE: Mujercitas (Little Women)

Por: Mónica Heinrich V.

Vamos a empezar con lo banal, y con datos hmmm “cuestionables”. Un día, rebotando en el cable, me estacioné descaradamente en un episodio de Dawson´s Creek, la serie teen noventera por excelencia. La efervescencia de los espectadores había logrado que tuviera una vida superior a las dos o tres temporadas y que los protagonistas (chicos de colegio) llegaran a cursar la universidad. Ahí estaba Katie Holmes interpretando a ese insufrible personaje llamado Joey Potter. Joey, en un aula universitaria decía suelta de cuerpo que su libro favorito era Mujercitas, y que de hecho su nombre se lo habían puesto en honor a la gran Josephine March. Lo que se desató fue una humillación pública que consistió en decirle a la tal Joey que Mujercitas no era una gran novela, que era machista, misógina y retrataba a las mujeres como un montón de mamertas sometidas, o algo así. Hasta ese momento, Mujercitas habitaba en mi memoria en un cuarto especial, el cuarto del primer libro. Y me pregunté si el estúpido profesor de Dawson´s Creek tenía razón, y me respondí, que no, que el estúpido profesor de Dawson´s Creek no tenía razón. Que Dawson´s Creek jamás tendría razón en nada. O tal vez, un poco sí, pero no completamente.

Rememoremos datos menos banales e igual de cuestionables. Empecé leyendo Mujercitas a los diez años, fue mi primer libro serio con más letras que dibujos y seguí con Las Mujercitas se casan (Aquellas Mujercitas en otras ediciones), Hombrecitos  y Los Hombrecitos de Jo. De ahí pasé a los otros libros de Louisa, Bajo las lilas, Jack y Jill, Una chica a la antigua, Una chica a la antigua se enamora y bla bla bla. Louisa fue una escritora prolífica y la mayor parte de su literatura fue dedicada a las “niñas” con todos los estereotipos y clichés que eso acarreaba.

Lo que hay que saber de Louisa es que escribió Mujercitas por encargo, no bajo un ímpetu similar al de Josephine March por retratar su vida familiar, sino a pedido de su editor que deseaba un obra para “niñas”, con todos los estereotipos y clichés que eso acarreaba. Ajá, ajá. Alcott era práctica y pendeja, además necesitaba quintos, así que no se hizo mucho lío. Aunque el tema no la entusiasmaba lo escribió. Y no le interesaba porque ella era en sí un ejemplo de mujer atípica a su momento histórico, una tipa que se obligó a escribir con la mano izquierda para cuando su derecha se le acalambrara y el género que la llenaba era el suspenso, escribía relatos de ese estilo con un seudónimo.

Así y todo, Mujercitas se publicó en 1868 y sí, gente de bien, para su época rompió moldes. Y además, hizo que nuestra amiga escritora pase de ser pobre y desconocida a ser una de las personas más queridas de Estados Unidos. El personaje de Jo con actitudes descritas como más varoniles, que detestaba la idea de casarse y que vivía soñando con ser una famosa escritora, en una época en la que el destino “social” de toda mujer era el matrimonio, es cuando menos revolucionario. Un alter-ego de Louisa que nunca se casó. Si bien el resto de los personajes son más conservadores o mojigatos, las actividades de las March que disfrutaban la lectura y las artes, tampoco eran el modelo femenino a seguir de su tiempo. Bueno, ya…Meg era toda una construcción de la esposa «perfecta» destinada a complacer a su esposo, el buen John. Pero Meg queda viuda y quizás la única de las March que cumple la función social de ser «la señora de» es Amy. Esto es importante saberlo y digerirlo, porque Mujercitas en su primera parte fue una obra que no estaba destinada a nada más que copar un segmento, y luego de su éxito fue requerida una segunda parte en la que el editor cojudo exigió que todas las heroínas deberían casarse, cosa que Alcott aceptó. Para ella, el asunto era un negocio. 

A los ojos poco sometidos y nada mamertos de lectores más avispad@s, es evidente que la obra de Alcott sonará edulcorada y conservadora, habrá hasta quienes miren con rencor a esas damitas bien portadas que eran las March, quienes digan en voz alta «no me representan», pero no hay que olvidar su contexto y quizás ese sea el desafío que tenga cualquier cineasta al intentar llevar a la pantalla Mujercitas.

La cineasta Greta Gerwig parecía la persona ideal para el trabajito. Greta dirigió Lady Bird en el 2017, una película coming of age finamente filmada. Admiré la capacidad de dirección de Greta y su indiscutible talento, aunque  estoy harta de esos personajes “millenials irreverentes” que en realidad son adolescentes malcriados. 

Mujercitas supone su segunda película como directora. Greta escribe la adaptación del guion, y para eso junta un poco de Mujercitas (hasta la cura de Beth), Las Mujercitas se casan (hasta el final) y parte de Hombrecitos de Jo (Jo escribiendo su libro y siendo exitosa). Lo que se admira a simple vista es lo que hizo con la cámara junto a su director de fotografía Yorick Le Saux (Personal Shopper, Bigger Splash)por ejemplo, la primera escena en la que vemos la espalda de Josephine March afuera de la puerta de su editor es muy reveladora del tono general que tendrá la película.

Greta decide contar Mujercitas entre el pasado y el presente, el presente se mostrará con una paleta cromática azulada y gris, mientras que el pasado será luminoso y cálido en referencia a la infancia como el territorio más feliz. Una solución al flashback atinada. Sin embargo, eso le quita a la historia la capacidad de desenvolverse más efectivamente como una película “de crecimiento”, y la convierte en una especie de película episódica. Por eso es que algunas escenas claves del libro se desarrollan sin crear los climas necesarios para su impacto emocional, como la escena del hielo y Amy, o la enfermedad de Beth, o el regreso de Papá March o hasta la relación de Jo con el profesor.

Lo que sí podemos celebrar es el casting para Jo, esa gran actriz que es Saoirse Ronan (Lady Bird, Brooklyn, Lovely Bones) da vida por completo a la emblemática Josephine March. Amé a esa desenfadada e irreverente Jo.  En cuanto a Emma Watson (Harry Potter) en su momento pensé que Hermione nunca podría ser Meg March, me equivoqué. Emma consigue sobreponerse incluso al hecho que parece menor que alguna de sus hermanas. Eliza Scanlen (Sharp Objects) como Beth tampoco incomoda, aunque su paso por la película es demasiado ligero para que tenga el peso real que tiene en la vida de Jo y su familia. ¡Estamos hablando del personaje que hizo que Joey (Matt Le Blanc) metiera el libro al freezer en Friends! Pero bueno, Scanlen sí podría ser Beth March aunque el guion de Greta no haga mucho a favor de ella. Hasta la excesivamente vivaz Laura Dern (Marriage Story) como Marmee, o la afectada Meryl Streep como la Tía March consiguen zafar en ese imaginario que tiene el lector promedio de Alcott.

Sí, sí. Greta dirige esta Mujercitas con elegancia, la escena del baile es divina, Jo y Laurie haciendo de las suyas entre los ventanales, la luz o la ausencia de luz que los enmarca; el montaje paralelo (una especie de efecto espejo) de la infancia con la recuperación de Beth y la adultez con la muerte de Beth, fue lindísimo.

Hasta puedo admirar las agallas de Greta de romper la ficción al incorporar la exigencia que tuvo Alcott para escribir “finales felices” para sus protagonistas y casarlas a todas en su libro Las mujercitas se casan que en inglés se tituló Good Wives. Lo admiro, porque le da un toque interesante a la trama y porque además bebe de la realidad y trata de convertir el libro más conservador de Alcott en algo más.

Pero, como siempre, en toda esta irreverencia hollywoodense quedan los vestigios de la industria, esa industria que sigue los preceptos que en su momento fueron exigidos a Alcott como escritora. Greta no pudo resistirse a poner como Laurie Lawrence al carilindo del momento, un Timothée Chalamet que parece una más de las hermanitas March y al que es muy difícil asumir como el posible interés amoroso de dos de ellas. También, una de las bromas finales de la pluma de Alcott sobre la exigencia matrimonial a sus protagonistas, fue casar a Jo con un personaje absolutamente opuesto a lo que se espera de un personaje romántico de novela, el profesor Bhaer es descrito como un hombre mucho mayor que Jo, se dice que hasta cercano a la edad de Papá March, con las ropas raídas y viejas, pobre, pero al que Jo termina amando. En la novela, Laurie hasta llega a decir “¿Qué le ve a ese viejo?”.  Greta (o el estudio) no se anima a poner a semejante ser en pantalla al lado del carilindo Chalamet y la encantadora Ronan. Su lugar lo ocupa un enrulado y francés Louis Garrel, que compite en hidalguía y buen ver con todos los otros hombres del casting. Otro detalle no menor, es obligar al espectador a fingir que cree que una actriz de 24 años como Florence Pugh es Amy March, de 12 años y además nominarla al coso dorado como Mejor Actriz Secundaria. Y ya por si fuera poco, el contexto histórico de la Guerra Civil americana también es pasado por alto o por lo menos por un tamizador en el que solo vemos acciones ñoñas de Marmee. ¡No, Greta! No.

En 1933 se hizo la primera versión cinematográfica de Mujercitas, ahí vive la mejor Josephine March hasta el momento interpretada por Katharine Hepburn. Dirigida por George Cukor tiene el encanto del blanco y negro, aunque resulta mucho más apegada a lo clásico de la novela. En 1949, un insípido Mervin Leroy lo intentaría nuevamente, esta vez con Elizabeth Taylor interpretando a una hermosa Amy March.  En 1994, Gillian Amstrong parecía que lo lograría con Winona Ryder interpretando a Jo, Christian Bale interpretando a Laurie, y Susan Sarandon interpretando a Marmee, ¿y adivinen qué? esos grandes nombres fueron metidos dentro de la película más plástica de todas las versiones. Sosa, sin chiste y genérica. Para ser sincera, seguí con mucho más interés la versión anime de la novela. Desde Japón y en 48 episodios de casi media hora, las March se veían más vivas que nunca y con el espacio dramatúrgico suficiente para no ser reducidas al cliché femenino o al cliché feminista bajo el hechizo del dibujo nipón.

Volviendo al trabajo de Greta,  su Mujercitas es la que tiene más personalidad visual y cinematográfica. Tanto en la cámara, como en el hermoso vestuario como en el cuidado del arte, hay una visión que la hace diferente. Lo que no es poco ¿Alcanza para que trascienda? Es una pregunta que queda para ustedes espectadores avispados. La prensa «especializada» insiste en llamarla la “versión feminista” de Mujercitas. Un mote que se extiende a la labor como guionista de Greta que víctima de las expectativas de ESTA época exageró algunos de los discursos progres de Jo y adelantó temporalmente los libros para que la realización personal de Jo calce mejor con el siglo XXI. Capaz que Alcott se hubiese reído de esos vanos esfuerzos.

Lo mejor: finamente filmada Lo peor: no termina de desarrollar el peso dramático de las escenas icónicas del libro y se vuelve condescendiente y muy autoconciente de su papel en la actualidad  La escena: la del baile, el mar Lo más falsete: el profesor Bhaer, Amy de 12 años, Laurie El mensaje manifiesto: los clásicos son clásicos por algo el mensaje latente: Ninguna verdad puede observarse sin su contexto El personaje entrañable: Jo El personaje emputante: el profesor Baer (igual me empujaba en el libro por moralista, entremetido y ridículo) El agradecimiento: por bellas escenas.

CURIOSIDADES

Hay un libro interesante que se llama El Legado de Mujercitas, construcción de un clásico en disputa de Anne Boyd, no pude encontrar su versión virtual, pero si les interesa, está para comprar en amazon.

Simone de Beauvoir escribió en sus diarios: “Hubo un libro en el que creí ver reflejado mi futuro: Mujercitas de Louisa May Alcott. […] Me identifiqué apasionadamente con Jo, la intelectual. Brusca, huesuda, Jo trepaba a los árboles para leer; era más varonil y más osada que yo, pero yo compartía su horror por la costura y el cuidado de la casa, su amor por los libros. Escribía, para imitarla mejor compuse dos o tres cuentos”.

Jackeline Durrant, la directora de Vestuario de Mujercitas, diseñó el vestuario de Laurie y de Jo bajo la misma idea, como si los personajes compartieran ropa. 

Florence Pugh acababa de filmar Mindsommer cuando empezó a grabar su papel de Amy March, luego de haber pasado por ansiedad y estrés en esa filmación ser una de las March fue casi una terapia para ella.

Greta estaba embarazada de seis meses cuando el rodaje terminó.

Emma Watson asumió el rol de Meg después de que Emma Stone abandonará el papel por conflicto de rodaje con La Favorita, curiosamente Emma Watson abandonó La La Land por filmar La Bella y la bestia de Disney, dejándole el papel a Emma Stone. 

A pesar de que Mujercitas es un clásico americano ninguna de las protagonistas es americana. Emma Watson (nacida en Francia) y Florence Pugh son inglesas, Saoirse Ronan (nacida en el Bronx) es irlandesa y Elizabeth Scanlen es australiana. 

A nivel de vestuario, cada hermana March tuvo una paleta de colores a su disposición: Meg, lavanda y verde; Jo, rojo e índigo; Beth, rosa y café; y Amy, tipos de azul. Marmee vestiría una combinación de esos colores.

Sony Pictures rechazó adaptaciones escritas por Olivia Milch y Sarah Polley. 

Se filmó enteramente en Massachusetts.

Es la versión de Mujercitas que más nominaciones ha recibido. Seis. 

 

 

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