LOST IN CONTEMPLATION OF WORLD

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literatura - page 5

Los perros ciegos del sol

Por: Mónica Heinrich V.
sobre La carretera (2007)

Al despertar en el bosque en medio del frío, y la oscuridad nocturnos había alargado la mano para tocar al niño que dormía a su lado. Noches más tenebrosas que las tinieblas y cada uno de los días más gris que el día anterior. Como el primer síntoma de un glaucoma frío empañando el mundo. (La carretera)

Cormac McCarthy pertenece a esa rara estirpe de escritores que huyen de los reflectores, de la fama, del mundanal ruido.

Al igual que Salinger (de quien hablaré cuando cesen los homenajes) y Thomas Pynchon, Cormac se caracteriza por vivir alejado del ojo público, celoso de su privacidad y según sus propias palabras, sin importarle que lean o no lean sus libros.

Y es que este escritor ha sabido construir un imaginario por el que cualquier lector se sentirá seducido. Una prosa que a veces se olvida de la puntuación convencional, donde priman los párrafos pequeños para describir situaciones. Muy poco ornamentada. Sencilla, simple, pero certera.

Aunque relate un glorioso y soleado día, su estilo hace que el corazón se te encoja en el pecho. Derrama melancolía, como expresé en mi opinión sobre la versión cinematográfica de No es país para viejos (basada en un libro suyo).

Hay una resignación, algo que te hace pensar que quien escribe no es un joven, un veinteañero o treinteañero que experimenta el lado salvaje de la vida. No. Lo que Cormac escribe tiene que ver con la desolación, el desencanto de un alma adulta.

La Carretera (The Road) te envuelve en una oscuridad de la que es difícil deshacerse. Sitúa la acción en un ambiente apocalíptico. Algo (nunca se llega a saber qué) hizo que la tierra cambiara, que el fuego consumiera campos o ciudades, dejando ceniza y frío; que la ¨civilización» que hoy conocemos sea un vago recuerdo, casi un sueño del que ahora es complicado discernir qué fue real. En este mundo post-desastre, los hombres comen hombres. No hay animales ni comida. Todo está devastado, barrido por una fuerza superior que hace imposible creer en Dios.

¿Se imaginan? ¿La bestia humana suelta, sin ataduras, en una situación precaria, con el único objetivo de sobrevivir?

Nuestros protagonistas son un hombre y un niño, padre e hijo. Nunca tendrán un nombre. La tragedia no permite individualizar. Cormac se referirá a ellos como el hombre y el chico. Ambos deambulan famélicos por la carretera, intentando llegar a la costa, al mar, con un disfraz de esperanza que nunca se consigue concretar.

Mientras la lectura avanza, te consume el latigazo emocional de la Nada. Padre e hijo caminan, viven, respiran, pero sin una razón, rodeados de cadáveres, asesinos y caníbales, el sinsentido da paso a pequeños vestigios de ¿esperanza? ¿alegría? No sé, siento que en este relato no hay espacio para ramalazos de felicidad. Encontrar comida cuando estás desfalleciendo de hambre, podría ser una luz, pero en este caso sólo alarga la tortura, el no saber. Alarga esa carretera que parece interminable llena de atemorizantes y desconocidos peligros.

Salió a la luz gris y se quedó allí de pie y fugazmente vio la verdad absoluta del mundo. El frío y despiadado girar de la tierra intestada. Oscuridad implacable. Los perros ciegos del sol en su carrera. El aplastante vacío negro del universo. Y en alguna parte dos animales perseguidos temblando como zorros escondidos en su madriguera. Tiempo prestado y mundo prestado y ojos prestados con que llorarlo.

Hay escenas que te dejan con el alma rota, quebrada por un momento, mirando el papel como si fuera un martillo. En medio de ese caos, de ese mundo sin Dios, el hombre y el chico conservan un amor puro, filial, que contrasta de manera marcada con lo grotesco y lo inhumano que los rodea.

Son 210 páginas en que acompañás a ambos personajes, sufrís el hambre, el miedo, el dolor, el vacío, el cansancio. El final llega, para algunos, sin fuerza, como el final de un mal chiste. Hay quienes lo rotulan de happy end, de cursi, de fake. Para mí, lo contrario. Un final abierto, tétrico en su continua incertidumbre, que nos vende la idea que puede ser que la cosa mejore, pero ¿cómo estar seguros? ¿puede mejorar? Creo que no. El final es como empezar el libro de nuevo. Un círculo donde de haber continuación, seguramente tocaría la misma melodía.

Otro detalle que se le ha criticado es que el tema ya ha sido usado por n escritores de ciencia ficción, que se ha visto en n películas, no digo que no, es verdad, el tema del ser humano sobreviviendo en un mundo hostil ha sido tocado muchas veces. Pero si usáramos ese argumento, podríamos decir lo mismo de las historias de amor, de envidia, de guerras, en el fondo todas son lo mismo, lo que las hace diferente es la manera en que las cuentan (escritores) o las filman (directores).

No importa si Cormac ahora sea tildado de escritor de masas, me parece que su reputación de uno de los escritores americanos contemporáneos más relevantes es correcta. Tiene su estilo, su «voz», y es tan personal que podría contar la historia más cliché del mundo y aún así hacerla especial.

En este libro consigue sacudirte. Te conmueve la sacrificada marcha de padre e hijo, la constante referencia al fuego que llevan dentro, como si en el fondo todavía creyeran que en ese mundo que ya no es mundo, existieran aún la bondad, el amor.

Vamos, dijo el hombre. Todo irá bien. Te lo prometo.
Pero al inclinarse para mirar la cara del chico bajo la capucha de la manta mucho se temió que algo había desaparecido para siempre, irremediablemente.

Cormac es un gran escritor. Cuando terminé de leer La Carretera, me quedé perpleja y absurdamente triste.

Luego abracé al libro. Hacía mucho tiempo que no abrazaba un libro.

LO MEJOR: Conmueve
LO PEOR: Conmueve demasiado
LO MAS FALSETE:
LA ESCENA: cuando el chico ve al otro niño, cuando vieron al perro, el viejo de la carretera y cuando el niño le pide a su padre que lo lleve con él.
EL MENSAJE MANIFIESTO: El fuego sobrevive a la barbarie
EL MENSAJE LATENTE: Pero la barbarie reinará
EL CONSEJO: read it
LA PREGUNTA: ¿qué tal estará la película?

CURIOSIDADES

– El libro ganó el Pulitzer en el 2007.
– Cormac concedió (milagrosamente) una entrevista a Oprah que hasta hace un par de días se podía ver en youtube, desgraciadamente el copyright dejará con las ganas a los que deseen verla.
– A Cormac no le gusta explicar cómo escribe sus libros o de cómo nacen las ideas, ya que dice que todo lo que está escrito es lo que es. No hay nada que agregar. Sin embargo, en la entrevista concedida a Oprah comentó que la relación que tiene con su hijo sirvió como referente para el profundo amor que el hombre y el chico se profesan.
– Entre sus trabajos más destacados se encuentran ‘Todos los hermosos caballos’, primero de una trilogía y galardonado con el premio literario más importante de EEUU, el The National Book, al que siguieron ‘En la frontera’ y ‘Ciudades en la llanura’.
– Dice que no le gusta juntarse con escritores y que prefiere a los físicos.
– A finales del año pasado se estrenó la versión cinematográfica protagonizada por Viggo Mortensen (MI Vigo) y Charlize Therón. El director es un australiano que supuestamente tiene una muy aceptable ópera prima. Parece ser que Londra Films presentará la película en estas semanas. La espero con ansias y preocupación.

Desde mi cielo (Alice Sebold, 2002)

Y bueno, estaba más emocionada que perro en camioneta cuando me bajé de internet este libro (yes, mátenme amantes del copyright) Todo porque Peter Jackson se basó en este libro para su último filme Lovely the bones, y yo pensaba que si Peter lo eligió tendría que estar jodidamente bueno. Además, las reseñas regadas en internet lo avalaban y diversas revistas habían nombrado al bendito libro como uno de los mejores del año en que salió (2002). Ya ven hacia dónde me dirijo? Sí. Resulta que la primera mitad del libro está muy bien escrita.

Cuando empecé pensaba que estaba ante una gran obra. La idea de contar la historia del asesinato y violación de Susie Salmon y cómo el trágico hecho afectó a su familia y entorno, contarlo desde la perspectiva de la misma Susie, en primera persona, me pareció interesante. Me creí todo, Susie adolescente empezando a relatar la historia desde una especie de limbo, donde impotente seguía el desarrollo de lo que pasaba en el mundo de los vivos.

Susie es una adolescente que es salvajemente violada, cuyo cuerpo desaparece mientras su asesino queda libre. La policía sin pistas ni pruebas para hacer nada, se ve sobrepasada por el caso, su familia es incapaz de superar el terrible hecho, y conforme va pasando el tiempo las heridas que deja su desaparición se vuelven más notorias. Su vecino, un hombre enfermo, pedófilo, se campea a vista y paciencia de todos buscando una nueva víctima. Susie nos cuenta todo.Muy bonito. Hasta me arrancó una que otra lágrima (I know, ando más llorona que embarazada)… Y luego, después de envolvernos con esa mágica historia, después que le creés todo a Susie, a Alice, al pinche cielo, después se va al chancho con impulso. Pareciera que la autora no supo cerrar su historia, y luego de regalarnos etapas muy bien contadas, empieza a escribir parrafitos donde pasan meses o años. Muere Alice! Muere!! No podés. Ya lo de hmmm le voy a dar un nombre clave para que los que no lo han leído no lo huelan, lo de «Linda Blair» me pareció el colmo, tuve ganas de botar mi laptop por la ventana. Y siguió decayendo en las aguas oscuras de la falta de inspiración. No sé qué habrá hecho Peter Jackson, pero si yo fuera él, filmaba la película hasta la mitad y le quitaba todas las cosas estrafalarias que vienen después. En definitiva, un libro para leer hasta la mitad. Sí, han leído bien. Esa es mi recomendación. Gracias.

El desbarrancadero (Fernando Vallejo, 2001)

Ganadora del Premio Rómulo Gallegos 2003, esta obra se caracteriza por ser como un vómito, un escupitajo de su autor. A Vallejo se lo conoce por su gran gran libro La Virgen de los Sicarios, que incluso fue llevada al cine. Su estilo es irreverente, oscuro, soez, uno se imagina a Vallejo como alguien muy amargado, solitario, desconectado del resto. Generalmente, las obras de este escritor colombiano tienen un toque autobiográfico, y en El Desbarrancadero nos cuenta la experiencia que significó la muerte de su hermano Darío, aquejado de SIDA.

Ahí conoceremos a La loca (como llama despectivamente a su madre), el autor reflexionará de manera virulenta acerca del sinsentido de la vida, acerca de la gran mentira que es la iglesia, Dios y esgrimirá con rencor insultos contra el Papa Juan Pablo II. Nos contará cómo inició a su hermano en el mundo homosexual (él también es gay) y su gusto (de ambos) por los muchachos jóvenes. Pero detrás de esta ira contra todo y contra todos, veremos la agonía de dos hermanos. De Darío, al que se le escapa la vida irrevocablemente gracias a esa terrible enfermedad y de Vallejo, que impotente intenta de maneras descabelladas hacer más llevaderos los últimos momentos de su hermano.

En un párrafo, Vallejo escribirá:
cuando me llamó Carlos por teléfono a México a informarme que le acababan de apurar la muerte a Darío porque se estaba asfixiando, porque ya no aguantaba más y rogaba que lo mataran. Y en ese instante, con el teléfono en la mano, me mori. Colombia es un país afortunado. Tiene un escritor único. Uno que escribe muerto.

Fuerte no? El libro es eso, un homenaje a Darío, a un hermano. Se siente más como una catarsis del autor que embargado por el dolor recorre su memoria, reviviendo a ese que muere de SIDA. Y de paso, salda viejas deudas reconstruyendo en el papel su vida familiar, su relación con Colombia, su ausencia de nexos con eso que alguna vez fue su lugar de origen. Lo que te deja El Desbarrancadero es como su nombre, que suena a muerte, una muerte con la que Vallejo convive y a la que le habla.

Escrita con ese estilo corrosivo que le ha valido al escritor colombiano seguidores y detractores, a ratos se torna repetitivo, y de tanto repetirse puede sonar a algo similiar a una catarrera, pero no. Las palabras elegidas son las justas para el relato. Terminada la lectura sólo podés pensar que Darío y Fernando están muertos.

La reina en el palacio de las corrientes de aire (Stieg Larsson, 2009)

Decepcionante tercera parte de la famosa trilogía Millenium. Los que nos habíamos quedado con ganas de ver a Lisbeth Salander, por lo menos en ese plano quedamos satisfechos. El gran problema de la saga en general, es que aunque resulta adictiva la historia es poco coherente, y mientras más le avanzás más agua echa. En el libro anterior habíamos dejado a Lisbeth baleada y perseguida por la policía bajo sospecha de ser una agresiva asesina, mientras el bolas tristes de Mikael andaba queriendo ayudarla.

Esta tercera parte es lo mismo. Pero Lisbeth se la pasa todo el libro en el pinche hospital, Mikael sigue intentando ayudarla, su hermana se convierte en abogada de Lisbeth a pedido suyo, y paralelamente nos cuentan una historia bastante estúpida en la que Erika Berger es acosada. Mientras que el tomo 1 y 2 prácticamente me los devoré, esta entrega es aburridísima, hizo que lo leyera de a poco, mientras intercalaba con lecturas un poco más estimulantes. El personaje de Mikael se vuelve insoportable, y su papel de macho galán que se acuesta con todo lo que se mueve, me parece casi patético.

Lisbeth, a quien ya conocemos sus mañas y rarezas gracias al tomo 1 y 2, aparece bastante desdibujada, y ni siquiera ella consigue levantar una novela flojita. Dicen que la pareja de Larsson (el escritor que ya murió) tiene 200 páginas del 4to. libro. Ojalá y jamás vean la luz.

Sobre los rumores desatados en Suecia acerca de la autoría real de la saga, no sé qué tanto discuten. La trilogía es adictiva pero no está escrita con una maestría sin igual, de hecho a nivel de estilo es bastante pobre aunque compensa el trabajo periodístico del que hace gala. Una pena que el cierre de una historia que prometía finalice en picada.

Lovecraft

Para que nos dejemos de huevadas, y dedicado a todos los fans de Stephanie Meyer que me envían cariñosos mensajes al mail deseándome una muerte lenta y dolorosa, aquí les dejo a H. P. Lovecraft…señor de señores. Oscuro escritor americano, conocido por ser un maestro de la ficción terror.
Quienes estén pensando que este muchachón es un vulgar Stephen King…ERROR.
A este sujeto le debo grandes grandes momentos al calor de la noche eterna, cuando veía salir el sol (como cantaba Yuri: Detrás de mi ventana) sin poder cerrar los ojos.
De él les dejo, este magnífico cuento corto llamado EL INTRUSO, también llamado EL EXTRAÑO, siguiendo la línea «vampírica» experimentada en otros relatos suyos, este es sin duda, uno de los mejorcitos que he leído, encima escrito en 1921, en primera persona…Un lujo.
EL INTRUSO

Infeliz es aquel a quien sus recuerdos infantiles sólo traen miedo y tristeza. Desgraciado aquel que vuelve la mirada hacia horas solitarias en bastos y lúgubres recintos de cortinados marrones y alucinantes hileras de antiguos volúmenes, o hacia pavorosas vigilias a la sombra de árboles descomunales y grotescos, cargados de enredaderas, que agitan silenciosamente en las alturas sus ramas retorcidas. Tal es lo que los dioses me destinaron… a mí, el aturdido, el frustrado, el estéril, el arruinado y sin embargo, me siento extrañamente satisfecho y me aferro con desesperación a esos recuerdos marchitos cada vez que mi mente amenza con ir más allá, hacia el otro.

No sé dónde nací, salvo que el castillo era infinitamente horrible, lleno de pasadizos oscuros y con altos cielos rasos donde la mirada sólo hallaba telarañas y sombras. Las piedras de los agrietados corredores estaban siempre odiosamente húmedas y por doquier se percibía un olor maldito, como de pilas de cadáveres de generaciones muertas. Jamás había luz, por lo que solía encender velas y quedarme mirándolas fijamente en busca de alivio; tampoco afuera brillaba el sol, ya que esas terribles arboledas se elevaban por encima de la torre más alta. Una sola, una torre negra, sobrepasaba el ramaje y salía al cielo abierto y desconocido, pero estaba casi en ruinas y sólo se podía ascender a ella por un escarpado muro poco menos que imposible de escalar.

Debo haber vivido años en ese lugar, pero no puedo medir el tiempo. Seres vivos debieron haber atendido a mis necesidades, y sin embargo no puedo rememorar a persona alguna excepto yo mismo, ni ninguna cosa viviente salvo ratas, muerciélagos y arañas, silenciosos todos. Supongo que, quienquiera me haya cuidado, debió haber sido asombrosamente viejo, puesto que mi primera representación mental de una persona viva fue la de algo semejante a mí, pero retorcido, marchito y deteriorado como el castillo. Para mí no tenían nada de grotescos los huesos y los esqueletos esparcidos por las criptas de piedra cavadas en las profundidades de los cimientos. En mi fantasía asociaba estas cosas con los hechos cotidianos y los hallaba más reales que las figuras en colores de seres vivos que veía en muchos libros mohosos.

En esos libros aprendí todo lo que sé. Maestro alguno me urgió o me guió, y no recuerdo haber escuchado en todos esos años voces humanas…, ni siquiera la mía; ya que, si bien había leído acerca de la palabra hablada nunca se me ocurrió hablar en voz alta. Mi aspecto era asimismo una cuestión ajena a mi mente, ya que no había espejos en el castillo y me limitaba, por instinto, a verme como un semejante de las figuras juveniles que veía dibujadas o pintadas en los libros. Tenía conciencia de la juventud a causa de lo poco que recordaba.

Afuera, tendido en el pútrido foso, bajo los árboles tenebrosos y mudos, solía pasarme horas enteras soñando lo que había leído en los libros; añoraba verme entre gentes alegres, en el mundo soleado allende de la floresta interminable. Una vez traté de escapar del bosque, pero a medida que me alejaba del castillo las sombras se hacían más densas y el aire más impregnado de crecientes temores, de modo que eché a correr frenéticamente por el camino andado, no fuera a extraviarme en un laberinto de lúgubre silencio.

Y así, a través de crepúsculos sin fin, soñaba y esperaba, aún cuando no supiera qué. Hasta que en mi negra soledad, el deseo de luz se hizo tan frenético que ya no pude permanecer inactivo y mis manos suplicantes se elevaron hacia esa única torre en ruinas que por encima de la arboleda se hundía en el cielo exterior e ignoto. Y por fin resolví escalar la torre, aunque me cayera; ya que mejor era vislumbrar un instante el cielo y perecer, que vivir sin haber contemplado jamás el día.

A la húmeda luz crepuscular subí los vetustos peldaños de piedra hasta llegar al nivel donde se interrumpían, y de allí en adelante, trepando por pequeñas entrantes donde apenas cabía un pie, seguí mi peligrosa ascensión. Horrendo y pavoroso era aquel cilindro rocoso, inerte y sin peldaños; negro, ruinoso y solitario, siniestro con su mudo aleteo de espantados murciélagos. Pero más horrenda aún era la lentitud de mi avance, ya que por más que trepase, las tinieblas que me envolvían no se disipaban y un frío nuevo, como de moho venerable y embrujado, me invadió. Tiritando de frío me preguntaba por qué no llegaba a la claridad, y, de haberme atrevido, habría mirado hacia abajo. Antojóseme que la noche había caído de pronto sobre mí y en vano tanteé con la mano libre en busca del antepecho de alguna ventana por la cual espiar hacia afuera y arriba y calcular a qué altura me encontraba.

De pronto, al cabo de una interminable y espantosa ascensión a ciegas por aquel precipicio cóncavo y desesperado, sentí que la cabeza tocaba algo sólido; supe entonces que debia haber ganado la terraza o, cuando menos, algúna clase de piso. Alcé la mano libre y, en la oscuridad, palpé un obstáculo, descubriendo que era de piedra e inamovible. Luego vino un mortal rodeo a la torre, aferrándome de cualquier soporte que su viscosa pared pudiera ofrecer; hasta que finalmente mi mano, tanteando siempre, halló un punto donde la valla cedía y reanudé la marcha hacia arriba, empujando la losa o puerta con la cabeza, ya que utilizaba ambas manos en mi cauteloso avance. Arriba no apareció luz alguna y, a medida que mis manos iban más y más alto, supe que por el momento mi ascensión había terminado, ya que la puerta daba a una abertura que conducía a una superficie plana de piedra, de mayor circunferencia que la torre inferior, sin duda el piso de alguna elevada y espaciosa cámara de observación. Me deslicé sigilosamente por el recinto tratando que la pesada losa no volviera a su lugar, pero fracasé en mi intento. Mientras yacía exhausto sobre el piso de piedra, oí el alucinante eco de su caída, pero con todo tuve la esperanza de volver a levantarla cuando fuese necesario.

Creyéndome ya a una altura prodigiosa, muy por encima de las odiadas ramas del bosque, me incorporé fatigosamente y tanteé la pared en busca de alguna ventana que me permitiese mirar por vez primera el cielo y esa luna y esas estrellas sobre las que había leído. Pero ambas manos me decepcionaron, ya que todo cuanto hallé fueron amplias estanterías de mármol cubiertas de aborrecibles cajas oblongas de inquietante dimensión. Más reflexionaba y más me preguntaba qué extraños secretos podía albergar aquel alto recinto construido a tan inmensa distancia del castillo subyacente. De pronto mis manos tropezaron inesperadamente con el marco de una puerta, del cual colgaba una plancha de piedra de superficie rugosa a causa de las extrañas incisiones que la cubrían.

La puerta estaba cerrada, pero haciendo un supremo esfuerzo superé todos los obstáculos y la abrí hacia adentro. Hecho esto, invadióme el éxtasis más puro jamás conocido; a través de una ornamentada verja de hierro, y en el extremo de una corta escalinata de piedra que ascendía desde la puerta recién descubierta, brillando plácidamente en todo su esplendor estaba la luna llena, a la que nunca había visto antes, salvo en sueños y en vagas visiones que no me atrevía a llamar recuerdos.

Seguro ahora de que había alcanzado la cima del castillo, subí rápidamente los pocos peldaños que me separaban de la verja; pero en eso una nube tapó la luna haciéndome tropezar, y en la oscuridad tuve que avanzar con mayor lentitud. Estaba todavía muy oscuro cuando llegué a la verja, que hallé abierta tras un cuidadoso examen pero que no quise trasponer por temor de precipitarme desde la increíble altura que había alcanzado. Luego volvió a salir la luna.

De todos los impactos imaginables, ninguno tan demoníaco como el de lo insondable y grotescamente inconcebible. Nada de lo soportado antes podía compararse al terror de lo que ahora estaba viendo; de las extraordinarias maravillas que el espectáculo implicaba. El panorama en sí era tan simple como asombroso, ya que consistía meramente en esto: en lugar de una impresionante perspectiva de copas de árboles vistas desde una altura imponente, extendíase a mi alrededor, al mismo nivel de la verja, nada menos que la tierra firme, separada en compartimentos diversos por medio de lajas de mármol y columnas, y sombreada por una antigua iglesia de piedra cuyo devastado capitel brillaba fantasmagóricamente a la luz de la luna.

Medio inconsciente, abrí la verja y avancé bamboleándome por la senda de grava blanca que se extendía en dos direcciones. Por aturdida y caótica que estuviera mi mente, persistía en ella ese frenético anhelo de luz, ni siquiera el pasomoso descubrimiento de momentos antes podía detenerme. No sabía, ni me importaba, si mi experiencia era locura, enajenación o magia, pero estaba resuelto a ir en pos de luminosidad y alegría a toda costa. No sabía quién o qué era yo, ni cuáles podían ser mi ámbito y mis circunstancias; sin embargo, a medida que proseguía mi tambaleante marcha, se insinuaba en mí una especie de tímido recuerdo latente que hacía mi avance no del todo fortuito, sin rumbo fijo por campo abierto; unas veces sin perder de vista el camino, otras abandonándolo para internarme, lleno de curiosodad, por praderas en las que sólo alguna ruina ocasional revelaba la presencia, en tiempos remotos, de una senda olvidada. En un momento dado tuve que cruzar a nado un rápido río cuyos restos de mampostería agrietada y mohosa hablaban de un puente mucho tiempo atrás desaparecido.

Habían transcurrido más de dos horas cuando llegué a lo que aparentemente era mi meta: un venerable castillo cubierto de hiedras, enclavado en un gran parque de espesa arboleda, de alucinante familiaridad para mí, y sin embargo lleno de intrigantes novedades. Vi que el foso había sido rellenado y que varias de las torres que yo bien conocía estaban demolidas, al mismo tiempo que se erguían nuevas alas que confundían al espectador. Pero lo que observé con el máximo interés y deleite fueron las ventanas abiertas, inundadas de esplendorosa claridad y que enviaban al exterior ecos de la más alegre de las francachelas. Adelantándome hacia una de ellas, miré el interior y vi un grupo de personas extrañamente vestidas, que departían entre sí con gran jarana. Como jamás había oído la voz humana, apenas sí podía adivinar vagamente lo que decían. Algunas caras tenían expresiones que despertaban en mí remotísimos recuerdos; otras me eran absoluntamente ajenas.

Salté por la ventana y me introduje en la habitación, brillantemente ilumindada, a la vez que mi mente saltaba del único instante de esperanza al más negro de los desalientos. La pesadilla no tardó en venir, ya que, no bien entré, se produjo una de las más aterradoras reacciones que hubiera podido concebir. No había terminado de cruzar el umbral cuando cundió entre todos los presentes un inesperado y súbito pavor, de horrible intensidad, que distorsionaba los rostros y arrancaba de todas las gargantas los chillidos más espantosos. El desbande fue general, y en medio del griterío y del pánico varios sufrieron desmayos, siendo arrastrados por los que huían enloquecidos. Muchos se taparon los ojos con las manos y corrían a ciegas llevándose todo por delante, derribando los muebles y dándose cotra las paredes en su desesperado intento de ganar alguna de las numersas puertas.

Solo y aturdido en el brillante recinto, escuchando los ecos cada vez más apagados de aquellos espeluznates gritos, comencé a temblar pensando qué podía ser aquello que me acechaba sin que yo lo viera. A primera vista el lugar parecía vacío, pero cuando me dirirgí a una de las alcobas creí detectar una presencia… un amago de movimiento del otro lado del arco dorado que conducía a otra habitación, similar a la primera. A medida que me aproximaba a la arcada comencé a percibir la presencia con más nitidez; y luego, con el primero y último sonido que jamás emití –un aullido horrendo que me repugnó casi tanto como su morbosa causa–, comtemplé en toda su horrible intensidad el iconcebible, indescriptible, inenarrable mostruo que, por obra de su mera aprarición, había convertido una algre reunión en una horda de deliriantes fugitivos.

No puedo siquiera decir aproximadamente a qué se parecía, pues era un compuesto de todo lo que es impuro, pavoroso, indeseado, anormal y detestable. Era una fantasmagórica sombra de podredumbre, decrepitud y desolación; la pútrida y viscosa imagen de lo dañino; la atroz desnudez de algo que la tierra misericordiosa debería ocultar por siempre jamás. Dios sabe que no era de este mundo –o al menos había dejado de serlo–, y sin embargo, con enorme horror de mi parte, pude ver en sus rasgos carcomidos, con huesos que se entreveían, una repulsiva y lejana reminisencia de formas humanas; y en sus enmohecidas y destrozadas ropas, una indecible cualidad que me estremecía más aún.

Estaba casi paralizado, poro no tanto como para no hacer un débil esfuerzo hacia la salvación: un tropezón hacia atrás que no pudo romper el hechizo en que me tenía apresado el monstruo sin voz y sin nombre. Mis ojos, embrujados por aquellos asqueantes ojos vítreos que los miraba fijamente, se negaba a cerrarse, si bien el terrible objeto, tras el primer impacto, se veía ahora más confuso. Traté de levantar la mano y disipar la visión, pero estaba tan anonadado que el brazo no respondió por entero a mi voluntad. Sin embargo, el intento fue suficiente como para alterar mi equilibrio y, bamboléandome, di unos pasos hacia adelante para no caer. Al hacerlo adquirí de pronto la angustiosa noción de la proximidad de la cosa, cuya inmunda respiración tenía casi la impresión de oír. Poco menos que enloquecido, pude no obstante adelantar una mano para detener a la fétida imagen, que se acercaba más y más, cuando de pronto, mis dedos tocaron la extremidad putrefacta que el monstruo extendía por debajo del arco dorado.

No chillé, pero todos los satánicos vampiros que cabalgan en el viento de la noche lo hicieron por mí, a la vez que dejaron caer en mi mente una avalancha de anonadantes recuerdos.

Supe en ese mismo instante todo lo ocurrido; recordé hasta más allá del terrorífico castillo y sus árboles; reconocí el edificio en el cual me hallaba; reconocí, lo más terrible, la impía abominación que se erguía ante mí, mirándome de soslayo mientras apartaba de los suyos mis dedos manchados.

Pero en el cosmos existe el bálsamo además de la amargura, y ese bálsamo es el olvido. En el supremo horror de ese instante olvidé lo que me había espantado y el estallido del recuerdo se desvaneció en un caos de reiteradas imágenes. Como entre sueños, salí de aquel edificio fantasmal y execrado y eché a correr rauda y silenciosamente a la luz de la luna. Cuando retorné al mausoleo de mármol y descendí los peldaños, encontré que no podía mover la trampa de piedra; pero no lo lamenté, ya que había llegado a odiar el viejo castillo y sus árboles.

Ahora cabalgo junto a los fantasmas, burlones y cordiales, al viento de la noche, y durante el día juego entre las catacumbas de Nefre–Ka, en el recóndito y desconocido valle de Hadoth, a orillas del Nilo. Sé que la luz no es para mí, salvo la luz de la luna sobre las tumbas de roca de Neb, como tampoco es para mí la alegría, salvo las innominadas fiestas de Nitokris bajo la Gran Pirámide; y sin embargo en mi nueva y salvaje libertad, agradezco casi la amargura de la alienación.

Pues aunque el olvido me ha dado la calma, no por eso ignoro que soy un extranjero; un extraño a este siglo y a todos los que aún son hombres. Esto es lo que supe desde que extendí mis dedos hacia esa cosa abominable surgida en aquel gran marco dorado; desde que extendí mis dedos y toqué una fría e inexorable superficie de pulido cristal.

Amor

Por: Mónica Heinrich V
En este día lluvioso, el Amor se prostituye al consumismo, y si te encontrás solo, sin nadie a quien amar, y viceversa, serás abofeteado por el exhibicionismo de cupido en los OTROS. Tarjetas, osos de peluches, flores y demases, querrán validar el amor.Anticipándome a San Valentín, ayer terminé de leer El libro de los amores ridículos (en inglés la traducción literal sería Amores risibles) de Milan Kundera, y me parece LINDO compartir la experiencia.

Kundera es un escritor checo, conocido por su obra cumbre La insoportable levedad del ser. Estudió literatura y cine, actualmente radica en Francia. Milan Kundera tiene un estilo en el que prima (podríamos decir) cierto cinismo para ver la vida, sin que esto excluya un sentido del humor negro.

Este libro contiene 7 relatos que muestran la visión que el autor tiene sobre el Amor (así, con mayúscula carajo!), una visión que es retratada en relaciones de todo tipo y naturaleza. En resumen, para el autor el Amor es un concepto huidizo y caprichoso, que más tiene que ver con el ser que con el compartir.

A ver, para explicarnos mejor, he aquí un breve resumen de estas amorosas pero ridículas historias.

1) Nadie se va a reír: El protagonista es un profesor, una especie de erudito en arte, a quien le endilgan la tarea de rechazar a un pobre hombre que ha escrito un artículo durante 3 años. Este hombrecillo ha trabajado al pedo, porque el famoso escrito no vale nada, sin embargo cuando nuestro profesor recibe la tarea de rechazar el artículo, le encuentra de buen humor y en lugar de dar un tajante: «No sirve ni para usarlo de papel higiénico», le escribe una carta amable, en que evade ejercer juicios sobre el trabajo del hombrecillo e incluso hay la promesa tácita de escribir el informe que permitiría la publicación de dicho trabajo.

Ese fue el error del profesor, será el comienzo del fin. Mientras su carrera se tambalea, la frágil relación construida con Klara (aspirante a actriz) se va al tacho también. Todo gracias al absurdo. A pesar del título, rrancará una que otra sonrisa ante el papel.

2) La dorada manzana del eterno deseo: Apuesto una teta que habrá muchachones que se van a identificar con esta historia. Y para las féminas, esta historia confirmará lo patética que puede resultar la psiquis masculina. Nuestros protagonistas son hombres rozando los 40s, amigos de toda la vida, uno de ellos felizmente casado y el otro soltero, pero sin tiempo, ganas o pegue para conquistar mujeres. Ambos extrañan las épocas de despreocupada soltería/juventud donde el único objetivo que tenían en la vida era coger. Lo pongo así, porque para qué vendernos simulacros.

El caso es que a pesar de lo ya dicho sobre la situación marital del uno y la situación emocional del otro, ambos juegan a abordar mujeres por el placer que esto les produce. Supuestamente llegarán a las últimas consecuencias, pero todo se reduce al placer anticipado de algo que ya no es parte de sus vidas. Divertido, reflexivo y ameno relato sobre la amistad masculina.

3) El falso autoestop: Esta me jodió. Me parece una de las más oscuras sobre la relación hombre-mujer. Una pareja joven están yendo de vacaciones por dos semanas. El relato empieza cuando ambos se encuentran en la carretera intentando llegar a su destino. El chico piensa que su chica es diferente a cualquier otra que haya conocido. Le gusta su inocencia, su pureza, la forma recatada en que se maneja. El no ver vestigios de vulgaridad en ella. O sea, la ama y la tiene en un altar por esas cualidades.

La chica es todo eso que piensa el chico, pero se siente insegura ante la experiencia que el chico le ha contado tiene. Sufre de celos al pensar en todas esas mujeres experimentadas y coquetas que seguramente (piensa) deben ser más femeninas, sensuales y apasionadas que ella. Entonces, de la nada, sin querer, empieza un juego. En una de las paradas que hacen para llenar el tanque de gasolina, ella finge hacer autospot y comienzan un diálogo como si supuestamente ambos fueran desconocidos. La chica, envalentonada por el ¨papel¨ actúa de una manera totalmente opuesta a lo que el chico conoce de ella, pareciéndose a las mujeres de las que ella tiene celos, y a las que él ha llegado a despreciar. Los resultados de dicho juego se tornan imprevisibles y muy jodidos.

Tiene su parte de humor negro, como todos estos relatos, pero el final es como para un corto en el que te dejan con esa sensación rara en el estómago. Bien por Kundera.

4) Symposium: Quizás la más divertida y desenfadada historia del libro. En ella un grupo de 5 doctores se encuentran conversando sobre la vida, el amor, las mujeres y el sexo, mientras beben unas copas. Los personajes son variopintos, entre ellos una enfermera con una cara fea (dicen) que gracias al alcohol comienza a ofrecérsele descaradamente al Doctor Havel. El doctor Havel es conocido por su reputación promiscua, y cuando la enfermera ofrecida no se encuentra presente es cuestionado del porqué él que «arrampla» con todo, rechaza invariablemente a la pobre enfermera. Las explicaciones y teorías al respecto son súper divertidas.

Además, le hacen creer a un joven doctor que todas las demostraciones de amor y provocación de la enfermera, son en realidad para él. La cosa parece que terminará en tragedia, pero es simplemente un recurso que muestra el absurdo en el que cae el ser humano y cómo todo lo que brilla no es oro. Ojo al charque.

5) Que los muertos viejos, dejen sitio a los muertos jóvenes: Volvemos a lo oscurito,esta vez con honda patética. Un hombre y una mujer tuvieron una relación apasionada de una noche hace como 20 años. En ese entonces él era estudiante universitario, y ella era ya una mujer cuarentona, casada, que inexplicablemente le fue infiel a su marido toda la vida. Se reencuentran cuando ella ya tiene 60 años y a él se le está empezando a caer el pelo.

Ella ya es viuda y por un olvido de su parte, la tumba de su marido ha sido removida ya que no renovó el alquiler del sitio. Él anda apesadumbrado por el paso del tiempo, es pobre, casi calvo, se siente miserable. El reencuentro se produce en estas condiciones. Lo que sucede después da penita, y una vez más el amor tiene poco o nada que ver, mientras que las soledades y vacíos personales son los que guían a ambos personajes. Oscurita.

6) El Doctor Havel al cabo de 20 años: Retomamos a uno de los personajes principales del relato Symposium, el Doctor Havel cuya reputación de Don Juan al correr los años ha ido menguando. Y ahora casado con una famosa pero insegura actriz, se encuentra con que la única forma de conquistar mujeres es a través de su esposa. Otra muestra más de cómo funciona la psicología humana.

Por un lado, el Doctor Havel está demasiado mayor como para resultar atractivo a las mujeres que él desea gustar, encima anda con problemas de vesícula, y vive adolorido. Por otro lado, un joven reportero se siente incapaz de tener una opinión sobre su pareja y recurre a este individuo para que ¨cate¨ a la chica con la que sale.

Encima la llegada de la famosa actriz, esposa del doctor, causa que las mujeres que antes vieron al Havel con cara de ¨pobre viejo verde patético¨ ahora lo vean como «el esposo de» y les parezca interesante conectarse con la actriz a través de un coito con su marido. El horror, aún así Kundera lo relata con humor y con una simplicidad exquisita.

7) Eduard y Dios: Este uno de los mejores, y de los más completos en profundidad de trama. Eduard es un joven profesor al que contratan en la universidad de Praga. La directora es una seguidora de Stalin, una tipa que muchos años atrás, cuando Stalin murió hizo expulsar al hermano del protagonista porque éste al verla llorar se cagó de risa, sin saber que ella lloraba por la muerte de Stalin. Acusaron al hermano de ataque a la ideología y faltas al estado.

Ahora Eduard enseña en esa universidad y al mismo tiempo sale con una muchacha llamada Alice, a la que por encima de todo, quiere llevar a la cama (aquí no pongo coger, para dejarlo más fino). La cosa no parece tan complicada hasta que Alice le pregunta a Eduard si cree en Dios y éste por quedar bien con ella dice que sí. La mentira llega a crecer a pasos agigantados en pos que Alice ceda y rompa uno de los mandamientos (No fornicarás).

Este despliegue de fe, será cuestionado por la directora y su trabajo estará en peligro. Lo que hace Eduard para lidiar con Alice y con la directora es para partirse de risa. Sin embargo, la historia tiene un trasfondo más interesante, en el que existe una mirada cínica al comunismo (recordemos que Kundera fue expulsado del partido comunista en dos ocasiones), al cristianismo, a la fe, al oportunismo y a lo voluble que es el ser humano en creencias y sentimientos. Una interesante manera de cerrar el libro.

Esito sería, para los que quieran leerlo, les dejo el enlace aquí. Una lectura ideal para un día lluvioso como hoy, donde el carnaval (supuestamente la palabra significa que la carne se deje llevar) y San Valentín, se unen descaradamente.

I can be a regular bitch

Por: Mónica Heinrich V.

Si algo destaca de la Saga Millennium es Lisbeth Salander. Con ella, el escritor sueco Stieg Larsson, anota un gol de media cancha al crear uno de los mejores personajes femeninos de la novela negra moderna.
No voy a mentir, estaba trepando las paredes por tener entre mis manos la famosa trilogía de Larsson. Me encantaban los títulos largos, y el hecho de que el autor haya muerto a los 50 años, sin ver su obra publicada, justo cuando acababa de entregar la tercera entrega, me resultaba simplemente atrayente.

Pero quién carajo es Stieg Larsson? Larsson era un periodista sueco, especializado en hacer investigaciones sobre la ultraderecha de su país. De joven había presenciado una violación, hecho que lo marcaría para siempre y que más tarde generaría un sincero interés por luchar contra la violencia de género.

Era parte de la plantilla de la revista Expo, que al igual que su similar literario Millenium, tenía tendencias algo idealistas sobre el periodismo profesional. Larsson vivía desde hacía más de 30 años con una arquitecta, nunca se casaron porque el periodista recibía constantemente amenazas de muerte y era más difícil encontrar su paradero si las cosas se hacían a nombre de ella, sin que figuren como marido y mujer.

Durante el día cumplía su rutina escribiendo artículos para Expo o haciendo reportajes personales, durante la noche escribía como un poseso una obra que él mismo sabía lo llevaría al éxito.

El 2004, el ascensor de su trabajo amaneció dañado…tuvo que subir por su propio pie los siete pisos que lo llevaban hasta su escritorio. Una vez ahí, comenzó a sentirse mal, colapsó, una ambulancia vino en su auxilio, pero desgraciadamente el hombre falleció sin siquiera ver publicado el primer tomo de su saga.

Este primer tomo se llama ¨Los hombres que no amaban a las mujeres” y en el argumento retoma el tema que siempre lo había desvelado: la violencia contra la mujer. Ni bien tuve ante mí ese librango de casi 700 páginas que me susurraba: vení, vení…me dediqué a leerlo con fruición.

Lo primero que noté es que no estaba ante un escritor cuyo estilo te haga decir: WOW…pero estaba ante un experto relator, que gracias a su oficio periodístico no se guardaba nada y describía hasta el detalle más insignificante.

De esta manera nos adentramos en el mundo de Mikael Blomkvist. Como un alter-ego del mismo Larsson, Blomkvist es un periodista de rígidos principios, cuyo talento está en su “olfato” para saber cuando un caso es importante o vale la pena, a eso se suma la obsesión con que se hunde en sus investigaciones y claro, su interés por destapar asuntos que otros periodistas prefieren ignorar para no meterse con los peces gordos.

Blomkvist, sin embargo, comete un error. Un error que lo lleva a acusar a un famoso empresario de diversos delitos, el empresario lo demanda por difamación y gana…dejando al periodista con la reputación por los pisos, una condena de 4 meses en la cárcel y una cuenta bancaria en números rojos. Pero Blomkvist y NOSOTROS, sabemos que ese crispín no es trigo limpio…y sabemos que el héroe en desgracia se ocupará de ese asuntito tarde o temprano.

Entonces aparece Henrik Vagner…que ya había aparecido en las primeras dos hojas del libro, pero que me había dejado con cara de “what the hell is going on”. Este viejo (ya ronda los 80 y pico) es un tipo con harta plata, pero con una tristeza en su corazón. Siendo el patriarca de una familia de ratas de alcantarilla y seres corrompidos por los vicios y la ambición, Vagner tuvo una sobrina (Harriet) a quien quiso entrañablemente.

Esta chica, desapareció en sus propias narices cuando era adolescente…un día que hubo fiesta familiar, y encima un aparatoso accidente, la chica simplemente se hizo gas. El viejo ya debería haberse repuesto, pero no. Resulta que Harriet le regalaba para cada cumpleaños una flor disecada y enmarcada en un cuadro, que Vagner colgaba en una pared…a pesar de que la tal Harriet se hizo gas, las benditas flores siguieron llegando…durante 36 años más.

He ahí el misterio, mi querido Watson! Qué pasó con la señorita Harriet y quién es el hijo de mala madre que sigue mandando las flores? El viejo, en el ocaso de su vida y obsesionado aún con el entuerto decide contratar a…adivinen quién? Sí, se ha ganado usted un ventilador de pared…contrata a Mikael Blomkvist…pero para ver si da la talla…tiene que investigarlo primero, y a QUIEN recurre entonces para que le de un informe sobre nuestro idealista periodista? Ha acertado usted de nuevo…y junto al ventilador de pared, se puede llevar una plancha…recurre a LISBETH SALANDER.

Mi querida Lisbeth resulta la antiheroína por excelencia, ese es su encanto. Lisbeth es una chica de 24 años que tiene la apariencia de una adolescente. Dueña de un grueso expediente psiquiátrico donde revelan rasgos psicóticos, posible retardo mental, nulas habilidades sociales, poca empatía, y otras linduras…a esta tipa le interesa muy poco el qué dirán.

A pesar de ser mayor de edad, el estado le ha designado un tutor por su carácter violento y por algunos arrestos donde se la confundió con prostituta. Sobre todo no le gusta relacionarse con nadie, es muy reservada, y la mayor parte de la gente piensa que es estúpida. Tiene un montón de tatuajes y piercings, su vida personal es un misterio y trabaja de investigadora privada por pura casualidad, casi en secreto.

Y así de casualidad le llega el trabajito que tiene que hacer sobre Blomkvist y más tarde, por casualidad, tendrá que trabajar con el periodista en el caso de Harriet. Detallito? Blomkvist es un Don Juan. Los ingredientes para una buena novela de entretenimiento están servidos: Excelentes personajes principales, un oscuro misterio para resolver, tensión sexual y pasajes perversos.

Debo reconocer que Los hombres que no amaban a las mujeres, fue predecible para mí, porque casi casi supe el resultado de todo el entuerto de forma muy temprana, igual sin soltar cohetes al aire, terminé la lectura ese mismo día y me embarqué con igual entusiasmo en “La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina”…esta segunda parte me atrapó aún más porque se centra en Lisbeth Salander, en su pasado, en cómo o por qué la tipa es lo que es.

Descubrimos más habilidades, particularidades de la chica…Luego de las aventuras vividas en el primer tomo, Lisbeth corta lazos definitivamente con Mikael, ante el asombro de este último. El libro entonces corre por dos caminos, que por el azar, vuelven a juntarse.

Un periodista Dag y su novia Mia, están inmersos en una gruesa investigación sobre la trata de blancas en Suecia. Su trabajo destapará una cloaca donde brillarán nombres de jueces, policías y políticos. Llevan esta bomba a la revista de Mikael, a Millennium…

Paralelamente Lisbeth se verá involucrada de manera tan grosera que acabará acusada de GRAVISIMOS delitos.

No es sino hasta la ultimísima página que nuestros protagonistas se topan de nuevo cara a cara. Cuando leí la línea que cerraba el libro casi me salí gritando a la calle: NOOOO! NOOOO!!!! lo peor es que la tercera parte La reina en el palacio de las corrientes de aire, sale en mayo o junio en este lado del mundo. Quiere decir que tengo como dos o tres meses de espera para ver QUE sucede después de esa línea…

Este segundo tomo lo disfruté más a pesar que el final (y algunas cositas) resulta demasiado rocambolesco, pero te lo perdono Stieg, te lo perdono.

Larsson nunca vio impresa su obra, pudo haber llevado una gran vida con el dinero que ha ganado por ventas y regalías, así como los derechos de cine, pero lo triste es que ni su pareja de casi toda la vida verá un peso de ese esfuerzo. En Suecia el concubinato no se reconoce legalmente para derechos de herencia, así que los millones de dólares que la saga ha arrojado irán a parar a la familia del escritor…un padre y un hermano que no veía mucho y de quienes no tenía muy buena opinión.

Sin embargo, queda su obra. Una saga que revitaliza la novela negra, trayendo hasta nosotros a la querida Lisbeth Salander, personaje inolvidable…espero con ansias la tercera parte.

En Europa el furor es tal que ya se ha filmado la primera parte de la saga, y hay una serie de televisión en proceso. No me molesta, porque la historia podría dar paso a una gran película, siempre y cuando no la agarre el baboso de Ron Howard, o el mamerto de Christopher Columbus, o el gordo que dirigió Max Payne…o alguno de esos directores pipoqueros sin talento.
Mientras tanto, uníos a la trilogía Millennium…y al descubrimiento de la literatura sueca.

EXTRAS
Comediantes y Mártires (Ensayo contra los mitos): Recomendadísimo por mi progenitor y obsequiado por un amigo (sí, vos M.A.) este libro escrito por Juan José Sebreli nos trae un interesante acercamiento crítico a cuatro mitos argentinos: Carlos Gardel, Evita Perón, Ernesto Che Guevara y Diego Maradona. Como si de un desmembramiento se tratara, Sebreli une a estos personajes bajo características comunes: megalomanía, deseos de trascendencia, y a excepción del Che, una vida opuesta al discurso de igualdad con el vulgo que tanto difundían.

En cada personaje, se toma la molestia de desmitificar al Dios y convertirlo en un ser humano, con taras y defectos propios de cualquier mortal. Es así que de Gardel advertirá que de no haber muerto, su carrera hubiera continuado el descenso que ya anunciaba en el momento del trágico accidente que le quitó la vida, su voz (que nunca fue de las más dotadas) iba a terminar apagándose y su figura como embajador de lo “argentino” hubiera sido sólo el recuerdo de una época donde otros cantantes de tango lo opacaban.

A su vez sabremos los orígenes del tango, la moda que se impuso no en los barrios sino en los salones high class…y claro, el pobre desempeño del zorzal como 1.- Actor 2.- Pareja y 3.- Negociante.

A Eva Perón le quitará el mote de mujer fatal, para mostrar a una mujer provinciana cuyo uso del sexo no era el placer, sino los beneficios personales. Caracterizada por ser supuestamente símbolo defensor de la mujer, Sebreli acotará que Evita era más bien una dama con ideas machistas, conservadoras y sin casi ningún interés político real. Paranoica y celosa de su brillo personal, supuestamente la mujer que ahora es personaje de películas y musicales, no era una luchadora por los derechos del obrero…

Al Che Guevara lo pintará como un aventurero, un hombre ingenuo y algo mentecato, cuya vocación política era nula y cuyas empresas personales eran la crónica de una muerte anunciada.

Y ya sobre Maradona hablará sobre su anemia de goles, lo poco que rindió como futbolista profesional, su protagonismo mediático por encima del deportivo, y sobre la importancia que los medios de comunicación tuvieron para crear al mito, al Dios que hoy es el DT de la selección argentina. Sebreli se despachará a gusto analizando los dichos de Maradona quien siempre se quejó de la dirigencia, tanto de su país como de la FIFA, y que sin embargo, son esas mismas autoridades ligadas al espectáculo del fútbol los que le permitieron cosas que a ningún otro deportista le habrían perdonado.

Sebreli consigue un interesantísimo libro que te podés leer de una sentada y que aportará datos interesantes sobre los personajes en cuestión. Polémico enfoque que ganó el Premio Debate Casamérica 2008.

Vení que te muerdo

Por: Mónica Heinrich V.
Vampiros. Vampiros. Vampiros.
Cuando supe que la película del momento en USA era Crepúsculo, y que trataba sobre vampiros…me faltaron dedos para googlear y para enterarme que se trataba de la primera parte de una historia, basada en una saga escrita por una tal Stephanie Meyer.
Era el fenómeno de los últimos meses del 2008, se había apoderado (sorpresivamente) de la taquilla sobrepasando películas de mayor presupuesto y envergadura. En mi caso, era la respuesta a una plegaria largamente elevada hacia la nada (no digo hacia Dios porque mi espíritu no lo soportaría)
Y como en esa época supe que la película recién llegaría en enero, me pareció justo matar mi curiosidad sumergiéndome en la versión literaria. Aproveché un viaje de mis progenitores hacia Obamalandia y les encargué esa misión. Fue misión cumplida.

La primera parte, se llama Crepúsculo y narra la historia de Bella Swan, una muchacha que ante el reciente nuevo matrimonio de su madre, decide mudarse a Forks (pequeño pueblito donde siempre llueve y está nublado) a vivir con su padre. Se inscribe en la secundaria, y en un momento dado se cruza con el protagonista masculino de este entuerto: Edward Cullen. Para más señas: el vampiro.

Tengo que recordarles que esta saga pertenece al género romance vampírico, género que en nuestro país es casi desconocido, e incluso hasta hace un par de años era imposible conseguir libros más “normales” de Romance de Bolsillo, Editorial Vergara o Editorial Cisne. Ahora, ya se puede conseguir algunos títulos, aunque son pocos los que están interiorizados en todo ese mundillo…como (modestia y humillación pública aparte) Yo.

Haciendo esa salvedad, diremos que Crepúsculo es básicamente una historia de amor, el amor extraño y casi imposible entre la humana y el vampiro. Edward Cullen es parte de la familia Cullen, uno de los doctores del pueblo (Carlisle) y su esposa Esme son sus padres adoptivos. Junto a Edward están sus hermanos adoptivos que son Alice, Jasper, Emmet y Rosalie. Obviamente son vampiros también: excepcionalmente bellos, fuertes…y algunos dotados de curiosos poderes.

Bella Swan resulta ser el personaje femenino más insufrible que he visto en mucho tiempo, la mala suerte y la torpeza la rodean durante los cuatro tomos de la historia. Edward siempre estará pacientemente lidiando con sus decisiones (generalmente In-decisiones) estúpidas, y claro, con el imán que lleva para atraer el peligro. Como no puede ser de otra manera, existen antagonistas… que aquí resultan ser los vampiros “malos”, porque los Cullen son tan buenos, nobles y especiales, que son vampiros “vegetarianos”…no se alimentan de sangre humana….y existen otros que no tienen sus mismos hábitos alimenticios y para quienes Bella será el bife a la plancha perfecto.

Por eso Edward vive todo el libro atormentado porque Bella, SU Bella es el humano que mejor olor desprende. En otras palabras, se la pasa con ganas de brincarle y sacarle hasta la última gotita de sangre, y luego ese sentimiento se mezcla con el más “desgarrador” amor. Bella anda de babosa por Edward desde el primer capítulo, y la autora consigue que la baba aguante cuatro tomos, casi de 1000 páginas cada uno.

Además de ese par…está Jacob Black, quien en un principio es el mejor amigo de Bella y que pertenece a los licántropos (hombres lobos y enemigos naturales de los vampiros) Este personaje es sumamente importante porque será algo así como el alma gemela de Bella, el amigo el que se apoya en momentos de dolor, compartirá cosas con él que con el vampiro no puede compartir y creará un lazo casi indestructible con este personaje…Así que…el triángulo está servido: Vampiro, hombre lobo y humana insufrible.

En mi amplia experiencia dentro del género me quedó claro que Stephanie Meyer escribe para la mierda, con mucho respeto hacia la horda de lectores que esta mujer ha conseguido. La saga parece escrita por una adolescente, onda diario de quinceañera…y aunque el objetivo es ese, el talento narrativo brilla por su ausencia. El mismo Stephen King coincidió en decirlo a voz en cuello cuando le preguntaron si él había influido en Rowling (Harry Potter) o en Meyer…y él dijo que mientras que Rowling era una muy buena escritora…Meyer apenas lo conseguía.

Aún así, debo reconocer que me leí los cuatro tomos, estuve a punto de dejarlo en el segundo…pero la esperanza de que Bella Swan muera de alguna manera lenta y horrorosa, me mantuvo leyendo la historia hasta el final. De los cuatro tomos, el cuarto es el más digerible porque ofrece mucho más detalles fantásticos sobre los vampiros, y finalmente se delimita ese trío emputante que se forma entre vampiro (amor de la vida de Bella), hombre lobo (amiguito del alma de Bella) y Bella (la que sabemos) Si un buen director agarra este tomo, puede resultar una película muy buena.

No es de extrañar que cuando asistí a la premier de Crepúsculo tuviera muchas ideas preconcebidas de lo que debían ser historia y protagonistas…y la secreta ilusión de que la directora hubiera suavizado las ñoñeces de telenovela juvenil mexicana, la haya hecho más oscurita y perversa y pueda sentarme a ver algo decente.

Pero nop. Crepúsculo es tal cual el libro, una peli para adolescentes americanos cansados de realities shows, buscando el amor en una historia fantástica con diálogos forzados y situaciones poco convincentes. Aún así, la dirección de Catherine Hardwicke, hace que un argumento tan simple se deje ver y encima entretenga (ídem a su versión literaria). Hardwicke es conocida por su ópera prima “Thirteen”, interesante y minimalista filme protagonizado por Evan Rachel Wood que tuvo varios premios y recorrió un montón de festivales.

Eso se agradece, se agradece que hayan buscado una directora que hizo que la experiencia no sea tan nefasta y que acompañada de una muy agradable banda sonora, una buena fotografía y algunos momentos intensos, la hagan llevadera.

Sobre las actuaciones diré que Kirsten Stewart (Bella Swan) lo hace muy bien. Lleva el papel de una manera digna, la hace ver menos estúpida de lo que en realidad es y tiene carisma. Recordamos a esta actriz como la hija asmática de Jodie Foster en La Habitación del Pánico.

Lo opuesto ocurre con Rob Pattinson (Edward Cullen) que aunque ya tiene una legión de admiradoras, me resulta casi insoportable de ver…lo hallo soso, le quita dignidad al único personaje algo ecuánime de la saga y no condice con la imagen que yo tenía del vampiro. A eso agreguémosle que este actor ha trabajado en nada más y nada menos que Harry Potter…interpretando a Cedric Diggory. Y sus dotes histriónicas están muy por debajo de las que alcanza su coprotagonista femenina. No lo imagino enfrentando las cosas que van a seguir en las próximas entregas fílmicas.

El resto de los personajes están bien representados por los actores elegidos, y sorprende un Charlie (papá de Bella) que en el libro se ve más insulso, pero que en la pantalla grande aporta a la película unos cuantos momentos de humor. Bien por ello.

En general, todo el casting “juvenil” parece sacado de una de esas series de televisión de niños “bien”, “pijos” (dirían los españoles), los vampiros parecen modelos de catálogo y sus reflexiones o actitudes suelen ser mucho más livianas que los de seres que no duermen, que viven en la oscuridad, luchando contra una sed abrasadora, atormentados por la inmortalidad.

Me gustó? No la odié, me entretuve, mediocremente, pero me entretuve… todavía sigo elevando mis plegarias hacia la nada por una gran película sobre vampiros, una que tenga la pasión de Drácula (Bram Stoker), la profundidad de Entrevista con el vampiro (Anne Rice), lo tétrico de La hora del Vampiro (Stephen King), lo erótico-sexual de la Saga Oscura (Christine Feehan) y claro…pongámosle alguito (pero sólo una pizca) de la ñoñez de esta.

Lo mejor: Relativamente entretenida, y cumple a cabalidad su función de encandilar adolescentes.
Lo peor: Edulcorada y con personajes estereotipados y artificiales.
La escena: la del beisbol y cuando Edward carga a Bella trepando árboles
Lo más falsete: Situaciones absurdas que no tienen que ver con la película, sino con el libro en el que se basó.
El mensaje manifiesto: El amor todo lo puede
El mensaje latente: El amor todo lo puede (es triste que en una película haya un solo mensaje no?)
El consejo: Para paladares poco exigentes
La pregunta: ¿La segunda parte será mejor? (tomando en cuenta que Hardwicke dejará la secuela, y que será Chris Weitz el encargado de Eclipse…Weitz ha dirigido American Pie, About a boy y la Brújula Dorada, entre otras pelis)

CURIOSIDADES
– Fueron 48 días de rodaje en Canadá y tuvo un presupuesto de aproximadamente 37 millones de dólares.
– La cinta lleva recaudados más de $ 180 millones de dólares.
Henry Cavill era la primera opción para Edward Cullen, OPCION QUE YO APROBABA! Pero cuando empezó la producción, el actor ya tenía 25 años y no parecía para nada un adolescente de 17.
– La autora Stephanie Meyer aparece brevemente en una de las escenas donde se ve a Bella comiendo con su padre en un restaurante al que acostumbran ir seguido
– Meyer, licenciada en literatura inglesa por la Universidad Brigham Young, dice que la idea de Crepúsculo surgió a partir de un sueño. “Cuando me desperté, quería saber qué pasaba a continuación. El primer día escribí 10 páginas. Cuando lo terminé, nadie estaba más sorprendido que yo de que hubiera realmente escrito un libro entero”.
– El fiel seguimiento de Crepúsculo ha generado más de 350 sitios web y una entrega y dedicación propias de una obra de culto.
EXTRAS- 88 MINUTOS: Qué asco de thriller. Me sorprende que Al Pacino se desperdicie tan groseramente en esta película donde el mejor adjetivo que se le puede dar es: Tonta. Si no me salí del cine (como últimamente suelo hacerlo) fue por Pacino y porque el tema de los serial killers siempre me ha interesado. Pacino interpreta a un psiquiatra que ayudó a meter preso a un asesino serial, que fue sentenciado a la pena de muerte. Cuando dicho asesino está por cumplir su condena (9 años después del juicio) Pacino recibe misteriosas llamadas donde le anuncian que tiene 88 minutos de vida, por mentir en el juicio y convencer al jurado de la culpabilidad de un hombre inocente. Lo que suena interesante, NO lo es. Es una película plagada de los clichés del género, absolutamente chapucera en el engranaje del “suspenso”, muy tonta y que irrespeta al espectador con su ausencia de argumento coherente. El final es risible, muy mala. Pobremente actuada, a pesar de contar con muchos actores conocidos. La dirige John Avnet que tiene en su haber películas como Tomates Verdes Fritos (que en su momento, disfruté mucho) o The War (regularona), pero que usó a Pacino en una de las peores películas que he visto con actores legendarios…una peli horrible junto a Robert De Niro…llamada Righteous to Kill…MUY MALA! Oye Pacino, dejá de juntarte con Avnet.

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