EN CARTELERA: El Conjuro – The Conjuring
Conjuros de la vieja escuela
A James Wan le sigo los pasos desde Saw (2004), la primera, la única, la que digan lo que digan los detractores revitalizó el género. La que hizo que buscara un muñeco Jigsaw por toda la red para usarlo en cenas, reuniones, etcéteras y atormentar a los invitados, sembrando la turbia sensación de que se me soltaron algunos tornillos y había decidido imitar al cine al decirles:
Live or die, make your choice
Seh…eran otros tiempos. Wan tenía 27 años y eso a mis ojos lo convertía en alguien para respetar, teniendo en cuenta que el cojudo se creó una franquicia con una buena película inicial, y unas seis (siete?) al pedo.
Además, al verlo, lo último que te imaginás es que ese malasio, de nacionalidad australiana, flaquito, con cara de niño, sea la mente siniestra detrás de la dirección de Saw. Como tampoco imaginás que su compañero de aventuras, el australiano Leigh Whannel, también veinteañero (¡!) pudiera ser el guionista.
Después del éxito de Saw, Wan filmaría Dead Silence (2007), película que de toda su filmografía sería la más decepcionante, eso a pesar de estar bien filmada y de contar con muñequito tétrico y gore por montones. Fue tan más o menos que llegamos a pensar que su ópera prima fue un golpe de suerte.
A esa huevada le siguió Sentencia de muerte(2007), que OH! Sorpresa! nos mostraba a un Wan que se alejaba del género que le dio fama y nos presentaba un filme en el que nuestro siempre amado Kevin Bacon interpretaba a un padre de familia que pierde a su hijo en un violento asalto. Al personaje de Bacon no se le ocurre mejor idea que aplicar aquello del ojo por ojo, y decide cazar a los asesinos como a liebres del bosque. Película entretenida, simplona en su premisa pero efectiva.
Luego vendría Insidious (2010), que en Bolivia ni siquiera llegó a la cartelera, pero que no estaba nada mal y fue un preámbulo de El Conjuro. Preámbulo porque también era una historia sobre casas embrujadas y extrañas maldiciones. En Insidious, Wan volvería a hacer mancuerna con Leigh Whannel, y sí, la historia del niño que luego de llegar a vivir con su familia a una nueva casa queda en coma sin explicación, tuvo sus grandes momentos e hizo que me replanteara la reproducción, la medicina moderna y el valor de mi alma.
Ahora, el 2013, El Conjuro se vende como la película de terror del año y bebe de clásicos de los 70s como The Amityville Horror y en algunas partes El Exorcista.
Basada en hechos reales y con un guión de los gemelos Chad y Carey Hayes, Wan dirige otra trama de casas embrujadas y extrañas maldiciones (recuerden lo del preámbulo).
Estamos a principios de los 70s, Carolyn y Roger Perron que no están familiarizados con el control de natalidad, se mudan a una vieja casa de Rhode Island acompañados de sus 5 hijas.
La casa, como toda casa de película de terror que se precie, está alejada de la ciudad y tiene sus misterios. La pareja llega ñoña e ilusionada a su nuevo nidito de amor. Las hijas juegan por los vericuetos y descubren un extraño sótano que estaba escondido.
También, como toda película de terror que se precie, todos los mensos bajarán al sótano y hurgarán los cachivaches hasta poner en curso los fenómenos paranormales.
Después de MUCHOS indicios, y de que lo más lógico era correr como Forest Gump lejos del boliche, finalmente papá y mamá Perron llaman a los demonólogos Ed (Patrick Wilson) y Lorraine Warren (Vera Farmiga).
Aquí entra en acción una parte más oscura de la película, los Warren tienen un nexo directo con el Vaticano, pero adivinen qué, después que descubren que la casa efectivamente está habitada por espíritus malignos y demoniacos y que además necesita (everybody) un exorcismo, hay que ESPERAR el permiso de la Iglesia Católica.
Bello.
Los fenómenos paranormales siguen su curso, pero en esta ocasión, toda pregunta/queja/ que yo le susurraba a compañero de butaca sobre la estupidez de ciertas cosas, la película las respondía (SI, A MI) cuando avanzaba un poquito, ejemplo de comentarios que pueden surgir y que encontrarán respuesta.
– ¿Cómo puede ser que estos pelotudos no dejen esa casa maldita?
– Ay, sí, ahora los fantasmitas se entretienen jugando a tironear los pies.
– ¿Y pa qué van a esperar que esos curas desgraciados les rocíen agua bendita?
Sí, las cosas se ponen densas mientras la película avanza, para rematar con un final que prefiero no comentar dejándoles la curiosidad de ver qué pasa después de tanto despelote y visitas del más allá.
Tanta cháchara y no entro directo a responder la pregunta obligada que se está haciendo el lector de esta reseña: ¿El conjuro es tan buena como dicen que es?
A ver. El filme no es una revelación dentro del género, de hecho se nutre de los elementos más bien tópicos de este tipo de historia: Casita embrujada, posesiones, objetos malditos, espíritus sedientos de almas y vos en la butaca atragantándote de pipocas.
Wan tampoco apuesta a un terror apoyado en el gore o en lo sádico, sino que se asienta en un terror más psicológico, así que los que esperen ver chorros de sangre, esta no es su película. Para esos chiveríos están Posesión Infernal, American Mary, Frontiere y cosas de ese estilacho.
Aparte, podemos decir que pierde gran parte de su empuje en los últimos 40 minutos, aunque tenga una escena con Lili Taylor que cumple las expectativas y que salva el arroz de que se queme. No vamos a negar que tenés que tragarte algunos mensajitos a la conciencia sobre las hijas de los Perron que no están bautizadas (oh, qué grave) y que aparentemente los demonios y espíritus del mal son todos católicos y se conocen la Biblia al dedillo, pero en definitiva James Wan sabe lo que hace.
Quizás a él se deba que el filme resalte en el género, a su correcta dirección, que con sus travellings, planos secuencia, oportunos silencios, enrarecidos climas, sacando partido de la oscuridad, de los ruidos, consigue contarnos la película de manera amena y que incluso en un momento dado nos esperemos lo peor, deseando que NO suceda.
Su solvente elenco es otra cosa a favor, un Patrick Wilson y una Vera Farmiga convincentes en el papel de pareja que lidia con las fuerzas del mal, y la familia Perron con Lili Taylor (mamá) como mayor exponente de los terribles ataques de los espíritus.
El Conjuro, entonces, es una película cumplidora y superior a lo que solemos ver en su nicho, aunque no novedosa. Nos cuenta algo ya visto muchas veces, pero su plus está precisamente en que cuenta algo muy cliché y logra atraparte. No por nada la película ha seducido a la taquilla y con un modesto presupuesto noqueó a otras como Pacific Rim y Superman.
Veremos si el chicle da para estirarlo y en la secuela, ya confirmada, pueda mantener la atención del público.
Mientras tanto, el último trabajo de Wan es ese tipo de película que vas a ver con la esperanza de llegar a tu casa y dormir con miedito, con la luz encendida. Si lo hace o no, dependerá del espectador.
Lo mejor: muy bien filmada y un airecillo a clásico de los 70s.
Lo peor: demasiado tópica y típica, y gran parte de los últimos 40 minutos.
La escena: la de la niña y alguien detrás de la puerta, y la de mamá Perron casi al final con su hija
Lo más falsete: bueno, April era un poquito grande para su papel de niña boluda.
El mensaje manifiesto: el poder divino nos salvará
El mensaje latente: si no sos católico, cagaste
El consejo: No es para que la vean niños pequeños. Lo digo porque en la función a la que entré se escuchaba a una pobre criatura llorar (o sería un fantasma? UHHH)
El personaje entrañable: la muñeca Annabelle…sehhh
El personaje emputante: el papá Perron, era un poco inútil, la verdá.
El agradecimiento: que antes de estrenarla le quitaron como 40 minutos en el corte final. Gracias, gracias, gracias. Ya dura casi dos horas, así que gracias por recortarla.
CURIOSIDADES
– En la vida real, los Warren investigaron los fenómenos de la casa de los Perron en un periodo comprendido entre 1973 y 1974.
– Una de las hijas de los Perron escribió una trilogía sobre su experiencia llamada Casa de oscuridad, Casa de luz. Algunos de sus pasajes también sirvieron para la película
– 8 generaciones de familias vivieron en esa casa antes de que los Perron la ocuparan.
– La muñeca Annabelle realmente existe, al igual que el museo de objetos malditos.
– Los actores principales viajaron hasta la casa de Lorraine Warren para conocerla antes de filmar la película.
– Es la primera película de James Wan en la que Leigh Whannel no participa en ningún aspecto.
– Fue filmada en orden cronológico, durante 38 días y con un bajo presupuesto de entre 20 a 30 millones de dólares.
– Es la tercera película en la que Wan trabaja con Patrick Wilson, tomando en cuenta que la secuela de Insidious también se estrena este año con el mismo actor.
– Lorraine Warren hace un cameo dentro del filme, es la señora mayor que aparece en los primeros asientos de la clase que escucha el personaje de Lilly Collins cuando va a buscar a los Warren.
– En la escena final en que Lorraine le dice a su marido que tienen que discutir otro caso de Long Island, se está refiriendo a Amityville.
– Lorraine Warren y “Andrea Perron” trabajaron como consultores con Wan.