LOST IN CONTEMPLATION OF WORLD

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Crítica - page 3

OSCAR 2016: Carol

Por: Mónica Heinrich V.

El señorito Todd Haynes nos ha dado películas como Velvet Goldmine, Im Not There o Far From Heaven, y sin ir muy lejos una interesante serie llamada Mildred Pierce.

Por ese curriculum se assume que Haynes es sutil, un director que además puede retratar una época (los 50s) y que sabrá darle a sus personajes algo más que una engañosa bidimensionalidad.

Con Carol, Haynes se queda en una especie de cómodo limbo, donde sí hay una “linda” y “delicada” película, pero quizás sobrepasada por ese estilo pulcro y sin costuras.

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La película comienza con una escena entre Carol (Cate Blanchett) y Therese (Roonie Mara), ambas están en un local teniendo una charla definitoria acerca de su relación. Alguien interrumpe ese momento clave, y el filme viaja en un círculo para contarnos cómo llegamos a esa mesa, a esa charla.

Carol está basada en una novela homónima de Patricia Highsmith, si leen la novela descubrirán que el énfasis está puesto en esa jovencísima Therese, que a pesar de mantener una relación amorosa que ya llegó a ser sexual con su pareja Richard, todavía tiene conflictos irresueltos.

En la novela, Therese es joven, culta, lee libros, escucha música, tiene opiniones sobre la vida, sobre el mundo. Carol es una puerta hacia el amor sí, pero también a esa parte dormida dentro suyo que la chica no sabía que existía. En la novela, que tampoco está wow pero que engancha, Therese se descubre a sí misma gracias a esa relación.

La película nos presenta a una Therese con poca sustancia, que aún no ha intimado con su pareja y a la que le gusta tomar fotografías. Similar sensación deja Carol, mujer adinerada, viviendo una separación, con una hija pequeña, y paren de contar.

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Hay una historia de amor, pero los personajes no tienen mayor profundidad. Y ojo, nadie está diciendo que la película debió ser igual a la novela, de hecho primero vi la película y después leí la novela. Al leer la novela, le di algo más de valor a la película porque quedaron claras algunas cosas que en el trabajo de Haynes apenas se perciben.

El guión adaptado por la debutante Phillys Nagy conmueve en determinados momentos, cumple con exhibirnos a esta seductora y confiada Carol, a la tímida Therese, a esa relación que surge a partir de una mirada en medio de un mar de gente.

En contrapunto, o poniéndole el pelo a la leche, tenemos al estereotipo de macho celoso y posesivo en Harge (Kylie Chandler) que seguirá y atormentará a Carol porque no se resigna al fracaso matrimonial y peleará por la custodia de la hija de ambos.

Sí, el guión cumple con lo básico. La fórmula de una historia de amor casi imposible está ahí.

El final SPOILER ALERT contradice la norma de los 50s (eso quería su autora), en una época en que las relaciones interraciales u homosexuales suponían un estigma en todos los aspectos de la vida de los involucrados, Carol pretende dejarnos una suerte de happy ending o, por lo menos, algo parecido a darse una oportunidad: dos mujeres que a contracorriente deciden intentar ser felices por encima de los prejuicios. Hay que reconocer que no deja de haber belleza en eso. FIN SPOILER ALERT

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Con una linda fotografía de Edward Lachman (Erin Brockovich, Las vírgenes suicidas, Im Not There) y muy bien actuada por Blanchett y Mara, lo mejor que puede decirse de Carol es que es una película filmada con gusto, elegante y sobria.

Si algo hay que admirarle a Haynes es que su narrativa no cae en la muletilla de «amor lésbico»=propaganda de los derechos gays, sino que el filme se trata como una historia de amor a secas.

¿Alcanza? Puede que a algunos espectadores sí, en mi caso me dejó una sensación de vaga empatía, en la que por algún extraño motivo recordaba a La vida de Adèle y su famosa escena del café donde las dos chicas se juntan y una descubre que finalmente, después de tanta agua bajo el puente, el amor se acabó.

Quizás eso extrañé en Carol, más vísceras, más pulso, más desgarro, más…algo.

Mónica Heinrich V.

EXTRA

La novela en PDF: Carol – Patricia Highsmith

OSCAR 2016

Carol consiguió seis nominaciones:

Mejor Actriz: Cate Blanchett hace una interpretación muy buena de Carol, una mujer sofisticada, elegante, que alcanza sus mejores momentos en las discusiones con Harge. Sin embargo, visto lo visto, ese Oscar debe ir para nuestra Mamá de Room.

Mejor Actriz Secundaria: Rooney Mara hace una Therese frágil y encantadora. Acá, mi corazón se parte porque me encantó Jennifer Jason Leigh en Los odiosos 8, Kate Winslet está genial en Steve Jobs, Alicia Vikander hace lo suyo en La chica danesa, quizás la única que no me gustaría que se lo lleve sería Rachel McAdams.

Mejor Fotografía: Aunque tiene una fotografía muy linda no le hace sombra a Lubezki o a John Seale de Mad Max, creo que incluso la fotografía de La Chica Danesa pudo ser mayor rival, aunque no fue nominada.

Mejor Vestuario: Hmmm en esta categoría tampoco tengo un claro favorito. El vestuario de La Chica Danesa es espectacular, Cenicienta y Mad Max pueden dar pelea y el de Carol estaba muy lindo también.

Mejor Guión Adaptado: Me falta ver Brooklyn, pero entre las restantes me quedo con la primera hora de Room. Si no fuera Room, supongo que Carol, pero la verdad, ni fu ni fa con ninguno.

Mejor Música Original: Esa sí quedaría entre Carol y Los odiosos 8.

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Lo mejor: elegante y sobria Lo peor: sensación de vacío, una historia de amor fría La escena: cuando Carol le dice a Harge: We are not ugly people, Harge, fue una de las pocas escenas que me movió el piso Lo más falsete: sabe que el marido es un HDP que anda arañando las paredes y se va de road trip con la amiguita…El mensaje manifiesto: la vida es una sola o como se dice actualmente YOLO (You only live once) El mensaje latente: uno es artífice de su felicidad  o de su desdicha El consejo: para verla en el cine y en idioma original El personaje entrañable: la pobre hija El personaje emputante: Harge, por no saber dejar ir El agradecimiento: por el lindo vestuario y por no hacer una película que parezca más una propaganda pro derechos gay que una historia de amor.

CURIOSIDADES

La nominación de Rooney Mara a Mejor Actriz Secundaria causó controversia, tomando en cuenta que en la novela es ella la protagonista y en la película tiene 6 minutos más de pantalla que Cate Blanchett.

Fue filmada en Super 16mm para tener una textura similar a la de los años 40s/50s.

Justo después de filmar La Chica del Dragón Tatuado (2011) se le ofreció a Mara el papel de Therese, ella lo rechazó y Mia Wasikowska estuvo atada al proyecto hasta que decidió filmar con Guillermo del Toro Crimson Peak.

La productora ejecutiva del filme Tessa Ross, dijo que lleva 11 años tratando de llevar la historia a la pantalla gigante.

Es la segunda adaptación de una novela de Patricia Highsmith en la que participa Cate Blanchett, la primera fue El Talentoso Mr. Ripley.

La guionista Phillys Nagy escribió el primer borrador del guión en 1996.

La película recibió una ovación de casi 10 minutos en su premier en Cannes.

La primera escena que Mara y Blanchett filmaron juntas fue precisamente la escena en que sus personajes hacen el amor por primera vez.

La historia se basa en un encuentro real de la novelista con una atractiva mujer rubia en una tienda de Nueva York.

OSCAR 2016: La gran apuesta / The Big Short

Lo que te mete en problemas no es lo que no sabes, sino lo que crees que sabes con certeza y resulta no ser así

Mark Twain era un pendejo. En esas aciagas épocas derramaba más sabiduría que los tweets de Alejandro Jodorowsky (¡!).

Con esa sapiente frase abre The Big Short, porque claro, la película nos contará a lo largo de más de dos horas, cómo se desinfló, o más bien dicho: reventó la burbuja inmobiliaria en USA y creó la famosa crisis del 2008.

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Así es endeudados amigos, víctimas del sistema bancario, de la sociedad, del cochino dinero y de los illuminatis, la última película de Adam Mckay (The Stepbrothers, Anchorman 1 y 2, The other guys) se basa en hechos reales y usa grandes estrellas de Hollywood para darnos una clase didáctica de fenómenos macroeconómicos.

La comparación más obvia es la de El lobo de Wall Street, de Martin Scorsese, que también nadaba en las espesas y hediondas aguas de Wall Street, sin embargo, Scorsese se la jugaba y (hasta lo último) sus personajes, esos que coqueteaban con los millones de dólares y eran adictos no solo a ganarlos sino a gastarlos, guardaban cierta coherencia. No había redención para la corrupción, ni ñoños sentimentalismos.

McKay, por su parte, toma como base el libro homónimo de Michael Lewis, lo adapta y explica (como un paciente profesor) los orígenes del colapso financiero que hizo que millones de americanos se quedaran sin casa y empleo, y no se decide si está haciendo un película de humor negro o un filme con mensaje a la conciencia.

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En toda tragedia o crisis, hay alguien que ve venir la bola de nieve, la ve o la presiente, y, en la película que nos ocupa, Mckay agarra a los personajes que supuestamente se percataron de la endeble estructura hipotecaria y le sacaron partido. Dicho de otra manera, estos sujetos tomaron los limones que la vida les dio y se fabricaron las súpermegas caipiriñas.

Michael Burry (Christian Bale) es uno de esos fabrica-caipiriñas. Con imagen desaliñada, y un solo ojo, Burry fundó su compañía SION Capital LLC, y atrajo a inversionistas a los que trepó al bus de esperemosquelamierdaestalleyrecojamoslasganancias.

Pero no fue solo Burry, el cíclope, el que se benefició de la caída de un obvio castillo de naipes, también algunos analistas, corredores y advenedizos más.

Uno de ellos, el personaje de Ryan Gosling, es el hilo narrativo de la película y rompe la cuarta pared para contarnos cómo fue el despelote.

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Ok. En los primeros 15 minutos, The Big Short resume de qué y hacia dónde va. SPOILER ALERTA Lo demás es una caja de resonancia mezclada con aderezos como el personaje de Steve Carrel y su muy empelucado Mark Baum, que a pesar de que está salivando porque la huevada colapse, es aquejado por ataques de culpa, y nos enchufan unos flashbacks sobre el suicidio de su hermano bastante chotos.

Eso no le impide cobrar sus 200.000.000 $us. claro, ni a él ni a los dos muchachos que son ayudados por un hippie chic Brad Pitt, Ben Rickert, cuyo personaje está en contra de todo lo que termina haciendo en la película. FINAL DEL SPOILER

The Big Short trata de alivianar un cúmulo de información que es súper aburrida y técnica con la muletilla de: “Ahora, Verónica Larrieu nos explica cómo caen las acciones cual si fueran achachairuses en temporada”

No está mal, aunque para el público promedio sigue siendo un lenguaje poco accesible y dentro de los engranajes mismos de la película, todo se vuelve bastante repetitivo.

Desde el principio, Mckay toma partido porque parece incómodo con los grises, y reflexiona sobre lo sanguinario del sistema bancario, del gobierno que socapa a los creadores de la crisis, y de la impunidad.

Sí, McKay, entendimos.

Qué jodida es la vida y el ser humano.

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La gran apuesta está nominada a 5 premios Oscar:

1.- Mejor Película: No está mal, pero me resulta difícil situarla entre lo mejor que vi del año, porque a pesar de su aire irreverente es una película bastante políticamente correcta que tiene aspiraciones más grandes que sus resultados. El acelerado montaje disimula un poco la corrección política.

2.- Mejor Director: McKay incursiona en un género que aún contiene los visos humorísticos de su filmografía anterior, pero creo que no supo comprimir su historia y en términos de dirección termina dando demasiados mensajes moralistas sobre un hecho que el espectador puede juzgar por sí solo.

3.- Mejor Actor: Christian Bale hace una muy buena representación de Michael Burry, quizás no tenga mucho que ver con el verdadero, pero Bale sabe actuar. ¿Se llevará el Oscar? Creo que hay opciones más sólidas como Tom Hardy en El Renacido, estos días me queda ver Creed.

4.- Mejor Guión adaptado: The Martian y The Big Short me parecen las apuestas más débiles de este apartado. Aunque nunca sabe, a la Academia le gusta lavarse la cara con temáticas sociales como esta.

5. Mejor Edición: Su edición está muy buena y cubre parte de las falencias del guión, aunque, nuevamente, tiene rivales que son mejores.

En resumen: The Big short es una buena película con una interesante historia. A ratos, la palabra que se te viene a la mente es: inteligente…porque lo es, pero el tufillo conciliatorio arruina un poco la experiencia.

Ahora, Falkor, mi perro, les explicará con huesitos lo que trato de decir.

(…)

Mónica Heinrich V.

Lo mejor: es inteligente y didáctica Lo peor: repetitiva y moralista La escena: la de la Jenga y las intervenciones de los artistas invitados Lo más falsete: la supuesta culpa o remordimientos o tristeza de los personajes que esperaban que el sistema colapse para hacerse millonarios El mensaje manifiesto: si le das más poder al poder, más duro te van a venir a coger El mensaje latente: ponete vaselina El consejo: para ver en un horario en el que NO vayás a sucumbir de sueño El personaje entrañable: todos los que creyeron que las cosas saldrían bien adquiriendo casas sin tener cómo pagarlas El personaje emputante: Mark, el de Steve Carrell, porque fue el más moralizador de todos, con la cantaleta del hermano muerto y lo mal que se sentía de que la gente pierda sus casas. Sí, claro.  El agradecimiento: inteligente, a pesar de los peros que podás encontrarle.

CURIOSIDADES

  • «La verdad es como la poesía y la mayor parte de la gente odia la maldita poesía” es una frase que creó el mismo director, Adam Mckay, cuando no sabía qué frase decir sobre el bar de Washington.
  • Se basa en el libro homónimo de Michael Lewis, y es la segunda obra de Lewis que la productora de Brad Pitt produce, la primera fue Moneyball.
  • El estudio quería que los personajes sean menos odiosos, sin embargo, Mckay se impuso y quiso mantenerlos tal cual los vimos.
  • Es la primera aparición de Ryan Gosling desde que el 2013 anunció que se daba un respiro de la actuación.
  • El personaje de Christian Bale jamás comparte escena con ninguna de las otras estrellas principales.
  • Margot Robbie era la esposa del personaje de Leo Dicaprio en El lobo de Wall Street.
  • El verdadero Michael Burry tiene un cameo en la escena de las oficinas.
  • En el guión original las celebridades que explicaban los términos eran otras: Scarlett Johanson reemplazaba a Margot Robbie y Beyonce tenía el parlamento de Selena Gómez.

EN CARTELERA: Steve Jobs

Amantes de la manzanita, detractores de la manzanita, aspirantes a multimillonarios que siguieron la carrera de Steve Jobs con la esperanza de que se les peguen algunos dólares al absorber sus “enseñanzas”, estimados padawanes, lectores en general.

La nueva biopic del fundador de Apple ya está en cartelera para que todos vayan a verla, discutan cuán hijo de puta era el señor y busquen las biografías para constatar verdades o mentiras.

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Y muy al estilo binario con el que algunas personas ven la vida y el 2016, la película del británico Danny Boyle puede ser apreciada de dos maneras.

Como película a secas

Boyle no es un director muy prolífico, tiene casi 60 años y solo ha hecho 10 largometrajes, siendo lo mejorcito de su carrera lo que hizo al principio.

Con Tumbas al ras de la Tierra y Trainspotting parecía que Boyle estaba destinado a las grandes lides, pero el hombre ha ido de más a menos y aunque nunca deja de ser un cineasta interesante se podría decir que ha sido literalmente devorado por las exigencias de los estudios. Este es un ejemplo de cómo tu estilo y/o talento puede ser anulado miserablemente o cómo tu estilo y/o talento no evoluciona con vos.

No importa, igual ir al cine a ver una película de Danny Boyle es garantía de que pasarán cosas y sentirás cosas.

Boyle se junta con el guionista Aaron Sorkin y nos da una película entretenida, con excelentes actores, con una fotografía espectacular (Alwin Küchler: Hanna, Sunshine, Movern Callar, Divergente), con un muy buen montaje (Elliot Graham), con una excelente banda sonora (Daniel Pemberton: Operación U.N.C.L.E., The Counselor, In Fear) y, a pesar del aire sentimentaloide que nos ventea al final, hace salir del cine con la sensación de haber visto algo superior al promedio, de impecable factura.

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Si uno no se pone exquisito y pendejo con las comparaciones con el Steve Jobs real, puede ser una película muy disfrutable, gracias, sobre todo, a los diálogos que van y vienen de Aaron Sorkin.

Sorkin (Red Social, Moneyball), una vez más, muestra su pericia y audacia al lanzarnos una chorizada de texto que en ambientes más bien controlados (los lanzamientos de los nuevos productos de Steve Jobs) unen los hilos que conforman el perfil de un personaje tan lleno de capas como Jobs.

Y es que la biopic de Jobs parecía destinada al fracaso, sufriendo el abandono del director David Fincher en sus inicios, el rechazo de actores como Leonardo DiCaprio y Christian Bale, y quizás, la sensación de que era casi imposible abarcar con exactitud y precisión el proceso que convirtió a Apple en ese gigante de la tecnología.

Danny Boyle tomó ese desafío y eligió centrar la trama dando un repaso a la vida de Jobs a través de tres puntos claves: 1) Lanzamiento de la Macintosh 2) Lanzamiento de NeXT y 3) Lanzamiento de la Imac.

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El arco dramático va desde el aparente fracaso de Macintosh, la salida de Jobs de Apple y el retorno a Apple, todo esto condimentado o, más bien dicho, acentuado en la relación que el afamado ejecutivo llevó con su hija Lisa, que incluso sirve como vehículo para esbozar (falsamente) el nacimiento del Ipod.

Como película a secas lo compro. Compro el excelente desempeño de Michael Fassbender como un ficcional Jobs, compro la portentosa actuación de una Kate Winslet en su mejor forma, compro la ñoñez de los 20 minutos finales, compro el desfile de némesis/ex amigos/detractores que se le aparecían antes de cada lanzamiento, compro a Woz (Seth Rogen) mendigando reconocimiento ausente de su marca personal: el sentido del humor, compro los encuentros forzados para ponerse a charlar de cosas profundas y deudas antiguas, compro todo.

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Lo que no compro es que sea una buena biopic y ahí entramos en la manera número dos de ver este trabajo de Danny Boyle.

Como biopic o aproximación al personaje real

Físicamente, Fassbender no se parece en nada al verdadero Steve Jobs. Ni en joven, ni en viejo. Eso no importaría si el aura o la personalidad de Jobs estuvieran plasmados en otros aspectos. Desgraciadamente, Fassbender nos presenta un tiburón frío y despiadado, claramente obsesivo, que no digo que no sean características reales de Jobs, sino que el verdadero Jobs jugaba más a the nice guy, a tipo hippie, onda zen, coloquial en sus ademanes, un tipo más común, por decirlo de alguna manera.

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De hecho, hay biografías que cuentan que Jobs no era muy controlado en sus emociones sino más bien volátil, podía romper en llanto con tal de conseguir lo que quería, y ponerse histérico muy fácilmente. Con esto quiero decir que Fassbender le ha dado una elegancia al personaje que Jobs no tenía.

Hablando netamente de la fundación de Apple, sus problemas, los personajes que rodearon a Jobs, y los tres puntos que la película toca, es por demás decir que se han tomado bastantes libertades. Desde el énfasis en Lisa, que dicho sea de paso, vivió con Jobs a partir de los 14 años, pasando por la presencia constante de Johanna (Kate Winslet) que después de NeXT no siguió con Jobs, hasta la omisión de la segunda esposa de Jobs con quien se casó en 1991 y que en la película (cuya trama concluye en 1998) jamás es mencionada.

En la película Jobs (2013) protagonizada por Ashton Kutchner, los actores que representaron a los personajes reales sí tenían una similitud física más marcada. Kucthner y Josh Gad (Woz) eran muy parecidos a los dos chicos que juntos trabajaron en el garaje del papá de Jobs para fundar Apple. Jobs, sin embargo, languidecía ante una dirección de Joshua Michael Stern carente de imaginación y con un tono muy de telefilm de Lifetime.

Acá se omitía el papel relevante de Johanna y se daba más vuelo a las relaciones tempranas de Jobs con sus colaboradores, con la madre de Lisa, con el amigo con el que fue a la India y que luego dejó botado como una chancleta, con Woz, para luego siguiendo la fórmula hollywoodense contarnos su glorioso ascenso, mensajitos de autoayuda de por medio, y vendernos una imagen de superación, excesivamente amable del personaje.

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Por su parte, el documental Steve Jobs: The man in the machine profundiza un poco más. Alex Gibney, responsable de documentales como Freaknomics, Gonzo: Vida y hazañas de Hunther Thompson, La mentira de Lance Amstrong y Going Clear: Scientology and the prison of belief muestra el lado más oscuro tanto de Jobs como de Apple bajo el mando de Jobs.

Así sabremos de los 18 suicidios en un año que tuvo en una de sus fábricas, que se estacionaba siempre en la zona de discapacitados, las malas prácticas corporativas, la contaminación ambiental de Apple, la explotación de sus trabajadores, sus movidas ilegales para sacar dinero a paraísos fiscales, su ausencia absoluta de filantropía, su carácter vengativo, ya que estando a punto de morir de cáncer se dio tiempo para perseguir a un periodista por haber filtrado el nuevo Iphone, y otros.

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Lo que jode de The man in the machine es el tono de introspección que adopta Gibney para abordar la figura, las preguntas que se hace ante la masiva respuesta de las personas a la muerte de Jobs, ¿por qué la gente llora? ¿Por qué la gente hace cola durante horas por un teléfono? ¿Por qué Steve Jobs trascendió por encima de gente que sí eran ingenieros, técnicos o expertos en softwares? Y el cierre, onda filosófico existencial del documental, que juega a que no juzga al personaje, pero sin embargo se regodea en las zonas más polémicas del mismo.

Así que no, ni Jobs ni Steve Jobs: The man in the machine lo consiguieron tampoco.

Y si tenés como referencia o como comparación esos dos trabajos, Steve Jobs de Danny Boyle es una rueda más al carro que intenta retratar a este complejo personaje.

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Puede que algunos piensen que el trabajo de dirección de Boyle y el de guión de Sorkin, son más que suficientes para decir que la película es de lo mejorcito del año. Sin ir muy lejos, de las últimas películas de Boyle debe ser la más inspirada. Puede que también crean que Fassbender se merece su nominación al Oscar por una brillante actuación que no es precisamente tributo al personaje que recrea. Puede que sí, pero para los que busquen a Steve Jobs como tal, supondrá una mezcla de sentimientos. Un coitus interruptus.

Steve Jobs, no el de Ashton ni el de Fassbender, decía que no tenías que ser mejor que la competencia, sino diferente. Think Different era su lema, hasta el momento ninguno de los trabajos audiovisuales que intentan ahondar en su vida lo es.

Eso sí, la otra máxima que vendía como slogan: «cambiar el mundo», para bien o para mal la cumplió con creces y las películas/documentales que salen unos detrás de otros, lo prueban.

Buenos días, esito sería. Cierro por unos instantes mi Mac.

Mónica Heinrich V.

EXTRA:

Acá el link de descarga de la biografía escrita por Walter Isaacson: Steve Jobs (Spanish Edition) – Walter Isaacson

Lo mejor: los elementos que componen una buena película están ahí: actuaciones, dirección inspirada, montaje, guión (incluso con su parte cursi) y arcos narrativos.

Lo peor: el Steve Jobs de Fassbender y de Boyle no es el Steve Jobs de Apple.

La escena: la primera secuencia introductoria al personaje, la de la coincidencia, las charlas con Scully estuvieron muy buenas.

Lo más falsete: lo de la hija, lo del ipod, lo de Woz todo el tiempo mendigando reconocimiento.

El mensaje manifiesto: Think Different

El mensaje latente: definamos Diferente

El consejo: Vela subtitulada, y sin exigir muchas similitudes con el Jobs real.

El personaje entrañable: Siempre sentí particular simpatía por Woz

El personaje emputante: la mamá de Lisa.

El agradecimiento: porque es amena y porque mueve a buscar mayor información sobre los personajes reales.

CURIOSIDADES

Tuvo un presupuesto de 30.000.000 $us.

Los espacios temporales de la película fueron filmados con diferentes técnicas para mostrar los avances de la tecnología, los inicios de Apple se filmaron en 16mm, luego en 35mm y la parte final en digital para que queden tácitamente marcados los 16 años que pasaron hasta la escena final del filme.

Fincher dejó la película porque no cumplieron sus dos exigencias: 10.000.000 $us. por dirigirla y tener absoluto control creativo del proyecto.

Steve Wozniak fue consultor del filme.

Las audiciones no se hicieron con el guión de Sorkin sino con escenas de Newsroom la serie de TV del mismo guionista.

Como la película está dividida en tres secuencias, la filmación se hizo igual. Se ensayó durante dos semanas, se filmó el primer pedazo durante otras dos. Se detuvo otras dos semanas en las que se ensayó la otra parte, y luego se filmó. Y lo mismo sucedió con la tercera parte.

El guión tenía alrededor de 180 páginas y Fassbender se lo memorizó.

Aaron Sorkin hace un cameo mientras Steve Jobs y Woz discuten en el teatro vacío. Es una de las personas que pasan por el fondo.

EN CARTELERA: El Clan (Argentina)

Nunca un poster fue tan sincero: La realidad supera a la ficción.

Así es, muchachos, El Clan de Pablo Trapero se queda corta en sus aspiraciones a trasladarnos al perturbador mundo de la familia Puccio.

Muy corta.

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En 1982, el joven Ricardo Manoukian es secuestrado. A pesar de que la familia pagó el rescate, el cuerpo del infortunado aparece con tres balazos. Así comienza una de las historias criminales más sórdidas de Argentina.

Sórdida porque ya en 1985 y después de tres secuestros más, se detiene a Arquímedes Puccio un milico de la dictadura en retiro y con nexos en las altas esferas políticas y militares.

Puccio hizo lo que hizo ayudado por otros dos “colegas” y con la complicidad (aparente) de toda su familia: la esposa (llamada curiosamente Epifanía), tres hijos varones y las dos hijas mujeres. El mayor de los chicos no pasaba los 22 años y la menor aún estaba en colegio.

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El tráiler de El Clan sí capturó ese hedentina que nos envolvía cual pesado poncho cuando pensábamos en dicho despelote. El plano secuencia de la cotidianidad de esta familia inmersa en sus actividades, que sigue a papá Puccio por la casa en la que todos conviven y que termina con el secuestrado enmanillado en el baño del segundo piso, estaba demasiado bueno.

Si la película hubiera seguido esa tónica tendríamos un peliculón de aquellos, pero Trapero decide hacerle homenajes a Scorsese, a Mann y estiliza tanto la historia como los personajes en una vacua búsqueda de alcanzar las fórmulas americanas.

Quiero decirle algo a Trapero: los gringos hacen eso que intentó hacer y lo hacen mejor.

El-clan-1-e1447348398431El guión, también de su autoría, crea un anclaje emocional en la figura del atormentado Alejandro Puccio (Peter Lanzani) y nos lo presenta como un chico con futuro en el rugby que queda atrapado por las telarañas de su padre, Arquímedes (Guillermo Francella).

Juega con el glamour que rodea al joven Puma, y lo contrasta con una vida familiar clasemediera en problemas por el cambio de gestión del país.

Con algo de ingenuidad y como muletilla, Trapero recurre en demasía a las imágenes de archivo para remarcar constantemente que la dictadura terminó pero que la nueva etapa democrática levanta incertidumbre y que gente como Puccio quedó sin opciones laborales. Sí, a pesar de que la dictadura concluyó algunos resabios flotan en al aire, escondidos pero presentes.

Agradezco el contexto, pero me estorba el subrayado.

Más aún si este subrayado es un mero ornamento que evade el tema más contundente del caso Puccio. Arquímedes Puccio fue parte del SIDE (Secretaría de Inteligencia del Estado) y también se dice que de la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina: grupo paramilitar de extrema derecha que durante la dictadura “limpió” a la oposición), los entretelones del caso en el que es evidente estaba inmersa mucha más gente son apenas acariciados.

No hay profundidad, solo el morbo de agarrar a Puccio como psicópata narcisista y no contarnos más nada.

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Algo que me aterraba del verdadero Puccio era su capacidad de camuflarse con el ciudadano promedio, cuando uno lo escucha en las entrevistas descubre un estilo coloquial, casi casi como cualquier panadero, jardinero, hombre mayor que te topás en alguna calle de Buenos Aires, eso es lo que provoca mayores escalofríos: La normalidad escondiendo un monstruo.

Y jode porque indirectamente te dice: tu mundo no es seguro. El tipo parecía un señor mayor normalito y mirá lo que resultó.

El Arquímedes Puccio de Francella, por el contrario, es un casi robotizado ser que además tiene look vampírico y afectado, ya con el chip de “soy malo, muy malo, no te imaginás lo malo que soy”.

Al Puccio de Francella te lo topás por ahí y te va a dar cosita de entrada.

Ok. Son las licencias narrativas al trasladar la realidad a la ficción, pero creo que ganaba más si no recurría a un estereotipo de villano.

La banda sonora también me significó un problema, una seguidilla (en su mayoría) de canciones gringas, estilizando aún más esta historia de una oscura familia venida a menos. Y ya quitándole el pero del algo burgués uso de temas en inglés, está excesivamente musicalizada. Perdí la cuenta de las canciones que puso en los momentos menos adecuados dándole aire videoclipero.

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Sí, sí, sí, a El Clan la historia le queda grande, aunque haga méritos suficientes para que los 110 minutos que dura sean “entretenidos” (muy al estilo Hollywood) .

Trapero se ha convertido en un director bastante impersonal, que funciona correctamente y entrega productos correctos, pero que no trasciende ni creativamente ni narrativamente.

El Clan, cuya historia en la que se basa parecía destinada a que salgamos del cine desconfiando del amigo, del vecino que barre la calle, de los uniformados policías y de esa invisible mano que mece la cuna a nivel político, nos devuelve la imagen de un director que sueña con las alfombras rojas hollywoodenses y que en su afán de trasladar una trama argentina al fuero universal, entrega una película desangelada y sin intensidad.

Arquímedes Puccio, luego de un proceso judicial que solo puede caratularse como extraño,  alcanzó su libertad en el 2008 y se convirtió en abogado. Un periodista lo fue a buscar a la Facultad de Derecho,  el líder del infame clan, que seguramente carga más muertitos de los que se supo, lo recibió amablemente. Ahí, el periodista recorrió los pasillos universitarios con el viejo a su lado. Amén de que los jóvenes estudiantes no tenían idea quién era ni escuchando el nombre completo, Puccio empieza a decir canchero: «Mirá cómo camino, quién me para a mí. ¿A quién le tengo miedo yo?» El periodista interviene: » Bueno, en alguna oportunidad se le tenía mucho miedo a usted» y  Puccio desestima esa afirmación exclamando muy fresco: ¡Pero ¿por qué? Todo por la prensa, querido!»

Ese es el Puccio jefe de un clan, líder de una mafia. Ese es el Puccio al que puedo imaginar secuestrando, torturando y asesinando personas sin siquiera pensar en ellos al día siguiente. Ese es el Puccio que queríamos. Y detrás de ese macabro Puccio, el clan, y detrás del clan la sombra del poder que lo protegió.

Mónica Heinrich V.

Lo mejor: se deja ver con interés

Lo peor: el montaje, los flahsbacks, la música gringa, y que a grandes rasgos se siente hueca en comparación a las impensables ramificaciones que tiene el caso Puccio.

La escena: el salto de Alejandro, y el montaje (too much) paralelo entre la escena sexual y la tortura.

Lo más falsete: el personaje de Puccio, cero matices. Un villano de manual de película americana.

El mensaje manifiesto: Solo vemos lo que queremos ver

El mensaje latente: Lo que no vemos puede que sea demasiado para nuestros ojos

El consejo: Vela, y antes o después nutrite de la extensa información que hay sobre el caso en las redes.

El personaje entrañable: las víctimas

El personaje emputante: la forzada representación de Puccio

El agradecimiento: porque dentro de todo es entretenida y su factura técnica aprueba.

LINKs de interés

EN CARTELERA: Our brand is crisis (Experta en crisis)

Mis queridos coterráneos, tengo noticias para ustedes: somos exóticos y fascinantes. Ajá. Casi, casi como el buitre barbudo o el ciervo de agua chino.

No hay vueltas que darle.

Pero antes que nos champemos en las oscuras aguas del pantano es mi deber anunciar que: Our Brand is crisis no es sobre Bolivia, ni siquiera sobre el duro mundo de las campañas políticas, Our Brand is crisis es, por encima de todo, una película sobre Calamity Jane.

Y es ahí donde descubrimos, una vez más, que el mundo es una breve mascarada.

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Caballero, si usté está yendo al cine a ver una inteligente película sobre las pestilentes argucias de los asesores de campaña electoral, si usté piensa que se pringará hasta los codos removiendo secretos y descubriendo verdades, se ha equivocado de sala.

Señorita, si usté está yendo al cine a ver algo medianamente interesante sobre los hechos acaecidos en la reelección de Goni (aquella que terminó con el gringo huído), si piensa que verá un retrato/parodia/simulación de Manfred, Evo, y cualquier otro personaje/hecho verídico que pueda servir como entretenido espejo de la bolivianidad, también se ha equivocado de sala.

Repito, por si no lo ha captado, esta es una película sobre Jane y Jane no es otra que Sandra Bullock, criollamente designada como “la Sandra».

La Sandra interpreta a una Jane que NO es experta en crisis, no, así que no sé quién carajos hace las traducciones de los títulos en español, Jane es experta en la manipulación de las masas, en el cambio de opinión de un electorado que en su gran mayoría no sabe realmente por qué vota a quien vota, Jane es asesora de campañas políticas.

Cuando la película comienza, la Sandra está en retiro espiritual onda hippie chic, con cerámica zen de por medio, hasta allá van a buscarla unos crispines que quieren que participe en la campaña del oligarca neoliberal Pedro Castillo (supuesta figura ficcional de Goni).

OUR BRAND IS CRISIS

Las motivaciones de Jane para aceptar el trabajo son simplemente relacionadas a una vieja rivalidad con Pat Candy (Billy Bob Thornton) que se encuentra asesorando a Rivera (supuesta figura ficcional de Manfred) y quien encabeza las preferencias para ocupar el tan cotizado sillón presidencial del Palacio Quemado.

De esta manera, la Sandra se viene a La Paz y tanques de oxígeno de por medio decide que ya que su candidato es odioso, jailón, con mala fama y algo atorrante para relacionarse con el pueblo, la marca de la campaña será: CRISIS.

Sí, sí, sí. Recordemos que hay dos tipos de candidatos ganadores, uno: la esperanza, lo nuevo, aquello que devuelve la fe un futuro mejor y dos: ese que será el mejor guerrero para una situación de crisis.

Frases de grandes pensadores van y vienen, gags también van y vienen, en algún momento describen a Bolivia como un país cuya democracia es frágil, aquejada de convulsiones sociales y con mayoría indígena. Uno de los gringos dice que la Sandra tiene que imaginarse a USA con millones de apaches, bueno, un difícil cuadro ya que ellos tuvieron la “democrática” idea de exterminarlos.

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Castillo está interpretado por Joaquim de Almeida y amén de  escasas similitudes con el Goni al que evoca, lo de Almeida es tan boliviano como los actores nicaragüenses, hondureños, mexicanos, y whatever que representan al resto de los personajes.

Hay llamas, algunos folklóricos bloqueos, unas cuantas banderitas rojo, amarillo y verde, paisajes paceños, cholitas y paren de contar.

Lo boliviano es simplemente una vitrina que sirve de gag para que la Sandra se pare a verla con sus asombrados ojitos gringos: lo hará pijchando, con chulos colorinchis, prácticamente envuelta en el aguayo. No cabe duda, es el alma máter de la película con un personaje que carece de la más mínima coherencia.

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Porque Jane se pasa meses acompañando al tal Castillo y haciendo las cosas más ruines con tal de ganar las elecciones y voilá, SPOILER ALERTA cuando finalmente ganan las pinches elecciones, la doña entra en crisis existencial. La carcome la culpa porque OH! El político mintió! Ella que tiene toda la experiencia del mundo mundial no se lo vio venir OH! Castillo los cagó a todos. QUE SORPRESA! Qué inaudito! Sí, el pueblo  pobre y pintoresco ha sido engañado y ella, ELLA, la mal llamada experta en crisis, lo hizo posible. Es tan fuerte el momento que  resulta que lo que hemos visto es un recuerdo para saber cuál fue el punto de inflexión que la llevó a trabajar contra las injusticias latinoamericanas SPOILER FINAL.

Digan si no es lo más cojudo que han leído en mucho tiempo.

La culpa es de Peter Straughn, guionista que curiosamente hizo películas bastante aceptables como El Topo, La Deuda, Frank.

En Our Brand is crisis, es el absurdo lo que se impone en un relato que se focaliza en puntos de lucimiento para la Sandra. Hay cierto desgano, cierto valeverguismo en hacer la historia creíble y  el error mayor es haberla convertido en una “comedia” de medio pelo. Si a eso le agregamos que la película agarra onda de redención casi al final, imagínense qué tenemos.

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David Gordon Green es el director de este filme que se basa en un documental mucho más interesante del mismo nombre, ahí no vendían simulacros y nos decían directamente que ellos ponen y sacan presidentes cuando les da la gana y de la manera que les da la gana. In your face, Bolivia! Esos maquiavélicos sujetos deben estar en un país tercermundista haciendo de las suyas mientras nosotros vemos películas chabacanas de la Sandra.

Gordon Green tiene como su trabajo más conocido a Pineapple Express.

Sin comentarios.

A nivel actoral, pues yo sí respeto a la Sandra como actriz. No es mi favorita, pero me parece que trabaja bien. De hecho, es gracias a ella que se pueden disfrutar algunos momentos. El resto de los actores son meramente ornamentales, hasta Billy Bob está ahí con la misma intensidad que la llama Marco. Quizás lo más emputante eran los actores latinos que fingían ser bolivianos y decían sus textos con todo tipo de acentos.

Así las cosas, Bolivia tiene su pequeño cameo. Un cameo de plástico y cartulina.

Se estarán preguntando si, por lo menos, es entretenida. Pues si te la tomás como una película de la Sandra  que vas a ver por Billy Bob Thornton, puede que la pasés bien. Hubiera ganado mucho en ese punto si le quitaran toda la parte de la redención.

De lo contrario, este repaso a la existencia de Calamity Jane es una calamidad en toda regla, es como sentarte a comer un pedazo de pizza recalentada acompañada de una Coca-cola sin gas.

Y lo peor, es que cual político cochinón promete mejores cosas de las que finalmente entrega.

Mónica Heinrich V.

Lo mejor: tiene algunos momentos que sí arrancan por lo menos una sonrisa Lo peor: chicha sin dulce La escena: la Sandra con los tres bolivianos jodiendo a Billy Bob Lo más falsete: la mayor parte de los dizque bolivianos y claro, la redención de un personaje como Jane  El mensaje manifiesto: Bolivia es una vitrina rica en gags El mensaje latente: somos exóticos como el buitre barbudo y el ciervo de agua chino El consejo: mangueá la invitación a verla y hacelo en VOS, imagino el desastre que será doblada El personaje entrañable: la llama Marco El personaje emputante: el fan al pedo de Castillo (personaje de Reynaldo Pacheco) El agradecimiento: que termina.

EN CARTELERA: Spectre

Si el actor principal de una película dice que prefiere cortarse las venas antes de volver a interpretar su personaje, estamos ante una sincera declaración de principios, y nosotros como público podemos decir que sobre aviso no hay engaño.

En SkyFall acusábamos recibo de la falta de personalidad de la saga y la caída en desgracia de Bond, James Bond, personaje que nunca fue mi favorito: asesino, vampiro emocional, institucionalizado, sistémico, viviendo en medio del lujo a través de los impuestos del ciudadano común, patriotero, machista, con delirio mesiánico y otros trastornos, dicho vulgarmente: un pobre cojudo.

A pesar de todo, pasamos por alto sus sonrojantes “virtudes” y nos divertimos un poquito con el monólogo de las ratas de Bardem, la dirección de arte, la foto y hasta la música de la anterior entrega.

Ajá. En medio de toda la esterilidad narrativa y la interpretación semi-comatosa de Daniel Craig, hubo cosas para disfrutar, lo que no sucede con SPECTRE, intitulada así casi premonitoriamente.

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Se puede decir que el inicio es lo mejor de toda la película. Ese plano secuencia en pleno D.F., sumergido en la fiesta del Día de los Muertos, la entrada al edificio y la salida por la ventana estuvo muy bueno.

Y es triste, triste de verdad, que eso sea lo mejor de la película, porque luego tenés dos horas de película al pedo, donde lo único que te queda es esperar los créditos y poder marcharte a tu casa a olvidarla irremediablemente.

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Resulta que M (Judi Dench) antes de partir hacia el más allá le dejó a su hijo predilecto (Bond) un video en el que le daba instrucciones precisas sobre qué hacer cuando ella muera: Matar a un fulano y luego ir a Italia al funeral y ver qué onda.

La doña se da el trabajo de grabar el video, se toma su tiempito para decirle todo eso y no le explica más nada. Por qué? Pues porque a los guionistas se les canta.

Jhon Logan (a quien usaron y luego botaron como una chancleta en Skyfall) retorna a las lides del guión acompañado de Neal Purvis, Robert Wade y Jezz Butterworth. En esta ecuación la cara nueva es Jezz Butterworth (Black Mass, Al filo del mañana) mientras que el resto ya son unos acomodados de la franquicia y siguen torturándonos con sus pésimos guiones.

Después del video de la vieja, Bond hace exactamente lo que le piden, se va a México a buscar al objetivo, y luego vuela a Italia, al entierro, donde conoce a la viuda (Mónica Bellucci). En la historia, el orejón de Craig tiene más poder del que a simple vista parece porque no solo libra a la viuda de una muerte segura, sino que se la revuelca sin mayores preámbulos.

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Bellucci que lo ve por primera vez en su vida, además de soltarle “el sur”, le suelta otras pistas o claves que lo llevarán a toparse con un ex némesis. Ahí se fueron los 5 minutos de mujer florero por los que Bellucci se convirtió en Chica-Bond.

Seguimos. Una de las peores escenas del mundo mundial sucede cuando Bond se mete como Pedro por su casa a una reunión de súper-archi-villanos con complejo de Cerebro (vamos a conquistar el mundo) y descubre que Franz (Christopher Waltz) no estaba muerto andaba de parranda.

Qué bonito! Así, al hilo, nos ligan las últimas tres películas de James Bond como una sola, como un pequeño serial en el que no sabíamos que un puppet master invisible jugaba con el inocentonto James y con el espectador de turno.

Nuevamente te preguntás por qué carajos pasa algo así, y es como si escucharas las voces de cuatro sujetos diciendo al unísono: Porque se nos canta.

Por si fuera poco, la escena en la que el personaje del español da su discurso me hizo desear que exorcicen mis ojos.

Un horror. Menos mal que Dave Bautista lo liquida.

Después de semejante “giro” todo es un camino en bajada.

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Como trama paralela, el nuevo M (Ralph Phiennes) tiene problemas porque quieren prescindir de sus espías para instalar un moderno sistema de espionaje muy similar a lo que se propuso en Batman The DarkNight y por lo que el personaje de Morgan Freeman se rayó con Bruce Wayne. Por lo menos en Batman se maquillaba de conflicto ético, acá en realidad hay un simple problema de pegas que mantener.

Sí, lo quieren poner como novedad barata y algunos hasta se atreven a afirmar que es una crítica al control estatal, pero no mis amantes de Ian Flemming y del cochino mundillo del espionaje. No, no y no.

Despuesito entra en escena el otro florero femenino, Lea Seydoux que agarra su talento para tratar de vendernos la idea de una atracción carnal por Bond y el papel de damisela en apuros: Cero. Un cero al infinito.

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SPOILER

Los sinsentidos van y vienen sin control, la parejita huye de Waltz, Bautista los persigue, y luego van por su propio pie a meterse a su boliche. El escape es despatarrado, el reencuentro más bochornoso aún y Bond, al final, tomado de la mano de la tal Madeleine nos dice en nuestra cara pelada que el seriado ya no es seriado sino telenovela chota.

FIN DEL SPOILER

Nada a destacar, las actuaciones muy estándares. Craig sigue dándonos la nada que nos dio desde que interpreta o desinterpreta a Bond,  Waltz está tan en el borde de una parodia que no llega nunca a despuntar como villano aunque hay que reconocer que no tiene material al cual aferrarse, y las chicas lo mismo, quizás la francesa muestra que aun con un pobre papel tiene condiciones para mejores cosas.

Sam Mendes resbala de nuevo y esta vez ni la cuidada fotografía del suizo Hoyte Van Hoytema (Her, Interstellar, Let The Right one in) nos salvan de los brazos apretados del sopor.

Tiene todos los elementos: exóticas locaciones, mujeres sexis, percusiones por tierra, en auto, en helicóptero, en avioneta, a pie, en lanchita, you name it! tiene villanos, aliados, líos familiares, y bla bla bla…ingredientes que no son cocinados adecuadamente.

Si esto fuera Top Chef diríamos: Sam, por favor empaca tus cuchillos y vete.

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Ni Daniel Craig cree en James Bond ni nosotros lo hacemos. Spectre se convierte en el espectro del personaje de una franquicia que después de 24 entregas (producidas por EON Productions) necesita con urgencia un trasplante de corazón y de cerebro.

Sin embargo, el espectro mayor, casi como para que aparezca en las noches de Halloween, es el de la carrera de Sam Mendes, director que no consigue cumplir con la promesa hecha hace años de ser un realizador medianamente interesante.

Mónica Heinrich V.

Lo mejor: el plano secuencia inicial

Lo peor: aburrida, sin rumbo, 350 millones dilapidados al huevo

La escena: el plano secuencia inicial.

Lo más falsete: el helicóptero que aterriza en pleno zócalo, el video de la vieja, el encuentro con Bellucci, cuando se mete a la reunión, los diálogos con Waltz, las indicaciones que da el papá de Madeleine, la relación con Madeleine, el tema de los espías y el gran ojo de la vigilancia totalitaria, el reencuentro, la huevada del edificio, el final. Buuuuuuuu, abucheo.

El mensaje manifiesto: La plata no garantiza productos de calidad

El mensaje latente: se le puede sacar rédito a huevadas

El consejo: si la vas a ver elegí un buen horario, antes de las 9 de la noche, porque es larga y pajera.

El personaje entrañable: …

El personaje emputante: Bond, James Bond.

El agradecimiento: por la secuencia inicial

CURIOSIDADES

Gary Oldman fue tomado en cuenta para el papel del villano Franz pero estaba ocupado con otra producción y declinó el proyecto.

Christopher Nolan fue seriamente considerado para dirigir esta entrega pero Sam Mendes decidió repetir y el asunto quedó ahí nomás.

A sus 47 años, Daniel Craig manifestó que cada vez le cuesta más ponerse en forma para el personaje y que para filmar esta película tuvo que ejercitarse durante 6 meses.

La producción se fue al chancho y sobrepasaron el presupuesto estimado hasta convertirla en la película de James Bond más cara de su historia gastando un total de entre 300 a 350 millones de dólares.

Es la película número 24 de la franquicia.

Más de 1500 personas se contrataron como extras para la escena de apertura de México y el Día de los Muertos.

La película se filmó en México, Italia, Marruecos, Austria, e Inglaterra.

La principal fotografía se filmó en alrededor de 228 días.

Cinco idiomas se hablan durante la película: Alemán, español, francés, italiano e inglés.

EN CARTELERA: El Principito (The Little Prince)

Todos hemos sido niños. Todos tuvimos una infancia, mejor o peor, ideal o desgraciada, pero siempre, en algún periodo de nuestra vida, hubo un momento que dibujamos elefantes tragados por víboras.

En ese proceso leemos libros como El Principito.

Cuando sos chico no entendés muy bien las metáforas pero igual te gusta, cuando sos grande entendés las metáforas y alguna lágrima por el cadáver de tu infancia se deslizará por tu ya adulto rostro.

No, no es fácil agarrar El Principito y hacer lo que sea con él: teatro, canción, película, videoclip, haiku, publicidad de Mentisán.

La obra de Antoine de Saint Exupéry tiene demasiados elementos mágicos y es muy conocida como para que querrás ponerte ¨muy creativo¨ en la adaptación que tengás que hacer. Más aún, esa transición de obras maestras a la pantalla gigante siempre es un camino lleno de piedritas y piedrotas.

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Life is a bitch.

El señor Mark Osborne lo acaba de aprender en este su tercer largometraje titulado homónimamente El Principito. A Mark lo conocemos por Kung Fu Panda, y episodios de Bob Esponja, sí.

Ya de entrada tenemos este salto cualitativo y cuantitativo que no cuaja:

Kung Fu Panda + Bob Esponja : El Principito

Échemosle una mirada a sus guionistas: Irene Brignull (Boxtrolls) y Bob Persichetti (Shrek 2, Hércules, Mulan, Tarzán).

Es así nomás. No se le puede pedir peras al olmo y lo que esta abnegada troupé hizo con la obra de Saint Exupéry apenas llega a alcanzar aquello que es invisible a los ojos.

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La animación comienza bien, una niña cuya madre le ha cronometrado su vida y que aspira a entrar a una escuela de élite, traba amistad con un vecino pintoresco. El vecino pintoresco es un anciano que representa al famoso aviador y que comparte su historia del principito con la niña. El filme se desdobla en dos técnicas: una, la animación por computadora y otra, el stop motion para adentramos en las experiencias que recordamos del libro.

Esa primera parte tiene la belleza y la magia que esperás. La técnica elegida para diferenciar el relato del viejo es muy similar a las ilustraciones originales de Saint Exupéry, a lo que uno se imagina tiene que ser y a lo que deseás que sea.

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Una tibieza te inunda el corazón, el planeta chiquito del principito, la rosa, el zorro, los otros personajes aparecen en pantalla como soplo de fresca brisa.

No me estorbó que haya una historia dentro de otra historia, fue una decisión inteligente teniendo en cuenta que el contenido del libro es hasta filosófico y había que hacerlo más accesible al gran público. Lo triste fue que como en toda película chota de Hollywood los guionistas añadieron un forzado giro. Ese giro constituye para mí su pecado mayor, ajá, he dicho pecado, aunque bien podría ser atrevimiento, desubicación, traición o para decirlo claramente: boludez.

Viene un SPOILER. AVISO. SPOILER!

Las cosas de la infancia pertenecen y viven en la infancia. Soy de las que no quiere leer el libro en el que Heidi se casó con Pedro, o ver la versión fílmica de Jem and the Holograms o descubrir a una She-ra o a un He-man ancianos. Dicho esto, no, no me parece ver al Principito convertido en un adulto loser, con menos gracia que una maceta y algo tontito. Creo que la esencia del libro no es esa. No me parece que se valgan de ese recurso facilón para machacar con la idea de que crecer es una mierda si te olvidás de las cosas importantes que viviste de niño. Uno crece y punto. Te domestican y punto. Te desdomesticás y punto. Y más allá del pero narrativo a esa licencia terrorífica que se dieron, está el temita del ritmo. Una vez se les ocurre que la niña tiene que buscar al Principito y ser una especie de heroína pro fantasía y pureza, el ritmo decae tremendamente y esperás que la huevada termine pronto. Ya cuando se “liberan” de las crueles garras del villano, te estás preguntando por qué no buscaron mejores guionistas siendo el proyecto tan importante. POR QUÉ?

FIN DEL SPOILER

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Es como si no pudieran llenar los minutos necesarios para que sea un largometraje y tuvieron que estirar al pedo. Los personajes empiezan a recitar textos obvios y redundantes. La historia se pone cursi y predecible.

Quizás la escena de la niña y el aviador en el hospital consiga levantarla un poquito y volver a la magia que percibimos al principio.

Sí, el trabajo de animación es notable, sobre todo lo que corresponde a la parte del stop motion que te hace suspirar pensando: Qué hermoso. Sí, el libro en el que se basa es oro en polvo y una oportunidad perfecta para tratar de inocular la historia en una generación que está creciendo prendida a celulares y tabletas.

Desgraciadamente, el esperado estreno de El Principito en el cine se llena de  frustración. En un evidente esfuerzo por conformar y llegar a varios públicos, la propuesta queda descafeinada y sin personalidad. Adjetivos que jamás podrían adjudicarse a la obra de Saint Exupéry.

A la proyección que asistí, la platea infantil se veía inquieta y poco conectada a la trama. Así que no sé qué tan atractivo resulta para los niños más pequeños. El híbrido cocinado no resulta del todo infantil pero tampoco del todo maduro.

No voy a mentir, derramé algunas lágrimas por el cadáver de mi infancia, por el cadáver del niño de cabello ensortijado que dibujaba elefantes devorados por boas y por el cadáver del escritor francés que se estrelló en el Mediterráneo.

Aún así, la película de Mark Osborne no consigue domesticarnos.

Mónica Heinrich V.

Lo mejor: Todo lo relacionado con la historia original y la linda técnica del stop motion.

Lo peor: se pusieron «muy creativos» y con ese estúpido giro perdieron la esencia del libro.

La escena: la del zorro.

Lo más falsete: todo lo que sucede cuando la niña parte a buscar al Principito

El mensaje manifiesto: lo esencial es invisible a los ojos

El mensaje latente: hay gente que no ve lo esencial de ninguna manera

El consejo: y no sé, léete el libro mejor. Yo llegué a mi casa a releerlo.

El personaje entrañable: el zorro.

El personaje emputante: el principito adulto.

El agradecimiento: por los lindos momentos con el stop motion.

EN CARTELERA: Pasante de moda y El Transportador: El Legado

PASANTE DE MODA/ THE INTERN / EL BECARIO

Siempre que veo el nombre de Nancy Meyers me acuerdo de esa lindísima película que es Alguien tiene que ceder. Para mí, su mejor película hasta la fecha.

Y es que la Meyers tiene tanto en su escritura como en su dirección cierta sensibilidad que llega, que toca.

The Intern o Pasante de Moda bebe de esa veta, aunque ahora le echa un poco más de azúcar, vainilla y crema chantilly.

maxresdefaultBen (Robert de Niro) es un tipo viudo, jubilado cuya rutina es muy solitaria. Las primeras secuencias están impregnadas de cierta tristeza aunque la película tenga un tono optimista.

Nuestro personaje decide que quiere sentirse útil y darle un sentido a su día a día, así que se postula a un trabajo como Interno en el que especifican que se está buscando a gente mayor.

Así llega a una tienda de ropa online dirigida por Jules (Anne Hathaway).

El cine de Meyers está siempre afincado en las relaciones y en situaciones de la vida comunes. No sucede nada extraordinario, solo se profundiza una relación en la que generalmente se descubren miedos, alegrías, tristezas, fracasos, éxitos.

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Jules es trabajólica y vive pendiente de todos los detalles de su empresa, eso ha acarreado que descuide un poco su familia (o eso piensa ella) y que su esposo se convierta en ama de casa.

Y ahí esta el bueno de Ben que empieza a involucrarse en la vida personal de Jules, al mismo tiempo que se desarrolla como interno.

Quizás la visión de Meyers es demasiado amable, en un puesto de trabajo que sería la envidia de muchos de sus jóvenes compañeros, Ben es adorado y admirado por todos. Nada de cochina competencia desleal, tan usual en cualquier empresa.

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Jules se muestra como una tipa autosuficiente, moderna, y pasa de ser la badass del boliche pasa a comportarse algo volátil, depender emocionalmente del interno,  y a considerarlo su mejor amigo.

Al final, cuando el puchichi explota y vemos a la protagonista entrar en un bache profundo, Meyers intenta que celebremos la decisión de Jules y que nos creamos que sí, que cosas tan dañadas se recomponen.

Más floreros rotos pegados con poxilina para el mundo.

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Dicho cuento de hadas es retratado con la fotografía estilosa y elegante de Stepehn Goldblatt (Closer, The Help, Julie y Julia).

Quitando el barniz rosa azucarado que Meyers intenta dejar, estamos ante una lindísima actuación de Robert de Niro, y una muy buena actuación, también, de Anne Hathaway que a sus 32 años se quejaba en una entrevista de que los buenos papeles le eran cada vez más escasos.

Pasante de moda se beneficia de estos dos grandes actores para contar una historia algo simplista. Meyers la filma muy correctamente, tan correctamente que al final, a pesar de la estafa emocional del que somos objeto, salís del cine medianamente satisfecho.

Punto para el azúcar.

Lo mejor: De Niro y Hathaway

Lo peor: demasiado amable

La escena: la de la computadora en la casa de la mamá de Jules (por absurda)

Lo más falsete: la bondad en tantos corazones empresariales

El mensaje manifiesto: hay que cumplir los sueños

El mensaje latente: Los sueños tienen su precio

El consejo: nunca es bueno involucrar a los empleados en la vida personal de uno. Diga lo que diga Nancy Meyers. Gracias.

El personaje entrañable: la hija de Jules

El personaje emputante: el marido de Jules

El agradecimiento: por Robert.

Si ya viste Pasante de moda, puntúala:

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EL TRANSPORTADOR: EL LEGADO / THE TRANSPORTER: REFUELED

Sí, todos disfrutamos El transportador del 2002, ese que nos presentó a Jason Statham (más mainstream que en Snatch) como una alternativa a héroe de acción. Jason, con su pelona, su aire sencillo, no muy fisicudo, no tan “bonito”, no tan “feo”, o sea, en un limbo de cierta corrientez que funcionaba.

Su buen vestir, sus reglas, eficiencia y su saber lidiar con situaciones difíciles, convirtieron a su personaje Frank en uno de los clásicos de acción y es en ese personaje que la franquicia descansó.

Ajá, a Frank yo le encargaría todos mis paquetes, tus paquetes y los del vecino más.

El Transportador ya tiene 3 entregas y este año se lanzaron con la cuarta.

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Como no se pudo renegociar con Statham (pedía muchos quintos), prescindieron de él.

Primer error. En una franquicia de este tipo, Statham es tu mejor carta.

Tomada la decisión de sacar a Statham, los estudios contratan a Ed Skrein.

¿Quién es este caballero?

Amantes de Juego de Tronos, retrocedan y recuerden cómo el gran Khal Drogo era el recio, musculoso y masculino esposo de la Khalessi y recuerden cómo tras su partida se esperaba que la aparición de Daario Naharis haría que Drogo palidezca no solo ante la Reina de los Dragones sino ante nosotros, porque sí, supuestamente Daario y la Khalessi estaban destinados a incendiar las pantallas. Entonces, traen a Ed Skrein, cuya actuación estaba muy por debajo del nivel de la serie. Hasta el día de hoy no se sabe qué paso con el Daario Naharis de Ed Skrein, unos dicen que debido a su mala performance y a la cero química con la Khalessi lo botaron como a una chinela rota, y otros alegan que como era un personaje que iba y venía nunca se le hizo un contrato, así que cuando a Skrein le ofrecieron El Transportador: El Legado, el muchachón se cortó las mechas y dejó a los Segundos Hijos con los crespos hechos.

Da lo mismo, Juego de Tronos está mejor sin él y El Transportador, bueno…

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El guión escrito por Adam Cooper (Exodus) , Bill Collage (Exodus) y el mismísimo Luc Besson (The Transporter, The Professional, Taken, The fifth Element) narra lo que sucede cuando un grupo de mafiosos se apropia de la prostitución de una concurrida zona de Mónaco. Sus prostitutas llevan un collar con un corazón negro para identificarlas, y ya se sabe que si te topás con alguna es un Corazón roto. Cuatro de estas chicas que son del Corazón Roto, deciden vengarse de sus jefes y elaboran un descabellado plan.

Así es que Anna (la líder del grupo) contacta y contrata a Frank.

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Esto de la rebelión de las prostitutas pudo funcionar muy bien si le hubieran puesto un poquito más de cariño al guión y no se notara a las claras que se pasaron por donde la espalda pierde su bello nombre cualquier intento de ir más allá.

Es como si hubieran hecho una maqueta con muñequitos y se hubieran dedicado a jugar sin ningún sentido. Visten a tres de las chicas iguales y las mandan a asaltar un banco. Ese plan no funcionaba ni en Porongo, con eso digo todo.

Luego se suceden escenas vistosas, una detrás de otra, pero donde la muerte segura sería el destino racional. No importa, a nadie le importa, ni siquiera a vos.

A esas alturas reconocés que estás ahí sabiendo que vas a ver la cuarta parte de una franquicia ya agotada, y disfrutás alguno que otro momento que te puede dar una película filmada con un presupuesto de casi 22 millones de dólares y unos cuantos chispazos de Luc Besson.

Screen-Shot-2015-03-20-at-10.12.00-AMCamille DelaMarre, cuya labor es más la edición pero que ha saltado a dirigir algunos proyectos, dirige una película sin sorpresas que se deja ver pero que no dejará huella de ningún tipo aparte de la rueda de un Audi impresa en el cadáver del Frank que interpretó Jason Statham.

Atropello que merece un severo castigo.

Mónica Heinrich V.

Lo mejor: dentro de todo, entretenida.

Lo peor: predecible, con escenas boludas.

La escena: la del auto y la manga del aeropuerto y la del gas y la del auto que avanza mientras Frank pelea.

Lo más falsete: todo lo del banco, todo lo del hospital, todo lo de la discoteca, todo lo del yate

El mensaje manifiesto: lo barato sale caro

El mensaje latente: hay protagonistas que son eso PROTAGONISTAS.

El consejo: no esperés mucho aunque tenga la firma de Luc Besson

El personaje entrañable: los Corazones Rotos que querían dejar de serlo

El personaje emputante: los maleantes que eran sus pimps

El agradecimiento: porque aunque estuviera Statham esto no levantaba, así que bien por Statham.

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