En mayo de este año, Turquía se veía sacudía por una protesta para salvar el ParqueTaksim. Dicho parque iba a ser destruido y en su lugar se construiría un centro comercial inspirado en el estilo otomano y además se planeaba reconstruir un Cuartel Militar. El objetivo del gobierno era seguir dándole alas a un proyecto de mayor urbanización del país. La ola de protestas de ecologistas y afines hizo que se vivieran violentos enfrentamientos. El fotógrafo Daniel Etter capturó esta instantánea en junio cuando la policía reprimió a los manifestantes y el joven de la foto luchaba contra los gases lacrimógenos sin soltar su bandera.
2.- Dolor (Kevin Lamarque-2013)
La foto corresponde al Cementerio Nacional de Arlington (USA). Existe una sección destinada a los soldados muertos en Iraq y Afganistán. El fotógrafo Kevin Lamarque de Reuters vio a varias familias rindiéndole tributo a sus muertos, pero le llamó la atención esta adolescente que perdió a su hermano (Ryan Goyer). La chica quedó en posición fetal junto a la lápida. El conmovedor momento es solo uno de tantos que se viven en los cementerios americanos. Paralelamente a las muertes que han dejado en los países invadidos, Estados Unidos tiene entre sus filas las muertes de miles y miles de jóvenes soldados. Las cifras oficiales hablan de 4.000, pero las no oficiales creen que el número llega a duplicarse. Una prueba más de que la guerra solo deja dolor a su paso.
3) Madre (Anthony Suau-1987)
En 1987 Corea del Sur tuvo elecciones. Las elecciones rápidamente se vieron manchadas con la sospecha del fraude y distintas ciudades iniciaron revueltas y disturbios reclamando los resultados. En Kuro, la policía antimotines detuvo y encarceló a estudiantes que estuvieron envueltos en manifestaciones contra el gobierno. La foto fue tomada a la madre de uno de estos manifestantes, que apoyada contra el escudo del policía implorando clemencia y perdón para su hijo.
4) El niño (Lucian Perkins-1995)
Uno de los conflictos más jodidos es el checheno. En 1995, Boris Yeltsin ordenó el bombardeo a la ciudad chechena de Shali. Perdieron la vida cerca a medio centenar de personas y más de 200 fueron heridas. El fotógrafo americano ganador de dos Pulitzer, Lucian Perkins, capturó esta instantánea de un bus lleno de refugiados que salen de Shali. Un niño checheno se asoma con las manos pegadas al vidrio. Desarraigo.
5) Gravedad (Francois Mori-2012)
En Marzo del 2012, el artista chino Li Wei desafía la gravedad dando la ilusión óptica de vuelo. Acostumbrado a jugar con el ilusionismo, Li Wei se vistió de monje, y “sobrevoló” la Fontaine de Lyon en París. Para redondear el efecto de gravitación colocó humo rojo saliendo de sus zapatos. El artista siempre hace performances en las que mezcla cables, acrobacias, espejos y humo. La foto fue tomada por Francois Mori.
El cine nacional ya tiene una mala fama, una fama de mal cine, y no es porque el público no apoye lo local o que “prefiera” lo de afuera, es porque el 99.9% de películas nacionales que se estrenan tienen poca calidad y dicha certeza ya es un boca a boca que hace que muchos prefieran NO ver cine nacional.
He escuchado cosas como “Nunca más vengo a ver una película boliviana”, al salir de una mala proyección. ¿Culpita de quién sería? ¿De la sala de cine, de la poca aceptación del público local con lo propio, del espíritu santo? El desafío para los cineastas no es quitarle por ley cuotas de pantalla a las producciones extranjeras o aumentar la cuota de pantalla de lo nacional o crear plataformas de promoción para lo nuestro, el GRAN desafío es como prioridad sencillamente hacer BUENAS películas que vuelvan a seducir al público nacional. Un público merecedor de mejores producciones.
El olor de tu ausencia llega intentando revertir esa mala racha. Intentado marcar un gol jugando de local, y seguramente tendrá su prueba de fuego al jugar de visitante.
El mundo de la contracultura, las tribus urbanas, ese difícil periodo de la historia nacional marcada por la migración que heredó y creó ausencias, generaciones sin identidad, sin rumbo, un país extremadamente político que no quiere hablar de política, el otro lado de una Cochabamba que en el imaginario general se erige como símbolo de tranquilidad, paz, una ciudad para pasarla y sentirse bien, el vacío, la nada misma, todos esos elementos pueden conformar una gran película y además marcar el inicio de un olvidado diálogo entre el cine y el espectador sobre nuestros esqueletos en el closet, sobre el elefante en la habitación.
¿Cómo lo hace? Contando tres historias unidas por lo ya mencionado: la ausencia, los vacíos, la soledad, los pedazos de existencia: 1) Deko es un punketo que vive con su padre. Su madre emigró a España en busca de mejores días. El padre, que es micrero, está lleno de deudas. La relación entre ambos es conflictiva. Mientras el chico vive con una apatía exasperante, y una actitud más “poser” que de real punkdestroyer, el pobre padre intenta sacar adelante lo que queda de su fragmentada familia. La casa que se cae a pedazos es una metáfora de todo aquello que se destruye y de la imposibilidad de ver la luz 2) Chris acaba de salir bachiller, tiene un título que podría encaminarlo hacia un futuro pero no hay cómo trepar en un camino que es una línea recta hacia la nada. Ya es padre, quiere trabajar en su país, busca trabajo (de forma muy chapucera) y no encuentra otra solución que irse a España 3) Snake (un siempre correcto Roberto Guilhon) es de esos que fue a USA, la pasó mal, el sueño americano fue convertirse en el empleado humillado y denigrado del jefe de turno, volvió, pero aquí tampoco tiene muchas oportunidades. Inmerso en deudas decide dar una especie de golpe a unos narcos para apropiarse de un botín.
Como ven hay mucho de dónde agarrarse. El cine que mezcla varias historias corre el riesgo de en conjunto no tener una ligazón real, en este caso sí hay elementos en común que unen las tres tramas, pero narrativamente está tan disperso, tan hasta cacofónico que al final queda una película discursiva que pretende no ser discursiva con intenciones honestas, pero personajes que sentís de cartón.
Entonces, hay dos maneras de ver El olor de tu ausencia: si la enmarcamos dentro de lo que se ha gestado en cine nacional en los últimos años diría que se rescatan las buenas intenciones, la necesidad de decir algo más que el chiste barato de café concert, el no recurrir a la muletilla de la historia folk-costumbrista-quépintorescossomos que tantos dolores de cabeza ha causado y que ha corrido tanto público de las salas de cine. Rescato, también, una estética que se preocupa por el espectador, por no poner la cámara en algún sitio y listo. Los cinco años que se tardaron en sacarla por rigor, por tener una buena post-producción, por solucionar los problemas de audio (aunque no se consiguió del todo), también son una muestra de que se aspiraba a hacer bien las cosas. Y claro, una muy linda banda sonora.
Si enmarcamos a El olor de tu ausencia en el mapa cinematográfico mundial, a mí en lo particular me parece que hay un problema de narración, tenemos tres historias que no se solidifican nunca y que están algo desdibujadas. Creo que la escena del punketo y su padre en el auto, ese diálogo que no termina nunca y que no sabe dónde parar, es una muestra de lo que considero son las fallas de la película: Diálogos repetitivos y algo telenoveleros, actuaciones que en su mayoría van de más o menos para abajo, y una línea discursiva demasiado explícita. Las paredes pintadas con frases, las canciones cursis (sí, me parecen cursis en su apuesta naif a ser cuestionadoras de esquemas), escenas como la que mencioné de la charla con el padre en el auto, o el diálogo de Deko con el don en el hospital, o el Snake y su amigo en la laguna, o los punketos que gritan que no les interesa la política, me alejaron del relato, me hicieron sentir que masticaba plástico.
La abrupta escena final, donde la tónica del filme cambia y termina, confirma la sensación de que algo falta.
Eddy Vasquez, a quien conozco y respeto, debuta en esta ópera prima como director y guionista en largometrajes, siento que como espectadora llegué a comprender lo que Vasquez quiso decir, pero no conseguí verlo plasmado del todo. Hay algunos momentos, algunos climas, algunos chispazos de eso que El olor de tu ausencia insinúa. Son como burbujas que aparecen y desaparecen en el filme, pero no alcanzan para trascender.
Jugando de local, El olor de tu ausencia puede que gane puntos por apostar a algo más, por intentar decir algo aunque no sepa muy bien cómo decirlo. Las buenas, honestas intenciones no le alcanzan para salir de ese estigma del cine nacional en el que la carencia técnica (actuaciones, sonido) se une a un problema narrativo. Habrá que ver cómo le va jugando de visitante, que es donde en realidad se medirá el poder de llegada de su propuesta, si resiste o no la universalización de espectadores que no la mirarán con simpatía por ser nuestra.
Mientras tanto, queda seguir esperando a Godot.
Lo mejor: que intenta decir algo
Lo peor: que no lo consigue del todo
La escena: la secuencia del personaje de Snake que llora, la música, y también el final, me parecen lindas escenas visualmente.
Lo más falsete: lo de los narcos
El mensaje manifiesto: hay una generación sin identidad
El mensaje latente: la falta de identidad puede ser pose
El consejo: verla, vale la pena verla, hay gente que a la que le gustó mucho.
Ocurrió lo insólito, lo insospechado. El primer día de frío, me jui cansadamente a la AECID a ver una muestra de cortometrajes españoles y bolivianos llamado Coctel Corto. La verdad, me senté en la butaca y adopté actitud similar a la vaca que mira pasar el tren, sin muchas esperanzas. El resto de los cortos no estaban mal, pero cuando llegó Plato Paceño (Carlos Piñeiro) fui feliz.
Desde la escena uno, se nota que Piñeiro LO TIENE. Una historia contada en blanco y negro, de la que yo no sabía absolutamente nada y ante la ausencia de sinopsis pude degustar a pleno.
Solo puedo pararme en una sillita, soltar serpentina y confeti, prender el musicón y bailar hasta el amanecer. Lo de Piñeiro es la prueba clara y fehaciente de que todas las excusas pedorras que pueden poner en el audiovisual boliviano para justificar sus miserias, son eso: excusas y justificaciones pedorras.
Piñeiro cuenta una historia chiquita, la acaricia, y lentamente haciendo gala de una fina sensibilidad llega al final con los elementos justos. Una fotografía notable de Pablo Paniagua, es el complemento perfecto de este cortometraje que conmueve. No puedo contar mucho de la historia porque parte de su magia está en el final, y mejor no quemar esa sorpresa, pero puedo decir que el guión maneja hábilmente un evento cotidiano, casi rutinario y lo lleva a la trascendencia. Con una dirección austera, pero precisa, el momento en que entra la música y comprendés la enormidad de lo que te están contando, es pendejo.
Tienen que verlo, ignoro cuándo se presentará de nuevo, pero hay que verlo. Estén atentos y cuando se programe, vayan, no se arrepentirán.
El trabajo de Piñeiro se presentó en esta muestra en calidad de estreno, ha sido ganador del primer lugar en la categoría cortometraje de los Premios Eduardo Avaroa y fue producido por el estudio creativo Indómita.
Este director ya tiene otros dos cortometrajes anteriores, que no he visto, pero tengo entendido que ha trabajado en cine y teatro.
Nada, Carlos Piñeiro es una buena noticia (muy buena) en el audiovisual nacional y este corto dará que hablar.
Si me dicen que (de acuerdo a estudios de la OMS y la ORB) 73.846 soldados americanos han muerto en Irak, que la cantidad de suicidios en el ejército americano es de 120 por semana, y que la cifra de iraquíes muertos va desde los 120 a los 500 por día,: si me dicen que toneladas de elemento radioactivo fueron arrojadas en suelo de Irak (multiplicando los efectos de las bombas de Hiroshima), que la tasa de malformaciones congénitas aumentó 600 veces, y que hay más de 5 millones de huérfanos de la guerra según la UNICEF; si me dicen que luego del estado de destrucción masiva en el que se encuentra el país invadido/ocupado, las grandes corporaciones americanas ( todas ligadas al Ministerio de Defensa de los USA) se están repartiendo un botín de 100 mil millones de dólares en contratos para reconstruir Irak (ver el genial documental Irak for Sale), pues me es muy difícil distanciarme emocionalmente de Zero Dark Thirty. Muy difícil.
Es como que una vocecita en mi cabeza me dice: “ASCO” y como que aún recuerdo a una Kathryn Bigelow emocionada recibiendo su Oscar como Mejor Directora por la película The Hurt Locker, y enviando un admirado/animoso mensaje a los tropas americanas que estaban dando su vida por “la libertad y la justicia” al otro lado del charco…Sí…aunque The Hurt Locker era moralmente ambigua o tibia en su postura, la directora no lo fue al recibir su premio.
En el caso de Zero Dark Thirty, la cosa está un poco más directa…o como se dice vulgarmente, «se peló capucha” (se quitaron las máscaras)…Por eso es que siendo consecuente con el amor incondicional que se le profesa al cine, pero al mismo tiempo teniendo que atender asuntos dizque ajenos al cine (mensaje-discurso político) creo que es necesario ver Zero Dark Thirty desde dos ópticas.
1) Cine y punto
Si esta fuera una ficción, una película creada simplemente para entretener, para contarnos la terrible historia de un imaginario terrorista de nacionalidad x escondido en alguna parte del mundo y la pericia de la CIA para encontrarlo, de los costos y de las consecuencias de una guerra sin explicación, teniendo en cuenta el resultado global diría: “Buena película”. Es entretenida, impecable en su estética, tiene algunos problemas a nivel narrativo con relación a tiempos y ritmo, pero nada que incomode en demasía.
Bigelow ya nos ha demostrado que filma con singular talento los asuntos relacionados a la guerra, The Hurt Locker era un vistazo aséptico, duro, sin moralismos baratos acerca de la adicción que provoca la guerra y del sinsentido que puede sobrevenir después. No tomó postura crítica, es cierto, pero dentro de todo, la ambigüedad daba para que cada uno se vaya a su casa a reflexionarlo. A mí, incluso, me pareció una confort zone, que luego de su discurso de aceptación entendí.
Sin duda, la ex esposa de James Cameron posee un talento innegable como directora, sabe dónde poner la cámara, cómo ponerla, y se rodea de un casting perfecto.
Zero Dark Thirty nos cuenta la historia de la agente Maya (enorme Jessica Chastain), cuya misión se transforma en obsesión. Maya tiene que encontrar a Bin Laden, cueste lo que cueste. El filme describe su transformación: cómo al principio es un trabajo, que además hace con ciertas reticencias, y poco a poco, debido a las pérdidas, a los fracasos, y a los sinsabores del mismo se convierte en un apremio de éxito, en una razón de vida.
La pista para aceptar esta primera visión está en cómo nace el proyecto de filmar Zero Dark Thirty, nace como un relato sobre la persecución infructuosa de Osama Bin Laden, a la sazón un personaje odiado en USA pero convertido prácticamente en un fantasma. Y como en esa época aún no habían conseguido dar con él, el final iba a ser más abierto. El asalto a su guarida en Pakistán y posterior asesinato, hicieron que el guión se re-escriba sobre la marcha.
Partiendo de un contexto histórico, el 9/11, la película empieza en la más rígida pantalla negra para valerse del sonido y decirnos a través de llamadas de emergencia, y de gente que estaba en el avión o en las torres, que el World Trade Center fue destruido, murieron inocentes y fue culpa de los inescrupulosos terroristas.
Rápidamente nos vamos a un comprimido relato de los 10 años que suponen la búsqueda del hombre más peligroso del mundo: Osama Bin Laden. Vemos a los agentes rebatiendo cielo y tierra, capturando iraquíes o gente ligada a la célula de Al Qaeda que pueda brindar datos sobre el paradero de Bin Laden. Vemos sus tácticas, las polémicas torturas por las que se están rasgando las vestiduras en suelo americano, lo vemos desde los ojos de Maya. Vemos el ímpetu de la tipa, ese que la hace desafiar a sus superiores con tal de conseguir lo que busca.
Finalmente, cuando el éxito es alcanzado, cuando el cadáver (no es Spoiler porque ya se sabe cómo termina esa historia) es identificado, cuando el sueño largamente acariciado se cumplió, el cierre de Bigelow admite una interpretación: El costo de la guerra, y la impotencia o indefensión ante el siguiente paso a dar una vez se ha concretado el objetivo. Sí, puedo ponerme en plan tolerante y solidario, y obligarme a sentir que con ese pequeño ajuste en el cierre se salva el resto, que esas lágrimas significan más de lo que puedo imaginar, que Bigelow es una pendeja y que el horror, la incertidumbre y algo de derrota se deslizan por las mejillas de Chastain. Sí, pobrecita Chastain, tantos sacrificios, tanta devoción y ahora qué…ahora qué sucederá con la gringuita símbolo puro y casto, posteriormente corrompido, de todas las miserias que deja el Irak post-Osama.
Mientras tanto, admiro el precioso y efectivo montaje, la fotografía impecable, el diseño de sonido, los climas de tensión hábilmente creados, la magnífica interpretación de los actores, la sobriedad y saber mostrar/no mostrar lo necesario, lo justo como en la escena del cadáver de Bin Laden figura fantasmal hasta en la muerte. Admiro el último tramo en el que estás al filo de la butaca esperando que maten a Osama, sí…y es ahí cuando esta condescendiente perspectiva se me va a la mierda, en el momento que me descubro al filo de la butaca esperando que maten a Osama, en el que contengo el aliento a la espera de que liquiden al líder de Al Qaeda…y entonces no me queda otra que ver la película desde la segunda visión…
2) El cine no es solo cine, es comunicar
Hollywood es una industria que se sustenta en perpetuar el status quo, sobar al sistema, y elevar la autoestima del americano promedio bruto y desinformado haciéndole creer que su país va a la guerra en pro de la justicia, la libertad y la ayuda desinteresada. Ensalza a los aparatos estatales: ejército, agentes de la CIA, del FBI, policías, y hasta a los que no son estatales pero simbolizan una supremacía cualquiera (renegados, superhéroes, etc), el objetivo es poner a USA como la nación más poderosa del mundo (lo es) y establecer como héroe al sujeto que contra viento y marea defenderá la bandera.
En la Guerra de Irak no existen medias tintas posibles. Los antecedentes: la política exterior americana, invasiones anteriores, alianzas y negocios lucrativos procedentes de iniciar una guerra, la mentira de las armas biológicas, etc…no permiten golpes de pecho que justifiquen la decadencia y el horror que han dejado las tropas americanas en Afganistán, Irak y zonas aledañas. Ni tampoco se puede cuantificar el daño que ha causado a la misma sociedad americana.
Sí, Bigelow asume una postura de observadora fría y distante. Pero es una postura algo tramposa, en determinados momentos esa postura tan desapegada no es tal. Para que me entiendan, muchos ríos de tinta corren respecto a las escenas de las torturas, los defensores dicen que son tan explícitas que hacen que te cuestionés su uso para conseguir información, que hacen que el que las ve se sienta avergonzado y asqueado, que Bigelow cumple al mostrar la tortura como algo que sucedió y punto; los detractores dicen que hace apología del delito, que al mostrarla la encandila, que su exhibición es como una vanagloria de que gracias a la tortura consiguieron el fin último que es liquidar a Osama, ergo la tortura es efectiva y en algunos casos necesaria.
Pues a mí las escenas de tortura se me hicieron suaves, hasta naif, los hijos de Pooh de la CIA son mucho más sanguinarios de lo que muestra la película. Para los que sabemos de las humillaciones innegables sufridas por los prisioneros de guerra en Abu Ghraib, eso no es nada más que un juego de niños. No creo, tampoco, que deba ser novedad el hecho de que los americanos usen la tortura para obtener datos o información, como tampoco debe ser novedad que los americanos no solo usen la tortura para “un fin”, las fotos exhibidas de Abu Gharib hablan de la banalidad del mal, del abuso placentero, del sadismo, de la tortura por la dicha de la tortura, del semáforo en verde para hacer lo que les de la gana con otro ser humano.
Bigelow muestra a todos los americanos que aparecen en pantalla siendo leales a la causa, convencidos de que actúan correctamente y si algún atisbo de molestia cruza por sus rostros, queda implícito que se sobreponen a él en pos de cumplir el objetivo, la misión: capturar a Bin Laden. No es incorrecto, pero sí impreciso. No todos los agentes de la CIA y no todos los soldados que participaron en la guerra de Irak estuvieron ahí por el placer de servir a la patria.
Leía que Bigelow tiene la “valentía” de mostrar que la CIA tortura cuando hasta el momento no existe otra película que haya tocado el tema tan frontalmente. Invito a esos arrobados espectadores a ver El Expediente Anwar (2007), que amén de que en su conjunto resulta fallida, la trama de un ingeniero egipcio confundido con un terrorista y torturado hasta la saciedad por la CIA, ya mostraba el complejo mundo de la tortura clandestina por los aparatos del estado americano. Además, así simple, paupérrima y todo, se atrevía a lanzar la idea de que el egipcio que antes de la tortura era un tranquilo ciudadano, luego es devuelto a su familia convertido en un ser resentido y con ansias de venganza. Más o menos como la cadena de violencia anti-americana que ahora se gesta en los corazones de las nuevas generaciones de iraquíes.
ALERTA DE SPOILER (si no la has visto saltá a lo que sigue)
Volviendo a ZDT, hay partes en que solo podés reír, como cuando Maya (¿o es su otro jefecito?) le pide al jefe mayor que entren a la casa sin tener pruebas suficientes de que Bin Laden está dentro y el señor dice que necesita más pruebas porque sobre las armas biológicas mostraron un montón de pruebas y metieron la pata. O sea, ¿alguien realmente cree que los gringos no sabían que no había armas biológicas? ¿ALGUIEN? ¿Alguien realmente piensa que el negocio de la guerra no le ha traído jugosos dividendos a nuestros amigos del norte a costa de romper cuanto tratado internacional se firmó luego de la 2da Guerra Mundial?…¿Alguien?
Una escena que hace estallar en carcajadas es cuando los SEALs están dentro de la casa y empiezan a llamar por sus nombres a los ocupantes: “Osamaaaa, Osamaaa”, los mismos SEALs se quejaron en la vida real diciendo que en un operativo de esa naturaleza prima el silencio, tanto durante la acción como antes, refiriéndose de paso a la conversación del helicóptero. Eso nunca podría suceder.
Otra escena para el recuerdo: la escena en que mueren 7 agentes de la CIA y Maya compungida por la pérdida a media luz, con musiquita de fondo se encuentra devastada por la barbarie del enemigo, mientras fuera la guerra continúa llevándose no 7 agentes sino cientos de miles de civiles. Alguien dirá, esa es la paradoja que Bigelow quiere mostrar, yo siento que su personaje Maya es un receptáculo de todo lo bueno y malo que hay de la guerra, pero tomando a “la guerra” como eso que el gringo promedio comprende.
FIN DE SPOILER
Entonces, todo bien con tener una postura, o una supuesta objetividad, pero cuando me traés una historia “basada directamente” en relatos hechos por gente que vivió la captura de Bin Laden, me es imposible conectarme con la trama sin cuestionar cada aspecto. Cuando me dicen que se está haciendo una película que no repite el discurso barato de siempre, y sin embargo el guión está basado íntegramente en la información OFICIAL proporcionada por la CIA, me genera dudas. La operación en sí misma fue tan clandestina que nadie sabe realmente qué pasó, intuyo que Bigelow no quiso complicarse mucho la vida con el tema de la desaparición del cuerpo de Osama porque eso no hay quién lo aclare sin que oscurezca más.
Asumo también que Bigelow, quiere que Maya sea la protagonista, la aguerrida fémina que lucha con uñas y dientes por atrapar al demonio. No, no es necesario cuestionarse la ejecución del tal demonio si se trata del enemigo número uno del mundo (porque si es enemigo de USA, es enemigo de todos). Y, claro, hay espacio para chistes entre camaradas, celebraciones, y posturas bravías y heroicas una vez se metieron a la casa, mataron a unos cuantos y entre gallos y medianoche recogieron el cuerpo de aquel al que los medios americanos convirtieron en el terror del american life style.
Ajá. Hay una parte de mí que quiere creer que el final de Zero Dark Thirty, las lágrimas de Chastain son una contraparte a aquello que me escuece de la película. Hay una parte de mí que quiere ver ese final como EL FINAL de finales, que bien mirado incluso con todo lo que la película lleva en contra es un GRAN final. Seguramente, habrá otros más que interpretan esa escena como desoladora. Desgraciadamente, el gran público recibe un relato tiznado de heroísmo (a propósito o no) con las tintas algo cargadas hacia el lado de siempre, donde el bueno, el decente, el que hace lo que tiene que hacer a pesar de los sacrificios, corrupciones o búsquedas personales es el americano.
La impresión que puede generar en algunos sectores de la población americana me quedó clara cuando vi un status de Facebook de un querido amigo de Texas (Sí, vos A.P.) al que no considero estúpido aunque a veces diga estupideces, el status decía: “Acabo de ver Zero Dark Thirty . La vi con mi padre. El primer impulso que tuve cuando terminó fue decirle: Choca esos cinco! (High Five!)”
Lo mejor: muy bien filmada, bien dirigida, bien actuada Lo peor: lo que promueve o deja como sensación global La escena: toda la secuencia del asalto a la casa de Bin Laden Lo más falsete: sí, todos son nobles seres al servicio de la patria que sufren cuando mueren 3000 personas, pero no pasa nada cuando se asesina a cientos de miles El mensaje manifiesto: el fin justifica los medios El mensaje latente: esos medios y ese fin, vienen con un precio El consejo: vela y sacá tus propias conclusiones El personaje entrañable: hay quien diría que los monos enjaulados (ironía ON) El personaje emputante: la ñoña amiga de Maya El agradecimiento: que a pesar de que dura casi 3 horas, no las sentís pasar.
CURIOSIDADES
Rooney Mara (la actriz que interpretó a Lisbeth Salander en La Chica del tatuaje de dragón) fue originalmente elegida para hacer el papel de Maya, tuvo que abandonar el proyecto y el personaje fue para Jessica Chastain.
Zero Dark Thirty en términos militares significa 12:30 AM, Zero Dark es medianoche. El título de la película alude a la hora del operativo en que Osama Bin Laden fue asesinado.
La película iba a tratar la historia detrás de los 10 años de cacería infructuosa a Bin Laden, fuentes cercanas a la producción indicaron que la CIA (que es cercana a Bigelow) sopló el dato de que iban a capturar al sujeto y les dijo que se esperaran para terminar el filme.
James Cameron, ex marido de Bigelow, estuvo en negociaciones para dirigir le filme, pero abandonó la idea para dirigir la segunda parte de Avatar.
Jordania y la ciudad india Chandigarh fueron usadas para filmar las tomas que supuestamente pertenecen a Pakistán. No obstante una pequeña unidad hizo tomas reales de Pakistán.
El director de la CIA, Michael Morell, aceptó que hubo encuentros entre la producción de la película y la agencia de inteligencia, sin embargo, negó que la escena de la tortura tuviera algo que ver con la realidad y aseveró que no quería que Hollywood empañe la memoria del operativo.
Jessica CHastain conserva el mensaje que dejó Bigelow en su contestadora diciéndole que el papel era suyo.
La escena en que los vecinos de Bin Laden prenden las luces y suben a los techos, para ver qué pasa en realidad no pasó, toda electricidad fue cortada para el operativo.
El atacante suicida que liquida a 7 agentes de la CIA, en realidad había ido varias veces al campo y por eso consideraron que era de confianza y no lo revisaron, en la película muestran que se trata del primer encuentro entre el atacante y los agentes.
Cuando se semi-muestra el cadáver de Bin Laden, resalta su barba gris. En la vida real los testimonios de los soldados indicaron que la barba del jefe de Al Qaeda estaba totalmente negra.
Lincoln demuestra, una vez más, lo pusilánime que es la Academia y lo ridículas que son las nominaciones de los Oscar. Sólo en USA este último trabajo de Steven Spielberg puede ser premiado y no porque su figura sea un presidente americano, Abraham Lincoln, sino porque la industria de Hollywood es la única capaz de reconocer un filme cuyo lugar ideal sería la televisión y no la pantalla gigante.
Cuando vimos War Horse, supimos que algo andaba mal con Steven “dulce de leche” Spielberg, sí. El don que dirigió ET, la primera Indiana Jones, la inolvidable La lista de Schindler, Munich (última cosa decente de su carrera), ya no era el mismo.
Por eso Lincoln suponía un reto mayúsculo.
Por eso y porque no es fácil hacer una película de una figura tan importante como Abraham Lincoln, no es fácil. Tampoco es fácil que una vez hagás esa película de una figura tan importante como Abrahm Lincoln, que además de importante fue INTERESANTE, te salga aburridísima, salvada únicamente por las actuaciones y por el trasfondo histórico.
Sí, señores. No alcanza con que estés en uno de los periodos más turbulentos de la sociedad americana, y que intentés retratar esa transición histórica que supuso el fin de la guerra civil (Norte contra Sur) y la abolición de la esclavitud. No alcanza.
Spielberg nos cuenta los últimos estertores de la Guerra de la Secesión. Lincoln (Daniel Day Lewis) quiere asegurar los votos de todos los estados a favor de la 13a enmienda que garantizaba la libertad de los esclavos. Para ello despliega un complejo operativo de corrupción, chantaje y coacción en busca de los votos necesarios para que la enmienda sea aprobada.
La película intercala estos momentos de tensión política, con tensiones familiares entre Lincoln, su mujer e hijo que son acariciadas tibiamente. Los esclavos aparecen con los ojos brillando de emoción y anticipación ante la propuesta del presidente, los sureños son caricaturizados como ignorantes, idiotas y racistas y los del norte son los tipos nobles y correctísimos. Maniqueísmo Express.
De manera muy americana se idealizan las motivaciones políticas de la famosa enmienda que si bien tenían su componente de justicia social o respeto humano, era uno de los golpes maestros que debilitaría a un sur agrario dependiente de la mano de obra esclava contra un norte industrial. O sea, se trató de una lucha de economías, en la que la Guerra de la Secesión coronó como ganador al Capitalismo y permitió a Estados Unidos convertirse en la potencia que es hoy en día.
En palabras más simples: Todo fue por el cochino dinero.
Spielberg, sin embargo, intenta hacernos creer que las triquiñuelas para ganar la guerra apuntan a un “Que canten los niños..que alcen la voz…que hagan al mundo escuchar…”…
Daniel Day Lewis compone un Lincoln acorde a la visión Spielbergiana, un Lincoln acartonado, rígido, que en el momento menos pensado pierde su mirada en el infinito y relata anécdotas aleccionadoras mientras sus ocasionales interlocutores lo observan con arrobamiento. Vos, en tu butaca, pensás: “NO, otra pinche anécdota, NO!” e imaginás pastizales, tu cuerpo recostado lánguido a la orilla de una laguna, el cielo plagado por nubes con formas de animalitos, mientras te ponés unos audífonos y la voz de Lincoln se va apagando…
Luego volvés a la realidad y Lincoln sigue ahí, claro, porque la película dura casi tres horas. Entonces empezás a susurrar: Mátenlo de una vez!
Daniel Day Lewis es un gran actor, GRAN, y ganará el Oscar seguro, penita porque Spielberg y él me hicieron aborrecer a Lincoln un rato, me hicieron extrañar al cazador de vampiros que tanto odié en 3D, ese cazador que ahora ante este retrato casi formológico (de formol) luce tan humano.
El resto del casting no puede ser menos prestigioso, Sally Field da vida a Mary Todd, esposa del presidente americano. Spielberg no confiaba en Sally para hacer el papel, le parecía demasiado mayor para el personaje, pero nuestra amiga se encaprichó en hacerlo y le rogó a SPielberg la oportunidad de leer el guión. Daniel Day Lewis viajó desde Europa para nada más, y una vez ambos leyeron el guión, Steven aceptó que Sally hiciera el papel. ¿El resultado? Sally es buena actriz, subió como 15 kilos para lograr mayor veracidad, pero por momentos se la veía muy teatral y exagerada. No es culpa suya, todos los actores desfilan teatralmente con aire demasiado solemne y de “Oh, qué película seria, histórica, trascendente” estoy haciendo.
Tommy Lee Jones, por otra parte, consigue que su Thaddeus Stevens tenga matices, parezca humano, y logre quizás la mejor escena de la película con su alegato sobre la esclavitud y lo legal. Lamentable que el personaje con mayor dignidad de la película tenga un cierre tan bochornosamente ñoño. No importa si es real o no, sino cómo fue planteado por Spielberg.
Entre tanto actor bueno, el actor Lee Pace es el que sale peor parado. Interpretando a Fernando Wood se enfrenta a los personajes de la Cámara de Representantes en varias ocasiones, mostrándose desafinado y carente de presencia. Algo similar sucede con la elección del hijo menor de Lincoln. Un niño exagerado en sus ademanes y poco convincente fue elegido para el papel en un país como Estados Unidos donde tenés actores por montones.
El guión se lo debemos a Tony Kushner, que en el pasado también escribió Munich y cuyo currículum no cuenta con ningún otro largometraje. Según que Kushner desperdició 6 años de su vida escribiendo Lincoln, basándose parcialmente en el libro de Doris Kearns: Team of rivals: The political genius of Abraham Lincoln. El primer borrador del guión tenía 500 páginas, pero GRACIAS A DIOS y al de abajo, se fue reduciendo y quedó en lo que quedó: Un relato irregular con una primera parte pomposa, una segunda donde más o menos consigue repuntar y un final dramático con metáforas cursis como la vela encendida (o era lamparita?) fundiéndose con la imagen de Lincoln y su discursito pro igualdad social.
La fotografía exquisita, cuidada, la música que nos remite a esas películas en las que se dicen grandes e importantes verdades, una dirección de arte y un diseño de vestuario al que no puede objetársele nada, hacen que sus nominaciones al Oscar no sean tan al pedo. Y no me malentiendan, el filme tiene en su envase o factura una calidad técnica que es sobresaliente, y aún conserva los vestigios de lo mejor que ha tenido Spielberg como director, pero desgraciadamente se queda a medio camino. Es como un yogur vencido.
Lincoln es el mejor ejemplo de esas películas sin alma que gustan tanto a la Academia por esgrimir un discurso facilista, panfletario y ñoño de los cimientos de la sociedad americana.
Lo mejor: diseño de arte y vestuario Lo peor: ñoña, rígida y sin matices La escena: la de Tommy Lee Jones sobre la igualdad y lo legal Lo más falsete: las anécdotas de Lincoln, el aire místico de todo el filme, la escena de los miembros amputados…El mensaje manifiesto: la política es un pozo lleno de mierda El mensaje latente: si te metés al pozo salís pringado El consejo: podés verla o no verla, si no la ves no te perdés gran cosa El personaje entrañable: el de Tommy Lee Jones El personaje emputante: Fernando Wood y Mary Todd El agradecimiento: que dentro de lo larga que es, no la hicieron MAS larga.
CURIOSIDADES
El papel de Lincoln era originalmente para Liam Neeson, quien sabiamente rechazó participar porque se sintió muy viejo para interpretar el personaje.
Spielberg ha pasado 12 años preparando este filme.
Daniel Day Lewis rechazó hacer el papel a través de una educada y amable carta, dicen que fue Leonardo DiCaprio quien convenció al actor de aceptar.
Spielberg estaba decidido a que sea Daniel Day Lewis el actor que encarnara a Lincoln, si no hubiera aceptado el filme no se hacía.
Spielberg trabaja en este filme con sus colaboradores habituales Janusz Kamisnki en la fotografía y John Williams en la música.
La semana pasada surgieron unas imágenes en las que se puede apreciar un abuso sexual en el hemiciclo legislativo. No voy a decir supuesto, porque al ver las imágenes se distingue claramente que la víctima es trasladada a la sala del hecho en calidad de bulto (semi-inconciente por ingerir bebidas alcohólicas), y en medio de esa semi-inconciencia puesta en el piso mientras un hombre (legislador) se desabrocha el pantalón y se le bota encima. Abuso sexual y punto. Por lo demás, la víctima no ha sido encontrada, ni hizo denuncia alguna. ¿Deja de ser víctima por ese detalle? No.
En Bolivia, la violencia sexual está destruyendo generaciones de mujeres y niños. Según datos arrojados por la Policía Nacional, el abuso sexual es el crimen más frecuente luego de los relacionados a la Ley 1008. Ojo, estamos hablando de un crimen que el 80% de las veces no se denuncia. Imaginar la cifra real da escalofríos. Solo en Santa Cruz, cada día hay una o dos noticias públicas de abuso sexual que, por lo general, involucran menores de edad.
Sí, estamos cagados. Las leyes no protegen ni benefician a la víctima, el sistema no funciona para prevenir los ataques, y tampoco se ha concientizado a la sociedad para que las víctimas comprendan lo importante que es la denuncia.
La impunidad está servida.
Lo de Sucre es solo un pincelazo de una amarga verdad: Vivimos en un país donde las tasas de violación crecen año a año sin que se haga nada al respecto. Es ya epidemia. Lo peor es que no se ha establecido una respuesta efectiva al problema. Se usan parches, parches como la detención del abusador por uso indebido de bienes y servicios del Estado (!), qué carajos es eso. El poder siempre encuentra la forma de evadir la justicia.
Desgraciadamente, no somos los únicos. En USA, que ya tiene muchos asuntos que resolver (mass murders, serial killers, negligencia en la administración de psicofármacos, etc.) el documental nominado al Oscar este año: La guerra invisible, aborda el tema del abuso sexual desde un lugar pocas veces explorado. El documentalista Kirby Dick investiga y analiza lo que siempre ha sido un tabú: Las violaciones ocurridas dentro del ejército americano.
Hombre y mujeres que entran a la Fuerza Aérea, a la Marina, a los Guardacostas, han sido violados durante su servicio por colegas, camaradas, hermanos de comando dentro de una institución símbolo de los americanos.
El documental arranca con imágenes que invitan a las personas a que se enlisten, comerciales publicitarios que resaltan el privilegio que supone servir al país, el honor que conlleva, lo felices que serán cumpliendo su deber cívico y cualquier otra expresión patriótica que se les ocurra.
Acto seguido conocemos a las víctimas: soldados (hombres y mujeres) que cuentan cómo se enlistaron, lo que significó para ellos hacerlo, el idealismo con que tomaron su trabajo, algunos viniendo de generaciones de familias involucradas en el ejército, todo un preámbulo que prepara al espectador para lo que vendrá.
El ejército inculca disciplina, y un sentimiento de equipo que hace que los reclutas tengan la idea de que los comandos son su familia. Lo terrible es constatar que cuando las desgracias pasan no hay familia, simplemente intereses que terminan culpando a la víctima.
La Guerra Invisible arroja datos terribles, como que más del 20% de mujeres veteranas han sido asaltadas sexualmente durante su servicio. Solo en las Fuerzas Armadas más de 200.000 mujeres habían sido violadas hasta 1991 sin contar las que se quedan calladas y no denuncian el hecho. Se estima que el número actual debe rondar el medio millón de víctimas.
Hanna se enlistó ni bien tuvo edad para hacerlo, era virgen y fue violada a los 20 años por un superior, cuando llamó a su familia para contarle el hecho, su padre (militar también), rompió en llanto y le dijo:
Hanna, sigues siendo virgen. Él tomó algo tuyo que no le entregaste
Durante el proceso que siguió a su denuncia, el equipo de investigadores perdió el kit de violación (examen forense) que le practicaron así como las otras evidencias de lo ocurrido. Nunca pudieron condenar al culpable.
Kori, fue violada y golpeada salvajemente. Como consecuencia de la golpiza tuvo un problema óseo en la cara que requiere intervención quirúrgica, muestra a la cámara la cantidad de medicamentos que le han recetado entre antidepresivos, analgésicos, pastillas para dormir, todo para combatir el Estrés Post Traumático y las secuelas de los golpes que le propinaron. Ella cuenta que ha tenido suerte, la mezcla de varios de esos medicamentos han provocado la muerte en otros veteranos.
Los representantes legales del ejército son entrevistados y dan su versión, dicen que tienen jueces, investigadores entrenados para lidiar con los ataques sexuales. Que el sistema funciona. Que en el ejército son conscientes del problema y que se cuida a la víctima. Esta versión contrasta con la de una mujer policía que afirma que si había casos de violación trataban de dárselos a colegas hombres porque las mujeres policías empatizaban demasiado con las víctimas.
Una táctica recurrente dentro del ejército es acusar a la víctima de adulterio, incluso cuando ella no está casada y el violador sí. (¡!)
Otra víctima narra entre lágrimas lo que le dijo su superior cuando reportó que había sido violada:
¿Es esto un juego para ti? Eres la tercera chica que reporta una violación esta semana. ¿Están confabuladas? ¿Piensan que es gracioso?
Los especialistas que no pertenecen al ejército aclaran que un ambiente tan cerrado como el militar se convierte en un lugar ideal con abundantes objetivos para el depredador. Lo peor es que como no se hace nada, el abusador sexual es generalmente reiterativo, y llega a tener 300 víctimas a lo largo de su vida.
Eso es posible porque luego del servicio militar estos depredadores vuelven a sus ciudades natales y continúan buscando victimas en el ámbito civil.
El problema se convierte en una bola de nieve.
La guerra invisible saca a la luz a víctimas de ese sinsentido. Hace visible lo invisible. Amén de las estúpidas, inhumanas e innecesarias guerras que nuestros amigos del Norte han iniciado, financiado y ejecutado, sus soldados no solo tienen la tasa más alta de suicidio hasta ahora, sino que encima tienen que lidiar con la posibilidad de ser violados en servicio por sus propios compañeros. El documental cuenta con datos y testimonios que tienen un respaldo sólido y que no se queda solo en el DVD al que le das play y luego no pasa nada. Invita a la reflexión, y su exhibición ha llevado a políticos y gente relacionada al ejército a modificar leyes y a revisar casos de violación.
Estéticamente no tiene nada fuera de lo común, de hecho es un documental contado muy a la vieja usanza, sin grandes sorpresas o méritos estilísticos, pero su valor es otro, su valor es decir lo que nadie dice públicamente y que merece ser dicho fuerte y claro: se están violando personas dentro del ejército y algo tiene que estar muy mal si las probabilidades de esas mujeres de ser violadas por un compañero son mayores que las de morir en combate.
Lo mejor: La información Lo peor: que no haya trabajos así en nuestro país La escena: cuando Kori lee su carta de su suicidio Lo más falsete: la doña que hablaba sobre lo bien que manejaban el tema de los asaltos sexuales El mensaje manifiesto: Las víctimas son invisibles El mensaje latente: Las víctimas DEBEN ser visibles El consejo: Un documental para ver El personaje entrañable: los sobrevivientes El personaje emputante: los malditos bastardos El agradecimiento:Que se haya realizado.