MÚSICA: Por qué Antihero es necesario para el pop
Por: Santiago Gutiérrez Echeverría
Hace rato que quería escribir sobre esto, pero aún es tiempo. La Taylor no ha grabado nada nuevo desde Midnights (excluyendo los Taylor’s version), pero sigue siendo la artista más escuchada del año; Antihero está en el top 10. Es la persona del año según Time…
No voy a negar que hay todo un aparato industrial orquestando su éxito. Lo siento, swifies, pero Taylor también es una imagen hecha a medida para vender. Aun así, si apreciamos lo visto en escena, podemos afirmar que, en efecto, Taylor Swift es música. Y su gran contribución al pop es, cha cha chan: su sinceridad. Así de simple. O más elaborado: creo que la imagen de Taylor pone en práctica la Nueva Sinceridad en el pop.
Hace mucho tiempo expliqué aquí por qué Bojack Horseman era necesario para la comedia.
Si les da flojera leer mi artículo o no se acuerdan mucho, lo importante es que sepan dónde termina el caballito: termina mal (pero al final la vida sigue). Bojack es un antihéroe. Pero (a diferencia de la mayoría) no es un antihéroe cool. Sus defectos no se romantizan como ocurre con el héroe byroniano. Bojack contempla el absurdo de la existencia y lo oscuro de la mente humana (de ahí que nos genere empatía o incluso catarsis); pero además (y este es el aporte de la serie) muestra las consecuencias del cinismo, lo importantes que son las redenciones, y lo mucho que se tiene que pagar por errores irreversibles. Y la culpa está ahí, siempre la culpa.
¿Les suena? It’s me, hi! I’m the problem, it’s me!
Y es que Taylor ha dibujado a su propio Bojack a través de su música; una imagen de su mente fabricada como un antihéroe. Porque sí, tenemos a dos Taylors: la Taylor Alison Swift, esa mujer de carne y hueso que nadie conoce, y la persona del año que vemos en Time; la Otra, como diría Borges (¿cuál de los dos?) en Borges y yo.
Aquí las cosas se ponen intensas. Es usual que El Otro se manifieste en el arte con características arquetípicas de un antihéroe, de la sombra jungiana, de lo inconsciente… creo que ya me entendieron, del lado nocturno de nuestras vidas. ¿Se han dado cuenta que el video de Antihero ocurre de noche? No quiero sonar como un swifty, pero les juro que esto lleva a algo bueno. El video ocurre de noche y está lleno de guiños a la obra de Taylor (a La Otra que ella ha construido). Una referencia tras otra nos muestra que ella ya asumió a su antihéroe y que puede jugar (y hasta emborracharse) con ella. Es Bojack cuando hizo de su vida un poncho, porque reconoció lo cagada que estaba su situación (por su culpa). Pero en algún punto Taylor se mira en el espejo y…
Para mí aquí es donde ocurre un cambio. Taylor por fin se mira al espejo y reconoce el peso de todo lo que La Otra estuvo haciendo mal. Si en Reputation su alter ego aún estaba a la defensiva (Don’t blame me), en Midnights recapacita sobre sus acciones. Tal vez, solo tal, vez piensa ella, sus críticos tenían algo de razón.
Pero tranquila, Taylor, todos somos el problema de nuestras propias vidas. Y de hecho tu sinceridad nos enseña a admitirlo. Quiero decir… la Nueva Sinceridad trata de eso, al fin y al cabo: rechazar el espectáculo negacionista que nos ofrece el entretenimiento masivo (como el pop) y mirar a nuestros problemas de frente.
Lo más curioso es que Taylor también mira a sus problemas de frente pero desde el pop. Sabemos que ella siempre ha escrito canciones en clave, y de hecho su discografía es una saga de álbumes conceptuales sobre su vida. Muchos fans han conectado así con ella y la han reflejado en sus vidas. Y aunque esto puede promover el narcisismo en la cantante y el fandom, Taylor parece querer redimirse de esta toxicidad al autocriticarse en Antihero.
Cuando Adam Kelly definió a la Nueva Sinceridad, trazó una diferencia entre lo sincero y lo auténtico. Si por un lado lo auténtico transmite una verdad interior, lo sincero además sale a escuchar lo que otros perciben como la verdad. ¿Y Taylor? Pues al fin asumió las críticas que había recibido fuera del fandom (I’m the problem, it’s me). Pero más aún, se preguntó lo que Adam Kelly y Foster Wallace: ¿en qué medida mi discurso está libre de ser manipulador? Ok, tal vez ella no lo pensó así, pero mostró su intención (al menos su intención) de no condicionar su música. De ser responsable con su contenido.
Déjenme darles un ejemplo. Piensen en Mario Vargas Llosa cuando escribió La tía Julia y el escribidor, novela que narra el romance de un tal Mario y su tía política, Julia. Ahora bien, este libro semi-autobiográfico es… bastante irresponsable, pues exhibe un romance real (mezclado con ficción) que generó molestias en la verdadera Julia Urquidi, tía y exesposa de Llosa. Varguitas se eximió de cualquier culpa argumentando que El arte de mentir en la literatura no debe confundirse con la realidad. ¿Y sobre las molestias que creó en Julia? Bien, gracias. Taylor también ha escrito mucho sobre sus exparejas en sus canciones. Pero reconoce más que Llosa lo mucho que su alter ego bebe de la realidad. Y lo que es más importante, con Antihero parece asumir que hacerlo fue un tanto irresponsable.
Podría ser que Antihero sea un himno a la autoindulgencia. Un “sí, lo siento chicos, ahora amen mi sinceridad”. Solo el tiempo dirá si Taylor realmente ha recapacitado para bien o si todo es tan solo una fase. En todo caso nuestra antiheroína no es la primera que hace música sincera. Esto ya ocurrió en el rap (Kanye, qué serías sin Taylor; Taylor, qué serías sin Kanye) y el indie (no sorprende que Taylor colaborase con Phoebe Bridgers). Pero si hablamos del pop, ¡el pop!, ese género tan chicle, tan prefabricado… entonces Taylor es pionera. Olivia Rodrigo podría estar continuando en esta línea. ¿Podrá esta sinceridad estar cambiando el pop? No lo sé, pero ya era hora de que viniera.