LOST IN CONTEMPLATION OF WORLD

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Mónica Heinrich V.

CINE ESPAÑOL: La mesita del comedor

Por: Mónica Heinrich V.

 

He decidido hablar de La mesita del comedor.

Ajá. Capaz que hay mejores tópicos. Veranos invencibles, palmeras quietas, el gas, la vida, sí. Pero es lo que hay.

Es culpa de Stephen King. El amigo subió el siguiente tweet: Hay una película española llamada «The coffee table» en Amazon Prime y Apple+. Mi suposición es que nunca, ni una sola vez en toda tu vida, has visto una película tan oscura como esta. Es horrible y también horriblemente divertida. Piensa en el sueño más oscuro de los hermanos Coen».

Cuando me dicen: “Nunca en tu vida…” pienso en toda mi vida y tengo, necesariamente, que ver la película.

La busqué. Porque #nuncaenmivida.

La encontré.

La mesita del comedor es una película española dirigida por Caye Casas, director al que recordamos por Matar a Dios (2017). No voy a emitir comentarios sobre Matar a Dios. Eso es material para otras lunas, otros desvaríos.

En La mesita del comedor vemos a una pareja dispareja.

María (Stefanía de los Santos) acaba de tener un bebé junto a Jesús (David Pareja). Sehhh: María y Jesús. Se intuye una diferencia de edad. Jesús es más joven. El colágeno, dirán algunas.

María es un poco intensa. Jesús es un poco boludín.

Ambos están en una tienda de muebles con su recién nacido en brazos. Jesús quiere comprar una mesa de comedor feísima (es muy fea, Jesús) y María le pelea la elección. Aparentemente, María ha tomado la mayor parte de las últimas decisiones, así que Jesús siente que se merece el mimo de la mesita del comedor.

Hay humor negro al principio. Y uno piensa: Ah, ya.

Como detalle incorporan un tema delicado o polémico. Una niña vecina de 13 años tiene la fantasía de que Jesús es su pretendiente/enamorado/futuro marido. ¿Puede pasar? Puede pasar. Después jugará un papel clave.

El tema es que efectivamente se sucede (de sucedáneo) una circunstancia, situación que solo podemos rotular como trágica o traumática. Una vez la feísima mesita del comedor está en el departamento, pasan cosas feísimas que no esperabas que pasen.

¿Puede pasar? no sé.

SPOILER (recomendación del día: si sos MUY sensible, lee el spoiler antes de ver la película)
El oponcio de Jesús se queda cuidando al bebé mientras María va al súper. El bebé empieza a llorar a grito pelado. El oponcio de Jesús trata de calmarlo caminando con él en brazos y claro, tropieza con la mesita del comedor. ¿Resultado? El bebé queda decapitado por un pedazo de vidrio roto de la mesita del comedor (¡).

Un shot por cada vez que diga: la mesita del comedor.

Paralelamente nos muestran a María en el súper que se encuentra con una amiga y le cuenta lo feliz que está y lo difícil que fue ser mamá. Dos años de tratamiento. Dos años de incertidumbre. Ella, sin saber que el oponcio de Jesús ya la cagó y toda su lucha por ser mamá ha culminado con el bebé tan añorado decapitado por vidrio irrompible de la feísima mesita del comedor.

¿Se puede ser más desafortunados? Se puede.

El oponcio de Jesús decide que no se va a botar por el balcón. Que no va a decirle nada a nadie. Porque no. Claro. No es una noticia fácil de dar. Limpia todo. Se limpia él mismo. Y recibe a María de vuelta después del súper, y al hermano que viene a cenar con la jovencísima novia.

El bebé duerme” dice el oponcio de Jesús.


El resto de la película es esa tensión horrible, porque sabés que la cabecita del bebé está debajo del sillón y el resto del cuerpo está en la cuna.

No sé si estamos entendiendo que el bebé largamente añorado, traído al mundo con los últimos restos funcionales de los ovarios de la pobre María, está decapitado mientras ríen y cenan.
FIN DEL SPOILER

La mesita del comedor no es una película que se quedará en tu mente por el virtuosismo del director o de la dirección de fotografía o por las actuaciones. No necesita de esas vainas, porque el principio y fin de su existencia es otro. Se quedará en tu mente por la premisa. Porque es una situación de mierda insoportable. Porque como espectadores, estaremos absolutamente en shock y tendremos negros pensamientos cada vez que nos acerquemos a una mesita de comedor.

El guion, escrito por el mismo director y la debutante Cristina Borobia, sabe jugar con los tiempos. Construye la relación entre los personajes principales, incorpora elementos de humor negro para hacer más llevadera la situación, pero al mismo tiempo ese humor negro hace más negro todo, y nos mantiene ahí. Fatigados. Incómodos. Como tiene que ser cuando pasan cosas feas y graves.

Sin embargo, hay algo en su factura que no la deja elevarse. Muletillas forzadas que hacen ruido. Sobre todo, con el final donde bebe de las fórmulas mil veces vistas. Lo sórdido de la premisa no tendría que dejar de lado una experiencia cinematográfica también inolvidable, pero no termina de salir del nicho comercial más genérico.

Se entiende, es una película filmada en apenas 10 días, entre amigos, con una locación cedida por amistad, rechazada por muchos distribuidores españoles, vetada en Sitges que tuvo el estómago de presentar en su día A serbian film (reseñada acá) y que no pudo con La mesita del comedor. 

Yo, en particular, cierro los ojos y veo. Veo el sillón manchado de sangre y el bulto. Y veo también al perro. Blanco. Inmaculado. No sé si costó dos pesos y la filmaron con la cámara desechable de un matrimonio, solo sé que usaron muy bien las herramientas que tuvieron a su alcance. Y con eso me basta.

Lo mejor: incómoda e inolvidable Lo peor: factura rústica Lo más falsete: que María no vaya a ver al niño a pesar de lo que el oponvio le diga La escena: cuando pasa lo que pasa El mensaje manifiesto: La tragedia nos respira en la nunca, Marce El mensaje latente: la vida puede arrebatarte lo que sea que te haga feliz El personaje entrañable: el bebé El personaje emputante: la niña pendeja El agradecimiento: por los momentos intensos.

CINE BELGA: Un monde (Un pequeño mundo)

Por: Mónica Heinrich V.

Nora.

La pequeña Nora (Maya Vanderveque) es la nueva del colegio y en su primer día de clases no se desprende de su padre y llora ante lo incierto de esa nueva experiencia.

Te entendemos, Nora.

Nora es apenas una niña en un mundo ancho y ajeno.

Un monde (traducido literalmente como Un mundo, pero que los gringos han llamado Playground y en Latinoamérica se tituló Un pequeño mundo) es la feroz y, a la vez, sutil opera prima de Laura Wandel.

Durante algo más de una hora, la cineasta belga nos muestra la génesis de muchas cruces con las que luego cargamos como adultos. El colegio es, claro, uno de nuestros principales espacios sociales, en él se desarrollarán armas para enfrentar el futuro o, en el peor de los casos, para evadirlo.

Laura escribe también el guion. Su narrativa parte de la mirada de Nora, que en un principio lucha por encajar entre sus nuevas amiguitas, sus nuevas rutinas, su nuevo todo. Esto chocará con la situación de su hermano Abel (Günter Duret), unos cuantos años mayor que ella, al que los bullys tienen marcado.

Nora observa aterrada y confundida cómo su hermano mayor es acosado y maltratado constantemente. En su mente, la situación de su hermano está fuera de lugar y durante buena parte de la película intenta solucionar el problema. Pero no olvidemos que Nora es apenas una niña en un mundo ancho y ajeno.

Una de las grandes virtudes de Laura Wandel es que cumple lo que promete en su título: Un monde. La cámara está al servicio del mundo de Nora. Es su mirada la que conduce el relato. Son sus vivencias las que marcan la pauta de lo que sucede en pantalla. La cámara, incluso, no abandona el rostro de Nora cuando Abel es atacado. Vemos en ella el horror, no el horror que sufre su hermano, y eso es, quizás, más terrorífico aún. Ese tratamiento cinematográfico nos recuerda a la devastadora, enorme, El hijo de Saul (reseñada ACÁ) o a Never Rarely Sometimes Always (reseñada ACÁ).

Al igual que en esas películas, el vínculo afectivo con el espectador se construye casi por ósmosis. Sentimos la desesperación de Nora, la impotencia, la fatiga, sabemos por qué se distrae en clases, o cuando juega con sus amigas en el colegio.

Wandel nunca nos lleva con Nora fuera del colegio. No sabemos cómo vive, ni dónde está su madre, no sabemos qué tipo de vida tiene lejos de sus compañeritas, de su profesora, de los bullys. Ese mundo escolar es lo que Wandel elige mostrar. Y lo muestra de una manera elegante, medida, con la cámara a la altura de la niña, con espacios para risas, para el aprendizaje, pero el bullying que sufre Abel sobrevuela la película incluso en los momentos de calma, de solaz.

El casting es otro de los grandes aciertos de esta película. Maya Vanderbeque es sencillamente fantástica, fluye cuando la cámara le hace un primer plano y su mirada lo dice todo. Maya nos hace olvidar que es una película, y en su actuación solo vemos a una niña rota y triste. Nosotros, los espectadores, no queremos ver rota y triste a Nora.

En apariencia, Un monde, puede resultar demasiado sencilla o simplona. Hasta podría confundirse con pornomiseria escolar. Pero no es solo el relato de un bullying, en esa aproximación tranquila y casi rutinaria al bullying que sufre Abel, vemos mucho más: está el amor y lealtad fraternal, están las dinámicas que se instalan en la niñez que permiten crear adultos opresores, abusivos, insensibles, están las dinámicas de los adultos que se vuelven inútiles e incapaces para resolver un problema como ese, están las dinámicas familiares que también son tóxicas en su afán de ayudar, está la presión social, de tus pares, para convertirte en algo diferente a lo que eras.

Amén de sus buenas intenciones y de sus excelentes resultados, hay un par de escenas discursivas que rompen con el esquema general de la película, perdemos la sutileza para darle paso a momentos didácticos con frases hechas y genéricas. Al ser estas escenas muy pocas, son detalles que no afectan a la percepción global.

Porque Un monde permite una lectura amplia, y posee una mirada tan sensible y honesta al tema que su final es demoledor.

Cuando la cámara se detiene en la pequeña espalda de Nora, la espaldita que hemos seguido durante toda la película, tu corazón se estruja recordando al niño(a) que fuiste, Laura Walden lo hizo: mostró un mundo que puede ser el mundo de cualquiera.

Lo mejor: gran actriz principal, muy buena construcción de climas Lo peor: algunos momentos discursivos y didácticos Lo más falsete: algunos momentos discursivos y didácticos El mensaje latente: crecer requiere de temple La escena: la de la foto de lo hermanitos El personaje entrañable: Nora y Abel El personaje emputante: los bullys y los adultos inútiles El agradecimiento: por la economía de recursos. 

CINE FRANCÉS: Titane

Por: Mónica Heinrich V.

A Nanni Moretti lo recuerdo por La habitación del hijo, este año compitió en el Festival de Cannes con su nueva película Tre Piani (Tres pisos). Ni bien el festival dio su máximo galardón a Titane, de Julia Ducournau, Nanni utilizó la plataforma del pajarito (twitter) para escupir: Uno nota el paso del tiempo cuando compite en Cannes y gana una película en la que una mujer se queda embarazada de un coche.

¿Tu envidia es mi progreso?

Ay, Nanni. Aunque hay un gesto poco deportivo en tu comentario, te puedo entender. Si hubiera visto Titane en mis tempranos, medianos o finales veintes, tendría un poco más de receptividad a su excesivo entusiasmo por provocar audiencias.

Provocar tampoco es malo. Hay cineastas que han creado una reputación así, pienso en Pasolini, en Cronemberg, en Noe, en Carax, en Dolan, en Despentes, el tema es si después de la bulla, el trago y los cohetazos, queda algo más aparte del silencio. Yo misma me lo he pasado chancho con algunos trabajos de los mencionados aún sabiendo que son pajas estridentes frente al espejo.

La directora de Titane tuvo como primer largometraje Raw (2017), una obra interesante de oscura atmósfera. Al aferrarse al fantástico, la película podía permitirse licencias en cuanto a la lógica y lo verosímil. Raw tenía sus fallas (la mayor parte similares a las que aquejan a Titane), pero por su estilismo, por una idea base que enganchaba (la chica vegetariana que descubre un deseo voraz por la carne humana) y su más que cumplidor casting, Julia se convirtió en una cineasta a seguir. Vos te preguntabas en medio de la noche: ¿qué estarás haciendo, Julia?

En esta nueva propuesta, es como si la directora intentara (de forma muy calculada) ir más allá con cada secuencia. Lo que muchos describen como trepidante, feroz, y refrescante, es un pastiche de elementos que sueltos son disparos en la oscuridad y dentro de la trama de Titane se pierden aún más en ese clima de constante desenfreno.

Tenemos a su protagonista, Alexia (Agathe Rousselle), que cuando niña sufre un brutal accidente de auto que hace que le implanten placas de titanio. Ahí, ella genera un ¿amor? ¿atracción? ¿compulsión sexual? por los autos. Pasa el tiempo y Alexia ya es una bailarina, fría y dura como el metal que le salva la vida, a la que nos la presentan en una escena larga de frotamientos contra un auto de exhibición.

Tú y yo, vivamos el momento

SPOILER

Después del evento, un supuesto fan/groupie/acosador de Alexia-bailarina, le pide un autógrafo y la besa por la fuerza. Alexia lo asesina. Sigue una estela de asesinatos tarantinescos al pedo, el descontrol porque sí. Nuestra protagonista trata de huir de las consecuencias obvias a sus crímenes y no se le ocurre mejor manera que hacerse pasar por el hijo desaparecido de un pobre tipo. Para que se entienda: ¿Te busca la policía, has matado a un culo de gente, y decidís presentarte como el hijo muerto de alguien más como estrategia de sobrevivencia? O sea, GRACIAS A DIOS y al de abajo que Vincent estaba tan o más tronado que ella y la/lo recibe ipso facto. 

En su forma masculina de Adrien, Alexia se verá juzgada, sufriendo bullying, obligada a cumplir un rol social, todo mientras dentro suyo crece (muy rápido) algo producto de su relación sexual con un auto.

FIN DEL SPOILER

Hasta ese momento solo pensaba: Julia…¿cómo vas a salir de este berenjenal?

Quizás lo que funciona mejor de este relato (que según su directora no quiere intelectualizar sino hacer “sentir” lo que sienten sus personajes) lo encontramos en momentos de genuina emoción entre Adrien y Vincent (Vicent Lindon). Vincent, un bombero que se inyecta esteroides en otra muestra de masculinidad tóxica, necesita que Alexia sea Adrien. Ah, el pobre Vincent…tiene unos ataques de amor por su hijo-no-hijo que de un rato a otro componen escenarios de tensión sexual (¿incesto?)

Esta historia de “amor” es lo que Julia vende como explicación o sublimación de sus intenciones en la película. Aunque, en la práctica, lo que propone como un amor antidogmático es una relación rarísima entre dos personas claramente enfermas.

Análisis o forzadas lecturas podrían imaginar que Julia hace un juego con los tabúes sociales, la identidad de género, el asfixiante rol de la maternidad, el machismo presentado en los personajes masculinos (no hay uno que no sea un machirulo de cuidado) y el concepto de amor no dogmático ya mencionado, entre muchas cosas. Sí, se pueden hacer esas lecturas porque esta mezcolanza da para todo. Un espectador menos condescendiente dirá que lo formal se fagocitó el contenido, y que esta es una muestra más de ese cine ruidoso, vacío, que apela a la provocación como arma creativa.

tóxicos everywhere

Un ejemplo de corrección política que loa la falsa irreverencia: «Es que la película habla de la aceptación en todas sus formas»: no quiero pinchar el globo de nadie, pero si aceptación significa recibir con beneplácito a una completa desconocida que se mete a tu casa haciéndose pasar por tu hijo muerto, usa tu dolor para su beneficio y encima ha dejado un reguero de cadáveres por ahí sin ascos, estamos todos locos. 

No voy a negar que tiene que existir voluntad del espectador para acompañar a Julia en su absurda trama. Como lo hizo en Raw, y en su cortometraje Junior (está en youtube) se aferra al fantástico y lo reviste de terror, eso puede amainar las necesidades de una mínima de lógica y coherencia en lo que sucede en pantalla. Si nos subimos a ese caballo redentor, tendremos una película jugada con un código de violencia afincado no en lo psicológico sino en lo físico. Porque Titane entra también en el body horror (horror corporal) y es por eso que hay espectadores que no pueden resistir su visualización. La escena del tironeo del piercing, la quebrada de nariz, el estado de preñez de Alexia/Adrien, el ¿lubricante? ¿aceite de motor? que sale de sus heridas, son parte de la firma que Julia está construyendo como cineasta. Estimado lector, cada quien puede perseguir los molinos de viento que desee, en mi caso esos arrebatos si no tienen un asidero me suelen provocar más indiferencia.

Aquí llega la potra, la diva, la caballota

Mi experiencia con Titane se redujo a valorar la presencia autoral de Julia en la dirección y el guion, a disfrutar de los pequeños momentos de verdad entre Vincent y Alexia/Adrien como la escena de la cena, la del vestido amarillo, o el baile en el techo del carro de bomberos (no por el concepto atávico/naif de ver la incomodidad de un bollo de machos frente a un baile que «no debería» ser femenino, sino por la construcción visual de la escena). Las actuaciones ayudaron a que conecte con esos personajes perdidos. La debutante Agathe Roussell y el gran Vincent Lindon, estuvieron tan comprometidos con sus personajes que no sentís que acompañarlos en esta historia sea en vano. Pero más allá de eso, la polera de Never give up, la presencia de Garance Marillier interpretando a Justine como una autoreferencia de Raw y Junior, la música que con su letra comentaba las escenas (ejemplo: en la escena del inicio, de su último asesinato dentro de la casa, se escucha la voz de Caterina Casseli cantando «No importa lo que pase aquí, nadie puede juzgarme. Ni siquiera vos«. O seaaa) y el ruido general de la película tratando de asentarse en su misión shockeadora, me hicieron desconectar.

La película intenta abrazar con cualidad casi pulposa demasiadas cosas. Toca el transhumanismo e intenta en su elección del titanio como metal de transición hablar de la hibridez, de la mutación. Todos somos monstruos, nos dice Julia en sus entrevistas y con un dejo de ingenuidad define su cine como una muestra de lo que no se puede mostrar, un cine que habla de lo que no se puede hablar. Amiga, has puesto en tu película canciones como eco de lo que les pasa a los personajes y encima, tu película se adscribe a temas que ya están sonando hace tiempo: lo queer, lo trans, la violencia como metáfora/obviedad del mundo hostil. De hecho, es una película tan fácil de instrumentalizar como discurso, que es precisamente por ahí que se la explota.

¿Cuántas veces hemos escuchado eso de «estoy haciendo algo que nadie más hace o hizo»? ¿No suena muy del mundo teen? ¿o de la chantulinidad? ¿Titane realmente cumple esa promesa? Invito a analizar su final, SPOILER ese en el que la mujer, después de sufrimientos varios, termina muriendo para luego dejarle al tipo creepy el bebé que tanto necesitaba en su vida. FIN DEL SPOILER 

Celebro a los que les parece rompedora e irreverente, lo hermoso del cine es que la misma película puede ser recibida por otras personas de manera distinta. Mirala y experimentá. Es como esa escena en la que una doñita está chau y Adrien está haciendo CPR, Vincent canta en un español afrancesado para ayudarlo a seguir el ritmo del masaje cardiaco: Dale a tu cuerpo alegría Macarena, que tu cuerpo es pa darle alegría y cosa buena. Por ahí pa tu cuerpo, Titane será «alegría y cosa buena».

Lo mejor: Las actuaciones y los momentos de verdad Lo peor: esa cosa errática que se extiende a las entrevistas que da la autora de su obra Lo más falsete: y bueee…no es una película para pedirle coherencia ni verosimilitud El mensaje manifiesto: tóxicos everywhere El mensaje latente: menos es más La escena: el baile entre Vincent y Adrián después de la cena El personaje entrañable: los autos violados. ALGUIEN QUIERE PENSAR EN LOS AUTOS. El personaje emputante: tóxicos everywhere El agradecimiento: por la alegría y cosa buena.

CINE MARROQUÍ: Les Chevaux de Dieu – Los caballos de dios

Por: Mónica Heinrich V.

Hace unas semanas el mundo se conmovía por el atentado terrorista en Barcelona. Como suele suceder, las redes sociales se  llenaron de mensajes de odio hacia los musulmanes y los jóvenes involucrados. Días después una profesora española decía estar con el corazón roto por sus «niños». Ella fue maestra de siete de los chicos que participaron en el atentado.  Ella los conoció, supo qué querían ser de grandes, cuáles eran sus condiciones de vida, «¿Cómo puede ser Younes …? Me tiemblan los dedos, no he visto a nadie tan responsable como tú», se lamentaba en referencia al conductor del vehículo que arrolló a decenas de personas en Las Ramblas.

La película marroquí Los Caballos de Dios hace referencia a personas como Younes. A las bombas humanas.

El director franco-marroquí Nabil Ayouch ofrece una mirada descarnada a la génesis de la radicalización de jóvenes musulmanes. Narra desde la infancia la vida de un grupo de niños que nacen y crecen en las afueras de Casablanca, en las barriadas marginales de Sidi Moumen.

Alrededor de 200 mil personas viven amontonadas en chabolas y rodeadas de un vertedero donde no hay otra opción que la de tratar de huir a países europeos en busca de una mejor vida o sumergirse en la delincuencia.

El guion se basa en el libro de Mahi Binebine llamado Las estrellas de Sidi Moumen. En el 2003 cinco atentados terroristas golpearon a Casablanca y causaron 45 muertos contando los 12 hombres bomba que se inmolaron en puntos estratégicos de la ciudad. Las investigaciones arrojarían que los 12 chicos de entre 18 a 23 años provenían de Sidi Moumen. Binebine quiso saber qué había pasado para que este grupo de amigos-conocidos terminen como «caballos de Dios» (término con el que los yihadistas designan a los elegidos para ser mártires).

La película respeta a los personajes del libro (lo leí, no son más de 150 páginas) pero se reviste de solemnidad mientras que la obra de Binebine relata un mundo en el que hay mucha miseria pero en el que también hay risas, juegos, esperanza, humor.

Ambos (película y libro) muestran en concreto la vida de Hamid y su hermano Yashin. En un principio Hamid es la oveja negra de la familia, siempre metido en líos y contrabandeando droga, su hermano Yashin es el débil, al que los demás abusan o pasan por alto. A Hamid lo meten a la cárcel por dos años y es ahí donde alguien «lo capta». Sale de la cárcel radicalizado y termina influyendo en su hermano y amigos para que sigan sus pasos.

La historia parte en 1994 y termina en el 2003. El proceso de radicalización de los chicos abarca un periodo de dos años, tiempo más que suficiente para que oscuros personajes les hablen del paraíso que les aguarda siempre y cuando defiendan a los verdaderos musulmanes de los excesos, persecuciones, abusos y crímenes a los que son sometidos día a día.

Binebine escribió su novela durante cinco años en los que visitó muchas veces Sidi Moumen y habló con los familiares de los terroristas. El libro es desgarrador, como lo son las conclusiones del escritor: «El Estado es terrorista, en cierto modo. También es responsable esa mafia (yihadista), que nada tiene que ver con la religión y que se instala en Sidi Moumen sobre la miseria, financiados por dinero de Arabia Saudí. También lo es la burguesía, que da 150 euros para vivir a una familia de 10 hijos”, afirma en las entrevistas.

La película, por su parte, consigue recrear la miseria de Sidi Moumen y a sus jóvenes «estrellas», un mérito del director Ayouch que deja a la pupila momentos muy poéticos. Habrá quien diga que bordea la «humanización» de personas que no deberían ser humanizadas, pero el resultado es más que eso.

Estos chicos de barrios pobrísimos viven una existencia que nosotros desde nuestra comodidad occidental jamás nos imaginaríamos vivir. Esa misma comodidad nos permite verlos solo como monstruos que representan a toda una religión.

Ok. Esos son barrios marginales donde la «excusa» de una vida miserable puede servir para explicar lo inexplicable ¿qué sucede con los musulmanes que están insertados en sociedades occidentales, que como Younes llevan una vida alejada del Corán y que de un día para otro dejan de ser los niños de una profesora que los vio crecer y se convierten en asesinos?

Es difícil saberlo. Siempre hay un emir, un imán, un alguien (financiado por intereses más grandes) que los captó de alguna manera y que de sus debilidades construyó un caballo de Dios.

Sufrí mucho esta historia tanto en el libro como en la película. El libro es hermoso.

La película, sin embargo, no es perfecta: peca de excesivas aéreas, algunas actuaciones están regulares, el último tramo se vuelve un poco redundante y posee cierta cosa naif.

A pesar de sus imperfecciones Los caballos de Dios es poderosa, movilizadora.

Aunque sabía el final no me di cuenta en qué momento me envolví tanto en la historia que cuando finalizó me sentí abatida. Solo podía pensar en eso que en el libro es una de las frases más lindas que dice Yashin: Me voy a rondar por el cielo de mi infancia.

Lo mejor: Movilizadora, y trata de entender una terrible situación Lo peor: al final se alarga mucho y redunda en el discurso yihadista sin darle otra mirada La escena: la violación del niño contra el niño me pareció algo gratuita, otra escena es la llegada de los chicos a la ciudad, esa mirada que descubre por primera vez un mundo ajeno a ellos y bueno, toda la secuencia del final es jodida Lo más falsete: hay muchas alusiones homesexuales o referencias a violaciones homosexuales, puede que sea parte de la cultura pero cinematográficamente se podría matizar mejor El mensaje manifiesto: un caballo de Dios no nace se hace El mensaje latente: no todos los musulmanes son caballos de Dios El consejo: para verla y debatirla El personaje entrañable: todos los que consiguen sobreponerse a la tentación de radicalizarse y un día hacerse estallar  El personaje emputante: los emires e imanes del mundo que manipulan a estos chicos para que hagan el trabajo sucio El agradecimiento: por una película conmovedora y con muchas capas.

CURIOSIDADES

Tuvo un presupuesto estimado de 3.000.000 de dólares. Hasta el 2015 solo ha recaudado 150.000 $us.

Se filmó con la Arri Alexa y la Red One.

Fue seleccionada en el Festival de Cannes.

Binebine y Ayouch creen que la única solución para el terrorismo es la educación y juntos han creado grupos de apoyo en  Sidi Moumen. Hacen ciclos de cine, talleres de escritura, de pintura, de arte, cualquier cosa que logre que estos chicos se den cuenta que pueden tener un futuro, una vida lejos de los extremistas.

El director Ayouch nació en París , el padre marroquí musulmán y madre judía tunecina , paso la mayor parte de su infancia en la localidad de Sarcelles . Estudió teatro en París durante tres años (1987-1990).

El escritor Binebine estudió Matemáticas en París pero más tarde decidió dedicarse a la pintura, la escultura y la literatura. Algunas de sus obras forman parte de la colección permanente del Museo Guggenheim de Nueva York, ciudad en la que residió durante varios años. La detención de su hermano Aziz por su participación junto a un grupo de jóvenes oficiales en el fallido golpe de Estado contra el rey Hasán II y su brutal encarcelamiento le marcaron profundamente.

Sobre el casting, Ayouch dijo: Fue un proceso bastante largo, pasé dos años y medio en los barrios populares de los alrededores de Casablanca; me reunía con asociaciones y con jóvenes para intentar entender lo que estaba ocurriendo y cómo algunos de ellos podían alcanzar tal nivel de desesperanza. Durante este periodo, digamos que sobre el terreno, conocí a ciertos jóvenes que me parecieron interesantes y en los que me basé para rodar esta película.

En total se detuvieron a 3.000 personas, de las que unos 1.000 fueron inculpados y 17 condenados a penas de muerte y un número no determinado a penas de cárcel. El principal acusado de coordinar los atentados, Abdalhak Mul Sebbat, fue detenido el 25 de mayo y murió al día siguiente cuando iba a ser trasladado a un hospital desde las dependencias policiales. En abril de 2008 se fugaron de la prisión de Ketira nueve de los terroristas condenados: uno a pena de muerte, cuatro a cadena perpetua y el resto a diferentes años de prisión.

El libro se puede comprar en físico o en ebook en Amazon. Vale mucho la pena leerlo. Alfaguara en su promoción dice: Antes de opinar sobre terrorismo, lee la novela que ha deslumbrado al premio Nobel Le Clézio, ha obtenido el Premio de Novela Árabe y ha sido llevada al cine. Muy linda novela, se lee rápido y se queda con vos un buen tiempo.

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