TELEVISIÓN: Years & Years (BBC)
Por: Mónica Heinrich V.
Pasan muchas cosas en Years & Years, todas ellas ATERRADORAS. Es más, necesito mayúsculas más grandes para darle el respectivo énfasis a lo que esta serie británica provoca.
Y sí, ya sé que hay gente a la que no se le despeina ni un cabello viéndola, pero yo, yo estaba a las cuatro de la mañana con la cabeza jodida (más de lo normal) tratando de llegar al final porque aunque ya no podía soportarla TENÍA que terminarla.
Todo empieza una noche del 2019, o sea, cualquier momento del HOY. Nos introducimos en la vida de una familia bastante típica, los Lyons. Está la abuela (Muriel) abandonada por la familia pero con la que se sigue teniendo contacto esporádico, está la pareja interracial clase media con aspiraciones a alta (el boludo de Stephen y Celeste), está el joven gay (Danny, MI Danny) que trabaja con los refugiados, está la activista hippie (Edith), está la discapacitada metedora (Rosie), está la adolescente que sueña con ser tanshumana (Betthany), está el refugiado ucraniano (Viktor) y está la política facha (Vivienne Rook). Hay mucha gente más que también está pero esos serían los principales, a través de los cuales veremos el mundo pasar.
Al comienzo del zafarrancho vemos una familia progre, sin mayores conflictos que cualquier conflicto convencional familiar del mundo nuestro de cada día. Trump será reelecto como presidente de los USA, la Merkel ha muerto, la reina Isabel ha muerto, y en Inglaterra, que es donde se desarrolla la trama, empieza a surgir muy muy de abajo la señora Vivienne Rook, interpretada por una genial Emma Thompson. Esta Vivienne es como un Donald Trump recargado, y aunque nuestra familia progre la mira con sorna y la hace blanco de burlas y comentarios despectivos, a lo largo de los 15 años que la serie abarca algunos de ellos se convertirán en sus más fervientes seguidores.
He ahí uno de los éxitos de esta distopía ATERRADORA (¿les dije ya que es ATERRADORA?) presenta personajes y situaciones que van mutando de acuerdo al contexto. Las relaciones, los afectos, las situaciones económicas, la vida, cambian drásticamente para los Lyons y cada uno enfrenta esos cambios de distinta manera.
Me impactó la capacidad de su creador y guionista, Russell T. Davies, de mezclar tantos tópicos y hacerlo de manera tan efectiva y funcional a la trama. Tiene un montón de personajes y subtramas, y no olvidemos que hay una delgada línea entre ponerse muy panfletario y además pasar al ridículo, pero Russel se maneja como todo un equilibrista y consigue hablar de agendas tan dispares como el armamento nuclear, las operaciones bandera falsa, la crisis de los refugiados, el resurgimiento de una derecha radical, la infidelidad, el cambio climático, lo transhumano, los negociados, la estupidez de la masa, la responsabilidad civil, etc..
Sí, es verdad que tanto sancocho acaba por pasar factura a una serie que empieza briosa, y que luego se encuentra con momentos muy jalados de los pelos… pero son gajes del oficio. Si te vas a jugar por una serie de estas características el miedo o el freno de mano no pueden estar a tu alcance.
Sufrí mucho con la historia de Danny y Viktor. Me tocó ver el episodio final de Danny el día de la infame foto de los salvadoreños muertos tratando de cruzar el río Bravo y me golpeó mucho comprobar una vez más que la realidad supera la ficción.
Me fatigó la historia de Bethany y la normalización de su deseo de mutar en un ser digital, hasta me entré a las páginas oficiales de grupos de personas que realmente se están implantando montón de huevadas en aras de llegar a ser un post-humano.
Ese es otro logro de la serie. Usa esos miedos contemporáneos, esos monstruos sociales para cuestionarte e incomodarte. Mucho de lo que ves es absurdo, pero una vocecita interior te dice «qué real se siente». Mucho de lo que ves ya pasó, mucho de lo que ves pasará.
Una cosa más a elogiar es la música. El compositor Murray Gold hace un extraordinario trabajo para acompañar las elipsis temporales y los momentos cruciales de la trama. Aún no consigo sacar de mi mente esa poderosa orquesta y coros que son los que hacen de banda sonora de las elipsis.
Se la ha comparado bastante con Black Mirror, y aunque ambas parten de un mundo donde prima la tecnología y se abren posibilidades a universos extraños, Years & Years suena más nostálgica, construye su relato no tanto desde el efecto sino desde lo humano. Juega con el espectador, con ese que también desde la sala de su casa, desde su cama, se entretiene con la caja boba mientras afuera el mundo se cae a pedazos. Al igual que los Lyons cuando USA finalmente le lanza una bomba nuclear a China, a ratos salimos de nuestra burbuja y pensamos OH, DIOS MÍO… NO PUEDE SER LO QUE ESTÁ PASANDO, y necesitamos mayúsculas más grandes para describir nuestra indignación y luego, luego volvemos a nuestra rutina, porque en la práctica, querid@s, a nadie le importa mucho el bien común. Tweet that.
Lo mejor: adictiva, bien planteada, bien actuada, maneja la complejidad de forma efectiva Lo peor: no deja de tener momentos muy discursivos, pero dada su temática se entiende…también algunas cosas se le escapan de control, pero también es entendible…La escena: lo de Danny Lo más falsete: el final, el ingreso al lugar, y la transformación El mensaje manifiesto: la realidad siempre supera a la ficción El mensaje latente: como seres humanos somos capaces de lo mejor y de lo peor El consejo: vela en momentos de buen humor y bienestar anímico El personaje entrañable: Danny El personaje emputante: Edith, el boludo de Stephen… El agradecimiento: porque Years & Years no se vuelva profética como Los Simpsons.
CURIOSIDADES
Rory Kinnear (Stephen) es un conocido actor inglés que además ha sido parte de la Royal Shakespeare Company y de la Royal National Company. También es dramaturgo. Además de actuar en series y películas varias, lo tenemos tatuado en la memoria como el Primer Ministro del primer episodio de Black Mirror, así es, el del chancho.
La serie está dedicada a Andrew Smith, pareja del creador. Ambos llevaban juntos veinte años, y la serie está influida por él y por todo el amor que ambos compartieron. Andrew murió de cáncer cerebral.