El arte de la disciplina
Por: Eva Sofía Sánchez
Jamás presté atención a la música de Tool. Recuerdo un video, en 1993; la canción se llamaba Sober y en el audiovisual aparecían figuras raras y oscuras, títeres sucios y enigmáticos. El tema me agradó, pero no volví a escucharlos hasta principios de agosto de este año, cuando anunciaron el lanzamiento de un nuevo disco -el quinto- tras trece años de silencio. ¿Trece años? -me pregunté- ¿tanto tiempo? Ese dato llamó mi atención.
El siete de agosto compartieron en Youtube la primera canción del álbum, titulada Fear Inoculum. Sería inútil describirla, solo diré que hace poco más de un mes la escuché por primera vez y no he parado desde entonces. Es una obra magnífica, aunque algunos fans y críticos no estén de acuerdo, pero ¿qué saben ellos? A partir de esa aproximación inicial descubrí mucho más acerca de Tool… Por ejemplo, que en treinta años de carrera apenas han grabado cinco discos y un EP; que sus fans los consideran genios; que sus álbumes están repletos de incógnitas, secretos, misterios. Lateralus (su tercer disco) está basado en la secuencia de Fibonacci. Es algo difícil de explicar, no lo entiendo muy bien, dicen que los cortes rítmicos, la cantidad de sílabas en las líricas, las partes que componen a las canciones y más, siguen la ‘Secuencia de Fibonacci’, un patrón matemático descubierto en el siglo XIII por el señor Leonardo de Pisa. Supuestamente es la secuencia de números que se encuentra presente en todo objeto armónico y bello sobre la tierra. ¿Suena bastante poético, para tratarse de matemáticas, no? Eso me agrada…
Otro aspecto llamativo de Tool son sus presentaciones en vivo, en ellas proyectan imágenes sugestivas e hipnotizantes, cuelgan pentagramas invertidos en la cima del escenario, el cantante se ubica siempre en penumbras y al lado del baterista, es todo demasiado raro, pero lo más destacable en Tool son los músicos. Danny Carey es un virtuoso de la batería, Justin Chancellor es un bajista excepcional y creativo a más no dar, Adam Jones es un guitarrista inventivo y sorprendente… y el cantante… Se llama Maynard James Keenan, tiene 55 años, no solo es el líder de Tool, también hace letras y voces para A perfect circley Puscifer, es propietario de un viñero en Arizona, practica las artes marciales, tiene un restaurante gourmet y su voz es única, a veces rabiosa, a veces melódica, es un camaleón.
Tool continuará como un enigma, porque así lo desean ellos, comprenden y entienden el valor del misterio, aun así me atrevo –porque me da la gana- a afirmar que he descubierto su secreto: La disciplina. Los miembros de Tool son cuatro hombres comprometidos con su arte, exigentes y rigurosos, no dan concesiones, no sucumben a exigencias, son dueños de su propio tiempo, tienen la palabra final. Eso los hace únicos, originales, especiales. No soy un fan, jamás podría serlo, pero merecen mi respeto. ¿Trece años? –pienso de nuevo- ¿tanto tiempo? Dicen que la práctica hace al maestro, en el caso de Tool, la palabra precisa sería ‘disciplina’.