Por: Mónica Heinrich V.
Hay que reconocerle su versatilidad al señorito Ridley Scott, el mismo año que estrena The Last Duel, ambientada en la Francia de 1386, estrenó House of Gucci con Lady Gaga. A sus 84 años, está más activo que nunca. Ya tiene anunciadas también la secuela de Gladiator (#miedito) y una biopic de Napoleón Bonaparte (#ansiedad).
Bien por él.
Lo último que habíamos visto suyo fue la descafeinada All the money in the world (2017) sobre el secuestro de John Paul Getty III y, aunque la película dejaba sabor a poco (me es difícil recordar una escena memorable), las virtudes de Ridley eran más que evidentes.
Ahora, nuestro buen amigo se sube a la ola del #metoo con esta historia afrancesada hablada en inglés. The Last Duel o El último duelo es basada en un hecho real: la violación de Lady Marguerite de Thibouville.
Ben Affleck y Matt Damon escribieron el guion e incorporaron a Nicole Holofcenter para la “mirada femenina”. Así lo dijeron en las entrevistas de promoción, literal. Papitos. A Ben y a Matt se los conoció como dupla creativa cuando eran las jóvenes promesas, los chicos Harvard (bueno, Matt sí fue a Harvard) que escribieron Good Will Hunting (1997). Nicole se hizo notar cuando dirigió y escribió Friends with money (2006) cuya premisa no estaba para nada mal y en la que actuaba Jennifer Aniston. Nicole, además, fue pupila de Martin Scorsese. Pues bien, Ben, Matt y Nicole leyeron el libro de Eric Jager: El último duelo: Una historia real de crimen, escándalo y juicio por combate en la Francia medieval, y lo adaptaron al cine. Según Jager, con un 75% de apego a lo que en realidad pasó.
Ya me conocen, peiné la red buscando el libro en digital y solo encontré el primer capítulo que me hizo darle click a la compra del libro en papel. Si me acuerdo, haré una actualización de esta reseña cuando me llegue y lo lea.
En todo caso, las coincidencias entre la realidad, el libro y la película no tienen importancia si el resultado cinematográfico se sobrepone a todo lo demás ¿Ridley logró esa hazaña?
Ya está claro que la película aborda la violación de Lady Marguerite, el contexto, el hecho y sus consecuencias son vistas desde tres ángulos: La verdad según Jean de Carrouges (el marido), La verdad según Jack Le Gris (el violador) y La verdad según Marguerite de Carrouges (la víctima). Acá se sigue más o menos la fórmula de Akira Kurosowa en la clásica Rashōmon. La diferencia es que Akira es Akira, y manejó como un malabarista su propuesta. Y Ridley, por su parte, está haciendo una película pipoquera (igual: te amamos, Ridley).
Otro ejemplo más actual es The Affair, esa serie de televisión que tuvo una muy buena primera temporada y en la que veíamos las mismas situaciones desde cada personaje principal. Este truco se puede apreciar cuando está bien ejecutado y no se hace trampas. En el caso de The Affair, en la segunda temporada empezó a hacer trampas narrativas: las percepciones diferentes o interpretaciones personales eran escenas totalmente cambiadas. En The Last Duel, existe cierta coherencia con los momentos y los personajes que los viven/interpretan. Sin embargo, se les dedica más pantalla o pulso narrativo a los problemas de Jean (Matt Damon) con Jack (Adam Driver) y a ese trasfondo del honor, de lo noble, de lo correcto en el mundo masculino. Marguerite (gran Jodie Comer) termina quedando en segundo plano, incluso en su violación y en el momento del duelo. Capaz sea una metáfora más de cómo las mujeres eran ciudadanas de segunda clase y por eso hay una omisión hasta en el planteo de la película. Si esa fue la intención, queda difuso.
El duelo se convierte en el punto culminante de la película. El director ha construido un esquema en el que eso es lo que esperamos: ver cuál de los pequeños hombrecitos logra matar al otro. Tremendo duelo, tremenda secuencia, lo mejor de Ridley Scott surge en la escena más llena de testosterona vacía. Esa “energía” no se siente cuando se intenta darle a la víctima vida interior, y eso que Jodie Comer (Killing Eve) es una actriz fantástica y está muy comprometida con Marguerite.
Participan también Ben Affleck como el disoluto Pierre D´Alencon. Ben iba a interpretar al mismísimo Le Gris para compartir pantalla con Matt, pero por conflictos de cronograma tuvo que conformarse con ser el noble compañero de chupa y farra de Le Gris. Otra sorpresa en el casting es Alex Lawther que interpreta al Rey. A Alex lo hemos visto como protagonista de The end of the f*cking world, reseñada ACÁ.
A pesar de los esfuerzos de un casting de altura, la estructura de tres actos se vuelve repetitiva y antojadiza. ¿De qué sirve perder tanto tiempo en las “verdades” de Jean y Jack, si la misma película toma partido inequívoco por Marguerite? Si Marguerite es el principio y fin de la película ¿por qué terminamos conociéndola tan poco y dándole vuelo a la hilacha a los machirulos?
El tono general de The Last Duel se vuelve simplista y didáctico, es un tono que busca congraciarse con la coyuntura que exige posiciones y no matices. En el instante en el que busca caerle bien a su platea, subestima su historia y a su público.
Y lo peor es que al final, la película ni siquiera cumple realmente con las exigencias de la coyuntura al estar su personaje femenino opacado. Los guionitas masculinos y la guionista que «aporta la mirada femenina», deciden omitir en La verdad según Marguerite el verdadero relato de la asquerosa violación que describió en los papeles oficiales existentes. Una violación en la que participa activamente el ayuco de Le Gris y en el que incluso le ponen un sombrero en la boca.
La cámara del polaco Dariusz Wolski, habitual colaborador de Ridley, nos pinta con elegancia y belleza los inviernos franceses, las orgías tontas de la nobleza y los lúgubres castillos que habitaban las damas a las que se ofrecían en matrimonio como trueque de títulos y bienes. Dariusz se luce en el ya mencionado duelo. Con una maestría propia de su experiencia contenemos el aliento ante cada sangrienta embestida. Al igual que la mal llamada “plebe”, exhalamos con su conclusión. La burbuja se rompe y Ridley sabe que después del duelo queda muy poco para decir. El plano final de Marguerite me pareció innecesario, una nota disonante que se agrega a las pequeñas disonancias que la película carga.
Ridley nos contó tres «verdades» y muchos crímenes. El gris azulado que elige para pintar su película contrasta con las antorchas y velas que iluminan escenas clave. De toda la sangre derramada por machirulos varios, de todas las espadas que cruzaron los machirulos, de todas las cosas que se dijeron en tono de discurso aleccionador, lo mejor fue la mirada de Marguerite cuando el duelo de machirulos estaba en su momento clímax. Esa mirada que mezcló el miedo y la impotencia.
Lo mejor: engancha y Jodie Comer hace una gran performance de la sufrida Marguerite Lo peor: confusa en sus propósitos y difusa en sus resultados La escena: las preguntas de si Marguerite había tenido placer o no cuando cogía con su marido, y claro EL DUELO Lo más falsete: el tiempo perdido en las «verdades» machirulas El mensaje manifiesto: a veces omitir puede convertirse en matizar o sugerir El mensaje latente: omitir es omitir El consejo: para ver una tarde de lluvia tropical con pipocas Zebra El agradecimiento: por la actividad y versatilidad del gran Ridley.