Por: Mónica Heinrich V.
Qué bálsamo que es el cine. Qué bálsamo que es el cine de Scorsese. Entre tanto tole tole de nuestra realidad nacional, ver The Irishman resultó una pequeña terapia.
Y sí, sí, no vamos a discutir sobre las Navidades pasadas, sí…Scorsese hace lo que conoce, lo que conocemos. No está renovando nada, no está rompiendo ningún esquema, está usando los elementos más tradicionales y sacrosantos del cine a su favor.
De hecho, cuando The Irishman empieza, desde la butaca sentís que ya has visto eso muchas veces. Te remite a cualquier película de gangsters o de mafia italiana de medio pelo, te remite a algun episodio de The Sopranos, te remite a la filmografía del mismo Scorsese. Y cuando va avanzando, ahí te sopapea la realidad cinéfila y te das cuenta que el mimo y el detalle puesto en el filme hace que termine siendo especial. Quizás sea también porque hay madurez, madurez narrativa y madurez cinematográfica. Y en estos tiempos aciagos que corren, la madurez se valora y se agradece.
Allá por el 2004, nuestro Robert De Niro leía I Heard You Paint Houses escrito por Charles Brandt, se quedaba prendado de la historia y se la contaba a su gran amigo Scorsese. No se la contó a un sordo, Scorsese también se entusiasmó e inició el desarrollo del proyecto. Una década después y cuatro películas después, Scorsese confirmó en el 2014 que el asunto seguía en pie y Steven Zaillian (Hannibal, Gangs of New York, La lista de Schindler) empezó a poner sus deditos a disposición del guion.
Ajá, hemos esperado quince años para una película que según su productor Irwin Winkler, es “la reunión de gente que ha trabajado junta desde niños”.
Y eso es lo que ves en pantalla, una cosa que fluye en todos los sentidos. Fluye en una historia hábilmente contada por Scorsese en tres líneas temporales, en unas actuaciones sólidas y en un aire, en general, a “bien hecho”. Qué bueno que está esto, es lo que pensás vos que has sido apaleado psicológicamente las últimas semanas.
Tiene mucho que ver la “atractiva” vida de Frank Sheeran. Podríamos decirle tormentosa, peculiar, o hasta cuestionable vida de Frank Sheeran. Frank, interpetrado por De Niro, es un veterano de guerra que por azares, bueno, decisiones de la vida e hijueputez personal, se convierte en asesino a sueldo. A pesar de ser de origen irlandés, termina formando parte de la mafia italiana de los años 50 o 60.
Nuevamente, nada nuevo bajo el sol hasta ahí. El submundo de las mafias ya ha sido retratado miles de veces, no nos vamos a sorprender al descubrir que estos capos solucionaban sus diferencias con un par de balazos, y que ese par de balazos los ejecutaba gente como nuestro Frank.
Aun así, y a pesar de que ya conocés de qué va todo, no deja de shockearte la cantidad de muertos y de gente que mata en una obvia guerra de poder, lealtades y traiciones, cualquier parecido con la realidad no es coincidencia.
Y algo que también hace que esta historia de mafiosos salga de lo común, es lo que cuenta alrededor de Jimmy Hoffa. Una figura sindical cuya misteriosa desaparición fue objeto de numerosas hipótesis. Hoffa, en la versión de Scorsese, es representado por Al Pacino. Es imposible no acordarse de Jack Nicholson haciendo lo mismo en Hoffa, el pulso del poder, película dirigida por nada más y nada menos que Danny De Vito. La versión de De Vito fue una biopic más mitificadora del personaje, mientras que Scorsese nos muestra a un Hoffa mafiosillo, consumido por sus ambiciones y sin capacidad de sopesar alternativas. Un emperador sin imperio. A la par, Scorsese hace un retrato social de la época y se atreve a dar una nueva versión al otro gran enigma americano, la muerte de John F. Kennedy.
Lo mejor de The Irishman está en esa conversación en la fiesta entre Frank y Hoffa, en la mirada de Frank cuando acepta el «encargo», en la tensión construida en el auto cuando recogen a Hoffa, en la llamada a Joy, en la mirada de Peggy que sabe lo que ha pasado, en Frank haciendo la fila en el banco con el bastón, en Russel-Pesci (¿Sabés que te amo Pesci?) Lo peor de The Irishman está en la secuencia en que De Niro patea al frutero/verdulero, lo falso que se ve y cómo a pesar de todo el aporte de rejuvenicimiento digital, los 76 años que carga De Niro no se pueden disimular. Lo peor también está en el pelo teñido o los lentes de contacto. En fingir que los personajes son mozalbetes en sus veintes. En ese Hoffa que en la vida real era un rubicundo americano de origen holandés siendo interpretado por el italianísimo Pacino. Y no, no es que Pacino lo haga mal, hace lo que puede tomando en cuenta que grita italiano por todos sus poros.
No, The Irishman no le va a cambiar la vida a nadie. Y como ya dije bastante, no es una reinvención del género y tiene un ritmo con el que hay que pactar como espectador. Yo la vi en el cine, no en Netflix, y supongo que eso también modifica la experiencia.
Pero en conjunto, en todo eso que construye una película, en las composiciones visuales del mexicano director de fotografía Rodrigo Prieto (Amores Perros, 21 Gramos, Silence, Argo, Passengers), en la música de Robbie Robertson (El Lobo de Walt Street, El Planeta de los Simios), en esos enormes secundarios que son Joe Pesci y Harvey Kietel, en las tres horas y media que dura, Scorsese logra que creamos su historia y, lo más destacable, que la vivamos.
Quizás exista cierta autoindulgencia en los personajes, o una mirada benévola a la vida de gente que en la práctica hizo mucho daño o cometió todos los delitos inimaginables, o quizás sea nomás eso de que nadie es tan bueno como aparenta ni tan malo como se comenta. The Irishman cumple su cometido como película sobre una época, sobre un evento irresuelto, sobre personajes complejos (Hoffa, Sheeran), sobre la desolación y te deleita la pupila y el corazón.
Su escena final, esa gran gran escena final, conmueve. No por Sheeran, no por la traición a Hoffa y la lealtad a Russ. No solo por las vidas que retrata y que ya pasaron. Conmueve porque eso es lo que nos espera a todos. Conmueve porque De Niro tiene 76 años, Pacino 79, Scorsese 77 y son “gente que ha trabajado junta desde niños”, y esa cosa intangible, esa verdad que sentís en cada tramo de la película es lo que la hace grande.
Lo mejor: Cine puro y duro Lo peor: para mí, nada La escena: la del auto, y el momento en que hace lo que hace, y el final Lo más falsete: la pateadura al vendedor El mensaje manifiesto: El crimen no paga El mensaje latente: en este mundo, no importa la vida que llevés, igual te vas solo El personaje entrañable: Peggy, Russell El personaje emputante: … El agradecimiento: por esos niños que se juntaron ya viejos para hacer The Irishman.
CURIOSIDADES
Esta “epic mob movie” tuvo una producción impresionante: 9 cámaras, 309 escenas, 117 locaciones y más de tres meses de filmación.
Al Pacino dijo que sintió el proceso como si volviera a filmar cine de los años 70s.
De Niro quería mantener el título del libro para la película: I hear you paint houses.
Esta es la película más larga de la filmografía de Scorsese y la más larga en ser lanzada en los últimos 20 años.
De Niro no protagonizaba una película de Scorsese desde Casino en 1995.
El primero corte de la película duraban cuatro horas.
La mayor parte de la película se filmó en 35mm. a la vieja usanza.
La casa del principio de la película es la misma casa que aparece en The Goodfellas.
La palabra fuck y sus derivados se usó un total de aproximadamente 136 veces durante la película.
Ni Joe Pesci ni Robert De Niro hablan italiano fluido.
No hay ningún actor irlandés en la película.
Me gustó la peli, pero me parece que el recurso de rejuvenecimiento digital se aplazó, no entendía que edad tenían, el movimiento y lo jorobado de sus cuerpos no se disimulaba ni por si acaso, yo creo que si van a utilizar tecnología pues deberia ser un doble de cuerpo y que le cambien la cara tipo deepfake, porque asi como esta la primer mitad me sacaba toda credibilidad, una vez se pasa ya esas partes y sobre todo la aparicion de pacino mejora el ritmo y bueno ya no hay tanta necesidad de ese tipo de efectos o si los hay pasan desapercibidos por la cercanía a sus edades.
Saludos
No ve? se supone que el irlandés empieza con veintipico años y NUNCA se vio veinteañero. Pudieron contratar actores parecidos a ellos en joven…no sé…a veces es mejor nomás arriesgarse en el casting que usar recursos chotos digitales.
Igual uno la termina disfrutando a pesar de eso. Abrazo!
Va a ser raro llevar en la mente otro final de Hoffa, me deja pensando la poco expresable humanidad de Sheeran, vaya sacrificio que se intenta expresar. Esta película es un ícono. Borren todo y partamos de acá.
Sí! ese final de Hoffa es cojudo! y muy jodida la posición de Sheeran. Peliculón.