CINE MEXICANO: Tótem

Por: Mónica Heinrich V.

Uno se acostumbra. Se acostumbra al deterioro. Se acostumbra a los silencios. Se acostumbra a la incertidumbre. Se acostumbra a fingir que todo está bien. Se acostumbra a seguir viviendo, de algún modo.

La película mexicana Tótem nos habla un poquito de eso.

Es el cumpleaños de Tona (Mateo García Elizondo), y su familia está afanada preparando un festejo. Pero Tona, a pesar de su juventud, a pesar de tener una hija chiquita, y en teoría: un futuro por delante, Tona no está bien.

A lo largo de la primera parte solo se lo menciona. Es el motivo, la presencia ausente que ronda todos los espacios de la casa familiar. Cuando por fin lo vemos está flaco, sin fuerzas, acompañado por Cruz (Teresa Sánchez), la enfermera que lo ayuda a trasladarse al baño, a cambiarse, a estar listo para los amigos y familiares que ríen y fingen, que ya se acostumbraron. 

La película de Lila Avilés es una crónica. La crónica de una pérdida. La crónica de una enfermedad. La crónica de ese breve espacio en el que termina la niñez, de ese horrible espacio que a veces es la adultez.

Lila, a quien conocemos y queremos por La camarista (reseñada ACÁ) observa el mundo de esta familia jailona venida a venos. Una familia que ya gastó hasta el último peso en la búsqueda del milagro. Una familia que ahora recurre a curanderas y terapias cuánticas. Porque cuando la medicina se acaba, comienza Dios y todo lo demás.

Lila observa. Observa con su cámara pequeños gestos. Pequeños momentos. El pez que se llama Nuggett. Los cuadros que serán retirados. El patriarca de la familia haciendo terapia. La hermana semi-alcohólica porque no le queda otra. La otra hermana controladora porque no le queda otra. Y Sol (Naíma Sentíes), la niña Sol, la hija Sol, el Sol que se apaga. Sol, la que parece que no sabe lo que está pasando, pero sabe. Porque…uno se acostumbra.

Filmada en apenas 17 días, Tótem te habita, de algún modo.

Lila confirma su sensibilidad para filmar, la paciencia para narrar, la vocación de solo dejar fluir la historia. Lila, siempre te diré Lila, nos mete dentro de esta familia que sufre lo peor que puede sufrir una familia, la impotencia de no poder hacer nada para sanar a un ser querido.

No pasa nada más y pasa de todo.

El guion escrito por la misma directora es al igual que la fiesta de cumpleaños, una despedida. ¿No es triste celebrar un cumpleaños sabiendo que es el último?

En estas películas chiquitas, hechas con poco, las costuras se ven en las actuaciones de algunos secundarios, en esos momentos en los que la muerte no se intuye sino se anuncia. ¿Importa, acaso? No.

Tótem, repito, es una crónica.

Su dolor está encapsulado para aquel que ya lo haya vivido. Para quien reconoce esa costumbre triste de seguir adelante, de reír y festejar en la despedida. Para los demás podrá parecer una sucesión de planos vacíos.

Cuando llega el final, ese final que intuís desde la escena inicial…Sol queda disruptiva, anticlimática.

Hay un par de escenas de más, sí. Podríamos decir: No necesitamos verlo para saberlo.

Pero es un final…de algún modo.

Lo mejor: crónica de una despedida Lo peor: algunos secundarios, algunos momentos  La escena: el show Lo más falsete: algunos secundarios, algunos momentos El mensaje manifiesto: siempre se celebrará la vida El mensaje latente: un adiós es un hasta pronto  El consejo: para dejarla fluir El personaje entrañable: Tona, Sol, todos El agradecimiento: por lo que dejan los que se van.

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