LOST IN CONTEMPLATION OF WORLD

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cine - page 45

DOCUMENTAL: Bowling for Columbine

«What a wonderful world»
Por: Mónica Heinrich V.

«Los monstruos de la puerta de al lado” tituló el Time en su portada sobre la tragedia de Columbine. La portada venía ilustrada por fotos de Dylan Klebold y Eric Harris cubriéndola completamente. Además, como un marco aterrador, las fotos pequeñas de las víctimas alrededor de los “monstruos”.

No sería la primera, ni la última vez que Dylan y Eric serían portada del Time, quizás la revista más poderosa y representativa del país del “sueño americano”.

El primer tiroteo en escuelas lo protagonizó una muchacha (leen bien). Brenda Spencer, de 16 años, recibió un rifle de regalo de navidad, un mes más tarde se cobijaría entre los arbustos que cruzaban la calle del colegio y daría rienda suelta a su balacera, morirían dos personas (el director entre ellas) y heriría a una docena de niños.

Brenda iría a su casa, llamaría a la prensa y contaría lo ocurrido, al ser cuestionada ¿Por qué lo hiciste? diría simplemente: “No me gustan los Lunes”, frase que recorrería el país y daría pie a que una banda de rock compusiera la balada de Brenda Spencer “I dont like Mondays”.

Todo esto ocurriría en los 70. A partir de ese momento las balaceras y violencia en escuelas seguirían una escala desproporcionada para llegar finalmente al 20 de Abril de 1999, cuando Dylan Klebold y Eric Harris, después de un año de planear el ataque y con lista negra de víctimas ya elaborada, irrumpieran en la secundaria Columbine sembrando el caos y el pánico. Las víctimas reportadas son 13, sin contar el suicidio posterior de los dos adolescentes atacantes.

Michael Moore parte de este evento para ilustrar su punto de vista al respecto, y esta frase es literal. Si bien Bowling for Columbine es un documental técnicamente muy bien logrado, donde incluso se puede percibir “ritmo”, “dinamismo”, y donde Moore ha aportado un documental que se siente, de alguna manera, informal…el documental se va al carajo en los últimos, hmm, 40 minutos.

Moore comienza con contrastes, se burla de los estatutos, se burla del sistema, se burla del miedo o la paranoia americana, se burla de la hipocresía, y muestra el absurdo en que se sustentan algunas frases o ideas del vivir americano.

Moore (ciudadano preocupado) ilustra su peregrinaje (algo que quiso ser “investigación”) en busca de la verdad, la pregunta es simple: ¿Qué hace que en estados unidos, los niños se estén matando entre sí, y la violencia parezca ser la única manera de limar asperezas entre los americanos? Bajo esta premisa veremos a Moore mostrándole al público lo fácil que es conseguir un arma en Estados Unidos, lo fácil que es conseguir municiones, y sobre todo, la paranoia en la que vive el americano promedio. Una paranoia que es incentivada por los medios de comunicación, el gobierno y el pueblo mismo, donde el “defiéndete o muere” parece ser la consigna. Aparentemente, en USA, todos son posibles atacantes, todos quieren robarse algo, todos tienen la intención de matar a alguien, por esa razón la necesidad de portar armas no es sólo una necesidad, es, más bien, un derecho.

Moore entrevistará a un extremista que fue acusado de haber colaborado con Timothy McVeight para poner la bomba de Oklahoma. Además, entrevistará a uno de los creadores de South Park, a sobrevivientes de la tragedia de Columbine, a Marilyn Manson, a Charlton Heston, a jóvenes que tienen una opinión al respecto, a la maestra de la niña de 6 años que fue baleada por otro niño de la misma edad, en fin, Moore hará de todo en busca de la verdad.

Habrá un segmento animado por la gente de South Park donde se hará una parodia de la historia americana desde los peregrinos hasta nuestros días, llevando las cosas al otro extremo. De las cosas que me gustaron, rescato el no sopor del documental, te mantiene atento, te mantiene, en algún momento, fascinado, te hace reflexionar.

La investigación que hace Moore es interesante, y rescato también, su absoluto desparpajo para hacer y decir lo que se le cante, creo que desde el punto de vista de edición está muy bien hecho, está editado de tal manera que cada parte tiene la carga emocional necesaria para dar pie a la otra parte.

Me gustó Marilyn Manson mostrando que detrás del DISFRAZ (sip, disfraz) hay un ser pensante. Me gustó la escena de “What a wonderful world” donde hacen un repaso a la participación de USA en la muerte de civiles alrededor del mundo. Me gustó la osadía de Moore, la visión de hacer algo que pudo haber funcionado del todo, pero que, aunque es un documental bien hecho y digno de admirar, pierde todo su valor de investigación al final.

 

 

Hubo dos cosas que me molestaron sobremanera.

1. Que la cámara filmara impúdica el quiebre de las personas que estaban brindando su testimonio, hay dos personas que al ser vencidas por el llanto le dan la espalda a la cámara para no mostrar su vulnerabilidad y la cámara no se apaga nunca.

2. Lo de Charlton Heston me pareció una barbaridad, no sólo por lo efectista de la cuestión, sino porque Moore hizo gala de una intolerancia chocante. Además, creo que el documental muestra que el problema de USA no es la posesión de armas, ya que el propio Moore visita Canadá y descubre que la gente también porta armas a granel. No sólo eso, Moore es conciente de que en el pueblo donde Heston y él se criaron, el concepto de cargar un arma es algo arraigado. Heston es víctima de todo lo que Moore muestra en el documental, y es algo que se nota, porque Heston no tiene el poder argumental para responderle a Moore de ninguna manera. Moore se introduce en la casa de Heston con engaños, haciéndole creer a éste que se trata de un compañero de organización, cosa que no es cierta y que me parece una falta de ética. Heston estaba enfermo de Alhzaimer (no creo que Moore no lo haya sabido) y es patética la forma en que Moore lo acorrala sin darle ni siquiera chance a decir esta boca es mía.

 
 

Lo de la foto ya me hizo lanzar unos cuantos improperios a la pantalla, porque Moore se transforma en uno más de los dedos acusadores que salen a lo largo del documental, lo de Heston fue tan absurdo como los que apuntan a Marilyn Manson, fue un extremo en el que se cobijó Moore, víctima también de su afán de probar su punto. A muchos les pareció jocoso, a otros les parece que Heston se lo merece por ser el tipo de persona que fue, pero olvidamos que Heston era una persona mayor enferma de Alzheimer, que no tenía por qué servir de chivo expiatorio a un exacerbado Moore. ¿Acaso Moore habría invadido su casa de no ser Charlton Heston? Moore se sirve de la celebridad de Heston.

Por otra parte, el documental OMITE, quiero pensar que no a propósito, el detallito de que Eric Harris tenía una prescripción psiquiátrica que lo obligaba a consumir anti-depresivos y que además acaba de pasar por situaciones frustrantes como el de no ser admitido en una escuela militar por su cuadro psiquiátrico (ahí se fueron al tacho todas sus expectativas de “éxito” en la vida), por su parte Dylan Klebold tiene su expediente médico cerrado al público, lo que me hace suponer que debe haber algo más, porque si no hubiera nada no estaría cerrado al público, también se levanta la sospecha de que consumía anti-depresivos recetados por una clase de manejo de la ira que estaban tomando los dos.

La muchacha que nombré al principio tenía  un cuadro epiléptico y depresivo. Y si me pongo a enumerar cuántos de los atacantes en las escuelas estuvieron bajo tratamiento psiquiátrico antes de cometer sus ataques, no acabo nunca. El documental también OMITE, quiero pensar que tampoco fue a propósito, el detallito de que muchos de estos chicos han querido obtener la “fama” y el reconocimiento que obtienen los criminales en USA por hechos atroces.

Brenda Spencer, semanas antes de que tomara su rifle y disparara, había dicho que ella iba a ser famosa, que ella iba a hacer algo “grande”, que todos sabrían quién era ella. Dylan y Eric, tenían la misma sed de fama, tan es así, que el crimen no fue algo que nació de un momento de ofuscación, sino que fue planeado durante un año, la lista negra de personas a las que iban a matar fue colocada en internet mucho antes del ataque, llegando algunos padres de los mencionados en la lista a denunciar a Dylan y Eric, las autoridades se quedaron de brazos cruzados.

Estamos hablando de una sociedad que se regodea en los crímenes, que hace de los crímenes bastiones de lucha, el Unabomber fue una de las personas más célebres en el top 100 de la revista Times donde se hizo un recuento de las “personalidades” del siglo. Ciertamente Moore no toca ninguno de estos puntos, los omite elocuentemente y se centra en el aspecto menor (o mayor) de que una persona pueda tener un arma y de lo que la sociedad ha instituido como defensa personal y derecho a la vida. Con esto no quiero decir que Moore no tenga razón, pero ese no es el único problema.

Si Moore se hubiera detenido en el caso de Andy Williams habría descubierto que Andy se inspiró en Columbine y que quiso emular o colaborar al legado de Eric y Dylan. Estos nos dice algo importante, además de los factores que menciona Moore y que menciono yo, existe una predisposición de los adolescentes a identificarse con los modelos que los medios de comunicación promueven.

Para un adolescente que piensa que la vida no vale nada, cuya imagen de sí mismo es de «loser» (perdedor) o alguien desechable, que ya no tiene ninguna oportunidad de éxito, ver a Dylan y a Eric convertidos en noticia durante años, sirve para sembrar en su mente la idea de que haciendo lo que ellos hicieron consiguen ser tapa del Time, consiguen que un director de cine haga un documental que será visto alrededor del mundo, consiguen que una banda haga una canción sobre ellos, consiguen que se escriban libros, que se abran sitios de internet, que una individua en un país remoto esté hablando sobre ellos sin siquiera haberlos conocido, consiguen la trascendencia.

Comprendo la necesidad de Moore de mostrar que incluso niños pequeños han cometido estos actos, pero esos casos son los menos, y en esos casos si podemos hablar de irresponsabilidad de los padres por dejar las armas al alcance de los niños, un niño de 6 años cuyo esquema mental ni siquiera puede manejar conceptos abstractos, podrá discernir entre lo que es asesinato y no lo es? Siendo su niñera una tv o un playstation?, no lo creo.

Entonces, me gustó el documental de Moore desde un punto de vista estético, y casi hasta la mitad del mismo. Me da pena que una de las causas de invalidación para cualquier investigación haya afectado a Moore: Las expectativas del investigador. Moore se dejó gobernar por sus ideas y no pudo ver más allá, ampliar su investigación de tal manera de no probar su hipótesis sino elaborar una más completa.

Independientemente de Moore, Dylan y Eric vieron probada una vez más su hipótesis propia, entrar a una escuela y matar a 13 personas sí te hace portada del Time, sí te hace protagonista de un documental dirigido por Moore, sí te hace protagonista de una película dirigida por Gus Van Sant, sí te hace “célebre”.

Dylan y Eric, no los monstruos de la puerta de al lado, las víctimas número 14 y 15 de la tragedia de Columbine.

EL ARTE DEL TACTO

Por: Mónica Heinrich V.

Blind Beast es una película rara. Precursora de El imperio de los sentidos, este filme japonés consiguió llamar mi atención hace un par de semanas. El título (en español: Bestia Ciega) ya era lo suficientemente estimulante como para me siente a verla una calurosa noche de noviembre. Es realmente fascinante encontrarte sorpresas como esta.

Dirigida por un desconocido (para mí) Yasuzo Masumura, Blind Beast narra la historia de un escultor ciego que se obsesiona con una famosa modelo. Perfeccionista y algo delirante, este tipo ideará un plan para secuestrarla y gracias a ella conseguir hacer su “obra maestra”.

La película se abre con una voz en off de Aki (la modelo) que cuenta un poco su experiencia como modelo antes del secuestro y el tipo de trabajo al que ella se dedicaba, en otras palabras, era una modelo para trabajos artísticos. Ahí se intercalan fotos muy bonitas y vanguardistas donde Aki es la protagonista.

Michio el escultor, rompe su cotidianidad: primero, en una galería de arte, donde el ciego acaricia una escultura que otro artista hizo de ella, Aki se sentirá extrañamente turbada ante las manos del ciego sobre su “otro” cuerpo. Luego, Michio se presentará en su departamento como un masajista. Y claro, ahí la cosa se deschaveta hasta que Aki termina formolizada y raptada.

La primera hora de película se podría encuadrar dentro del género thriller, aunque una versión mucho más sofisticada. Aki despierta en un extraño galpón donde la rodean narices gigantes, bocas gigantes, orejas gigantes, manos y piernas gigantes, todo parte del trabajo que Michio ha llevado a cabo durante su vida buscando la perfección.

El ciego cuenta con la ayuda de su madre, por lo que una escapada es casi imposible. De ahí se comienza a desarrollar una parte más perversa de la trama, en la que Aki usa sus artimañas femeninas ante un hombre virgen y sin experiencia, para intentar escapar. Estamos hablando de una película japonesa de 1969. En esa época debe haber causado su buen revuelo, y el tiempo ha sido benigno con la trama, ya que a pesar de algunas “ingenuidades”, consigue convencer de principio a fin.

Luego, el filme da un vuelco tremendamente oscuro, donde el japuco (director) se va con todo hacia un lado poco frecuentado por otros cineastas de la época, un lado sórdido y macabro, donde lo sexual, lo erótico, lo perverso y lo insano se mezclan en una sinfonía que pretende contar una gran conexión amorosa, pero que sin duda es un triste caso de Síndrome de Estocolmo. No obstante, esa terminología poco cuenta ante lo poderoso de las imágenes y lo desgarrador de tal unión. Una unión donde se explora la obsesión, el sadismo, lo absurdo y lo claustrofóbico.

A Yasuzo Masumura se le agradece que sepa contarlo de una manera elegante y por momentos muy poética. De tal manera que cuando llega el final, no podés dejar de tener ganas de ver alguna otra de sus películas.

Actuada muy profesionalmente, con un ciego (Eiji Funakoshi) que a pesar de su papel de villano, consigue convertirse en víctima en muchas partes, y en el que la actriz (Mako Midori) es la modelo ideal que transmite erotismo y al mismo tiempo inocencia, la película se sostiene casi enteramente por este par de actores. A ellos se suma la actriz (Noriko Sengoku) que interpreta a la madre del ciego. Convirtiendo este filme en una pequeña obrita de arte, donde casi todo el metraje se lleva a cabo en una sola locación.

Una muy muy buena fotografía, con escenas poéticas, artísticas, digna de alguna postal. Una clase magistral para esos directores de arte, que andan perdidos por la vida. Una excelente banda sonora y un lindo guión, terminan de hacer una experiencia digna de ser vista, una o más veces.
La película se basa en el libro Moju escrito por el japonés Edogawa Ranpo, nombre con el que Hirai Taro se hizo conocido en el mundo literario. Edogawa Ranpo no es otra cosa que la pronunciación japonesa de Edgar Allan Poe, escritor al que Hirai admiraba y en quien había basado su estilo y obra.

Nada gente, esta película fue una linda sorpresa de media semana. Ideal para acercarse al cine japonés. Y además de acercarse, amarlo.

Lo mejor: Una película artística, con una propuesta innovadora para su época y que continua siendo llamativa en el 2008.
Lo peor: no me molestó nada.

La escena: El pedido final de la modelo

Lo más falsete: nada.

El mensaje manifiesto: Existe una conexión profunda entre artista y obra

El mensaje latente: El arte todo lo consume

El consejo: Hay que verla

La pregunta: ¿El arte puede llevar a la locura?

CURIOSIDADES
– Yasuzo Masumura, el director, empezó estudiando leyes. Luego abandonó sus estudios para trabajar como asistente de dirección y finalmente se graduó en Filosofía.
– Se gano una beca para estudiar cine en la escuela italiana que tenían Antonioni, Visconti y Fellini.
– Dirigió casi 60 filmes de distintos géneros
– Eiji Funakoshi (el actor que sale de ciego) murió el 2007 víctima de un derrame cerebral.

CINE ESPAÑOL: La mala educación

Por: Mónica Heinrich V.

“A esos mariconeríos yo no voy”, escuché decir a un amigo. Pero, ustedes realmente creen que yo, Moniq H S.A., se iba a perder el gran grito libertario de Gael García? No, no, no. Entonces, abro el periódico y veo que La mala educación se estrenaba.
Me digo: Qué tan maleducada será?. Será verdad que Gaelito se parece a Julia Roberts? Y a los curas, qué tan duro les dará? (en el sentido figurativo y en el literal). Bueno, había llegado el momento. Miro a mi ´susodicho´y le digo: “Vamos al cine?”. Me pregunta: “Qué están dando?”. Le digo: “Lo último de pedrito”. Me dice: “Weno, vamos a ver qué pasa”.
Camino al cine recordaba la primera vez que vi a Gaelito. Nada parecía presagiar que de esa aparición infantil en una telenovela mexicana llamada El abuelo y yo, saldría semejante…hmmm…dejémoslo en puntos suspensivos.
¿Y? dirán ustedes. Pues nada, diría un español. Llegué ´flipando´ al cine. Vamos, que me había reconZiliado con Almodóvar después de Hable con ella, a pesar de su obvio idilio-oda al violador. Joder, no era cosa de todos los días que se produZcan semeJantes acuerdos. Mi ´susodicho´ compra las entradas y yo me quedo embobada enfrente del póster de Alexander, próximo estreno y dirigido por Oliver Stone. Ahí me olvidé de Pedrito y me puse a imaginar el momento MAGNO de la premier.
Vuelta a la realidad corrimos a la sala 9. Y llegamos justito. Las luces ya se habían apagado y un público en el que se mezclaba el morbo, los fans de pedrito, la curiosidad y los ´identificados´ con los personajes principales, ya estaban acomodados. Música Almodovariana fue lo primero que se escuchó. Pequeños collages de varias imágenes nos presentaban los créditos. Yo comiéndome las uñas. Pensando en la frágiles relaciones diplomáticas que teníamos Pedro y yo.
La cosa comenzó relativamente bien. Fele Martínez (interpretando a Enrique Godet) aparece primero. Como buen director de cine está recortando noticias morbosas del periódico para ver si así se inspira. Ustedes saben, la realidad siempre supera a la ficción. “Pucha que se ve trolazo”, le susurro a mi ´susodicho´.
Rememoremos. Martínez actúo en Tesis de Alejandro Amenábar donde me dejó marcada con su relato del cuento de Oscar Wilde El enano y la princesa. Además, recordémoslo como el insípido y atarantado admirador de Penélope Cruz en Abre los ojos. Luego llega el otro, Gaelito. Ya con la aparición de Gaelito (otrora el pecadorísimo Amaro, el ´experimentador´ en Y tu mamá también y el roba mujeres en Amores perros) la historia se nos despatarra desde el principio. Gaelito (Ignacio, Juan, Angel y Zahara) va a buscar trabajo. Es un actor que fue compañero de colegio (de manoseos y otras cositas) de Enrique (Martínez). Gracias a esas relacioneXXX, Gaelito (dizque Ignacio que se hace llamar Angel), se inspiró y escribió una historia intitulada La Visita.
Quiere que Enrique, en nombre de la amistad y las sábanas que compartieron juntos, la lea y si puede, la lleve al cine. En ese punto, la película se desdobla y nos cuenta lo que dice el relato de La visita. Pedofilia por aquí, puteríos por allá, y la aparición estelar de Zahara (Gaelito convertido en una versión mexicoespañola de Sarah Montiel).
Para hacérselas corta. Nos muestran cómo a Ignacio y a Enrique ya se les quemaba el arroz desde su más tierna infancia. Ésto enmarcado dentro de un colegio Salesiano regido por macabros y tétricos hombres que por una extraña razón, que hasta el día de hoy no comprendo, visten preocupantes vestidos largos, siempre de color negro, que llaman sotana. Y además, si pueden, se adornan con otros colgandijos que, luego, los infantes tienen que retirar.
En medio de ese jardín de flores, estaba uno de estos personajes oscuros llamado el padre Manolo. Manolo cuasi cuasi temblaba de la emoción al ver a Ignacio (alrededor de unos 10 años). Ese pedazo sólo se puede definir como asqueroso, muy bien logrado pero un horror. Además, Pedrito va a ser responsable de mi trauma: cada vez que escuche Moon River y Torna a Sorrento lo asociaré con pedofilia. (en la foto el momento traumático)
Bueno, que ahí no termina la cosa. Volvemos a la realidad, y Enriquito emocionado con tan valeroso y conmovedor relato. Cita a Gael, y le dice: “Me ha encantado”. Ignacio-Angel se reBVela (las dos, se amotina y además se ve realmente quién es) e insiste en hacer el papel de Zahara. Enrique dice no, Gaelito dice que sí. Todo esto en la escena de la piscina y obviamente condimentado por escenas de tensión sexual.
A estas alturas yo me venía preguntando a dónde iba todo esto, cuál era la finalidad. Antes de ver la luz, la cosa se va enredando más y más. Chantajes, asesinatos, drogas y más (sí, MAS) puteríos sazonan lo que sigue a continuación. Cosa que prefiero no comentar porque si lo hago me va a dar rabia y no voy a poder terminar esta opinión de una manera glamorosa (como ya es mi estilo).
Llegó un instante en que sólo quería que el alharaquerío termine. Y, creánlo o no, terminó. “Gordo, chinche, hijo de %(/&)•”=!” era lo que se me ocurría decir, e imaginaba que entraba a www.eldeseo.com para hacer mi justo reclamo. Nuevamente, Pedrito y yo acabamos muy mal. “pero cuál es tu problema Moniq?”, dirán. Mi gran problema es que me senté como una estúpida a ver…hmmm, no sé cuánto dura, pero bueno, me sometí a una historia grotesca y circense para que Pedrito termine todo de la manera más vulgar y pobre del mundo. Los personajes quedan volando por ahí, no hay profundidad.
El final es absolutamente risible, fue como si después de tanto enredo y supuesta vuelta de tuera, Pedrito haya dicho “Bah…Ahí tienen”. Nada por aquí, nada por allá. El gordo es más eficaz que Mandraque o que el mismo David Copperfield. Creó una historia dura, pero cuyos ingredientes ´ganchos´ (denuncia contra la Iglesia, Gael imitando a Sarah Montiel, Guerra Civil española, etc) quedan tan sólo en anécdota para contar una historia de puteríos. Además, queda el tufillo de que se trata de una autobiografía, pero el gordo lo niega.
“y hay algo rescatable?”. Para que no digan que soy criticona, sí. Pedrito será todo lo que quieran, pero tiene un gusto exquisito para elegir sus bandas sonoras y para hacer de la fotografía de sus películas una obra de arte. En general no es aburrida, pero luego se transforma en una historia dentro de otra historia, dentro de otra historia, dentro de otra historia que dan vueltas una alrededor de la otra. Es un carrusel que nunca se detiene. Algo más? Nada, que ya no quiero hablar con Almodóvar.
Escrita el 14 de noviembre de 2004

DOGVILLE
Por: Mónica Heinrich V.

PROLOGO

Un reconocido cantautor (del que obviaremos el nombre) desgranaba contra el universo aquella letra que decía “En estos días no hay absolución posible para el hombre. Para el feroz, la fiera que ruge y canta ciega. Ese animal remoto que devora y devora primaveras.” Moniq H. escuchaba azorada e incrédula, sin embargo la constancia de que, como dice la misma canción, éstos, son días terribles, con el paso de los años y el curso de los acontecimientos, se hace cada vez más certera. Hace dos semanas Moniq tomó la decisión de acercarse a deslizar la mirada en la pantalla que muchas veces brinda alegrías, satisfacciones y embelesos. La noche, no era un prefacio de lo que sucedería en breve. Dogville comenzaba su historia con un Prólogo y continuaba con… CAPITULO UNO: Lars Von Trier y la destrucción de esperanzas
Hace muchos años que Lars Von Trier no deja títere con cabeza, hace muchos años que los que vemos sus películas, nos sometemos voluntariamente y sobre todo, fascinados, a sus ejercicios cinematográficos. Sus películas, amén de la polémica del Dogma o del no Dogma, tienen una misma característica, relatan situaciones llevadas al extremo de lo soportable, donde aflora la fauna del corazón del hombre. Por eso, mis estimados y esperanzados lectores, es que este desgarrador y desesperado metraje se denomina Dogville, saquen ustedes mismos sus conclusiones. Las casi tres horas que dura Dogville son una tortura, un martirio, un suplicio, aguantado solamente por la perenne idea de que estamos viendo arte (lo que es una verdad terrible, pero verdad). Lo que nos lleva al…
CAPITULO DOS: Te cuento un cuento
Dogville arranca como una historia bastante coloquial, aparentemente. Un pueblo tranquilo donde todo tiene su sitio y su lugar, es interrumpido en su cotidianidad por la llegada de una desconocida, Grace (Nicole Kidman). Grace huye de gente que parece querer hacerle daño, por lo que los dogvilleanos (previa consulta comunal) deciden darle cobijo, no sin poner unos cuantos peros. Como Grace cuenta con el apoyo incondicional de Tom (Paul Bethany), el “idealista” del pueblo, la relación Grace-Dogville y Dogville-Grace tiene desde el principio que basarse en ciertos códigos. Códigos que, una vez enmarañada la trama, deben ser (típico de vos Lars) llevados al extremo. Esto quiere decir que…
CAPITULO TRES: La importancia de la escena
El argumento ya comentado previamente, supone algo sencillo desde el punto de vista argumental, pero recuerden que estamos hablando de Lars Von Trier y que este señor no iba a ser tan prosaico de reducir el argumento a eso. Entonces, ya contando con el golpe emocional de la simple historia, Von trier elige una puesta en escena desprovista de escena, es decir, se vale de una especie de fondo teatral donde los escenarios no existen realmente a no ser por ciertos dibujos en el piso hechos con tiza, y otros elementos que representen parte del mobiliario del pueblo. El efecto está tan excelentemente construido que después de vista la película, recordaba escenas “completas” es decir con las flores, árboles y paisajes reales. Se le cuestionó el no haberla filmado en blanco y negro, e inteligentemente aclaró que si ya hay un elemento extravagante que puede ser algo chocante para el espectador, sería un error filmarla en blanco y negro porque lo distanciaría más de la cuenta. Entonces nos vamos al…
CAPITULO CUATRO: De capítulos y otras excentricidades
La película se divide en 9 capítulos y un prólogo. Lo de los capítulos ya lo había usado en Rompiendo las olas, y bueno, tampoco ha descubierto la pólvora, sin embargo tiene un efecto importante. Cada capítulo contiene un título que aviva y acrecienta el efecto de lo relatado y de lo que queda por relatar. Una voz en off es cómplice frío e insensible del relato, de hecho el tono de voz es ligero, como si te contara algo cuasi obvio, tangible, de la cultura popular. Y…
CAPITULO CINCO: Personalizar los personajes
Dogville está muy bien actuada, desde el papel que interpreta la cada vez más solicitada Nicole Kidman, hasta los papeles menores como el del mecánico o el granjero. Paul Bethany que ya ha trabajado en Una mente maravillosa y recientemente en The master comands, hace una representación elocuente y convincente de Tom. El resto de los personajes pululan (sí, PULULAN) alrededor de Kidman de manera macabra y da gusto encontrarse otra vez con la olvidada Cloe Sevigny o con Lauren Bacall, a pesar de no ser tan felices circunstancias.
CAPITULO SEIS: Desfallecer, esa es la consigna
Puedo decir que asistí cada vez más asqueada y, sobra decirlo, desesperada, a la proyección de Dogville. Al principio estás tranquilo, pero si ya conocés a Von Trier, sabés que cualquier rato te da el golpe de gracia. Mientras avanza, cada paso, cada capítulo, cada escena, empieza a provocar un hormigueo y una ansiedad que se acrecienta, alcanzando su clímax más o menos a partir de la mitad de la película. Ya cuando pensás que no hay más que decir, el horror se incrementa, y vos tenés la leve tentación de abandonar la sala. CAPITULO SIETE: Final acreditado
El final llega de una forma brutal, los créditos refuerzan y atestiguan una vez más el significado de la palabra Dogville, los perros muestran los dientes, los perros muestran su falta de humanidad, de raciocinio, los perros pueden atacarte, y a pesar de todas esas verdades, qué pena dan los perros, qué triste es su vida, qué soledad, qué miseria, qué desgracia ser perro!
CAPITULO OCHO: Sutilezas y desbarajustes
Dogville es una oda a la sutileza, o por lo menos así comienza, llena de simbolismos y suaves acusaciones, Lars Von Trier no se equivoca en el ritmo de su película, ni en la coherencia del guión, yo, sin embargo, objeto un poco la parte final, donde los diálogos entre Grace y aquel señor, me sonaron artificiales, me sonaron desprovistos de algo llamado sinceridad.
Después de navegar en las aguas de la indirecta directa, de lo latente más que de lo manifiesto, en esos minutos eternos en que transcurre el final, no hay sutilezas, ni simbolismos, la moraleja, o el mensaje, está demasiado específico, sin que eso indique que no tenga fuerza o no te golpee igual. Te golpea, quedás envuelto en la sordidez de tan desgraciada conclusión, pero aún así, extrañé un final menos discursivo. Además, el personaje de Grace repite la dosis VonTrierana de exacerbado estoicismo ya mostrado en Rompiendo las olas y Bailarina en la oscuridad, donde los personajes femeninos son torturados hasta la saciedad, aguantando con determinación cualquier empujón retorcido y vil de sus respectivos destinos, sin que Von Trier se apiade de ellas, ni del público. Quizás el final de Grace varíe un poco la fórmula, pero sufrí demasiado co
n su periplo y no hacía más que recordar los periplos de Selma y de Bess.
CAPITULO NUEVE: La luz de una oscura conclusión
Llega la calma, hora de retornar al mundo, Moniq H. mira a su alrededor y ve con extraña tristeza las caras de sus compañeros de embrujo, del embrujo de casi tres horas. Hay poco que decir, o quizás mucho, transitar por el camino por el que vino y ver con desolación que las cosas parecen “diferentes”, ver que las cosas parecen más “feas”, mirar con desconfianza y tristeza a esos canes bípedos que caminan ajenos a su mirada. Choca con alguien que está delante de la puerta de vidrio que lleva a la salida, ese alguien se da la vuelta y con cortesía exquisita dice: “Lo siento, pasa tú primero”…quizás no todo está perdido.
Escrito el 16 de febrero del 2004

ALEXANDER

By: Mónica Heinrich V.

Esperé con ansias el nuevo trabajo de Oliver Stone. Yo era de las que veían el poster y se quedaba embobada pensando en los maravillosos tiempos venideros. Era de esas que soñaba con depositar mi humanidad en la butaca y ver ante mis ojitos las grandes letras de A L E X A N D E R en la pantalla. Sí, uno siempre se ata al delgadísimo hilo de la ilusión. Luego, llega la calma. A veces la esperanza se cumple, otras salís pensando que el mundo es cruel y malvado.

Primer acto: La ignorancia

¿Quién fue Alejandro Magno? La tenía bastante clara. Uno de los líderes más importantes que ha conocido el hombre y cuyo empuje llevó a su pueblo a muchas victorias. ¿Qué más? Que era un poco afeminado y pansexual. ¿Sabía suficiente? No sé (wow, sí o no que me quedó filosófico?) Bueno, mi pobre persona se detuvo ante la disyuntiva de: Averiguar o no averiguar.
O sea, ¿sería conveniente ir al cine con un bosquejo levemente edificado sobre quién era el susodicho en cuestión y así poder emitir un juicio más objetivo? Decidí que no por aquello del factor sorpresa. No es lo mismo ver El Señor de los Anillos sabiendo que Gollum va a terminar muerto en su último intento de adjudicarse el anillo, que imaginar la feliz idea de que su parte buena triunfa y puede reincorporarse a la sociedad.
Entonces era yo una hoja en blanco, un paño limpio y perfecto sobre el cual se verterían nuevas informaciones. No era Troya donde de historia no podíamos esperar nada, no. Esto era un trabajo de Stone en el cual había invertido muchos años. Valía la pena concederle el beneficio de la duda.
Segundo acto: Asumir la eternidad sin salidas de emergencia visibles
Empezó. Vemos a Hopkins repetirse una vez más, luciendo cansado y viejo. Interpreta a Tolomeo, recurso utilizado para que nos enteremos de las viejas glorias de Alexander. De ahí en más, el relato se intercalará con la figura redonda y blanquecina de Hopkins y los flash backs pertinentes que nos muestren cómo acabó el entuerto. En un inicio veremos la bestialidad del padre de Alexander representado por un irreconocible Val Kilmer, conoceremos a Olimpia interpretada por una sobreactuada Angelina Jolie y claro, mientras, el bebé crece para luego presentar a un teñido Collin Farell dizque de 17 años. Así transcurren tres horas largas con pocos aciertos y mayores desaciertos. Lo llamativo es que la historia en sí daba como para lograr un filme más redondo.
Pero vayamos por partes. Actores: Yo tenía mis dudas con Farrell. En algunos momentos de la película alcanza cierta credibilidad, pero la mayor parte del tiempo lucía forzado, artificial y poco convincente (para mí, obvio). Podemos preguntarnos quién interpretaría mejor a Alexander pero lo cierto es que no lanzaré ningún nombre, sin que esto signifique que con una adecuada producción otro actor no haya conseguido transmitir más eficazmente la fuerza de este personaje. Recordemos que a Colin nadie lo veía adecuado tampoco y, aunque con muchos altibajos, consiguió interpretarlo. El caso de Angelina es más grave, a mi parecer. Aunque Olimpia era de origen austriaco y era evidente que tenía otro acento diferente al de los demás, nadie explica eso al público. En ningún momento hay una alusión al origen de Olimpia que nos eche una luz sobre por qué la Jolie habla tan raro, recordemos que la mayoría del público no conoce bien la historia de Alexander. Independientemente del molesto acento, la actuación de la individua deja mucho que desear, llegando por momentos a la cumbre de la sobreactuación: por ejemplo, cuando le grita a Val Kilmer que en sus entrañas tiene a su vengador. Hefestión es tan anodino que no vale la pena que le dedique ni siquiera un par de líneas. Y el resto de los personajes transcurren sin pena ni gloria por la pantalla mientras los minutos y las horas pasan. Con respecto al manejo de la historia en sí misma, poco importa la exactitud de los hechos. Lo cierto es que a la película parece faltarle alma, te deja la sensación de que viste algo muy bien armado desde el punto de vista estético pero que no llega a trascender más allá de eso.
No es un filme que terminado te impulse a tratar de averiguar la verdadera historia o te anime a querer conocer más al personaje. Es más, ya cerca del final sólo esperás que termine. El aspecto controversial del filme, dizque la homosexualidad de Alexander y sus relaciones con Hefestión me pareció de lo más sosito de la cinta. Durante las tres horas se miran, se hacen ojitos, se traen ganas, se desarrolla un jueguito ambiguo donde a las claras se ve que ese par se adoraba y sin embargo todo queda en amagues. Dizque para mostrar que el amor que se tenían era de otro nivel mucho más profundo que el sexual, cuando todos sabemos que aunque el pansexualismo era visto de esa manera le daban a la matraca que daba gusto…Ni siquiera un beso de lengua que dé tela para cortar entre todos los puritanos norteamericanos jejeje.
En fin, tan es así que llegó un punto en que el público se mataba de risa cada vez que aparecían estos dos en sus escenas románticas… Como ya dije la historia se deja ver, pero nunca alcanza un clímax y deja una leve sensación de sopor.
Acto Final: La vida es un sueño
La crítica americana la destruyó totalmente. Sus actores fueron nominados a los premios Razzie como lo peor del año pasado. A pesar de que no me gustó demasiado, me parece que fue un exceso. Se vieron películas mucho peores y con actores más deficientes que en Alexander como para que sea la película más nominada a esos premios. Sin embargo, algo reconozco. Este ha sido un tropiezo en la carrera de Stone, donde su habitual profundidad para exhibir a personajes históricos quedó a medio camino. Alexander sin duda tiene sus buenos momentos, tanto en escenas como en guión, como en actuaciones. Pero desgraciadamente, en un filme de estas características no es suficiente. Más aún si dura tres horas y se supone que estás exhibiendo a un personaje como Alejandro Magno. Alguien podrá decir: “pucha pero es que mostró su lado humano”. Será verdad aunque a mí lo de Magno no me quedó claro nunca. Ese es mi mayor reclamo, que como ya dije es un filme sin alma. La recomiendo sólo para que puedan debatir sobre ella, y porque, como ya dije, tiene uno que otro buen momento.
Escrita el 18 de febrero del 2005

DOCUMENTAL: Deliver us from evil (Líbranos del mal)

…Y LÌBRANOS DEL MAL…
Por: Mónica Heinrich V.
Una investigación de la BBC (Abusos sexuales y Vaticano) daba cuenta de Crimen Sollicitationis, un documento promulgado por el actual Papa, Joseph Ratzinger, en el que se brinda protección a los sacerdotes que son acusados de abuso sexual y en el que se impone una política de secreto absoluto para que los casos de pedofilia perpetrados por el clero permanezcan en la oscuridad. El texto fue redactado en los años 60s y uno de sus puntos más perturbadores es que el abusado no puede hablar sobre el delito, por considerar que los actos sucedidos ocurren dentro de un contexto similar al secreto de confesión. En el 2001 se hizo un cambio, teniendo el Vaticano única autoridad para juzgar un caso de pedofilia en sus filas.
De esta manera, Ratzinger (en su calidad de Prefecto de Congregación para la Doctrina de la Fe) manejó durante años cientos y cientos de denuncias, que fueron silenciadas y que consiguieron que el prontuario de los sacerdotes abusadores aumentara, gracias a la ausencia de castigo severo y a la NO remoción de tales sujetos enfermos del sacerdocio.
Durante el gobierno de Bush, el actual Papa pidió inmunidad en Estados Unidos para no ser sometido a ningún tipo de juicio que manchara su reputación, teniendo un caso abierto en Texas, por encubrimiento. Bush accedió, a pesar de que como Papa, Ratzinger ya tenía inmunidad…pero al parecer, el clero no quería dejar abierta la más mínima posibilidad.
Es así que llega hasta mí, un terrible (por lo duro) documental llamado: Deliver Us from Evil (Líbranos del mal). Lanzado en el 2006 y nominado a los premios Oscar como Mejor Documental, sacude hasta el último rincón del alma gracias al primer testimonio filmado en este tipo de reportaje de un sacerdote pedófilo.

Oliver O´Grady fue hallado culpable de decenas de casos de niños abusados. Desde principios de los 70s hasta principios de los 90s, el padre Oliver O´Grady destruyó familias enteras al violar, molestar o abusar sexualmente a diferentes niños. Como él mismo relata en el documental “Esto no debió ocurrir”, pero ocurrió.
Lo chocante es que desde sus primeros incidentes, el obispo de Los Ángeles y su superior inmediato, siempre estuvieron al corriente (se asume, entonces, que el Vaticano también lo sabía). Cuando surgieron las primeras denuncias oficiales, la postura de la iglesia fue asegurarles a las familias que enviarían a O´Grady a un monasterio, donde nunca tendría contacto con otros niños. La realidad era que simplemente lo cambiaban de Parroquia y  O´Grady estaba, otra vez, en posición privilegiada para encontrar nuevas víctimas.
Con tono totalmente carente de emoción, como si estuviera relatando un pasaje cotidiano de su vida, O´Grady cuenta a la cámara el “inmenso amor” que tiene por los niños. La entrevista la hace desde Irlanda, porque luego de ser condenado a 14 años de cárcel, salió en libertad al cumplir la mitad de su condena (7 años) lo deportaron a Irlanda, y hoy en día camina por las calles como cualquier mortal.
Mientras relata su experiencia, a su alrededor pasan ocasionalmente niños, ya que buena parte de la entrevista se hace con un parque infantil de fondo. En ese mismo contexto es que O´Grady dice que si alguien le pregunta: “¿Te excita ver a una mujer pasar?”, él diría: “No”, si le preguntaran: “¿Y un hombre?”: “No”, si la pregunta fuera: “Qué tal un niño”…La respuesta sería: “Sí, tal vez”…si le agregaran: “¿Y si ese niño estuviera en bañador?”…Él diría: “”…y “¿Si estuviera en ropa interior?”…no dudaría en contestar: “Claro que sí”. Todo esto lo cuenta con una risa “traviesa” al final.

A este relato propio de un sociópata, donde en ningún momento hay una cabal comprensión de la magnitud de sus actos, se intercalan testimonios de sus víctimas. El más desgarrador es el testimonio de la familia Jyono. Mary y Bob Jyono conocieron a O´Grady casi cuando este recién llegaba a USA desde Irlanda. Mary, la madre de su futura víctima, al ser irlandesa también, automáticamente le abrió las puertas de su casa al abusador, sin sospechar siquiera que su pequeña hija de entonces 5 años sería sistemáticamente violada por el sujeto hasta sus 13 años. “Ollie” como la familia cariñosamente llamaba al pedófilo, no fue descubierto hasta el juicio que se le hizo en los 90s. Cuando la pareja supo de las acusaciones, incluso lo apoyaron hasta que su hija Ann relató que mientras el sacerdote se quedaba a dormir, se metía a su cuarto y la sometía a continuas violaciones. El padre de la chica (hoy mujer de casi 40 años), llora compungido frente a la cámara, diciendo entre sollozos: “Dios no existe”…y desde el amargo descubrimiento no puede pisar una iglesia.

Además de este duro testimonio, se suman los de otros niños, ahora adultos que no han podido cerrar ese negro capítulo de sus vidas, que no han encontrado justicia…y que cuentan su historia para que “sirva de algo”. Del otro lado de la verdad, muestran declaraciones sacadas durante el proceso civil a O`Grady (La Iglesia Católica se negó a hacer declaraciones para el documental) donde el hoy Cardenal Mahony (obispo que socapó a O´Grady, y que sin embargo fue ascendido) y Monseñor Cain bajo juramento alegaron no conocer, “recordar” o estar al “tanto” de la grave conducta que llevaba arrastrando el padre O`grady durante casi 20 años. Aunque ambos manifiestan haber conocido algunas denuncias de abuso sexual, pensaron que eran “casos aislados”, que no “relacionaron entre sí” (¿?) El actual cardenal de Los Ángeles incluso minimiza el tono confidente y fraternal en que O`Grady le escribe agradeciéndole su apoyo, también niega descaradamente el tenor incriminatorio de otra carta que el mismo cardenal escribe a O`Grady, expresándole su afecto, comprensión y apoyo…

¡Comprensión y apoyo para O´Grady! que entre sus víctimas tiene a un bebé de apenas 9 meses. El mismo O´Grady en una de sus declaraciones durante el juicio contó que él a su vez fue abusado por otro sacerdote cuando tenía 10 0 12 años, y que su hermano mayor también lo abusaba sexualmente. Una historia tan oscura, que a veces suena hasta irreal.

Paralelamente, hay testimonios de abogados, teólogos, psicólogos que dan su opinión sobre esa compleja mafia que es la Iglesia Católica, donde, en este caso particular, el entonces Obispo Mahony, privilegió sus aspiraciones a convertirse en cardenal (no quería escándalos) antes que la vida de cientos de niños que quedaron marcados para siempre. Si Mahony o Cain no cayeron con O´Grady fue simplemente porque este no los incriminó y un día antes de su declaración fue visitado por abogados del clero, ofreciéndole una pensión vitalicia de 800$us mensuales si no acusaba directamente a dichos personajes.

Otros datos macabros que el documental arroja, es que en USA hay casi 100.000 denuncias de niños o adultos que en su infancia, fueron abusados por sacerdotes. Teniendo en cuenta que según estudios, sólo el 20% de casos de violaciones termina en una denuncia, eso quiere decir que deben existir 80% abusados que viven su pena en silencio. Más datos: un reportaje del L.A. Times afirmó que el 10% de los sacerdotes egresados del seminario St. John (de donde salen la mayor parte de los sacerdotes que ejercen en la zona oeste del país) eran seguros pedófilos.

Actualmente hay más de 500 sacerdotes en Los Ángeles acusados de abuso sexual. Y eso es lo que se conoce, los archivos de la Iglesia son clasificados y a menos que una denuncia se haga pública, los sacerdotes que tengan problemas de conducta sexual quedan protegidos por su institución. La misma institución que todos los días hace declaraciones públicas dando consejos morales sobre cualquier tema.

El documental es dirigido por Amy Berg, que debuta de manera sorprendente. Este trabajo es el resultado de 4 años de investigación. El contacto con el padre O`Grady y su posterior acuerdo para dar su testimonio en cámara fue un proceso que duró semanas, antes que Berg tuviera que viajar a Irlanda a entrevistarse personalmente con él. Cuestionada sobre si fue difícil hacer un documental de estas características, ella declaró: “Sería difícil no hacerlo”.

Deliver us from evil, se convierte en un documento importante y sin precedentes por su batalla contra una institución que en lugar de proteger a sus ovejas, protege a sus lobos. Causó mucha polémica entre los dogmáticos que se rehúsan a ver la basura que se esconde en el patio de sus propias casas. Vale la pena verlo y abrir una mirada crítica hacia un organismo que se alimenta de la fe de las personas, y que traiciona esa fe gastando millones de dólares en abogados que ocultan los escándalos, en lugar de resarcir a sus víctimas.

Aprovecho esta reseña para ligarla con el estreno de la película La duda, que trata un tema similar, de una manera muy sobria y elegante.

LA DUDA

Basada en una obra de teatro, La Duda colmó todas mis expectativas. Con un argumento oscuro, y haciendo gala (paradójicamente) de una simpleza que se agradece, la película aborda el tema del abuso sexual dentro de la Iglesia.

Ambientada en el Bronx de los años 60s, Philip Seymour Hoffman interpreta al padre Flynn. Este sacerdote goza de una personalidad atrayente, jovial y seductora. Los niños de su parroquia fácilmente lo toman como a un amigo, alguien en quien pueden confiar. En el extremo opuesto está la directora del colegio, Meryl Streep (GENIAL) interpretando a la hermana Aloysius. La directora tiene una personalidad opuesta a Flynn, es estricta, poco afectiva, tiende a dar severos castigos y es natural que surja una animadversión instantánea.

En medio de ambos se encuentra la hermana James (Amy Adams), una profesora que por su juventud posee un carácter dulce, inocente y bondadoso. En una época en que se vivía mucha segregación racial, la escuela católica accede a tener como alumno a su primer estudiante negro, Donald Miller. El chico tiene los problemas que podría tener cualquiera estando en su situación, el padre Flynn comienza a dispensarle un trato especial, que resulta sospechoso a la hermana James. Confundida, y sin saber qué hacer, acude a la hermana Aloysius en busca de consejo.

En ese momento la película comienza a caminar por los derroteros que bien señala el título: Dudas. Con un guión sólido, que es casi imposible no identificar a un dramaturgo teatral en el armado, el público se contagia de las sospechas, de las dudas de los personajes que desfilan en la pantalla.

El niño negro parece estar siendo abusado sexualmente, pero ¿realmente el padre Flynn se está aprovechando de su investidura? O ¿son las antipatías personales de la hermana Aloysius las que la hacen ver un monstruo donde no lo hay? ¿Es preferible acusar injustamente al padre Flynn, pero no correr el riesgo de que sea verdad? O ¿es mejor, ante la duda, callar?

Magistralmente actuada, tanto por los principales como por los secundarios, la película a pesar de ser muy sencilla, te atrapa desde la primera toma. John Patrick Shanley es el autor y director de esta pequeña joyita, que supo adaptar de una manera impresionante a la pantalla gigante.

Con diálogos precisos y silencios que dicen mucho, Patrick Shanley maneja una historia que no dejará indiferente a nadie y que está filmada de una manera inmejorable. Es ese tipo de filme austero, pero que está tan bien logrado que crece ante los ojos del público.

Nominada a varios Oscar, La Duda cuenta con una excelente fotografía, una insuperable ambientación y un manejo del ritmo narrativo que podría ser una gran lección para algunos que andan perdidos por la vida gastando un montón de plata en películas prescindibles.

Lo mejor: Buen guión, buen director, buenos actores…

Lo peor: no tiene absolutamente nada malo

La escena: el finalLo más falsete: nada

El mensaje manifiesto: Ante la duda, haz lo que consideres correcto

El mensaje latente: La duda lastima el espíritu

El consejo: Mirala, no te vas a arrepentir

La pregunta: ¿Hasta cuándo se protegerán a los sacerdotes pedófilos?

CURIOSIDADES
– La obra de Shanley, que se estrenó en el off-Broadway en el otoño de 2004, llegó a los teatros de Broadway gracias a la avalancha de buenas críticas. Se estrenó en el Walter Kerr Theater en 2005 y se mantuvo en cartel durante 25 preestrenos y 525 representaciones, a las que siguió una prolongada gira nacional y numerosas producciones internacionales.
– Para estudiar su personaje, Streep trabajó con las monjas de la universidad de Mount St. Vincent, lo que fue un gran placer para ella. «La disciplina, pureza e inteligencia de aquellas mujeres me resultó fascinante y de gran ayuda para mí», cuenta.
– Para preparar el papel, Hoffman pasó algún tiempo en una iglesia católica aprendiendo las tareas de un párroco.
– Durante el rodaje, Adams sintió una gran ansiedad al tener que compartir rodaje con Streep y Hoffman.
– La mayor parte de los interiores se rodaron en el College of Mount St. Vincent en el Bronx, fundado por las Hermanas de la Caridad y que fue el primer instituto femenino de Nueva York. Para el exterior de la escuela se utilizó la escuela de St. Anthony, el colegio de Shanley en el barrio de Parkchester, mientras que para el exterior de la iglesia se utilizó la de St. Augustine, también en el Bronx.

Tanto el documental como la película, ilustran hechos importantes. El primero es que a pesar que la Iglesia Católica presume de un origen divino, está conformada por seres humanos con defectos, virtudes y enfermedades. A la Iglesia no se le critica el hecho de tener en su seno pedófilos (que los hay en cualquier parte) sino que tenga una política tan cerrada en torno a la denuncia pública y al castigo inmediato a los que padezcan de esta enfermedad.

El proteger sus propios intereses ocasiona que los pedófilos sigan actuando con un agravante: al ser pastores, hombres de fe, gente ligada a la moral y a las buenas costumbres, se convierten en doblemente peligrosos y efectivos, porque de esa manera tienen un acceso casi garantizado a la vida de sus víctimas.

En segundo lugar, no todos los sacerdotes son malos o pedófilos, pero es conveniente no tapar el sol con un dedo y ver dónde está la génesis de dicha estela de abusos. La Iglesia como ente que dice hablar por Dios (si es que creen que existe)
…además de mantener frente a uno de los barrios pobres de Roma, un pequeño estado llamada el Vaticano, lleno de lujos y high class…debe tener como prioridad que no existan más víctimas. Que los decretos o políticas de secreto absoluto se eliminen y todo aquel que tenga que pagar sus pecados, los pague.

El documento Crimen Sollicitations ya tiene una canción, creada por el grupo madrileño Ska-P…con una letra súper dura, los españoles no se andan con vueltas, y plasman en música el resentimiento que deben albergar en su alma muchas familias. Lo más suave que dicen en esta canción es: “Miembros de la Curia, párrocos del sufrimiento, Crueles violaciones que al final se lleva el viento, Babosos violadores, carecéis de sentimientos, Los llantos de los niños que el pontífice ha encubierto”

Acompañada de un genial video, que seguro sacó roncha, este grupo alza su voz…casi a grito pelado, a través de un medio tan masivo como la música.

Alguien tiene que hacerlo…ya que los “siervos de Dios” guardan un pudoroso y conveniente silencio.

Gus Van Sant: un poeta entre los desamparados

Por: Irma Velasco

Cuando se presenta cotidiana, casi sutil, la violencia puede ser tan fácil de ignorar como el hecho de no ver a un elefante en medio de un salón. [1]

20 de abril de 1999. Es un jueves cualquiera en el colegio preparatorio de Columbine en Colorado (Estados Unidos). Elephant de Gus Vant Sant recrea aquella rutinaria mañana entre alumnos que practican deporte, van a clases y conversan en el comedor, hasta que sus reiterativas y comunes acciones son interrumpidas por dos adolescentes armados que acaban con la vida de 14 estudiantes.

Van Sant retrata la tragedia a través de una cinta de ficción que por su estética se asemeja al documental.

Premiada en el año 2003 con la Palma de Oro en el Festival de Cannes, la película consolida el regreso de la faceta experimental del cineasta, aquella que tanto aplaudió y reconoció la crítica del cine independiente, en sus primeros trabajos.

A través de una cámara que sigue los pasos de los personajes en cada uno de sus actos, recorremos los interminables y pálidos pasillos del colegio. Casi nos sentimos asfixiados en el laberíntico transito por sus instalaciones; desde los campos de deporte, a la biblioteca, los cursos o el comedor, nos persigue la tensión de una violencia no visible, del presentimiento de una matanza que está a punto de cruzarnos en el próximo corredor.

El filme lejos de buscar respuestas, se centra en una mirada hacia el universo adolescente desde los distintos elementos que lo componen: la familia, los video juegos, un sistema educativo que marginalaza y quizás, el mundo mismo, donde cada día se construye una realidad agresiva que pasa desapercibida.

Sin embargo, ninguna de estas razones se convierte en la causa de la violencia, en si misma. Tanto que, mientras uno de los asesinos juega a matar con un ‘video game’, su compañero, también asesino, toca a Beethoven en el piano.

El lente de Van Sant no solo escudriña los diferentes hechos que envuelven la vida, aparentemente sencilla de un adolescente, también desde una óptica formal ofrece varias perspectivas de una misma acción, ángulos diferentes que fracturan el espacio, rompen el relato y producen cambios en la mirada del espectador.

En Todo por un sueño (1996), el cineasta norteamericano ya había presentado una narración de varios puntos de vista que descomponían la historia para darle un nuevo sentido. Suzanne (Nicole Kidman), una ambiciosa joven que desea convertirse en una presentadora estrella de televisión, intenta eliminar a su marido al considerarlo un obstáculo para su carrera. Mientras se desarrolla este argumento, se suceden una serie de entrevistas frente a la cámara, en las que los personajes involucrados dan diferentes versiones de los hechos, y rompen la temporalidad y la cronología del relato.

Más allá de las coincidencias formales entre el Elefante de Gus Van Sant y sus otros filmes, los adolescentes de la matanza de Columbine también recuerdan a aquellos personajes de las primeras producciones del estadounidense; todos jóvenes que viven al limite de sus vidas.

Así, las chicas bulímicas o los adolescentes asesinos se parecen a los huérfanos de Drugstore Cowboy (1989), en su desamparo profundo.

Cuando Bob Hughes (Matt Dillon), líder de un grupo de jóvenes toxicómanos, que se dedica a robar farmacias y hospitales en busca de drogas y fármacos, decide rehabilitarse debe enfrentase al reconocimiento de dos realidades igualmente duras: la efímera pero certera felicidad que proporcionan los fármacos, breve evasión de una segunda realidad, en la que los huérfanos agotan las posibilidades de acercarse a sus sueños.

Más tarde, Mi Idaho privado recoge y sintetiza éste y otros temas que atraviesan su filmografía: nuevamente la dolida juventud, la homosexualidad y la familia. El filme interpretado por Matt Dillon, River Phoenix y Keanu Reeves, logra imponer a Van Sant como uno de los cineastas más prometedores.

Una notoriedad que creció entre el gran público cuando el cineasta se acercó a los grandes estudios con la realización de Will Hunting (1997), crónica de un joven delincuente (Matt Damon), rescatado por un profesor de matemáticas, que fue recompensada con dos premios Oscar de la Academia.

Posteriormente, trataría un tema similar en Finding Forrester (2000). Dos cintas comercialmente exitosas que lo mantuvieron al margen de su etapa experimental.

Entre tanto, sus adeptos habituados a la originalidad del cineasta, desmerecían este coqueteo con el cine de la industria, y la crítica reprobaba el remake de Psicosis (1998) copiado plano a plano del original de Hitchcock, sólo que a colores.

Pocos entendieron que probablemente, aquella licencia le permitió al cineasta realizar un ejercicio y ponerse a prueba frente a una de las joyas del cine.

Sin embargo, su ambición creativa regresa a la escena cinematográfica poco antes de evocar la tragedia en la preparatoria de Colorado, a través de Guerry (2002). La travesía de dos amigos por el desierto californiano, con una construcción que le permite salir nuevamente de los modelos narrativos tradicionales.

Guerry y Elephant comparten varias similitudes en su afán por romper ciertas convenciones cinematográficas: ambas se desarrollan en un lugar único, fragmentan el tiempo, utilizan varios ángulos para filmar una escena y siguen a través de largas tomas el caminar de sus personajes.

Todas ellas, características ahondadas en su última producción, Last Days (2005), basada en la vida del icono grunge Kurt Cobain, con un sentimiento de búsqueda artística y creativa tan honestas que superan los puros deseos de originalidad.

Nuevamente, la crónica del artista suicida recuerda a los adolescentes de Columbine, aislados por la soledad y encerrados en si mismos, ninguno es capaz de ver al elefante.

Filmografía:

Milk (2008)

Paranoid Park (2007)

Last Days (2005)

Elephant (2003)

Descubriendo a Forrester (2000)

Psyco (1998)

El indomable Will Hunting (1997)

Todo por un sueño (1995)

Ellas también se deprimen (1993)

Mi Idaho privado (1991)

Drugstore Cowboy (1989)

Mala Noche (1985)

[1] Esta leyenda popular inspiró el título de una película de la BBC sobre la violencia en Irlanda del Norte en 1989, Elephant. Titulo que retomó para su filme Gus Van Sant.

Esa odiosa costumbre

Por: Mónica Heinrich

Nombre: Brad Renfro
Edad: 25 años
Profesión: Actor
Encontrado muerto el martes pasado, aparentemente por sobredosis.

Una semana después…

Nombre:
Heath Ledger
Edad: 28 años
Profesión: actor
Encontrado muerto este martes, aparentemente por sobredosis.

La muerte es algo que nos golpea todos los días, con sólo abrir el periódico se asoman los que perdieron la vida de forma natural, accidental o intencional, así como los que la perdieron al nacer, apenas aprendiendo a caminar, adolescentes, jóvenes, adultos y viejos. La promiscuidad del no existir es algo ya común, así como su absoluta e indiscriminada agenda.

Pero en este espectro en que nos movemos los amantes del cine, es fácil sentirse conmovidos o shockeados por la muerte de uno de aquellos que solemos ver en las pantallas, y a quien le sabemos el nombre, edad, parejas conocidas, filmografía, proyectos futuros, etc…El cine sí es una cinta de sueños, como decía Orson Wells, y la gente que lo protagoniza suele convertirse fácilmente en alguien “cercano”.

La primera vez que vi a Brad Renfro fue en la película El Cliente, famoso filme de suspenso protagonizado también por Susan Sarandon y Tommy Lee Jones. En ese entonces Brad tenía tan sólo 11 años, y era evidente que poseía un talento innato que lo hacía parecer una joven promesa. Casualmente, mi hermana menor quedó prendada de este actor y con el pasar de los años vimos casi todas sus películas, incluida aquella de 1995 llamada The Cure, que a nadie le interesa dos pepinos, pero que a nosotras fue la que más nos marcó. No era una “gran” película, pero trataba sobre la amistad de dos niños vecinos, uno Brad Renfro y otro, el también adolescente, Joseph Mazzello. En esta cinta Mazzello tenía SIDA, y el personaje de Brad intentaba encontrar una cura haciendo un descabellado viaje por USA. Muy conmovedora.

A lo largo de los años supimos de su triste adicción a la heroína y a la metadona, así como fuimos testigos de su deterioro físico y múltiples arrestos…no hace falta más que ver sus fotos de adolescente y comparar con alguna de los últimos años. Si bien es cierto que la noticia de su muerte no fue un “sorpresón”, no dejó de causar tristeza saber que este talentoso actor murió a los 25 años, aparentemente por sobredosis, dejando a un hijo en la orfandad. Lo anecdótico vendría al saber que dos días antes de morir se hizo un tatuaje en su espalda con la siguiente frase: “F*CK ALL Y’ALL” (asterisco incluido).

Se puede entender esa frase, si sabemos que ninguno de los padres de Brad fue capaz de encargarse de él luego de divorciarse cuando era pequeño, siendo su abuela la que lo crió. Se puede entender esa frase, si sabemos que Brad fue descubierto cuando participaba de clases de actuación dedicadas a niños y jóvenes con problemas de drogas. Se puede entender esa frase cuando a lo largo de su carrera y tropiezos con la ley, nunca se supo nada de su familia, ni de su “desesperada lucha” por rescatarlo y hoy en su obituario resulta que tenía a sus dos padres vivos, a sus abuelos, a sus padrastros, una hermana, hermanastros, y un desfile de parientes y amigos que se llenan la boca hablando de lo buen muchacho que era, pero no fue ninguno de ellos la persona que abrió la puerta de la habitación donde se encontraba muerto.

Por otro lado, este martes anochecemos con la devastadora noticia de que el actor australiano Heath Ledger también murió, fue encontrado desnudo en su habitación y rodeado de pastillas, en otra aparente sobredosis. Ahora su imagen ocupa todas las portadas y se habla de sus ojos tristes, de un intento de suicidio en septiembre y de una profunda depresión.

La primera vez que vi a Heath Ledger fue en 10 cosas que odio de ti, una simpática película para adolescentes basada en el clásico shakesperiano La fierecilla domada, me encantó. De ahí en adelante pude verlo en su fase pre-fama en producciones menores como Monsters Ball, Ned Kelly, El caballero, etc.. o como hijo de Mel Gibson en El Patriota. No sería hasta Secreto en la montaña, con su personaje de vaquero gay que saltaría definitivamente a la fama. A Heath siempre se le criticó que una vez alcanzado el status de mega-estrella, prefiriera hacer películas de corte independiente y poco pipoqueras. Heath reconoció no ser un estratega comercial de su carrera, pero que le gustaba hacer películas de ese tipo. Una de sus más aclamadas fue Candy, donde interpretaba a un poeta drogadicto envuelto en una relación amorosa hiperdestructiva.

Heath Ledger también sufrió por el divorcio de sus padres cuando él contaba con apenas 10 años, y adquirió un desapego a la vida que muchas veces mencionó en diversas entrevistas. Este mismo Heath, a quien pusieron ese nombre en honor al atormentado Heathcliff de Cumbres Borrascosas es el que aparece muerto a sus 28 años. El 2005 fue padre de una niña, de este nacimiento dijo: ”Ahora no me importaría morir, porque siempre viviré a través de ella”.

El 2008 queda todavía la oportunidad de disfrutar de uno de sus últimos trabajos, esta vez bajo la batuta del dotado Christopher Nolan en la última versión de Batman, personificando, en una curiosa paradoja, a la caricatura de la sonrisa eterna: El Guasón.

Y surge la pregunta: ¿A dónde van Brad Renfro y Heath Ledger? ¿Habrá un paraíso donde se juntan aquellos para los que la vida se tornó insoportable y sucumbieron ante un suicidio abierto, o un suicidio sutil (consumo de drogas)? Me gusta imaginar que en estos momentos Heath y Brad se encuentran en amena tertulia con River Phoenix, Jonathan Brandis, Philippe Lemaire, Hervé Villechaize y otros.

Quizás no haya que buscarle explicaciones a nada, sino aceptar lo que dijo el escritor español César González-Ruano: “La muerte puede consistir en ir perdiendo la costumbre de vivir”.
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