LOST IN CONTEMPLATION OF WORLD

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CINE: Olvidados

Del olvido al no me acuerdo

por: Mónica Heinrich V.

Hay que reconocer que la historia que Olvidados pretende recrear u homenajear es necesaria, válida, dura y con aristas muy explotables en términos históricos, documentales, cinematográficos, y etcéteras.

Esos aciagos años en los que el Plan Cóndor se campeó por toda Sudamérica son sin duda una vergüenza y una mancha en la historia de todos los países involucrados.

La sangre derramada, los desaparecidos, las torturas, las familias rotas, los hijos robados, no dan como para asumir una postura tibia o comprensiva al respecto.

O sea, no hay tales de discursitos sobre la tolerancia y el buen vivir, aquí murió gente, aquí hay algunos que aún no tienen tumbas sobre las que llorar, aquí se rompió un jarrón y roto está. No hay espacio para las corrección política, y mucho menos para la humanización de los verdugos.

Desaparecidos

Por eso, el anuncio de  la filmación de Olvidados  hizo que esperáramos otra cosa, algo similar a lo que menciono arriba, algo equiparable en estatura al título del filme y a lo que evoca.

Desgraciadamente, y para variar, es más la bulla mediática que el resultado, es más la intención que lo que se plasma, es más el alboroto de la alfombra roja que la salida satisfecha de la sala de cine.

Olvidados se queda en un desabrido sancocho de datos picoteados por aquí y por allá con personajes esquemáticos y un mensaje que si somos buenos podemos llamar ingenuo, aunque la palabra que se me viene a golpes y con neón es: tonto.

Y hablo de mensaje porque el cine comunica y comunica siempre, así que pretender que no estés diciendo algo con una cinta que toca un tema tan delicado es absurdo.

La cochabambina Carla Ortiz asume papel de productora y de actriz protagónica y de coguionista de este producto, toma un guión e idea original de Mauricio d´Avis al que le hacen N tratamientos y llama al director mexicano Carlos Bolado para que dirija el rancho.

A estas alturas ya ni dan ganas de saber qué dejaron de la idea original o el papel real de Bolado en la toma de decisiones, como público recibimos lo que recibimos y lo que recibimos fue esto.

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El actor mexicano Damian Alcázar interpreta a Jorge, un general que anda en sus últimos días y que lleva a cuestas un secreto. Ese secreto lo atormenta, porque pobrecito, él- que mató y torturó a harta gente- también tiene su corazoncito y sufre pensando en algunas cosas del pasado. Oh, sí.

Su hijo, que ya hizo su vida en Estados Unidos, es llamado al hogar patrio más o menos para darle el último adiós.

Desde el minuto uno o dos nos bombardean de flashbacks trazando un paralelismo entre el Jorge actual y el Jorge del pasado, entre el viejo atormentado y el sádico milico que obedecía a la dictadura de turno, ese milico que conoció a Lucía.

Carla Ortiz interpreta a la ñoña Lucía, que se encuentra embarazada y que se pasa constantemente la mano sobre la barriga para que el espectador sepa que eso es un bebé y no una hinchazón rarita.

Lucía es pareja de un periodista (interpretado por el portugués Carlotto Cotta) que trabaja para Le Monde, que a su vez es amigo de otros zurdos, que a su vez serán arrestados y torturados por el tal Jorge y sus secuaces.

Uno de los grandes problemas de la película es que subestima al espectador y subraya con marcador fosforescente a los personajes, a los diálogos y a las situaciones. Ejemplo: Las escenas de pareja de Lucía y su marido son empalagosas y cursis al extremo casi casi como una telenovela de Televisa, las escenas de tortura son gráficas y con un tratamiento de color que refuerza la idea de que ahí lo están pasando mal, las escenas de camaradería zurda son acompañadas por Silvio Rodríguez, el Solo le pido a Dios, y los respectivos diálogos donde se sientan las bases pseudo-ideológicas de “ese lado”, no faltan los discursos, las frases hechas sobre «el otro lado» (la derecha), y así. Narrativamente hablando no hay nada que rescatar ya que es un guión plagado de lugares comunes.

El montaje es tan errático y sin rumbo como el argumento, escenas de acción son editadas como aspirando a un thriller hollywoodense, pero a diferencia de otras películas que pueden ser referentes del nicho al que Olvidados apunta aquí se siente cierto tufillo amateur.

Como ya dije, queda una especie de sancocho en el que metieron los ingredientes que dicta la receta pero no supieron bien cómo cocinarlos, dejándonos un platillo en el que toda la película se antoja a un telefilme de baja factura o al episodio de una telenovela donde las actuaciones también tienen el molesto marcador fosforescente.

La violencia o lo gráfico de la violencia están tan mal usados que ni siquiera generan una conciencia real del horror. Al tratar la trama de una manera tan superficial, llegás a las escenas de torturas y algunas risas apagadas se escuchan en medio del público.

Centrándonos en lo rescatable, podemos mencionar que no se ve tan chota como las películas bolivianas que han salido en los últimos años, que además se trata de una mega producción, que supuso un reto a nivel arte, vestuario, y cosas así, que muchos bolivianos participaron, que artistas conocidos del extranjero se sumaron al proyecto, que las empresas se pusieron con el auspicio, que fue una de las mejores alfombras rojas (¡!) que he visto, pero todo eso suena a palmadita en la espalda. Nuestro cine ya debe aspirar a salir del premio al esfuerzo, y a mí como público me da cosita resaltar elementos que en películas de otros países ya están dados por sentado.

Por eso es que es tan importante el guión, la historia, y en este caso doblemente importante al tocar una temática sensible y que conlleva responsabilidades en su manejo. Si hacés una campaña en que mencionás frases de Luis Espinal para promocionar la película, me parece que la velada disculpa a los militares está un poco de más. Esto decía Carla Ortiz en una nota antes de la premier:

«Señores del Ejército, los admiro mucho y valoro su trabajo; en mi filme muestro un periodo de la historia donde lamentablemente parte de los protagonistas fueron militares»

Si Olvidados fuera lo que su título promete, si Olvidados fuera lo que los olvidados y las familias de los olvidados merecen, sería la excusa perfecta para exigir fuerte y claro que se diga dónde están los desaparecidos, dónde botaron a esa gente que ahora es usada para publicitar la película, sería un motivo para que en lugar de disculparse con los militares por “cómo se ven en la película” se exija más bien una disculpa pública por las muertes, por las torturas, por el oscuro papel de las Fuerzas Armadas antes y hoy, porque hoy tampoco hay memoria, tampoco hay un mapita que nos diga dónde recoger a nuestros muertos.

Por ahí la explicación está en lo que Ortiz dijo sobre las intenciones del filme:

“ …es una película que pretende hacer una  fotografía de ese periodo histórico. No pretendemos tomar una posición, simplemente contar lo que pasó en nuestros países” ,

En una premier llena de brillos y lentejuelas, entre agradecimientos y felicitaciones, alguien vaticinaba que Olvidados marcaría un antes y un después del cine boliviano. Al salir a la calle y caminar bajo el manto de la noche cruceña, me quedó la reflexión de que sí, sí tuvo la oportunidad de marcar un antes y un después en el cine boliviano, la tuvo en su temática, en su presupuesto, en sus recursos, pero sencillamente no alcanzó. No alcanzó para tomársela en serio ni como película que no asume posición (como si fuera posible no asumir posición en algo así), ni como cine denuncia, ni siquiera como película comercial que solo aspira a entretener usando un tema duro.

Con Olvidados no pasa nada.

La fotografía que tomaron de ese periodo histórico es una polaroid ajada y fuera de foco, sin otro uso que el de adornar las páginas socialeras y de espectáculos.

Lo mejor: que hay cosas que no se pueden dejar en el olvido

Lo peor: incoherente en su trama, en lo que se dice en la prensa, en lo que pretende y en lo que es. También la humanización del general, esos personajillos tienen un perfil absolutamente carente de remordimientos, son similares al sicario Popeye de Pablo Escóbar.

La escena: el discursito pro tolerancia del personaje Lucía, rozando un razonamiento infantil

Lo más falsete: muchas cosas, pero por resaltar algo la secuencia de Jorge Ortiz no tiene asidero alguno.

El mensaje manifiesto: El cine nacional está en coma

El mensaje latente: No se puede quedar bien con Dios y con el diablo

El consejo: igual vela, alguna conclusión sacarás

El personaje entrañable: los olvidados

El personaje emputante: los verdugos

El agradecimiento: solo por lo que evoca con el título y la temática

DOCUMENTAL: The Gatekeepers

LA BANALIDAD DEL MAL

Mientras los muertos siguen sumando en Gaza, los bombardeos se convierten en espectáculo y los motivos se debaten ferozmente entre bandos a favor de Palestina o Israel, se me vino a la mente este gran documental llamado The Gatekeepers.

Porque para hablar del conflicto palestino-israelí no bastan las fotos, los vídeos que llegan de las cadenas televisivas o esa idea triste y desoladora al ver tanta miseria humana que si Dios existe definitivamente no está en Gaza, no.

Quizás lo más sensato sería escuchar a quienes son parte del master-puppet, a quienes son los hilos que manejan un lado del conflicto: Los líderes del servicio de inteligencia israelí que se encargan de controlar Cisjordania o Gaza y hacerle frente al terrorismo. En este caso 6 jefes del Shabak (Shin Bet) ya retirados son entrevistados por primera vez para este documental del director (también israelí) Dror Moreh.

Voy a relatar muy detalladamente todo lo que el documental narra, aunque al final de la reseña pondré el link para ver el video online. Quien quiera, puede pasarse directo al video.

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En los primeros minutos del documental, Yuval Diskin (director del Shin Bet del 2005 al 2011) lanza frases que revelan un poco la posición que asume Israel ante el tema palestino:

«Como líder del Shin Bet aprendes que los políticos prefieren opciones binarias. No les gusta tener tres o cuatro opciones. Solo quieren que les digas 0 o 1. Hazlo o no lo hagas. Como el jefe, me encuentro en situaciones que no son blancas o negras, sino que tienen tonos de grises»

Y acto seguido habla sobre la capacidad de tomar decisiones que conllevan daños colaterales (muerte de inocentes) que a los ojos de sus jefes inmediatos son menores si se resuelve el objetivo principal (eliminar a un terrorista).

Tomar una decisión generalmente es actuar y Diskin sabe que es su trabajo, pero una vocecita interior le dice:

“Hay algo antinatural en todo esto. Lo antinatural es tener el poder para elegir a tres personas terroristas y quitarles la vida en un instante”

Eso es The Gatekeepers, las reflexiones de la élite de inteligencia israelí sobre hechos que marcan la historia de un conflicto cuya resolución se ve cada vez más lejana.

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Posterior a esa brillante introducción se hace un repaso a lo sucedido después de la Guerra de los seis días, y a cómo 1.000.000 de palestinos quedaron bajo el control militar de Israel.

Avraham Shalon dirá que después de ese “triunfo” se quedaron sin enemigo, la lucha antiterrorista estaba en pañales, los terroristas surgen de entre el territorio conquistado. No hay que olvidar que Hamas empieza a operar como tal en 1987 mientras se desarrollaba la primera Intifada que el Shin Bet no vio venir a pesar de tener desplegado un complejo sistema de información y espionaje.

Intifada en árabe significa levantamiento, y es el levantamiento que los palestinos espontáneamente llevaron a cabo contra Israel.

Volviendo a Hamas, aunque se hace visible como movimiento en 1987, se encontraba operando de manera amateur desde muchos años antes, de hecho el Shin Bet no los veía como amenaza ya que su mayor preocupación era Al-Fatah.

Cuando los terroristas comienzan a cobrar protagonismo Shalom declara:

“Diciéndolo cínicamente, por suerte para nosotros el terrorismo aumentó. Teníamos más trabajo»

Avraham Shalom es el líder del Shin Bet en los años 80s y además fue uno de los más temidos.

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Shalom pasó a los anaqueles de la historia por un indignante incidente: En 1984 un autobús fue secuestrado por palestinos en Tel Avi. El autobús tenía 41 pasajeros. Luego de la crisis de rehenes, existen fotos de dos de los secuestradores vivos siendo escoltados por la seguridad israelí. Ambos hombres morirían apaleados en un poco esclarecido suceso que Shalom dijo desconocer, según el líder del Shin Bet fueron soldados del Ejército quienes molieron a palos a los prisioneros y cuando él se vio con esos dos terroristas con los huesos rotos, dio la orden de que “terminen el trabajo”, así evitaba juicios y las repercusiones que traería apalear a los detenidos.

Shalom era conocido por ser un matón y por contar con carta blanca para tomar decisiones de ese tipo. El líder presentó su renuncia por el hecho conocido como el affair del Bus 300 y en el documental expresa su descontento con las altas esferas políticas israelíes que le dieron la espalda cuando las papas quemaron.

«Ya no me tomo en serio a los políticos, abandonan a los soldados heridos»

Al ser consultado sobre el conflicto moral que supone asesinar a dos prisioneros, Shalom no tiene sombra de duda:

«Al luchar contra el terrorismo, olvídese de la moral»

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Y sí, la moral es algo que se pierde en la guerra y en conflictos territoriales, étnicos o religiosos.

Después del incidente del Bus 300, el Shin bet tomó medidas para que supuestamente no se les vaya la mano y no se salgan del marco de la legalidad, pero en realidad el objetivo era sencillamente acallar el descontento de la opinión pública y la mala imagen proyectada.

Otro de los aspectos que se tocan es cómo el servicio de inteligencia tenía que controlar las comunidades de las zonas de conflicto. Para eso contactaban informantes, torturaban prisioneros y conseguían que palestinos cooperen con ellos de distintas formas. El trasfondo de lo que supone que un palestino traicione a su pueblo, a sus amigos y hasta a su familia es reflexionado más no ahondado.

En 1993 se iniciarían los acuerdos de Oslo, e Isaak Rabin se alzaría como uno de los interesados en consolidar la paz entre palestinos e israelitas. Yaakov Peri, líder del Shin bet de 1988 a  1994, relata que en ese momento se dieron cuenta de la honda fractura que años de conflicto dejó en Israel.

De pronto, agentes del Shin Bet tenían que sentarse a conversar con personas a las que habían encarcelado desde los 16 años, o con personajes a los que no hace mucho estaban dando caza. Lo mismo sucedía desde el lado palestino. A los ojos del palestino, los asesinos, los monstruos eran esos israelíes a los que ahora estrechaban las manos en reuniones pro cese al fuego.

La extrema derecha del país vio a Rabin como un traidor, el control de territorios palestinos fue cedido a las poblaciones civiles y las intervenciones de los agentes secretos se redujeron al mínimo, los atentados de Hamas y operaciones bandera falsa surgidas de los extremistas judíos montaron el escenario perfecto para el asesinato de Rabin.

El documental narra esos momentos en que el curso de la historia cambió.

Carmi Gilllon líder del Shin Bet desde 1994 hasta 1996 da detalles de cómo líderes de prestigiosas comunidades israelitas se opusieron al proceso de paz y a los Acuerdos de Oslo promovidos por Rabin. Lo peor era que esta gente tenía acceso al parlamento y a muchas esferas de poder para seguir actuando impunemente.

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El Shin bet desactivó un atentado que planeaba la muerte de 250 palestinos con bombas en buses específicos, los líderes del atentado fueron capturados y al ser importantes miembros de comunidades judías recibieron un juicio que luego quedó en nada, todos salieron libres y declarando a quien quisiera preguntarles que ellos continuarían su lucha contra los musulmanes. Los colonos tenían una sensación de poderío producto de años de asentamientos ilegales a los que se les hizo vista gorda.

Una de las obsesiones de los extremistas era destruir La Cúpula de la Roca, un lugar sagrado para el Islam y que está junto al Templo de Jerusalén. La destrucción de dicho santuario hubiera tenido repercusiones incalculables en la escalda de odio-terror entre ambos bandos. Gillon dice que consiguieron neutralizar el hecho, que las listas de los servicios de inteligencia con los nombres de los posibles terroristas crecían día a día, pero aún así no pudieron prever que el joven Yigal Amir dispararía sobre Isaak Rabin y lo asesinaría.

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La extrema derecha consiguió lo que quería y sus letreros que colgaban en las manifestaciones : «La paz nos está matando», ya no fueron necesarios. Con Rabin muerto los ex-líderes del Shin Bet reconocen que no había otro interesado en mantener el diálogo ni el proceso de paz. Yaakov Peri lo definió muy bien:

«No había fe, ni en los palestinos, ni en Israel».

En el funeral de Rabin, el letrero que ahora se veía colgar en un simpatizante rezaba: «Estoy avergonzado”, una muestra más de la polarización que vive el pueblo de Israel al margen de sus conflictos con Palestina o cualquiera de sus vecinos.

Ami Ayalon entraría como líder del Shin Bet luego de que Gillon renunciara al fallar en la seguridad del Primer Ministro Rabin. Ayalon cuenta que su trabajo fue rehabilitar a la organización y conseguir la cooperación de los palestinos en la lucha contra los atentados de ambos lados. Coordinación de inteligencia, cuenta.

Al calor de la segunda Intifada, Ami se reuniría en Londres con Iyad Saraj, un reconocido psiquiatra palestino. La charla hizo que Ami después de 50 años entendiera lo que significaba el desangramiento de ambos bandos y, sobre todo, el fenómeno de los atentados suicidas. El palestino le dijo: “Nuestra victoria es verlos sufrir”

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Cuando las cosas estaban en una tensa calma, el Shin Bet toma la decisión de asesinar a Yahya Ayyash, el principal fabricante de bombas de Hamas conocido por su pericia como “el ingeniero”. Fue el hombre más buscado por Israel durante años, hasta que finalmente dieron con él, y además consiguieron convencer a una persona cercana a traicionarlo y darle un teléfono celular con explosivos que más tarde causaron su muerte.

100.000 palestinos asistieron a su funeral, y la escalada de violencia se intensificó. Los ex-líderes del Shin Bet ven esa muerte como una victoria y como algo necesario. “Una operación limpia y eficaz”. No importa la escala de violencia posterior, si no mataban a Ayyash este continuaría fabricando bombas que matarían a israelíes en el futuro. Esa es la línea de pensamiento. Es casi una muerte a control remoto por defensa propia, insinúan.

Finalmente, hablan sobre la bomba de una tonelada que dejaron caer en una casa del centro de Gaza y que mató a muchos inocentes. Los inocentes, nuevamente, son para ellos daños colaterales. No importa lo que diga el mundo, ellos intentaron que la operación sea “limpia y eficaz”, solo que les pasaron mal la información y tuvieran unas bajas no previstas. Gajes del oficio, asumen.

Shalom, que al principio del documental nos parece todo un Maquiavelo, acota que no, que en USA eso se llama overkill, matar de más sin necesidad, que lanzar una bomba de una tonelada en un barrio donde morirán niños por eliminar al terrorista más buscado por Israel es inmoral, militarmente ineficaz y claro que inhumano.

Es Ami Ayalon quien nos habla de “la banalidad del mal”, cuando 200 o 300 personas mueren por algo que se llama asesinato selectivo (quiero matar a un crispín pero ese crispín se refugia en una casa al lado de un hospital o de una escuela), ese proceso se convierte en una serie de pasos en cadena donde cada vez te preguntás menos dónde parar. Los límites se borran. No es malo porque desde tu perspectiva es necesario. No es malo porque desde tu perspectiva te defiendes. No es malo porque desde tu perspectiva estás preservando a lo que considerás tu gente, tus creencias, tu life style.

Avi Dichter, ex-líder del Shin Bet (2000-2005) ilustra bien este  concepto de la banalidad del mal cuando relata que el día más duro de su vida como jefe del servicio secreto fue el 6 de septiembre del 2003, ese día el Estado de Israel tuvo la oportunidad de deshacerse de un gran número de terroristas. Ese día pudieron matar a la creme de la creme de los supuestos terroristas palestinos. La cúpula del Hamas se reunió en un edificio como nunca lo ha hecho. Entre 10 a 12 de los hombres más perseguidos por Israel juntos, juntitos y el Shin Bet sabía cuándo, cómo y dónde.  En esa ocasión el Ejército se opuso por los daños colaterales, “solo” permitieron una pequeña bomba que consiguió dañar al edificio pero no dar muerte a ninguno de los objetivos. La decepción de Dichter es palpable, y califica la acción como una mala decisión y un error, esa bomba debió caer con toda su fuerza y asumir los daños colaterales (cientos de muertes de civiles inocentes).

Encima Dichter tiene la posición ingenua de que el terrorismo es algo que se puede eliminar descabezando a los líderes de las agrupaciones, como si detrás de cada fabricante de bombas no haya otro listo a suplantarlo, o detrás de un estratega de atentados o de un suicida no existan dos o tres más en la línea para tomar sus lugares, como si lo que sucede en el medio oriente no llevara décadas, generaciones de familias que siguen pasando con ese odio y resentimiento que la muerte no aplaca.

Captura de pantalla 2014-07-15 a la(s) 18.24.52Ayalon parece el más sensato al afirmar que la eliminación del Jeque Yassin no volvió más moderada a Hamas y que el acabar con distintos líderes palestinos no ha mejorado la seguridad en Israel tampoco. Matar al que aprieta el gatillo es ineficaz, afirma, y si quieren eliminar a quien implanta la ideología se toparán con el juicio internacional y las leyes del hombre. Ayalon retrocede a su infancia y a cómo pensaba que en Jerusalen había un hombre en un edificio, al fondo de un pasillo, detrás de una puerta que pensaba en su bienestar y que una vez creció y conoció el edificio, recorrió el pasillo no encontró ninguna puerta, ni al hombre que veneraba en su infancia, se dio cuenta que ese hombre no existía y no había nadie que piense en él.

The Gatekeepers dura apenas 96 minutos, pero en su comprimida duración relata eventos determinantes en el conflicto palestino-israelí en los últimos 50 años. Por si fuera poco, el director consigue condensar los relatos y armar los testimonios de manera efectiva con una estética notable a la hora de dramatizar eventos pasados.

Luego de toda la debacle y la vuelta a cero que supuso el asesinato de Rabin, Hamas siguió creciendo, los judíos extremistas también, y los mismos líderes de la agencia de inteligencia que comanda y dirige todas las operaciones de campo aceptan que hay una correlación de hechos entre uno y otro bando. Es un toma y dame, un ojo por ojo que no termina nunca.

Dichter al que no le temblaría el pulso para mandar una bomba de una tonelada a una zona civil con tal de liquidar a 12 personas, afirma que no se puede lograr la paz por medios militares, sino que todo se basará en confianza. Gillon también comparte que Israel no puede darse le lujo de no hablar con sus enemigos. Shalom afirma que no hay alternativa al diálogo. Solo se puede y se debe dialogar. Dice:

“Yo no te quiero ver comiendo cristal, ni tú quieres verme bebiendo gasolina»

Ya casi para cerrar el documental, el director le cita a Diskin al brillante filósofo Yeshayahou Leibowitz, un crítico de la ocupación, que luego de la Guerra de los Seis Días, escribió:

«»un estado que gobierna una población hostil de millones de extranjeros (la población palestina de la época) se convertirá inevitablemente un estado policial con todo lo que eso implica para la educación, la libertad de expresión y las instituciones democráticas. La administración tendrá que someter a la insurgencia árabe por un lado y pagar a colaboradores árabes por otro. Hay muchas razones para temer que el ejército israelí se transformará en un ejército de ocupación, degenerará y sus comandantes se convertirán en gobernadores militares como ocurre en otros países»

Yuval Diskin se muestra completamente de acuerdo con cada palabra.

Algo que rompe el corazón de alguna manera es cuando Gillon dice:

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Y habla sobre el papel que juegan los casi adolescentes soldados del ejército israelí, que llevan unos pocos meses de entrenamiento y que en sus manos tienen el poder de decidir si abusan o no de un palestino, si lo dejan tranquilo o no, si lo registran o no.

El mismo Shalom, ese que dio la orden de asesinar a dos prisioneros, cuestiona que el servicio militar cambia la mentalidad de todo un pueblo, y que por una parte este ejército que sirve a Israel, también es una fuerza de ocupación muy similar a la Alemana en la Segunda Guerra Mundial.

“Nos hemos vuelto…me duele mucho decirlo…nos hemos vuelto crueles»

 

Mónica Heinrich V. 

Para ver y descargar: http://www.teledocumentales.com/the-gatekeepers/

 Lo mejor: Informativo

Lo peor: algunas preguntas no se hicieron o se dejaron pasar, como la posibilidad de una conspiración del Shin Bet para asesinar a Rabin y otros eventos turbios en la organización que comandaron esos hombres.

La escena: Cuando Shalom dice que se han vuelto crueles y cuando Ami dice que han perdido la guerra

Lo más falsete:

El mensaje manifiesto: No hay victoria alguna

El mensaje latente: Ni siquiera hay victoria en el sufrimiento

El consejo: un documental necesario

El personaje entrañable: la paz, tan esquiva y abusada

El personaje emputante: lo cruel

El agradecimiento: que un director israelí consiga estos testimonios y los haga públicos

 

TRES: Películas con/por/para mamá

Para no desentonar, una lista de 3 películas maternales. No necesariamente cursis, no necesariamente ñoñas, no necesariamente con el retrato de una madre perfecta. Porque sí, porque madres hay de todo tipo, así como hijos (buenos hijos, malos hijos, hijos de Pooh).

Esto estará lleno de spoilers, como tiene que ser en un día donde lo evidente se transforma en estridencia.

1) Mother / Madeo (Corea)

Muchos creen que Memories of a murder es la mejor película de Bong Joon-ho, pero para mí, a pesar de las huevadas que le podás pillar, Mother tiene un je ne sais qua, un alguito que la hace recomendable a morir.

Con ese estilacho tan único y precioso que tienen los coreanos, Bong Joon-Ho nos cuenta la desgarradora historia de una madre y lo que su amor de madre la lleva a hacer.

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Doña Hye-ia crío en soledad a su único hijo Do-Joon.

El muchacho, ahora de 27 años, pareciera que tiene un leve retraso mental. Todavía se comporta como un niño y depende enteramente de la señora que, abnegada, no puede ver en él maldad alguna.

Un día, una adolescente es asesinada en la zona y de pronto, el horror del crimen se mezcla con la sorpresa y el estupor al descubrir que todas las evidencias apuntan a Do-Joon.

¿Será posible que ese niño que ella aún ve y sabe que siempre será vulnerable ante el mundo pudo cometer tan terrible crimen?

La madre removerá cielo y tierra para probar la inocencia de su hijo.

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El drama familiar se verá matizado con una investigación criminal a dos puntas, la que lleva la policía y la que seguirá la madre.

Mientras la película se desarrolla vos te encontrás sufriendo permanentemente con esta señora y preocupándote porque te das cuenta que el camino amarillo no conducirá a Ciudad Esmeralda.

La presunción de inocencia o culpabilidad del chico se maneja muy bien por Bong Jooh Ho que es uno de mis directores favoritos de Corea del Sur. Los tiempos están muy bien pensados, los climas súper trabajados y nunca te despegás de la historia.

El director fue tan pendejo que puso de protagonista a Kim Hye-ja, reconocida actriz coreana que por lo general sale interpretando papeles de madre perfecta.

Con un ritmo trepidante (no es para nada aburrida), mezclando el thriller, el drama y algunos toques de humor muy propios del cine coreano, Mother está filmada con prolijidad y una dirección de fotografía memorable.

Su final es uno de esos finales que no se olvidan nunca, que se quedan en tu memoria como un tatuaje y que fue uno de los mejores finales que vi en mucho tiempo.

De solo recordar ese final, se me eriza la piel.

Una película cuyo lirismo la hace imprescindible.

2) Elena (Rusia)

Esta película me jodió también y se me quedó dando vueltas varios días. Eso solo sucede cuando la película es definitivamente buena, te llega a acompañar en momentos de tu vida sin que te des cuenta. O sea, la evocás involuntariamente.

Del director de El Regreso, el gran Andrei Zvyagintsev, Elena nos cuenta la historia de Elena, una mujer mayor que convive con un hombre mayor también. La relación es bastante asimétrica. Ella viene de un barrio pobre de las afueras de la ciudad y él es un hombre prominente, acaudalado. Incluso al principio de la película se puede interpretar que Elena es su empleada, ya que duermen en cuartos separados y al inicio la vemos prepararse para atender al señor, sin ninguna muestra de afecto o de algo que te diga que tienen una relación de pareja.

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Ambos tienen hijos. Él una hija joven, ella un hijo joven que es alcohólico. Mientras el señor lleva una conflictiva relación con su hija, Elena es una madre abnegada. Su hijo se quedó viviendo en los barrios pobres a los que ella pertenecía, no trabaja, se llenó de hijos y es Elena la que mantiene a todos: Hijo, nuera y nietos.

Lo que te choca de la historia es la mezquindad del señor, que le controla el dinero y que tiene separaciones muy marcadas de hasta dónde Elena puede llegar con los gastos y su posibilidad de ayudar a su único hijo o no. También choca el trato que el hijo dispensa a Elena, la trata de manera muy desconsiderada, machista y malcriada.

El conflicto, sin embargo, surge por otro asunto. El viejo tiene un ataque, es hospitalizado y ahí, al calor de estar a un paso de la muerte, se reconcilia con su hija. Al verse en esa situación tan frágil, el don decide hacer testamento y alegremente le comunica a Elena que le va a dejar todo a su hija.

Aunque sabés que es su plata, y que el señor tiene derecho a dejársela a quien le de la gana, la película te ha mostrado tanto de la miseria en la que vive nuestra protagonista y sus iniquidades, que vos mismo ves como una injusticia lo que va sucediendo.

Ahí es cuando esta madre que ve escaparse la posibilidad de ayudar a su hijo económicamente toma una turbia decisión.

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La turbia decisión es muy turbia.

Cuando llegué a ese punto estaba que me tapaba los ojos de la angustia, y algunas lágrimas furtivas se me cayeron en homenaje a la pérdida de la inocencia y la corrupción del alma ajena.

Elena tiene más lecturas de las que a simple vista parece. Tiene un trasfondo social con una Rusia fragmentada socialmente, y un drama casi dostoievskyano, que te deja una sensación muy rara.

Impecablemente filmada, para apreciar pausadamente, sus 109 minutos fueron de los mejores del año 2011 y tiene, además, otro final memorable.

3) Confessions (Japón)

Imagínense una clase con estudiantes adolescentes, y una profesora que está repartiendo cajitas personales de leche a cada uno para una prueba de producto. Imagínense que los estudiantes se toman la leche y están como todo adolescente, jode que jode, chacota tras chacota, mientras la profesora está en un monólogo aparentemente inofensivo. Imagínense que de pronto la profesora empieza a hablar de su hija que murió recientemente ahogada en la piscina del colegio y dice que ella sabe que fueron estudiantes de esa clase quienes mataron a la pequeña. Imagínense que además, como venganza, introdujo en las cajas de leche de los supuestos adolescentes asesinos el virus del SIDA.

Ahí tenemos los primeros y escalofriantes minutos de Confessions.

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Podríamos pensar que después de semejante introducción lo demás tiene que venir más suave. Pues no. Lo que hace Tetsuya Nakashima es apretar acelerador a fondo y llevarnos por una espiral de violencia psicológica y visual pocas veces vista en una película de estas características.

Con una fotografía impresionante, de esas que solo se pueden admirar con la boca abierta, llena de slows bien aprovechados y de secuencias poderosas, Confessions aborda con singular estilo esta historia de venganza maternal que también es una ácida crítica al castigo que reciben los menores de edad por actos criminales.

Además de la venganza de la madre protagonista y eje central, tendremos al adolescente perturbado, un mass murder obsesionado con la madre que lo abandonó y también al otro adolescente que perpetró el crimen de la omnipresente Mei (la hija de 4 años de la profesora), cuya madre, a su vez, niega la enormidad del crimen y lo justifica.

Personajes oscuros se mueven en pantalla, en una muestra innegable del talento de Nakashima. Director japonés absolutamente extravagante.

Un thriller frío como el más crudo invierno cruceño, apabullante en su belleza visual y traumático en su contenido. Para no dejar de ver.

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Por: Mónica Heinrich V.

CINE: Godzilla

Sí, sí, ya sé. Después de mil lunas henos aquí. Han pasado muchas películas bajo el puente, y claro, esa certeza de que la sala de cine es el mejor lugar del mundo mundial se afianza cada día.

(suspirito)

Pero no siempre, no siempre, mis querubines. Porque de un tiempo a esta parte, la escasez de…bueno, de todo, hace que Hollywood siga sacando remakes al trochis mochis y encima crea que es muy muy divertido lanzar películas donde se destruyen un montón de cosas y no pasa más nada.

Y toca hablar de eso. De ese vacío existencial que queda después de la hecatombe, de ese silencio que te dejan los créditos y de los bostezos que te sacuden en ese lugar sagrado que es la butaca.

Ajá.

Así que luz, cámara, pipocas, acción!

Godzilla o vuelve el perro arrepentido…

Recordemos la digna leyenda de Godzilla, recordemos.

En 1954 tenía sentido agarrar este bicho descomunal y sacudir al espectador que no había visto Titanic, Avatar, Transformer, con los avances y desmanes del coso ese. Sí, ese espectador virgen, puro como Copito de Nieve bajando por los Alpes suizos la pasaba chancho viendo a Godzi arrasar con todo.

Puedo imaginarlo/imaginarme.

Incluso en estas épocas, hace ya unos 10 años, igual llegué a disfrutarla, porque uno la ve con los ojos enternecidos con los que siempre se mira el pasado y piensa “qué pendejos fueron los japoneses”. Claro.

El bicho apareció en 28 películas japonesas desde entonces, hasta que los gringos dijeron “nosotros lo haremos mejor” y lanzaron su vomitiva versión de 1998 donde desperdiciaron a Jean Reno y Matthew Brodderick, entre otras estrellitas estrelladas.

Como cualquier hueco es trinchera, este año regresan por todo lo alto con un remake, donde los nombres de Heisenberg (AKA Bryan Cranston) y Juliette Binoche aparecen garantizando que algo bueno habrá en esta nueva apuesta.

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Error.

Una familia formada por papá Heisenberg, mamá Binoche e hijo único, se encuentra en Japón. Los dones son científicos y trabajan en una planta nuclear que sufre una devastadora experiencia. No voy a decir qué, pero ya se imaginarán. Debido a esa suceso, papá Heisenberg queda traumado y obsesionado con el origen del despelote. SPOILER Reconozcamos que esa escena donde Binoche es hervida en radiación estuvo muy bien lograda FIN DEL SPOILER

Hacemos una elipsis temporal y OH! un japonés (Watanabe) y su asistenta (Sally Hawkings) son llamados para analizar un hallazgo. Dicho hallazgo está ligado íntimamente con el despelote del principio. Los gringos se tomarán su tiempo en juntar el rompecabezas y en actuar a la altura de la circunstancias.

Ahí aparece el hijo de Heisenberg, interpretado por Aaron Jhonson (el de Kick Ass), que como no puede ser de otra manera es soldadito americano. El soldadito americano está casado con el personaje que interpreta Elizabeth Olsen (la talentosa Olsen, no las gemelas) y ya se reprodujo, lo que le pondrá mayor “emoción” a las andanzas de Godzi.

Hay que decir que lo intentaron. Se tomaron la molestia de crear dos familias que al final es una sola y de ponerle carga emotiva a ambas para que uno conecte con la historia y desee que los personajes se salven. Lastimosamente, a pesar de lo muy a pecho que se tomó Bryan Cranston su papel como afligido ser humano (hago énfasis en lo “afligido”), yo deseaba que todos caigan como mosquitos en una apoteósica sinfonía de muerte.

No sé si la culpa es del británico Gareth Edwards, que dirige su primer largometraje de grandes presupuestos con Godzilla y cuyo mayor logro en la vida es Monsters (2010). No sé. Lo que sabemos es que Edwards ha trepado como enredadera después del éxito de Monsters  y que su nombre resuena por ser un especialista en efectos especiales y la creación de mundos alternativos con  bichos incluidos. Por ahí hay que dirigir las cartas con ántrax al guionista, el casi novato Max Borenstein quien tuvo bajo sus deditos el guión y fue incapaz de hilvanar mejor esta historia. Sin embargo, no importa si esto fue por encargo, si el guión era pedorro o no, lo que queda es el resultado global de una visión, la de Edwards y para desgracia suya y nuestra, no pasa nada con Godzilla.

Ni siquiera un tipo como Seamus McGarvery que ya mostró su descomunal talento como director de fotografía en Anna Karenina. We need to talk about Kevin y Atonement, consigue que su hermosa fotografía sea motivo suficiente para verla y disfrutarla.

No.

Después de dos horas y un poquito más, solo tenemos destrucción tras destrucción, con la cadena de decisiones más boludas que se puedan imaginar, súper predecible y con el pobre Watanabe como uno de los personajes más contemplativos desde la presencia de la maceta que salía en la oficina de Bruce Wayne en la primera Batman. En realidad, si contáramos las escenas en que Watanabe y cualquier otro crispín a la redonda se quedaban en primer plano con cara de “por los calzones de Cristo, qué carajos es esto” se nos va la mitad de la película. Para muestra un botón:

La versatilidad de Watanabe
La versatilidad de Watanabe

Además, Edwards parece no decidirse si  hacer algo existencial o agarrar la innoble estela dejada por Michael Bay.

Pone dos bichos más a buscarle boche a Godzi, lo que nos deja claro que los humanos están realmente al pedo. Abusa de los clichés, niños en autobús pegados a las ventanas viendo a los bichos, los bichos surgiendo entre niebla y humo. Sí, que esta película ya la hemos visto un montón de veces!

Siendo justos, igual Godzilla no llega a los niveles de bochorno ofrecidos en Yo, Frankestein, las Transformers y muchas otras recientes, el filme se conforma con ser un blockbuster enano, sin mayo trascendencia que la de un par de escenas.

Mónica Heinrich V.

CURIOSIDADES

– Tuvo un presupuesto de 160 millones de dólares y lleva recaudado alrededor de 194 millones. Segunda parte confirmada.

– Godzilla es el icono más popular de la cultura japonesa del último siglo y continua siendo la figura más representativa del cine japonés. Hay rumores que apuntan a que los estudios Toho pensaron en el monstruo como una representación del miedo que experimentó Japón con el bombardeo atómico de la Segunda Guerra Mundial por parte de EEUU.

– Guillermo del Toro fue otro de los nombres que se barajó para que dirijan Godzilla, pero éste se encontraba filmando Pacific Rim

– Todos los actores principales fueron la primera opción del director Edwards. Incluso Binoche aceptó ese insulso papel luego de que el susodicho le enviara una carta que fue catalogada de “hermosa”. Dedicate a escribir cartas, Edwards.

Lo mejor: la fotografía y ver a Bryan Cranston en pantalla gigante muy convencido de su papel  Lo peor: ver a Bryan Cranston TAN convencido de su papel La escena: la de Binoche cuando se cierra la puerta y la de los soldaditos saltando en paracaídas Lo más falsete: Watanabe con sus caras de asombro, y la cadena de decisiones que llevan al heroísmo godzilliano El mensaje manifiesto: los gringos no son los asiáticos El mensaje latente: qué pendejos son los asiáticos El consejo: para verla y reflexionar sobre la decaída industria hollywoodense El personaje entrañable: Godzilla, cuandro creés que matará a todos El personaje emputante: Godzilla, cuando deja vivir El agradecimiento: por un buen casting y Seamus.

EN CARTELERA: EL último Elvis, Rush, Non Stop, Yo, Frankestein

Por: Mónica Heinrich

Antes que nada, qué desalentador ver que la cartelera del Cine Center y del CineMark es casi idéntica. Ya hasta tienen el mismo diseño de cartelera online.

O sea, uno se ilusiona, así como cuando nos decían que Papa Noel dejaba regalitos debajo del árbol, o como cuando escuchábamos «y vivieron felices para siempre», y todo para qué, para descubrir que el panzón no existe y que para siempre es mucho tiempo.

Sí, la ilusión, la posibilidad que la paupérrima oferta local de películas tendría un despunte y que CineMark y Cine Center se enredarían en una furia de titanes fue eso: ilusión.

Misma cartelera, mismas huevadas. La diferencia es que en CineMark (por lo menos) a veces podemos optar por versiones subtituladas (que también ofrece el Cine Palace) y en el Cine Center se les ha dau por poner una «exclusiva» cada muerte de un Papa (Pompeia-Metallica 3d).

Pero mejor vayamos a lo que nos atañe, la sagrada y perfecta pantalla gigante:

1) El último Elvis o Ser otro

Carlos Gutiérrez, el doble argentino de Elvis, vive de una manera desoladora. Su admiración, obsesión por el personaje que imita se convirtió en la catarsis de una existencia que sin Elvis no tiene sentido, rumbo.

Parábola de la soledad, El último Elvis golpea y conmueve en ese retrato de la necesidad de trascendencia de una vida menor y cómo un ser humano se rompe.

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El Elvis gaucho se acerca peligrosamente a la edad en que el verdadero Elvis murió. Su hija Lisa Marie, a quien él relaciona directamente con la verdadera Lisa Marie, queda a su cuidado luego de un accidente de su ex pareja.

La película parece encaminarse hacia una dirección, pero el delirio la llevará hacia otro.

Armando Bo, el director del filme, recrea la debacle emocional de Carlos-Elvis con un humor tierno y triste, disfrazando su oscuridad de rutina.

Por momentos graciosa, por momentos patética, por momentos dura, en su último plano, en su casi poético cierre, el vacío de Carlos-Elvis te inunda en la butaca.

En lo formal, el minimalismo estético y narrativo hace de esta ópera prima un gran debut. En el contenido, nos muestra a un director capaz de contar una historia densa sin perder nunca la humanidad del relato.

Un director capaz de encontrar en su protagonista, John McInerny, la inspiración perfecta para la pantalla gigante.

Bo tuvo oro en sus manos y le sacó todo el partido posible.

Con un guión del mismo Bo en colaboración con su primo Nicolás Giacobone (guionista de Biutiful), al salir del cine alguna lágrima furtiva se derrama en homenaje al homenaje de Carlos-Elvis.

Nada.

The show must go on.

Lo mejor: un gran guión, muy bien filmado Lo peor: oscuro como agua de pozo La escena: el final Lo más falsete: …. El mensaje manifiesto: todos queremos brillar El mensaje latente: No todos lo conseguirán El consejo: gran película, gran debut, para verla como sea. Se proyecta en la sala del CBA  El personaje entrañable: Carlos y Elvis El personaje emputante: la angustia El agradecimiento: por contarla como la contó.

CURIOSIDADES

Armando Bo tiene 35 años,  productora propia y más de 120 publicidades filmadas.

Se filmó en 45 días

Bo se encuentra escribiendo un guión para González Iñárritu que produjo El último Elvis.

En la vida real John Mc Inerny es imitador de Elvis.

2) RUSH o Niki Lauda la rompe:

Hemos tenido nuestros desencuentros con Ron Howard, en mi imaginario lo tenía como a un pobre tipo aburrido, sin chiste, de talento limitado, uno de los arrimados de Hollywood.

Su ligera y edulcorada versión de Nash en Beautiful Mind, la descafeinada El Código Da Vinci, me confirmaron esa idea y allá en ese pozo al que arrojo a los directores que me emputan, estaba él: Ron Howard. Ni su drama histórico Frost/Nixon me convenció para sacarlo de ahí.

Eso hasta que vi Rush (Pasión y Gloria).

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Y no es que Rush sea perfecta, no. No es perfecta, pero funciona y funciona muy bien.

No me voy a pajear con el tema de los spoilers, porque muchos ya conocemos la historia real, así que el que no sepa quiénes carajos son los del póster tenga claro que no habrá aviso de spoiler.

La película aborda en paralelo las vidas de James Hunt (Chris Hemsworth) y Niki Lauda (Daniel Bruhl).

Ambos corredores de Fórmula 1, ambos campeones del mundo, ambos rivales dentro y fuera de la pista.

Con el recurso de la voz en off, Howard narra los inicios de Lauda y de Hunt como corredores de Fórmula 1, la primera vez que se topan en una carrera, y la cadena de sucesos que los mantendrían lado a lado, cabeza con cabeza, convirtiendo su rivalidad en leyenda, rivalidad que es el eje central del filme.

El guión de Peter Morgan tiene la capacidad de dibujar a estos personajes (Lauda/Hunt) y que el espectador se conecte rápidamente a sus historias para luego dar paso a las vertiginosas carreras y los tejemanejes de la competencia automovilística.

Los puteríos de Hunt, la sabiduría de Lauda, la actitud de Diva de ambos, el narcisismo galopante, el carisma de uno, la antipatía del otro, se mezclan en un solvente cóctel de emociones.

El ganador del Oscar: Anthony Dod Mantle, habitual colaborador de Lars Von Trier y de Danny Boyle, es el encargado de la fotografía, apartado que brilla por sí solo y que hace que Rush eleve su categoría de un simple telefilm a una buena película. Hans Zimmer acompaña con su música la historia, aunque no es memorable cumple con “ambientar” y redondear los climas deseados.

La actuación de Daniel Bruhl como el polémico Lauda es perfecta, es como ver a Lauda en carne y hueso, con todo y su carita de rata. Chris Hemsworth, a quien tenemos situado como el blondo y algo boludo Thor, deja el martillo y demuestra que sabe actuar. Físicamente es benévolo con James Hunt, quien a pesar de ser un rompecorazones era un alemanote algo desabrido.

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Suzie (esposa de Hunt, interpretada por Olivia Wilde) y sus piruetas con Richard Burton, condimentan la escena lo suficiente para que al salir del cine te den ganas de llegar a tu casa a googlear a todo mundo.

Ajá. El morbo de ver lo que el tiempo y la no ficción hizo con ellos.

Si la vida es una carrera, Lauda con su accidente, su transplante, su divorcio, su nuevo matrimonio y sus bien vividos 65 años es una muestra del saber llegar, de quemar el asfalto. Hunt,  por su parte, es de los que se quedó a medio camino, como tantos, como muchos.

Rush, simplemente, nos da un fugaz y efectivo vistazo a eso.

Lo mejor: entretenida e interesante Lo peor: a ratos redunda mucho o machaca en escenas que expliquen la “honda” rivalidad de los personajes La escena: el accidente que desfiguró a Lauda está muy bien contado, y la carrera final también Lo más falsete: los flashbacks de la carrera de Lauda, feito, típico del Howard del pozo El mensaje manifiesto: no gana quien llega sino quien sabe llegar El mensaje latente: Niki Lauda solo hay uno El consejo: Vela, es entretenida y está bien hecha El personaje entrañable: ambos dos, cada uno en su estilo El personaje emputante: ambos dos, cada uno en su estilo El agradecimiento: porque al fin veo algo de Howard que me gusta.

CURIOSIDADES

Daniel Brühl y Chris Hemsworth no se les permitió manejar un auto de Formula 1, por lo que tuvieron que usar de Formula 3 con tuneado como de Formula 1.

Daniel tuvo que usar implantes dentales para simular la dentadura de Niki.

Niki Lauda dijo que la película era aproximada, pero que se habían tomado muchas libertades respecto a la rivalidad entre Lauda y Hunt.

Chris Hemsworth audicionó para el rol de James Hunt mientras filmaba Los Vengadores. Howard quedó tan impresionado con él, que inmediatamente lo aprobó y firmó contrato. Hemsworth tuvo que perder 14 kilos de masa muscular que había ganado para su papel de Thor.

El guionista Peter Morgan escribió Rush sin esperar que generaría interés en las grandes ligas de Hollywood, por lo que las escenas eran humildes y de poca producción. Morgan asumía que se haría con muy bajo presupuesto.

Paul Greengrass era el primer director a cargo del proyecto, pero finalmente pusieron a Howard en Rush y a Greengrass en Capitan Philipps. Dedocracia.

Lauda se divorció de su esposa después de 22 años de casados y contrajo nupcias nuevamente con una asistente de vuelo de su compañía aérea que es 30 años menor que él y quien además le donaría el riñón que le salvó la vida.

3) Non Stop o Quiero a Liam Neelson en mi vuelo.-

Pues con el temita del avión desaparecido en Malasia, la película de Liam Neeson, mejor dicho de un HEROICO Liam Neeson, viene como anillo al dedo.

Non Stop o Sin escalas, narra el terror de cualquier crispín que se sube a un vuelo intercontinental: que algo salga mal.

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Neeson interpreta a Bill Marks, sufrido empleado gubernamental que trabaja como policía aéreo (esos dones que pusieron escondidos en los vuelos grandes por si dizque había terroristas sueltos en el rancho)

Pues Bill, como no puede ser de otra manera, es borracho, traumado pero mantiene su espíritu del deber y de responsabilidad civil impoluto como un algodón del campo.

Justo le toca hacer un vuelo de Nueva York a Londres. El hombre anda sin dormir, un poco bebido, o sea todo va como siempre hasta que en su “línea segura” recibe un mensaje de alguien amenazando con matar a un pasajero cada 20 minutos a menos que deposite una millonada de plata a una cuenta.

(Insertar emoticón de Mi pobre angelito cuando grita frente al espejo)

Es curioso cómo los guiones más chotos los escriben a varias manos, en este caso el guión corrió a cargo de John Richardon, Christopher Roach (ambos guionistas de huevadas como Big Brother y series de TV desconocidas) y Ryan Engle, otro fulano con cero currículum.

Lo que indica que simplemente compraron la historia y pusieron a esta santísima trinidad a trabajar, demostrándonos porqué no han tenido mejor suerte en la industria.

Nuestro nunca bien ponderado Jaume Collet-Serra agarra este guión chabacano y con más colgandijos que un ekeko, y lo hace mirable, digerible a pesar de toda la estupidez reinante.

El director barcelonés, responsable de cositas aceptables como La Casa de Cera y La Huérfana, no acusa recibo de semejante despropósito y se toma en serio hasta las escenas más disparatadas, haciendo que sea imposible cagarse de risa del ridículo. Porque sí, porque tenés 146 pasajeros y tus protagónicos son estereotipados y fofos. Porque lanzás discursito conciliador y ponés a un tipo con rasgos del medio oriente en papel conciliador y a PESAR de eso no nos salimos de la sala.

Claro que contribuye una muy linda fotografía del también español Fabio Labiano, que sabe dónde poner la cámara en el momento justo y sacarle partido a la presencia de Liam Neeson, de quien me queda claro que SPOILER podrá rescatar a su hija, a mi hija, y a la hija de cualquiera, y que además se subirá a un avión y me llevará a buen recaudo aunque este borracho, traumado, sin motivación para vivir y pase por encima del mismísimo triángulo de las Bermudas SPOILER

Julianne Moore como Jen Summers, compañera de asiento de Bill, Michelle Dockery como la asistente de vuelo Nancy y Lupita N´yongo como…hmmm la azafata que a veces abraza a un pasajero o la azafata que pone cara de susto o la azafata que apapacha a Nancy, o la azafata que…bueno, ellos completan el aterrorizado casting.

No, nadie se va a llevar un Oscar, ni una nominación a un Oscar, ni siquiera un Eduardo Abaroa, pero SPOILER al final del día sabremos que el sistema funciona, que los Estados Unidos de Norteamérica funcionan, que no importa las anomalías que generen, estaremos seguros y tibios en nuestras camas a pesar de cualquier amenaza, porque los héroes de la patria darán su vida no solo por Estados Unidos, sino por el mundo, por nosotros (suspirito) FIN DEL SPOILER

Lo mejor: no es aburrida Lo peor: disparatada hasta el bochorno La escena: cuando Lupita N´yongo…ahhh no, ella está de florero. La escena sería cuando se descubre todo, pero por lo ridículo Lo más falsete: cuando se descubre todo, por lo ridículo El mensaje manifiesto: el sistema funciona El mensaje latente: vivan los héroes de la patria El consejo: para verla en una tarde de indigestión y fiebre El personaje entrañable: la cinta azul El personaje emputante: el avión, ya quería que se desplome o explote en mil pedazos El agradecimiento: porque Neeson y Collet-Serra la hacen mirable, decepcionantemente mirable.

CURIOSIDADES

Cerca de 200 extras hicieron casting y permanecieron durante todo el rodaje.

Se filmó de noviembre a diciembre del 2012

Tuvo un presupuesto de 50 millones de dólares y ya ha recaudado más de 140.

Dura 106 minutos

4) Yo, Frankestein o ¿Por qué le hacen eso a Harvey Dent?

Mi amiga Mary Shelley debe estar pateando su cajón.

Lo que Hollywood ha hecho con el legendario Frankestein es una chacota. Todo está mal en esta película pipoquera que no tiene aspiración alguna más allá de quemar minutos en pantalla y recaudar algunos quintos.

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Un don llamado Stuart Beattie, a quien acabo de arrojar a mi pozo de directores emputantes, es el director de ESTO.

Una desangeladísima versión del clásico, con personajes monodimensionales, carentes de carisma y del más prosaico sentido común.

Es como un cadáver en descomposición, y eso que tienen la fórmula para resucitar muertos, pero no. No va a suceder. La huevada apesta y apesta mucho.

El pobre Aaron Eckhart interpreta a ADAM, nombre original que le dan a Frankestein en la novela. Adam es creación del Dr. Frankestein, quien lo crea arrejuntando pedazos de cuerpos. En una situación muy estúpida, SPOILER Adam asesina a la mujer de Frankestein y el crispín querrá eliminarlo de la faz de la tierra. Obviamente, al final el Dr. estira la pata y Frankestein vaga por el mundo bajo la mirada atenta de las gárgolas y de los demonios FIN DEL SPOILER

El malo maloso es el Príncipe Naberius (Bill Nighy) que quiere apropiarse de la fórmula para resucitar a los muertos.

No hay mucho qué decir. Un pésimo, pésimo guión, lastimoso y patético, a cargo del mismo Beattie y de Kevin Grevioux (guionista de la saga Underworld).

El 3D es absolutamente gratuito, la fotografía no tiene nada interesante, los efectos son hasta por ahí, y las actuaciones son cumplidoras. Es como si los mismos actores tuvieran cero entusiasmo por sus personajes.

Es de esas películas que si no te diera flojera levantarte y marcharte, te levantás y te marchás.

No sabés cómo Aaron Eckhart que hizo de Harvey Dent y y tiene películas tan interesantes como Rabbit Hole, accedió a participar en esta baratija.

Yo, Frankestein tranquilamente pudo llamarse Yo, Estúpido.

Una oda a la lobotomía.

Lo mejor: que termina Lo peor: que está feita en demasiados niveles La escena: los créditos finales Lo más falsete: todo lo que antecede a los créditos finales El mensaje manifiesto: hay plata para hacer huevadas El mensaje latente: hay plata que pudo tener mejor destino El consejo: para verla solo, solo si te invitan o te regalan el DVD pirata El personaje entrañable: todos los personajes que mueren El personaje emputante: todos los personajes que viven El agradecimiento: porque dura poco y cuando acaba seguís vivo.

SOUNDTRACK: Bon Iver: The wolves (Act I & II)

Justin Vernon es el hombre.

Si se lee con atención la historia de Justin, veremos a un tipo algo inestable, de esos que tienen sus ataques de excentricidad y se va a vivir 3 meses en una cabaña en Wisconsin alejado del mundo.

Así, tal cual, en 3 meses de aislamiento, viviendo en una cabaña en Wisconsin, fue que creó su agrupación Bon Iver y que además compuso los temas de su primer disco.

Las razones de tanta “nostalgia” y “dolor” en este debut obedecen a un rompimiento amoroso, al abandono de su anterior banda y a una enfermedad jodida (mononucleosis hepática).

Sería el nacimiento de For Emma, Forever Ago. Considerado como uno de los mejores discos de “breakup” (ruptura) del momento. Era el año 2007.

Su tema The Wolves (Act I & II) es el que cinematográficamente conquistó muchos corazones.

De rouille et d’os (Rust and bones-De óxido y de hueso)

Jacques Audiard, el director de ese gran filme que es El Profeta, regresó el 2012 con este drama de personajes rotos, dañados por la vida.

La maravillosa Marion Cotillard interpreta Stephanie, una domadora de orcas que sufre un grave accidente. Ali (Matthias Schoenaerts), por su parte, tiene que adaptarse a la nueva tarea de ser padre de un niño de cinco años que apenas conoce. Labor para la que no está preparado.

Ali y Stephanie se unen en esta historia triste, desoladora, con una primera parte prolija que atrapa con grandes escenas y una segunda parte que pudo tener mejor suerte, que se desinfla y te deja la sensación de que faltó algo en la mezcla.

Algunos climas te preparan para el final, ese final en el que el francés Audiard no se atreve a darle el tiro de gracia a sus personajes. El cierre conciliador se asoma y aparece Bon Iver. Bon Iver con la voz de un sufriente Justin Vernon susurrando…

«Algún día mi dolor, algún día mi dolor, te marcará”…                                              

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The place beyond the pines (El lugar más allá de los pinos/Cruce de caminos)

Aunque ya había escuchado el tema en De óxido y de hueso, fue en The place beyond the pines que me golpeó, que me humedeció los ojos.

Después de Blue Valentine, esperábamos como el rocío de la mañana la nueva película de Derek Gianfrance. El 2012 volvió y además repitiendo en uno de sus protagónicos a Ryan Gosling.

Este drama se divide en dos partes, la primera que nos cuenta la triste existencia de Luke (Gosling). Un pobre tipo que trabaja como motociclista profesional en el carnaval ambulante “Globe of death” y que tuvo una aventura con Romina (Eva Mendes). Cuando vuelve a la ciudad de Romina, descubre que fruto de esa aventura nació un niño. Luke comienza a fantasear con la ilusión de una familia y se desespera por querer darle al hijo una vida que él nunca tuvo.                                                                                                                                                 image.php

Para eso decide robar un banco, desencadenando trágicos sucesos. Hasta ahí, Gianfrance, Gosling y Mendes nos tienen en sus manos. Luego comienza la segunda parte protagonizada por Bradley Cooper en el papel del policía Avery. Avery es quien intenta darle caza a Luke. La segunda parte deshace el clima construido por la historia de Luke debido a los enrevesados giros del guión y aunque el destino de Gosling nos agarra de sorpresa, lo que sigue no está a la altura de lo visto anteriormente.

Aún así, cuando llega el final estás conmovido. Bon Iver llega (también) con su canto…su triste canto…

«Aprovecha tu culpa, aprovecha tu culpa y da un paso adelante…»

La motocicleta perdiéndose en esa carretera sinuosa, mientras esa voz llevaba a los créditos…nos dejaba vacío.

Bon Iver sacó otro disco en el 2011, en el 2012 fue nominado a cuatro premios Grammy de los que se llevó dos. Luego Justin Vernon tendría nuevamente su ataque, vendría el aislamiento, el rompimiento de su relación amorosa, y el abandono de la banda.

Toca esperarlo.

DOCUMENTAL: Un minuto de silencio

La semana pasada se estrenó en el país el tildado “polémico” documental sobre la situación política boliviana.

Meses atrás, en octubre para ser precisos, se hizo una premier en el Festival de Cine de Sao Paulo a la que asistió el ex Presidente Tuto Quiroga,  el ex Senador Roger Pinto y el ex líder cívico Branko Marinkovic.

(un minuto de silencio para la reflexión)

Sigamos. No es un secreto, ni un enigma que nuestra historia socio-política es como una película multigéneros: drama-comedia-ciencia ficción-acción-bélica-suspenso-terror-catástrofe-fantasía etc.., entonces, si vas a intentar hacer un documental de este sancocho patrio tus huevos/ovarios deben ser grandes y debe existir una curiosidad/disciplina para hacer una investigación que para el espectador valga la pena ir a ver.

Un minuto de silencio, del italiano Ferdinando Vicentini, se queda en la anécdota. Incluso aceptando la obvia inclinación ideológica del trabajo, y los años que hay detrás de la recopilación de información e imágenes, estamos ante un documental poco profundo. Pandito.

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Una voz en off del presidente Evo Morales se escucha con un extracto de su discurso de investidura en el que pide un minuto de silencio por Bartolina Sisa, Marcelo Quiroga Santa Cruz, Zarate Wilca, Tupac Katari, Tupac Amaru, Manco Inca, Luis Espinal, etc.. Esta voz acompaña imágenes del pueblo, de la gente haciendo cola para votar, de la doñita que vende carne en el mercado,  del campesino trabajando, de caras infantiles que son el futuro del país. Sí, ese pueblo que vio en la figura de Evo una esperanza, un cambio.

Luego volamos a Washington donde Gonzalo Sánchez de Lozada es presentado como un abuelito exiliado. El objetivo de esas escenas es obvio: humanizar a Goni. No es diferente a cuando Oliver Stone hizo que Hugo Chávez montara bicicleta en su documental Al sur de la frontera.

De ahí se hace un balance de la primera presidencia de Goni y de la accidentada segunda gestión. Esto es explicado a través de testimonios de sus asesores de campaña americanos que orgullosos comentan que el eslogan “Sí, se puede” es precursor del que le dio la presidencia a Obama: “Yes, we can”. Los mismos tipos hablarán sobre la imagen pública que se manejaba de Goni y de Carlos Mesa, el primero siempre haciendo el gesto tradicional del MNR y el segundo con la palma abierta, para mostrar que no era militante de ningún partido y con el objetivo de transmitir honestidad (manos limpias, no corruptas).

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El Mallku, el zorro Berzaín, Roberto de la Cruz, García Linera, Ignacio Sánchez de Lozada (el hijo de Goni), Carlos Mesa, Victor Hugo Cárdenas, Alfonso Revollo, el embajador de USA Manuel Rocha, son solo algunos de los testimonios que complementan ese paseo desde el inicio de la segunda gestión de Goni hasta octubre negro.

Todo ese pedazo será retratado con ojos benévolos, casi comprensivos, dejando la imagen de un Goni aislado de la realidad y políticamente solo, con un país ardiendo a merced de instigadores que movilizaban las bases sociales.

El impuestazo y la continua pérdida de gobernabilidad son pasados por encima. Octubre negro y sus muertos llegarán para dar paso a lo que en realidad se quiere retratar: la subida de Evo Morales al poder.

Esa subida es retratada con el manto de misticismo que tuvo realmente, ese que hacía pensar en Evo como un representante de una mayoría históricamente relegada y como alternativa real a un gobierno viable en un país cuyas bases sociales podían tumbar presidentes.

La presentación de “se suponía que Evo era diferente” lleva irreductiblemente a la decepción, al desencanto porque el caso Chaparina, el conflicto por la carretera en el Tipnis y el tema narcotráfico son tocados para pasar al mensaje subliminal de “Evo es lo mismo de siempre y puede que hasta peor”.

Como digo al inicio, la obvia carga ideológica no estorbaría si estuviera bien argumentada, cada quien tiene derecho a pensar y a tener la ideología que le parezca, pero en un documental lo ideal sería que los temas se profundicen, que se recurra a un análisis preciso y no se quede solo como un instrumento agita-opositores.

No hay nada revelador. El que Goni diga que fue presionado por el FMI durante su presidencia no es una revelación, es una confirmación de algo que siempre se supo. Y en la época, no era el único presidente presionado por el FMI (hoy tampoco lo sería).

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En un tablero que es equiparable a una versión criolla de Juego de Tronos, el documental omite fichas importantísimas como la participación de la oposición, la figura de las logias como grupos de poder, el cabildo del millón, el uso y abuso del concepto de identidad en ambos bandos para ganar adeptos y denigrar enemigos, los momentos difíciles del mandato de Evo cuando prácticamente tenía que mendigarle a los prefectos que se reúnan para resolver temas con la medialuna (que nunca es mencionada), no se habla para nada del caso Rozsa, caso que marca un antes y un después en la historia del país por todos los oscuros/tétricos elementos que lo rodean, ni tampoco se profundiza en el mayor problema que tiene el país ahora que es el narcotráfico.

De lo que se puede rescatar mencionamos: 1) los testimonios, en la medida del personaje que los da: siempre es valioso escuchar lo que tienen que decir los protagonistas de la historia nacional y 2) que a nivel visual, fílmico, no es el documental choto, pixeleado, filmado con una nalga izquierda que se acostumbra sacar en estos trechos. La calidad de la imagen es buena y la narración se sigue sin inconvenientes.

Quizás como resultado final o como sensación final, puedo decir que da hasta un poco de tristeza, o por lo menos así lo sentí yo. Los testimonios vertidos son dados desde un lugar personal bañado de cierto narcisismo. Mesa da a entender que cuando las cosas se salieron de control, él quiso hacerle ver a Goni cómo estaba el escenario, que Goni se negó y que él, Mesa, más o menos, respondió al llamado del deber con el país (héroe #1); Berzaín asume que debieron quedarse a pesar de lo sucedido,  para no “permitir” que ahora el país esté como está (héroe #2); cuando Goni cuenta que se fue para evitar una guerra civil, no deja de ponerse como una especie de mártir. Es decir, él se convierte en un exiliado por el bien de la patria (héroe #3); cuando García Linera comenta su visión de octubre negro, más que una reflexión sobre la violencia desatada y los muertos, hay cierto embeleso en la narración, ese momento en que Goni huye es relatado como un reconocimiento del pueblo hacia ellos y como una otorgación cuasi natural del poder que luego ostentarían (héroe #4).

Escucharlos a todos ellos con sus distintas/flojas visiones, es solo una muestra más de esa honda fractura política que tiene el país casi casi por tradición y de la incapacidad de nuestros políticos de ver el bosque y no el árbol.

El documental tampoco va más allá, no ahonda, no analiza, no escarba en sus entrevistados, se conforma con pegar de manera conveniente los relatos y omitir hechos trascendentes para entender el contexto.

En esta factura inconclusa, en ese boceto facilista y cómodo de Un minuto de silencio, están plasmadas las mismas falencias y verdades a medias en que vive inmerso el boliviano común y corriente.

Lo mejor: los testimonios

Lo peor: superficial

La escena: las del Mallku eran particularmente pintorescas

Lo más falsete: …

El mensaje manifiesto: Bolivia da para todo…

El mensaje latente: con una historia tan rica como la nuestra, hace falta más para patear el tablero

El consejo: igual miralo, es distraído y como dije, algunos testimonios valen la pena, ya sacarás tus propias conclusiones

El personaje entrañable: el pueblo

El personaje emputante: los políticos

El agradecimiento: por la calidad de la proyección que hizo menos desagradable la experiencia

CURIOSIDADES

– El documental dura 88 minutos y se exhibe en el cine Bella Vista y en el Cine Center

– En una entrevista concedida a Pablo Ortiz de El Deber, Marina Nocilla, esposa del director del documental, comentó: «Mi esposo ha hecho varias películas y varios documentales en Europa y hay un actor con el que siempre trabaja, el croata Rade Serbedzija (actor con muchos papeles pequeños en películas de Hollywood). La hermana de Goni se casó con un diplomático yugoslavo y sus hijas nacieron en Belgrado. Una de ellas, Nina, se casó con Rade. En una visita que les hizo Vicentini, ella le propuso hacer un documental sobre la historia de su tío, que había sido presidente en Bolivia. A mi él le pareció interesante y comenzó a investigar»

– El director, Fernando Vicentini, es nacido en Milán, Italia y tiene varios trabajos hasta la fecha.

CINE: Gala de los Oscar 2014

Una noche plagada de selfies, condescendencias, momentos incómodos, trapos y premios algo predecibles. El Oscar 2014 pasó y quizás lo más «relevante» de la noche fue esto:

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«Si tan solo el brazo de Bradley fuera más largo» se lamentaba Ellen Degeneres en su cuenta de twitter. La selfie generó tantos retweets que ya se volvió histórica. Bello.

Lo mejor de la foto es que entre tanta estrella estrellada se coló el hermanito de Lupita Nyong’o: Shannon.

Excelente, diría Mr. Burns.

Pero hablemos de los premios, que  supuestamente es lo que interesa, aunque en realidad todos chapoteamos en esa piscina banal y frívola que se llama Hollywood para ver los brillos y lentejuelas.

La esperada condescendencia:

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Gravity por mejor dirección. A mí gusta Cuarón pero no sé hasta qué punto es el «mejor director» del año pasado. Además siempre me ha parecido una contradicción que el premio a Mejor Director y a Mejor Película se lo lleven crispines diferentes. Ya sé, son pajas personales. Cuarón competía con una película pipoquera más al lado de un Martín Scorsese que tuvo en su Lobo de Wall Street no su mejor película, pero sí una buena película que en su conjunto es bastante ambiciosa, complicada a nivel narrativo y difícil de llevar a cabo. En el otro extremo está Alexander Payne con una película como Nebraska, sencilla, humilde, sin pretensiones. Así que lo de Cuarón hasta por ahí nomás, es un gran director pero no sé si el mejor del año.

Los premios de 12 years of slave, porque sí, porque es una película sobre la esclavitud, o sea de negros, en un país que se intenta lavar la cara del racismo que fundó sus cimientos.Es así que el Oscar a Mejor actriz secundaria se lo dieron a Lupita, que me parece fue el trabajo más creíble del filme tomando en cuenta el ceño fruncido de Chiwetel Ejiofor all the fucking time y el aire trascendental del resto de los personajes. No me hubiera molestado en absoluto que se lo dieran a June Squibb por Nebraska (que la rompe en su interpretación) pero nop, Lupita es la chica del momento.

El premio a Mejor Guión Adaptado para la historia de Solomon también me sonó algo condescendiente: Un guión cuya trama íntegra se revela en el trailer, que no tiene sorpresa alguna en su metraje y que tiene una escena chotísima con el personaje de Brad Pitt discurseando sobre la esclavitud. En fin. Y a ese premio sumémosle el de Mejor Película del año, sí, claro. Pudo ser peor, si se lo lleva Gravity el eco del vacío seguiría repicando, por lo menos con 12 años de esclavitud Hollywood puede fingir que le preocupa el mundo.

Lo justo de lo justo

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La categoría Mejor Actriz no tenía discusión posible. Ese Oscar le pertenecía a Cate Blanchett por derecho natural. No había posibilidad alguna que la Academia se pase por el traste su maravillosa interpretación de la perturbada Jasmine. Ninguna de las otras nominadas le hacía sombra, solo la gran Judi Dench con su Philomena sería una sustituta posible que no levantaría odios ni rencores.

Lo mismo sucede en el apartado de Mejor Actor, el trabajo de Matthew McConaughey es tan avasallador que no podía ser pasado por alto. Matthew se ha convertido en un actor de grueso calibre y este año, además, debió ser nominado a Mejor Actor de Reparto por esos gloriosos minutos que aparece en El lobo de Wall Street. En caso de que los gringos quisieran pasarlo por alto, la segunda mejor opción era Bruce Dern por Nebraska. No se me sobresalten. Ya sé: ¿y Leonardo?…mis querubines: el Oscar de Leonardo llegará en el momento menos pensado y será la coronación de una carrera en la que definitivamente el don ha sabido brillar. Todavía no es el momento. Cuando le toque un papel de judío homosexual con SIDA que fue violado por la Iglesia Católica y esclavizado en alguna parte del mundo, quizás, solo quizás, Leo alzará el muñeco dorado.

Por otra parte, el Oscar otorgado a Jared Leto es justo, su papel del atormentado- frágil Rayon está de infarto y nos hace desear verlo más seguido en la pantalla gigante. Eso no impide reconocer que la película The Dallas Buyer Club es importante (si nos ponemos ñoños) por la historia que cuenta, aunque en sí misma sea bastante simplona, casi casi como para televisión, lo que la engrandece es, sin duda, la magnífica actuación de Leto y McConaughey.

Otro premio que me parece justo es el de La grande belleza, la película italiana de Sorrentino está a años luz de la lacrimógena/discursiva Alabama Monroe y de la telenovela palestina Omar, quizás la danesa The Hunt pudo robarle el podio, por su excelente factura y poderosa historia, pero siento que la belleza de La gran belleza (en toda su pretensión/pose) es tal que no importa si le sobra media hora, si necesita resumen y recortes, y si todo huele a un wanna be Fellini: la música, la fotografía, los diálogos, ciertas secuencias inolvidables, el arte hmmm sí, La gran Belleza es grande. Curioso que esta categoría la comparta The Missing Picture, que es más un documental (buenísimo) recreado con muñecos de arcilla e imágenes de archivo que una película de ficción.

Y para cerrar los actos de justicia, los merecidos premios entregados a Gravity por todas sus características técnicas que amén de su guión facilista y algo pelotudo, nos hizo vivir momentos intensos. Seh.: Oscar a los mejores efectos visuales, edición de sonido, mezcla de sonido, dirección de fotografía y montaje. Bien, sin objeciones.

La duda infame

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Bueno, hay gente que andaba lloriqueando por los premios otorgados a El gran Gatsby a Mejor Vestuario y a Mejor Diseño de Producción, ¿en serio? Señores, aunque la película haya conseguido que Fitzgerald arañe su cajón y que todos los amantes del libro le deseemos una muerte lenta y dolorosa a Luhrmann, el vestuario y la producción de esa película estuvieron notables, por momentos hasta impresionantes. Compitiendo con la estafa que es La estafa americana, lo plástico de Gravity, lo sencillo de Her y 12 years of slave, pues yo sí le daba ambos premios a El Gran Gatsby.

La estafa americana reloaded

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Aquí hay un premio raro, el de 20 feet from stardom a Mejor Documental. Ojo, a mí me gustó este trabajo sobre la vida de las coristas de grandes estrellas. Lo disfruté, me pareció tierno, delicado y en líneas generales un muy buen documental. Aquí su reseña, PERO premiar este filme por encima de The act of killing es simplemente entrar en una confort zone. Sí, parece que podemos ser muy progres y premiar una película regularona sobre la esclavitud y el discurso de aceptación será dentro de ese tono, y todos aplaudirán y se sentirán mejores seres humanos, ajá. No es lo mismo premiar un documental sobre el genocidio indonesio en el que murieron cientos de miles de personas y que fue apoyado por Estados Unidos. Claro. Sigan cantando.

Lo freak del paso del tiempo

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A la izquierda Kim Novak en sus años mozos, esos de gloria hollywoodense, casi casi una Jennifer Lawrence de su época. A la derecha lo que el tiempo hizo con ella y lo que ella misma hizo con su cara. En un ambiente despiadado en el que todos se ponen botox y se hacen cirugías, nuestra ochentera Kim luce hinchada y algo deforme. Matthew, caballero él, le acariciaba la espalda para apoyarla mientras ella apenas podía leer su parte de la presentación.

Otra que estaba llena de tics, botox y cirugía era la querida Liza Minelli. A la izquierda una Liza fresca y juvenil, a la derecha en lo que se convirtió.

Solo queda esperar unos años para ver qué sucede con Lawrence, Amy Adams, Lupita y compañía.

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Los agradecimientos o cállense que la gala tiene que continuar

El discurso de Jared Leto fue interesante porque en conjunto hubo coherencia, criterio y ternura. Bien por él. Su mención a Ucrania y Venezuela se pudo malinterpretar pero dentro de todo era una mención humana más que política.

Por su lado Matthew McConaughey tuvo un discurso algo desordenado y su persecución al héroe que es él mismo era ridícula, me reí de él a mandíbula batiente preguntándome de cuál se fumó, pero luego se nos puso emotivo con la familia y volvimos al cauce natural.

Lupita dio un discurso que solo puede darlo alguien de su edad, con la película por la cual ganó y siendo representante de eso que Hollywood aparentó premiar esa noche, un emotivo discurso sobre la lucha y la igualdad de oportunidades.

El meteórico discurso de Cate Blanchett encantó a algun@s por rescatar las películas protagonizadas por mujeres, en lo particular quería botarle un zapato de hierro a la tele y hacerla callar. Demasiado atropellado y poco humilde para mi gusto. Muy Jasmine. Con la acusación de abuso sexual que pesa sobre Woody Allen, todos esperábamos ver si la doña se iba a animar a llenarlo de halagos y agradecimientos. La Blanchett no quiso pringarse mucho, agradeció tibiamente a Allen y a otra cosa mariposa.

El que sí se llevó mis simpatías fue el tembloroso don que ganó a Mejor Cortometraje Animado. Bello.

Las gritonas desafinadas

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Me cae bien Bette Midler, me parece una buena comediante y una cantante correcta, pero su canto de anoche en la gala de los Oscar fue absolutamente prescindible. Además, debieron colocarla en una esquina mientras los muertitos pasaban, no esperar que pasen y luego cantar. La voz apenas le daba y en algunas partes quería taparme  los ojos, la boca y los oídos (así como los monitos) para ahorrarnos el sufrimiento.

Peor aún fue Idina Menzel. Horrible. Alarido tras alarido, hubo ocasiones en que no golpeó la nota nunca. Sin embargo, en ambas presentaciones la platea llena de rutilantes y sordas estrellas se puso de pie para ovacionarlas. Lambisconerío a mil.

Lo incómodo

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John Tavolta y su implante capilar se equivocaron cuando presentaron a Idina Menzel, hasta la fecha no sabemos cómo pasó de ese nombre al que finalmente dijo (¿algún cable cienciológico chipado?), quizás por eso la pobre se desafinó tanto.

Otro momento extraño fue cuando tocó el premio a Mejor Guión Adaptado para John Ridley por 12 years a Slave, el tipo pasó por el lado de Steve Mcqueen sin abrazarlo aunque me pareció notar que quiso hacer contacto pero McQueen a su vez estaba tieso y poco receptivo. En los discursos de aceptación de ambos (el primero por el guión, el segundo por mejor película) ninguno hizo mención al otro. Se dice que Ridley trabajó el guión gratis durante un año (1 año de esclavitud) y que cuando Brad Pitt entró como Productor, se le pagó una suma simbólica y se le dio un crédito como productor ejecutivo, crédito que hoy se encontraría en disputa y sería el motivo por el que ambos «luchadores de la igualdad y la justicia» no se pueden ver ni en pintura.

Y claro, entre lo incómodo de ver no podía faltar toda la presentación de Jim Carrey, más falsa y sobreactuada que su papel en The Mask y en Liar, Liar.

La flojera

Ese día murió el gran Alain Resnais. Se pudo hacer algo por incluir al director de Hiroshima, mon amour en el desfile de muertitos, pero no. Supongo que agregar esa fotito más implicaba una producción que nadie quiso hacer. Esperemos que el 2015 no se olviden de homenajearlo.

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El balance

Hubo claras ganadoras con Gravity y 12 years a slave. Le robaron descaradamente el Oscar a Mejor Documental a The act of killing. Una vez más, la Academia opta por lo cómodo. 12 years a slave ganó a Mejor Película, y para mostrar que no son racistas y son muy progres llamaron a un negro (Will Smith) para que entregue el Oscar a una película sobre negros. Sutiles.

American Hustle, Nebraska y The Wolf of Wall Street se fueron con las manos vacías. Her se llevó el Oscar a Mejor Guión Original que también se pudo llevar Nebraska. Her debió llevarse Mejor Canción, más aún con la encantadora performance que hicieron en la gala de The moon song, a años luz del griterío de los demás.

De Frozen no quiero ni hablar, porque odié esa animación, odio recalcitrante y corrosivo. Volvimos a las historias con personajes femeninos que pretenden ser rompedores de esquemas pero que terminan siendo volubles y pelotudos, hubiera preferido que gane cualquiera de las otras, Miyazaki era una gran opción. Sé que a mucha gente le encantó el último gas plástico de Disney, pero es lo que hay.

La gala 2014 fue más entretenida que las anteriores, teniendo en cuenta que hubo un año en que lo presentó un zombie James Franco con una acelerada Anne Hathaway.

Ellen Degeneres hizo un aceptable trabajo como conductora, no fue apagada pero tampoco muy excéntrica. Hizo chistes simpáticos, consiguió un hito con lo de la selfie picture, todo el tema de la pizza fue muy bien aprovechado y en general, tuvimos una gala amena. Pudo ser mejor, sí,  el Oscar luce algo desgastado en puesta y en presentaciones leídas y acartonadas.

Toca esperar el 2015, donde no importará qué pase en el mundo, si en Ucrania se están preparando para una guerra o si en Bolivia estamos inundados como nunca en la historia, será como el carnaval: la fiesta, los brillos, las lentejuelas seguirán embobándonos. Con suerte Jennifer Lawrence (o la it girl de turno) se vuelve a caer y una estrella de los 80s aparece con el rostro deformado de cirugías para que todos sintamos asquito y pena.

Mientras tanto, el cine debe continuar.

Lo cute

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«Mamita querida»
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«Ganamos a Mejor Canción, pues agradezcamos con ritmo»
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«Felicidades Matthew, después me lo prestás»
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«Pero claro que me paro para bailar…»
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«Ahora me ves, después no me ves…»
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«Felicidades, Lupita, yo ya tengo uno igualito…»
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«Señorita, levántese…sin jugarretas»
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“Elemental, mis queridos Watsons»
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«Que Brad se atragante con eso, lo de la pizza no es conmigo…»
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“Les otorgo conciencia y corazón»
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«Todos festejemos menos John Ridley, que me anda jodiendo con su crédito»
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«Rock and roll!!!»
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«Todavía tengo el swing, Pharell…»
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«Te ves muy sexy después de ganar el Oscar»
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«Servite Solomon, debés estar hambriento después de 12 años de esclavitud»…
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“Dejá algo para los demás, Julia”
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«Ya pues Hermione, haz tu magia y salgamos. Nos vemos demasiado bien juntos»
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“Me canto y me celebro»

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El humor virtual

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