LOST IN CONTEMPLATION OF WORLD

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Eva Sofía - page 5

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SOCIEDAD: La pelota es una piedra

Por: Eva Sofía Sánchez
sisifo

No me importaría perder todos los partidos, siempre y cuando ganemos la Liga.

(Mark Viduka, ex delantero del Newcastle)

La escena se repite cada domingo.

Cientos de hinchas marchan hacia el Ramón Tahuichi Aguilera. Durante la peregrinación ellos cantan, saltan y se abrazan. Son una hermosa hermandad. Desde horas antes -incluso días- fueron invadidos por la ansiedad e incertidumbre del partido:

– “¿Será que ahora ganamos?”
– “¡Ojalá no metan a ese vende humo a la cancha!”
– “¡De nuevo el mismo árbitro vendido!”
– “¡Dirigentes malditos hagan algo!”
– “Si el DT se equivoca esta vez se tiene que ir”.

Ellos cargan banderas, visten la camiseta del equipo ‘de sus amores’, especulan acerca de la alineación y recuerdan glorias y tristezas del pasado. La ilusión es intensa y la esperanza es lo último que se pierde; aun cuando sus equipos estén en media tabla y luchando contra deudas impagables y el fantasma del descenso.

¿Alguna vez hemos visto a personas tan apresuradas por asistir a su propio entierro?

El espectáculo dentro del estadio está en la gradería. Desde ella los hinchas aplauden, corean, insultan y lloran. Hombres llorando por un equipo de fútbol. Esos mismos hombres que luego escribirán desde el Facebook:

– “Sos el equipo de mi amor”,
– “Mi corazón está con vos,”
– “Sos la alegría más grande de la vida”.

En una sociedad donde la expresividad emotiva es casi un tabú, los colores futboleros ablandan nuestros corazones y nos hacen vivir emociones casi incontrolables.

Qué gran tragedia es ser hincha de fútbol boliviano.

Ninguna cultura retrató la tragedia humana como la griega. Ellos hicieron que sus dioses y héroes vivan infiernos, resurrecciones, castigos y esperanzas vanas. El corazón de la tragedia nos dice que la naturaleza humana es absurda y condenada a heroísmos inútiles. Los hinchas de fútbol viven esta tragedia y tienen como mejor representación a un héroe griego: el rebelde Sísifo.

No se conoce a ciencia cierta el motivo de su castigo. Sísifo fue condenado a llevar una piedra hasta la cima de la montaña. Al llegar allí la piedra caía y debía empujarla nuevamente; durante la eternidad.

En 1942, Albert Camus explicó el carácter absurdo de la tragedia de Sísifo. En su ensayo titulado ‘El mito de Sísifo’, Camus escribió que durante este castigo nuestro héroe siente una inmensa y efímera libertad al alcanzar la cima de la montaña. Ese breve instante muere cuando la piedra cae.

Así es la corta alegría que se vive al ganar un partido de fútbol o incluso un campeonato. Las pelotas son las piedras, los hinchas son pequeños Sísifos escalando hacia la cima, la pasión absurda del fútbol es la montaña.

Tras la inevitable derrota nuestras vidas volverán a ser las mismas. Tomaremos calculadoras, especularemos posibilidades, discutiremos errores y aciertos. Así seguirá rodando esta piedra, hasta el próximo domingo, cuando nuevamente nos vistamos de héroes de una hermosa tragedia griega.

Eva Sofía Sánchez

POLÍTICA: ¿Somos el conejo de Alicia?

Por: Eva Sofía Sánchez

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Ilustración: Roberto Unterladstaetter

 ¿Y de qué sirve un libro sin dibujos ni diálogos?

(Alicia, en Las Aventuras de Alicia En El País de Las Maravillas – Lewis Carroll)

Salgamos de la caja.

En este artículo pretendo analizar una idea profundamente arraigada en el esqueleto mental del cruceño. No lo haré a través de procesos históricos, dinámicas culturales, conflictos regionales o esquemas sociales. El análisis partirá de un postulado de la psicología conductual: la ceguera «inatencional».

Antes, un breve relato:

Dos cruceños de 35 años se reúnen en una oficina. El primero, un empresario en camino al éxito económico. El segundo, un profesional que da sus primeros pasos en la actividad política nacional. Tras los saludos correspondientes inician la charla.
– “Vengo a solicitar una donación para la campaña por el NO”, dice el activista político
– “Con gusto puedo ayudar”, responde el empresario y luego consulta: “¿Me podrías enseñar la estrategia?; ¿Tenés una carta de presentación con la solicitud por escrito?”; ¿Cuáles son, además del voto NO, las otras propuestas de la agrupación?”; “¿Ya tienen personería jurídica?”.
Todas las respuestas que otorga el activista son negativas.
– “No tenemos nada de eso”.

Todos conocemos la idea de que los cruceños ‘no fuimos hechos para la política’. Que esas estrategias de poder las manejan expertos ‘maquiavélicos’ desde el altiplano e incluso he llegado a escuchar frases como que “somos muy hidalgos y honestos como para entender esos juegos sucios”.

No estoy de acuerdo con esa premisa.

La política, como la vida misma y las actividades profesionales, no escapa a la planificación estratégica, la elaboración de objetivos, actividades y presupuestos. En Santa Cruz de la Sierra conviven adultos profesionales que desarrollan su trabajo con suma eficacia y eficiencia. Crean presupuestos, entablan desafíos, emprenden riesgos, generan utilidades. ¿Acaso no somos el motor económico del país?

La raíz de nuestro analfabetismo político no puede ser regional. Es ilógico. La ideología no se enseña, la cultura no se forma. Existen. He aquí entonces la pregunta: ¿qué hace que un individuo (o una sociedad) se encuentre ciega y extraviada cuando la extraen de su zona de confort? ¿Por qué al momento de incurrir en este campo cometemos errores tan básicos que parecemos niños sentados en la mesa de los adultos?

En 2002 el psicólogo israelí Daniel Kahnemann obtuvo el premio Nóbel de Economía por sus ideas acerca de la manera en la que los humanos tomamos decisiones. En un documental de la BBC, Khanemann explica:

– “Los errores no son accidentales. Tienen una forma. Una estructura. Siguen tendencias y lo interesante de eso es que los hace predecibles. Dentro del corazón del pensamiento humano hay un conflicto entre la lógica y la intuición. Ahí nacen los errores”.

Uno de los errores más comunes es no darnos cuenta de lo que sucede frente a nuestros ojos. Cuando nos enfocamos en una tarea específica solemos ignorar cosas muy obvias. A este fenómeno del pensamiento se le llama ‘ceguera inatencional’. Así podemos explicar errores tan comunes como tomar una mala decisión económica, o errores a largo plazo -como fumar-, o errores de planificación como – en el caso expuesto anteriormente- solicitar una donación económica sin siquiera tener un presupuesto planificado.

¿Sufrimos los cruceños de ceguera inatencional al momento de entrar en el ámbito político? ¿Estamos tan cegados por la urgencia del problema que somos incapaces de ver el ‘gran cuadro’? ¿Somos el conejo desesperado de Alicia que persigue el tiempo sin motivo alguno?

La psicología económica nos dice que probablemente así sea. ¿Por qué motivo cometemos este error una y otra vez? Corremos detrás de un objetivo pero no reparamos nuestra mirada en todo aquello que sucede a nuestro alrededor. ¿Qué es lo que no miramos y cuáles son los motivos que nos impiden reconocer la realidad? Pues la respuesta a esas interrogantes tal vez se encuentre en la cultura, la historia, las dinámicas sociales y los ideales políticos que existen; pero desconocemos.

Eva Sofía Sánchez

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