Así lo describe un manuscrito del judío Zalmen Gradowski:
Todos están aturdidos y miran a su alrededor preguntándose dónde los han traído. Allí reina una férrea disciplina. Allí nos encontramos en un campo de la muerte. Es una isla muerta. El hombre no viene allí para vivir, sino para tarde o temprano encontrar su muerte.
Estoy en Auschwitz.
Veo la puerta, el letrero que te recibe y que se transforma en una frase cínica y cruel para los prisioneros: El trabajo hace libre.
El bus nos deja después de un trayecto de 2 horas desde Cracovia. Viene el guía, joven, no más de 30 años. Un nutrido grupo de gente me acompaña. ¿Qué los/nos motiva para ir hasta allá? ¿Cómo hacer turismo en un campo de concentración? ¿Lo llevaremos después como una medalla viajera? ¿»Conocí Auschwitz«, diremos con orgullo a nuestros interlocutores? ¿Polonia será sinónimo de alambres, letreros en alemán y monumentos a las víctimas del holocausto?
No sé. Camino por el mismo sendero por el que pasaban cientos de judíos, gitanos, homosexuales, criminales de guerra, etc.. Etiquetas. Categorías. Obscenos Números. Tal número de judíos, tal número de gitanos. Tal número de homosexuales. Tal número de vagones. Tal número de barracas. Tal número de crematorios. Tal número de cámaras de gas. Tal número de oficiales. Tal número de sobrevivientes. Tal número de muertos. Números obscenos.
Manejo información en mi mente. Anna Frank. La lista de Schindler. La vida es bella. Los Falsificadores. El Tren de la Vida. El niño con el pijama a rayas. Kindertransporter. Las Benévolas, La noche. El alba. El día, El Tambor de Hojalata, Amén, Nuremberg, El Gran Dictador, El Pianista, La Aritmética del Diablo, Monseiur Batignole, El cuidador del Zoo, Europa, Europa. Sophi Schol. La Secretaria de Hitler. El hundimiento.
No. No se puede comparar. No estoy preparada.
Nos llevan primero al museo. No imagino qué pueden mostrar ahí. Cómo pueden exhibir el horror en vitrinas y cómo puede alguien realmente comprenderlo.
La cantidad es obscena. En Auschwitz todo es obsceno. No puedo mirar la cara de mis compañeros de «tour», no quiero ver en el rostro de los demás el dolor que percibo en el mío.
Pasamos a otras vitrinas. Cientos de maletas apiladas. Maletas con los nombres de los presos pintadas con letras grandes. Nombre, lugar de procedencia y fecha de nacimiento. Los presos al transportarse pensaban que tarde o temprano serían liberados y por eso tenían mucho cuidado de rotular bien sus pertenencias. Cientos de maletas con/sin dueño. Cientos.
Más cuartos. Uno lleno de ropa, donde hay ropa de niños y de bebés. Vestiditos, zapatitos, un montón de cosas que sólo podés nombrar en diminutivo. Los dueños de esas cosas muertos. Todos muertos. Niños muertos. Bebés muertos.
Nos llevan por un pasillo donde a cada lado hay hileras de fotos de los presos. Esos que fueron seleccionados para trabajar. Son fotos tipo pasaporte. De frente, de perfil. Con el uniforme a rayas. Abajo el nombre. La fecha en la que ingresó al campo, la fecha en la que murió. Casi todos mueren entre los primeros 6 meses y el año. Pasás por ese pasillo lleno de ojos, pasillo que se te antoja eterno.
Karl Fritzsch, uno de los jefes SS del campo, decía a los prisioneros recien llegados: Acaban de venir no a un sanatorio. Es un campo de concentración, del que sólo hay una salida: a través de la chimenea del crematorio. Los judíos tienen derecho a vivir dos semanas. Los curas 1 mes, los demás 3 meses.
Veo las caras. Están frente a la cámara, muchos han perdido a sus familiares en el proceso de selección. Hay resignación, tibias sonrisas, esperanza, desesperanza, fortaleza, debilidad. Casi todos muertos. Gente muerta.
«Aquí filmó Spielberg la escena de la Lista de Schindler donde el tren llegaba lleno de presos y hacían la selección«, dice el guía.
Me olvido del cojudo de Spielberg. Aquí hacían la selección! Aquí separaban mujeres, niños, enfermos, ancianos de los que estaban aptos para el trabajo. Aquí mandaban directo a las cámaras de gas a los que no eran seleccionados. Es un campo amplio. Grande. Muy grande. No imagino cómo podían controlarlo. No imagino cómo se organizaban para matar tanta gente, quemarla y que no queden más que cenizas. No imagino cómo fueron capaces de hacerlo, NO IMAGINO, pero el guía nos lleva. Nos lleva a los crematorios, a las cámaras de gas.
Las cámaras de gas son como sótanos, donde hay una especie de lobby. Ahí, los prisioneros dejaban sus ropas, se desnudaban y pasaban al cuarto donde supuestamente los iban a bañar. Hay prisioneros judíos que están obligados a colaborar con esas funciones. Los Sonderkommandos. Ni siquiera ellos desean decirles la verdad a los condenados. Para qué exaltarlos, es inevitable. Trancan las puertas. Largan el gas. El proceso dura 30 minutos. Los más suertudos son los que están cerca de los conductos por donde sale el gas, mueren casi inmediatamente. Otros, tardan en morir hasta 20 minutos. Tal número de judíos, tal número de gitanos, tal número de homosexuales. Tal número de muertos. No hay sobrevivientes. El horror.
No imaginaba. ¿Cómo imaginarlo?
Los crematorios tienen especies de camillas donde antes de quemar los cuerpos sacaban dientes de oro o cabellos. Los cabellos los usaban, como ya conté, para hacer tela. Los dientes de oro los fundían y hacían lingotes destinados a enriquecer al Tercer Reich.
Ya no quiero ver.
Pero no han terminado. Auschwitz era el campo de concentración más grande que tuvo Alemania, y a pesar de sus continuos asesinatos y aniquilaciones, sus instalaciones se vieron sobrepasadas. Tuvieron que crear un campo anexo para dar abasto entre tanto prisionero/muerto/cenizas. Casi todas las barracas, crematorios, cámaras de gas que vemos y que se extienden entre alambres y verjas, fueron construidos por los mismos prisioneros.
Pienso en tomarles una foto. Levanto la cámara y no puedo dar click. No. Demasiada obscenidad en un solo día como para guardar ese recuerdo macabro, del mes y año que visité Auschwitz. El guía nos lleva al último destino. Ya hemos visto la pared del fusilamiento, situada en una especie de callejón cerrado donde se ejecutaba a balazos a algunos prisioneros. Aún conserva los huecos dejados por las ejecuciones. A sus pies, hay visitantes que dejan flores, flores por los muertos, por la vergüenza, por las disculpas/pena/rabia del pasado.
Ya hemos visto la horca improvisada construida exclusivamente para Rudolf Hoss. La horca donde lo colgaron, mirando hacia los crematorios, al comandante de la SS que administró Auschwitz con frialdad, transformándola en una máquina de matar.
Llegamos a los restos que quedaron de lugares que los nazis dinamitaron tratando de cubrir sus crímenes en su apresurada huída. Nuestro joven guía nos cuenta que si bien la Segunda Guerra Mundial terminó, muchos de los prisioneros que sobrevivieron al campo de concentración murieron por el crudo invierno cuando eran trasladados a campos de refugiados. Y otros tantos fueron arrestados (otra vez) por motivos políticos, y ejecutados por los rusos. Los rusos ejercieron un régimen stalinista y fue recién en los 80s que Polonia finalmente empezó un camino trastabillante hacia la democracia.
La PostGuerra en esa zona no fue sencilla. Los vestigios aun se sienten. El guía se despide, nos agradece la visita, nosotros lo aplaudimos. Qué vamos a hacer. Nos quedamos frente a lápidas que contienen un sentido homenaje a todas las víctimas del holocausto en varios idomas.
Una advertencia para la humanidad. Para la Humanidad dicen en las lápidas. Y hoy, en el 2010, aún la gente se mata en nombre de la religión, la raza, y se cometen atrocidades por las diferencias étnicas, políticas o culturales. No hay absolución posible.
Nos retiramos. Aún nos quedan 2 horas de retorno hacia Cracovia. Intento ordenar las ideas para contar la experiencia. Es complicado.
Al llegar, el recepcionista del hotel (ayudó a reservar el tour), nos pregunta qué tal.
¿Qué se puede responder?
Un ex-prisionero lo escribió:
En nuestro idioma no hay palabras para expresar esta injuria, esta destrucción del hombre.
Muy bueno!Tienes uno de los mejores blogs del país, sino el mejor. De verdad que muy buen post. Felicidades.
Pudiste trasmitir todo tu recorrido, vi varias de las películas que mencionas al principio y nada se compara con lo que puede ser la realidad, debe ser una experiencia demasiado grande estar en ese lugar donde se vivió tanta maldad!!!
Yajaira, es muy duro ir y verlo con los propios ojos! hasta el día de hoy lo recuerdo y me pone mal. Terrible. Gracias por comentar.
No..no hay palabras
Brutal niña! Brutal!no tengo palabras tampoco.Ya llegaste???? XOXOXO
saludos nena! prontillo ire a conocer esos lugares oscuros…besos!
moniq pa cuando el libro? y no abandones tu otro blog. volve!
Cruel, muy cruel,pero mas cruel es que seguimos cometiendo los mismos errores.
Anonimo1: Graciassss!!!! no creo que sea el mejor del país, pero gracias =) Besos!Vicent: Puej! Mutis.Locotopicante: Ya llegué!!!! estoy felizzzzzzzzzzz extrañaba un montón. Nada como el propio tugurio! Lucy Im home!!!!!! jejeje Abrazos!Viole: De verdad?? Buenísimo!!! ya nos contarás tus infames experiencias =p Besotes!
llindo post! Bienvenida!
No dudo de la capacidad que tienes, eres muy buena en lo que haces, pero lo que no entiendo es porque escribes "No imagino qué pueden mostrar ahí. Cómo pueden exhibir el horror en vitrinas y cómo puede alguien realmente comprenderlo". Y dentro de tú agenda en Polonia está visitar este lugar, invitando a indirectamente a otras personas a que vayan y hagan el tour, el cual según vos NO IMAGINAS QUE PUEDEN MOSTRAR AHI. Pero te mata la curiosidad. Si consideras que ciertos lugares no deberían ser museos, porque demonios visitas uno de estos lugares???
anonimo ultimo: lo de no imaginar, es porque cualquier cosa que uno se imagine no está a la altura de lo que se vive ahí dentro. Fui por curiosidad, porque se han filmado escenas de películas ahí, porque el tema de la segunda guerra mundial siempre me interesó, fui porque leí n libros sobre el tema, fui por "turismo", por muchas razones.E invito a las personas a hacer la visita no indirectamente, directamente…es una experiencia terrible, pero te causa tal rechazo hacia ciertas cosas, que en las escuelas es parte obligada como destino para excursiones estudiantiles.También visité Terezín, porque supimos de ese campo a través de la revista de César Brie El Tonto del Pueblo,y no me arrepiento, el post refleja lo que sentí. Tal cual, hasta me quedé corta…Es un pedazo de historia, y en estos tiempos que corren no hay que olvidarlo. Considero que hay ciertos lugares como el bunker de Hitler que no deben ser museos, y que de hecho construyeron un parqueo sobre él y no hay nada más, en el caso de los campos de concentración es una tarea que se han dado las víctimas para que no se olvide, no debe olvidarse.Besos, y gracias por preguntar!!
EL tema de la segunda guerra mundial siempre me llamó la atencion, no por morbo ni curiosidad si no mas bien por una cuestion de historia, admiro a los que estuvieron involucrados en ella a "los buenos y a los malos" todos dejaron una huella y al descubrir su historia siento que no han sido olvidados porque por lo menos hay alguien que escucho su nombre o supo de su sufrimiento de sus angustias de sus desiciones. Soy capaz de nombrar a mas de 150 alemanes por nombre y apellido y cerca de 600 del otro bando entre judios, Ingleses, Franceses y demas. Hoy al leer tu post senti estar a tu lado acompañandote en tu recorrido redescubriendo la historia y los sentimientos olvidados…gracias por la experiencia.
Anonimo:gracias a vos 🙂 …y sí, la historia es fascinante y hay hechos que sólo se desean conocer hasta el más mínimo detalle de tan increíbles que son.Un abrazo!
Yo me imagino que ésto ha de haber sido algo realmente duro para las personas que estuvieron ahí, yo he visto algunas imágenes y son impactantes, espero que éstas cosas no se repitan nunca más en nuestras vidas.
[…] el 2010 estuve en Auschwitz y escribí sobre esa experiencia ACÁ. Mi versión más adulta no soportaría un segundo visitando ese lugar. Porque no. Recuerdo cómo […]