Me gusta el rock, el maldito rock
Por: Mónica Heinrich V.
Parecía que no iba a tener convocatoria, pero los de La Renga consiguieron juntar más gente que Molotov. O por lo menos, eso me dio la impresión. Llegué al boliche a las 21:00, no había mucho público aún.
Los argentinos que llegaron en buses desde el hermano país, ya estaban acomodados y habían decorado algunos sectores de Sonilum con sus consabidas telas, con esa devoción propia de ellos en torno a sus artistas. Se podía leer desde mensajes con referencias al fútbol, hasta algunos con contenido social, como el que estamparon en una tela celeste encaramada en lo alto de las graderías que tenía un dibujo del Che Guevara y una frase que rezaba: Muerto el perro NO se acabó la rabia.
Una mezcla interesante de público adolescente, casi infantil, con jóvenes y muy adultos compartían el previo a un show del que nunca se había gozado por estos lares.
Primero salió a escena el grupo local Anomalía, alrededor de las 21:20. Hicieron un show de unas tres canciones, en que los chicos le metieron power, pero con unos problemas de sonido que ya se estaban haciendo notar desde ese momento. La presentación pasó sin pena ni gloria, con una fría acogida de los presentes.
Luego subió Track, que hizo un recorrido por sus temas más conocidos, en ese momento el sonido mejoró notablemente, de todos lados la gente empezó a correr y a acercarse al escenario, para escuchar a la banda cruceña. El Ave Fénix fue coreado por todos los presentes, así como Levantate Vago. Los mensajes melódicos a Evo Morales, también estuvieron presentes durante toda la velada…lo que algunos nos preguntábamos era si La Renga, haría alguna mención a la situación política del país.
Ya como pasadas las 22:30, empezó el show de los argentinos. El escenario estaba decorado con un fondo casi andino, una tela pintada a mano con colores terracotas de montañas, quizás aludiendo a su tema Montaña Roja. La enorme batería de La Renga que estuvo cubierta con un trapo negro cuando tocaban los locales hizo su aparición, mientras los primeros acordes hacían temblar Sonilum y el público se concentraba en el centro, mostrando que eran más de los que parecían en un principio.
Chizzo (vocalista y guitarra), demostró que su voz ronca y gutural no pasa de moda, Gabriel Iglesias en el bajo, mostró una agilidad dramáticamente intensa en comparación con su frágil figura, y el baterista hacía temblar el piso del boliche.
En un principio, los temas elegidos para abrir el show forman parte de sus últimos trabajos, por lo que gran parte del público se encontraba disfrutando, pero sin poder participar activamente del despelote.

Luego vinieron los clásicos como: El Rebelde, El Blues de Bolivia, Una triste canción de amor, y un tema especialmente dedicado a Pappo: Viva Pappo, que contó con la guitarra de un músico invitado, un gordo al que no le caché el nombre, pero que hizo de las suyas. Cerraron con La balada del diablo y la muerte y Oscuro diamante. Además, los argentinos nos regalaron la intervención de dos saxos y una quena, redondeando un show de mucho nivel.

Mientras tanto la gente deliraba, se veía una gran bandera argentina de varios metros que era traída y llevada por todo Sonilum acompañando los temas más conocidos, estaba gente que bailaba desenfrenada en una apoteósica expresión de felicidad.

Lo malo fue que tuvieron problemas de sonido (ya anunciados en el show de Anomalía), durante sus primeros temas, pero que fueron subsanados. Aparte de eso se trató de uno de los mejores conciertos de rock a los que he asistido. Músicos de cabo a rabo, que no se guardaron nada, y que se sacaron la mierda, con generosidad, sin aspavientos, atendiendo pedidos de bis y tocando como sólo ellos saben hacerlo. Sí, nos gusta el maldito rock.

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2 Comentarios

  1. El baterista de la Renga es «Tanque» Iglesias», hermano de «Tete» el bajista, el del saxo es «Chiflo» y Manu toca la armónica.El Gordo añ que no le chchaste el nombre es el «Miyo», podés escucharmásde él en:www.santucarock.com.ar.un abrazo, muy buen blog.

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