CINE: The lost daughter (La hija oscura)

Por: Mónica Heinrich V.

La cantante Pink declaró que la maternidad la abrumaba y que a veces corría al armario de su casa a esconderse para llorar. Ajá, en los tiempos que corren ya se puede asumir públicamente que la maternidad no siempre es esa cosa soñada, satisfactoria, a menudo culposa, donde la madre adopta actitud estoica y guerrera 24/7.

La mamá arquetípica, esa que se sacrificaba y amaba incondicionalmente a su pequeño retoño, ha dado paso a la mamá real, la que tiene muchos más matices.

En esa línea, la escritora italiana Elena Ferrante escribió su novela breve La hija oscura (2006). El misterio que rodea a Ferrante (seudónimo utilizado hasta que en el 2016 se afirmó que se trataba de Anita Raja) es sin duda parte del envoltorio de sus trabajos.

En La hija oscura (para leer ACÁ) cuenta la historia de Leda, una mujer mayor, divorciada, profesora de literatura y madre de dos hijas. La novela construye con pulso un retrato psicológico de esta mujer en una playa, sola, que se roba una muñeca. «Un gesto sin sentido», dice la misma Ferrante en el inicio, que dará pie a varias revelaciones.

En Netflix se encuentra la adaptación cinematográfica dirigida por Maggy Gyllenhaal. Gyllenhaal leyó el libro y quedó enamorada de la historia al punto que en el 2018 se contactó con Ferrante vía email. Ferrante, fiel a su ostracismo y estilo, le cedió los derechos de su obra con la condición máxima que solo ella dirigiera el trabajo y dio su bendición para que el final sea alterado.

¿El resultado? Una adaptación cinematográfica que respeta la estructura base de la obra literaria y que tiene su propia personalidad en su versión para el cine.

Gyllenhaal escribe y dirige su opera prima muy comprometida. Tuvo el buen ojo de elegir para su papel principal a esa gran actriz que es Olivia Colman, que nunca, nunca nos decepciona. Colman le da vida a la polémica Leda en el relato que temporalmente corresponde al presente, y la actriz Jessie Buckley interpreta a la Leda joven, la que termina tomando decisiones que luego cargará la Leda mayor.

Tanto en la novela como en la película se plantea esa dualidad de profesional-mamá, realización personal-mamá, felicidad propia-mamá, que incluso con las buenas intenciones del trabajo de Ferrante o el de Gyllenhaal resulta maniquea.

Leda es testigo de las vivencias de una numerosa familia que coincide con ella en la playa en la que pasa sus vacaciones. Entra en escena el personaje de Nina, encarnado por Dakota Jhonson. Nina es como una nueva versión de Leda, o así parece vivirlo Leda. Nina es joven, tiene una niña pequeña, una relación tóxica/abusiva, y luce sobrepasada por su hija y la vida familiar. Es gracias a su encuentro con Nina que Leda rememora periodos de su juventud en los que la vemos a ella misma con dificultades para lidiar con sus hijas.

En alguna parte del libro y de la película, Leda afirma que ella es una mamá desnaturalizada, sus actos anti-naturales o a contra norma se extienden a su esposo al que le es infiel, a la familia a la que le roba la muñeca sin motivo alguno, a la relación turbia con Nina, a su negación a mover la silla de la playa. No, no es la maternidad o su poco apego a ella lo que define el personaje de Leda, y es quizás eso lo que falta explorar un poco más en la versión cinematográfica donde todo queda cómodamente protegido por el paraguas de las insatisfacciones maternales.

En La hija oscura, hay cosas que quedan claras como el sol de la mañana: que Leda no está bien y que no es feliz. Eso podría dar pie a múltiples interpretaciones: ¿es producto de la culpa por no haber elegido a sus hijas por encima de su “realización personal”? ¿es producto de que, en su momento, la realización personal no alcanzó las cimas que ella hubiera deseado? ¿es producto de regresar a esa vida que no la satisfacía y sepultar esa sensación «maravillosa» que tuvo cuando estaba sin su familia? ¿Es ese tren que nos lleva a varias estaciones y que en la adultez-vejez nos deja en la del “qué hubiera pasado si…”?

Amig@s, a veces la vida es también la máxima de Kierkegaard adaptada: «Si tenés hijos te arrepentirás, si no tenés hijos te arrepentirás. Tengás o no tengás hijos, te arrepentirás».

El problema no son los hijos, somos nosotros.

Lo mejor del trabajo de Maggy Gyllenhaal como directora es el tono autoral de su propuesta, ese clima de cine que reflexiona y que no necesita de mayores artificios que los de apoyarse en su historia. La historia es potente, aunque en el clímax se desinfle como un globo y tenga escenas tontas y efectistas (en versión papel y cine) como la del apuñalamiento.

Lo peor del trabajo de Maggy Gyllenhaal es que sus personajes masculinos son unidimensionales, bordeando el cliché  y las situaciones creadas para humanizar a Leda llegan al punto de casi romper lo verosímil del relato. Además, en el último tramo de la película, Maggy pretende hacernos entender de manera más clara lo que ya entendimos y se pone más discursiva. Capaz que esto sea también una falla de la novela.

Aún así, La hija oscura es una opera prima que funciona. Cuenta con un gran grupo de actores, una hermosa fotografía de la francesa Hélène Louvart y ese algo intangible que traspasa la pantalla y consigue hacerte cómplice de lo que te relata. Gyllenhaal intenta mantener a toda costa el tono confesional de la novela que está narrada en primera persona y consigue grandes momentos, incluso cuando la trama comienza a desinflarse.

También podemos ver a Paul Mescal (a quien siempre amaremos) en un pequeño papel.

SPOILER En el final de la novela, Leda llega a decir: Estoy muerta, pero bien. En el final cinematográfico, alterado por Gyllenhaal, la frase no es necesaria…

Lo mejor: una buena adaptación con grandes actuaciones y un tema controvertido Lo peor: la escena tonta del apuñalamiento Lo más falsete: el apuñalamiento La escena: cuando Olivia charla con Dakota y le cuenta que abandonó a sus hijas y se sintió maravillosa sin ellas El mensaje manifiesto: la maternidad no es una tacita de leche El mensaje latente: no hay que traer hijos al mundo si no estás segura/o de que los querés en tu vida, parte de la responsabilidad como adultos es hacernos cargo de lo que generamos (nos guste o no) El personaje entrañable: Nina, su hija, las hijas de Leda, la muñeca… El personaje emputante: el marido de Nina El agradecimiento: por la belleza con la que Maggy Gyllenhall cuenta todo.

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