Por: Mónica Heinrich V.
Hay un mito. Hay un poema. En el mito griego de La Odisea y en el poema del británico Tennyson, los devoradores de loto viven sus días en una isla desconocida de África. Se dedican, cómo no, a comer loto y a aislarse del resto del mundo, se entregan (calzones y todo) a la apatía, al sopor y a un estado de irrealidad producto del consumo de, sí: loto. ¡Oh, Homero! ¡Oh, Tennyson!
El guionista, director y creador Mike White comentó que antes de tener desarrollado el proyecto de su mini-serie, sabía que se llamaría The White Lotus como una referencia al mito, al poema, y a su propio apellido.
Esta serie basada en mitos griegos y en poemas y en apellidos obtuvo varios premios Emmy. Ajá. Pero ¿por qué?
Empecemos con Mike White. El buen Mike tiene en su currículum cosas tan dispares como Dawson´s Creek, Freak and Geeks y Enlightened. Y en el cine, será siempre recordado por el guion de esa icónica comedia del 2003 Escuela del Rock («Nice, pipes, Tamika»).
Viendo esos títulos sabremos cosas importantes de Mike, una de ellas es que tiene sentido del humor (gracias, Mike), otra sería que su humor ha ido evolucionando y, de hecho, en The White Lotus llega a encontrar en la sátira y el sarcasmo a sus mejores amigos.
The White Lotus tiene solo seis episodios. En un principio se presentó como mini-serie, pero debido a su éxito ya ha pasado a ser serie. Una de sus primeras escenas es cuando el grupo de empleados de un resort de lujo están parados en la orilla de una playa hawaina, con las olas golpeando las rocas y un pequeño yate lleva a los turistas-huéspedes a su lugar de vacaciones. La primera escena marca muy bien las separaciones empleados-huéspedes, escala social baja-escala social alta, no privilegios-privilegios. De hecho, el tono de la serie se representa en la pobre Lany y su embarazo escondido.
Esta es una serie de personajes por lo que cada personaje tiene muy marcadas sus características. Por el lado de los huéspedes: Tanya, la doñita mayor (Jennifer Coolidge) cuya madre abusiva ha muerto y su duelo pasa por ir a ese hotel de lujo a esparcir las cenizas al mar; la familia Mossbacher, en la que Nicole (Connie Britton) es una exitosa mujer que gana más que Mark (Steve Zahn) su marido que anda fatigado porque piensa que tiene cáncer de testículo, Olivia (Sydney Sweeney) es la hija que constantemente cuestiona sus privilegios y que invita a Paula (Britnnay O Grady) su amiga no privilegiada, a sus vacaciones de lujo, mientras Queen (Fred Herchinger), su hermano, vive metido en el celular viendo porno; la parejita de jóvenes recién casados compuesta por un hijito de mamá, Shane (Jake Lacy) y Alex (Alexandra Daddario), una periodista que siente que ha cometido un error al casarse con ese boludín. Por el lado de los empleados está Armand (Murray Barlet) gerente/administrador del lugar, un drogadicto gay en recuperación que se estresa lidiando con los huéspedes y la empática Belinda (Natasha Rothwell) que administra el spa del lugar.
La serie de Mike White propone un relato en el que constantemente se está haciendo foco sobre los devoradores de loto (los huéspedes) gente aletargada en sus privilegios, tanto que sus preocupaciones suenan tontas si se las comparan con los problemas con los que lidian a diario los empleados del hotel.
La historia que pretende tener una alta dosis crítica presenta un misterio también ya que en sus primeros minutos se revela que uno de los personajes murió y a partir de eso se hace como un flashback en el que se cuenta qué pasó, quién murió, cómo y por qué. Eso consigue mantener nuestra atención porque llega un momento (sobre todo en las comidas de la familia Mossbacher) que el panfleto se usa como pesado elemento narrativo y se discute sobre el feminismo, el racismo, la brecha social, etc.…y es ahí donde el aburrimiento y la impostación cachetean al espectador hasta el hartazgo. Basta, White. BASTA, gritás con la copa de vino blanco en la mano.
Felizmente, la fantástica música del canadiense/chileno Cristobal Tapia hace que te sacudás cualquier cansancio narrativo. Chillidos de animales, gemidos, instrumentos de viento, una onda tribal, que como dice White transmiten la sensación casi de un acto barbárico, como si se estuviera a punto de realizar un sacrificio. ¡Qué belleza! ¡Qué bendición! Debe ser una de las mejores bandas sonoras de series del año. La podría poner en loop todo el día, junto con la de Sucession (nunca adelantaré tu intro, Sucesssion. NUNCA).
Uno de sus puntos más fuertes es el reparto. Desde Jennifer Coolidge, a quien la industria siempre le ha dado papeles secundarios (te quiero, Sophie de Two broke girls), hasta la chica de Euphoria: Sydney Sweeney a quien por fin vemos abandonar el personaje de tetona llorona y disfrutar de otro tipo de registro. Son actores/actrices sólido/as, responsables también de que te enganchés a la pantalla.
The White Lotus tiene la habilidad de mantener nuestra atención y de que ese abundante pututu de historias y personajes de alguna manera fluya. PERO, alerta de ruido atmosférico y movimiento intestinal: No dudo de sus buenas intenciones, el problema es que cómo podés plantear una crítica a las clases privilegiadas, ignorantes de la realidad, utilitarios de los que se encuentran más abajo, indiferentes a las necesidades del resto de los mortales, si tanto tus personas privilegiadas como los de la otra cara de la moneda los resolvés con los estereotipos de siempre: la pareja rich/white que no tiene sexo hace añadas, el machirulo de manual, el gay de closet que contrajo SIDA, el empleado que termina robando porque supuestamente los ricachones solo con su existencia le han robado a “su gente”, la chica morena y de menos recursos que resiente la amistad de la privilegiada que no la denuncia y hasta trata de ser condescendiente con ella, el gerente gay drogadicto que comete todos los ilícitos posibles…si la trama se analiza bien, hay muchas cosas que hacen más ruido que previa carnavalera.
SPOILER Por ejemplo, la chapucera muerte de Armond se me antojó a tomadura de pelo. BASTA, WHITE, BASTA! grité con la copa de vino blanco en la mano FIN DEL SPOILER.
Amén de que el reparto sea muy bueno (por algo estaban casi todos nominados a mejor actor/actriz) y que la serie se vea con dosis de entretenimiento y humor negro, hay temas que ojalá se resuelvan en la segunda temporada porque la impresión que queda es un resabio al mito de La Odisea, al poema de Tennyson: tenemos un devorador de loto tratando de criticar a los devoradores de loto.
Lo mejor: El humor y la fluidez de la propuesta Lo peor: Houston, tenemos un problema de coherencia Lo más falsete: la supuesta crítica que usa estereotipos de siempre El mensaje manifiesto: no es tan sencillo referenciar a los devoradores de loto El mensaje latente: es difícil reconocer que sos un devorador de loto La escena: cuando la doñita está en el yate con la parejita de casados y cuando esparce las cenizas de su mamá en el mar El personaje entrañable: Tania, la doñita de las cenizas El personaje emputante: las charlas aleccionadoras de la familia jailona El agradecimiento: por las dosis de humor negro y las cenizas al mar. La pregunta: ¿te rayarías si te dan una habitación equivocada en un hotel? ¿Te rayarías si tu cliente se raya porque te equivocaste en la reservación de su habitación? La otra pregunta: ¿Qué habrá sido de Lany? (Te queremos, Lany)
Referencia para viejos: Es como Los ricos también lloran, con mucha más producción y un poco menos de melodrama
Ni para tan viejos jejeje hay una nueva versión del 2022!
Uhhh The White Lotus en la segunda temporada cayó un montón…ni modo.