LOST IN CONTEMPLATION OF WORLD

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Mads Mikkelsen

CINE DANÉS: Bastarden (La tierra prometida)

Por: Mónica Heinrich V.

El capitán Kahlen (Mads Mikkelsen) es un veterano de guerra, hijo de un hacendado y una empleada doméstica. Lo que las doñas chismosas de antes (y unas cuantas del presente) llamarían un bastardo.

Finalizada la Guerra de los Siete Años queda yesca y sin títulos nobiliarios, pero con unas ganitas de surgir más que admirables. Nada como el hambre de triunfar. Si el tipo viviera en estas épocas sería de los que manifestarían mañana, tarde y noche. Y además bregaría para conseguir que las manifestaciones se materialicen.

En la Dinamarca de antes (para más señas 1755), los daneses estaban bajo el reinado del famoso Federico V quien ejecutó una serie de reformas agrarias que incentivaban la llegada de colonos alemanes para impulsar la modernización de la agricultura, aumentar la mano de obra y repoblar zonas rurales.

Kahlen se aviva y decide ofrecer un trato a la corona: él irá a los salvajes páramos daneses que supuestamente no pueden dar cultivo alguno, donde todos han fracasado y conseguirá hacer que esas tierras produzcan algo. Si lo logra querrá un título nobiliario con todos sus beneficios y que le lleven su bollo de colonos. Un emprendedor, pues. Y además, un poco perturbadito en su romantización de los jailones a los que anhela pertenecer.

Los ayucos del rey se juntan, reflexionan, y primero ponen el grito en el cielo porque #BastardosNunca, pero deciden aceptar el acuerdo en la lógica de que el tipo jamás logrará su cometido y de que mientras tanto pueden entretener a Fede (el rey que anda encaprichado con hacer producir el páramo) diciéndole que hay gente tratando de hacer su sueño realidad.

Si están creyendo que esta película será ver a Kahlen tratando de arar, plantar y cosechar, y eso será todo, se equivocan. O sea: sí, pero no.

No nací en cuna real, pero miren mi estampa

Ni Kahlen ni los ayucos del rey cuentan con la codicia de Schinkel, un “noble” (necesito más comillas para ese sujeto) cuya propiedad colinda con las tierras que Kahlen quiere sembrar.

Hace mucho no odiaba tanto a un personaje, creo que desde las épocas de la infame Wendy en Ozark (reseñada ACÁ). En parte se debe al gran trabajo que hace Simon Bennebjerg interpretándolo. Solo ver su carita petulante dan ganas de agarrar un ladrillo y sopapearlo a gusto.

La película está basada en la novela danesa The Captain and Ann Barbara de Ida Jessen. Cuando salieron los créditos y vi el nombre del libro, lo busqué por cielo, mar y tierra, era obvio que en el libro Ann Barbara tenía más protagonismo que en la película. O sea, su nombre está en el título del libro, mientras que la película se llama Bastardo y se ocupa de contar la epopeya desde el lado existencialista de Kahlen. Ann Barbara (Amanda Collins), aunque es un personaje muy importante, no termina de convertirse en una co-protagonista del todo.

Tuve que quedarme con la visión de Nikolaj Arcel, y me emputa tener solo una campana, pero es lo que hay. El director y guionista se hizo conocido cuando fue nominado al coso doraddo por A royal Affair (reseñada ACÁ) donde también protagonizaba nuestro Mads Mikkelsen. Ahí ya veíamos una dirección precisa, con habilidad para retratar entuertos reales muy aplaudible. Recuerdo algunas escenas de esa película y la historia me hizo revisar la vida del Rey Loco (Christian VII) que oh, sorpresa, es el hijo esquizofrénico de Fede, el rey cultivador de páramos de Bastarden. Así que, si no han visto ninguna de las dos pelis, les tiro esta idea: no puedo imaginar nada más didáctico (ñie) que ver las dos al hilo.

Acá, casual, en la conspiración

Bastarden fluye muy bien, quizás porque aunque tiene una historia que posee cierta profundidad no abandona un aire comercialón, de cine apto para público masivo. Aunque no lo parezca, no es una película contemplativa, plagada de silencios.

Una de las cosas en contra es quizás lo unidimensional de sus personajes. Ann Barbara apenas está dibujada. Y tiene un papel súper importante en la trama, pero siento que lo que sucede con ella sería más fuerte si hubiéramos tenido un poquito más de sus motivaciones. Annmais está como un elemento juguetón del que conocemos poco aparte de su condición de gitana. Las gentes de bien podrán encontrar horrible este personaje bajo argumentos como que perpetúa estereotipos, y bla bla bla, pero dentro del contexto igual sirve como un catalizador de otras emociones. El malo malo, es muy maloso, casi un villano hollywoodense. No hay nada que te lo humanice, incluso en su faceta como poderoso.

Dentro de esa tesitura Kahlen sí posee matices aparte de ser el recio y correcto capitán. Digamos que su ambición, sus metas hacen que cruce ciertas líneas. Eso es lo que termina de enganchar al espectador.

La fotografía de Rasmus Videbæk (habitual colaborador de Nikola) alcanza algunos momentos mágicos. Y consigue llevarte a los páramos daneses de siglos pasados. La música de Dan Romer a quien quiero mucho después de su soundtrack en Bestias del Sur Salvaje (reseñada ACÁ) acompaña esa magia.

Hay una bala que tiene tu nombre, pendejo

Bastarden es una película en esencia melancólica. Una película con la que podrás empatizar con la situación de Kahlen. No sé si el libro tiene el final que la película plantea, solo sé que para mí la huevada terminaba en ese plano de Kahlen comiendo. Fin. The End. El mundo es así. Pero incluso con esos minutitos que fueron como: “¡NO NIKOLA, NO! No podés”, incluso así, la historia de Bastarden llega.

Hay algo conmovedor en la soledad de esas personas. En la soledad de Kahlen, en la soledad de Ann Barbara, de Anmais. En esa búsqueda constante de una razón de existir. En esa necesidad de validación. En la vida que a veces nos pone como carne de cañón de la fatalidad.

El páramo no se puede cultivar, nos dice una placa al inicio de Bastarden. 

Después de sus dos horas y algo, podríamos agregar: De qué le sirve a las flores haber nacido en el campo.

Lo mejor: es una película que fluye y que tiene una gran actuación de Mads Mikkelsen Lo peor: al igual que en A Royal Affair no termina de hacerse inolvidable y tiene algunos excesos propios del cine comercial Lo más falsete: el final, todo lo que sucede después de la elipsis temporal La escena: La del agua caliente. Y otra: cuando pasa lo que pasa con la cabrita. NO El mensaje manifiesto: Con esfuerzo se pueden alcanzar los sueños El mensaje latente: a veces se persiguen sueños alejados de la felicidad real El personaje entrañable: Annmais, y la cabrita El personaje emputante: Schinkel, obvio y la prima choca inútil y boluda El agradecimiento: por la belleza de los páramos.

CINE DANÉS: Druk (Another Round/ Otra Ronda)

Por: Mónica Heinrich V.

Thomas Vinterberg tenía 29 años cuando estrenó Festen (La Celebración) en 1998. Hay escenas bastante específicas de ese universo que me siguen taladrando el corazón: Cristian y su esposa en el baño o el famoso brindis: “Gracias por todos estos buenos años”.

¡Por Dios, dejá de doler!

Festen fue la primera película del Dogma 95. Sí, muchos recuerdan el dogma como una paja creada por cineastas poseros. Pues esos cineastas “poseros” eran el mismo Vinterberg y Lars Von Trier. Y amig@s, podemos estar o no estar de acuerdo con el Dogma, pero los poseritos tuvieron sus buenos momentos.

Luego, Vinterberg terminaría renunciando al purismo del Dogma y seguiría su carrera fílmica de manera más convencional. De esa filmografía  recordamos Dear Wendy   (2005) que tiene seguidores y detractores, la amarga Submarino (2010) y  la polémica The Hunt (2012) reseñada con amor ACÁ.

A ojo pelado, hay puntos en común en sus trabajos. Suelen tener personajes atormentados, su trama se champa y se revuelca en el drama, y el autor ejerce una mirada crítica desde su obra. También bordea peligrosamente lo moralista y, a ratos, lo paternalista.

Por eso, no es de extrañar que esos mismos elementos aparezcan en su más reciente filme: Another Round.

Vinterberg nos cuenta una historia que es difícil de ver, y con la que es fácil empatizar. Difícil de ver porque asistí con mucho pesar a eso que algunos llaman celebración de la vida. Fácil de empatizar porque si podés plantearte la película desde ese momento de la vida donde los fracasos son mayores a los triunfos, y la ansiedad kierkegaardiana amenaza con devorarlo todo, podrás generar cierta condescendencia con nuestro buen amigo Martin (el gran Mads Mikkelsen).

Martin es un profesor de historia desmotivado, cuyo matrimonio está en estado catatónico y que, en general, parece atravesar una depresión clínica. En la celebración del cumpleaños de un colega, termina contándole a sus amigos sus tristezas. Entre charla y charla, trago y trago, se revela un dato importante. El colega (profesor de psicología) cuenta que el filósofo/psiquiatra noruego Finn Skarderud afirmaba que el ser humano venía al mundo con un 0,05% de déficit de alcohol en la sangre. Ajá, si la persona consumía ese 0,05% diario podía manejarse mejor emocional y socialmente. Lo lanza como un tip, como la anécdota para disfrutar otra copita. El festejo continúa, y cada uno parte a su casa, pero Martin, el buen Martin, se queda con el bichito del 0,05% y decide probarlo. Así que empieza a dar clases a sus adolescentes estudiantes un poco alcoholizado, a ir a su casa un poco alcoholizado, a hablar con su esposa un poco alcoholizado, a vivir un poco alcoholizado. Luego, sus amigos se unen al proyecto y lo toman como un “estudio”.

La libertad y la felicidad del trago corriendo por tu sangre como Bambi en las praderas

El guion escrito por el mismo Vinterberg en colaboración con Tobias Lindholm (The Hunt), acoge como una madre a sus personajes principales, y presenta con mucha condescendencia a estos cuatro hombres de mediana edad que buscan algo, un sentido, una validación, una sensación de felicidad, una pequeña liberación en un mundo que Martin dice «nunca es lo que uno espera».

El profesor de gimnasia Tommy (Thomas Bo Larsen, a quien hemos visto en The Hunt y en Festen), el profesor de psicología, Nikolai (Magnus Millan, a quien hemos visto en La Comuna) y el profesor de música, Peter (Lars Ranthe, a quien hemos visto también en La Comuna) convierten al acto de empinar el codo en su momento de solaz y en su muleta existencial favorita.

Como cualquier alcohólico.

Quizás me pareció un poco facilista que cuatro adultos formados, uno de ellos psicólogo, otro de ellos dedicado al entrenamiento físico, nunca se plantearon dentro del guion las contradicciones y consecuencias que podría tener el experimento y gran parte de la película insiste en poner la idea como una especie de «liberación». Intuimos o interpretamos que estos sujetos se acogieron a lo que hace sobrevivir a muchos: Mentirse a sí mismos.

También, el recurrir a ejemplos de alcohólicos famosos como Churchill o Hemingway para justificar el experimento se puede esperar de un, digamos, adolescente, pero ya para ciertas edades o formaciones, es bastante obvio (¿o no?) que la gente talentosa o genial que fue alcohólica o drogadicta desarrolló sus virtudes no gracias a sus enfermedades, sino a pesar de ellas. Nuevamente, volvamos a lo de la mentirita blanca para seguir metiéndole al trago. Porque siempre se puede fingir. Es una opción.

Chicos, podemos ser más felices como cuando Copito de nieve bajaba las montañas suizas con Heidi.

Vinterberg, en todo caso, nos quiere dar una lección aunque diga que no. El póster de Mads Milkensen en pleno éxtasis alcohólico y pasándolo chancho, el título original en danés que es Druk (borracho o pasado de copas), el paralelismo entre el juego ¿tradicional? danés de darle la vuelta al lago bebiendo como si no hubiese un mañana, las palabras de la esposa de Martin “En este país, todos beben como maníacos”, el pequeño collage de figuras políticas borrachas en público.

Pareciera que existe una admonición, un causa y consecuencia, un “va a ir bien hasta que deje de ir bien”. Y cuando sucede lo que sucede con el personaje de Tommy, cuando deja de ir bien, tuve miedo. Pensé que Vinterberg iba a llevar su fábula del “beber para poder vivir aunque luego todo se vaya a la mierda” hacia un lugar casi puritano.

Pero no, Vinterberg de la mano de Mads Mikkelsen te da un final hermoso. Tan hermoso como triste. Aunque haya quienes vean una celebración de la vida en la imposibilidad de estar sobrio. Gracias a ese bello final podés olvidar, o mejor dicho, perdonar sus forzadas metáforas. 

Y claro, te quedás con las palabras de Kierkegaard que resuenan desde el letrerito que ponen al inicio de la película. Eso sobre que la juventud es un sueño. Y después buscás la frase completa y descubrís que es parte de sus escritos estéticos agrupados en Diapsálmata. Y leés, en este abril pandémico, su comienzo: Ahora, tan solo añoro mi primera añoranza.

Maldición, Vinterberg. Qué ganas de tomar una copa de vino.

Lo mejor: conmueve Lo peor: las forzadas metáforas y que la gente que la vea quiera experimentar el famoso 0,05%, porque amig@s el desafío siempre es y será ver este mundo de mierda sobrio Lo más falsete: algunas frases como la que dice la mujer y la secuencia de los mensajes en el celular al final El mensaje manifiesto: Hay que explorar, tomar riesgos y despertar del letargo de estar vivos El mensaje latente: no importa qué hagás, ni que te metás, si no trabajás lo que te tiene aletargado el despertar será placebo La escena: el final El personaje entrañable: el perro que dejaron abandonado en el barco El personaje emputante: el trago como placebo El agradecimiento: por bailar.

CURIOSIDADES

La película está dedicada a Ida, la hija de 19 años de Vinterberg que murió en un accidente de auto cuatro días antes de que empiece el rodaje de esta película. Ida tenía que interpretar a una de las hijas del personaje de Mads Makkilsen.

Vinterberg dijo, recordando sus épocas dogmáticas, que esos muchachos del Dogma 95 hubiesen encontrado decadente Another Round.

La película se basa en una obra de teatro previamente escrita por Vintgerber. Fue su hija Ida quien lo motivó a transformar la obra en película.

Dinamarca tiene la tasa de adolescentes que beben más alta del mundo.

De acuerdo a Mads Mikkelsen, aunque durante la filmación en sí, no se consumió alcohol, sí hubo experimentos varios con el famoso 0,05%.

Mads Mikkelsen fue bailarín profesional, por lo cual la escena final está filmada enteramente por él. Se grabó durante dos días en los que Mads bailaba y bailaba por horas.

Mikkelsen está casado con una coreógrafa a la que conoció a sus 23 años.

Vinterbeger se inspiró en Zorba, el griego para la escena final.

La esposa de Vinteberg sugirió que la escena final tenga como banda sonora What a life.

 

TELEVISIÓN: Hannibal

«Este es mi diseño»

Por: Alejandro Paniagua

El buen Bryan Fueller tiene otra oportunidad para demostrar que puede hacer series de televisión decentes. Fueller fue creador de esa atractiva e infravalorada serie llamada Pushing Daisies, de Heroes, que tuvo una temporada inicial impactante y luego cayó en picada y de Dead like me, entre otras menos conocidas.

Hannibal supone el reto perfecto para que Fueller consiga traspasar sus logros anteriores y además haga que el personaje que recordamos como Anthony Hopkins, resurja  y tenga su propia estrella.

La NBC lleva desarrollando este ambicioso proyecto desde el 2011 y es en este 2013 que finalmente salen al aire 13 episodios que conforman la primera temporada y que esperaban sorprender.

¿Nos sorprendimos?

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Hay varias sorpresas iniciales en esta Hannibal, la primera es el personaje de Will Graham interpretado por Hugh Dancy y que en el cine  dio vida Edward Norton y William Peterson. Will acaba siendo más protagonista que el mismo Hannibal. Siendo la serie por y para el conocido caníbal, el vulnerable Will se transforma en principio y fin de todo, e incluso en obsesión del supuesto protagonista. Colabora la atormentada personificación de Dancy que contrasta enormemente con la casi robótica performance de Mads Milkkelsen.

Eso constituye otra sorpresa, que un actor como Milkkensen parezca no encontrar la tesitura ideal para su personaje, y emane un aire siniestro que por ejemplo, Hopkins tenía también, pero de una manera más sutil.

Otra sorpresa sería lo rápido que la trama pierde interés. Partimos con un Will Graham que es reclutado por Jack (Lawrence Fishburne) para que vuelva al ruedo, deje la docencia y colabore con el FBI para atrapar a un peligroso asesino en serie. Will tiene una empatía pura, una especie de don que hace que pueda ponerse en la piel de los asesinos y elabore un perfil muy aproximado de lo que tienen que buscar. Su don trae efectos secundarios y hace que su psiquis quede frágil, por lo que Jack le pide al renombrado psiquiatra Hannibal que “supervise” a Will y vea que no se desestabilice. La premisa de que Will con el don que posee no perciba la naturaleza maligna de Hannibal, y hasta lo convierta en su confidente no tiene mucho asidero.

¿Por qué verla?

Si nos apegamos al piloto filmado por David Slade y a la estética planteada, Hannibal es una buena serie. Slade hace un episodio cinematográfico que tiene momentos muy buenos como el recurso utilizado para que Will “vea” lo que hizo el asesino y qué sentía en el momento de los crímenes. Esa especie de flashback casi lírico está muy bien logrado. El resto de los episodios repite la fórmula: asesino serial casi artista (todos los asesinatos son una pequeña puesta en escena), momento en que Will hace lo suyo  y Hannibal metiendo su cuchara para enturbiar las cosas.

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Interesante la insinuación de canibalismo al que somete Hannibal a sus invitados en cada cena o comida que les proporciona a razón de ser un aficionado a la gastronomía y un eximio cocinero. Nunca nos dicen que están comiendo restos humanos pero se sospecha constantemente.

La relación entre Hannibal y su psiquiatra me parece interesante también, como la psiquiatra del caníbal tenemos a Gillian Anderson, la extrañada Scully, delgadísima y rubísima. Las sesiones con Milkkensen sí tienen la química suficiente para que nos interese ver más de ellas.

Una vez el patrón de la serie se revela, podría pensarse que no te quedarán muchas ganas de seguir el resto de los episodios, pero no. Hay que destacar que la serie se mira sin soltarla, y que una vez finalizada la temporada deseas llegar a la segunda.

¿Y Hannibal?

Milkkensen tiene cara de psicópata y actúa como psicópata, por eso me extraña que alguien o en este caso todos, deseen estar a su alrededor y vayan a su casa en distintos momentos a contarles sus perturbaciones y confusiones. Si quitamos la robótica y tétrica representación, hay momentos en los que el Hannibal que esperamos no es el Hannibal que tenemos. Por ejemplo, el episodio de las cuerdas de violín donde la situación se le va totalmente de las manos, o la situación con Abigail Hobbs, o las pistas gigantes que ha dejado sobre el asunto de Will que en la segunda temporada esperemos no nos quieran meter gato por liebre y empiecen intentando que creamos que nadie se ha dado cuenta de nada y que el mismo Will dude de lo que ya tiene muy claro.

Lo que falla

Dos cosas que me gustaron y luego me cansaron fueron 1) la relación de Will con Alana Bloom (Caroline Davhermas) en el que notamos química pero hasta el final de la temporada no nos creemos que esos dos anden enamorados y 2) el personaje de Abigail Hobbs (Kacey Rohl) fue muy desaprovechado. Empieza casi estelar y después pueden pasar varios episodios sin que sepamos nada de ella.

Un personaje que considero prescindible es el de Freddie Lounds (Lara Jean Chorostecki), que quiere ser excusa para retratar la prensa carroñera. Lo triste es que Freddie es un personaje que se mete sin sentido en todos lados y la evolución de sus motivaciones/objetivos es muy pobre.

Crean temáticas como lo de Hobbs o como lo del cáncer de la esposa de Jack, que luego ni se molestan en desarrollar, pareciera que son elementos  para darle vida a los episodios específicos en lugar de ser parte de un engranaje general.

Finalmente, mientras más se desmorona Will, las intenciones de Hannibal están muy claras y nadie parece darse cuenta de ellas. Todos los caminos conducen a él, como con  el tipo de las cuerdas, el tema de Abigail Hobbs, el  que estaba internado en el psiquiátrico, todo es una flecha que indica que la manzana podrida es Hannibal, y Will es incapaz de “percibirlo”. Un tipo que tiene una percepción y empatía muy por encima de la media.

El futuro de Hannibal

Ampliamente criticada por su excesivo sadismo o explícita violencia, la serie ha tenido bajas audiencias. Incluso se dudó de su permanencia para una segunda temporada. Gracias a Dios, podremos saber qué sucede luego del último episodio de su primera temporada, y la segunda se ha programado para el 2014. Esperemos que para entonces pulan las fallas mencionadas y que una vez descubiertas las cartas (Hannibal es un monstruo y Will no lo es) tengamos una digna rivalidad que traspase lo ya visto.

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CINE: The Hunt (La caza)

La fábula de la inocencia

Thomas Vinterberg es recordado por todos gracias a esa gran película llamada La celebración (Festen) que dirigió cuando apenas contaba con 29 años. El filme danés, además, fue el primero en estar encuadrado dentro del Dogma 95. ¿Lo recuerdan? La escena del infame brindis debe ser una llaga con pus en el corazón de muchas generaciones.

Luego vendrían dos o tres películas más o menos conocidas, más o menos exitosas (Dear, Wendy, Submarino, Its all about love, etc.), pero nada nos preparó para este desgarrador regreso.

El año pasado, Vinterberg estrenó The Hunt (La Caza) y a esa llaguita purulenta dejada por Festen se abrió otra herida más grande resistente a los antibióticos y que rápidamente se llenó de gusanitos blancos.

THE-HUNT-POSTER

“Muchas son las cosas terribles, y no hay nada más terrible que el hombre”,decía Sófocles en su Antígona y ¡cuánta razón tenía!

The Hunt nos relata una historia sencilla y contundente. Mads Mikkelsen, poderoso actor danés que conocimos en Casino Royal y admiramos en A Royal affair, interpreta magistralmente a Lucas.

Lucas está atravesando un difícil divorcio, su hijo adolescente vive con su ex esposa en otra ciudad y él sufre por la lejanía,  por el final de la relación, por la situación en conjunto. A pesar de estar readaptándose a una vida en soledad goza de una sólida red de amigos de infancia y de un trabajo que a ojos vistas disfruta de corazón (profesor de Kínder).

Lo que vemos es un hombre de mediana edad bueno. Realmente bueno. Bueno y querido. Esa bondad y nobleza serán puestas a prueba por el más terrible de los crímenes aparte del asesinato: es acusado de abuso sexual.

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La acusación surge del lado menos pensado, de la forma más estúpida del mundo y para su desgracia involucra sus afectos inmediatos. A partir de ahí vemos la caída en desgracia de este buen hombre y el cariz mezquino que adopta la otrora amable comunidad con él.

Ya no es el amigo de infancia, el padre de familia, el dueño de un lindo perro, el abnegado profesor, ahora es simplemente un pederasta y como tal, la comunidad se siente con el derecho de hacerle sentir su repudio de forma extrema.

Con esa particular crueldad propia del cine danés, Vinterberg castiga a su protagonista hasta la saciedad, lo humilla, lo denigra, lo vuelve un guiñapo. Nosotros permanecemos mirando, paralizados/consternados ante tanta injusticia y la sensación de impotencia es tal que llega a humedecer los ojos.

La debacle continúa. Una sociedad aparentemente civilizada que puede (en el caso de Bolivia) rechazar con vehemencia cosas como la justicia comunitaria, no tiene reparos en llegar a lo inaudito para dejar claro que consideran  a Lucas un paria.

Oscura fábula social que tiene en su trágica víctima (Lucas) un exponente de la falsedad espiritual, la ausencia de la presunción de inocencia y en caso de realmente ser culpable, la incapacidad para perdonar y olvidar.

El final llega amargo y compartiendo la crueldad/dureza del resto del filme. Un final inolvidable, ambiguo de esos que cuando los créditos terminan aún te resuena en la mente y en el corazón.

The-Hunt

Vinterbeg regresa por todo lo alto, y nos entrega una película que se sigue con atención e incomodidad. El guión escrito por el mismo director y  el también danés Tobias Lindholm, construye de forma precisa el escarnio del protagonista y la miseria de la comunidad que lo recibe.

Una estética oscura, fría, se observa en la fotografía de Charlotte Bruss Christensen que dirige foto por segunda vez, siendo su debut con Vinterberg en su película anterior: Submarino.

Annika Wedderkopp, de tan solo 7 años, es la actriz que da vida a la confusa Klara, personaje que algunos espectadores odian, pero que dada las circunstancias es una víctima más de la trama.

Vinterberg plantea una reflexión moral sobre el alcance de un crimen. La vida pura, tranquila que conocemos puede cambiar radicalmente en el momento menos pensado.

Los civilizados habitantes que ven manchada la tranquilidad en la que vivían también son una especie de víctimas, antes eran buenas personas, pero la rabia y el resentimiento ante una mentira que crece como bola de nieve, hacen que se comporten de manera muy ruin. Lucas al ser un buen hombre cree que todo se solucionará tarde  o temprano, pero la vida no es así, cosas malas les suceden a las buenas personas, y el filme tiene el cinismo suficiente para decirlo.

Después de todo, Sófocles tenía razón: no hay nada más terrible que el hombre.

Lo mejor: bien filmada, muy bien actuada y un guión incómodo.

Lo peor: que Lucas es demasiado buen hombre

La escena: la de la iglesia y el final

El mensaje manifiesto: la civilización termina cuando nos tocan de manera personal

El mensaje latente: la masa no tiene moral ni conciencia

El consejo: hay que verla, es una película que deja huella

El personaje entrañable: Lucas

El personaje emputante: los del supermercado

El agradecimiento: a P.A. por recomendármela.

CURIOSIDADES

–       Mads Mikkelsen ganó el premio a mejor actor en Cannes por el personaje de Lucas

–       Es la octava película de Vinterberg

–       Es la segunda que toca la temática del abuso sexual (Festen fue la primera)

–       La película no fue escrita para Mads pero cuando Vinterberg lo vio en el casting supo que era el actor para el papel.

–       Vinterberg fue el estudiante más joven en la historia de la Academia de Cine Danesa, tenía solo 19 años cuando lo admitieron.

–       A Vinterberg siempre le ha molestado esa imagen de tranquilidad y felicidad que tiene Dinamarca, y afirma que debajo de ellas existen un montón de cosas turbias que el cine danés intenta exorcizar, de ahí que muchas de sus películas sean muy perturbadoras.

–      Actualmente podemos ver a Mads en la televisión interpretando a Hannibal Lecter.

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