LOST IN CONTEMPLATION OF WORLD

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Cine danés

CINE DANÉS: Bastarden (La tierra prometida)

Por: Mónica Heinrich V.

El capitán Kahlen (Mads Mikkelsen) es un veterano de guerra, hijo de un hacendado y una empleada doméstica. Lo que las doñas chismosas de antes (y unas cuantas del presente) llamarían un bastardo.

Finalizada la Guerra de los Siete Años queda yesca y sin títulos nobiliarios, pero con unas ganitas de surgir más que admirables. Nada como el hambre de triunfar. Si el tipo viviera en estas épocas sería de los que manifestarían mañana, tarde y noche. Y además bregaría para conseguir que las manifestaciones se materialicen.

En la Dinamarca de antes (para más señas 1755), los daneses estaban bajo el reinado del famoso Federico V quien ejecutó una serie de reformas agrarias que incentivaban la llegada de colonos alemanes para impulsar la modernización de la agricultura, aumentar la mano de obra y repoblar zonas rurales.

Kahlen se aviva y decide ofrecer un trato a la corona: él irá a los salvajes páramos daneses que supuestamente no pueden dar cultivo alguno, donde todos han fracasado y conseguirá hacer que esas tierras produzcan algo. Si lo logra querrá un título nobiliario con todos sus beneficios y que le lleven su bollo de colonos. Un emprendedor, pues. Y además, un poco perturbadito en su romantización de los jailones a los que anhela pertenecer.

Los ayucos del rey se juntan, reflexionan, y primero ponen el grito en el cielo porque #BastardosNunca, pero deciden aceptar el acuerdo en la lógica de que el tipo jamás logrará su cometido y de que mientras tanto pueden entretener a Fede (el rey que anda encaprichado con hacer producir el páramo) diciéndole que hay gente tratando de hacer su sueño realidad.

Si están creyendo que esta película será ver a Kahlen tratando de arar, plantar y cosechar, y eso será todo, se equivocan. O sea: sí, pero no.

No nací en cuna real, pero miren mi estampa

Ni Kahlen ni los ayucos del rey cuentan con la codicia de Schinkel, un “noble” (necesito más comillas para ese sujeto) cuya propiedad colinda con las tierras que Kahlen quiere sembrar.

Hace mucho no odiaba tanto a un personaje, creo que desde las épocas de la infame Wendy en Ozark (reseñada ACÁ). En parte se debe al gran trabajo que hace Simon Bennebjerg interpretándolo. Solo ver su carita petulante dan ganas de agarrar un ladrillo y sopapearlo a gusto.

La película está basada en la novela danesa The Captain and Ann Barbara de Ida Jessen. Cuando salieron los créditos y vi el nombre del libro, lo busqué por cielo, mar y tierra, era obvio que en el libro Ann Barbara tenía más protagonismo que en la película. O sea, su nombre está en el título del libro, mientras que la película se llama Bastardo y se ocupa de contar la epopeya desde el lado existencialista de Kahlen. Ann Barbara (Amanda Collins), aunque es un personaje muy importante, no termina de convertirse en una co-protagonista del todo.

Tuve que quedarme con la visión de Nikolaj Arcel, y me emputa tener solo una campana, pero es lo que hay. El director y guionista se hizo conocido cuando fue nominado al coso doraddo por A royal Affair (reseñada ACÁ) donde también protagonizaba nuestro Mads Mikkelsen. Ahí ya veíamos una dirección precisa, con habilidad para retratar entuertos reales muy aplaudible. Recuerdo algunas escenas de esa película y la historia me hizo revisar la vida del Rey Loco (Christian VII) que oh, sorpresa, es el hijo esquizofrénico de Fede, el rey cultivador de páramos de Bastarden. Así que, si no han visto ninguna de las dos pelis, les tiro esta idea: no puedo imaginar nada más didáctico (ñie) que ver las dos al hilo.

Acá, casual, en la conspiración

Bastarden fluye muy bien, quizás porque aunque tiene una historia que posee cierta profundidad no abandona un aire comercialón, de cine apto para público masivo. Aunque no lo parezca, no es una película contemplativa, plagada de silencios.

Una de las cosas en contra es quizás lo unidimensional de sus personajes. Ann Barbara apenas está dibujada. Y tiene un papel súper importante en la trama, pero siento que lo que sucede con ella sería más fuerte si hubiéramos tenido un poquito más de sus motivaciones. Annmais está como un elemento juguetón del que conocemos poco aparte de su condición de gitana. Las gentes de bien podrán encontrar horrible este personaje bajo argumentos como que perpetúa estereotipos, y bla bla bla, pero dentro del contexto igual sirve como un catalizador de otras emociones. El malo malo, es muy maloso, casi un villano hollywoodense. No hay nada que te lo humanice, incluso en su faceta como poderoso.

Dentro de esa tesitura Kahlen sí posee matices aparte de ser el recio y correcto capitán. Digamos que su ambición, sus metas hacen que cruce ciertas líneas. Eso es lo que termina de enganchar al espectador.

La fotografía de Rasmus Videbæk (habitual colaborador de Nikola) alcanza algunos momentos mágicos. Y consigue llevarte a los páramos daneses de siglos pasados. La música de Dan Romer a quien quiero mucho después de su soundtrack en Bestias del Sur Salvaje (reseñada ACÁ) acompaña esa magia.

Hay una bala que tiene tu nombre, pendejo

Bastarden es una película en esencia melancólica. Una película con la que podrás empatizar con la situación de Kahlen. No sé si el libro tiene el final que la película plantea, solo sé que para mí la huevada terminaba en ese plano de Kahlen comiendo. Fin. The End. El mundo es así. Pero incluso con esos minutitos que fueron como: “¡NO NIKOLA, NO! No podés”, incluso así, la historia de Bastarden llega.

Hay algo conmovedor en la soledad de esas personas. En la soledad de Kahlen, en la soledad de Ann Barbara, de Anmais. En esa búsqueda constante de una razón de existir. En esa necesidad de validación. En la vida que a veces nos pone como carne de cañón de la fatalidad.

El páramo no se puede cultivar, nos dice una placa al inicio de Bastarden. 

Después de sus dos horas y algo, podríamos agregar: De qué le sirve a las flores haber nacido en el campo.

Lo mejor: es una película que fluye y que tiene una gran actuación de Mads Mikkelsen Lo peor: al igual que en A Royal Affair no termina de hacerse inolvidable y tiene algunos excesos propios del cine comercial Lo más falsete: el final, todo lo que sucede después de la elipsis temporal La escena: La del agua caliente. Y otra: cuando pasa lo que pasa con la cabrita. NO El mensaje manifiesto: Con esfuerzo se pueden alcanzar los sueños El mensaje latente: a veces se persiguen sueños alejados de la felicidad real El personaje entrañable: Annmais, y la cabrita El personaje emputante: Schinkel, obvio y la prima choca inútil y boluda El agradecimiento: por la belleza de los páramos.

CINE DANÉS: Druk (Another Round/ Otra Ronda)

Por: Mónica Heinrich V.

Thomas Vinterberg tenía 29 años cuando estrenó Festen (La Celebración) en 1998. Hay escenas bastante específicas de ese universo que me siguen taladrando el corazón: Cristian y su esposa en el baño o el famoso brindis: “Gracias por todos estos buenos años”.

¡Por Dios, dejá de doler!

Festen fue la primera película del Dogma 95. Sí, muchos recuerdan el dogma como una paja creada por cineastas poseros. Pues esos cineastas “poseros” eran el mismo Vinterberg y Lars Von Trier. Y amig@s, podemos estar o no estar de acuerdo con el Dogma, pero los poseritos tuvieron sus buenos momentos.

Luego, Vinterberg terminaría renunciando al purismo del Dogma y seguiría su carrera fílmica de manera más convencional. De esa filmografía  recordamos Dear Wendy   (2005) que tiene seguidores y detractores, la amarga Submarino (2010) y  la polémica The Hunt (2012) reseñada con amor ACÁ.

A ojo pelado, hay puntos en común en sus trabajos. Suelen tener personajes atormentados, su trama se champa y se revuelca en el drama, y el autor ejerce una mirada crítica desde su obra. También bordea peligrosamente lo moralista y, a ratos, lo paternalista.

Por eso, no es de extrañar que esos mismos elementos aparezcan en su más reciente filme: Another Round.

Vinterberg nos cuenta una historia que es difícil de ver, y con la que es fácil empatizar. Difícil de ver porque asistí con mucho pesar a eso que algunos llaman celebración de la vida. Fácil de empatizar porque si podés plantearte la película desde ese momento de la vida donde los fracasos son mayores a los triunfos, y la ansiedad kierkegaardiana amenaza con devorarlo todo, podrás generar cierta condescendencia con nuestro buen amigo Martin (el gran Mads Mikkelsen).

Martin es un profesor de historia desmotivado, cuyo matrimonio está en estado catatónico y que, en general, parece atravesar una depresión clínica. En la celebración del cumpleaños de un colega, termina contándole a sus amigos sus tristezas. Entre charla y charla, trago y trago, se revela un dato importante. El colega (profesor de psicología) cuenta que el filósofo/psiquiatra noruego Finn Skarderud afirmaba que el ser humano venía al mundo con un 0,05% de déficit de alcohol en la sangre. Ajá, si la persona consumía ese 0,05% diario podía manejarse mejor emocional y socialmente. Lo lanza como un tip, como la anécdota para disfrutar otra copita. El festejo continúa, y cada uno parte a su casa, pero Martin, el buen Martin, se queda con el bichito del 0,05% y decide probarlo. Así que empieza a dar clases a sus adolescentes estudiantes un poco alcoholizado, a ir a su casa un poco alcoholizado, a hablar con su esposa un poco alcoholizado, a vivir un poco alcoholizado. Luego, sus amigos se unen al proyecto y lo toman como un “estudio”.

La libertad y la felicidad del trago corriendo por tu sangre como Bambi en las praderas

El guion escrito por el mismo Vinterberg en colaboración con Tobias Lindholm (The Hunt), acoge como una madre a sus personajes principales, y presenta con mucha condescendencia a estos cuatro hombres de mediana edad que buscan algo, un sentido, una validación, una sensación de felicidad, una pequeña liberación en un mundo que Martin dice «nunca es lo que uno espera».

El profesor de gimnasia Tommy (Thomas Bo Larsen, a quien hemos visto en The Hunt y en Festen), el profesor de psicología, Nikolai (Magnus Millan, a quien hemos visto en La Comuna) y el profesor de música, Peter (Lars Ranthe, a quien hemos visto también en La Comuna) convierten al acto de empinar el codo en su momento de solaz y en su muleta existencial favorita.

Como cualquier alcohólico.

Quizás me pareció un poco facilista que cuatro adultos formados, uno de ellos psicólogo, otro de ellos dedicado al entrenamiento físico, nunca se plantearon dentro del guion las contradicciones y consecuencias que podría tener el experimento y gran parte de la película insiste en poner la idea como una especie de «liberación». Intuimos o interpretamos que estos sujetos se acogieron a lo que hace sobrevivir a muchos: Mentirse a sí mismos.

También, el recurrir a ejemplos de alcohólicos famosos como Churchill o Hemingway para justificar el experimento se puede esperar de un, digamos, adolescente, pero ya para ciertas edades o formaciones, es bastante obvio (¿o no?) que la gente talentosa o genial que fue alcohólica o drogadicta desarrolló sus virtudes no gracias a sus enfermedades, sino a pesar de ellas. Nuevamente, volvamos a lo de la mentirita blanca para seguir metiéndole al trago. Porque siempre se puede fingir. Es una opción.

Chicos, podemos ser más felices como cuando Copito de nieve bajaba las montañas suizas con Heidi.

Vinterberg, en todo caso, nos quiere dar una lección aunque diga que no. El póster de Mads Milkensen en pleno éxtasis alcohólico y pasándolo chancho, el título original en danés que es Druk (borracho o pasado de copas), el paralelismo entre el juego ¿tradicional? danés de darle la vuelta al lago bebiendo como si no hubiese un mañana, las palabras de la esposa de Martin “En este país, todos beben como maníacos”, el pequeño collage de figuras políticas borrachas en público.

Pareciera que existe una admonición, un causa y consecuencia, un “va a ir bien hasta que deje de ir bien”. Y cuando sucede lo que sucede con el personaje de Tommy, cuando deja de ir bien, tuve miedo. Pensé que Vinterberg iba a llevar su fábula del “beber para poder vivir aunque luego todo se vaya a la mierda” hacia un lugar casi puritano.

Pero no, Vinterberg de la mano de Mads Mikkelsen te da un final hermoso. Tan hermoso como triste. Aunque haya quienes vean una celebración de la vida en la imposibilidad de estar sobrio. Gracias a ese bello final podés olvidar, o mejor dicho, perdonar sus forzadas metáforas. 

Y claro, te quedás con las palabras de Kierkegaard que resuenan desde el letrerito que ponen al inicio de la película. Eso sobre que la juventud es un sueño. Y después buscás la frase completa y descubrís que es parte de sus escritos estéticos agrupados en Diapsálmata. Y leés, en este abril pandémico, su comienzo: Ahora, tan solo añoro mi primera añoranza.

Maldición, Vinterberg. Qué ganas de tomar una copa de vino.

Lo mejor: conmueve Lo peor: las forzadas metáforas y que la gente que la vea quiera experimentar el famoso 0,05%, porque amig@s el desafío siempre es y será ver este mundo de mierda sobrio Lo más falsete: algunas frases como la que dice la mujer y la secuencia de los mensajes en el celular al final El mensaje manifiesto: Hay que explorar, tomar riesgos y despertar del letargo de estar vivos El mensaje latente: no importa qué hagás, ni que te metás, si no trabajás lo que te tiene aletargado el despertar será placebo La escena: el final El personaje entrañable: el perro que dejaron abandonado en el barco El personaje emputante: el trago como placebo El agradecimiento: por bailar.

CURIOSIDADES

La película está dedicada a Ida, la hija de 19 años de Vinterberg que murió en un accidente de auto cuatro días antes de que empiece el rodaje de esta película. Ida tenía que interpretar a una de las hijas del personaje de Mads Makkilsen.

Vinterberg dijo, recordando sus épocas dogmáticas, que esos muchachos del Dogma 95 hubiesen encontrado decadente Another Round.

La película se basa en una obra de teatro previamente escrita por Vintgerber. Fue su hija Ida quien lo motivó a transformar la obra en película.

Dinamarca tiene la tasa de adolescentes que beben más alta del mundo.

De acuerdo a Mads Mikkelsen, aunque durante la filmación en sí, no se consumió alcohol, sí hubo experimentos varios con el famoso 0,05%.

Mads Mikkelsen fue bailarín profesional, por lo cual la escena final está filmada enteramente por él. Se grabó durante dos días en los que Mads bailaba y bailaba por horas.

Mikkelsen está casado con una coreógrafa a la que conoció a sus 23 años.

Vinterbeger se inspiró en Zorba, el griego para la escena final.

La esposa de Vinteberg sugirió que la escena final tenga como banda sonora What a life.

 

CINE DANÉS: Den skyldige / The Guilty / La culpa

Por: Mónica Heinrich V.

Una sola locación. Un protagonista. La historia se escucha por el espectador, pero cada uno se imagina lo que sucede. Ese era el objetivo de Gustav Möller, el director danés de la no menos danesa La culpa.

No naveguemos en las aguas de una originalidad inexistente diciendo que el tipo hizo algo que nunca hemos visto, no. Ya hemos visto algo similar en Locke o en Buried (por nombrar algunas), pero Möller se las ingenió para hacer de su cuento algo trepidante y lleno de adrenalina, incluido un punto de giro que pocos verán venir a aplastarlos como un tren de carga.

Möller escuchó llamadas al 911 a las que se pueden acceder en youtube y quedó sorprendido por el suspenso que se creaba y por el mundo que se abría a su imaginación solo con escuchar los sonidos y las voces de la emergencia.

Así fue como surgió la idea de que el público sea co-creador de la trama. Situó su argumento en un centro de llamadas de emergencia danés y puso a su protagonista Asger Holme (interpretado por un solvente Jakob Cedergen) a contestar llamadas que en un inicio parecen anecdóticas, hasta que llega la llamada de Iben (Jessica Dinnage).

SPOILER Rápidamente, entendemos que Iben ha sido secuestrada por un hombre y que ella intenta hablar en código con el oficial para salvar su vida. La cosa se va complicando cuando se descubre que el secuestrador es el ex marido y que ella ha sido sustraída de su casa donde uno de los hijos (apenas un bebé) ha sido asesinado. FIN DEL SPOILER

Todo eso lo vivimos a través de las llamadas y los sonidos, nunca abandonamos la central de emergencias, nunca conoceremos a las víctimas, solo a Asger y a algún compañero ocasional de trabajo.

El guion escrito por el mismo Möller y por Emil Nygaard Albertsen (también colaborador en su cortometraje I, Mork) es bastante efectivo. Quizás lo empaña algunos momentos bastantes fuera de lugar SPOILER a un feminicida en potencia no le decís «oye, sé que mataste a tu hijo, te espera la cárcel», aunque se puede justificar diciendo que la labor de Asger no era realmente atender llamadas sino que era un oficial que estaba bajo observación y al que habían relegado a esas funciones sin que sean su expertise. FIN DEL SPOILER

Otra cosa un tanto molesta fue el tinte moral y ético que le imprimieron a los últimos minutos. Esa cosa discursiva que le da sentido al título de la película, pero que en la práctica hace ver al trabajo un poco más inmaduro de lo que se vería si lo despojáramos de cualquier pretendida virtud aleccionadora.

Igual The Guilty se disfruta mucho, este es un joven equipito que dará que hablar y al que le fascina hacer cositas cinematográficas. El director, el productor, el director de fotografía y el montajista se conocieron todos en la Escuela Nacional de Cine de Dinamarca.

The Guilty  es una tragedia, un thriller, que aunque no aporta nada nuevo al género, sí logra hacerse un lugar dentro.

Lo mejor: mantiene la tensión en una sola locación y sin mostrarnos visualmente la tragedia Lo peor: discursiva y aleccionadora  La escena: el giro inesperado Lo más falsete: algunos diálogos poco recomendables para una situación así, también todo el discurso final El mensaje manifiesto: nada es lo que parece El mensaje latente: las historias solo hay que saberlas contar  El consejo: para verla con idioma original El personaje entrañable: Oliver y Mathilde El agradecimiento: por un buen momento de entretenimiento y tensión.

CINE DANÉS: Under sandet / Land of mines / Bajo la arena

Por: Mónica Heinrich V.

Se podría pensar que una vez concluye la última batalla, la guerra deja de ser guerra. Podríamos tener la ilusión de que caído el último bastión, firmado el último acuerdo de paz, las cosas empezarán a ser diferentes o, cuando menos, volverán a su curso natural.

En la práctica, la historia nos ha demostrado que sucede todo lo contrario. La Segunda Guerra Mundial no fue la excepción.

A la inicial algarabía que supuso la derrota de los nazis se sucedieron los bochornosos abusos por parte de las tropas aliadas, el reparto de botines y la política hizo lo suyo permitiendo, una vez más, que las potencias inmiscuidas sacaran los réditos que vieran convenientes.

Under sandet recrea un oscuro episodio post-guerra.

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Los nazis invadieron Dinamarca en 1940 violando la postura neutral de dicho país, la movida fue estratégica ya que los dejaba a un paso de Noruega desde donde podrían controlar a los británicos.

Hitler veía a Dinamarca como un protectorado modelo, así que la invasión al inicio fue gentil comparada con las que se hicieron a otros países. Sin embargo, las condiciones fueron empeorando cuando la resistencia se hizo más intensa.

Casi al final de la guerra, los alemanes estaban convencidos que el desembarco enemigo sería a través de las costas de Dinamarca y, por eso, llenaron sus playas de minas. Estamos hablando de miles, miles de minas escondidas debajo de la arena y listas para estallar al menor contacto.

Cuando la guerra concluyó, se hizo evidente que los daneses tendrían que limpiar sus playas. ¿Cómo lo hicieron? Usando prisioneros alemanes. El elemento humano “desechable”.

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Al hablar de las postrimerías de la guerra, hablamos de un ejército alemán diezmado que estaba echando mano de cualquier hombre en edad de sostener un fúsil. Entonces, los prisioneros resultaban ser chicos. Niños de entre 15 a 18 años.

La película arranca cuando un grupo de estos niños es puesto bajo las órdenes del sargento Rasmussen quien tiene que dejar una zona limpia e inmaculada de minas.

El director y guionista Martin Pieter Zandvliet, decide contarnos la historia como un edulcorado drama, que mantiene al espectador pegado a la pantalla y arranca una que otra lágrima culpable.

Desde la primera escena nos muestra a un pueblo danés absolutamente insensibilizado ante el enemigo, con ansias de revancha y un profundo odio fruto de 5 años de ocupación.

Es evidente que ninguno de los daneses que se cruzan en el camino de los prisioneros alemanes percibe que los nazis son niños. No.

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Eso fue muy chocante. Una parte de mí se sorprendió al sorprenderse. Todos los días vemos noticias que nos confirman que al ser humano no le importa si frente al fusil o a la bomba hay niños o adultos. Da lo mismo. Pero no deja de sorprenderme.

Al peligroso oficio que los niños desempeñaban se sumaba la falta de comida, el encierro, las humillaciones, porque no lo olvidemos, estos niños seguían siendo prisioneros de guerra.

SPOILER ALERT

Sí, se trata de una trama bastante predecible. El sargento comenzará a cuestionarse su labor frente a este adolescente grupo, y algo dentro suyo se removerá.

Cuando llega el final, nuestros protagonistas alcanzan la redención, el perdón. A todos nos gusta una buena redención, una renovación de fe en el ser humano, un soplo de viento fresco que nos diga que en este cochino mundo hay gente buena.

La fórmula es harto vista, acá se vive en un escenario post-guerra con niños nazis y sargentos que terminan dándose cuenta que más que nazis son niños.

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FINAL DEL SPOILER

Camilla Hjelm, la directora de fotografía que conocí a través de Little Soldier (2008), prueba su valía en esta película filmada casi íntegramente en exteriores. Hermosos planos narrando una historia sencilla.

No hay riesgo formal ni narrativo, no, no le hace falta tampoco, en general la película es una mirable propuesta anti-bélica. Bien filmada, bien actuada, bien contada, con los ganchos emocionales necesarios para crear empatía con los personajes y tratando de no caer en la zona blanco o negro sino en los necesarios grises.

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El casting hace que nos creamos el cuento, un joven reparto solvente, tanto que detrás de la pantalla te descubrís haciéndole barra a los prisioneros, a los alemanes, a los nazis, deseando que lleguen a sus hogares sanos y salvos.

Son solo niños, pensás.

Pero la vida siempre es menos cursi y bonita que las películas cursis y bonitas.

Lo mejor: revela una historia desconocida de la post-guerra Lo peor: es condescendiente consigo misma y la fórmula de la trama ya ha sido vista muchas veces La escena: la de la niña, y la subsecuente decisión del niño Lo más falsete: lo del perro y algunas escenas «amistosas» entre el sargento y los niños El mensaje manifiesto: En la guerra todos se pueden convertir en monstruos El mensaje latente: en la guerra no hay ganadores, hay solo perdedores El consejo: Para ver una tarde de enero El personaje entrañable: los niños de la guerra El personaje emputante: los jefes cuadrados El agradecimiento: por una historia necesaria.

CURIOSIDADES

El uso de niños por parte del Estado Danés en la desactivación de minas después de la Segunda Guerra Mundial, ha sido considerado uno de los peores casos de crímenes de guerra perpetrados por Dinamarca.

En la película, el grupo era comandado por el sargento Rasmussen de origen danés, en la vida real, las actividades las controlaban el ejército británico y ponían a un soldado alemán como coordinador de cada grupo.

Se cree que más de 2000 soldados alemanes fueron obligados a remover minas de las playas danesas, de los cuales perdieron la vida alrededor de la mitad.

La película fue filmada en locaciones históricamente reales.

Hasta el momento, Under sandet ha sido presentada en once festivales de cine, entre ellos Toronto y ha sido premiada con el galardón al mejor actor para Roland Møller-Louis Hofmann en Tokio. También está nominada a Mejor Película Extranjera para el Globo de Oro y está per-seleccionada para la misma categoría en los Oscar 2017.

CINE: A Royal Affair

Ya se acerca el día! la entrega de los Oscar! y aunque digamos que nos vale huevo, que no es importante, que da lo mismo, que esa pinche ceremonia solo es una muestra del poder del lobby de la industria hollywoodense y demás pajas hipsters, pues igual: la esperamos como un niño espera sus juguetes de navidad y claro, el objetivo es ver todo lo oscariento para reafirmar lo que dijimos en las primeras líneas.

Con esa meta loable en la vida, empecé con las nominadas a Mejor Película extranjera,  así que daré inicio a las reseñas pre-oscars con A Royal Affair.

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Traducido al español de manera chota como Una reina infiel o Un asunto real, el filme nos cuenta los puteríos en la corte danesa del  siglo XVIII. En esa época, Europa se hallaba en el proceso de la Ilustración y Dinamarca aún se manejaba en el más crudo oscurantismo. Montesquieu, Rousseau y Voltaire eran los tipazos del momento, pero los daneses los veían como crispines. El Siglo de las Luces estaba en marcha y Dinamarca disfrutaba de su monarquía absoluta, censura, torturas, etc…

El rey, Christian VII, era un problemático adolescente que respondía enteramente a las órdenes del Consejo del Estado, conformado por mentecatos de la nobleza y la iglesia .

Christian VII tenía un comportamiento volátil e impredecible, ahora se sabe que quizás padecía de esquizofrenia y como parte de su reinado es obligado a casarse con otra adolescente: Carolina Matilde, princesa de Gales. A Christian le gustaba jugar como si fuera un niño pequeño, tenía predilección por las prostitutas y aunque podía recitar versos enteros de obras conocidas de la época, la sociedad danesa apenas lo toleraba. Carolina, por otra parte, era aficionada a la lectura, el teatro, al arte en general, un dechado de virtudes y buen comportamiento, justo lo que la corte danesa necesitaba para contrarrestar las locuras del rey y para darle descendencia al trono.

La muchacha es la que nos cuenta la historia. Una voz en off narra los hechos, cómo surge el enlace y cómo todo se fue a la mierda.

Al conocer a su  futuro esposo Carolina queda atónita, estaba obligada a pasar su vida con una persona que despreciaba. Ella esperaba un compañero y se encontró con un fulano con el que ni siquiera se podía mantener una conversación. Lo peor es que no podía hacer nada al respecto: su futuro no le pertenecía, tenía que casarse con Christian y punto.

Debido a la actitud  cada vez más errática del joven rey, la corte contrata a un médico alemán, Johan Federico Strueseen, quien rápidamente se gana la confianza del atormentado paciente.

Strueseen era un tipo culto, seguidor de la ilustración. Mientras estrecha lazos con el rey se da cuenta de la influencia que tiene sobre  él, y comienza a manipularlo para sacar leyes que favorezcan al pueblo. Todo esto con ayuda de la tal Carolina, con quien comparte tertulias sobre escritores, le presta libros y se desata una pasión surgida de la mutua admiración.  Se convierten en amantes y se dedican a hacer piruetas en los vericuetos del palacio.

a-royal-affair05La historia es súper interesante, a pesar de que dura poco más de dos horas seguís con atención la trama. Una parte tuya está de acuerdo con todas las leyes que promulgan el médico y su reina amante, pero otra parte te susurra que no está bien que se aprovechen así de una persona con una enfermedad mental, que además quiere a ambos de manera sincera.

Obviamente que el desenlace es dramático, y en tu mente queda la imagen de estos adolescentes dirigiendo reinos y cambiando el curso de la historia, de las conspiraciones a su alrededor, del oscurantismo, de la ilustración, de la miseria, de la opulencia, de la cultura, de la ignorancia, de la masa necesitada, de la masa estúpida. Termina, y querés saber más, querés saber qué fue verdad y qué fue mentira. Querés saber qué falta y qué sobra.

El director Nikolaj Arcel dirige y escribe su cuarto largometraje con un estilo conservador y correcto. No se trata de un iluminado a la hora de filmar, pero sí de alguien que sabe muy bien cómo hacerlo.

A ello contribuye una gran fotografía de Rasmys Videbaek, a quien recordamos por las imágenes que nos dejó su talento en el peliculón Noi, el albino.

La actriz sueca Alicia Vikander interpreta a la adúltera Carolina de manera convincente. Inocencia, amargura, desesperación, son algunas de las emociones que logra transmitir. Posee un aire a Natalie Portman, mismo tipo de rostro y contextura. Ya ha participado en una película americana que también suena en los Oscar: Ana Kareninna. Esta chica dará que hablar.

Madds Mikelsen es Strueseen, el diligente médico que quizás en otros pies pudo verse más arribista de lo que Madds transmite. Madds también es conocido por participar en películas como Furia de Titanes, Quantum of solace y actualmente en el seriado dedicado a Hannibal Lecter. Le dicen el Robert De Niro nórdico por una brillante carrera que incluye la ópera prima del director de Drive: Pusher.

Finalmente Mikel Boe Folsgaard debuta en la pantalla gigante interpretando al rey loco, hace querible a un estridente y muy complejo personaje, cada vez que aparece en pantalla se gana la empatía del espectador. Su interpretación lo hizo acreedor del Oso de Plata a Mejor Actor en el Festival de Berlín.

A+Royal+Affair+Movie+Stills+61

Basada en la novela Prinsesse af blodet, de Bodil Steensen-Leth, A Royal Affair es una película que tiene momentos muy sobresalientes, pero que dado el estiramiento de la trama y algunos pasajes excesivamente melodramáticos, llega a su final de forma predecible.

Con una producción exquisita, una dirección de arte muy cuidada, elegante y ceñida a los detalles de la época,A royal affair es digna de verse.

No será ese tipo de películas que cambian la vida o dejan huella profunda como llanta de tractor, pero se disfruta.

Dinamarca postula a los Oscar con este filme. ¿Lo merece? Hasta ahora, la insulsa Kon-Tiki es la que más ruido me hace entre las nominadas. Sin embargo, creo que el trabajo de Haneke no tiene competencia posible. Solo la durísima Rebelle, de la que también hablaré más adelante, se acerca con su lirismo a pelearle el premio.

Quizás el atractivo de A Royal Affair está en ese relato frío de la Dinamarca oscurantista, en la que se abusaba de los campesinos, se los castigaba y torturaba, días en los que las clases privilegiadas despilfarraban la plata del pueblo en fiestas sin sentido mientras los pobres peleaban el pan de cada día, épocas en los que Iglesia tenía un papel relevante como regidora de la moral y las buenas costumbres, momentos en los que no importaba la cultura, los avances científicos, ni nada que conlleve progreso ah…perdón, estamos hablando del siglo XVIII y pareciera que describo algunos aspectos de la Bolivia 2013.

Una de las mejores escenas es cuando el médico le dice a un cura que forma parte del Consejo del Estado:

¿Quién es más loco, el rey o alguien que piensa que el mundo se creó en 7 días?

Lo mejor: un periodo histórico por demás de interesante Lo peor: parsimoniosa y conservadora a nivel estético  La escena: el final, la caminata, la cabeza Lo más falsete: la reseña final, cotejando la historia real no es tan cierta El mensaje manifiesto: la luz puede encenderse El mensaje latente: en algunos lugares solo puede encenderse si dejan encenderla El consejo: para ver sin esperar LA película del año El personaje entrañable: el rey loco El personaje emputante: a ratos, el médico El agradecimiento: la fotografía.

Mónica Heinrich V.

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