Por: Eva Sofía Sánchez
Bob Dylan siempre escribió canciones grandi-elocuentes. Algunas de ellas; obras maestras. El problema de Bob fue que rara vez era consciente de las gemas que su guitarra y su puño creaban para nosotros. ¿O tal vez vivía en sabotaje constante?
¿Quién reconoció la fantasía de ‘Jokerman’? Fue Caetano Veloso, dulce voz de trovador bahiano. Pero luego volveremos a Caetano… hay tiempo.
Dylan compuso ‘Jokerman’ en su yate en el Caribe en 1982. Fue durante su mayor apogeo de creación cristiana. Pero esta canción no es una alabanza; es una profunda reflexión acerca de la fe (católica en este caso) y las tentaciones en un mundo que se resquebraja.
‘Jokerman’ nos pinta un momento de contemplación frente al mar, observando barcos que se alejan. Nos ofrece bosquejos de Hércules luchando contra Satanás, nos regala la imagen de un ruiseñor que lucha por volar en libertad, pero se descubre preso en su rol de bromista de la corte.
Dentro de su catálogo ‘Jokerman’ es una canción fallida. Ese momento de extraordinaria lucidez literaria se truncó cuando el cantautor no pudo (¿no quiso?) acompañar su historia poética con armonías y melodías igualmente potentes. Eran épocas de confusión musical y creativa.
10 años después llegó el dulce Caetano al rescate. Con su guitarra y voz le regaló cariño al ‘Jokerman’. Lo aduló y lo cobijó con delicadeza y honestidad, para hacerlo volar y bailar cerca de la luna.
Tal vez a Bob sólo le hacía falta un abrazo…
«Naciste con una serpiente en ambos puños mientras el huracán soplaba», recita Caetano con poderosa dicción al inicio de la canción.
El bromista ahora es fuerte y el mundo espera su conquista.
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Eva Sofía Sánchez