Por: Mónica Heinrich V.
Radha está por cumplir cuarenta años. Alguna vez fue una joven promesa viviendo en New York. Ganó un premio de dramaturgia para autores jóvenes menores de treinta. Ya con los cuarenta encima se asume gorda, solterona y sin haber cumplido ninguna de sus metas ¿Qué pasó con su juventud? ¿Qué pasó con sus sueños? ¡QUÉ PASÓ!
Ay, el cadáver hediondo de la juventud.
The Forty Year Old Version es dirigida, escrita y protagonizada por la misma Radha Blank y se basa, cómo no, en sus vivencias como mujer negra, cuarentona, gorda y con sueños jamás cumplidos.
Filmada a la vieja usanza en 35mm y en blanco y negro, nuestra buena amiga Radha no abandona jamás el humor para contar esta llegada a una edad en la que se considera que «ya no sos joven».
El tiempo pasó y Radha en lugar de explotar su obvio talento se dedicó a darle clases de escritura a los chicos de Harlem. Como ella misma dice en una parte, no veremos una nueva versión de Mentes Peligrosas, sino un entretenido viaje de la protagonista hacia su redescubrimiento como rapera.
Así es, Radha quiere ser rapera y la película que parte como un rosario de insatisfacciones se abrirá camino a la posibilidad de optar por este nuevo talento. Todo eso mientras, en paralelo, escribe una obra teatral a regañadientes.
Es interesante cómo se combina la vida cultural newyorkina con la mirada aguda de Radha sobre el uso de lo negro como moda. Escucharemos mucho la palabra Gentrificación. Obviamente, la rebelde Radha no estará para nada de acuerdo con ese universo nucita que le propone su productor de teatro y al que “unos blanquitos” entusiasmados se arriman con arrebatora ingenuidad. Ella pide, porque es importante para ella, que el director de su obra Avenida Harlem, sea negro. En lugar de eso, le imponen una directora que se las arregla para crear edulcoradas escenas de manos blancas y negras uniéndose bajo una hermosa luz en pos de la tolerancia y el amor al prójimo. Radha, entonces, saca su último as bajo la manga y entrega al espectador una furiosa performance con la que cualquier artista defensor de su “proceso creativo” soñaría.
Es innegable que podemos empatizar con lo que Radha cuenta y, sobre todo, queremos seguirla tanto en sus intentonas de enseñanza a jóvenes, como cuando discute con el productor sobre si tiene que ir a “zonas más oscuras” para encontrar más jale con un hipotético público teatral.
RadhaMusPrime, la rapera cuarentona, se posiciona en un debate contra la gentrificación y la apropiación cultural, lo hace desde un relato que puede a ratos parecer banal y condescendiente, pero de alguna manera consigue que la cosa fluya. Sí. Quizás dentro de ese obvio discurso me pareció que el final, aunque es una potente escena, irrespeta a un trabajo grupal en el que ella estuvo de acuerdo y que involucra a más miradas. ¿Es culpa del productor que ella acepte recibir dinero por un trabajo que no la hace sentir satisfecha ni realizada? ¿Es culpa de los actores que deteste el guion que ella misma escribió? ¿Es culpa de alguien más el que ella haya finalmente cedido al sistema?
Radha resplandece cuando habla de la muerte de su mamá, o de las cosas que le gustaban hacer de niña, cuando recuerda momentos específicos de su juventud, cuando discute con Archie (encantador Peter Kim) o con el vagabundo. Los adornos a la trama como la relación con D. (Jacob M. Trent) o los estereotipados personajes de sus alumnos, van a contramano de los estereotipos que ella misma cuestiona.
El blanco y negro es una manera de decir que la vida de Radha es gris, oscura, marchita y cuando finalmente encuentra su camino y decide seguirlo, el color vuelve, algo muy de los noventas y muy de cine indie iniciático. Pero está bien, compramos el paquete porque Radha tiene el carisma suficiente para cargar con una película cuyo exceso de metraje (dura más de dos horas) no se siente.
Así, The forty year old version, esa versión cuarentona de Radha se convierte en un debut interesante, algo facilón pero que tiene buenos momentos de humor, es también una llamada de atención para los postergadores de sueños, para los que están aún esperando esa ventana hacia la realización. Hay que despertar y apurarse, o como dice la misma Radha “acabarás siendo una dramaturga acabada, con la idea estúpida de ser rapera a los 40 años y con diarrea por tomar bebidas dietéticas que no cumplen las normas alimentarias. ¿Quieren eso para ustedes?” ¿QUIEREN?
Lo mejor: divertida, se deja ver Lo peor: un poco más larga de lo que necesita, y cae en el facilismo Lo más falsete: la relación con D. y el pase de blanco y negro a colores El mensaje manifiesto: no hay que postergar sueños El mensaje latente: postergar sueños es portergarte La escena: la furiosa performance El personaje entrañable: el amigo Kim El personaje emputante: el productor de teatro El agradecimiento: por los momentos de agudeza.