Por: Mónica Heinrich V.
Es la última noche de luna roja y Barba Negra (Steve Tientcheu) ha decidido que el nuevo inquilino de la prisión Maca sea un Roman (Bákary Koné). Así nomás, porque se le cantaron los huevos y porque el tanque de oxígeno con el que carga por todos lados es un recordatorio del poco tiempo que le queda como líder.
El nuevo preso está cagado de miedo, ya antes de entrar a Maca se lo veía nervioso y fatigado. Cuando le dicen que tendrá que ser el Roman, no le queda otra que asumir el rol. El Roman es un “príncipe sin reino”, un contador de historias, un tipo que tiene que mantener la atención del resto de los presos para salvar su vida durante una noche de luna sangrienta.
Esto nos recuerda vívidamente a Las Mil y Una Noches, claro que sí. Y al rey pelotudo e inseguro que quería matar a todas las posibles traidoras. Y a la pobre Sherezada que tenía que entretener al sujeto para que no la liquide. En Maca las cosas son un poco distintas.
Estamos en Abidjan, la capital económica y ciudad más importante de Costa de Marfil. Si miramos la triste historia de Costa de Marfil encontraremos elementos perturbadores. Un país colonizado por Francia hasta los 60s, que gracias a ser el mayor productor de cacao del mundo tuvo un auge económico y experimentó prosperidad en los 90s. Luego, vendría una migración buscando ser parte de esa “buena vida” y cuando finalmente la economía se estancó, los políticos hicieron lo suyo y crearon el concepto de la “marfileñidad” buscando dividir a la población. Así fue como se empezaron a formar bandos extremistas de milicias y paramilitares. A esto se sumó la resistencia del presidente, otrora defensor de la democracia, Gbagbo de abandonar el poder retrasando las elecciones seis veces (seis años) luego que su mandato concluyó. Costa de Marfil lleva dos guerras civiles en los últimos 20 años.
El director y guionista Philippe Lacôte toma estos conflictos patrios y los lleva al cosmos carcelario en su última película La nuit des rois (La Noche de los Reyes). Mientras Barba Negra organiza su noche de historias contadas a la luz de faroles, en las sombras ya hay otros presos tramando cómo quedarse con el puesto del moribundo líder. El caos social en Costa de Marfil es expuesto a través del relato que hace el Roman sobre la vida del rebelde Zama King. Zama King estuvo en la revuelta que concluyó con la detención del presidente Gbagbo. Zama King se quedó campeándose por las calles, abusando de su status como parte del grupo rebelde FRCI (Fuerzas Republicanas pro-Ouattara en el conflicto marfileño de 2011).
No voy a negar que cuando vemos las primeras escenas, las primeras actuaciones, los primeros diálogos de esta película, hay algo que suena “desafinado”. El tono, la puesta en escena, los actores, algo no funciona y pensás que la experiencia será un desastre porque esas cosas siempre son indicadores de desastre.
Pero Lacôte, que se crió al lado de un cine llamado “Le Magic”, nos sacude el tablero cuando decide convertir la cárcel en una suerte de teatro y cuando la narración del Roman se mixtura con la tradición oral de los griots, los juglares o simplemente mezcla teatro, danza contemporánea y poesía.
Sí, sí, a veces, mezcla de teatro, danza contemporánea y poesía pueden ser más bien otra señal de alarma, porque suena a esas pajas experimentales y cursis que hacen los directores en su fase más iniciática. Y claro, algo de eso hay, pero lo de Lacôte funciona, también, como una experiencia disruptiva.
Hay muchos momentos “mágicos” dentro de La nuit des rois. El Roman además de contar la historia que involucra a Zama King, a sus Microbios (banda de chicos de entre 8 y 18 años que aterrorizan a Costa de Marfil en la vida real) y a la guerra civil marfileña, tiene que ir más atrás. Así veremos a una reina africana enfrentarse a su hermano por el poder de una región, una secuencia a nivel de FX (efectos especiales) bastante precaria, pero que dentro del relato del Roman que asume la historia como una fantasía, puede zafar (si estamos de ánimo condescendiente).
Medio Loco, Sexy, Lass son otros personajes que se suman al relato, al igual que Silencio, interpretado por el siempre admirado Denis Lavant (Holy Motors).
No les voy a negar que las cosas dentro de Maca y del guion suceden porque sí. La virtud de Lacôte es que la forma que eligió para contarnos su historia nos mantiene enganchados y por momentos embelesados.
Sí, La Noche de los Reyes es una película que seguramente enfrentará opiniones con vehemencia, habrá espectadores que ante su singular propuesta narrativa y sus obvias falencias, no la soporten, pero los que logremos conectar con el intento de Lacôte de introducir un tradición ancestral y cultural a su formato fílmico, pasaremos un rato más que interesante.
Es la noche de los Reyes. Es la última noche de luna roja en Maca. Es la última noche de Barba Negra. No sabemos si será la última noche de Roman. Lo que sí sabemos es lo que está escrito en una de las paredes de la cárcel: Si Dios dice que sí, nadie puede decir que no.
Lo mejor: su lado más «artístico» Lo peor: si se le quita el lenguaje teatral, queda una historia más bien sosita y con baches Lo más falsete: lo que sucede con Medio Loco, lo que sucede con Barba Negra, lo que sucede con los policías, bueno…hay varios pasajes un tanto incoherentes El mensaje manifiesto: la sobrevivencia es un arte El mensaje latente: las cárceles son la prueba de cómo hemos fallado como sociedad La escena: las partes en que los presos se unían al relato de una manera teatral El personaje entrañable: el gallo, gallina de Silencio El personaje emputante: Lass y los pacos inútiles El agradecimiento: por los instantes de belleza.