Por: Mónica Heinrich V.
Ah, película bélica. Niñ@s, la industria ha acostumbrado al espectador a ver la guerra desde la dicotomía de los buenos y los malos, los villanos y los héroes. La delgada línea roja (1998) de Terence Malick, dijo “momentito, cojudos”, nos sopapeó unas cuatro veces de lado a lado y nos sacó de ese letargo. Otra fue la bosnia No man´s land (2001) donde supimos que en la guerra no hay triunfos sino pérdidas de ambos lados. Ciudad de vida y muerte (2009) (reseñada ACÁ) también contribuyó a apartarnos de esa lobotomía del género. Sí, hay películas como esas con las que descubrimos que es posible dejar de presentar a la guerra como un espectáculo, y trascender el artificio de bombas y combates para bajar a la cruda realidad, al dolor y, sobre todo, locura de vivir algo así.
1917, la nominadísima película de Sam Mendes, no se aparta de la fórmula ya vista en cualquier película convencional bélica. Están los buenos, heroicos ingleses, están los malos malosos alemanes. En ningún momento veremos la humanidad del enemigo, es casi como un videojuego de sobrevivencia en el que deseás fervientemente que nuestros dos cabos cumplan su misión y liquiden a todos los alemanes que se interpongan en su camino. MATEN A ESOS MALDITOS NAZIS. Ah, perdón, esa fue otra guerra. ¿La misión? Entregar una carta. Sí, mi querida Bolivia, sí, misivas heroicas. Esto nos deja con la necesidad de armar un espectáculo alrededor de la misiva heroica en plena Primera Guerra Mundial. Así nomás.
No voy a negar que es un hermoso, virtuoso y sorprendente espectáculo. El falso único plano secuencia de Mendes vende el vértigo a full, además tiene la habilidad de mantener su composición fotográfica y jamás entregar un plano desprolijo. Nuestro amigo, el director de fotografía Roger Deakins (Sicario, Blade Runner, No country for an old men) no decepciona. Todo es belleza en los coreografiados planos secuencias que fingen ser uno solo. Es casi matemático, conté alrededor de una docena de cortes y el montaje y la postproducción disimulan cualquier pegamento de una manera admirable. La atención, cuidado y ensayo que tuvo que tener cada escena, no me lo puedo ni imaginar, de ahí que el trabajo de dirección de Mendes no pueda objetarse, y de hecho, debe haber sido una de las películas nominadas más difíciles de filmar y de armar en cuanto a diseño de producción.
Tampoco hay que desmerecer el trabajo de los dos chicos que cargan sobre sus espaldas las simpatías de la platea, los valientes Schofield (George McKay a quien hemos visto en Captain Fantastic y Ophelia, entre otras ) y Tom Blake (Dean Charles Chapman a quien recordamos como el suicida Tommen de Juego de Tronos). Es imposible no empatizar con la necesidad de tener éxito en la misión y de paso encontrar al hermano mayor de Blake, Joseph, interpretado curiosamente por Richard Madden (Rob Stark en Juego de Tronos) . MATEN A ESOS MALDITOS NAZIS. Ups. Sigo confundida.
Pero para mí, 1917 no consigue traspasar su artificio. Es otro ¿bien intencionado? producto que tanto gusta a la Academia, en el que se revitaliza la idea de los actos heroicos, lo personal de mentiritas, la patria y un enemigo sin entidad. Una cosa plástica y falsa que se une a la pose del plano secuencia único. Una película para que los veteranos o futuros reclutas se sientan dignificados por ser parte de ese gran negocio que en realidad es la guerra. $$$$$.
SPOILER
Sam Mendes junto con la guionista Krysti Wilson Cairns (Penny Dreadful) ponen la típica escena del enemigo traicionero ante la bondad del héroe, la linda mujer con el bebé o niño que no habla el idioma, los cadáveres apilados, la muerte boba de uno de los protagonistas, las fotos estrujadas con sangre, la escena heroica apoteósica, los cánticos nostálgicos, y bueno…La segunda parte de la película, después del disparo en que el que nos fundimos a negro, es aún más inverosímil, hay persecuciones en línea recta con alemanes atrás disparando y nuestro héroe consigue evadir cualquier bala. Onda Misión Imposible o Duro de Matar. Claro que eso sucede mientras el ojo se distrae con la noche y las hermosísimas siluetas de ruinas y sombras. Y nos olvidamos que nada tiene mucho sentido.
FIN DEL SPOILER
¿Igual nos conmueve? Sí. Claro. Pero esa narrativa exitista sin matices no aporta mucho al género aparte del truco formal. Es estilo sobre sustancia. Un pequeño-gran discurso pro orgullo patrio anglosajón. Como tal, firme candidata a llevarse una carretillada de cosos dorados.
Lo mejor: impecable apuesta formal, por momentos deslumbrante Lo peor: sucumbe a la vanidad de cómo se ve La escena: el plano secuencia en el que Scho corre tratando de llegar a Mckenzie cuando ya se lanzó la primera línea de ataque Lo más falsete: todas las escenas clichés ya vistas, y el final de Tom El mensaje manifiesto: un bonito envase no esconde que el frasco está vacío el mensaje latente: la guerra no es una espectáculo El personaje entrañable: los perdedores de la guerra El personaje emputante: los que creen que existen triunfos en ella El agradecimiento: por un despliegue técnico admirable.
CURIOSIDADES
La toma más corta dura alrededor de 39 segundos.
El plano secuencia más largo dura casi 9 minutos.
La película se basa en algunas vivencias del abuelo de Sam Mendes, que fue veterano de la Primera Guerra Mundial.
Roger Deakins usó la Arri Alexa LF para filmar la mayor parte de la película, y es la primera vez en su carrera que usa esta cámara.
Es la segunda película de guerra que filma Sam Mendes, la primera fue Jarhead en el 2005.
Andrew Scott y George MacKay trabajaron juntos en Pride (2014).
La escena final entre Scho y Joseph Blake con los anillos, fue la primera escena que se filmó.
La película se filmó entre abril y junio del 2019.
Es la tercera vez que un personaje de Dean-Charles Chapman muere.