EVO PUEBLO
Por: Mónica Heinrich V.
Siempre voy al cine los lunes. Me gusta porque hay menos gente, y generalmente me molesta cuando el cine está lleno por la bulla que hacen algunos desubicados. Hoy me deslicé a ver Evo Pueblo, confieso que me moría por verla. Luego de ver a los actores que interpretaron a nuestro ilustre presidente (igualingos) no podía contenerme.
La primera sorpresa me la llevé con relación a la afluencia. Penés que no iba a ir mucha gente, porque cuando salió Cocalero, en su fin de semana apenas había público. Aquí si bien no estaba a reventar, había una taquilla respetable.
*En la foto los 3 Evos durante la premier.
Para empezar, el formato es digital, no está pasada a 35mm y de entrada te das cuenta que no está bien calibrada para la pantalla de cine, subtítulos explicativos o de traducción quedan cercenados a lo largo del metraje.
No puedo engañarlos, no es una buena película. El guión intenta ser complaciente en extremo, se regodea en escenas que no aportan nada y nos queda la imagen de un Evo bonachón, honesto, trabajador, humano, pero nada más. La película se abre con la muerte de Tupac Katari, y aquella famosa frase de «Volveré, y seré millones», tal cual lo leen.
Después nos muestran la difícil llegada al mundo de Evito, para pasar a parte de su niñez, su amor por el fútbol, su primera novia, etc.. Todo esto matizado con escenas en las que nos indicaban que Evito era revolucionario desde la más tierna infancia, como por ejemplo: Salón de clases, maestro preguntando quién es libertador de américa, ningún niño sabe la respuesta, hasta que Evito dice: Simón Bolívar. Qué TERRRRNURA!, el público no podía más que sonreír.
Y así sucesivamente, una conmovedora intención de plasmar la naturaleza social de todos los actos de Evo. El zoom a la zona donde vivía Evo, una zona totalmente cruel tanto en clima como en recursos, la lucha por sobrevivir, por conseguir algo más. Sus trabajos de albañil, panadero, trompetista. Su gusto por las mujeres, sus chupas, su lealtad como amigo, todos esos aspectos que hoy en día se han perdido de vista ante el Evo Presidente.
Sin embargo, la narrativa carece de un sostén que vaya más allá del romanticismo. Uno de sus grandes defectos es que la historia intenta abarcar DEMASIADA agua que ha corrido bajo ese puente. Es demasiado benévolo y lánguido el líder que la película dibuja.
Hay diálogos que no necesitan ser dichos, que redundan en lo evidente, que diluyen el momento, el clímax que pretende crearse y que no están concebidos de una manera muy realista. Los actores estuvieron regulares, teniendo en cuenta que el casting más que por talento tiene que ver con el parecido físico, puedo decir que esta gente consigue zafar. Valerio Queso y Vidal arrancan sonrisas con sus interpretaciones del Evo joven y del Evo actual. La aparición imperdonable y fuera de tono es la de César Brie, director de Teatro de los Andes, que hace de milico, y consigue crear una actuación totalmente discordante con el resto, con demasiados vicios teatrales, hasta en el texto, que dicen él mismo escribió. Todo lo demás llega parejito hasta ese momento, en lo bueno y en lo malo, pero Brie consigue un desequilibrio muy notorio.
A nivel de fotografía (Valverde) y dirección (Tonchy Antezana), recalco: no es una buena película. Incluso podría tratarse de un melodrama para tv con aires semidocumentales y daría lo mismo.
Todo está alrededor de la figura de Evo, Pueblo. Una figura que consigue conmover, no tanto por la valía del filme como tal, sino por esa historia descarnada de lucha y superación personal, que nadie, ni sus más férreos detractores pueden negar. Confieso que me sentí extrañamente conmovida, aún sabiendo que no era LA película, aún sabiendo que habían manipulaciones y propagandas obvias, sentí una extraña desazón.
El filme promueve una mirada complaciente, sí, pero dolorosa. Tanta pobreza, tantas limitaciones, tantos como él que intentan surgir, que se aglutinan en movimientos sociales, pensando que encontrarán la manera de salir de la miseria, de luchar por los suyos, de dejar de ser «invisibles».
Evo, cuando fue electo presidente de este país, significó una esperanza, una esperanza tan desbordada…que al ver los rostros de la señora de pollera, que agarraba la mano de un hombre «bien» (no miento, estaban en el cine), del señor que fue con su hijo a verla, y que se quedó con la mirada perdida mientras los créditos salían, esa esperanza de su pueblo, sobrecoge…y sobre todo, sobrecoge pensar, que al finalizar este camino, esa esperanza no sea cumplida.
Ojalá Evo, sea pueblo.
La escena: El final
Lo + falsete: Las diálogos
El mensaje manifiesto: Evo, ES pueblo
El mensaje latente: Evo es sufrido, abnegado y bondadoso
El consejo: Mirala, de algo te va a servir.